XXI

-Narrador-

Harry estaba sorprendido, sonrojado y feliz. Se podía notar que era un pequeño manojo de emociones al ver a los Weasley en la escuela.

—muchísimas gracias por venir —murmuró Harry, dirigiéndose a la señora Weasley—. Por un momento pensé... los Dursley...

—Mmm —dijo la señora Weasley, frunciendo los labios. Siempre se refrenaba para no criticar a los Dursley delante de Harry, pero sus ojos refulgían cada vez que los mencionaba.

—Es estupendo volver aquí —comentó Bill mirando la sala—. Hacía cinco años que no veía este lugar. ¿Sigue por ahí el cuadro del caballero loco, Sir Cadogan?

—Sí —Contesto Harry, que había conocido a sir Cadogan el curso anterior.

 —¿Y la Señora Gorda? —preguntó Bill.

 —Ya estaba aquí en mis tiempos —comentó la señora Weasley—. Me echó una buena bronca la noche en que volví al dormitorio a las cuatro de la mañana.

—¿Qué hacías fuera del dormitorio a las cuatro de la mañana? —quiso saber Bill, mirando a su madre sorprendido. 

La señora Weasley sonrió, y los ojos le brillaron.  

—Tu padre y yo fuimos a dar un paseo a la luz de la luna —explicó—. Loatrapo Apollyon Pringle, que era el conserje por aquellos días. Tu padre aúnconserva las señales.

—¿Te gustaría dar una vuelta, Harry? —le ofreció Bill.   

—Claro —aceptó Harry, buscando a Issei con la mirada. No lo encontró, y salieron los tres.

Sintiendo algo de pena por el castaño, Harry en compañía de Molly y Bill Weasley, pasaron por muchos lugares.

Harry disfrutó mucho la mañana caminando por los terrenos soleados con Bill y la señora Weasley, mostrándoles el carruaje de Beauxbatons y el barco de Durmstrang. La señora Weasley sentía curiosidad por el sauce boxeador, que había sido plantado después de que ella había dejado el colegio, y recordaba con todo detalle al guardabosque que había precedido a Hagrid, un hombre llamado Ogg.

—¿Cómo está Percy? —preguntó Harry cuando caminaban por los invernaderos.

 —No muy bien —dijo Bill.

Está bastante alterado —explicó la señora Weasley bajando la voz y mirando a su alrededor—. Desde que el señor Crouch lo llamo anoche de emergencia, ha estado muy ocupado siguiendo las ordenes que manda. Percy está sometido a demasiada tensión, no lo dejaran sustituir al señor Crouch en el tribunal. Va hacerlo Cornelius Fudge.

Volvieron al castillo para la comida.  

—¡Mamá... Bill! —exclamó Ron, atónito, acudiendo a la mesa de Gryffindor—. ¿Qué hacen aquí?

—Hemos venido a ver a Harry en la última prueba —dijo con alegría la señora Weasley—. Tengo que decir que me gusta el cambio, no tener que cocinar. ¿Qué tal el examen? 

—Eh... bien —contestó Ron—. No pude recordar todos los nombres de los duendes rebeldes, así que me inventé algunos. Pero bien —añadió, sirviéndose empanada de Cornualles, mientras la señora Weasley lo miraba con severidad—. Todos se llaman cosas como Bodrod el Barbudo y Urg el Guarro, así que no fue difícil. 

Fred, George y Ginny fueron también a sentarse con ellos, y Harry lo pasó tan bien que le parecía estar de vuelta en La Madriguera. No se acordó de preocuparse por la prueba de aquella noche, y hasta que Hermione apareció en medio de la comida no recordó tampoco que ella había tenido una iluminación sobre Rita Skeeter. 

—¿Nos vas a decir...?  

Hermione negó con la cabeza pidiendo que se callara, y miró a la señora Weasley. 

Las cosas siguieron un poco extrañas para todos. La señora Weasley trataba un poco diferente a Hermione, cosa que era notada por todos en la mesa, nadie dijo nada por temor a que las cosas se pudieran salir de control con el temperamento de la señora Weasley. 

Afortunadamente Harry se mostro en pro de Hermione, tocando el tema de porque se comportaba de manera diferente con ella.

