Capítulo 6: De vuelta al hogar

Nápoles, Italia.

Frederick se encontraba sentado donde le indicara su anfitrión. Había sido llamado por lo que podría ser considerado su par de Italia en lo que a cargo se refiere, pese a que Frederick poseía un rango (teórico) mayor. Pasando de aquellos detalles, ambos hombres, viejos amigos, se encontraban degustando un vino local en lo que se ponían al día sobre lo que había sido de sus vidas en el último tiempo. Varias horas habían pasado desde su reencuentro y el sol empezaba a acercarse a su encuentro con el mar cuando finalmente abordaron el tema de la ocasión.

- ¿Para qué me llamaste, Alex? No es usual tuyo usar métodos tan directos como este por pequeñeces que podrías comunicar en una carta con aroma al perfume de la habitación de alguna dama de por aquí, - comentó con burla el rubio del bastón. Su interlocutor dejo salir una culposa risa mientras se sacudía su cabello negro, viéndose atrapado ante la sutil reprimiendo de su compañero. Finalmente, se enderezó algo y cambio su semblante a uno más serio, inclinándose en su asiento y dejando su copa sobre el escritorio entre ambos.

- Conseguí algo de información respecto del grupo de caídos y renegados que emboscaron a uno de tus equipos en Japón hace algún tiempo.

El rostro de Frederick se volvió serio de golpe. Dejando igualmente su copa sobre el escritorio, se enderezó y le hizo un gesto a su interlocutor para que continuara.

- No fue fácil, aunque confieso que al principio nadie pensó que pudiéramos encontrar una pista aquí. Tiene que ver con la iglesia.

- ¿Cómo supiste esta información?

- Los altos cargos eclesiásticos hablan mucho si les das algo bueno para beber. Tienen un particularmente buen paladar para el vino de calidad francés.

- Entiendo.

- Mira, no te contaré todos los detalles aquí. Te mandaré luego un mensaje con el resto de los datos. Averigüé que el grupo está comandando por una ángel caído de un par de alas bajo el nombre de Raynare, con unos pocos caídos bajo su mando. Tiene también varios exorcistas renegados apoyándola y convenció a los demonios renegados de la zona para seguirla – dijo mientras le extendía una fotografía de dicha ángel caído. Los ojos de Frederick brillaron con reconocimiento.

- ¿Está sola?

- Sí, aunque sigue órdenes desde Grigori. Sin embargo, parece estar desobedeciendo dichas órdenes y cumpliendo sus propósitos personales desde hace algun tiempo. No tenemos confirmación sobre eso, sin embargo el nulo contacto de su grupo con Grigori nos hace suponer que, cuando menos, trabaja sola. Puede que Grigori se halla desentendido de ella.

- ¿Cómo sabe la iglesia todo esto?

- La han estado siguiendo un tiempo. Varios de los exorcistas que la siguen eran principiantes que abandonaron la iglesia convencidos para seguirla. Un par de los que la siguen aun se reportan, razón por la cual saben de sus movimientos de vez en cuando. Aparentemente ha estado cazando usuarios de [Sacred Gear].

- Entiendo... eso explicaría porque atacó a Issei...

- ¿Issei?

- Un nuevo recluta usuario de [Sacred Gear] que me encontré en Japón. Estaba siendo atacado por Raynare cuando me lo encontré.

- Eso concuerda con sus acciones según el reporte. Ya tenemos confirmación de su último movimiento.

- ¿Cuál es?

- Esto nos lo contó otro sacerdote. Aparentemente, una usuaria de [Sacred Gear] bajo el apodo de "Santa Doncella" fue excomulgada de la iglesia hace poco por sanar a un demonio por accidente. Uno de los seguidores de Raynare escuchó de esto y la contactaron, haciendo que vaya hacia Japón. Desconocemos que vayan a hacer con ella, pero si la quisiera muerta ya la habrían matado.

Frederick analizó las palabras de su camarada durante largos segundos, llegando a la conclusión de que iría a investigar el asunto personalmente.

- Mándame el resto de la información cuando puedas. Empezaré a mover a mis hombres para darle caza y terminar con el Grupo Raynare. Se ha vuelto una amenaza real en mi territorio y no pienso darles a los militares el gusto de llevarse el crédito.

- Tú y tu desdén por los militares. – Alex giró los ojos. – Mañana en la mañana, hora de Italia, debería llegarte por un correo electrónico la información.

