XVII

-Narrador-

Hermione estaba asustada, preocupada, pensativa, y emocionada. Todo al mismo tiempo, mientras estaba acostada en la cama de su dormitorio sin prestarle atención a las demás chicas en el cuarto. ¿Como podría hacerlo? Después de lo que vivió junto a las otras personas, no estaba segura de que hacer, o como sobrellevarlo. Solo llego a su cama en el dormitorio y se sentó ahí por el resto del día pensando en las palabras del dragón que pensaba que solo existía en leyendas.

—Hasta hace 4 años pensabas que la magia no existía —murmuro para si misma con irritación.

En su mente no dejaban de sonar las palabras del dragón, ¿cómo no estarlo? prácticamente le dijeron que era descendiente de una de las brujas más famosas de la historia. Si bien Circe no era un gran ejemplo a seguir por sus practicas transformando personas en cerdos, sus actos de celos hacia otras mujeres y sus venganzas, pero eso no demeritaba el hecho de que fue la primera bruja en considerarse como la primera bruja tradicional, y una que era demasiado poderosa ¡Era una diosa menor! ¡Hermione desciendes de una diosa! pensaba un poco extrañada de si misma.

Por otro lado estaba la advertencia sobre Issei. "Es difícil volver a ganar la confianza de Issei" Eso era lo que más le preocupaba, y volviendo hasta que regresaron a la casa de los Weasley y fue ella quien lo busco desde un inicio, no Issei a ella. Recordaba bien que Issei solo se dirigía a ellos para hacer preguntas básicas de los libros de texto y demás, y como en el paso del tiempo cuando llegaron al castillo.

Cuando la defendía de Malfoy, como gracias a él las burlas a su persona bajaron, cuando fue cargada como una princesa hasta la enfermería después de ser golpeada con una maldición fuerte, como lo había llamado "Héroe" Como fue que la cuido durante el tiempo que estuvo en la enfermería, y muchas otras cosas.

—¿Seguirá pensando que soy linda? —susurro de nuevo a si misma.

Ahora que sabía que es lo que le ocultaba, se estaba sintiendo como una tonta. ¡¿Como podría hacerlo?! Era un evento muytraumatizante, lleno de dolor y sufrimiento no solo para Issei, quien fue el que recibió más castigo y tortura de parte de sus captores. Se estaba sintiendo no solo como una tonta, si no como una estúpida por llevar sus celos a tan alto nivel, estaba aceptando que tomar la propuesta de Krum para ir al baile fue algo que no debió hacer. También estaba la parte en la que Issei intento hacerla sentir celosa con Fleur (cosa que tuvo éxito) y se enfureció por eso.

Ahora los periódicos y las revistas tenían razón.

Eres una bruja que juega con los hombres —Pensó en silenció—. Tal vez merezca que no me hable de nuevo.

Se estaba deprimiendo demasiado, Issei fue el primer chico que se mostró interesado en ella de manera romántica, el mismo dijo que la veía en ese modo. ¿como pudo dejar llevarse por la insistencia de Krum? No es que el chico fuera feo, pero no era para nada el tipo de ella... Ella tenía... Tenía.

Lagrimas se estaban formando en sus ojos, no podía contenerlas y comenzaron a bajar por sus mejillas, al igual que el llanto contenido. En estos momentos se odiaba a si misma, todo era su culpa. Absolutamente todo.

Esa noche Hermione lloró hasta quedarse dormida.

...

Issei estaba junto con Luna en la torre de Ravenclaw. Le fay había sido sorteada poco después de que todos salieran de las oficinas del director, siendo su casa Hufflepuff. La decisión del sombrero seleccionador estaba basada en que aunque fuera una chica demasiado lista (comparando a Le Fay con la propia Rowena) comento que su lealtad era algo ligeramente más fuerte, y que su estadía en la casa de Helga sería algo que ayudaría no solo a los estudiantes, sino a ella misma.

—me sorprende un poco que Le Fay no este con nosotros —dijo Luna, somnolienta.

—igual a mi —dijo Issei, sonriendo —. ¿Quieres que cepille tu cabello antes de dormir?

—Sí, si por favor —dijo Luna con una sonrisa.

Issei saco el cepillo de la mochila de Luna, ambos se sentaron en el sofá de tres plazas, Luna de espaldas a Issei. Luna se desato la coleta que Issei le hizo esa mañana, sonriendo al sentir las cálidas manos de Issei.

—¿Issei?

