Capítulo 3: Problemas Grandes y no Relevantes
Sobre el Océano Pacífico
Issei seguía tratando de recuperarse del efecto de tener sellados y luego devueltos sus recuerdos por segunda vez. Realmente, debía aprender a hacer eso o prepararse para no ser tan cobarde con el tema, ya que desde luego no era un sentimiento al que quería estar acostumbrado. Reclinado en su asiento en el vuelo comercial que iba hacia América (más concretamente los Estados Unidos), el castaño repasaba los últimos sucesos que habían ocurrido en su vida mientras flojamente miraba el mar azul por la ventana. Dentro de poco oscurecería, según la pantalla en frente de su asiento.
Frederick no había tardado en sacar un libro de su maletín y empezar a leerlo apenas se sentaron, ignorando olímpicamente a todos por igual hasta, presumiblemente, aterrizar. Issei no se molestó mucho con él, prefiriendo nuevamente conseguir algo de beber y aprovechar de estirar las piernas. Caminando un poco por el pasillo, volvió a su asiento sin mucha preocupación de lo que viniera después, por lo que se sorprendió cuando el aparentemente inmutable Frederick bajó levemente su libro y le extendió una Tablet (o bien podría ser un teléfono muy grande, pero Issei prefirió pensar que era lo primero) con un documento abierto. Inseguro, tomó el dispositivo y se sentó.
- Antes de ir a la base en Suiza pasaremos por otra de nuestras bases. Esta se encuentra en Estados Unidos, si no me equivoco en la Costa Este.
- ¿Qué iremos a hacer allí?
- Nada destacable, pero es necesario que pasemos. Puede que hasta ahora no te lo parezca, pero el mundo sobrenatural puede llegar a ser muy activo en determinadas ocasiones. Nosotros estamos acostumbrados a actuar rápido por la inmediatez de este tiempo y nuestro limitado rango de vida, pero como ellos viven siglos no tienen ese problema. Eso hace que las cosas sean mucho más serias cuando ellos se mueven rápido – contestó sin despegar su mirada del libro, pero Issei logró notar que no lo estaba leyendo. En cambio, el rubio señaló la tableta que descansaba sobre el regazo del castaño – Te sugiero que le des aunque sea una leída. Contiene instrucciones, reglas y detalles sobre la vida escolar en nuestra base. O puedes intentar dormir por ahora y leerlo cuando partamos a Europa. Como desees – y con esas palabras, el rubio guardó su libro, se acomodó en su asiento y se durmió. Issei miró por la ventana, dándose cuenta de que ya estaba oscuro. Horas habían pasado desde que salieron, y decidió que lo mejor sería dormir para lo que fuera que tuviera que hacer allí en Estados Unidos.
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Horas después...
La entrada fue más sencilla de lo que pensó el castaño. Se alteró un poco cuando les preguntaron por documentos, pero aparentemente el rubio tenía todos los documentos en regla y preparados para ingresar al país americano. Issei se preguntó a si mismo si a eso se dedicó durante la semana en la que anunció su involucramiento con la burocracia.
Se encontraban en algún lugar de la costa este, de eso no había duda. Sin embargo, no sabía en qué parte exactamente. Frederick no dio indicaciones, pero por su semblante al castaño le pareció que el asunto era serio. Lo más cercano a una indicación de su ubicación actual fue un comentario de Frederick sobre que el norte del país siempre era más frío que el sur.
Llegaron a un edificio a las afueras. Se bajaron del taxi en la entrada y, tras pagar el recorrido, el par avanzó hasta la entrada oculta por el follaje. Allí había dos guardias, quienes les pidieron su identificación.
Issei no pudo sino asombrarse como Frederick manejó todo el tema sin casi hablar. Mostrando papeles e identificaciones logró que los dejaran pasar, quedando pronto atrás la mata de árboles y plantas que cubría la alambrada que rodeaba el terreno al que ingresaban. Hasta el momento todo parecía medianamente normal, porque al menos estaban en un campo.
