XIII
-Narrador-
Después de que Issei aceptara la invitación de Fleur para ir al baile, paso un dia entero.
Deseosos de impresionar a los visitantes de Beauxbatons y Durmstrang, los de Hogwarts parecían determinados a engalanar el castillo lo mejor posible en Navidad. Cuando estuvo lista la decoración, Harry pensó que era la más sorprendente que había visto nunca en el castillo: a las barandillas de la escalinata de mármol les habían añadido carámbanos perennes; los acostumbrados doce árboles de Navidad del Gran Comedor estaban adornados con todo lo imaginable, desde luminosas bayas de acebo hasta búhos auténticos, dorados, que ululaban; y habían embrujado las armaduras para que entonaran villancicos cada vez que alguien pasaba por su lado. Era impresionante oír Adeste, fideles... cantado por un yelmo vacío que no sabía más que la mitad de la letra. En varias ocasiones, Filch, el conserje, tuvo que sacar a Peeves de dentro de las armaduras, donde se ocultaba para llenar los huecos de los villancicos con versos de su invención, siempre bastante groseros.
Harry sentía la presión en sus hombros, estaba esperando el momento perfecto para tratar de invitar a Cho Chang aun después de que Ron le dijera que no lo intentara. Él y Ron se estaban poniendo muy nerviosos aunque, como Harry observó, sin pareja. Ron no haría tanto el ridículo como él, porque se suponía que tenía que abrir el baile con los demás campeones.
—Supongo que siempre quedará Myrtle la llorona— comentó en tono lúgubre, refiriéndose al fantasma que habitaba en los servicios de las chicas del segundo piso.
—Tendremos que hacer de tripas corazón, Harry— le dijo Ron el viernes por la mañana, en un tono que sugería que se proponían asaltar una fortaleza inexpugnable—. Antes de que volvamos esta noche a la sala común, tenemos que haber conseguido pareja ¿vale?
—Eh... vale —asintió Harry.
No era el día de suerte de Harry. Cada vez que vio a Cho en el día, durante todo el tiempo estaba acompañada. ¿Es que no iba sola a ninguna parte? ¿Podría pillarla por sorpresa de camino a los baños? Pero no: También a los servicios iba acompañada de una escolta de cuatro o cinco chicas. Aunque, si no se daba prisa, se adelantaría algún otro.
Le costó concentrarse en el examen de antídotos, y por eso se olvidó de añadir el ingrediente principal (un bezoar), por lo que Snape le puso un cero. Pero no le preocupó: estaba demasiado absorto reuniendo valor para lo que se disponía a hacer. Cuando sonó la campana, cogió la mochila y salió corriendo de la mazmorra.
—Nos vemos en la cena— les dijo a Ron y Hermione, y se abalanzó escaleras arriba.
Sólo tendría que preguntarle a Cho si podía hablar con ella, eso era todo...
Se apresuró por los abarrotados corredores en su busca, y la encontró antes de lo que esperaba.
—Eh... Cho... ¿podría hablar un momento contigo? —dijo harry. Pensaba que tendrían que prohibir las risas tontas.
—Claro —dijo, y lo siguió a donde no podían oírlos sus compañeras de clase.
Harry se volvió a mirarla y el estómago le dio una sacudida, como bajando una escalera se hubiera saltado un escalón sin darse cuenta. Se recuperó pocos segundos después, estaba nervioso, sí. ¿Era motivo para hacer el ridículo? Claro que no.
—¿Quieres ir al baile conmigo? —dijo Harry, con toda la confianza del mundo.
—¿Cómo?—dijo Cho.
—Dije ¿quieres ir al baile conmigo?—dijo Harry, ahora un poco nervioso, y un poco rojo.
—¡ah! —exclamó Cho, y se puso roja ella también—. ¡Ah, Harry, lo siento muchísimo! —Y parecía verdad—. Ya me he comprometido con otro.
—¡Ah!— dijo Harry.
Era raro ¿saben? hace unos momentos, las tripas se le retorcían a Harry como si fueran serpientes; pero ahora parecía que las tripas se hubieran ido a otra parte.
—Bueno, no te preocupes —añadió.
—Lo siento muchísimo —repitió ella.
—No pasa nada —aseguró Harry. Se quedaron mirándose, y luego dijo Cho:
—Bueno... —Sí... —contestó Harry. —Bueno, hasta luego —se despidió Cho, que seguía muy colorada.