—¿Ocurre algo, Luna?

Luna dudo un poco en traer el tema que estaba a punto de preguntar, pero era necesario hacerlo ahora que más tarde.

—¿Que pasara con Hermione?

—No lo se —dijo Issei, sincero—. Las cosas con ella son un poco difíciles, tanto para ella, como para mi.

—¿tan malo es?

—Sí, me temo que sí.

—¿Por qué?

—Hermione es una persona fuerte de carácter, muy inteligente en lo que se refiere a lo académico —dijo Issei, sonriendo—, pero en el sentido amoroso, es inexperta. Estaba intentando llevar las cosas a un ritmo lento con ella, pero creo que la presión hecha por Krum la llevo a tomar esas decisiones.

—¿Entonces, Krum hizo mal?

—No solo él, yo también hice mal —Issei seguía cepillando a Luna—. No me arrepiento de invitar a Fleur, cumpliré todo lo que dije que haría con ella. Pero actuar por los celos, no fue mi mejor momento.

—Aunque este con Viktor ¿Aun la querrás?

—Por supuesto que sí, pero me temo que nos llevara tiempo poder arreglar nuestra situación —Issei abrazo a Luna—. Se que intentas hacer y, creo que es muy lindo de tu parte, Luna. 

Luna sintió Issei la pegaba más a su cuerpo, al igual que el abrazo se hacía mas fuerte. Luna se relajo un poco en el cálido abrazo del castaño, mientras cerraba sus ojos.

—Me guste o no, Hermione y yo debemos darnos un tiempo —dijo Issei susurrando a Luna—, dejar que sus ideas se organicen, y después de eso arreglar las cosas. Se que no sera pronto.

Issei cargo a Luna, que cayo dormida en sus brazos, directo al dormitorio de chicas.

...

La mañana siguiente Harry, Ron y Ginny estuvieron intentando hacer que Hermione dejara su cama en el dormitorio.  Ellos entendían a medias de porque estaba de ese modo, también estaban impactados sobre esa revelación, claro que ellos no eran tan cercanos a Issei como lo era Hermione.  Nadie sabía que hacer, no estaban preparados para algo de la magnitud que Issei les revelo, y menos para lidiar con que su mejor amiga estuviera llorando todo el día.

—¿Crees que podamos hacer algo para que se sienta mejor?—preguntaba Ginny, un poco preocupada.

—No creo que podamos, es demasiado con lo que lidiar —decía Harry con un poco de preocupación—. Esto es muy difícil, es posible que nada vuelva ser como antes.

—Pienso lo mismo —dijo Ron mirando a Harry—. Aunque creo que Issei debió contarnos su pasado, creo que no confía mucho en nosotros.

—Yo pienso que es lo contrario, Ron —dijo Ginny, mientras abría una rana de chocolate—. Issei se preocupa por nosotros,  se comportaba como Bill y Charlie cuando nos cuidan en exceso. Lo hacía para mantenernos a salvo.

—Nos cuidaban de las bromas de Fred y George...

—Yo no sabría decirlo, pero siento que en verdad no protege, piénsalo —Harry dijo mientras veía a Ron—. ¿Por qué se tomaría tantas molestias en ayudarme a sobrevivir al torneo?

—Tienes razón, mejor busquemos una forma de darle ánimos a Hermione.

Pensaron mucho durante las clases de ese día. Gracias al incidente ocurrido por un terremoto, muchos estudiantes estaban enfermos y los profesores decidieron que solo harían lectura de repaso para darle tiempo a los afectados y recuperarse de sus síntomas.

...

Marzo había empezado, y el tiempo se hizo más seco, pero un viento terrible parecía despellejarles manos y cara cada vez que salían del castillo. Con los días pasando, Hermione se fue "recompuso" de su episodio de auto-desprecio y volvió con sus dos mejores amigos.Había retrasos en el correo porque el viento desviaba a las lechuzas del camino. La lechuza parda que Harry había enviado a Sirius con la fecha del permiso para ir a Hogsmeade volvió el viernes por la mañana a la hora del desayuno con la mitad de las plumas revueltas. En cuanto Harry le desprendió la carta de Sirius se escapó, temiendo que la enviaran otra vez.

La carta de Sirius era casi tan corta como la anterior:

Vayan al paso cerca que hay al final de la carretera que sale de Hogsmeade (más allá de Dervish y Banges) el sábado a las dos en punto de la tarde. Lleven toda la comida que puedan.