Parecía normal, ya que ningún campo normal tiene patrullas y está totalmente en penumbra. Cruzaron dos entrada más, no muy lejos entre sí y la primera y, aunque no se toparon con ninguna, Issei podía ver de vez en cuando un par de personas patrullando el lugar. Finalmente llegaron a lo que parecía ser una antigua gran casona de campo, donde había otra pareja de guardia en las puerta. Las patrullas eran más visibles, probablemente debido a que había menos terreno que cubrir estando más cerca de la casa. En la edificación había luces en su interior, aunque tampoco eran muchas. Tras entrar al interior y resguardarse del frío aunque calmado clima, ambos fueron recibidos por un hombre tan alto como Frederick, quien les dio un corto saludo y les indicó que lo siguieran. Tras moverse por los pasillos de la aparentemente infinita mansión, finalmente llegaron a la entrada de un sótano, tras lo cuál bajaron 3 niveles bajo tierra. Aunque había algunas personas en la mansión y en los sótanos que parecían estar haciendo lo suyo, también se encontraron a varios que llevaban el mismo uniforme de guardia que llevaban las personas en las entradas. Issei estaba confundido sobre que requería tanta seguridad.
Pero una vez descendieron al sótano los guardias desaparecieron. Aparte de las personas que parecían ser como él (es decir, sin mucha idea de que ocurría a su alrededor, seguramente se dedicaban a otra cosa) había un grupo de gente que vestía un uniforme similar al que Issei vio usar a ese par de adolescentes en la base en Suiza. Sin embargo, el de los aquí presentes era negro, y si no fuera por las luces, Issei no podría haberlos visto a menos que mirara en su dirección buscando encontrarlos. Sumándose a aquello, todos los uniformados (un par por piso subterráneo) llevaban armas de fuego.
Fue solo cuando entraron a una sala resguardada por el cuarto par de uniformados negros en el cuarto nivel subterráneo que Issei se dio cuenta de que no era algo normal toda la vigilancia presente, ni siquiera para los estándares de propios del lugar. Desconocía cuales eran, pero sabía que nada podía ser normalmente vigilado de esa manera desde la entrada exterior hasta la habitación misma.
En el pequeño espacio de aquella habitación había cuatro uniformados grises. Era el mismo uniforme y mismo color que el de esos dos adolescentes que vio en Suiza, pero en lugar de las actitudes relajadas que esos dos tenían, todos los presentes estaban serios a más no poder. Llevaban cuchillos y pistolas al cinto y cascos, y estaban correctamente vestidos dando una apariencia atemorizante. Estando uno en cada esquina, en el centro de la pequeña habitación había una mesa con un adulto llevando una bata sentado junto a esta, y un maletín metálico cerrado herméticamente sobre la mesa frente a él. A un costado suyo había otro uniformado de guardia, pero su uniforme azul parecía mejor y más elegante que el de la mayoría de los guardias encontrados. Issei supuso que sería el líder de estos. El residente que los había guiado hasta allí salió a la brevedad.
- ¿Todo bien? – Preguntó Frederick apenas entró a la habitación. Issei permaneció en silencio.
- Hasta ahora, sí. No ha habido señales de los caídos acercándose hasta el perímetro de seguridad. El perímetro interior solo tuvo algunos avistamientos, y el exterior fue evacuado para dar espacio a que los equipos de combate hagan lo suyo – explicó el que era ahora a todas luces el comandante de los guardias.
- Bien. Ya arreglé el transporte a Suiza. Estaremos bien cuando lleguemos al Atlántico internacional, pero mientras antes lleguemos a Europa, mejor.
- ¿Tienes forma de llegar al aeropuerto rápidamente?
- Pedí un helicóptero para que viniera por nosotros. Debería llegar en unos pocos minutos a la azotea, por lo que es necesario que nos movamos.
- Entendido.
A un gesto suyo, los 4 militares salieron del lugar en lo que el hombre con la bata se arreglaba ligeramente y tomaba el maletín, encadenándoselo a él en el proceso. Tras murmurar unos agradecimientos a Frederick, desapareció al igual que los guardias.
