Capítulo 2: ¿El robo del siglo...?
La carretera, una ruta oscura y dolorosa, las vías hacia el infierno, un sitio donde nadie quiere quedarse por mucho tiempo, pues todos suelen pasar de largo, sin sentir el verdadero sentimiento de un viaje, un viaje sin final, el viaje de la vida. La noche y la oscuridad inundaban el lugar, sobre todo aquel bosque nevado, a un par de kilómetros de la ruta principal de la región de Brawltopia. Entre todos los arboles cubiertos de nieve, el auto de la pandilla de engrasadores se estacionaba, cerca del pequeño camino que llevaba hasta un hotel encima de una gran montaña.
Los chicos habían bajado del auto, se encontraban en la parte de adelante del vehículo, y usaban el capó como si fuera una mesa. Mientras Bibi temblaba de frío por las bajas temperaturas del lugar, Bull y Crow hablaban seriamente.
Bull: Muy bien, recapitulemos... -Rápidamente sacó un mapa que tenía en su bolsillo, y lo apoyó en la chapa del auto, tratando de que la poca luz del camino alumbrara. Ya casi son las dos de la madrugada, ¡la hora clave para que actuemos! -Volvió a meter su mano en su bolsillo, esta vez para mostrar dos fotografías, una de un anciano y otra de un pingüino. El viejo terminará su turno en breves, por lo que solo tendremos un cabo del que preocuparnos... ¿Crow? -Dijo, dándole la palabra al cuervo.
Crow: Así es, cuando ese pingüino suba a su oficina principal, probablemente duerma una hora o dos, como siempre hace en la madrugada. -De su bolsillo, sacó una imagen del pingüino durmiendo en su escritorio.
Bull: Veo que te tomaste la investigación muy en serio...
Crow: Cuando hay un robo que organizar, no podemos dejar ni un cabo suelto. -Comentó en voz baja, se notaba algo misterioso.
Bull: ¿Como es que sabes tanto de eso? -Preguntó.
Crow: ... -Apartó la mirada, y se quedó callado unos segundos, para luego volver a la normalidad. Un amigo me enseñó... Pero no nos distraigamos, no tenemos mucho tiempo.
Bull: Es cierto. -Aclaró su voz, y siguió con el plan. Al estar el hotel sin seguridad, tendremos paso despejado, por lo que podremos acceder fácilmente a la caja fuerte del lugar... Y allí, sigilosamente, ¡tomaremos las maletas llenas de dinero y finalmente podremos comprar todo lo que queramos! -Sonrió orgulloso de su plan, y junto a Crow, chocaron los cinco, como buenos amigos.
Bibi: Tengo frío. -Dijo temblando, aprovechando el silencio de sus dos compañeros.
Bull: ¿Disculpa? -Su atención se tornó en la chica, en un santiamén. Creo recordar que me ignoraste cuando te dije que te abrigaras. -Contestó con un tono indignado y ofendido.
Bibi: Lo sé... Pero ahora tengo frío. -Su cuerpo se movía por los temblores, pero estaba quieta, como congelada.
Bull: Sí... Eso ya lo dijiste... Deberías haberme hecho caso. -Se cruzó de brazos.
Bibi: ¿Qué quieres que haga ahora? ¡Esta chaqueta de mierda no abriga nada! -Lo miraba frunciendo el ceño, era normal que discutieran por cosas tan insignificantes como estas.
Bull: ¡Cuida tu vocabulario, maldita sea! -Exclamó enfadado, aunque sonaba irónico, al fin y al cabo, él también estaba insultando. Y no te atrevas a decir cosas como esas sobre las chaquetas... ¡Son sagradas! -Prosiguió, con un tono un tanto triste, pues él había hecho aquellas prendas personalizadas, como un regalo por el día del amigo, algo muy extraño y exageradamente cursi viniendo de alguien como Bull.
Mientras los escuchaba, Crow comenzó a sacarse su chaqueta, y el grandullón lo miró amenazante por unos segundos, hasta que le habló.
Bull: Ni se te ocurra. -Dijo con una voz más gruesa de lo normal, entrecerrando los ojos.
Al cuervo le dio igual, y terminó de sacarse su prenda para acercarse a Bibi y colocarla encima de sus hombros.
Crow: Tal vez así estés un poco mejor. -Le intercambió una dulce sonrisa.
Bibi: Gracias... -También le sonrió, mientras Bull se veía muy enojado.
Bull: ¡¿NO TE DAS CUENTA DE QUE ESTÁS MALCRIANDOLA?! -Le gritó al contrario, el cual se asustó un poco, pero trató de mantener la calma.
Crow: ¿Como piensas siquiera criarla si se congela antes? -Lo miró con ironía, parecían dos padres discutiendo por su hija pequeña.
Bull: Ay, no exageres. -Apartó la mirada, molesto, le llegaba a salir humo por la nariz con sus respiraciones, parecía un verdadero toro enojado.
Crow: No hay por qué discutir de esto, ni siquiera somos sus padres.
Bull: Sí, pero en el caso de que lo fuéramos, tú serías la madre, sin dudas.
Crow: ¿Qué? Claro que no, TÚ serías la madre. -Lo señaló acusador, y así empezaron a discutir, tirándose la papa caliente hasta que Bibi los frenó.
Bibi: ¡Ya basta! ¡Ninguno de los dos es ni mi mamá ni mi papá! ¡Yo puedo ser independiente! -Ambos voltearon a mirarla. Aun así, los quiero a ambos por igual. -Bajó la mirada, en su cabeza, aquella frase sonaba muy dulce, y de hecho lo fue, pero se avergonzó un poco.
