Prólogo: Dance macabre.
Pov ???.
Erase una vez, un viejo rey, el cual era poseedor de distintas tierras, tesoros y objetos, pero aún con toda esta fortuna, su única felicidad fueron sus tres hijos, los cuales eran trillizos. Sin embargo, el rey sabía que no le quedaba mucho tiempo, que poco estaba muriendo, que solo era cuestión de tiempo para caer encamado y próximamente la muerte...
Pero grande fue su sorpresa al ver que una supuesta joven, aparentemente campesina, le mandó una carta a uno de sus hijos, la leyó y encontró las facciones de sus tres hijos, pero no decía cual era, o quien era la chica, ya que no tenía nombre o destinatario; así que decidido, mando a llamar a sus hijos, cuando llegaron peinó un poco su gran barba y procedió a hablar.
-Hijos míos, no me queda mucho tiempo, y por lo tanto, solo uno de ustedes será el heredero al trono.-Anunció el rey para sorpresa de sus hijos.
-¿Y quien será padre?-Pregunto el del medio, esperando una respuesta.
El rey no contestó, mando a llamar a uno de sus sirvientes el cual se dirigió directamente con los jóvenes, los cuales vieron que este llevaba consigo una carta sin nombre o destinatario.
-Aquel de ustedes que sea el que recibió dichas palabras deberá traer a la chica, dueña de estas dulces palabras.-Hablo finalmente el rey, pero para su curiosidad, los tres sonrieron confiados así que dijeron que sería pan comido y procedieron a retirarse.
Pero la realidad, es que uno de los tres hermanos estaba enojado, furioso, no quería que le quitaran tan fácilmente su derecho al trono, así que armo en poco tiempo un plan para poder deshacerse de sus hermanos.
Y así lo hice, mando a llamar a sus hermanos a altas horas de la noche para así poder eliminar a uno y herirse así mismo para así inculpar al último, pero con lo que no contaba era con el extremo ruido que se produjo, ya que todos los habitantes de dicho castillo, fueron sorprendidos por un grito agudo. Cuando encontraron el lugar donde dicho grito se produjo, el rey se quedó sin palabras, dos de sus hijos se encontraban en el suelo, sin rastro de vida alguna, pero el tercero se encontraba bañado en sangre de estos con el cuchillo en sus manos.
El rey, ni siquiera preguntó, no dudó y mandó a llamar a ocho presos, cuando el nuevo día comenzó, frente a toda la gente, con toda la vergüenza del mundo habló.
-Debido a mi fatal falta de enseñanzas hacia mis hijos, dos de ellos fueron asesinados, solo dejando un tercero, pero he decidido no darle el trono, estará sentenciado a vagar sin rumbo, sin compañía, sin ayuda alguna...pero no lo hará solo, lo hará junto a estos ocho presos, los cuales llevarán junto a mi hijo una de estas máscaras...-Dijo el rey mientras dirigían a la gente seleccionada en distintas direcciones. Para que así, ninguno pudiera encontrarse.
Con el paso del tiempo, el trono fue para aquella doncella dueña de la carta, pero esta no obtuvo rey alguno, ya que no podía olvidar al amor de su vida, pero, este no se fue sin dejarle descendiente alguno, mientras que solo el rey sabía, quien fue el asesino, quien fue el dueño de la carta, y quien fue el sobreviviente.
Sin embargo en todo el reino y alrededores empezó a circular una historia de un hombre vagando, con sus ropas hechas jirones, y mugre pegada a todo su cuerpo. Sin embargo, algo no cuadraba, cada vez que una persona lo veía, decía que este tenía una máscara, mientras que otra decía que tenía otra clase de máscara. Como si en un momento tuviera una máscara de espejos, pero en otro tuviera una de hierro, en otra una caja con las caras del rey en la parte de atrás, pero con la de los príncipes en el frente y laterales. Dando así el nombre del hombre de las mil máscaras.
