Sola

Las luces de las sirenas me tienen mariada. Tengo ganas de vomitar. También siento un vacío profundo en mí que a pesar del apoyo de las personas a mi alrededor, no puedo llenar o tapar. Veo como llevan su cuerpo en una bolsa negra con olor a muerte y solo maldigo mi existencia una y otra vez. Tanto esfuerzo de su parte por mantenerme bien todos estos años, tantas noches de insomnio, tanto trabajo para obtener lo mejor para su hija no de sangre, todo eso no sirvió de nada ya que mis pesadillas lo alcanzaron.

Los policías me han preguntado una y otra vez donde lo había encontrado, con ese rostro de ignorancia ante mis palabras. Se que no es lógico lo que sucedió, pero así fue. Encontré a mi padre frío y mojado en su cama, por que murió ahogado. Eso es todo. No quiero pensar en un madito monstruo asechando mi vida o brujería, no quiero pensar en todo lo que viví hoy, solo quiero que él vuelva. Me siento tan sola que un frío envuelve mi espalda mientras las lágrimas salen sin que las controle. Al ver que no hay más que averiguar, la policía me deja en paz al fin, dirigiéndose a sus autos con un leve "lo siento" al retirarse.

Ya no quiero seguir aquí. Solo quiero irme a donde nadie me alcance, ni si quiera mis malditas pesadillas. Por que eso son, malditas pesadillas. Camino hacia la habitación y sigo llorando. La verdad, no he parado de hacerlo desde que todo sucedió. Ya las lágrimas no salen, pero las ganas de sacar mi dolor siguen ahí. Me dirijo a la habitación de papá y veo la cama empapada del lado donde estaba su cuerpo. La silueta se distingue bastante, lo cual hace que no me sienta bien, así que salgo de ahí. Los policías toman fotos del apartamento y clasifican el lugar como la escena de un crímen.

Tomo un abrigo y camino sin detenerme. Las personas no dejan de mirarme como si fuera un perro herido. ¡Diablos! Odio a todos en este momento. No quiero abrazos hipócritas de sus compañeros de trabajo, ni tampoco palabras de aliento por parte de los oficiales al decir: "Todo va a estar bien". ¡Claro que no! ¡Nada está bien! Estoy volviéndome loca.

—¡Cat! ¡Caterina!

La voz desesperada de Marcela se oye a lo lejos. Viene mojada y con rostro angustiado. Sé que no aguanta verme así. Yo tampoco aguanto el dolor. Así que al tenerla cerca, me abalanzo hacia mi amiga y dejo salir todo el dolor de mi pecho. Marcela es lo único que me queda en la vida, y siento en mí interior la necesidad de aferrarme a ella como nunca.

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—Te traje tus cosas. Zapatos, ropa, cosas de higiene... Todo lo que tenías en la habitación.

La miro agradecida y ella sonríe. Sé que no pudo sacar las cosas de papá, pero tengo mucha más ropa en casa. La habitación es acogedora. Ya no veo cosas de César por aquí, así que le pregunto sobre eso.

—¿Y César? —Mi voz es suave, casi inaudible.

—Lo llamé y le dije que se tenía que largar de la habitación. Así que ya no está. Entendió que no era una buena noche como para poner objeción.

—Entiendo.

Mar me invitó a quedarme en su habitación ya que no tenía a donde ir. Ella me contó que el hombre con el que estaba había muerto por el ataque de un tiburón, o al menos eso indicó la policía. Sin embargo, no era la verdad, y solo yo lo sé. Mar estaba al igual que yo, en otro planeta, aún que pretendía ser fuerte para darme ánimos. Había pasado muchas cosas también.

