CAPÍTULO 2
ATTIA
--¿Qué le pasa?
--¡Se ha desmallado!
-- ¡La rara se ha desmallado!
--Shhhh... No la llames así que podría despertarse y oírte.
Todas las voces me inundaron la cabeza de golpe. Abrí los ojos y vi a Ulises sosteniéndome en brazos cómo la última vez que lo había visto. Eso me indicó que tan solo habría pasado unos minutos inconsciente.
Intenté incorporarme y él, al descubrir mis intenciones, me ayudó a hacerlo. Quedé sentada en el suelo y llevé una mano a la cabeza que me dolía muchísimo.
-- Deberías ir a la enfermería, te ayudaré a llegar.
No respondí, ni me inmuté. Estaba demasiado aturdida y con un dolor de cabeza tremendo cómo para percatarme de lo que pasaba a mi alrededor.
--¿Que está pasando aquí? ¿Por qué no estáia sentados en vuestros pupitres?-- Exclamó una voz.
El profesor de matemáticas acababa de entrar por la puerta y no parecía estar de muy buen humor.
--Attia se ha desmallado profesor. No se encuentra bien, debería ir a la enfermería.-- respondió Ulises.
¿Por qué demonios me está ayudando?
-- No, no quiero ir a la enfermería.-- Musité.
Odiaba la enfermería, los médicos y todo lo relacionado con ello. Me daban cosa. Era una maldita manía que había cogido con el tiempo de ver a tanta gente morir en los hospitales y centros médicos.
-- Vamos te ayudaré a ir. -- Me alentó Ulises.
Negué con la cabeza, pero él hizo fuerza para levantarme y me arrastró hasta la puerta.
--Si no le importa profesor la llevaré a la enfermería. -- Comentó dirigiéndose al maestro, pero por su tono de voz dio a denotar que le importaba una mierda si él estaba de acuerdo o no.
El profesor asintió y mandó sentarse resto de la clase.
Ulises tiró de mi brazo arrastrándome hasta fuera y luego se paró para cerrar la puerta del aula. Aproveché ese momento para zafarme de su agarre.
-- No quiero ir a la enfermería. -- Espeté.
-- Debes ir estás muy mal. --Me reprendió.
--No.
Me sentía como una niña pequeña que no quiere comerse las lentejas que le a hecho su madre.
-- Te acabas de desmayar y solo por las muecas que haces se nota que te encuentras fatal. -- Volvió a reprenderme -- Debes ir a la enfermería a que te vean.
Acto seguido volvió a agarrarme del brazo y tiró de mi. Intenté resistirme, pero no tenía fuerzas. Suspiré rendida y me dejé llevar por ese muchacho que irónicamente estaba intentando ayudarme.
Y total la enfermera no podrá ayudarme para nada. Pensé.
Yo no era una mortal. No era una humana corriente. Ellos no tendrían los medios para curarme, seguramente me recetarían algún jarabe y luego me mandarían a tomar viento.
Volví a sentirme demasiado débil de pronto y mis piernas me fallaron haciéndome caer de rodillas.
¿Pero qué me pasa?
--¿Estás bien?-- Ulises se agachó para quedar a mi altura.
Negué con la cabeza. ¿Para que iba mentir ya? Intenté levantarme, pero no pude. No tenía fuerzas. Esto ya estaba empezando a asustarme.
--No... No puedo levantarme... No soy capaz. -- Murmuré asustada.
Él suspiró y yo ya pensaba que iría a alguna clase a pedir ayuda, pero en lugar de eso él puso sus manos en mis piernas y en mi cintura y me alzó en el aire. Me llevó así en brazos hasta la enfermería.
Enrrojecí un poco al verme en esa situación. Hacía mucho que no estaba en brazos de un chico.
Él me miró y sonrió. Noté como mi sonrojo aumentaba y desvié la vista.
Ulises siguió mirándome y esta vez me atreví a mirarle a los ojos aun con el riesgo de volver a sumergirme en su interior. Pero para mi suerte no sucedió nada y pude contemplar unos vellos ojos castaños observándome con dulzura.
Aparté la vista algo confusa. Al rato llegamos a la enfermería.
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