Crow: Awww... -Sonrió como si estuviera viendo a un gatito adorable, muerto de ternura. ¿Ya ves? No hay por qué pelear. -Se cruzó de brazos mientras cerraba los ojos, tratando de ser positivo y cerrar el tema de una vez por todas.
Bull: Supongo... -De pronto, la alarma del celular de Bibi sonó, ya era la hora de la acción. ¡Llegó el momento!
Todos se subieron rápidamente al auto, acomodándose cada uno en su asiento, pero cuando Bull quiso encenderlo, el motor no arrancó, al parecer, el frío del ambiente había congelado las partes mecánicas del vehículo, o algo por el estilo.
Bull: Por un demonio, lo que faltaba... -Abrió la puerta y se bajó del auto, quejándose como siempre, mientras sus dos compañeros lo seguían. Supongo que tendremos que ir caminando, pero hey, no es tan lejos... ¿verdad?
En ese momento, los tres subieron la cabeza para ver aquella gran y alta montaña. La forma más sencilla de subir a esta era en una especie de elevador automático, pero, debido a la hora que era, este estaba apagado. La única forma de subir ahora era por las escaleras, ya que ni siquiera podían entrar por el camino de vehículos que rodeaba la montaña hasta la cima.
Bibi: Ni modo, ¡a caminar! -Exclamó entusiasmada, pues ya no tenía frío y su ánimo había vuelto, Crow se adelantó y la niña volteó a ver a Bull, quien estaba detrás de ella, con una expresión enfadada.
La chica se aseguró de que el toro mirara la chaqueta de Crow, la cual reposaba en sus hombros, y acto seguido, le sacó la lengua en forma de burla, como si le comunicara que, al final, se había salido con la suya, solo para molestarlo. Bull gruñó, y apartó la mirada para no tener que tolerarla.
Unos minutos después, la pandilla ya estaba subiendo las escaleras. Iban por la mitad del recorrido, y mientras más subían, más frío hacía. Las nubes parecían acercarse a ellos cada vez más, y sus piernas comenzaban a gritar de cansancio.
Aun así, después de mucho caminar, llegaron a la cima, y se quedaron descansando unos segundos cerca de la entrada del hotel.
Bull: Eso fue lo más agotador que hice en mi vida... -Decía entre suspiros y respiraciones agitadas. Al menos llegamos.
Crow: Me estoy arrepintiendo de haberte prestado esa chaqueta. -Miraba a Bibi, mientras este temblaba de frío.
Bibi: Deberíamos entrar de una vez al hotel. -Recomendó, teniendo en cuenta que, dentro del hotel, el clima sería un poco más cálido.
Así fue como los tres juntos caminaron alrededor del establecimiento, buscando alguna entrada. El hotel estaba totalmente apagado, no había gente, ni luces, ni música, ni ningún tipo de sonido además del de la ventisca y la nieve, parecía abandonado. Pero eso no era más que una ventaja para el equipo, pues el robo sería mucho más simple y conciso en la oscuridad y la soledad del lugar.
Después de un rato, el toro encontró una ventana que conducía a la cocina del buffet del lugar. Esta misma ventana era un tanto compacta y claustrofobica, pero nada de qué preocuparse, si Bull podía pasar, los demás también.
Bull: Bien, ¿quién va primero? -Automáticamente miró a Crow, ya que siempre solían usarlo a él como el sujeto de pruebas, cosa que molestaba un poco al cuervo.
Crow: ¿Por qué me miras a mi?
Bull: Las damas primero. -Le sonrió burlón, aunque su comentario no le simpatizó mucho a su compañero.
Bibi: Esperen, ¡tengo una idea! -Rápidamente sacó su celular, y comenzó a escribir en el teclado, los dos se quedaron mirándola, expectantes.
Bull: ¿Qué hace-
Bibi: ¡Música de atraco! -Exclamó, y con su dedo, presionó la pantalla, una de sus canciones favoritas comenzó a sonar, era perfecta para un momento así.
https://youtu.be/dIQmcwSg0nU
A Crow le pareció divertido, así que solo sonrió mientras Bibi balanceaba su cabeza de un lado a otro, con una expresión chistosa, Bull solo la miraba con una cara de decepción.
Bull: A veces me preocupas, Bibi. -Pegó un gran salto hacia la pared, y se subió hasta la ventana para poder entrar, no le fue muy difícil, aunque ya no era tan sencillo como en su juventud, se la pasaba entrando a lugares sin permiso.
Bibi y Crow comenzaron a mirar a sus costados, al ritmo de la canción, actuando como si fueran espías secretos o algo por el estilo, se estaban divirtiendo, aunque perdían la seriedad que Bull tenía. Los dos se ayudaron para subir, se les hizo aún más fácil que a su líder.
Una vez dentro, pararon la música para no hacer mucho ruido, y echaron un vistazo al lugar, una gran cocina, totalmente a oscuras. Estaba completamente limpia, aunque de todas formas, se lograban ver algunas cucarachas caminando por el piso, Bull aplastó a una de estas con temor, y sus compañeros se le quedaron mirando, sorprendidos.
Bull: Ehmm... -Se dio cuenta de que había quedado en ridículo al demostrarle miedo a algo tan pequeño e insignificante como una cucaracha, así que mantuvo su cabeza en alto. Solo fue por si acaso, no me asusté de verdad. -Inventó una excusa, Crow y Bibi se miraron, y se rieron al cruzar miradas.