Sin poder contenerse, Harry la llamó.
—¿Con quién vas?
—Con Cedric —dijo ella—. Con Cedric Diggory.
—Ah, bien —respondió Harry.
Y volvió a notar las tripas. Parecía como si durante su breve ausencia hubieran ido a llenarse de plomo. Olvidándose por completo de la cena, volvió lentamente a la torre de Gryffindor, pero alguien lo detuvo en su trayecto.
—Harry, existen maneras de meter la pata y luego está la tuya — dijo una voz muy familiar para el chico.
Harry se dio la vuelta para ver a Issei, sonriéndole muy feliz.
—Se que metí la pata, no soy muy bueno con esto de las chicas o relacionandome con otras personas —dijo Harry, caminando a un lado de Issei.
—Eso no es cierto, solo te falta un poco de confianza —dijo Issei, abrazando a Harry con un brazo—. Sígueme, conozco a una chica muy linda que desea ir contigo al baile y además le gustas.
—¿como sabes que alguien quiere ir conmigo? —preguntaba el chico de anteojos.
—Porque la escuche cuando iba saliendo del baño —respondió Issei calmado—. Solo sigueme, no te vas arrepentir.
Issei y Harry caminaron unos pocos minutos hasta que llegaron al gran comedor, ahí Issei se topó con una chica de cabello rubio y ojos azules. Issei sonrió de manera brillante, era justo la persona que buscaba.
—¡Fíjense por dónde van! —dijo la chica, con un tono enojado y algo de irritación en su voz.
Issei empujo a Harry a su encuentro con la chica, haciendo una retirada táctica.
—¡Vaya, lo siento mucho! —dijo Issei, fingiendo un poco —. Lo siento mucho, tengo un poco de prisas, disculpame por favor. Te lo encargo Harry...
Issei entró al gran comedor sin prestarle atención a los dos jóvenes que estaba como si hubieran visto la cosa más rara de su vida. La chica se volvió a Harry, abrió un poco la puerta y le hizo una señal "invitala". Harry y la chica se quedaron unos segundos en silencio. El chico de lentes la reconoció, es Daphne Greengrass del mismo año que el, una Slytherin y una chica muy inteligente por lo que podía recordar.
—Espero tu disculpa, Potter —dijo Daphne, en un tono serio.
—Yo lo siento mucho... —dijo Harry, ofreciendo su mano en forma de disculpa.
—Oh... —dijo ella sorprendida, no esperaba que un Gryffindor se disculpara—. Esta bien, que no vuelva a suceder.
Daphne comenzó a caminar, un poco confundida por lo que ocurrió, siendo sincera, ella esperaba que la insultaran o comenzarán a volar hechizos y maldiciones. Se detuvo cuando Potter la llamo.
—Greengrass... ¿puedo charlar contigo unos momentos?
Daphne solo asintió, no entendía porque acepto.
Detrás de las puertas del gran comedor. Issei junto con Luna, y la hermana menor de Fleur, Gabrielle y la propia Fleur.
—¿No estamos haciendo mal espiando? —preguntaba Luna.
—No creo —dijo Issei, quitándole importancia.
—El crimen sería no hacerlo —dijo Fleur, detrás de Issei.
Gabrielle sólo afirmaba con la cabeza a las palabras de su hermana mayor. Issei puso un encantamiento en los chicos de manera discreta para poder escuchar lo que decían, no se movieron muy lejos de donde estaban porque aún podían verlos de manera perfecta.
—¿Quieres hablar conmigo, Potter?— escucharon decir a Daphne.
—Si —dijo Harry—. Quería hacerte una pregunta.
Escucharon a los dos chicos hablar. Issei estaba emocionado, estaba cien por ciento seguro de que Daphne aceptaría, Luna iba por la misma predicción. Las hermanas Delacour estaban apostando que Harry era rechazado, su predicción radica en lo poco que vieron de interacción entre las dos casas.
—Lo va a rechazar —dijo Fleur, con un tono seguro.
—No, no lo hará — dijo Issei, sonriendo.
Charlaron un poco antes de que Harry pudiera hacer la pregunta del millón de galeones. Los cuatro espías estaban un tanto irritados de que Harry se tomara tanto tiempo en hacer una simple pregunta, deseaban que el tiempo se pudiera acelerar... Issei podía hacerlo, pero estaba disfrutando de ver la interacción de la chica slytherin y el Gryffindor.