—¡No habrá vuelto a Hogsmeade! —exclamo Ron, sorprendido.

—Eso parece —observó Hermione, un poco decaída.

—No puedo creerlo —dijo Harry muy preocupado —. Si lo atrapan...

—Hasta ahora no lo han conseguido —le recordó Ron—.  Y el lugar ya no está lleno de dementores.

Harry plegó la carta, pensando. La verdad quería volver a ver a Sirius. De forma que fue a la ultima clase de la tarde (Doble hora de pociones) mucho más contento de lo que normalmente se sentía cuando bajaba la escalera que llevaba a las mazmorras.

Malfoy, Crabbe y Goyle habían formado un circulo a la puerta de la clase con la pandilla de chicas de Slytherin a la que pertenecía Pansy Parkinson. Todos miraban algo que Harry no alcanzó a distinguir, y se reían por lo bajo con muchas ganas. La cara de Pansy asomó por detrás de la ancha espalda de Goyle y los vio acercarse.

—¡Ahí están, ahí están! —anunció con una risa tonta, y el circulo se rompió.

Harry vio que Pansy tenía en las manos un ejemplar de la revista Corazón de Bruja. La foto con movimiento de la portada mostraba a una bruja de pelo rizado que sonreía enseñando los dientes apuntando a un bizcocho grande con la varita.

—¡A lo mejor encuentras algo aquí de tu interés, Granger! —dijo Pansy en voz alta, y le tiro la revista a Hermione, que la tomo como  si no tuviera importancia.

En aquel momento se abrió la puerta de la mazmorra, y Snape les hizo señas de que entraran.

Hermione, Harry y Ron se encaminaron hacia su pupitre al final d la mazmorra. En cuanto Snape volvió la espalda para escribir en la pizarra los ingredientes de la poción de aquel día, Hermione se puso a hojear la revista bajo el pupitre. Al fin,  en las paginas centrales, encontró lo que buscaba. Harry y Ron se inclinaron un poco para ver mejor. Una fotografía en color de Issei y Krum encabezaba un pequeño artículo titulado 'El triangulo amoroso que termino en desastre'

Tal vez sea diferente. Pero, aun así, el alumno sensación del torneo de los tres magos, Issei Hyodo, es un típico adolescente,
Nos revela Rita Skeeter. Poco se conoce del pasado del joven sensación, que gracias a los enigmas de su vida se ha hecho de muchos fans.  Desde su llegada al castillo, inicio una relación amorosa con la chica, Hermione Granger, una muchacha hija de muggles. Poco  sospechaba que no tardaría en sufrir una traición emocional.

La señorita Granger, una muchacha nada agraciada pero sí muy ambiciosa, parece sentir debilidad por los magos guapos y famosos, debilidad que ni siquiera la nueva sensación el mundo mágico ha podido satisfacer por sí solo. Desde la llegada a Hogwarts de Viktor Krum, el buscador búlgaro y héroe de los últimos mundiales de quidditch, la señorita Granger ha jugado con los afectos de ambos muchachos. Krum, qué esta abiertamente enamorado de la taimada señorita Granger, la ha invitado ya a visitarlo en Bulgaria durante las vacaciones de verano, no sin antes aclarar que jamás había sentido lo mismo por ninguna otra chica.

Sin embargo, podrían no ser los dudosos encantos naturales de la señorita Granger los que han conquistado el interés de estos pobres chicos.

«Es fea con ganas —nos relata Pansy Parkinson, una bonita y vivaracha alumna de cuarto curso—, pero es perfectamente capaz de preparar un filtro amoroso, porque es una sabelotodo. Supongo que así lo consigue. »

Como es natural, los filtros amorosos están prohibidos en Hogwarts, y no cabe duda de que Albus Dumbledore estará interesado en investigar estas sospechas. Mientras tanto, las admiradoras de Issei Hyodo tendremos que conformarnos con esperar que la próxima vez le entregue su corazón a una candidata más digna de él.

El articulo seguía difamando a Hermione sin escrúpulos. Estaba enfadada, eso era obvio por como estaba a punto de romper la revista. Habían comenzado a trabajar en la poción que Snape puso en la pizarra.

—¿Es verdad, Hermione? —preguntaba Harry, curioso.

—¿Sobre que, Harry? —preguntaba ella.

—¿Krum te invito a que lo visitaras en Bulgaria? —dijo Ron, interviniendo.