De pronto, un sonido se escuchó, provenía de otra sala, parecía ser algún tipo de música jazz y muy elegante, pero se escuchaba muy a la distancia, y llegaba a perturbarlos un poco, ¿acaso había alguien en el hotel?
Se suponía que aquel pingüino, el propietario, estaría durmiendo en su oficina, ¿pero y si no? ¿qué otra persona podría haber ahí?
De todos modos, decidieron afrontar aquel miedo, y se juntaron, para recapitular el plan por última vez.
Bull: Muy bien, nos separaremos. Crow, asegúrate de buscar la caja fuerte en el piso de arriba, Bibi y yo buscaremos en el de abajo, ¿está bien?
Bibi: ¿Por qué Crow tiene que ir solo? -Preguntó.
Bull: Ya lo hablamos. -La miró con el ceño fruncido.
Bibi: Podría ir yo sola... No tengo miedo. -Insistió.
Bull: No vas a ir sola, puede ser peligroso. -Ahora, su expresión era más de preocupación que de enojo, como era habitual.
Bibi: No soy una niña, puedo cuidarme sola. -Se notaba segura, y hasta un tanto enfadada, quería demostrar su rudeza. Fue muy directa con sus palabras, Crow y Bull se miraron por unos segundos, pensando la propuesta.
Bull: Haz lo que quieras. -Dijo cortante, y tomó el brazo del cuervo para dirigirse a la puerta de la cocina, donde pasarían al buffet principal.
Bibi se quedó mirando, no se movió, simplemente vio como sus compañeros se iban. Creyó que Bull se había tomado a mal la situación, pero en verdad quería demostrarle que era independiente, no tenían por qué andar cuidándola, ya no era la misma niña de siete años que Bull conoció alguna vez.
La chica caminó hacia la puerta también, y allí, yendo por los pasillos, se dirigió al elevador del hotel, para subir hasta el segundo piso, donde principalmente estaba la oficina del Señor P, el propietario y dueño del lugar. Probablemente la caja fuerte del lugar y la fortuna del empresario esté guardada en aquel piso, en alguna parte...
Mientras Bibi exploraba el piso de arriba, Crow miraba a su alrededor, el buffet era muy grande, parecía un restaurante muy elegante, las mesas tenían manteles bien cuidados, y las sillas se veían muy cómodas, pisaban un suelo de alfombra roja, y las paredes de madera hacían que todo parezca más lujoso. También había un escenario, era lo que más resaltaba del lugar, aunque las cortinas coloridas estaban cerradas, por lo que no se sabía lo que había detrás de estas.
El grandullón se quedó preocupado por el tema, su seriedad ya no era la misma, ahora estaba más intranquilo de lo normal. De a poco se iba dando cuenta de lo rápido que crecía Bibi, y para él, eso era algo difícil, en un abrir y cerrar de ojos, aquella niña a la que crió desde los ocho años, ya casi tenía dieciséis, y su rebeldía se lo hacía notar, en parte, le recordaba a él. Pero el pasado y la mentalidad de Bull eran muy sobreprotectoras, no podría vivir con la culpa de que algo le haya pasado a su pequeña por no protegerla, no de nuevo...
Crow se dio cuenta de la preocupación de su amigo con solo mirarlo a la cara. Bull, algo avergonzado, se dio cuenta de que el ave lo miraba, y trató de fingir que todo estaba bien, pero su rostro lo delataba.
Crow: ¿Qué sucede? -Preguntó, tratando de sacar el tema de conversación, e intentar aliviar a su amigo, pues el cuervo ya tenía una idea de lo que podría preocuparle.
Bull: ... -Se quedó en silencio unos segundos, como si estuviera pensando en las palabras adecuadas, las correctas, las palabras que necesitaría para expresarse bien, pues le costaba mucho. ¿Crees que estoy haciendo algo mal?
Crow: ¿Eh...? ¿A qué te refieres? -Se confundió un poco.
Bull: Digo... Al preocuparme de esta forma por ella... ¿Por qué se enoja conmigo?
Crow: Oh, te refieres a Bibi... No lo sé, supongo que solo quiere demostrarte que es capaz de valerse por sí misma, debe ser algo normal a su edad. -Dijo, tratando de buscarle lógica a las actitudes de la muchacha.
Bull: Sé que es independiente, y es capaz de lograr muchas cosas ella sola... Pero no lo sé... Supongo que me deprime un poco verla crecer. -Se sentó en una de las sillas, y se quedó mirando al piso, cabizbajo.
Crow: Sí... Haz estado con ella desde que es muy pequeña, debe ser algo raro... Bueno, no estuve ahí, pero supongo que debe tratarte como a su padre. -El toro se quedó en silencio unos segundos, su cabeza maquinaba y pensaba muchas cosas, y al captar una pregunta, automáticamente salió por su boca.
Bull: ¿C-Crees que me siga queriendo...? -Su cabeza subió, y su mirada se dirigió hasta la del cuervo, el cual lo miró con una expresión honesta.
Crow: Bull... No seas tonto, claro que te seguirá queriendo, ¿por qué no lo haría? -Ya empezaba a tratar de consolarlo, se veía triste. Que discutan o no estén de acuerdo en algunas cosas de vez en cuando no significa que ya no te quiera, eres muy importante para ella. Es por eso que quiere demostrarte que en verdad puede ser independiente.
Bull: ¿Tú crees?
Crow: Seguro... Tal vez solo deberías hablar un poco más con ella. -Se acercó a él y le acarició un poco la espalda.
