CAPÍTULO 13

ATTIA

-- ¡Pero si esque ya lo sabia! ¡Eso te pasa por parvo!-- exclamé.

Stareck me miró con sus ojos irritados e inflamados, aunque creo que su mirada era de reproche. El muy pámpano se habia enfermado y todo por no masticar las cucarachas que se habia comido. ¡Y mira que le habia advertido!

Estornudó con gran impetu y de nuevo una gran llamarada de fuego salió disparada a un lado de su habitacion quemando en esta ocasion su mesilla de noche.

¡Como siguiera asi iba a quemar todo el cuarto!

-- Te traeré un plato de sopa. ¿Tu hermano tardará mucho en llegar?

-- ¿Bromeas? Ese puede llegar hasta a la noche y si llega, porque a tal hora se queda en casa de una de "sus chicas".

Yo suspiré exasperada.

-- Pensaba que tu eras un desastre pervertido pero veo que alguien te supera.

Él se hechó a reír, pero su risa acabó en una fuerte tos. Sacudió su cola, ahora visible, contra el suelo como un látigo y por la mueca de dolor que hizo intuí que se había hecho daňo, y no pude evitar estallar en carcajadas.

Al estar enfermo se había vuelto en su forma demonio completa, es decir, con su larga cola negra, sus enormes uňas que podrían desgarrar la piel con gran facilidad y sus cuernos que se retorcian dando una vuelta completa al rededor de sus orejas, como las de un carnero.

Por mi parte yo también había dejado al descubierto mi cola negra de un metro de largo y acabada en flecha, al cambiarme los pantalones por una sencilla falda que me permitía estirarla.

Después de estar toda la maňana con ella enroscada en la pierna bajo el pantalón para que no se me viese al estar entre los humanos, llegaba un momento que hasta me daban calambres de dolor.

Mis pequeňos cuernos negros acabados en punta hacia arriba también los tenia descubiertos, al igual que mis afilados dientes.

De pronto noté una terrible punzada de dolor en la cola al ser tirada por ella al suelo. Miré a Stareck con furia. El condenado me había agarrado de la cola y me había tirado con brusquedad al suelo y no era que eso doliese precisamente poco. La cola era la parte más delicada y por lo tanto el punto más débil de cualquier demonio.

-- ¿¡Tú eres Imbécil o que?! ¡Me hiciste daňo! -- Exclamé incorporandome.

-- Por reírte.

Y sin más soltó una carcajada.

-- Hijo de...

***
Fui a sentarme bajo el castaño que teníamos en el patio de recreo.

En esos momentos me apetecía estar sola y tranquila, bueno como siempre que estaba en la Tierra.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando noté que alguien se sentaba a mi lado. No necesitaba girarme a ver para saber quien era.

-- ¿Que quieres? -- pregunté seca.

-- Solo me apetecía estar un rato aquí. ¿Como es que hoy no estas en el comedor?

-- Nunca estoy en el comedor, es demasiado agobiante.

-- Pues ayer no lo parecía.

Suspiré exasperada ante su tono molesto. Esto era lo que mas odiaba de los humanos: Sus celos.

-- Si te bas a poner en plan imbécil celoso ya te estás largando.

-- ¡Yo no estoy celoso! ¿¡Por que iba a estarlo!?

Porque eres humano. Pensé.

-- Porque ya te has alterado y cuando la gente se pone así en lugar de responder moderadamente es porque sabe que el otro tiene razón pero no quiere admitirlo.

Él se quedó con la boca abierta ante mi respuesta.

Me gire para verlo a los ojos y Ulises agachó la cabeza.

-- Bu... bueno puede que me pusiera un poco celoso.

Yo asenti sin decir nada y volví a girar la cabeza para perder la vista en un punto cualquiera y volver a internarme en mis pensamientos.

Aunque no duramos mucho en silencio porque él tubo que romperlo.

-- ¿Quien era?

Volví a suspirar aguantando las ganas de abofetearlo.

-- Un amigo.

Él solo asintió con la vista perdida. Sabe Dios lo que estaría pensando.

-- Un amigo.-- murmuró.

-- Sí Ulises, un amigo, como tú y yo. ¡Y si ahora resultase que me uviera enrrollado con él o estuviéramos saliendo eso tampoco seria de tu incumbencia asique deja el ya el p*to tema!-- Exclamé ya fuera de mi.

Él me miró sorprendido.

-- Va... Vale no hace falta ponerse as... Un momento-- se paro en seco al caer en la cuenta de algo -- ¿Has dicho que somos amigos? ¿No era que me odiabas y no me querías como tal?

Yo me quede a cuadros, la verdad es que era cierto.

-- Pues sí, he admitido que somos amigos ¿Y que? Que no se te suba a la cabeza.

Él soltó una carcajada a lo que yo sonreí.

-- Eres rara, aunque eso me gusta.

--¿por que lo dices?

-- Por que normalmente cualquiera persona se habría cabreado he ido dando zancadas o habría negado lo que dijo y tu sin embargo admites y asumes todo lo que dices.

-- Porque me parece una completa gilipollez negar algo que es ovbio y visible. "Te deja mas en ridículo mentir que decir la verdad" Eso es lo que me dice siempre mi padre.

-- Pues...

Fue interrumpido por mi grito, el cual solté al notar una enorme quemazón en mi brazo.

Me aparté de él con brusquedad al percatarme de que la quemazón había surgido porque me había tocado.

-- ¿Que pasa? -- preguntó alarmado.

-- ¿Lle... llevas un crucifijo o algo similar?

Él me miró desconcertado sin entender mi pregunta.

-- Sí, un colgante que me dio mi abuela al hacerme la confirmación, lo encontré en un estante y para no perderlo decidí ponermelo.

Yo asentí aunque apenas escuchaba lo que decia. Mi vista reposaba con repulsión en el colgante de oro a forma de cruz que me mostraba.

Esa cosa me iba a traer problemas si seguía cerca de ella.

-- Olle ¿estas bien Attia?

Vi como intentaba agarrarme del brazo, en signo preocupado, y me separé de él levantandome bruscamente.

-- ¡No me toques!

-- ¿Pero que te pasa?

-- Y...yo... Tengo que irme. Chao.

Y sin mas salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Lo malo de ser medio demonio era que las cosas cristianas como los crucifijos o la iglesia podían dañarme o incluso matarme, dependiendo de lo que se tratase.

Aunque si lo pensaba bien, el chico me acababa de dar un buen motivo para alejarme de él.

Y después de ¿meses? volví jajaja. Siento la tardanza y espero poder escribir el próximo cap pronto.

Y espero que os gustara el cap y votad y comentad que os pareció. Bye :)

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