Hermione se puso roja como un tomate, pero después sintió un gran arrepentimiento, eso se notaba en su mirada.

—¿Qué? —exclamó éste, dejando caer la mano del mortero, que hizo bastante ruido.

—Me lo pidió justo después de sacarme del lago —susurró Hermione—. Después de volver a transformarse la cabeza, antes de que Issei saliera del lago... La señora Pomfrey nos do una manta a cada uno, y luego él me llevo aparte para que no pudieran oírnos, y me dijo que si no tenía nada pensado para el verano, tal vez...

—¿Qué le respondiste? —preguntaron Harry y Ron, un tanto más curiosos.

—Y dijo que nunca había sentido lo mismo por ninguna otra chica —siguió Hermione, sintiendo una mezcla de arrepentimiento y alegría—. Pero ¿cómo pudo oírlo Rita Skeeter? Ella no estaba por allí, ¿o sí? A lo mejor tiene una capa invisible, a lo mejor se infiltró en los terrenos para ver la segunda prueba...

—¿Y qué le respondiste tú? —repitió Ron, pegando fuerte con la mano de mortero.

—Bueno, yo estaba demasiado ocupada intentando averiguar si ustedes dos estaban bien...

Las clases siguieron de manera normal, Snape siendo injusto con los de Gryffindor. Separo a Ron, Harry y Hermione, enviando a cada uno a diferentes mesas. Harry terminó solo, frente al profesor Snape, lejos del resto de la clase.

—Voy a darte una advertencia, Potter —dijo Snape, con la voz tan suave y venenosa—, No se que tengas entre manos: si te encuentro volviendo a entrar en mi despacho...

—¡Yo no me he acercado nunca a su despacho! —replicó Harry enojado, olvidando su fingida sordera de los clásicos insultos del profesor.

—No me mientas —dijo Snape entre dientes, perforando a Harry con sus insondables ojos negros—. Piel de serpiente arbórea africana, branquialgas... Tanto una como otra salieron de mi armario privado, y sé quién las robó.

Harry le devolvió la mirada a Snape, intentando no pestañear ni parecer culpable. La verdad era que él no le había robado ninguna de aquellas cosas.
Era Hermione quien le había cogido la piel de serpiente arbórea africana cuando estaban en segundo: la necesitaban para la poción multijugos. Y aunque aquella vez Snape había sospechado de Harry, no había podido demostrarlo. En cuanto a las branquialgas, era evidente que las había robado Dobby

—No sé de qué me habla —contestó Harry fríamente.

—¡No estabas en el dormitorio la noche en que entraron a mi despacho! —le dijo Snape en voz baja—. ¡Lo sé, Potter! ¡Y aunque Ojoloco Moody haya ingresado a tu club de admiradores, no por eso toleraré tu comportamiento! Una nueva incursión nocturna a mi despacho, Potter, ¡y lo pagarás!

—Bien —repuso Harry con serenidad, volviendo a sus raíces de jengibre—, lo tendré en cuenta por si alguna vez siento impulsos de entrar.

Hubo un brillo en los ojos de Snape. Se metió la mano en la túnica negra, y por un momento Harry temió que sacara la varita y le echara una maldición allí mismo. Luego vio que lo que sacaba era un pequeño tarro de cristal con una poción que parecía agua. Harry la observó.

—¿Sabes qué es esto, Potter? —preguntó Snape, y sus ojos volvieron a brillar malévolamente.

—No —respondió Harry, aquella vez con total sinceridad.

—Es veritaserum, una poción de la verdad tan poderosa que tres gotas bastarían para que descubrieras tus más íntimos secretos ante toda la clase —dijo Snape con la voz impregnada de odio—. Desde luego, el uso de esta poción está severamente controlado por normativa ministerial. Pero si no vigilas tus pasos, podrías descubrir que mi mano se desliza subrepticiamente —movió un poco un tarro de cristal—, hasta el jugo de calabaza de tu cena. Y entonces, Potter... sabremos si has estado o no en mi despacho.

