Sobrenatural

Papá estaba impactado al igual que yo, aún no entiendo como logró calmar mi llanto luego de casi una hora sin poder controlarme. Ahora esta viendo la foto del chico, según la imagen se llamaba Braulio Ulate, tenía 20 años y vivía aquí, en Limón. Para ser exacta, en Puerto Viejo, así se llama esta pequeña cuidad en donde hemos pasado los días.

Saber que he visto más de mil muertes no es información que pueda permitirme respirar. Es como si fuera culpable al igual que quien los asesina. Presencio todo, siento lo que ellos sienten y nunca he dicho nada. Pero a decir verdad, ¿qué sería lo que diría? Algo como: "Disculpe señor oficial, vengo a reportar un asesinato de un hombre llamado Bryan Ulate. Lo vi en mis sueños, el atacante es una bestia no humana, pero no se su nombre y tampoco podría reconocerlo por que no recuerdo su rostro"; no creo que ese tipo de información sea considerada creíble o valida. Lo que podría ganar sería ser inculpada o en el mejor de los casos, ser enviada a un manicomio.

—Cat... —me llama Emilio con tono algo ronco desviando mis ideas, lo que hace que vea su rostro agotado. —¿Cariño, estás segura que es la persona que viste en tu sueño?

—Estoy más que segura, papá. Recuerdo el reflejo que vi. Cuando incliné mi cuerpo a la orilla del muelle vi su rostro, vi ese rostro. Era él.

Emilio me ve con esa expresión que no puede ocultar. Aunque pretenda apoyarme, se que piensa muy en el fondo que estoy delirando o entrando en demencia. En realidad, yo también lo pensaría si estuviera en su posición.

—Papá, sé perfectamente que no me creés, y lo entiendo. Esto no suena normal o lógico, estoy diciendo cosas que no tienen sentido para cualquiera...

—¡Cat, no es verdad!...

—Yo sé que sí, no finjas para hacerme sentir bien. Luzco como una demente, hablando de cosas totalmente sobrenaturales y de un asesino que tiene lo que yo tengo de años en estar asesinando hombres. He probado miles de cosas para saber el porqué de mis pesadillas, quien iba a decir que era una loca con cuadros de esquizofrenia.

—¡Cat! —La voz de papá es tan fuerte, que me hace dejar de hablar de inmediato. —¡Nunca pensaría que estas demente! Encontraremos una razón lógica a todo esto.

No digo nada, solo lo miro fijamente a los ojos. Esta serio y algo molesto por mi comentario, lo cual me hace sentirme algo mal de pensarlo. Emilio suspira y toma mi barbilla con suavidad mientras me mira con amor, algo que me hace inclinarme y abrazarlo de inmediato. Tengo miedo, tanto que no se que actitud tomar.

—Se que estás asustada, y yo también lo estoy, esa es la cara que estas viendo ahora. Hemos probado todo desde que eras niña, y nunca nada funcionó. Sé que suena a locura pero, te creo cariño.

—¿Lo crees de verdad?

—Por supuesto. Todo lo conocido ya fue probado, y esto puede ser la razón. —Papá separa mi cabeza de su pecho para que lo vea a los ojos —Buscaremos el trasfondo de todo y te ayudaré a superarlo.

Sonrío con alegría al ver su apoyo y lo abrazo con fuerza. Sea lo que sea, lo vamos a averiguar juntos.

Al pasar un par de horas, recobro totalmente la normalidad y me dispongo a seguir mi vida, ya que si seguía pensando en ello, me volvería loca de verdad. Así que ahora reviso con mi portatil las fotografías tomadas el día de hoy. La naturaleza de este lugar me parece fascinante, no solo por sus colores radiantes, también por los animales que duermen entre sus ramas y troncos. Sonrío al ver las fotos tomadas por Kimberly, ella tiene talento y me alegra haberla incitado a estudiar fotografía.

En medio de mi concentración, escucho la puerta abrirse un poco. Emilio me esta viendo curioso desde la endija de la puerta medio abierta. Él ríe al ver que ha sido descubierto y me avisa que saldrá un momento, ya que tiene una vídeo-conferencia con sus amigos del trabajo y su jefe, lo cual me hace sentir un poco ansiosa, ya que voy a estar sola por varias horas. Él dice que solo será una, pero sé que esas videollamadas toman más de dos.