- ¿Sabes donde está su base? No podrían mover todo el grupo junto y deben necesitar coordinarse de vez en cuando.

- Claro que lo sé, y la verdad es que esto es lo curioso. Están en un territorio bajo control demoniaco, pese a lo cual entran y salen sin ningún problema. La hermana de la iglesia fue enviada a la misma ciudad.

- ¿Cuál?

- Kuoh.

Frederick no sabía si sonreír o suspirar.

- En verdad el mundo es una pañuelo – comentó, ignorando la mirada inquisitiva de su interlocutor por la frase dicha. – Bueno, hora de preparar mis equipos. Supongo que los Inquisidores estarán felices de por fin tener algo de trabajo. – Eso fue algo a lo que los dos pudieron asentir, sabiendo de sobre lo que significaban esas palabras.

En cortos y precisos movimientos ambos comandantes civiles de la [Organización] se levantaron, estrecharon sus manos y dieron por terminada la reunión, cada uno con su propio objetivo en mente.

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Base Principal, Suiza.

Issei estaba paseando por los dormitorios. Acababa de salir de una de las áreas comunes de estos, donde practicaba con sus compañeros el videojuego sobre el cual se trataría el torneo que venía la semana siguiente. Tras jugar un tiempo, se despidió y decidió relajarse dando un paseo, una lata de refresco en su mano, mientras pensaba en posibles tácticas para ganar la mencionada competencia.

Le tardó bastante tiempo darse cuenta de que estaba en una zona no familiar de la estructura. Aunque la forma del pasillo y el orden de las habitaciones eran idénticos a todo el resto del edificio (salvo los números de dichas habitaciones), el aura decaída que había en aquella parte, sumada a la notoria falta de adornos o decoraciones en las puertas o el camino, daban la impresión de que era un lugar paralizado en el tiempo, que sin importar cuanto polvo estuviera allí acumulado permanecería igual hasta que alguien rompiera su quietud de forma impensada. Issei se detuvo un momento a reflexionar como llegó a semejante conclusión siendo él mismo (y preguntándose si Alice no habría barrido el suelo con él demasiado brusco en su entrenamiento), cuando un pequeño sonido llamó su atención.

Levantando la vista, se topó conque aquel sonido que se repetía constantemente no eran más que un par de zapatos pertenecientes a la persona que caminaba en su dirección desde el otro lado del pasillo. El recién llegado llevaba el mismo uniforme gris que Alice y Franz, pero de alguna manera se le veía más... natural, llevarlo. Como si fuera parte de él mismo en lugar de ser una prenda de ropa que llevaba encima.

Le preguntaría a Alice por la fuerza que usó contra su cabeza luego.

No fue hasta que estuvo mucho más cerca que notó dos cosas: primero, que en su manga izquierda llevaba el parche de las tropas de élite de la [Organización]. Gulp. Lo segundo que notó fue el parche de su cuello, el que, si bien no recordaba a que rango pertenecía, sabía que pertenecía a los oficiales. Así es. Issei Hyoudo tenía ante él a un oficial de las tropas de élite de la [Organización], y no tenía idea de qué debía hacer. La distancia entre ambos se seguía acortando, y tratando de reaccionar de alguna manera, al japonés no se le ocurrió mejor cosa que entrechocar sus tacones y llevarse la mano a la sien en señal de saludo, como había visto que hacían en las películas (y también a algunos militares que se encontró por allí en la base). El oficial llegó junto a él, le observó rápidamente, comprobando que llevaba el uniforme azul de los estudiantes de magia, y devolvió el saludo, señal que tomó Issei para poder bajar la mano.

- Descansa – fue el comando del oficial. El japonés relajó sus músculos notablemente, observando al oficial que simplemente siguió su camino como si nada. Se dio la vuelta para observarlo, pero este ya había entrado en una de las habitaciones del pasillo y desapareció de la vista del estudiante. Issei intentó recordar sus características, pero le fue imposible. Al igual que el lugar donde se encontraba ahora, carecía de presencia y apenas existía cuando uno se daba la molestia y energía de pensar en ellos.

...iría a quejarse con Alice por la fuerza con la que lo había golpeado en el entrenamiento después de todo.

Apresurando su paso, buscó la salida de aquel lugar. Independiente de lo que pensara, era un hecho que el ambiente de aquel lugar no era algo agradable, y prefería salir de allí cuanto antes para evitar cualquier otra influencia sobre su psique.