Mar piensa que me fui del bar por que recibí un mensaje de mi padre para que fuera a casa, pero no fue así. La verdad de todo esto, solo yo la sabía y me estaba llevando a la locura interna. Recordaba la conversación que tuve con las chamanes más lo que Queena dijo, y eso me hacía pensar que la mujer de mis sueños fue quien asesinó a mi padre. Siento una ira que se apodera de mí, pero intento no dejarme llevar por ese sentimiento. Necesito encontrar al asesino pero no tomar justicia por mi cuenta, esa no soy yo, ni mucho menos lo que mi padre me enseñó.

—Ya la cama está lista Cat. Ve a dormir, lo necesitas.

—¿Dónde dormirás tú?

—Tengo un hermoso sofá el cual me espera.

—¡No, Marcela! No quiero incomodarte.

—¡No lo haces Cat! Has pasado por mucho hoy, y necesito que duermas cómo se debe, ¿ok?

No iba a ponerme a discutir y se que ella lo hace por que me quiere, así que lo agradezco de corazón.

—Ok. Te quiero.

—Y yo a ti.

Me dispongo a dormir y el cansancio invade mis ojos, así que me dejó hundir rápidamente entre los sueños. Pero esta noche, sueño con mujeres con magia oculta, muertes inexplicables y soledad. Como si hubieran pasado segundos, ya es de día. Me dispongo a recoger todo para así volver a casa. Pienso llevarme el auto de Emilio e irme sola, pero Marcela intenta convencerme de que es una mala idea. Igual no le hago caso y decido marcharme sola. Quiero dejar ese capítulo de brujas enterrado lo más pronto posible y centrarme solo en quién asesinó a mí padre. Marcela no insiste más y se rinde. Debo llegar a las 12:00 PM a Heredia para la vela y entierro de Emilio. Toda la familia está enterada, pero los que verdaderamente llegarán son mis dos tíos y mi abuela. Ningún amigo confirmó que llegaría, ya que no eran verdaderos amigos.

Sentí ganas de llorar en todo momento, pero no lo hice. No quiero pasar toda mi vida llorando, no es como debe ser. Debo centrar mis fuerzas en averiguar la verdad. Llego y preparo los ultimos detalles antes de que empiece. Abuela esta feliz por el arreglo floral en su entierro. Me encargué de comprar arreglos con muchos girasoles, ya que era su flor preferida. Siempre hablaba de como su esposa tenía un jardín con hermosos girasoles y su hija siempre jugaba en él. Era un recuerdo muy hermoso de su familia que quería mantener.

Aún que nunca conocí a su esposa y su hija, Emilio siempre hablaba de ellas con mucho amor. Espero que los tres estén alegres por el hermoso funeral que hicimos para él. Papá valía todo.

Cuando terminan de sepultarlo, un par de lágrimas caen por mis mejillas, dejando un camino húmedo en ellas. Las limpio con rapidez y me quedo viendo su tumba hasta que cada uno se retira. Marcela me ofrece llevarme de regreso, ya que mi tío se había ido y yo no había traído auto, pero le sonrío he indico que me quedaré un rato más. Marcela entiende y me deja a solas. Nadie se encuentra a mí alrededor, así que me arrodilló y dejo escapar un suspiro de pesadez.

—Los doctores dijeron que moriste por un paro al corazón, no ahogado. Declararon tu muerte natural y eso no es posible. Te ví escupir el agua que contenían tus pulmones. Te ví totalmente empapado. Pero ellos lo niegan. Yo sé que alguien te asesinó papá, y averiguaré que diablos pasó. —Las lágrimas empiezan a salir de nuevo. —Lamento no haber estado contigo esa noche. Tú siempre me apoyaste, pero cuando tú me necesitaste yo no estaba ahí. Haré todo lo posible por resolver esto papá, lo juro.

Cierro mis ojos con fuerza para intentar controlar las lágrimas que atentan con salir. Respiro profundo y me levanto, abro los ojos y en frente de mí, pero a unos metros de distancia veo a dos mujeres que mis ojos distinguen al instante.

Me acerco a ellas de inmediato y al estar solo a unos centímetros me detengo.

—¿Cómo supieron donde estaba? —pregunto con tono alterado.