...

En otros lugares del terreno escolar, Luna estaba sentada sonriendo de felicidad. Su padre Xenophilius Lovegood estaba conociendo por fin de primera mano a Issei.

—Entonces ¿Qué  intenciones tienes con mi hija? —preguntaba el Xenophilius. 

—Eh... ¿perdón? —Issei pregunto algo confundido.

—Es mi novio —dijo Luna abrazando a Issei—. Issei, mi papá vino a conocerte antes de que inicie la tercera prueba. Le conté lo mucho que me haz ayudado y la maravillosa persona que eres.

Luna estaba abrazando a Issei mientras decía esas palabras. Xenophilius estaba observando como su pequeña hija había encontrado alguien que la acepte como es realmente, una sonrisa que irradiaba seguridad, felicidad y confort.

—Bien, como novio de mi hija espero que seas un muchacho bien portado —dijo Xenophilius, mirando a Issei con un semblante relajado—. Luna me conto que estas a nada de iniciar la tercera prueba... ¿Te interesa una entrevista exclusiva para el Quisquilloso? 

—Sí, si quiere —dijo Luna respondiendo por Issei—, pero tendrá que ser después papá.

—Entiendo. Dime de nuevo ¿Cómo se conocieron?

Issei le contó con lujo de detalle el como fue que se conocieron Luna y el. Encontrando a Luna en el bosque prohibido con los pies descalzos, acariciando a un Thestral pequeño al tiempo que le daba de comer.

—Desde ese día he pasado casi todo mi tiempo con ella. Me ayuda mucho más ella a mi de lo que yo a ella —dijo Issei sonriendo—. Me enseño muchas cosas que de no saberlas, seria un hazme reír. 

—Entiendo, me alegra que se hayan conocido —dijo sincero Xenophilius.

Los tres continuaron charlando un poco hasta que decidieron ir al gran comedor. Ahí pudieron observar a Harry con los Weasley. Luna les envió un pequeño saludo con la mano, al igual que Xenophilius a la mesa donde estaban sentados Harry con sus amigos.

Para ese entonces, en la mesa de los profesores ya se encontraban incorporados Ludo Bagman y Cornelius Fudge. Bagman parecía contento, pero Cornelius Fudge, que estaba sentado junto a Madame Máxime, tenía una mirada severa y no hablaba.

Hubo más platos de lo habitual, pero Harry, que empezaba a estar realmente nervioso, no comió mucho. Cuando el techo encantado comenzó a pasar del azul a un morado oscuro, Dumbledore, en la mesa de los profesores, se puso en pie y se hizo el silencio.

—Damas y caballeros, dentro de cinco minutos les pediré que vayamos todos hacia el campo de quidditch para presenciar la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos. En cuanto a los campeones, les ruego que tengan la bondad de seguir ya al señor Bagman hasta el estadio.

Harry se levantó. A lo largo de la mesa, todos los de Gryffindor lo aplaudieron. Los Weasley y Hermione le desearon buena suerte, y salió del Gran comedor, con Issei, Fleur y Krum. 

—¿Qué tal te encuentras, Harry? —Le preguntó Bagman, mientras bajaban la escalera de piedra por la que se salía del castillo—. ¿Estás tranquilo?

—Estoy bien —dijo Harry.

Era bastante cierto: A pesar de sus nervios, seguía repasando mentalmente los maleficios y encantamientos que había practicado, y saber que los podía recordar todos lo hacía sentirse mejor.

Llegaron al campo de de quidditch, que estaba totalmente irreconocible. Un seto de seis metros de altura lo bordeaba. Había un hueco justo delante de ellos: era la entrada al enorme laberinto. el campo que había dentro parecía oscuro y terrorífico.

Cinco minutos después empezaron a ocuparse las tribunas. El aire se llenó de voces excitadas y el ruido de pisadas de cientos de alumnos que se dirigían a sus sitios. El cielo era de un azul intenso pero claro, y empezaban a aparecer las primeras estrellas. Hagrid, el profesor Moody, la profesora McGonagall y el profesor Flitwick llegaron al estadio y se aproximaron a Bagman y los campeones. Llevaban en el sombrero estrellas luminosas, grades y rojas. Todos menos Hagrid, que las llevaba en la espalda de su chaleco de piel de topo.