Fin del pov
En medio de una plaza, sentado en la orilla de la fuente se encontraba un chico peñiblanco con facciones delicadas, el cual llevaba en sus brazos un extraño instrumento, el cual se trataba de una caja pequeña de color blanco, un diapasón pequeño donde había pequeños clavos para diferenciar una nota de otra. Un objeto de color celeste muy similar a un arco, pero con muchas hebras con las cuales dejó de tocar la finas cuerdas que este tenía. Llevaba un chaleco y pantalón blancos, junto a un sombrero y camisa negra. Pero alrededor de él habían múltiples niños de nos más de diez años los cuales escuchaban atentos y con estrellas en los ojos al chico peliblanco.
Niña:¿Y que significa eso conejo-kun?-Dijo inocentemente la chiquilla mientras ladeaba la cabeza.
El joven soltó una ligera risilla, acomodó su instrumento encima de sus rodillas y procedió a hablar.
???:¿Que significado piensas que la?-Respondió el chico a la pregunta de la chica, con otra pregunta.
Niña:Yo pienso que significa que no hay que avaricioso, ya que es claro que el hermano no quería que los demás fuesen reyes.-Dijo la Infante mientras miraba al joven bardo.
???:Es una buena forma de ver las cosas, pero si esa es tu opinión, es muy buena, la avaricia y la codicia no es buena niños, recuerden ser compartidos y no esperar nada a cambio, ya que así les llegará toda aquella recompensa bien merecida.-Dijo el bardo mientras movía el dedo índice de lado a lado.
Niño:¿Porque siempre al final nunca nos dice el significado de las historias?-Dijo un pequeño chico confundido.
???:Que clase de educador sería si les doy la respuesta a todas las preguntas, sería uno muy pésimo, ya que si les doy la respuesta a todo harían como si aprendieran algo, mientras que en realidad nada cambió, esa es la razón.-Dijo el peliblanco mientras guardaba el instrumente una cajita de madera y cuero donde adentro tenía la forma del instrumento.
Mujer:¡Niños, es hora de volver!-Grito una monja la cual llevaba un burro cargando unos sacos de comida y semillas.
???:Ya escucharon a la hermana Marianne, vallan, vallan.-Dijo el joven mientras recogía su bolso del suelo.
Niños:¡Si, nos vemos David-san/chan!-Gritaron los niños que fueron directamente con su cuidadora.
David:Nos vemos próximas promesas...-Dijo casi en un susurro audible el chico.
???:¡¿Oh, ya terminaste?!, y yo que quería escuchar tu dulce voz.-Dijo una voz femenina detrás del chico el cual se tensó.
David:L-Lo siento Freya-sama, juro que después me pasaré por su sede para cantarle una canción solamente para usted...-Dijo un poco asustado el chico por la presencia de la diosa.
David:¡Oh, que alegria, espero que sea pronto!-Dijo emocionada, para después acercarse un poco al oído del chico.-Aunque también espero que no le des esa clase de tratos a otras diosas, recuerda nuestro trato, puedes tener a todas las mujeres del mundo si lo deseas, pero yo soy la única divinidad que puede poseer esa clase de tratos...-Dijo en casi un susurro mientras lamia el lóbulo de la oreja así sonrojando al joven un poco.
David:Pero recuerde mis condiciones, no me uniré a una familia forzosamente y sin mi permiso.-Dijo David mientras la alejaba un poco.
Freya:Sabes muy bien que tarde o temprano serás de mi familia.-Dijo retadora la diosa mientras acariciaba los labios del chico.
David:Dudo que eso pase, aunque de cualquier manera no lo necesito, no quiero tener nada que ver con las peleas o la sangre.-Dijo mientras levantaba los hombros.-Y si me permite, tengo que recoger llegar a mi hogar rápidamente, así que adiu.-Dijo el chico mientras se retiraba en el lado contrario de la puesta del sol.
Freya:Oh, solo es cuestión de tiempo, co-ne-ji-to.-Dijo la diosa mientras se retiraba a la torre.
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