Bull: Solo no quiero que le pase nada malo, quiero protegerla, como siempre lo he hecho.
Crow: ¡Y está bien! Pero no la sofoques, cuando te necesite, te lo hará saber, ¡Solo debes recordarle que estarás ahí para ella siempre! -Aquello dejó pensando al grandullón, Crow tenía razón, pero le costaba hacerle caso, aún así, siempre hay que hacer un intento.
Bull: ¿Como es que sabes tanto de estas cosas? -Afortunadamente, su preocupación y ansiedad se fue desvaneciendo de a poco, la cual había llegado en el momento menos oportuno, pero las actitudes de su compañero lo terminaron por sorprender.
Crow: Me gusta la psicología... -Sonrió. Lo cual es un tanto irónico, porque... Ni siquiera soy un humano como tal. -Se rió un poco.
Bull: Eres más humano que yo. -También acompañó con unas carcajadas.
Al cuervo le hubiese encantado seguir con la conversación, pero un sonido fuerte y claro los interrumpió en medio de esta. Las luces del escenario se encendieron, una melodía animada comenzó a sonar, y las cortinas se fueron abriendo lentamente, dando paso a lo que estaba detrás de estas.
Un pequeño pero simpático robot, vestido de heladero, y, sosteniendo uno de sus helados en su mano, comenzó mover su cuerpo en el escenario, como si un espectáculo estuviera por comenzar.
El nombre del personaje era "Lou". Literalmente, en la pared de detrás de él, la frase "EL SHOW DE LOU" estaba escrita. Pero a su lado, había otro robot, muy parecido a él, aunque vestido de otra forma, su nombre era King, y llevaba una vestimenta de rey, junto a una corona que brillaba como el oro. Su expresión y actitud era totalmente contraria a la de Lou, pues King pintaba su rostro con malhumor y seriedad, cosa que el heladero no hacía, pues su emoción y felicidad se expresaba por su cara, y se notaba muchísimo.
Bull y Crow estaban confundidos, y un tanto asustados, pues todo ese ruido podría delatarlos fácilmente. El presentador del show comenzó a hablar, y los dos compañeros prestaron atención, haciéndole caso a todo lo que decía aquella voz tan atrapante.
¡Atención todos! ¡Dejen todo lo que estén haciendo! ¡Porque el show de Lou acaba de comenzar! -Exclamaba aquel anunciador, el cual era solo la grabación de la voz de una persona, pero daba la sensación de que esté ahí, en alguna parte, y la música alegre y animada de fondo le daba el toque de entusiasmo que transmitía el espectáculo.
Llegó un momento en que la música dejó de sonar, y las luces se enfocaron directamente en Lou, el cual rápidamente comenzó a hablar, y a moverse como si fuera una especie de robot animatronico.
Lou: ¡Muchas gracias, Señor Presentador! ¡Dondequiera que estés...! -Decía con una voz aguda e irritante, mientras miraba al público, que estaba compuesto solamente por los dos pandilleros, pero Lou, al ser un robot programado, no se daba cuenta de eso... ¿o si?
Crow: ¿Por qué ese demonio congelado se activó?
Bull: Tal vez hablamos muy fuerte... -Echó un ojo a los costados, atento a cualquier tipo de peligro que pudiera haber.
Lou: ¡Hey, King! ¿Como te encuentras hoy? -Le preguntó a su compañero robot, el cual pareció ignorarlo por unos segundos, pero terminó respondiendo.
King: Estaría mejor sin tu presencia a mi lado. -Contestó cascarrabias.
Lou: Awww, ¡Siempre tan dulce! ¡Tanto como un helado! -Exclamó alegre, y le sonrió.
King: Y frío como la nieve. -Agregó serio y misterioso.
Lou: Ajá... Bueno, King, ahora, ¡Al tío Lou le gustaría dedicar esta próxima canción a nuestros amables huéspedes que intentan robar nuestro hotel! ¡Están sobre hielo fino, mis amigos! ¡Debería darles vergüenza! -En ese momento, Bull y Crow se quedaron congelados, y al ver a Lou comenzando a tratar de bajar del escenario, el cuervo no dudó en lanzar sus dagas hacia la cabeza del robot, pero este las esquivó velozmente.
Crow: ¿Q-Qué...? ¡¿Como hizo eso?! -Se quejó.
Mientras los robots cantaban una melodía (que parecía ser una canción de cuna siniestra), los chicos discutían sobre qué hacer, no es muy normal que unas maquinas se activen en medio de la noche mientras tratas de robar un hotel, al menos, a ellos nunca les había pasado...
Finalmente, Lou y King se bajaron del escenario, dejando helados de terror a los dos pandilleros, los cuales salieron corriendo y se separaron para esconderse por todo el buffet. Mientras Crow se escondía debajo de una mesa, Bull salió del lugar por la puerta, y corrió por los pasillos del hotel, buscando algún escondite. Creyó que Crow lo seguía, pero no fue así.
Ambos robots miraron hacia los lados, se veían siniestros y aterradores, para nada amigables como solían mostrarse, y que estén en la oscuridad, los hacía ver aún más terroríficos. Crow miraba por debajo de la mesa, tenía que subir un poco el mantel porque este llegaba casi hasta el piso, cosa que lo ayudaba a esconderse mejor, pero aquellos acechadores sabían que él estaba cerca, y tarde o temprano lo encontrarían.
