CAPÍTULO 8

ATTIA

-- Ouch me diste fuerte.-- Me quejé masageandome la mejilla.

La notaba inchada y me ardía de dolor, pero la verdad esque me habían pasado cosas mucho peores asique para mi ese dolor era soportable.

-- Pues mejor no te mires al espejo en unos días, porque creo que te va a quedar moratón.

--¿¡Que?!-- la miré horrorizada.

-- ¿Por qué me miras así? Como si no te uviesen pasado cosas peores. ¿Te recuerdo aquella vez que te quedó un ojo morado y el labio partido?

-- Sí, parecía un maldito payaso. ¡Pero esa no es la cuestión! ¿Que crees que pensarán los mortales cuando vuelva a la Tierra?

--¿Que tuviste una pelea con tu mejor amiga? ¡No es nada fuera de lo normal!

-- ¡No es nada fuera de lo normal aquí! ¡Allí esto se ve como algo muy violento y denunciable! La Tierra no es como el infierno Saracia.

-- Pues no se, podrías decirle que te caíste o algo. Inventate cualquier cosa. -- Dijo encojiendose de hombros.

Llegamos al Frerins y nos sentamos en una de las mesas en la terraza de la cafetería. Esperamos al camarero mientras observabamos el "precioso" paisaje. ¿Notáis el sarcasmo?

El infierno estaba constituido de piedra, ceniza y alumbrado por las hogueras de fuego y el "cielo" o "techo" o lo que fuera que teniamos encima de nuestras cabezas, era negro recubierto de nubes grises.
Y luego por supuesto estaban las casas, los tenderetes, las cafeterías... etc. Eso no cambiaba del mundo terrenal, lo que si cambiaba era el contenido, pues, por ejemplo, la comida aquí no tenía nada que ver con la de allí.

-- ¿Que os sirvo chicas?-- Preguntó Roch, el camarero el cual ya nos conocía de ir tan amenudo cómo íbamos a por sus deliciosos helados.

-- Lo de siempre.-- respondió Saracia por las dos.

-- De acuerdo ahora os traigo el helado, ¿de nelort no?

Nosotras asentimos. El helado de nelort estaba constituido de sangre de diablillo, patas de gallina trueca, las cuales eran muy difíciles de conseguir puesto que estaban en el mundo terrenal y no todo el mundo tenía la oportunidad de salir allí, prácticamente poca gente podía, y por último del ingrediente primordial: ceniza de fénix.

Ese último ingrediente le daba un sabor fuerte entre dulce y agrio al mismo tiempo y también muy picante. La mezcla que salía de todo eso y congelado era para chuparse los dedos, aunque claro, conociendo a los mortales creo que se morirían incluso antes siquiera de probarlo por pura repugnancia. Ignorantes.

El camarero volvió a los pocos minutos con dos platitos en los cuales estaba la montañita negra y con apariencia a puré, puré negro, al parecer se les había derretido un poco. ¡Y con poco quiero decir bastante!

-- Aquí tenéis, dos helados para las dos fierecillas.-- dijo sonriente. -- Se han derretido un poco, pero esque ya sabéis con este ambiente y el congelador medio roto...

-- Sí, no te preocupes, así está bien.-- Lo interrumpí para tranquilizarlo.

El asintió y se fue.

-- Entonces... ¿que es lo que te comía tanto el coco antes?-- Preguntó Saracia mientras se llevaba una cucharada de lo que nosotros llamábamos helado a la boca.

Yo cojí mi cuchara y la imité.

-- Mmm... Aun derretido está delicioso.-- dije degustando mi helado.

-- Sí, buenísimo... ¡Olle no me cambies de tema!

Solté una carcajada ante su reacción.

-- Ui casi cuela jajaja.

-- Venga dímelo, sabes que puedes contarme lo que sea.

-- Pues se trata de...

-- ¡Bu! -- solté un grito y un chimpo del susto.

-- ¡Stareck no agas eso! ¡Sabes que lo odio!-- Exclamé girandome para verlo.

El chaval de pelo azabache y ojos rojos como la sangre me miró divertido y burlón.

Él era... bueno, el hijo demonio de uno de los demonios más importantes del infierno que representaba uno de los siete errores capitales. Concretamente la lujuria. Asique con tal padre ya os imaginaréis como era el hijo.

-- ¿Sabes?-- dijo acercándoseme para coger un mechón de mi pelo y empezar a jugar con él.-- A pesar del peazo inchazón que tienes en la mejilla que seguro que es a causa de la bruta de tu amiga, sigues siendo preciosa y...