- Vayan también. Yo tomaré a los guardias y vigilaré el perímetro de seguridad. Si se enteran de lo que estamos moviendo se olvidarán de las restricciones y nos atacarán con todo.
- ¿Será necesario que me lleve al equipo militar conmigo?
- Confío en que no. Además, nos harán falta aquí. Tendremos que infringirles una seria derrota si queremos que no se den cuenta de que sacamos la información del lugar.
Una explosión sacudió el lugar ligeramente. Luego, de la radio del oficial vino un mensaje que Issei no alcanzó a entender, pero que provocó que el oficial diera un suspiro y saliera, seguido por el castaño y el rubio.
- Disculpa, pero... ¿qué está pasando? – Preguntó Issei a Frederick mientras subían las escaleras de vuelta, para luego empezar a seguir al mismo castaño de antes hasta otras escaleras para luego este desaparecer.
- Resumiendo mucho... - el rubio se acercó al oído del japonés – Uno de nuestros equipos encontró un documento antiguo con información sobre las [Sacred Gear]. No podemos descifrarlo ahora, así que lo llevamos a Suiza para que lo analicen.
- Entiendo... pero ¿por qué tanta seguridad? Estoy seguro de que había más guardias que los que normalmente hay, y había varios que se veían como militares. ¿Ellos también son magos?
- Sí. Son todos miembros de la [Organización], al igual que los presentes en ese edificio y sus alrededores. Luego te contaré más, ahora debemos apresurarnos o podrían hallarnos.
- ¿Quiénes?
- Los caídos, – habló el oficial de los guardias nuevamente, apareciendo por un pasillo. – Si Azazel o alguno de sus comandantes se entera de lo que encontramos mandarán a medio Grigori por nuestras cabezas. Hasta ahora lo único que saben es que tenemos algo de valor.
- ¿Azazel? ¿Grigori?
- Te lo explicaré más tarde, Issei. Vámonos, la azotea está cerca.
El trío siguió avanzando hasta llegar al último piso, pasando luego a la azotea. Allí, descendiendo y apenas visible gracias a sus luces, se hallaba descendiendo un helicóptero privado. Su puerta lateral se abrió y los uniformados grises ayudaron al hombre con bata a subirse, para luego apostarse alrededor del vehículo de forma protectora. Los de uniforme negro estaban dispersos por el amplio espacio de la azotea, vigilando los alrededores del edificio.
- Esperemos lleguen a salvo a Suiza. Mientras antes desaparezcan del mapa, mejor para ustedes. Suerte. – Y con esa despedida, el líder de los guardias se dio media vuela y desapareció del lugar. Issei y Frederick se dirigieron hacia el transporte aéreo, pero un ruido a la distancia los distrajo. Mirando hacia uno de los lados, Issei pudo visualizar lo que parecía ser un juego de luces que aparecían y desaparecían. Algunas parecían ser de cosas como focos o haces de luz, mientras que otras recordaban a explosiones en la distancia como aquellas que siempre veía en las películas. Viniendo de un bosque relativamente cercano, el japonés no pudo sino alterarse y sorprenderse cuando Frederick lo tomó del cuello de su ropa y lo arrojó al interior del helicóptero. Los 4 uniformados grises subieron con ellos pero se quedaron cerca de la puerta, la cual dejaron abierta.
El vehículo se elevó y se alejó en una dirección cercana a donde ocurría el alboroto. Tras acercarse bastante, los cuatro militares a bordo saltaron al vacío, Frederick cerrando la puerta justo después. Finalmente, el rumbo del vehículo cambió luego de que el rubio hablara con el piloto, tomando la ruta que a Issei le parecía iba hacia nuevamente hacia el aeropuerto. Mirando por la ventana, vio cuatro círculos mágicos alejarse en dirección al espectáculo de luces en el bosque, el que a medida que se alejaban se volvía más impresionante. Si era por la distancia o porque las cosas escalaron de intensidad, Issei nunca sabría.
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Horas después...