Lou: ¡Querido amigo! ¡El tío Lou tiene un delicioso helado preparado justo para ti! -Decía, para tratar de atraer al cuervo, pero esto solo lo intimidaba aún más. Incluso, algunas de las frases del heladero se trababan, como si fuera un robot defectuoso. Ve por el otro, yo me encargaré de este. -Le dijo a su compañero monarca, y este mismo salió corriendo por el pasillo del hotel, buscando a Bull, el cual escuchaba los pasos metálicos del rey detrás suyo, y mientras más se acercaba, su terror crecía cada vez más.
Entretanto, la chica del cabello negro caminaba por el pasillo de la segunda planta, ahora con la chaqueta de Crow atada en su cintura. A Bibi siempre le había causado cierta incomodidad la oscuridad, pero trataba de ser valiente, tenía que hacerlo, solo así dejarían de tratarla como a una niña. La poca luz que había en el lugar se reflejaba en su peinado grasiento, y de fondo, escuchaba una música tranquila, tal vez demasiado, cada vez se acercaba más a esta, y se oía aún más fuerte.
Bibi: Ya no sé ni donde mierda estoy. -Dijo en voz baja para sí misma, mientras trataba de buscar alguna pista de su actual localización, pero no encontró nada.
El único remedio sería seguir aquella melodía tranquila y relajada, hasta llegar a algún lugar, pues la iluminación cada vez era menor, y sus ojos ya no veían nada.
Después de unos segundos, llegó al final del pasillo, o eso creía, pues había un camino por el que doblar a la derecha. Allí, cuando dobló y siguió por el pasillo, pudo ver una puerta a lo lejos, la cual iluminaba parte del corredor elegante que la chica pisaba.
Bibi: ¡Debe haber algo ahí! -Exclamó en voz baja, y se acercó corriendo hasta la puerta, entrando a la sala iluminada como si nada, fue en ese momento donde se pegó el susto de su vida.
Aquella sala era muy elegante, decorada con estanterías lujosas llenas de premios y objetos valiosos, pero lo que asustó a Bibi no fue eso, sino que se aterró al ver a un pingüino durmiendo en su silla fabricada con madera noruega. Este mismo individuo era Corbin Peltoh, o mejor conocido como el Señor P, quien apoyaba sus pies en su escritorio, el cual tenía ciertos papeles y una lampara que iluminaba casi todo el lugar. También se podían escuchar sus leves y adorables ronquidos, aunque el sonido de su tocadiscos los escondían, al parecer, de allí provenía aquella música.
La muchacha, tratando de ser lo más sigilosa posible, se arrastró lentamente por el piso de la oficina, pues en una de las paredes, logró ver un gran mapa del hotel por dentro, posiblemente podría ayudarla a situar aquella caja fuerte, y lograr su meta.
Pero había un problema, el mapa estaba colgado en la pared, justo detrás de la silla donde el propietario del hotel dormía, por lo que debería acercarse demasiado a él, e intentar hacer el menor ruido posible si no quería despertarlo, sería difícil, pero si lo intentaba, tal vez saldría victoriosa, de todos modos, no tenía otra opción, prefería arriesgarse a que seguir dando vueltas sin rumbo por el edificio, cada vez perdiéndose más en este.
Estaban a centímetros, el cuerpo de aquel ave, casi tocando el de la chica, era algo muy arriesgado. Bibi extendió su brazo lentamente hacia el mapa, y, con cautela, lo arrancó de la pared, logrando su cometido al fin. "Eso estuvo cerca." pensó, y comenzó a caminar hacia la salida, pero, como una ecuación matemática, un pequeño error podría arruinar todo lo demás.
Sin querer, el pie de Bibi fue directo a golpearse con la madera del escritorio, causando un ruido un tanto fuerte. El pingüino se despertó de golpe, y miró a su alrededor, asustado.
Afortunadamente para la chica, tuvo el tiempo necesario para esconderse debajo de la mesa con la que se chocó, dejando la sala vacía a la vista del empresario, y engañándolo por completo, ya que después de unos segundos de analizar lo que había ocurrido, él simplemente no le tomó importancia, y se acomodó de vuelta en su silla para seguir con su siesta.
Al escuchar de nuevo los leves y tiernos ronquidos que el Señor P producía, Bibi supo que era el momento exacto para irse, así que comenzó a gatear hasta la puerta, y una vez en el pasillo, se levantó, acto seguido, salió corriendo por el mismo, tratando de no hacer mucho ruido. El peligro había pasado, y con la ayuda de la poca iluminación que había en el corredor, logró ver que la caja fuerte quedaba a unos pocos metros de ella, no sería mucho recorrido, ya estaba cerca.
Bibi: Brillante, Bibi. -Se dijo a sí misma, para luego contestarse. Gracias, Bibi. -Sonrió un poco, aunque en el fondo, le pareció algo infantil.
Aún así, no era todo color de rosas, pues muy de lejos, logró escuchar el grito de uno de sus amigos, era Bull. Automáticamente se puso alerta, y aunque estaba un poco asustada, decidió correr otra vez hacia el elevador, ellos podrían estar en peligro, y cualquier cosa que les pase, estaría ahí para protegerlos a muerte.
El grito de Bull no era una coincidencia, pues el chico había sido atrapado por aquel robot monarca, quien lo sostenía de la camisa con su mano, la maquina parecía tener una fuerza sobrehumana, y sus ojos rojos inquietantes penetraban la mirada de Bull como si fuera a matarlo con esta misma.
La expresión de terror del toro era indescriptible, el robot lo atrapó tan fácilmente, que se sentía un tanto inútil, pero la velocidad con la que lidiaba King era increíble, a pesar de ser un robot pesado y fuerte, también era bastante rápido, al menos lo suficiente como para llevar a Bull de vuelta al buffet en un santiamén, manteniéndolo colgado de su mano robotica.