—Dejaste tu abrigo en la habitación. Lo usamos para localizarte. —contesta con tono cauteloso Zharaya. —Lamento lo que pasó.

—Entiendo como se siente perder de esa manera a tu familia. —Queena está con tono apagado. Pareciera como si sintiera mi dolor.

—Bueno...Gracias. ¿Por qué vinieron aquí?

—Por qué anoche no se dieron bien las cosas. Hay muchos detalles que debes saber. Muchas cosas que vi en tu mente. Tenemos un enemigo en común que tú no conoces, pero debes conocer.

—¿Saben si ese ser que mencionaron anoche, el que lleva años detrás de mí, fue quien mató a mí padre?

—Seré honesta contigo. Tal vez no precisamente ella, pero si uno de sus esbirros. —Queena contesta sin titubeos.

Recuerdo cuando mencionó todo lo que vió en mi subconsciente, esa parte que guardamos sueños y no me deja verlos de nuevo.

—Necesitamos ir a otro lugar. Un lugar protegido. —Menciona Zharaya con tono amable y asiento.

—¿Dónde? —pregunto algo confundida.

—Un lugar dónde el mal no puede entrar. El restaurante Furca.

—¿Un restaurante nos protegerá del ataque de un demonio marino?

—Cariño, no sabes nada. —responde Queena con tono burlón y camina en dirección a su auto. Sin muchas opciones que tomar, camino a su lado y subo en la parte trasera.

Me estaba adentrando a un mundo donde no tenía conocimiento, pero era momento de saber la verdad que me perseguía desde que tengo memoria. Al llegar al restaurante, entramos y nos sentamos en una mesa. Zharaya pide un café al igual que Queena. Me ofrecen café igual, pero opto por un chocolate caliente. A Emilio y a mí nos gustaba tomar chocolate caliente en las tardes. Al retirarse el mesero, ambas me miran y empieza la conversación.

—Este restaurante tiene un fuerte hechizo de protección por parte de una bruja, nadie podrá entrar a dañarnos. Siéntete tranquila.

—Por mucho que lo intente, no puedo. —Miro la mesa de madera fijamente, intentando controlar la lluvia de pensamientos que tengo.

—Caterina, entiendo que estés en duelo, sufriendo y con mucho temor, pero necesitas mantener la calma, o sino será más fácil para ella encontrarte. Vamos a explicarte todo como se suponía que debió haber pasado ayer. —aconseja Zharaya.

—Bien. Necesito que empiecen desde el principio.

—Te diremos todo lo que sabemos y espero sea de ayuda. Pero para entender, tengo que contarte la historia que con el paso de los años se convirtió en muchas. La leyenda que fue realidad.

—Podrias evitar el suspenso y solo empezar.

Queena y Zharaya me ven algo ofendidas por mi comentario, sin embargo lo ignoran de inmediato y con voz baja, Zharaya da impulso para empezar, pero nos vemos interrumpidas por la mesera que trae nuestros pedidos. Al retirarse, vuelve a tomar aire y empieza a hablar.

—En el mundo existen muchas criaturas que tú desconoces. Cómo ya sabes existen los chamanes, sabios de las tribus que tienen conexión con los espíritus, o la voz del bosque. Pero la magia está a cargo de 3 clanes; no somos los únicos.

—¿Cuáles otros clanes?

—Estamos divididos en rangos y también en tipo de magia. Cómo ya había mencionado, los chamanes trabajamos con la energía del bosque y los espíritus; solemos tener viajes astrales y comunicarnos con nuestros antecesores para así obtener sabiduría. Luego están los gitanos. Ellos son... —En el rostro de Zharaya se ilumina una pizca de picardía cosa que no entiendo en ese momento. —Un poco rebeldes.

—Zharaya, concéntrate. —reprende Queena con tono apenado. —Zharaya tuvo un amorío con uno y aún no lo olvida.