—¿Que espera? solo dilo y ya —dijo Fleur, un poco impaciente.
—Espera, lo va a decir —dijo Issei, sonriendo.
Harry por fin había hecho la pregunta.
—¿Quisierasiralbaileconmigo? —preguntaba Harry, un poco sonrojado.
—¿Qué? —dijo Daphne, un poco confundida.
—No me hagas repetirlo... ¿Quisieras ir al baile conmigo? —volvió a preguntar Harry.
—¿Ir al baile contigo? ¿yo? —preguntaba Daphne, con seriedad.
Harry empezó a ponerse rojo de la vergüenza, sabía que era una mala idea preguntarle a una chica tan linda como Daphne, y sumarle el hecho de que es una Slytherin. Cuando viera a Issei, le echaria un maleficio.
—Bueno... si —dijo Harry, casi como un susurro.
—Está bien, iré contigo —dijo Daphne, viendo a Harry.
—¿Enserio?
—Si, eres mucho mejor que los tontos de mi casa —dijo Daphne, casi riendo.
—Bien, nos vemos el dia del baile...
—Oh no Potter, si iremos al baile no iremos como unos completos desconocidos —dijo Daphne, aclarando las cosas—. Sera mejor que pasemos un poco de tiempo juntos, para no crear una atmósfera rara entre nosotros.
—Si... creo que tienes razón.
—Bien.
Daphne y Harry charlaron un poco más, saltándose la cena y regresando cada uno a su sala común.
...
A pesar del sinfín de deberes que les habían puesto a los de cuarto para Navidad, a Harry no le apetecía ponerse a trabajar al final del trimestre, y se pasó la primera semana de vacaciones disfrutando todo lo posible con sus compañeros. La torre de Gryffindor seguía casi tan llena como durante el trimestre, y parecía más pequeña, porque sus ocupantes armaban mucho más jaleo aquellos días. Fred y George habían cosechado un gran éxito con sus galletas de canarios, y durante los dos primeros días de vacaciones la gente iba dejando plumas por todas partes. No tuvo que pasar mucho tiempo, sin embargo, para que los de Gryffindor aprendieran a tratar con muchísima cautela cualquier cosa de comer que les ofrecieran los demás, por si había una galleta de canarios oculta, y George le confesó a Harry que estaban desarrollando un nuevo invento. Harry decidió no aceptar nunca de ellos ni una pipa de girasol. No se le olvidaba lo de Dudley y el caramelo longuilinguo
En aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores.El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme,helada y cubierta de escarcha, junto a la cabaña de Hagrid, que a su lado era como una casita de chocolate con azúcar glasé por encima, en tanto que el barco de Durmstrang tenía las portillas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha. Abajo, en las cocinas, los elfos domésticos se superaban a sí mismos con guisos calientes y sabrosos, y postres muy ricos. La única que encontraba algo de lo cual quejarse era Fleur Delacour, quien estaba sentada junto con Issei y Luna.
—Toda esta comida de «Hogwag» es demasiado pesada —la oyeron decir una noche en que salían tras ella del Gran Comedor —. ¡No voy a «podeg lusig» la túnica!
Issei se puso de pie, comenzó a caminar para la mesa de Gryffindor y charlar un poco con sus amigos.
—¡Ah, qué tragedia! —se burló Hermione cuando Fleur salía al vestíbulo—. Vaya ínfulas, ¿eh?
—Solo lo te burlas de ella porque ira al baile con Issei —dijo Ron, viendo a Hermione, se veía molesta—. ¿Con quién vas a ir al baile, Hermione?
Ron le hacía aquella pregunta en los momentos más inesperados para ver si, al pillarla por sorpresa, conseguía que le contestara. Sin embargo, Hermione no hacía más que mirarlo con el entrecejo fruncido y responder:
—No te lo digo. Te reirás de mí.
—¿Bromeas, Weasley? —dijo Malfoy tras ellos—. ¡No me digas que ha conseguido pareja para el baile!. ¿La sangre sucia de los dientes largos?
Harry y Ron se dieron la vuelta bruscamente, pero Hermione saludó a alguien detrás de Malfoy:
—¡Hola, profesor Moody!
Malfoy palideció y retrocedió de un salto, buscándolo con la mirada, pero Moody estaba todavía sentado a la mesa de los profesores, terminándose el guiso.
—Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy? —dijo Hermione mordazmente,y ella, Harry y Ron empezaron a subir por la escalinata de mármol riéndose con ganas.
—Hermione —exclamó de repente Ron, sorprendido—, tus dientes...
—¿Qué les pasa?
—Bueno, que son diferentes... Lo acabo de notar.
—Claro que lo son. ¿Esperabas que siguiera con los colmillos que me puso Malfoy?
—No, lo que quiero decir es que son diferentes de como eran antes de la maldición de Malfoy. Están rectos y... de tamaño normal.
Hermione les dirigió de repente una sonrisa maliciosa, y Harry también se dio cuenta: aquélla era una sonrisa muy distinta de la de antes.
—Bueno... cuando fui a que me los encogiera la señora Pomfrey, me puso delante un espejo y me pidió que dijera «ya» cuando hubieran vuelto a su tamaño anterior —explicó—, y simplemente la dejé que siguiera un poco. —Sonrió más aún—. A mis padres no les va a gustar. Llevo años intentando convencerlos de que me dejaran disminuirlos, pero se empeñaban en que siguiera con el aparato. Ya sabéis que son dentistas, y piensan que los dientes y la magia no deberían... ¡Mirad!, ¡ha vuelto Pigwidgeon!
El mochuelo de Ron, con un rollito de pergamino atado a la pata, gorjeaba como loco encima de la barandilla adornada con carámbanos. La gente que pasaba por allí lo señalaba y se reía, y unas chicas de tercero se pararon a observarle.
—¡Ay, mira qué lechuza más chiquitita! ¿A que es preciosa?
¡Estúpido cretino con plumas! —masculló Ron, corriendo por la escalera para atraparlo—. ¡Hay que llevarle las cartas directamente al destinatario, y sin exhibirse por ahí!
Pigwidgeon gorjeo de contento, sacando la cabeza del puño de Ron. Las chicas de tercero parecían asustadas.
—¡Marchaos por ahí! —les espetó Ron, moviendo el puño en el que tenía atrapado a Pigwidgeon, que ululaba más feliz que nunca cada vez que Ron lo balanceaba en el aire—. Ten, Harry —añadió Ron en voz baja, desprendiéndole de la pata la respuesta de Sirius, mientras las chicas de tercero se iban muy escandalizadas.
Harry se la guardó en el bolsillo, y se dieron prisa en subir a la torre deGryffindor para leerla.
En la sala común todos estaban demasiado ocupados celebrando las vacaciones para fijarse en ellos. Harry, Ron y Hermione se sentaron lejos de todo el mundo, junto a una ventana oscura que se iba llenando poco a poco de nieve, y Harry leyó en voz alta:
Querido Harry:
Mi enhorabuena por haber superado la prueba del dragón. ¡El que metió tu nombre en el cáliz, quienquiera que fuera, no debe de estar nada satisfecho! Yo te iba a sugerir una maldición de conjuntivitis, ya que el punto más débil de los dragones son los ojos...
—Eso es lo que hizo Krum —susurró Hermione.
... pero lo que hiciste es todavía mejor: estoy impresionado.
Aun así, no te confíes, Harry. Sólo has superado una prueba. Elque te hizo entrar en el Torneo tiene muchas más posibilidades dehacerte daño, si eso es lo que pretende. Ten los ojos abiertos (especialmente si está cerca ese del que hemos hablado), y procura nometerte en problemas. Me gusta que hayas hecho un nuevo amigo, espero poder conocerlo pronto. Su ayuda a sido muy buena para que pases la primera prueba.
Escríbeme. Sigo queriendo que me informes de cualquier cosaextraordinaria que ocurra.
Sirius
Siguieron charlando sobre la carta de Sirius, mientras discutían unas cuantas cosas, entre ellas el huevo de oro que Harry no logro abrir aun.
...
Era navidad y todos estaban emocionados, incluido en la torre de Ravenclaw donde se estaban abriendo regalos como si no hubiera un mañana. Issei se levantó como de costumbre, primero que todos en la torre para tomar una taza de café que un elfo siempre le dejaba en la mesita a un lado del sofá. La siguiente persona en incorporarse fue Cho Chang, muy buena amiga de él y de Luna.
—Días, Cho —dijo Issei, después de tomar de su taza.
—Días, Issei.