Como persona madura, acepto lo que pasará y contesto totalmente normal. Emilio queda relajado y se retira. Odio cuando no lo dejan descansar ni en sus vacaciones. La maldita compañía no va a caer en bancarrota sin él, para eso existe él jefe ¿no? La verdad, no tengo idea como funciona una empresa, pero estoy segura que no pasaría nada.

Escucho como se despide de lejos y cierra la puerta, dejándome de esa manera totalmente sola. Respiro profundo y al transferir todas las imágenes a la laptop, decido que podía ver una película. No por que me guste ver televisión, sino que las voces me relajan y hacen sentir acompañada por alguna extraña razón. Enciendo el televisor y empiezo a cambiar los canales para empezar la búsqueda.

Algo que no sea un documental, por favor.—pienso mientras preciono el botón de "siguiente".

En media búsqueda, mi celular empieza a vibrar sin control al estar recibiendo una llamada de parte de mi vieja amiga Marcela. Ella a estado conmigo desde la corta edad de 7 años, y a pesar del vaivén de la vida, Mar siempre está ahí. Curiosamente no entiendo por qué me llama, ya que ella está en su luna de miel con Cesar (un imbécil con cara de niño bueno) y suponía que era "su momento a solas". Tomo el celular y contesto algo confundida, hasta que escucho su voz quebrada y entre llantos.

—¿Mar?

¡Lo odio Cat! —Sorprendida por su manera de contestar, me preocupo de inmediato. Los problemas me persiguen. —¡Estaba ciega o con alguna clase de problema!

—¿Qué pasó? ¿Te hizo algo?

¡El bastardo estaba con otra hace unas horas! ¡En nuestra habitación!

—Yo... —La verdad es que lo sabía. Intentó meterse con la mesera la primera vez que lo conocí. —Lo lamento.

¡Tenías tanta razón con él! ¡No se por qué seguí en esa relación!

—Por que lo amabas, y no te arrepientas de eso. Aprendiste mucho gracias a esa lección, ahora lo importante es tu ubicación. Sabes que también estoy en Limón por si quieres venir.

Lo se. Estoy manejando para allá. No pienso regresar a la casa como la gran tonta a quien engañaron en su luna de miel.

—Me imaginé. Te espero corazón. —Sonrío; era la Marcela que conocía.

Gracias Cat. Te quiero.

—Yo también.

Termino la llamada y miro la televisión por un momento, justamente cuando el chico estaba besando a la chica.

—No siempre es así. —me digo a mi misma y cambio el canal.

En al rededor de media hora, Mar estaba conmigo en la habitación llorando como loca. Me dice que cuando los encontró, quiso matar a ambos, pero sintió que sería rebajarse al estar peleando por una escoria como Cesar. Así que sonrió sarcástica, les tiró condones y tomó su bolso retirándose como una dama. Escuchó cuando él la llamaba pero lo ignoró igual que un perro, dejándolo desnudo en medio pasillo suplicando perdón. Tomó las llaves del bolso y subió al auto, ahí fue cuando empezó a sacar su llanto y toda su ira. Ante los ojos de él, no le dolió y no le importó, pero en realidad estaba destrozada.

—Estoy orgullosa de ti. Fuiste fuerte y no le mostraste debilidad, así tiene que ser. Él tal vez se arrepienta, o tal vez no, da igual. Lo importante es que tú te diste cuenta de quien era en este momento; antes de tener ya una familia. En esa situación si hubiera sido más difícil. —Le doy un golpesito con mi puño en su hombro y ella sonríe un poco. —Basta ya de lágrimas por alguien que no es importante. Quiero que te relajes y disfrutes esta luna de miel.

—¿Cómo voy a disfrutarla? Mi marido me engañó Cat.

—¡No me refiero al sexo! Hablo de tus días libres. Tienes más de un mes con vacaciones, puedes hacer lo que quieras.

—Podría tener sexo en mi luna de miel, pero no con mi esposo. Suena bien.

Me rio como tonta al escuchar su comentario fuera de lugar y ella me sigue con su risa tan contagiosa.