XXXXXXXXXX

Issei se encontró con Alice en otra de las áreas comunes. La mencionada se encontraba perdiendo el tiempo con su teléfono en una de las mesas, aunque reaccionó sin sorpresa cuando el castaño se sentó frente a ella. Su única reacción, si se le puede decir así, fue guardar el dispositivo y usar magia para comprar un refresco en una de las maquinas cercanas (cosa que asustó al castaño ligeramente, ante lo sorpresivo de la acción).

- ¿Qué te trae por aquí, Issei?

- Alice, tú eres de los equipos de élite, ¿no?

La rubia alzó una ceja ante la pregunta, pero respondió de todas maneras.

- Efectivamente.

- ¿Dónde quedan sus dormitorios?

Esta vez la pregunta sí fue sorpresiva, pero no evitó que Alice la respondiera con las indicaciones para llegar a estos. El gesto intranquilo del oriental le intrigaba, por lo que decidió seguirle el juego a fin de saber que buscaba con la información.

- ¿Cuánto tiempo llevas en las tropas de élite?

- No mucho, supongo. No creo que lleve más de un año desde que me transferí desde mi anterior unidad.

El castaño pareció pensar un poco antes de su siguiente pregunta.

- ¿Qué tanto pasas por los dormitorios de las tropas de élite?

La rubia frunció el seño ante la pregunta, presintiendo cual era la duda que tendría su interlocutor. Aún así, respondió lo más honestamente que pudo.

- No mucho. Usualmente me la paso afuera y en misiones, y generalmente llego a dormir. Últimamente no me he pasado por allí ahora que lo pienso.

- Más concretamente, desde que apareció tu nuevo jefe. – Sentenció el castaño, con una seriedad que no sabía que tenía. La rubia abrió sus ojos ligeramente, para luego suspirar y asentir.

- ¿Cómo lo supiste? ¿Te lo dijo alguien? ¿Franz, quizás?

- Nada de eso. – Issei negó con la cabeza. - Aunque solo te he visto dos veces, debo decir que tu personalidad no encaja para nada con la atmósfera que tienen esos dormitorios.

- ¿Dos veces...? Ah, tu eras aquel que estaba con Chloe y Frederick la otra vez. – Sus ojos brillaron con reconocimiento ante la memoria. – Pero sí, acertaste. Franz, yo y otros oficiales y suboficiales luchábamos contra el aura que tenían esos dormitorios, pero con la llegada de nuestro nuevo oficial la balanza se tildó definitivamente en contra de nuestro compromiso.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué hay un ambiente tan opresivo?

- No sabría decirte con exactitud, Issei. La mayor parte de los participantes de esa atmósfera incómoda entre los oficiales son parte del "Grupo de los Veteranos," y los que no estamos dentro nos cuesta demasiado integrarnos con ellos.

- ¿Grupo de los Veteranos?

- Nada relevante. A diferencia de otra gente aquí en la [Organización], ellos no son una facción propiamente tal. Son simplemente un grupo de oficiales y soldados con algunas características en común. El nombre es por algo de distinción, más que nada.

- ¿Y cuál es esa distinción?

- ¿Hasta donde sé? Pertenecer a los antiguos [Regimientos Internacionales]. Pero podría haber algo más allí adentro – comentó mientras se inclinaba de hombros, su interés en el tema claramente perdido.

- Y-ya veo...

El par cayó en un silencio incómodo, al menos para Issei. Había averiguado algo, pero no tenía mucho sentido de por sí. Tendría que preguntarle a otra persona, quizá a Frederick. Pero mientras tanto, bien podría aprovechar su tiempo en mejorar todo lo posible.

- Ne, Alice, - llamó su atención con una sonrisa cómplice en su cara. - ¿Un duelo? – Su interlocutora sonrió de forma igualmente cómplice antes de ambos pararse de la mesa y salir a paso rápido de allí.

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Issei respiraba hondamente, apoyándose en sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento, atento a cualquier ataque inminente sobre él. A algunos metros de distancia, Alice sonreía fresca como una lechuga, un par de rocas flotando alrededor de ella. Isse escaneó sus alrededores rápidamente con la mirada, moviendo su brazo hacia adelante y provocando que una roca del tamaño de su cabeza saliera disparada hacia la rubia, quien solo lanzó una de las propias que ya mantenía en el aire a una velocidad mucho mayor para provocar la destrucción de ambos proyectiles. Casi sin fuerzas, Issei intentó una última táctica.