—Ok. Son detalles que no quería saber. —contesta entre risas.

—¡Ya basta las dos! Cómo estaba diciendo, los gitanos son rebeldes, explosivos y muy territoriales, apesar de no poseer ninguna tierra. Pueden utilizar la energía de la tierra en la que se quedan, sin embargo tienen una maldición por su falta de sosiego. Al consumir mucha energía de la tierra en la que se encuentran, tienen que moverse, o empiezan a morir y plagas caen sobre ellos. Por eso siempre están en constante movimiento.

—¿Por qué falta de sosiego? —pregunto al no entender.

—Los gitanos son problemáticos. Siempre roban, engañan y mienten a todos. A los clanes se les fue dada la magia para proteger a los humanos, pero ellos la usan para sus propios beneficios.

—Entiendo. ¿Y cuál es el tercer clan?

—Ese es el más poderoso de todos. Son las brujas o brujos. Personas descendientes de la primera bruja. Existen aquelarres en varios lugares del mundo, donde se reúnen y realizan sus rituales. Ellos son los principales encargados de resguardar a los humanos del mal. Obtienen su poder por medio de la energía de los elementos. No tienen un límite, pueden utilizar cuanto ocupen, sin embargo deben saber controlarlo o su cuerpo no lo resistirá.

<<Pero además de los protectores, existen seres malignos. Y el más poderoso de todos está tras de tí. Este ser nació de entre las aguas saladas del mar, volviéndose en el más temido por todos nosotros, por todos los clanes. Cuenta la leyenda que antes solo eran híbridos que desobedecían y caían bajo una maldición, así que teníamos que exterminarlos, sin embargo, ella es diferente. No sabemos cómo acabarla. Aún que ella no siempre fue así.

—¿Me estás diciendo que el ser más peligroso de la tierra me persigue? Si ustedes no tienen oportunidad, ¿cómo yo la tendría? —cuentiono totalmente alarmada.

—Pero es diferente contigo. Si quisiera matarte, por lo que me dijo la voz del bosque, ya te hubiera matado. Solo te quiere.

—¿Cuál es su historia? ¿De dónde salió? Dijiste que no siempre fue así.

Una sonrisa melancólica se posó en el rostro de ambas, haciendo que frunciera las cejas al no comprender.

—Todo empezó por culpa de un amor prohibido. Ella estaba profundamente enamorada de un hombre poderoso, pero era un simple humano. El era duque de tierras Francesas, y en una visita en sus tierras, ambos no lograron separarse ya más.

—¿Fue una maldición de la esposa de ese duque?

—No, él no tenía esposa y al parecer la amaba, esa es la peor parte. Ambos escaparon para vivir juntos, y cuando iban de camino a la libertad, el duque la hirió de muerte. Al caer al mar, cuentan las voces del bosque que se hizo un pacto de odio con el mar y este hizo al monstruo. Se le llama hija del mar, otros la llaman diosa del océano, pero en cultura popular, se le conoce como sirena.

—¡¿Sirena?! ¡Debes estar jodiendo! —digo entre risas nerviosas, mientras intentaba procesar las cosas.

—Caterina, no te alarmó la historia de los chamanes, ni de las brujas, pero si la de la sirena, ¿cómo puede ser posible? —pregunta Queena con algo de incredulidad ante mi actitud.

—¡Por qué las sirenas son buenas! Ellas son felices y solo quieren amor verdadero. No creo que esa leyenda sea real.

—Caterina, estás basando tu criterio en una película adaptada por Disney. Ellos siempre toman las historias más horribles y las vuelven en algo dulce y fantástico. Las sirenas son lo peor que existe.

—¡Claro que no! Yo-yo solo, bueno, Ariel no le hacía daño a nadie...

—Una sirena no es un ejemplo a seguir. Ellas son asesinas. —Me interrumpe Queena con voz seria. —Mi hijo fue muerto por una de ellas, solo buscan acabar con los humanos. Principalmente los hombres.

