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https://youtu.be/7TfIiXNpasw
Narrador:
Las cosas para Harry no cambiaron demasiado, su estado de ánimo no era el mejor en esos momentos.
En primer lugar fue un total imbécil con la chica que le gusta, Cho Chang. Tenía mucho en la cabeza para pensar, quería hacer caso a las palabras de Issei, pero, no lograba calmarse por las provocaciones de Malfoy, ocasionadas por el tonto artículo de Rita Skeeter.
Antes de que terminara el día, se dirigió hacia el ala médica para poder ver a Hermione antes de que anocheciera, pedirle disculpas por arrastrarla algo tan tonto y de paso contarle algo de lo que pasó.
Al día siguiente Hermione salió de la enfermería, Harry estaba con ella estudiando hasta que la chica menciono algo.
—Tienes que disculparte con Ron —dijo Hermione, viendo a Harry.
—Yo no fui el que empezó —dijo Harry testarudamente—. El problema es suyo.
—¡Tú lo echas de menos! —repuso Hermione perdiendo la paciencia—. Y sé que él te echa de menos a ti.
—¿Qué lo echo de menos? —Replicó Harry—. Yo no lo echo de menos...
Pero era una mentira manifiesta. Harry apreciaba mucho a Hermione, pero ella no era como Ron. Tener a Hermione como principal amiga implicaba muchas menos risas y muchas más horas de biblioteca. Harry seguía sin dominar los encantamientos convocadores; parecía tener alguna traba con respecto a ellos, y Hermione insistía en que sería de gran ayuda aprenderse la teoría. En consecuencia, pasaban mucho rato al mediodía escudriñando libros.
Viktor Krum también pasaba mucho tiempo en la biblioteca, y Harry se preguntaba por qué. ¿Estaba estudiando, o buscando algo que le sirviera de ayuda para la primera prueba? Hermione se quejaba mucho de la presencia de Krum, no porque le molestara, sino por los grupos de chicas que lo espiaban escondidas tras las estanterías y que con sus risitas no la dejaban concentrarse. Algo curioso es que cuando Issei acompañaba a Hermione, Krum no iba a la biblioteca.
—¡Ni siquiera es guapo! —murmuraba enfadada, observando el perfil de Krum—. ¡Sólo les gusta porque es famoso! Ni se fijarían en él si no supiera hacer el amargo de Rosi.
—El «Amago de Wronski» —dijo Harry con los dientes apretados. Muy Lejos de disfrutar corrigiendo a Hermione aquel término de quidditch, sintió una punzada de tristeza al imaginarse la expresión que Ron habría puesto si hubiera oído lo del amargo de Rosi.
Le resultaba extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa. Los días que quedaban para la primera prueba transcurrieron tan velozmente como si alguien hubiera manipulado lo relojes para que fueran a doble velocidad. A donde quiera que iba Harry lo acompañaba un terror casi incontrolable, tan omnipresente que solo se esfumaba cada vez que pasaba un poco de tiempo con Issei.
El sábado antes de la primera prueba dieron permisos a todos los alumnos de tercero en adelante para que visitaran el pueblo de Hogsmeade. Hermione le dijo a Harry que le iría bien salir del castillo un rato, y Harry no necesitó mucha persuasión.
—Pero ¿Y Ron? —dijo—. ¡No querrás que vayamos con él!
—Ah, bien... —Hermione se ruborizo un poco—. Pensé que podríamos quedar con él en Las Tres Escobas...
—No —se opuso Harry rotundamente.
—Ay, Harry, qué estupidez...
—Iré, pero no quedaré con Ron. Me pondré la capa invisible.
—Como quieras... —soltó Hermione—, pero me revienta hablar contigo con esa capa puesta. Nunca sé si te estoy mirando o no.
De forma que Harry se puso en el dormitorio la capa invisible, bajó la escalera y marchó a Hogsmeade con Hermione
...
Issei se encontraba con Luna dando un paseo por Hogsmeade, la pequeña rubia parecía encantada dando un tour por el pueblo a Issei. El castaño disfrutaba un poco del paseo, en realidad le encantaba ver la blanca nieve que cubre las calles, observar los árboles con escarcha hasta que de la nada sintió un golpe en su rostro.
