[Organization] Tales - Negociación

Piso Franco.
Afueras de Belgrado, Serbia, ex Yugoslavia.
Finales de 1994.

La habitación era, por decir lo menos, oscura. Los oficiales representantes de la [Organización] allí presentes, por lo demás, se preguntaban si sus contrapartes serbias buscaban emular aquellas escenas de las películas occidentales, parte de donde sacaban, erróneamente, bastantes conclusiones sobre la forma de vida occidental. Sacudiendo la cabeza para quitarse aquellos pensamientos de encima, el capitán de los [Deltas] se sentó en la mesa, maletines con dólares sujetos por los militares aliados detrás suyo, a la espera de que su anfitrión hiciese lo mismo. Una vez hecho esto, empezaron a negociar.

Dicha negociación no era más que una formalidad, pues la mayor parte de los detalles ya se habían discutido de antemano a la reunión misma por los superiores de ambas partes. El poco margen de maniobra que tenían ellos allí era ajustar una ínfima parte de aquellos detalles, así como manipular ligeramente el precio, ajustarlo si es que alguna noticia o suceso de última hora ocurriese, e intercambiar los bienes. Por eso mismo, los pocos minutos en que ambos hombres estuvieron sentados, apenas se intercambiaron datos de relevancia, no habiendo mucho más que hablar.

Ya habiendo comentado las pocas cosas que se les ocurrían, al representante de la parte contraria pareció aburrirse de tanta palabrería, pues se levanto con un movimiento brusco (aunque no violento) y encaró a los representantes de una de las facciones de la [Organización].

"Seamos directos aquí," demandó. "¿Tienen el dinero? Si es así, sáquenlo rápido."

El representante asintió, inmutable, en lo que hacía un gesto dirigido a los dos oficiales de inferior rango detrás suyo que cargaban maletines metálicos reforzados. Estos se acercaron a la mesa, depositando ambos objetos y, con manos enguantadas, abriéndolos, dejando a la vista de los integrantes de la delegación serbia los varios fajos de billetes de cien dólares americanos contenidos en estos. Para disgusto de los miembros de la [Organización], la codicia en los ojos de dichas personas era evidente, llevándolos a preguntarse cuantos de dichos fajos de dinero desaparecerían hasta que los maletines llegaran a las autoridades pertinentes.

Una vez anunciado el monto total de dinero a usarse en la transacción, los maletines fueron nuevamente cerrados y puestos a resguardo de la contraparte en el trato. Los tres oficiales llevaban solamente su arma de servicio y su postura, aunque seria, era relajada. No tanto así la delegación serbia, que parecía querer saltar sobre ellos y llevarse el dinero apenas tuvieran la oportunidad, sin importarles cumplir su parte del acuerdo. Carraspeando para llamar nuevamente la atención, el oficial de la [Organización] se enderezó en su asiento.

"Supongo que nos dejarás ver el... 'objeto', ¿verdad?" preguntó, seriedad marcada en la voz.

"C-claro, claro..." con un gesto de su parte, el oficial serbio les indicó a dos de sus hombres que se acercaran, entre ambos cargando delicadamente un bulto. Dejándolo sobre la mesa, el aparente líder de la comitiva procedió a retirarle el velo que lo cubría, dejando al descubierto el artefacto que, si bien no era grande, tampoco era muy pequeño. Podía ser fácilmente cargado por una persona, aunque dos podrían ser recomendado para tener cuidado extra. Parecía común y corriente, y eso sería para cualquier persona que lo viera, fuera de los que sabían de las propiedades anómalas que poseía dicho objeto. Y esas propiedades anómalas eran las que la [Organización] buscaba obtener con este acuerdo.

"Bien. Todo está en regla," anunció el representante serbio, una vez sus hombres hubieran terminado de retraer de la mesa central el objeto anómalo. "Ahora, entreguen el dinero y les daremos el objeto."

"No tan rápido," respondió el oficial de la [Organización], sorprendiendo a su contraparte. "Dennos el objeto primero. Les entregaremos el dinero justo después."

"Nada de eso. El dinero primero o no hay trato."

"El objeto primero."

"¡El dinero!"

Los militares de escolta de la delegación Serbia quitaron el seguro de sus diversas armas y le apuntaron sin disimulo al grupo representante de la [Organización]. Los soldados de la delegación del grupo mágico hicieron lo propio, los oficiales que cargaban los maletines dejándolos caer al suelo para tomar sus armas de servicio e igualmente apuntarle a sus contrapartes, las que habían dejado el objeto anómalo sobre una mesilla lateral. Los únicos que no estaban apuntándole al lado contrario eran los dos representantes en la mesa central: el de la [Organización] seguía sentado, su postura ligeramente relajada pero su mirada atenta a los que pudiese pasar, con su mano a fácil acceso a su arma; mientras que el del gobierno serbio se había parado ya y había llevado su mano a su arma de servicio, no atreviéndose a desenfundarla. La situación era tensa: un solo movimiento en falso podría desembocar en una balacera. Pero lo que ocurrió fue...

"¡Inquisición, manos arriba!"

...que llegó un grito desde la puerta, justo después de que esta fuera abierta de una patada.

Ambos grupos desviaron su mirada hacia la entrada del lugar, por donde había aparecido otro grupo de gente. Este grupo iba vestido con lo que parecían ser ropas eclesiásticas, pero por la forma en la que iban puesta y los detalles y accesorios que tenían se deducía que estaban destinados al combate. No fue difícil reconocerlos para ninguno de los dos grupos ya allí presentes.

Exorcistas de la iglesia católica romana.

Y habían desenvainado sus pistolas y activado sus espadas de luz. Qué maravilla.