Harry no dijo nada. Una vez más, volvió su atención a las raíces de jengibre, agarro el cuchillo y las partió en rodajas. No le hacía ni pizca de gracia lo de la poción de la verdad, y no dudaba de que Snape fuera capaz de echársela en el zumo. Reprimió un estremecimiento al imaginar todo lo que podría decir en ese caso. Aparte de meter en problemas a un montón de gente (para empezar, a Hermione y a Dobby), estaban todas las otras cosas que ocultaba... como el hecho de mantener contacto con Sirius y (las tripas le dieron un retortijón sólo de pensarlo). Metió también en el caldero las raíces de jengibre, preguntándose si debería tomar ejemplo de Moody y limitarse a beber de su propia petaca

Luego llamaron a la puerta. El profesor Karkaroff entró y comenzó a charlar de manera casi secreta, apresurada y con algo de miedo. En un momento de la conversación Karkaroff se levanto la manga de su brazo izquierdo, mostrando un poco de su marca tenebrosa, cosa que hizo que Snape se exaltara un poco. El director de Durmstrang se quedo el resto de la clase, viendo a Snape con ojos vigilantes.

...

A la noche de ese mismo día, durante la cena en compañía de todas las casas, Le Fay estaba haciendo amigos en Hufflepuff. Issei le había dicho que Cedric Diggory era un amigo confiable, y que podía pedirle ayuda para adaptarse si lo necesitaba.

Cedric, Le Fay y otros chicos de sexto y quinto año estaban charlando acerca de como se conocían ella e Issei. Preguntando también si había sentido aquel terremoto y la extraña concentración de magia.

—Claro que conozco a Issei —dijo Le Fay—. Somos buenos amigos, y el terremoto fue algo aterrador. Casi me desmayo en la oficina del profesor Dumbledore, no podía respirar del todo.

—Te entiendo, fue algo muy repentino —dijo una chica de quinto año—, demasiado raro, aunque yo si me desmaye...

Le Fay se veía bien en su túnica negro con amarillo, le hacía juego con su cabello y resaltaba sus hermosos ojos azules.

—En fin —dijo Cedric un poco serio—. Todos concordamos que eso fue una experiencia terrorífica, ¿No creen que es mejor celebrar? Tenemos una estudiante prodigio, vamos a darle una bienvenida como solo los Hufflefuff sabemos hacerlo.

Todos sonrieron y empezaron a cambiar a temas más agradables. Le Fay volteo a ver a  Issei, que estaba sentado y charlando con Fleur, un poco sonrojado. El castaño pudo ver a Le Fay, y asintió con la cabeza.

Le Fay se puso a festejar con sus nuevos compañeros por los próximos dos años.

...

A las doce del siguiente día salieron del castillo bajo un débil sol plateado que brillaba sobre los campos. El tiempo era más suave de lo que había sido en lo que llevaban de año, y cuando llegaron a Hogsmeade los tres se habían quitado la capa y se la habían echado al hombro. En la mochila de Harry llevaban la comida que Sirius les había pedido: Una docena de muslos de pollo, una barra de pan y un frasco de jugo de calabaza que es habían servido en la comida.

Fueron a Tiroslargos Moda a comprar un regalo para Dobby, y se divirtieron eligiendo los calcetines más estrambóticos que vieron, incluido un par con un dibujo de refulgentes estrellas doradas y plateadas y otro que chillaba mucho cuando empezaba a oler demasiado. A la una y media subieron por la calle principal, pasaron Dervish y Banges y salieron hacia las afueras del pueblo.

Harry nunca había ido por allí. El ventoso callejón salía del pueblo hacia el
campo sin cultivar que rodeaba Hogsmeade. Las casas estaban por allí más
espaciadas y tenían jardines más grandes. Caminaron hacia el pie de la montaña que dominaba Hogsmeade, doblaron una curva y vieron al final del camino unas tablas puestas para ayudar a pasar una cerca. Con las patas delanteras apoyadas en la tabla más alta y unos periódicos en la boca, un perro negro, muy grande y lanudo, parecía aguardarlos. Lo reconocieron enseguida.

—Hola, Sirius —saludó Harry, cuando llegaron hasta él.

El perro olió con avidez la mochila de Harry, meneó la cola, y luego volvió y comenzó a trotar por el campo cubierto de maleza que subía hacia el rocoso pie de la montaña. Harry, Ron y Hermione traspasaron la cerca y lo siguieron.

Sirius los condujo a la base misma de la montaña, donde el suelo estaba cubierto de rocas y cantos rodados, y empezó a ascender por la ladera: un
camino fácil para él, con sus cuatro patas; pero Harry, Ron y Hermione se quedaron pronto sin aliento. Siguieron subiendo tras Sirius durante casi media
hora por el mismo camino pedregoso, empinado y serpentean-te. El perro movía la cola mientras ellos sudaban bajo el sol. A Harry le dolían los hombros por las correas de la mochila.