—Estaremos haciendo una ronda por la parte exterior del laberinto —dijo la profesora McGonagall a los campeones—. Si tienen dificultades y quieren que los rescaten, echen al aire chispas rojas, y uno de nosotros irá a salvarlos, ¿entendido?

Los campeones asintieron con la cabeza.

—Pues entonces... ya pueden irse —les dijo Bagman con voz alegre a los cuatros que iban hacer la ronda.

—Buena suerte, Harry, Issei —les susurro Hagrid a los dos chicos.

Bagman se apuntó a la garganta con la varita, murmuró ¡Sonorus!, y su voz amplificada por arte de magia, retumbó en las tribunas.

—¡Damas y caballeros, va a dar comienzo la tercera prueba y última del Torneo de los tres magos! Permítanme que les recuerde el estado de las puntuaciones: Empatados en el primer puesto, con ochenta y  cinco puntos cada uno... ¡El señor Hyodo Issei y el señor Harry Potter, ambos del colegio Hogwarts! —Los aplausos y vítores provocaron que algunos pájaros salieran revoloteando del bosque prohibido y se perdieran en el cielo cada vez más oscuro—. En el segundo lugar, con ochenta puntos, ¡El señor Viktor Krum, del instituto Durmstrang! —más aplausos—. Y, en tercer lugar, ¡La señorita Fleur Delacour, de la academia Beauxbatons!

Harry pudo distinguir a duras penas, en medio de las tribunas, a la señora Weasley, Bill y Ron, que aplaudían a Fleur por cortesía. Los saludó con la mano, y ellos le devolvieron el saludo, sonriéndole. Se le hizo un poco extraño que Hermione no apoyara a Issei o Fleur.

—¡Entonces... cuando sople el silbato, entrarán Harry e Issei! —dijo Bagman—. Tres... dos... uno...

Dio un fuerte pitido, y Harry e Issei penetraron rápidamente en el laberinto.

Los altísimos setos arrojaban en el camino sombras negras y, ya fuera a causa de su altura y su espesor, o porque estaban encantados, el bramido de la multitud se apagó en cuanto traspasaron la entrada. Harry se sentía casi como si volviera a estar sumergido. Sacó la varita, susurró ¡Lumus!, y oyó a Issei que hacía lo mismo detrás de él, pero Issei iba a un ritmo algo lento. Después de unos cincuenta metros, llegaron a una bifurcación. Issei sonrió y lo miró unos instantes, después apago su varita.

—Hasta luego —dijo Harry, y tiró por el de la izquierda, mientras que Issei tomó el derecho.

Harry oyó por segunda vez el silbato de Bagman: Krum acababa de entraren el laberinto. Harry se apresuró. El camino que había escogido parecía completamente desierto. Giró a la derecha y corrió, sosteniendo la varita por encima de la cabeza para tratar de ver lo más lejos posible. Pero seguía sin haber nada a la vista.

Se escuchó por tercera vez, distante, el silbato de Ludo Bagman. Ya estaban todos los campeones dentro del laberinto.

...

Issei estaba caminando por el laberinto como si estuviera realmente perdido.

—Oye Ddraig, creo que si me perdí —dijo Issei, al dragón de que habita en su brazo.

Eres un idiota, ¿lo sabes? —dijo Ddraig, algo irritado.

—Sabes que no soy bueno con los laberintos.

Solo sigue la firma mágica de la copa, tonto—Ddraig le dijo al castaño.

—Es obvio que eso voy hacer —respondió Issei con falso sarcasmo.

Issei no era malo para salir de laberintos, pero ahora era diferente. Deseaba estar lejos de los demás mientras usaba un circulo mágico para poder llamar a Le Fay y hacer que pongan en acción su plan para atrapar al falso OjoLoco, por lo que se adentro en las partes más oscuras del laberinto e incluso oculto su presencia para darle el aviso a Le Fay, Cedric y Cho.

El circulo apareció en la palma de su mano.

—Le fay, deben hacerlo. Ahora.

Entendido Issei, iré por los demas.