—¿Sabes que podría hacer ahora? —pregunta Marcela luego de las risas y manchar aún más su rostro con el maquillaje. —Podría ir contigo en busca de hombres.

—Primero, no me interesa ir en busca de hombres y segundo, no estoy de humor.

—¿Por qué no? ¡Sería genial! Podría ser que al fin tengas un novio que no dure 5 minutos.

—Gracias por recordarlo. —contesto sarcástica ante su comentario. Mis relaciones nunca empiezan normal y siempre las termino. No soy una persona normal que pueda manejar una relación amorosa.

No me interesa una relación en este momento, más con lo que ahora tengo presente. Mi sonrisa se borra al recordar el rostro de ese chico y un escalofrío recorre mi cuerpo. Marcela se percata de mi actitud y me devuelve a la realidad con su aguda voz.

—¡No te pongas así, Cat! Vamos a tener esa experiencia amorosa que todos desean y algunos obtienen. Solo es de esperar. —Coloca su cabeza en mi hombro y me abraza con fuerza, sacandome otra sonrisa. —Pero mientras tanto...—Se levanta con actitud acelerada y me mira decidida.

—¿Qué?

—Vamos a jugar un poco con los equivocados.

—Ok, eso es lo más cliché que has dicho, y dices muchas cosas de tumblr, películas y series. Además, no creo que sea buena idea. Aún sigues casada primero que todo, y estar con los hombres solo por qué sí, nunca deja algo bueno... Al menos he visto.

—-¡Claro que lo es! Necesito despejar mi mente de mi hijo de perra esposo infiel. Y tú me vas a ayudar ésta noche. Ser infiel ya no es un problema Cat.

No digo nada, no pongo objeciones, por que si lo hago tendré una discusión eterna y no quiero pasar toda la noche peleando con ella. Marcela es muy decisiva y siempre quiere ganar, además de muy impulsiva como en este caso.

Me mantengo sentada, hasta que de un jalón me levanta ansiosa. Le indico que tengo que llevar llaves y cambiarme, así que me pone limite de tiempo, lo cual me hace refunfuñar. Al estar lista, llamo a Emilio y le indico que saldré con Marcela y que luego le contaría todo a él. Tomo mi bolso y dejo caer mi celular entre este para así salir por la puerta algo apurada. Me dirijo al auto y me siento adelante, justo al lado de Mar, quien me ve entusiasmada y arranca el vehículo con algo de prisa.

Varios kilómetros después, me encuentro en un bar bastante fino, de esos a los que entras y sabes que podrías encontrar a un famoso. Así que tomo impulso y me acerco a los guardias con una sonrisa en mi rostro, lo cual los hace sonreír un poco también. Sin ningún problema me dejan entrar junto a Marcela, encontrándonos así con la música y las personas bailando entusiasmadas.

Marcela se acerca rápido a su presa, un hombre con algunas canas en su cabello y sonrisa de telenovela. Ella se presenta elegante y él deja en claro que no es latino, sino un turista en busca de peligro. Toma su mano y la lleva a bailar, mientras tanto, me quedo de pie totalmente perdida. Me hizo venir hasta aquí y ahora se va con un sujeto que no conoce. Entre mis quejas oigo el tono de notificación en mi teléfono y me percato que Emilio quiere que llegue a contarle todo. Con obvias razones estaba extrañado pero le gustó la idea, supongo que la razón es que no quiere verme encerrada o martirizada por mi mente.

Veo una mesa disponible y con agradecimiento a lo alto, camino directo a la misma para así quedarme aquí hasta que Marcela decida irse. Me acomodo en la silla suave y veo a mi alrededor. Entre mi inspección, me percato de una joven que conozco desde el día de hoy. Ahí está esa gemela insolente con los mismos jóvenes mayores a su lado. Ella se levanta algo zombie y camina directo a la puerta con ellos, quienes estan bastante atentos a que nadie los vea. Era casi como si estuviera hipnotizada; sus ojos estan viendo al vacío y su boca ligeramente abierta, eso me deja en claro que ella no está en sus 5 sentidos esta noche. No sé si sea mi instinto materno o la experiencia por todas esas vivencias paranormales en mis sueños, pero estoy segura que estaba apunto de pasar algo horrible con ella.