Luna se había separado de él un momento e hizo una bola de nieve que lanzó hacia Issei, el castaño comenzó a correr detrás de ella para atraparla y hacerle lo mismo. Jugaron durante unos diez minutos hasta que a Luna le apetece ir por algo caliente.
—Ven Issei, vamos a tomar Té —Luna tomó de la mano al castaño, arrastrándolo por las calles.
—¿a donde vamos, Luna? —preguntaba el chico.
—Iremos a tomar el Té— respondió con una sonrisa.
Durante un corto camino, Luna llevó de la mano a Issei hasta una tienda que ponía Madame Puddifoot: tienda de Té.
La decoración de la tienda era algo común, con volantes, cubiertas con lazos y apretada. Las ventanas empañadas, las mesas llamativas y las sillas chillonas eran tomadas por adolescentes que sostenían sus manos o se besaban sobre sus tazas de té y café. Una campaña sobre la puerta anunciaba los clientes con un tintineo, las mesas redondas decoradas con servilletas de encaje.
—¿Luna, que hacemos en este lugar? —Issei se sentía incómodo por la decoración del lugar.
—Es la tienda de Madame Puddifoot, es la mejor tienda de Té en el mundo mágico —Luna sonrió—. Anda vamos a sentarnos.
—Bueno, no vendría mal probarlo —Issei sonrió.
Luna sonrió de igual manera, eligieron una mesa cerca de la ventana y se sentaron para ver el menú. Issei ordenó una taza de café mientras que Luna ordenó una taza de té y unos cuantos pastelitos para acompañar.
—¿Cómo se encuentra Hermione? —preguntó la joven Ravenclaw.
—Se encontraba bien, Pomfrey-sensei la debió de dar de alta hoy —Respondió viendo por la ventana—. Creo que saldría hoy con Harry.
—Pobre, no me gustaría recibir las maldiciones que le lanzaron —Luna tembló un poco—. Harry también me preocupa un poco, he visto cómo lo tratan y me da un poco de tristeza.
—A mi igual, he intentado detener a los tontos de Slytherin pero Snape-sensei me castiga cada que puede —Issei suspiro—. Debo darle algo que lo ayude con las pruebas, no se si pueda usarla de manera correcta, pero de todos modos será gran ayuda.
—No me digas que le dejaras... —Luna se detuvo, estuvo a punto de decirlo en voz alta.
—Le prestaré una de mis espadas, eso le dará seguridad— Issei sonrió.
—Nunca me dejaste verlas, eres injusto.
Issei solo vio como Luna hacia un pequeño puchero ante esa situación, no tardó mucho cuando llegaron con sus órdenes. Issei cerró los ojos ante el rico aroma del café, Luna hizo lo mismo con su té y un pastelito de chocolate que tenía en su otra mano.
—Es delicioso, tenia un poco de dudas —Issei se sonrojo un poco al confesar—, si que eres buena eligiendo lugares, Luna.
—¡No puedo creerlo, dudaste de mi! —Luna exagero su sorpresa.
—Un poco, la decoración del lugar no me daba buena espina —Issei tomó un pedazo de tarta—. Esto tiene buena pinta.
Los dos comenzaron a comer un poco de los dulces pasteles que ordenaron, reían de vez en cuando y charlaban de temas aleatorios, como la vez que Issei tuvo que esperar que cinco alumnos resolvieron el acertijo para poder entrar a la sala común.
—Era un acertijo muy facil, no puedo creer que no logran resolverlo —soltó una pequeña risita—. Pero no te culpo, no fuiste el único.
—Sabes que no son mi fuerte —Issei se defendió—. Además de que tengo muchas cosas en mis pensamientos.
—¿Ah si, como que? —Pregunto Ddraig en la cabeza de Issei.
—Como intentar llamar a Ryuuteimaru —le respondió al dragón.