Centrando su vista sobre una de las rocas flotando alrededor de Alice, el oriental impulsó con toda la energía que pudo reunir otra de estas hacia la rubia. Esta fue tomada totalmente por sorpresa, a juzgar por su reacción, y soltó su agarre sobre el resto de las rocas a su alrededor en su intento de protegerse. Issei aprovechó esto e impulsó todas las que pudo hacia la maga, cambiando su foco constantemente para no usar muchos hechizos a la vez pero aún así usar la mayor cantidad posible.

Alice tropezó. A mitad de camino hacia el suelo y con al menos media docena de rocas volando hacia ella, Issei temió que podría dañarla gravemente, pero no podía detener la avalancha que se cernía sobre la rubia. Cuando el castaño ya asumía lo peor, Alice extrajo de un ágil movimiento su pistola y disparó varias veces al aire, cada disparo destrozando de alguna forma una de las rocas. Finalmente, con un rápido movimiento de su otro brazo, los escombros resultantes salieron a una velocidad considerable hacia el japonés, aunque sin mucha precisión individual, pero su solo volumen evitaba que el castaño pudiera cubrirse eficazmente. La única cosa en la que Issei pudo pensar para protegerse fue hacerse lo más pequeño posible a fin de ofrecer menos objetivo a las piedras que se dirigían hacia él, lográndolo con éxito. Sobándose las pocas heridas en sus brazos producto del ataque, el castaño se levantó ante la mirada impresionada de Alice (quien también se levantaba del suelo, habiendo terminado su caída) y el aplauso sincero de Frederick, a quien no había notado llegar al campo de entrenamiento.

Esperaba no tener problemas.

- Gran trabajo allí, Issei. Me sorprendiste. No pensé que usarías mis propias rocas contra mí. – Comentó genuinamente impresionada la rubia.

- ¿No es una idea algo obvia? – preguntó el castaño por su parte, revisando sus heridas.

- Generalmente se usa, pero no la esperaba viniendo de un novato. Ideas como esa suelen aparecer luego de algún tiempo combatiendo. Sin duda te adaptas rápido. Incluso me obligaste a usar mi arma. Nada mal, nada mal... – Alabó la rubia nuevamente. Issei solo pudo reír nerviosamente antes de dirigirse a Frederick, quien había terminado de aplaudir y se acercaba a paso tranquilo al grupo.

- Frederick – lo saludó Issei. – Hace unos días que no te veía.

- Estaba ocupado – se excusó sencillamente. – Alice, espero no te moleste que te quite a tu saco de boxeo algunos días.

- Mientras vuelva en una pieza, no.

- Perfecto.

- Issei, sígueme. – El inglés se dio media vuelta. Justo antes de empezar a moverse de su posición actual, Alice lo llamó.

- Frederick.

- ¿Sí?

- Ten, - le indicó, entregándole un sobre ya abierto pero con algo en su interior. – Es la información que logré recabar sobre el nuevo comandante de la Compañía Compañía.

Frederick observó el sobre con cuidado, antes de recibirlo. Le echó una ojeada al contenido para luego guardarlo dentro de su chaqueta. - ¿Algo destacable?

- Efectivamente, es del Grupo de los Veteranos. Pertenecía al Regimiento Europa, luego comandó la 1. Compañía durante un tiempo para luego pasar a ser agregado del Estado Mayor, antes de volver a tomar su mando original en la 1. Compañía. No hay datos concretos de lo que hizo antes de tomar el mando de la Primera Compañía o durante su tiempo en el Estado Mayor. Curiosamente, eso es algo que comparten también los comandantes de la Tercera, Cuarta y Octava Compañías.

- Entiendo... – murmuró el rubio lentamente. Le dio un asentimiento de confirmación a Alice antes de hacerle un gesto a Issei para que lo siguiera, ambos alejándose del lugar a paso calmado. Alice había desaparecido para cuando Issei volvió la cabeza, esperando despedirse con algún gesto.

- ¿Qué haremos ahora, Frederick?

- Bueno, me contaron que había un grupo de caídos molestado en territorio de mi jurisdicción, por lo que pensé en darles una visita. Luego recordé que careces de experiencia real en el campo, y decidí que sería bueno que tuvieras aunque sea un poco antes de graduarte.

- Ya veo... y, ¿dónde vamos?

Frederick sonrió. – A tu hogar.

Issei abrió los ojos.

- Kuoh.

- Así es.