El circulo se deshizo e Issei se puso en marcha para ayudar a Harry para ganar el torneo.

...

Harry miraba atrás a cada rato. Sentía la ya conocida sensación de que alguien lo vigilaba. El laberinto se volvía más oscuro a cada minuto, conforme el cielo se oscurecía. Llegó a una segunda bifurcación.

¡Oriéntame! —le susurró a su varita, poniéndola horizontalmente sobre la palma de la mano.

La varita giró y señalo hacia la derecha, a pleno seto. Eso era el norte, y sabía que tenía que ir al noroeste para llegar al centro del laberinto. La mejor opción que tenía era tomar la calle de la izquierda, y girar a la derecha en cuanto pudiera.

También aquella calle estaba vacía, y cuando encontró un desvió a la derecha y lo tomó, volviendo a hallar su camino libre sin obstáculos. No sabía por qué, pero aquella ausencia de problemas lo desconcertaba. ¿No tendría que haberse encontrado ya con algo? Parecía que el laberinto le estuviera teniendo una trampa para que se sintiera seguro y confiado. Luego oyó moverse algo justo detrás de él. Levantó la varita, lista para el ataque, pero el haz de luz que salía de ella se proyecto solamente con Fleur, que acababa de salir de una calle que había a mano derecha. Fleur parecía asustada: llevaba ardiendo una manga de su atuendo.

—¡Los escregutos de cola explosiva de Hagrid! —dijo Harry, comenzando a correr con Fleur.

—¡Harry!

Fleur y Harry se toparon con un cruce dividido. Dejaron por poco a los escregutos detrás de ellos, entraron a la derecha y se pudieron calmar un poco porque ya no eran perseguidos.

Entonces decidieron caminar un poco, pero al volver una esquina, vieron...

Un dementor caminaba hacia él. Avanzaba con sus más de tres metros de altura, el rostro tapado por la capucha, las manos extendidas, putrefactas, llenas de pústulas, palpando a ciegas el camino hacia Fleur y él. Harry oyó su respiración ruidosa, sintió que su húmeda frialdad empezaba a absorberlo, pero sabía lo que tenía que hacer...

Se puso de frente a Fleur que se estaba agitando del miedo. Intentó pensar en la cosa más feliz que se le ocurriera; se concentró con todas sus fuerzas en la idea de salir del laberinto y celebrarlo con Ron, Hermione e Issei, levantó la varita y gritó:

¡Expecto Patronum!

Un ciervo de plata salió del extremo de su varita y fue galopando hacia el dementor, que cayó de espaldas, tropezando en el bajo de la túnica... Harry no había visto nunca tropezar a un dementor.

—¡Vamos! —exclamo, yendo tras el patronus plateado—, ¡tú eres un boggart! ¡Riddíkulo!

Se oyó un golpe, y el mutable ser estalló en una bola de humo. El ciervo de plata se desvaneció. A Harry le hubiera gustado que se quedara para acompañarlo... Pero tuvo que volver y ayudar a Fleur.

—Estoy bien Harry, no te preocupes... solo debo, descansar —dijo ella, dejándose caer en el suelo y cerrando los ojos.

Harry viendo como Fleur se había desmayado, alzo su varita y encendió las chispas rojas para que llegaran por su amiga.

...

Cedric se fue de las gradas actuando de manera sospechosa, para llamar la atención del paranoico de OjoLoco. La lógica detrás del plan era simple: Todo mundo deseaba ver la tercera prueba, toda la escuela estaba ahí, por lo que se vería raro que alguien se fuera del lugar en pleno desarrollo de las acciones dentro del laberinto.

—Tengo que hacerlo ahora —dijo Cedric en voz alta, llamando la atención de uno de los profesores. La profesora Septima.

Ella con algo de curiosidad siguió a Cedric, que estaba murmurando cosas al azar mientras se acercaba la entrada del castillo.

—Si no lo hago, todo se ira por la borda —dijo de nuevo en voz alta.

¿Qué esta tramando Diggory? — pensaba la profesora de aritmancia.

—Él me lo ordeno, asesinar al señor Crouch —decía mientras tomaba su varita—. El señor tenebroso me aceptara en sus filas.