Tengo que decidirme si dejar sola a Marcela con un desconocido o ir detrás de ese par que no dan buena espina. Mi decisión es casi como un impulso, no puedo dejar que lleven a una chica perdida a quien sabe dónde. Así que sin mucho que decir, veo a Marcela bailando encantada con el tipo y me dirijo a la puerta para seguir a los chicos. Los veo de largo donde la llevan a un auto, así que de mi sale un enojo sobreprotector que me hace correr como loca hasta el auto. De esa manera empujo al chico que la lleva agarrada y lo miro de arriba a bajo.

—¿A dónde llevan a esta chica? —pregunto con tono fuerte y alterado.

—¡Get wey fram mi! -exclama el joven a quien empujo. —¡Nuh touch mi!

No entiendo que es lo que dicen ya que ambos ahora hablan entre si y luego se dirigen a mi. A juzgar por su acento, creo que es patwah lo que hablan, ya que es similar al inglés. Los chicos parecen ser limonences, así que eso me confirma que ese es el idioma. Sujeto a Bianca y ella me ve, pero no encuentro señales de conciencia en su mirada perdida. Los chicos están hablando entre ellos, es como si decidieran que hacer con nosotras, así que coloco el brazo de la gemela rodeando mi cuello, mientras mi brazo derecho sujeta su cuerpo por la cintura. Sin decir nada empiezo a correr con Bianca para ingresar de nuevo al lugar, de esa manera me iría con Marcela en su auto, pero algo anda mal.

El guardia de seguridad nos ve pero no nos ayuda, es como si no fuera nada para él. Reacciono furiosa ante su falta de amor humano y siento como uno de los chicos jala mi blusa, haciendo que el cuerpo prácticamente inconsciente de Bianca, cayera al suelo.

—¡Sueltame! —grito espantada al estar bajo su agarre.

Me sacude con violencia mientras dice cosas que no defino en lo absoluto. Es como si me estuviera reclamando o amenazando, pero no logro entender nada de lo que dice. El otro sujeto toma a Bianca del suelo y empieza a arrastrarla como si fuera un muñeco. Intento pedir ayuda, pero el guarda esta inmóvil, es como si no me viera o escuchara. A lo lejos, veo como el otro hombre mete él cuerpo de Bianca a su cajuela y hace señas con sus manos para que fuéramos.

Él sonríe de manera siniestra y me lleva a la fuerza hasta el auto nuevamente. Veo como el otro se dirige a la puerta del copiloto, la abre y saca un machete bastante manchado y algo herrumbrado. El que me sostiene, me da la vuelta y ahora con su brazo esta rodeando mi cuello, mientras aprieta con fuerza y corta mi respiración. Sé que es mi final, los ojos de este sujeto no mienten, él quiere matarme. Siento como poco a poco todos los sonidos desaparecen, solo queda el de mi corazón palpitante.

En medio de mi casi inconsciencia, puedo ver que en el momento justo una fuerza sobrehumana, derriba al chico, dejándolo inconsciente en el suelo. Mientras que el que sujeta mi cuerpo, me deja libre. Veo como intenta subir al auto, pero no lo logra, ya que algo lo impulsa con gran fuerza por los aires, hasta que choca en uno de los árboles cercanos para luego caer al suelo.

Estoy impactada. Mientras intento respirar con normalidad y controlar mi impulso de pánico. Siento una presencia a mis espaldas, así que volteo algo paranoica percatándome de que la historia con ese chico de mis sueños no había terminado.

—Caterina, ¿cierto? —pregunta la madre de ese joven llamado Braulio Ulate. —Creo que no me di a entender muy bien antes. ¿Quien eres y que le pasó a mi hijo?

Estoy asustada. No sabía si había sido ella quien atacó a los hombres o si tenía un ser invisible a su lado. No estoy razonando.

—¿Cómo hiciste eso? —pregunto con un hilo de voz, ya que mi garganta quedó algo lastimada por el ataque del hombre.

—Yo hice mi pregunta primero. Y creeme, si quieres vivir, contestarás de inmediato.

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