Al final Sirius se perdió de vista, y, cuando llegaron al lugar en que había
desaparecido, vieron una estrecha abertura en la piedra. Se metieron por ella
con dificultad y se encontraron en una cueva fresca y oscura.

Al fondo, atado a una roca, se hallaba el hipogrifo Buckbeak. Mitad caballo gris y mitad águila gigante, sus fieros ojos naranja brillaron al verlos. Los tres se inclinaron notoriamente ante él, y, después de observarlos por un momento, Buckbeak dobló sus escamosas rodillas delanteras y permitió que Hermione se acercara y le acariciara el cuello con plumas. Harry, sin embargo, miraba al perro negro, que acababa de convertirse en su padrino.

Sirius llevaba puesta una túnica gris andrajosa, la misma que llevaba al dejar Azkaban, y estaba muy delgado. Tenía el pelo más largo que cuando se había aparecido en la chimenea, y sucio y enmarañado como el curso anterior.

—¡Pollo! —exclamó con voz ronca. después de haberse quitado los números atrasados de El profeta y haberlos echado al suelo de la cueva.

Harry sacó de la mochila el pan y el paquete de muslos de pollo y se lo entrego.

—Gracias —dijo Sirius, que lo abrió de inmediato, tomo un muslo y se puso a devorarlo sentado en el suelo de la cueva—. Me alimento sobre todo de ratas. No quiero robar demasiada comida en Hogsmeade, porque llamaría la atención.

Sonrió a Harry, pero a éste le costo le costó esfuerzo devolverle la sonrisa.

—¿Qué haces aquí, Sirius? —le preguntó.

—Cumplir con mi deber de padrino —respondió Sirius, royendo el hueso de pollo de forma muy parecida a como lo habría hecho un perro—. No te preocupes por mí: me hago pasar por un perro vagabundo de muy buenos modales.

Seguía sonriendo; pero, al ver la cara de preocupación de Harry, dijo más seriamente:

—Quiero estar cera. Tu última carta... Bueno, digamos que simplemente que cada vez me huele todo más a podrido. Voy recogiendo los periódicos que la gente tira, y, a juzgar por las apariencias, no soy el único que empieza a preocuparse.

Señalo con la cabeza los amarillentos números de El profeta que estaban en el suelo. Ron los tomó y los desplegó.

Harry, sin embargo, siguió mirando a Sirius.

—¿Y si te atrapan?¿Qué pasará si te descubren?

—Solo ustedes tres y Dumbledore saben que soy un animago —dijo Sirius, encogiéndose de hombros y siguiendo con el pollo.

Ron le dio un codazo a Harry y le pasó los ejemplares de El Profeta. Eran dos: El primero llevaba el titular «La misteriosa enfermedad de Bartemius Crouch»; el segundo, «La bruja del ministerio sigue desaparecida. El ministro de magia se ocupa ahora personalmente del caso».

Harry miró el articulo sobre Crouch. Las frases le saltaban a los ojos «No se lo ha visto en público desde noviembre... la casa parece desierta... El hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas rehúsa hacer comentarios. El Ministerio se niega a confirmar los rumores de enfermedad crítica...»

—Suena como si estuviera muriendo —comentó Harry—. Pero no puede estar tan enfermo si se ha colado en Hogwarts...

—Mi hermano es el ayudante personal de Crouch—informó Ron a Sirius—. Dice que lo que tiene Crouch se debe al exceso de trabajo...

—Se está llevando su merecido por despedir a Winky —dijo Hermione con frialdad... mucha frialdad. Estaba acariciando a Buckbeak, que mascaba los huesos de pollo que Sirius le iba dejando—. Apuesto a que se arrepiente de haberlo hecho. Apuesto que ahora que ella no está para cuidarlo se da cuenta de lo que valía.

—Hermione está obsesionada con los elfos domésticos —le explicó Ron a Sirius, dirigiendo a Hermione una mirada Severa, para volverse a Harry—. ¿Crees que debamos contarle algo a Issei? creo que puede ser de ayuda.

—No, no sera de ayuda —dijo Hermione, algo rápido.

Sirius se vio interesado.

—¿Quien este Issei? y ¿Crouch despidió a su elfina doméstica?

—Es un amigo que me ayuda con lo del torneo de los tres magos, es algo así como el novio de Hermione —dijo Harry para después ser golpeado por la chica—. Y con lo de Crouch, fue en los mundiales de quidditch.