—Feliz navidad —dijo Issei, con una sonrisa—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro ¿que necesitas?
—Quiero saber si el regalo que le compre a Cedric le gustara —dijo Issei, para acomodarse en el sofa.
—Sin problema ¿qué fue lo que le compraste?
—Le compre una nueva escoba, la vi mientras íbamos por hogsmeade —dijo Issei, recordando un poco—. Una saeta de fuego, si no mal recuerdo.
—¿¡ le diste la escoba de carreras más rápida del mundo!? —preguntaba Cho, incrédula.
—Si... ¿hice mal?
—Al contrario, Issei —dijo Cho, recuperando un poco el aliento —. Lo va amar, estaba ahorrando para poder comprar una.
—Me alegro, por cierto esto es para ti —dijo Issei, metiendo la mano en su túnica, para sacar una cajita.
—¡Cielos! —dijo Cho, sobresaltada —. ¿En serio, Issei? Esto... es demasiado. No puedo aceptarlo.
—Para nada, nunca es demasiado cuando se trata de mis amigos —dijo Issei, sonriendo.
—No se que decir, es el mejor regalo de que he recibido— Cho estaba viendo con mucho asombro su regalo. Era una collar encantado de oro blanco que tenía el nombre de Cedric.
—Cedric tiene uno igual, pero el suyo tiene tu nombre —dijo Issei, sonriendo.
—Pero debió ser una fortuna... no se como agradecerte... no te compre nada.
—No te preocupes, tu amistad es suficiente.
Issei había conseguido mucho dinero haciendo trabajos de media noche, como demonio. De la nada, se escuchó un gran grito proveniente del dormitorio de las chicas de tercer año, Luna bajó corriendo por las escaleras hasta saltar y darle un abrazo a Issei.
—¿¡Como lo hiciste, cómo lo hiciste!? —decía Luna, abrazando con mucha fuerza a Issei—. Se supone que están extintas, nadie ha visto una en un milenio.
—Harry ¿de que habla luna? —preguntaba Cho, viendo a su amigo.
—Un dia sali del castillo y viaje a un bosque lejano, ahí me tope con un lugar lleno de magia antigua— explicaba Issei, mientras los chicos de la torre de Ravenclaw bajaban la sala común—. Era un claro protegido por fuertes barreras mágicas, estaban restringiendo que algo saliera. Entonces con un poco de suerte logre romperlas y me encontré con unas hadas.
—Pero las hadas son comunes, no le veo lo especial —dijo Cho, analizando un poco las cosas.
—¿No lo entiendes? —dijo Luna, dejando respirar a Issei—. Estas hadas son diferentes, son Hadas Reales. Más antiguas que las hadas comunes de hoy en dia.
—¿como las del mito? ¿enserio?—pregunto un chico de séptimo año.
—Si, como la de los mitos.
Luna comenzó a explicar de qué trataba el mito, la causa y el efecto que trajo que las Hadas Reales desaparecieran. Hasta que después de unos momentos, el hada real que Issei trajo para Luna, se hizo presente.
...
El día de Navidad, Harry tuvo un despertar muy sobresaltado. Levantó lospárpados preguntándose qué era lo que lo había despertado, y vio unos ojosmuy grandes, redondos y verdes que lo miraban desde la oscuridad, tan cercaque casi tocaban los suyos.
El elfo doméstico Dobby lo despertó para darle un regalo de navidad, una calceta roja con escobas y una verde con snitch doradas. Harry le regaló un par de sus calcetines al elfo, mientras que Ron le dio otro par y uno de los suéter que le envió su madre ésa navidad.
Los restantes regalos de Harry fueron mucho más satisfactorios que losextraños calcetines de Dobby, con la obvia excepción del regalo de los Dursley,que consistía en un pañuelo de papel con el que batían su propio récord demezquindad. Harry supuso que aún se acordaban del caramelo longuilinguo.Hermione le había regalado un libro que se titulaba Equipos de quidditch deGran Bretaña e Irlanda; Ron, una bolsa rebosante de bombas fétidas; Sirius,una práctica navaja con accesorios para abrir cualquier cerradura y deshacertodo tipo de nudos, Hagrid, una caja bien grande de chucherías que incluíantodos los favoritos de Harry: grageas multi sabores de Bertie Bott, ranas dechocolate, chicle super hinchable y meigas fritas. Estaba también, por supuesto,el habitual paquete de la señora Weasley, que incluía un jersey nuevo, verdecon el dibujo de un dragón: Harry supuso que Charlie le había contado todo lodel colacuerno, y un montón de pastelillos caseros de Navidad. Lo que lo sorprendió fue el regalo de Issei: Era una caja enorme, muy pesada y demasiado decorada.