El castaño cerró los ojos, añorando la vuelta al hogar. Por su parte, Frederick solo siguió avanzando, su mente pensando en planes y contra planes. En cuestión de un par de horas, el par estaba ya listo para salir. Para confusión de Issei, sin embargo, no se dirigieron a la salida, sino a uno de los pasillos del edificio donde se encontraban las habitaciones.

- Ehm... ¿Frederick? ¿No íbamos a Kuoh?

- Así es.

- Pero... no estamos camino a la salida de la base...

- ¿Y quién dijo que iríamos allí físicamente? – Respondió con una sonrisa ladina el inglés. Issei revisó donde estaban, dándose cuenta de que era el mismo lugar donde había aparecido por primera vez en aquel loco lugar. La gente seguía apareciendo y desapareciendo de vez en cuando, pero ahora todo hacía más sentido para el japonés.

- Magia...

- Bien, pues, vámonos.

Issei se acercó al rubio, quien lo condujo hasta cierta parte del lugar para luego desaparecer sin previo aviso a la vista.

XXXXXXXXXX

Japón.

Para confusión de Issei, no había aparecido inmediatamente en Kuoh. Al contrario, el grupo había aparecido en uno de los últimos pisos de un edificio en lo que fácilmente identificó el japonés como Tokio. Tras preguntarle a Frederick, este guio al castaño a través de los pasillos de la estructura, encontrándose con tres figuras esperando: dos de ellas eran familiares para Issei, la tercera era totalmente desconocida.

- Chloe, Jack, Yuu, nos vamos.

- ¿Dónde esta vez? – preguntó la única chica del grupo.

- Kuoh. Jack, si fueras tan amable.

El canoso aludido asintió y guio al grupo hasta una habitación principalmente en penumbras. Issei estaba algo atemorizado, pero el resto no se veía para nada afectado.

- Ubíquense en la sombra. Traten de estar lo más ocultos posible. – Indicó Jack. Issei realizó lo indicado, justo antes de sentir una especie de tirón y que su visión se fuera a negro, pese a no quedar inconsciente. Sencillamente no había nada de luz que pudiera permitirle ver algo. Al poco tiempo (aunque bien podrían haber sido varios minutos), el castaño sintió como nuevamente algo lo jalaba, volviendo la luz a su visión. Tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse, pese a la poca que había, pero cuando lo hizo se encontró con una sorpresa: estaba en el mismo pasillo donde Frederick lo hiciera desaparecer la primera vez, cuando lo llevó al edificio de la [Organización]. Conectando puntos, Issei no pudo sino deducir que aquel departamento donde nuevamente se encontraba era una base, o cuando menos un piso franco, perteneciente a la [Organización].

- Hemos llegado. – Anunció el de cabello canoso. Frederick no perdió el tiempo y empezó a dar órdenes de inmediato. A lo lejos, el sol se asomaba por su borde con la tierra.

- Chloe, comunícate con todos los equipos cercanos. Quiero que se reporten conmigo cuanto antes. Te quedarás aquí para coordinarlos y recabar datos o recibir informaciones si se da el caso. – La única chica del grupo asintió. – Issei, ve con Jack y muéstrale los puntos importantes de la ciudad. Calles principales, distritos comerciales, iglesias, cruces, áreas abandonadas, todo lo que él indique que pueda ser necesario. – El castaño y el peliblanco asintieron, cada uno a su vez. – Yuu, tú ve a las estaciones de policía y recopila información sobre personas desaparecidas o asesinadas de forma inexplicable o ilógica. Aprovecha de recabar información acerca de rumores y otros – el pelinegro, único oriental del grupo aparte de Issei, se llevó la mano a la sien. – Yo buscaré obtener una audiencia con las líderes demoniacas de este territorio, no vaya a ser cosa que tengamos dos frentes de lucha. – Anunció. El sol ya estaba empezando a hacerse notar, entrando su luz por las ventanas. Pese a que algunos tendrían cansancio al venir desde el otro lado del mundo tras un día de actividad, nadie lo manifestó. – ¡Quiero todo listo para mañana a primera hora!

El grupo se llevó la mano a la sien en un acto de reflejo, Issei imitándolos al segundo, y salieron cada uno a hacer su trabajo asignado. Cuando todos hubieran salido del lugar, Frederick suspiró y se sentó en uno de los sillones, un simple vaso de agua en frente suyo.

- Aquí vamos de nuevo – se dijo, antes de arreglarse lo mejor que pudo e igualmente salir del apartamento.

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