Harry se puso a contar la historia de la aparición de la Marca Tenebrosa y de que habían encontrado a Winky con la varita de él en la mano, y del enojo del señor Crouch. Para después contarle un poco más de Issei.

Cuando Harry hubo concluido, Sirius se puso de nuevo de pie y comenzó a pasear de un lado a otro en la cueva.

—A ver si lo entiendo todo bien —dijo después de un rato, blandiendo un nuevo muslo de pollo—. Hermione tiene un novio con el que esta peleado, y por eso esta por el momento con Viktor Krum ¿cierto?

—Si —dijo Ron, recibiendo una mirada de Hermione.

—Se que no me concierne, Hermione, querida en esta ocasión tuviste la culpa —dijo Sirius como si fuera un padre—. Me interesa conocer a este chico, por lo que me han contado, es confiable y los ha estado cuidando.

Harry y Ron asintieron. Hermione seguía con el hipogrifo.

—Ahora vamos con lo de Crouch —dijo con otro muslo de pollo en su mano—. Primero vieron en la tribuna a la elfina, que le estaba guardando un sitio a Crouch, ¿no es así?

—Sí —ahora respondieron los tres juntos.

—Pero Crouch no apareció en todo el partido..

—No —confirmo Harry—. Me parece que dijo que había estado muy ocupado.

Sirius paseó en silencio por la cueva. Luego preguntó:

—¿por qué aceptaste ir con el chico Krum, si estabas interesada en el chico Issei? —Era una pregunta tonta.

—¡Volvamos al tema principal, por favor! —dijo Hermione, dolida.

—Bueno, lo siento —dijo Sirius con una pequeña sonrisa—. ¿Miraste en los bolsillos si estaba la varita después de dejar la tribuna principal, Harry?

—Eh... —Harry intentó recordar—. No —contestó por fin—. No la necesite antes de llegar al bosque. Entonces metí la mano en el bolsillo, y lo único que encontré fueron los omniculares. —Miró a Sirius—. ¿Crees que el que hizo aparecer la Marca Tenebrosa me robó la varita en la tribuna principal?

—Tal vez —dijo Sirius.

—¡Winky no robó esa varita! —aseguró Hermione con vehemencia.

—La elfina no estaba sola en la tribuna principal, ¿verdad? —dijo Sirius frunciendo el entrecejo mientras pensaba—. ¿Quién más había sentado detrás de ti?

—Mucha gente —explicó Harry—. Funcionarios búlgaros... Cornelius Fudge... Los Malfoy...

—¡Los Malfoy! —exclamó Ron de repente, tan alto que su voz retumbó en la cueva. Buckbeak sacudió la cabeza nervioso—. ¡Seguro que fue Lucius Malfoy!

—¿Nadie más?

—Nadie —dijo Harry.

—Sí, había alguien más: Ludo Bagman —recordó Hermione, menos enfadada.

—¡Ah, sí...!

—No sé nada de Bagman, salvo que fue golpeador en las avispas de Wimbourne —comentó Sirius, sin dejar de pasear—. ¿Cómo es?

—Algo molesto, se la pasa queriendo ayudarme con el torneo...

—¿En verdad? —El ceño de Sirius se hizo más profundo—. ¿Por qué lo hará?

—Dice que tiene debilidad por mí.

—mmm. —Sirius se quedó pensativo.

Siguieron pensado en teorías de quién pudo haber tomado la varita de Harry, pasando por un sospechoso y otro, negando y volviendo a iniciar, hasta que volvieron con Barty Crouch, de nuevo.

—Hermione tiene merito, Ron. Si quieres saber cómo es alguien, mira de qué manera trata a sus inferiores, no a sus iguales.

Sirius se paso una mano por la cara sin afeitar, intentando pensar.

—Todas esas ausencias de Barty Crouch... Se toma la molestia de enviar a su elfina doméstica para que le guarde un asiento en los mundiales, pero no aparece para ver el partido; trabaja muy duro para reinstaurar el torneo, y luego también se ausenta... Nada de eso es propio de él. Si antes de esto había dejado alguna vez de ir al trabajo por enfermedad, me como a Buckbeak.

—¿Conoces a Crouch, entonces? —le preguntó Harry.

La cara de Sirius se ensombreció. De pronto parecía tan amenazador como Issei cuando sus ojos cambiaban a verde esmeralda...

—Conozco a Crouch muy bien —dijo en voz baja—. Fue el que ordenó que me llevaran a Azkaban... sin juicio.