Bull: ¡Suéltame, basura! -Decía mientras trataba de bajarse, pero no lo lograba. Al final, el robot terminó por hacerle caso, y una vez en el restaurante de nuevo, lo lanzó contra el piso, golpeándole la cabeza.
En el suelo, Bull pudo ver como Lou también sostenía a Crow en sus manos, y lo lanzaba contra el piso, cerca del toro, ahora los dos estaban juntos de vuelta, pero aquellas maquinas sádicas estaban más enojadas que nunca.
Lou: ¿Saben? No es nada agradable que interrumpan el show de esta manera, ¡Dios mío! -Dijo el robot, mientras, junto a su compañero, se acercaban lentamente hacia los dos pandilleros, los cuales retrocedían en el piso, al mismo ritmo que sus enemigos. Pero un error lo comete cualquiera, y la nieve no se mancha de sangre sola. -Agregó, su mirada amigable se tornaba siniestra y turbia, siempre era la misma expresión, pero al tener ciertas intenciones, su actitud cambiaba totalmente.
Llegó un momento en el que ya no había donde retroceder, estaban entre la espada y la pared, o mejor dicho, "entre el robot y la pared". Su misión había fracasado, y no tenían ni idea de lo que esos "amigables" animatronicos podrían hacerles, lo que tenían claro es que no sería nada agradable. Lou alzó su mano metálica, como si estuviera a punto de golpear a Bull, mientras que King, por su parte, sacaba una pequeña pero peligrosa navaja dorada, la cual fichaba directamente a Crow.
Pero cuando el heladero estaba por atacar a su victima, su vista se nubló, algo le tapó los ojos. Sin dudas era Bibi, la cual usó la chaqueta de Crow para envolverle los ojos al robot, y con un poco de fuerza, tiró de las mangas para que Lou se cayera hacia atrás, golpeando su cabeza contra el suelo. El golpe fue tan fuerte que causó un ruido tremendo, muy fuerte, el cual llegó a oídos de cierto pingüino dormilón.
Al tener a uno de sus enemigos en el piso, Bibi aprovechó para sacar su confiable bate, "Mr. Bat", el cual siempre llevaba colgado en su espalda, y rápidamente, golpeó con fuerza el rostro del monarca, el cual cayó al piso, mientras veía como su corona volaba por los aires por el impacto.
Allí, con los dos robots tirados, Bibi comenzó a golpearlos con su bate, una y otra vez, sin parar ni un segundo, tenía una ira incontrolable, y su rostro llegó a ponerse rojo de furia. Los dos pandilleros quedaron sorprendidos, pues para ellos hubiese sido difícil luchar con robots tan fuertes como Lou y King, mientras que a Bibi se le hizo fácil, tal vez su furia demoníaca la empoderó de alguna forma.
Bull se levantó, y tomó la mano del cuervo para ayudarlo a pararse también. Se quedaron ahí, inmóviles, mientras veían como la chica descargaba su furia gritando y desfigurando el rostro de Lou.
Los robots se desactivaron, y al estar apagados y destruidos, la niña se frenó, quedándose en posición de ataque, respirando agitada, mientras echaba un vistazo a los cuerpos derrotados de sus enemigos.
Crow: Wow... -Rompió el silencio, Bibi comenzaba a calmarse un poco, pero parecía que la esencia destructiva y enojada que caracterizaba a Bull había salido de ella por unos minutos.
Bibi: ¿Están bien? -Les preguntó, ya más tranquila, aunque su expresión seria no cambiaba, mientras, guardaba su bate colgándolo en su espalda de nuevo.
Crow: S-Si... -Contestó, aunque seguía un tanto impresionado. ¿Tú estás bien?
Bibi: Lo estoy. -Se acercó a Crow, y extendió su brazo hacia él, en su mano sostenía su chaqueta. Toma, creo que ya no tengo frío. -El cuervo tomó la prenda y se la colocó.
Crow: Gracias...
Los tres quedaron en silencio, no era incómodo, solamente que ninguno sabía bien qué decir, ninguno sabía como reaccionar a lo que acababa de pasar. Literalmente la "niñita" se acababa de boletear a dos maquinas sádicas que parecían ser muy fuertes.
Bibi: Por cierto, tengo esto. -De su bolsillo, sacó el mapa del hotel, allí señaló con su dedo la localización de la caja fuerte, sería pan comido llegar ahora, nada los detendría. Apresurémonos, ya se va a hacer tarde.
La chica comenzó a caminar hacia la salida del buffet, y los otros dos la siguieron, ahora ella se notaba distinta, muy segura, seria, y decidida, parecía la verdadera líder de la pandilla.
Una vez subieron a la segunda planta, caminaron sigilosamente por los pasillos, hasta llegar a aquella puerta de la oficina del Señor P.
Bibi: Con cuidado... No queremos despertarlo. -Susurró, y caminó lentamente, mientras pasaba por en frente de la puerta, pero cuando vio al interior de la sala, no había nadie, el pingüino ya no estaba. ¿Q-Qué? ¿Adonde se fue? -Estaba confundida, pero aún así, siguieron hasta la caja fuerte, a la cual llegaron rápidamente.
Bull: Bien... Crow, ¿tienes el código? -Miró a su compañero, el cual sacó de su bolsillo un papel con algo escrito.
Crow: Siempre. -Él mismo se había encargado anteriormente, en la investigación, de guardar el código de la caja fuerte para tenerlo en el momento del robo.