Ya dentro de un avión en pleno vuelo, Frederick había hecho dormir al extraño que llevaban con ellos a base de pastillas. Luego, aprovechó de instruir a Issei sobre las instalaciones de la [Organización] en Suiza, a la vez de cuál sería su nuevo horario.
- Tengo una pregunta - dijo Issei tras un rato. - ¿Quién es Azazel y quienes estaban atacando esa... base o lo que sea? ¿Qué es Grigori?
- Para contestar tu pregunta... - Frederick levantó 3 dedos de su mano, - Nos estaban atacando los ángeles caídos, Grigori es la organización que agrupa a casi todos ellos, y Azazel es su líder. Tiene una conocida obsesión con las [Sacred Gear], pero en general cualquier cosa que contenga información o sea lo suficientemente valiosa le sirve. Es un científico compulsivo, tenlo por seguro.
- Entonces, eso que llevamos... - comentó Isse, señalando el maletín aun encadenado al hombre con la bata.
- Como ya dije, un documento antiguo relacionado a las [Sacred Gear]. Los caídos aún no saben de qué se trata, solo saben que tenemos algo de información muy antigua y, por ende, valiosa. Tenían nuestra base americana bajo asedio desde hace semanas, por lo que necesitábamos sacar la información de allí. Fue por eso que hicimos una treta por la que parece que cayeron.
- ¿Cuál?
- Ellos esperaban un convoy fuertemente vigilado, señal de que movíamos el documento. Cuando este nunca apareció, decidieron hacer escaramuzas en nuestro perímetro. Estas fueron escalando con el tiempo, por lo que decidimos retirarnos a la base como tal y sacar la información por otra vía, en este caso, por un helicóptero durante la noche. Lo que hicimos para engañarlos fue enfrentarlos seriamente en combate.
- ¿? ¿Cómo es que eso ayuda a engañarlos? ¿No haría que piensen que van a sacar la información?
- Déjame explicarte. Primero los enfrentaron para atraerlos. Fingimos huir para atraerlos más cerca de la base, donde nuestros soldados los rodearon y enfrentaron. El punto era derrotarlos de forma notable, de modo que se retiraran y pensaran que, debido a que los derrotamos seriamente y sin estar en aprietos, la información seguía allí segura. Claro, también podrían pensar que después de su derrota intentaríamos sacar la información, así que la sacamos durante el combate. Cayeron redondo en la trampa.
- Pero... ¿no sospecharían que intentan sacar el documento si es que están en un gran combate?
- Eso tiene una sencilla trampa. Esa idea de que el enemigo intenta sacar los valioso durante el combate siempre se piensa cuando es el que esta cercado el que ataca, ya que se lo relaciona con desesperación. Al contrario, luchamos defensivamente y ganamos, y nunca se dieron cuenta de que nos fuimos. Seguirán rodeando esa base por un tiempo, pero finalmente se irán.
- ¿Estará bien esa base? La dejamos atrás con... caídos, y todo eso...
- ¿Esa base? Claro que estará bien, no te preocupes. Hace falta más que un grupo de caídos para tirarla abajo, y aun así les sería muy difícil. Si pudiéramos ser eliminados por un grupo así de pequeño de caídos, la [Organización] nunca se habría levantado hasta como está ahora. – Terminó de explicar con una breve risa antes de relajarse en su asiento. – Relájate y estudia la información sobre la base suiza. Comenzarás tus clases el lunes y lo ideal es que preguntes todas tus dudas lo antes posible.
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Perímetro Interior, Base Estadounidense.
En esos momentos...
Apenas unas horas habían pasado desde que el helicóptero con el famoso documento se perdiera por el horizonte. Los ángeles caídos se habían replegado para después volver a lanzar un ataque, esta vez mucho más fuerte. Luego de una intensa batalla en los bosques que rodeaban las estructuras e instalaciones principales, los pocos "cuervos" que quedaban emprendieron una desorganizada retirada del lugar, probablemente abandonando cualquier posibilidad de obtener la codiciada información por parte de los humanos magos. Rodeados de cadáveres alguna vez literalmente celestiales, los soldados se encontraban limpiándose lo mejor que pudieran la sangre y restos apegados a sus cuerpos cuando un helicóptero descendió cerca de ellos, bajando de este dos uniformados grises y ocho uniformados negros, estos últimos dispersándose ligeramente mientras el vehículo aéreo volvía a elevarse y se perdía en dirección a la base.