Sus compañeros de cuarto lo ayudaron a abrirlo, era una espada brillante, similar a la que uso cuando pasó la primera prueba del torneo. Venía con una tarjeta.
Estimado Harry:
Espero que te guste tu regalo, es una versión de ascalon que modifique solo para ti. Usala bien.
PD: Nadie te la puede quitar
Issei
—¡No puede ser, es una espada! —dijo Ron, viendo a Harry —. Viejo, eso es genial, a mi me dio un escudo.
Dijo Ron, mostrando el escudo que le regaló Issei. Era un escudo enorme de un material liviano pero parecía muy resistente, su color era como el metal.
—Dice que el escudo perteneció a Aquiles, el héroe griego de la mitología —dijo Ron, entusiasmado.
—Es genial, vamos a enseñárselos a Hermione—dijo Ron emocionado por sus regalos.
Los chicos de dejaron la habitación aun en pijama para ir con Hermione, a toda prisa pero con cuidado para no dañar a nadie en el proceso. Cuando estuvieron abajo, pudieron ver como Hermione estaba sentada, paralizada mientras observaba tres cajas abiertas.
Ron y Harry se acercaron para ver qué era lo que ocurría, hasta que llegaron a sentarse a un lado cada uno.
—¿Hermione, estas bien? —pregunto Harry a su casi hermana.
—Anda hermione, di algo... nos estas asustando —dijo Ron, picando a Hermione con la varita.
Pocos segundos después de que le hartó la sensación de ser molestada por Ron, comenzó hablar.
—¡Basta Ronald Billius Weasley! —dijo Hermione, enojada—. ¿¡Que hacen con armas dentro de la escuela!?
—Son regalos de Issei, dice que tienen encantamientos que evitan que nos la quiten— dijo Ron, feliz por tener algo genial—. También me dio una poción que me bebí porque dijo que me haría bien.
—¿Qué te dío Issei? —pregunto Harry, viendo a Hermione.
La chica no sabía que como explicarlo, eran cosas tan valiosas que podrían ser invaluables. ¿Cómo podrían ponerlo en palabras simples? Son los mejores regalos que pudo obtener en toda su vida.
—Me dio esto —dijo Hermione tomando las cosas—. Una diadema de plata en forma con un zafiro incrustado, un libro de magia muy antigua y un collar con mi nombre.
Cuando los chicos vieron la diadema, esta tenía grabadas las palabras "El ingenio sin medida es el mayor tesoro del hombre" mientras que el libro parecía muy antiguo, pero lo suficiente conservado para que no se deshiciera por su antigüedad. El collar era más especial, tenía grabado su nombre "Hermione Jean Granger".
Los chicos siguieron charlando sobre los regalos, Issei le dio regalos muy costosos a sus amigos. Era de esperarse de un demonio dragón.
Los gemelos Fred y George recibieron unas dagas de plata, Ginny obtuvo un arco y flechas. Todos estaban reunidos, salieron a todas prisas a desayunar y para después jugar un poco con sus regalos en las cercanías del lago negro. Hermione no salía de las páginas de su libro de magia, mientras que decidió que la diadema la usaría en el baile.
Faltaban pocas horas para el baile de navidad, así que todos volvieron a prepararse. Ron les contó que la hermana menor de Daphne, Astoria lo había invitado al baile. Casi todos se rieron, pero después se dieron cuenta que era verdad y animaron al chico.
Según Ginny, iba en su mismo año y compartían las mismas clases de defensa contra las artes oscuras y herbolaria. Harry iba con Daphne Greengrass, así que los dos mejores amigos iban acompañados por las hermanas Greengrass.
Por más que Ron insistió, no pudo sacarle a Hermione quien la llevaría al baile, solo sabían que no era Issei, y todos sabían que algo no iba a terminar bien esa noche para alguno de los dos. Ya fuera Issei o Hermione, uno terminaría lastimando al otro de alguna forma, por lo que los gemelos empezaron a hacer apuestas a las espaldas de la chica de cabellos alborotados.
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