El toro colocó los números correspondientes, y la puerta metálica del lugar se abrió, allí quedaron impresionados por ver todo lo que había. Una caja fuerte llena con maletas que llevaban muchísimo dinero dentro, parecía increíble.
Bibi: No...
Crow: Puede...
Bull: Ser... -Dijeron los tres en orden, mientras observaban con emoción el lugar que robarían. ¡Sin dudas valió la pena! -Se acercó a las maletas, con una felicidad incontrolable, y comenzó a cargarlas, habían unas cuatro en total, pero estaban llenas de efectivo hasta explotar.
Bull cargó dos en sus manos, mientras que Bibi y Crow llevaron una cada uno, pero cuando estaban a punto de marcharse con el botín, algo les llamó la atención. Al final del pasillo, una silueta los miraba fijamente, y se acercaba lento, como para ponerle drama al asunto. La pandilla se preguntaba, ¿quién es ese? fue en ese momento donde la luz pegó en la cara del desconocido, y en ese momento, de un susto se dieron cuenta de que se trataba del botones dueño del hotel, el Señor Corbin Peltoh, el cual había adquirido un color un poco más rojo de lo normal en su piel, estaba furioso, y apretaba con fuerza su maleta.
Bibi: Oh no... -Dijo en voz baja, y en cuestión de segundos, el botones lanzó fuertemente su maleta contra el rostro de Bull, el cual fue golpeado de una manera exagerada, pues quedó dando vueltas por el impacto.
https://youtu.be/JoOVTJlZzgI
(Música de la escena)
El Señor P emitió un chirrido de furia, tomó otras dos maletas, y salió corriendo a por los ladrones para acabar con ellos. Así fue como se empezó una persecución por todos los pasillos y corredores del hotel, el botones malhumorado y furioso contra los ladrones pandilleros, para los tres, honestamente, el pingüino enfadado se veía más aterrador que los propios robots "asesinos".
Se abrían puertas y se escuchaban pasos por todas partes, los gritos de los chicos eran más de miedo que por otra cosa, aunque el más calmado era Crow. Aún así, Bull y el cuervo no dudaban en lanzar sus maletas llenas de dinero al botones, perdiendo así el botín, y lo peor de todo, es que ni siquiera apuntaban bien, por lo que eran disparos en vano, la única que ahora sostenía una parte del robo era Bibi.
A lo lejos vieron el elevador, al cual, sin pensarlo, se subieron rápidamente, y Bibi comenzó a tocar el botón de planta baja una y otra vez, de una manera desesperada. La puerta del elevador tardaba mucho en cerrarse, y el Señor P estaba a punto de alcanzarlos y entrar al ascensor con ellos. La desesperación de la chica por que la puerta se cierre era exagerada, y cuando el botones estaba a punto de llegar a atraparlos, la puerta se cerró por completo, no sin antes ver volar una maleta hasta el ascensor, que llegó antes que el pingüino, y golpeó a Bull en la cara, de nuevo, ya comenzaba a acostumbrarse.
Al menos ya no había peligro, Corbin quedó en la segunda planta mientras que los chicos ya estaban en la baja, y corrieron hacia la cocina para escapar por la ventana que habían usado antes para entrar.
(Créditos a @yumsoCl en Twitter)
Bull: Ese tipo está loco. -Decía entre suspiros agitados, mientras trataba de descansar un poco de tanto correr, pero el descanso no duró mucho, puesto que escucharon los chirridos del pingüino otra vez, se acercaba rápidamente. ¡¿No se rinde?!
Bibi: ¡Rápido! ¡Síganme! -Salió corriendo hacia la entrada principal del hotel, lo cual era un tanto arriesgado, pues Corbin podría verlos y localizarlos fácilmente desde ahí a través del cristal, pero Bibi tenía un as bajo la manga.
Bull: ¿Qué haces? ¡Nos va a encontrar! -Exclamó, mientras tomaba a la chica del brazo, frenandola.
Bibi: ¡Tengo un plan! ¡Solo hagan lo que les diga! ¿Si? -Sus compañeros no parecían confiar mucho en ella, sobretodo Bull, quien la miraba sospechoso.
Bull: La última vez que te hicimos caso, terminamos en el hospital. -Le recordó una vieja anécdota.
Bibi: Solo confía en mi... Por una vez en tu vida. -Le insistió, la desesperación en su rostro se expresaba por sí sola, y Bull, al recordar todo lo que había hablado con Crow, decidió hacerle caso, aunque le costó.
Bull: ...Bien. -Aceptó, junto a un suspiro, y Bibi le sonrió levemente por unos segundos, para luego salir corriendo mientras exclamaba "¡Vamos!"
Llegaron a la entrada del hotel, otra vez el frío pegaba en sus cuerpos, pero no era lo más preocupante, pues podían ver en la puerta como el botones usaba la llave para abrirla y salir corriendo afuera para atraparlos. Allí, Bibi se subió a uno de los trineos que habían en el hotel, estaban colocados en una especie de montaña rusa, una atracción sobre hielo para disfrutar en familia, aunque no se veía muy segura, pero de alguna forma debían bajar de aquella montaña nevada, y por las escaleras tardarían siglos. Para la chica, la mejor opción era deslizarse por uno de estos trineos y salir volando hasta aterrizar en la nieve del bosque nevado, ese era su plan.
(Ejemplo)
Bibi: ¡Suban! ¡De prisa! -Exclamó, Crow le hizo caso, pero Bull solo se quedó ahí.