Ambos uniformados grises eran adolescentes, y si Issei hubiera estado allí, los hubiera reconocido como el par que se encontró en Suiza. Aun llevaban sus expresiones relajadas, pero la tensión en sus movimientos y constante vigilancia de sus alrededores mostraba que estaban atentos a todo lo que pudiera ocurrir. Tras unos segundos de análisis, finalmente relajaron su postura considerablemente y se dirigieron al que parecía estar al mando en aquel lugar.
- Pensábamos venir a ayudarlos, pero... parece que ya tienen todo bajo control. – Comentó el varón del par. Su ahora interlocutor se encogió de hombros como si nada pasara.
- Hubo momentos en que los necesitamos, pero los guardias se ofrecieron a luchar y logramos cambiar las tornas. Los tomaron por sorpresa y se dieron a la fuga tras el segundo asalto. Pensábamos en ir a perseguirlos pero debemos terminar de asegurar la zona.
- Los ayudaremos con eso – a un gesto suyo, los ochos uniformados negros que llegaron con el par vestido de gris se desprendieron del grupo y, guiados por sus pares ya presentes, salieron del claro donde se encontraban en busca de los seres sobrenaturales. Los uniformados azules que conformaban los guardias de la base se excusaron a su vez y se retiraron a comprobar el resto del borde de la base. Los de vestimenta gris se quedaron solos, esperando apenas unos segundos para empezar a hablar nuevamente.
- Entonces... a ¿qué debo la visita? – Preguntó el comandante local, analizando nuevamente a los recién llegados.
- ¿Qué, acaso no podemos simplemente venir a ayudarles a repeler un ataque de los caídos? ¿Tan mala impresión tenemos? – Respondió inocentemente la chica del par. El comandante solo suspiró por respuesta, masajeándose el puente de la nariz para aliviar la jaqueca que ya sentía formarse.
- Dejémonos de juegos. Todos sabemos que solo se aparecen cuando la orden viene de muy arriba o les interesa lo que pasa. No los mandarían en una misión defensiva, así que solo queda lo segundo. Díganme, ¿a qué vinieron?
Viéndose atrapados, ambos adolescentes desviaron la mirada, haciéndose las víctimas, antes de volver a la conversación – Escuchamos que el Dragón Emperador Rojo estaba aquí, y pensamos que sería interesante verlo combatir – Informó el castaño - Lastimosamente, no parece ser el caso. Luego decidimos ver el documento, pero resulta que lo extrajeron cuando veníamos de camino. Debido a eso, pensamos al menos divertirnos con los caídos, pero cuando llegamos resulta que ya se encargaron de todos ellos. En resumen, un desperdicio de viaje.
- No lo creo. Sé que tanto les gusta tomar misiones peligrosas y usar sus magias respectivas. La prueba es el actual estado de su equipo.
- ¿A qué quieres llegar? – Preguntó la rubia, dejando caer su actitud relajada por completo.
- Es un hecho que no solo son uno de los pocos equipos de elite que solo tiene dos de sus cuatro miembros activos-
- O sea, vivos – señaló con desconfianza el castaño del par.
- ...sino que también son el que más tiempo a estado así. Sus reemplazos nunca llegan, y si lo hacen, duran poco. ¿Qué clase de cosas hacen ustedes...?
Ambos recién llegados tensaron su postura y sus manos se dirigieron instintivamente a las armas en sus costados. Pero al comandante, retomando la pregunta que dejó en el aire, poco le importó.
- Tranquilos, sé de algunos caídos que siguen por el área. Vayamos por ellos.
Uno de los cuerpos se movió ligeramente. Levantó la cabeza para ver donde estaba, solamente para ser pisado y baleado por uno de los humanos allí presentes.
El grupo se fue como si nada, dejando la grotesca escena atrás.
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