Eso fue suficiente para que la profesora regresara sobre sus pasos y fuera para advertir al profesor Dumbledore acerca de lo que había escuchado.

Habían estado días enteros practicando los esa parte del plan, que en si era la parte más difícil. Intentar hacerse pasar por un aprendiz de Mortifago era algo que era muy difícil.

En el ala de enfermería, Le Fay se encontraba con el señor Crouch, preparando el escenario para lo que estaba a punto de pasar. Cedric entró golpeando la puerta, haciendo un escandalo enorme, disparando hechizos y maldiciones por todo el lugar, haciendo destrozos por donde pasaba.

—¡Crouch! —grito Cedric, enojado.

El señor Crouch se estremeció porque aun no estaba recuperado, el joven hombre que estaba frente a él lo reconocía. Era el hijo de Amos Diggory.

—¿Qué haces aquí muchacho? —preguntaba Crouch, indefenso en cama.

—Es lógico, Crouch —dijo Cedric, se paso una mano por el cabello—. Estoy aquí para hacerte vivir el mismo horror que vivió tu hijo, todo ese tiempo en Azkaban.

—¡Cedric! —grito una voz conocida para él—. No te saldrás con la tuya.

Cho Chang entro a la sala, sosteniendo su varita en contra de Cedric.

...

—¿Qué vas a hacer? —gritaba la voz de Issei—. ¿Qué demonios pretendes hacer?

Y a continuación se oyó la voz de Krum:

¡Avada Kedabra!

De la nada todo se quedo callado. Horrorizado, Harry echó a correr, tratando de encontrar la manera de entrar en la calle de Issei. Como no vio ningún acceso, intentó utilizar de nuevo la maldición reductora. No resulto muy efectiva, pero consiguió hacer un pequeño agujero en el seto, a través del cual metió la pierna y pataleo contra ramas y zarzas hasta conseguir abrir un boquete. Se metió por él rasgándose la túnica y, al mirar a la derecha, vio a Issei y Krum, forcejeando en el suelo.

Harry salió del agujero y se levantó, apuntando a Krum con la varita justo cuando éste miraba hacia él. Entonces Krum se volvió y echó a correr.

¡Desmaius! —gritó Harry.

El encantamiento pego a Krum en la espalda. Se detuvo en seco, cayó de bruces y se quedó inmóvil, boca abajo, tendido en la hierba. Harry corrió hacia Issei, que no se había puesto de pie en un rato.

—¿Estás bien? —le preguntó, moviendo el brazo de Issei.

—Sí —dijo Issei, con pereza—. Sí... No puedo creer que el imbécil viniera hacia por detrás. Lo escuche y empezamos a pelear.

Se levanto como si no tuviera nada. Los dos miraron Krum.

—Me cuesta creer que tratara de hacerte Eso —dijo Harry, viendo a Krum—. Pensé que era un tipo legal.

—Yo siendo sincero, no lo creía —dijo Issei con una pequeña sonrisa.

—Es por lo que paso con Hermione —dijo Harry, viendo al castaño.

—No, no lo creo —Issei le dio la espalda—. ¿Te topaste con Fleur?

—Sí, pero se desmayo cuando nos encontramos con un boggart en forma de Dementor —decía Harry, mientras picaba a Krum con un palito—. ¿Lo dejamos aquí?

—Yo digo que si.

—No. Creo que mejor deberíamos lanzar chispas rojas. Alguien vendrá a recogerlo... Si no, lo más fácil es que se lo coma un escreguto.

—Es lo que se merece.

Issei y Harry permanecieron por un momento en la oscuridad, mirando a su alrededor.






















Hola hijos de su mamá. Casi no pongo nada al final de los capítulos, pero ahora es un momento crucial para el fanfic.

Como me estoy acercando al final del libro del Caliz de fuego, me quedan alrededor de 70 páginas por leer y adaptar para el fic.

La pregunta que me gustaría hacerles, a ustedes mis lectores y fieles seguidores de aventura Mágica. ¿Adapto el libro de la orden del Fénix? Tomando en cuenta que es el libro más largo de la saga, me tardaría mucho más a comparación de este.

Comenten que piensan.





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