Bull: ¡¿Estás loca?! ¡Nos vamos a matar! -Comenzó una discusión, en el peor momento, pues el pingüino ya casi estaba fuera.
Bibi: ¡Bull! -Gritó enojada, insistente, pero el toro solo se quedó mirándola, desconfiando completamente.
Era una decisión difícil, obviamente, Bull no quería morir, pero tal vez el plan de Bibi funcionaría, además, era mejor eso que quedarse parado esperando a que el Señor P lo atrape y lo destroce a maletazos de nuevo.
Esta vez, debería confiar en su compañera, aunque eso signifique arriesgar su vida, sentía como si, de algún modo, se lo debiera.
Fue en ese entonces cuando Bull se subió al trineo, decidido, y mientras veían como el botones se acercaba corriendo hacia ellos, Bibi jaló una palanca, que mediante un mecanismo, logró hacer que el trineo salga disparado, ahora la pandilla volaba por los aires como estrellas.
Los tres compañeros gritaban de adrenalina, aunque los gritos de Bibi eran más de emoción que de miedo, a diferencia de los otros dos, que se encontraban muy asustados. Estaban a punto de aterrizar, pero no en el mejor lugar, pues el impulso no fue suficiente para llegar a un sitio de aterrizaje seguro, y descenderían directamente encima de un árbol, la pandilla cayó en picada como si fueran estrellas fugaces.
Un fuerte golpe se escuchó al aterrizar, y unos segundos después, todo quedó en silencio, lo único que se escuchaba era el viento frío susurrando por el bosque, pero más allá de eso, no había ningún otro sonido, ni siquiera se escuchaban los chirridos y gritos del Señor P, quejándose desde la cima de la montaña.
Bibi pensó que habían muerto, y se levantó del suelo con dificultad. Parte de su cuerpo había quedado enterrado en la nieve, y se movió lentamente buscando a sus compañeros. Abajo del trineo, aplastado, estaba Crow, el cual, en parte, se encontraba bien, pero estaba un poco golpeado por la caída.
Bibi: ¿D-Donde está Bull? -Preguntó en voz baja, con poco aliento, pues no podía hablar muy fuerte en realidad, estaba muy adolorida. El cuervo solo señaló hacia un costado, y allí lo vio, el toro tirado en el piso, estaba... ¿muerto?
La chica se asustó mucho, y fue rápidamente a verlo, pero no se movía, no hacía nada, su rostro estaba boca abajo, apoyado en la nieve.
Bibi: ¡B-Bull...! -Exclamó mientras lo zarandeaba levemente, pero el chico no reaccionaba, hasta que de pronto, Bibi se pegó un tremendo susto al ver que Bull se levantó de golpe.
Su expresión transmitía felicidad, alegría, y no parecía estar para nada adolorido, de hecho, estaba en perfecto estado, lo cual confundió un poco a Crow y Bibi.
Bull: ¡Eso fue... increíble! ¡¿Vieron como volamos?! ¡Hagamoslo de nuevo! -Su sonrisa contagiaba a sus compañeros, los cuales se rieron también, al final, el plan de Bibi terminó siendo todo una experiencia, pero sobretodo, fue funcional y épico.
Bibi: Te dije que sería genial. -Cruzó los brazos con una expresión de superioridad.
Crow: No opino lo mismo. -Decía, mientras se acariciaba la cabeza, se había dado un fuerte golpe.
Bull: Oigan... ¿Y la maleta con el dinero? -Sus sonrisas desaparecieron, y se vieron asustados por unos segundos, hasta que Bibi desenterró la maleta que estaba tapada por la nieve.
Bibi: Jeje, se asustaron. -Dijo con una expresión de picardía, había escondido el botín a propósito para ver la reacción de sus colegas, aunque no les simpatizó mucho.
Bull: ¡Dame eso! -Le arrebató la maleta de las manos, y todos se acercaron para abrirla juntos, el rostro de Bull era distinto, siempre estaba acostumbrado al fracaso, pero esta vez había sido diferente... O al menos eso creían.
Abrieron la maleta, y esta estaba repleta de billetes de mil en efectivo, se podría decir que tendrían el suficiente dinero como para, por ejemplo, comprar un auto nuevo.
Bibi: ¡Es increíble! -Exclamó contenta.
Bull: ¡Es asombroso! -Lloraba de felicidad.
Crow: Es... Falso. -Decía con decepción, mientras analizaba uno de los billetes, seguido de otros, llegando a la misma conclusión con todos, eran billetes falsos.
Bull: ¿Disculpa? -Miró a Crow.
Crow: Lo que oíste... Son billetes falsos. -Bull se quedó congelado por unos segundos, y al darse cuenta de la situación, pegó un fuerte grito que llegó a oírse hasta la cima de aquella montaña.
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
(Créditos a @Keeerooooo1 en Twitter)
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¿Qué tal? Ya saben quien soy ;)
Así es, el Rod :P
Al día de la fecha, 22 de mayo de 2021, se cumplen dos años desde que Bibi salió como nuevo brawler en el juego. Por lo tanto, quise hacer un pequeño capítulo sobre ella y sus compañeros, como una especie de especial ^^
Es por eso que también, a lo largo del capítulo, este se llega a enfocar varias veces en el tema de Bibi y su crecimiento o madurez :D
Creo que quedó un episodio entretenido, y espero que les haya gustado <3 fue divertido escribirlo.
Si les gustó, siempre tienen la opción de dejar su voto ^^ se los agradecería mucho
¡Gracias por leer! Y feliz cumple a Bibi <3
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