-- Dejalo ya Stareck, no me voy a acostar contigo asique no insistas-- lo interrumpí.

Él soltó un bufido de frustración y se alejó de mi.

--¿Sabes? Creo que de todo el infierno tu eres la única chica virgen y eso es pésimo.

-- Bueno, creo que podré vivir con ello.

Hizo un gesto despectivo y luego se fue a junto Saracia que estaba enfrente mía, al otro lado de la pequeña mesa.

-- ¿Y tú? ¿No tienes ganas de una buena noche en mi cama?-- Volvió su tono de chico ligón.

-- No se, ¿sabes? Creo que me ofende un poco que vengas a pedirmelo a mi porque la otra te rechazó. -- Dijo ella medio enserio medio en broma.

-- O vamos, si tú sabes que yo te aprecio mucho.

-- Sí, lo único que aprecias de ella es su cuerpo.-- repliqué yo y me llevé otra cucharada de mi helado a la boca.

-- Exacto.-- Me acompañó Saracia.

-- Bueno, eso no puedo negarlo. Pero tenéis que reconocer que soy el mejor en la cama.

Casi me atraganto con el helado por su comentario y tras un leve ataque de tos estalle en carcajadas.

-- Eso lo serás cuando mi padre se lleve al tuyo a la tumba definitiva.-- repliqué ya más calmada.

-- O cuando lo agas tú, si tu padre ya se retiró y el mio aun sigue vivo eh eh eh. ¡Que puede pasar!-- reclamó él.

-- No te digo que no. Jajaja.

-- Bueno ¿entonces que? Esta noche ¿tu y yo...?-- dijo dirijiéndose de nuevo a Saracia.

-- Mmm la verdad hoy no estoy de humor para esas mierdas, quizá mañana ¿vale?

El soltó otro bufido de frustración.

-- ¿¡Pero que pasa hoy que todas las chicas me rechazan?! ¿Esque acaso ya os aburristeis de mi o que?-- exclamó desesperado.

-- ¿Que quieres decir? ¿Esque acaso se lo pediste a alguien más antes que a nosotras?-- inquirí.

--¡Pues sí! ¡A Lulalia! ¡Y no quiso!

-- ¿¡Que Lulalia no quiso?! ¡Me estás jodiendo!-- Exclamó Saracia.-- Pero si esa le dice que sí a todo el mundo. ¡Que es una p*ta!

-- Emm, sin ánimo de ofender amiga, pero no creo que seas la más indicada para hablar.-- le dije con sinceridad.

Haber, ¿a quien bamos a engañar? Saracia era una gran amiga, a pesar de su mal genio y todas las malas acepciones que dije antes sobre ella, era una gran amiga. Pero aún así también era lo que se llamaba una p*ta porque se iba con el primero que pasara por delante. Todo hay que decirlo.
Pero que se le iba a hacer. ¡Esto era el infierno! ¡Cosas mejores y más decentes aquí no las podías encontrar!

-- Bueno me largo chicas. Un placer encontrarme con vosotras. Saracia espero que cumplas tu promesa mañana. -- Y tras decir eso se giró a verme -- Y tú, ten por seguro que algún día serás mía. Lograré meterte en mi cama asique estate alerta.

Tras la promesa/advertencia, la cual me dedicaba siempre que me veía, se dio media vuelta y empezó a caminar alejándose de nosotras.

--¡En tus mejores sueños cabrón!-- grité para que me ollera.

Él soltó una carcajada.

-- ¡Pues tú no te mojes soñandome!-- me gritó girandose para verme.

¡Será hijo de p*ta!

--¡Oh no, de esta no te salvas!-- Exclamé levantándome de mi sitio.

-- Oh oh. ¡Stareck corre si quieres conservar la vida!-- gritó Saracia al mismo tiempo que estallaba en risas.

Stareck al ver mis intenciones hechó a correr y yo detrás de él.

Estas me las iva a pagar. ¡Nadie me decía esas cosas! ¡Nadie! Bueno nadie salvo él claro. Pero esto era demasiado divertido como para dejarlo escapar.

Al final pude escribir un cap más. Bueno, un regalo en compensación por mi tardanza de tanto tiempo. De todas formas más adelante, si logro encontrar el tiempo necesario, haré una maratón.

En fin, espero que os gustara el cap y votad y comentad que os pareció. :)

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