—¿Qué? —exclamaron Ron y Hermione.

—¡Bromeas! —dijo Harry.

—No, no bromeo —respondió Sirius, arrancando otro bocado al muslo de pollo—. Crouch era director del Departamento de Seguridad Mágica, ¿No lo sabían?

Los tres amigos negaron con la cabeza. Sirius comenzó a explicarles como eran las cosas en los tiempos de la guerra contra Voldemort en su primer reinado de terror. Las cosas no pintaban para nada bien, hasta que llego a un punto en donde todos se quedaron sorprendidos.

—El propio hijo de Crouch fue descubierto con un grupo de mortífagos que se las habían arreglado para salir de Azkaban. Según parecía, buscaban a Voldemort para reinstaurar su poder.

—¿Pillaron al hijo de Crouch? —pregunto Hermione con voz entre cortada. Había recordado un poco de la historia que Issei ocultaba, su triste y dolorosa historia.

—Sí —contestó Sirius, tirándole a Buckbeaki el hueso de pollo; luego se apresuro a recoger la barra de pan y partirla por la mitad—. Un golpe duro para Barty, me imagino. Tal vez debería haber dedicado más tiempo a su familia, tal vez debería haber trabajado algo menos y vuelto a casa antes, de vez en cuando, para conocer a su propio hijo.

Empezó a devorar el pan a grandes bocados.

—¿Su propio hijo era un mortífago? —inquirió Harry.

—No lo sé —repuso Sirius, acabando de comer el pan—. Yo estaba en Azkaban cuando lo llevaron. Éstas son cosas que en su mayor parte he averiguado después de haber salido. Desde luego, el muchacho fue descubierto en compañía de gente que me apostaría el cuello a que eran mortífagos, pero tal ve sólo estuviera en el lugar equivocado en el momento equivocado, como la elfina doméstica.

La platica siguió con el mismo ritmo, Harry y los demás haciendo preguntas y, Sirius respondiendo. En su mayoría eran preguntas sobre Crouch Sr y su relación con su hijo, Crouch Jr.

La reputación del señor Crouch se vio manchada por las acciones de su hijo, luego para ser azotado por la muerte de su hijo en prisión, y la de su esposa por el corazón partido. Sirius dijo que eso fue lo que causo que su popularidad fuera cayendo en picada, por lo que perdió en la competencia por el puesto de Ministro de Magia, dejándolo relegado al puesto de cooperación mágica internacional.

—¿Entonces por qué se colo a buscar en el despacho de Snape? —preguntaba Hermione.

—No lo sé, no me hace mucho sentido —dijo Sirius un poco pensativo.

—¿A que te refieres? —dijo Ron, curioso.

—Mira, si Crouch quiere investigar a Snape, ¿por qué no va a las pruebas del torneo? Sería una excusa perfecta para hacer visitar regulares a Hogwarts y así tenerlo bajo la mira.

Nadie dijo nada ante lo dicho por Sirius, por lo que se quedaron pensando unos momentos antes de seguir hablando.

—¿crees que Snape tenga algo que ver? —preguntaba Harry.

—Dumbledore confía en Snape... —dijo Hermione.

—Como yo confiaba en Scrabbers y mira como resulto eso —dijo Ron un poco serio.

—¿que piensas tú, Sirius? —preguntó Harry.

—Los dos tienen algo de razón —contestó el merodeador—. En cuanto supe que Snape daba clase aquí, siempre fue famoso por tener una fascinación por las artes oscuras tanto que cuando llego al colegió en primer año, ya conocía más maldiciones que los de séptimo año, y formó parte de una pandilla de Slytherin que luego resultaron casi todos motífagos —paró unos momentos mientras recordaba algo—. Rosier y Wilkes: a los dos los mataron los aurores un año antes de la caída de Voldemort; los Lestrange, que son matrimonio, están en Azkaban; Avery, del que he oído que se quitó de en medio diciendo que había actuado bajo los efectos de la maldición imperius, todavía anda suelto.  Pero con Snape no hubo denuncias.

Continuaron pensando en que podrían traerse entre manos Crouch, Snape y Karkaroff. Harry les contó todo lo que vio el día anterior mientras estaba en clases con Snape, cuando Karkaroff entró de manera algo apresurada y se quedo el resto de la clases. Las cosas no iban avanzando, así que decidieron regresar al castillo, Sirius los acompaño en forma de Canuto.

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