A la tienda entraron dos chicas de séptimo año, ambas dieron un vistazo a Issei nada discreto y se sentaron cerca de ellos. Ordenaron y comenzaron a charlar, al comienzo solo fueron cosas sin importancia, pero después tocaron un tema que molesto un poco a Luna, Issei.
—¿haz escuchado lo que dicen sobre el?
—No del todo, escuche que es un hijo perdido de el profesor Dumbledore.
—Yo escuche por parte de una chica de Ravenclaw que el duerme desnudo... Incluso escuche sobre el tamaño de su ya sabes que.
—¡No! —se sorprendió la chica de Hufflepuff.
—Si, es enserio.
—Es muy guapo, incluso más que Cedric o Viktor Krum.
—Puede serlo, pero no es tan listo como Diggory o famoso como Krum. Él solo es guapo y ya.
—Un chico muy guapo.
La chica con los colores de Hufflepuff volteo y envió una sonrisa, y un pequeño beso hacia Issei, eso molestó mucho a Luna tanto que se levantó de la mesa golpeándola y saliendo corriendo. Issei se disculpo por eso, pagó la cuenta y salió a buscar a Luna cosa que no fue mucho problema.
Luna estaba a punto de irse directo al castillo, pero fue alcanzada por Issei antes de que tomara el camino que la llevaba hacia haya.
—Espera Luna ¿Qué sucede? —preguntaba Issei algo preocupado.
—¿Cómo es posible que esas chicas están diciendo todos esos rumores falsos? —pregunto algo enfadada.
—No me importan los rumores, no dejes que te afecte —Issei la abrazó un poco— ¿por que no nos sentamos?
Issei y Luna fueron a una banca cercana, ahí tomaron asiento y Luna pudo calmarse.
—¿mejor? —pregunto el castaño.
—Si mejor —respondió Luna.
—Me alegro mucho, no quería que se arruinara el momento divertido que pasamos —Issei suspiro un poco.
—Aun sigo un poco molesta —dijo Luna viendo a Issei.
—¿Por qué?
—Porque dicen que eres un chico guapo— Luna dijo seriamente.
—¿eso es malo?
—Claro que no es malo, pero tú eres Mi chico guapo...
El rostro de luna tomó un color extremadamente rojo, fue rápida para cubrir su rostro y ocultarlo de Issei. El castaño solo guardo silencio, pensó un poco en lo que dijo Luna y la abrazo un largo rato.
—Será mejor que vayas a buscar a Harry —Luna se separó de Issei un poco brusco—. Yo voy a buscar a Ginny, tenemos una tarea juntas.
Issei se quedó un momento sentado viendo como Luna se iba del lugar. pensando un poco de lo que acaba de suceder.
—¿Será acaso? —se preguntó solo.
Esperando un poco más, se quedó viendo el cielo observando las nubes.
...
La taberna Las Tres Escobas estaba abarrotada de gente, en especial de alumnos de Hogwarts que disfrutaban de su tarde libre, pero también de una variedad de magos que difícilmente se veían en otro lugar. Harry suponía que, al ser Hogsmeade el único pueblo exclusivamente de magos de toda Gran Bretaña, debía de haberse convertido en una especie de refugio para criaturas tales como las arpías, que no estaban tan dispuestas como los magos a disfrazarse.
Era difícil moverse por entre la multitud con la capa invisible, y muy fácil pisar a alguien sin querer, lo que origina embarazosas situaciones. Harry fue despacio, arrimado a la pared, hasta una mesa vacía que había en un rincón, mientras Hermione se encargaba de pedir las bebidas. En su recorrido por la taberna, Harry vio a Ron, que estaba sentado con Fred, George y Lee Jordán. Resistiendo el impulso de propinarle una buena colleja, consiguió llegar a la mesa y la ocupó.
Hermione se reunió con él un momento más tarde, y le metió bajo la capa una cerveza de mantequilla.
—Creo que parezco un poco boba, sentada aquí sola —susurró ella—. Menos mal que he traído algo que hacer.