—Lo siento. —dije sin más al recordar que había mencionado que su hijo murió por culpa de lo que me persigue. Al momento, toma aire y continua.

—Al parecer tienes algún vínculo con ella, por eso te sigue sin descanso.

—No deseo ser parte de ella. He pasado toda mi vida viendo muertes de hombres de todas las edades sin parar. No tengo descanso. Ya la muerte no solo se queda en mis sueños, sino que sale a la realidad. —Las imágenes de mi padre pasan por mi mente y siento como me arde mi garganta por gritar —Mi padre murió ahogado en su cama. Y estoy segura que ese maldito monstruo fue quien lo hizo, o al menos alguno de ellos. Me vale poco si es una sirena o una simple loca mutación, quiero saber por qué esto está pasando. Quiero saber por qué yo, y después de eso quiero terminar con su existencia.

—Ya hablas mi idioma querida. —Queena está con una sonrisa ladeada, mientras Zharaya nos mira y asiente.

—En ese caso, tenemos que presentarte a alguien. —menciona Zharaya.

Seguidamente, Ambas se levantaron y se dirigieron a la cocina del restaurante. Sin mucho esperar, las sigo casi de inmediato. Pasamos la cocina, y todos trabajan como si nada estuviera pasando. Era casi como si fuéramos invisibles. Al atravesar una puerta, llegamos a una oficina bastante peculiar. Es color rojo sangre y con muebles viejos de madera barnizados, con muchas candelas a su alrededor y otras que permanecían en un candelabro bastante antiguo en las paredes. Mi respiración es agitada y ambas mujeres me ven serías pero con una ligera sonrisa. Al cabo de unos minutos, un gato negro se deja ver, moviendo su cola de un lado a otro.

Tanto Zharaya como Queena sonríen más relajadas y miran fijamente al gato. Al no entender que estaba pasando, decido preguntar quién es mientras una risita nerviosa se escapa de mis labios. De inmediato, Queena me mira y sonríe mostrando sus dientes para luego contestar algo absurdo.

—¡Saluda! ¡Ella es Neferet! —Me contesta con tranquilidad y luego mira al animal que ahora se encuentra en el escritorio —¡Hace muchos años que no te veía!

—¿Qué demonios es esto? ¿Este gato es quién va a decirme que está pasando?

—¡No le faltes al respeto! —Contesta con tono severo Zharaya.

—Esta bien, niña. Es un simple humano, que se puede esperar.

—¿Qué dijiste Queena? —Contesto con tono algo alterado por su falta de respeto, pero luego me percato que ese tono de voz no era de ella.

Ambas mujeres están viendo al gato negro, quién ahora está sentado viéndome fijamente. Retiro mi mirada de Queena y la coloco en ese animal. Estoy muriendo de miedo y pienso que estoy loca, pero no puedo evitar preguntar. Mi vida no está siendo muy normal para no hacerlo.

—¿Tú hablas? —le pregunto al animal con voz temblorosa, pero al cabo de unos segundos de tensión, el gato solo deja salir un maullido bastante sonoro.

Dejo salir todo el aire de mis pulmones y me río por lo tonta que soy. Ambas mujeres a mí lado se mantienen serías, y justo en ese momento cuando pensé que no puedo estar más loca, lo veo y lo escucho sin ningún tipo de arreglo o montaje.

—¡Vaya! —suspira el animal y mueve su pequeña cabeza en negación —De verdad que los humanos son fáciles de convencer. Ven a un gato maullar y ya piensan que no puede hablar. ¡Cómo si ellos no pudieran hacer ese sonido! Pero bueno, para contestar a tu pregunta mi pequeña, si, soy yo la que habló y la que habla. —Deja salir varias carcajadas sonoras, sube a la repisa encima de mi cabeza y se acerca hasta mi rostro. Estoy totalmente paralizada. —Mi pequeña humana ingenua, ¿Un gato te comió la lengua?

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