El capitán de los [Deltas] se giró hacia su contraparte serbia, una divertida mirada de incredulidad en su rostro, al tiempo que se desenvainaba su pistola.

"A light sword to a gun fight...? C'mere, snowflake!" Se giró hacia el grupo de exorcistas, parándose y encajando con milimétrica precisión un cargador en su arma. "Time to learn about sacrifice!" Dijo en lo que caminaba hacia los recién llegados jalando el cañón de su arma, colocando una bala en la recámara.

Luego se eso se escucharon varios golpes y maldiciones, pero solo unos pocos disparos.

.

XXXXXXXXXX

.

Una balacera se armó pronto entre las tres partes, cada una tratando de asegurar los objetos de valor en aquella zona. Los soldados de los llamados [Deltas] fueron rápidos en asegurar los maletines con el dinero, en lo que los serbios tomaban el objeto anómalo y se perdían por las salas del apartamento. Los exorcistas, tras intercambiar unos pocos disparos con los militares de la organización mágica, salieron a la carrera tras los balcánicos, en lo que el oficial que hiciera de representante de la [Organización] tomaba a la mitad de sus hombres y se daba igualmente a la persecución de los serbios que huían con el preciado objeto.

"¡Llévense a la otra mitad de los hombres y aseguren el punto de evacuación!" Alcanzó a gritarle a los otros dos oficiales antes de perderlos, cuatro hombres a su zaga, en busca de la delegación local que había perdido ya a dos de sus miembros en el intercambio de disparos.

Derribando una puerta con un sencillo hechizo de fuerza, el grupo de internó en otra de las salas del edificio donde se hallaba el piso franco. No encontraron a nadie, mas las manchas de sangre fresca en el suelo les dijeron que iban en buena dirección. Con un hallazgo de uno de los soldados, el grupo no perdió tiempo y se lanzó por la ventana, magia activada para evitar caer heridos o a su muerte.

En el callejón de abajo se encontraron tres cadáveres: dos serbios y uno de un exorcista. El objeto no estaba con ellos: las manchas de sangre seguían hasta la calle, donde hallaron el cadáver de otro serbio más, este en particular atravesado por una de las espadas de luz, si es que la herida cauterizada que le cruzaba de lado a lado el pecho era una indicación de algo. Siguieron corriendo, hallándose con una pareja de exorcistas con sus revólveres en mano siguiendo el mismo rastro que ellos.

Lo sentía, aunque fuera un poco, por el destino que les aguardaba, pero por mucho que ambas facciones estuvieran dentro de la [Organización], los objetivos y prioridades de la suya propia eran más importantes en ese momento que mantener una suelta alianza con ellos.

Les señaló y gritó la orden: "¡Fuego!"

Las armas automáticas de sus subordinados brillaron con los fogonazos de los disparos, dejando muertos en la calle al par de la iglesia. Siguieron corriendo hacia una plaza, donde aparentemente los serbios con el objeto habían tomado refugio contra el asedio de los exorcistas. La cosa no se veía bien para ninguno de los dos bandos. Un rápido escaneo aéreo de los alrededores comunicado por el alto mando mediante radio les informó que más tropas serbias se acercaban a la zona, indicándoles que tenían poco tiempo. Asintiéndole a sus hombres, dos de ellos desplegaron el bípode que llevaban acoplado bajo el cañón de su arma y las apoyaron en un muro bajo, esperando la señal de su superior para comenzar a disparar sobre su objetivo.

La orden no se hizo esperar.

"¡Fuego de supresión!"

Los dos soldados empezaron a disparar concentradamente sobre los exorcistas, turnándose para siempre tener presión sobre el grupo y buscar posibles hostiles que les contraatacaran, en lo que el oficial con los dos soldados restantes, bayonetas caladas, se lanzaban al asalto del reducto serbio en el centro de la plaza. Disparando igualmente por turnos, los mantuvieron suprimidos hasta que estuvieron a apenas unos tres metros, donde dispararon los tres a la vez y se lanzaron con saña sobre el grupo.

Apenas uno de los serbios murió por sus balas, y otro cayó por haber recibido una de las bayonetas atravesándole la yugular. El trío asaltante tomó el objeto anómalo, aún cubierto por una lona, y se lanzó a la carrera lejos de allí, hacia donde la base de fuego se encontraba. Las municiones escasearían dentro de nada si seguían así, por lo que apenas se reunieron el oficial dio la orden de retirada al punto donde esperaría el transporte que los sacaría de allí.

No pasó mucho tiempo ni distancia para que se dieran cuenta de que ambos grupos, pese a seguir atacándose entre ellos, los perseguían con voluntad impresionante. Utilizando las esquinas y las escazas coberturas improvisadas, el grupo logró llegar hasta donde estaba el helicóptero Seaknight de su facción, el cual estaba ya con los rotores encendido y con su parcial tripulación completa apuntando sus armas en la dirección desde la cuál venían. La nueva fuente de disparos que provenía de la otra mitad de la delegación probó ser suficiente para contener a ambos grupos perseguidores, lo que le permitió a todo el grupo entrar al helicóptero y salir del lugar disparando desde su puerta trasera. Una vez dentro, el oficial a cargo soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo y habló con los otros dos oficiales del grupo.

"Hicieron bien en esperarnos atrincherados. Si no, capaz que no salíamos de esta."

"Bueno, sí, lo que pasa es que determinamos que había mucho ruido en la ciudad para ser solo una persecución pequeña entre dos grupos buscando algo que tenía un tercero" respondió uno de los dos oficiales, un teniente. "Con esto estamos un paso más cerca."

"Así es, teniente" afirmó el capitán, ahora observando el paisaje exterior a través de una de las ventanas del Seaknight. "Así es..."

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