Y sacó el cuaderno en que había llevado el registro de los miembros de la P.E.D.D.O. Harry vio su nombre, el de Ron e Issei a la cabeza de una lista muy corta. Parecía muy lejano el día en que se habían puesto a inventar juntos aquellas predicciones y había aparecido Hermione y los había nombrado secretario y tesorero respectivamente.
—No sé, a lo mejor tendría que intentar que la gente del pueblo se afiliara a la P.E.D.D.O. —dijo Hermione como si pensara en voz alta.
—Bueno —asintió Harry. Tomó un trago de cerveza de mantequilla tapado con la capa—. ¿Cuándo te vas a hartar de ese rollo de la P.E.D.D.O.?
Hermione estuvo a punto de gritarle a Harry, pero no pudo hacerlo porque Issei entró y se fue a sentar con ellos rápidamente.
—Hola Hermione —Issei saludo con una sonrisa—. Harry, justo a ti quería verte.
—Issei, Harry no está aquí —Hermione dijo con mucha seguridad.
—Hermione, no soy tonto —Issei dijo muy serio—. Puedo ver a Harry justo aun lado tuyo, con una cerveza de mantequilla.
Hermione se puso nerviosa, pero al final solo asintió.
—Escúchenme, tengo algo que darle a Harry para que pueda sortear la primera prueba —Issei hablo un poco serio—. No se de que se trate la prueba, pero te puedo asegurar que esto te ayudara demasiado.
—¿de que se trata? —preguntó un poco tímido Harry, debajo de la capa.
—Antes de hacerlo, quiero que sepas que esto es muy peligroso pero confío en que podrás usarla con sabiduría ¿entendido?
—Si es muy peligroso —Hermione vio a Issei asentir—. ¿por que se lo tienes en posesión y por que prestarlo a Harry?
—Esto me lo entregó un amigo muy cercano —Issei replicó—. Solo yo puedo usarlo, pero si se le ordena puede obedecer a otra persona.
Harry estaba imaginando de que puede estar hablando Issei, sonaba demasiado serio, era lo más serio que había visto a Issei desde que lo conocía.
—¿De qué cosa hablas? —preguntó Harry con curiosidad.
—Síganme —Issei se puso de pie—. Necesitamos ir a una parte que esté vacía, sin que nadie nos pueda escuchar.
Hermione pago lo que había ordenado al igual que Harry le paso dinero para pagar lo suyo también, salieron del bar de las tres escobas y Hermione los llevó al cabeza de puerco, lugar donde rentaron un cuarto para poder hablar a solas.
—Bien primero quiero que no se sorprendan con lo que van a ver— Issei les advirtió.
—¿Qué es lo que harás? —preguntó Hermione algo curiosa.
—Querida Hermione, lo que están a punto de ver es algo de otro mundo —Issei sonrió un poco.
—Ya quiero ver de qué se trata.
Issei sonrió y se puso de pie, se alejó un poco de ellos y dijo con voz normal.
—Ascalon.
Una espada había aparecido en las manos de Issei, materializándose de la nada sorprendiendo a los dos chicos presentes. Hermione abrió los ojos al recordar la espada con la que Issei tenía amenazado al profesor Dumbledore cuando recién despierto después de que lo encontraron herido.
—Les presento a mi espada santa, Ascalon —Issei sonrió.
—¡Es la espada con la que casi asesinas al profesor dumbledore! —Hermione se sorprendió.
—No quería hacerlo, fueron instintos —Issei se apeno.
Issei le extendió la espada a Harry para que este la tomara.
—¿Por qué me das esto? —Harry estaba incrédulo—. No puedo, también te daría una gran ventaja si tu la usas.
—No te preocupes por mi Harry —Issei se acercó y le dio una palmada en los hombros.
—¡Issei no puedes traer armas al colegio, va en contra de las reglas! —Hermione reaccionó un poco tarde—. Además, las pruebas son para medir el nivel de magia que puede usar el campeón, dudo que dejen entrar a Harry con esa espada.
—Es sencillo si utilizas Accio sobre ella —Issei sonrió—. Ella solo aparece cuando yo la invoco, así que deberás usar un encantamiento para poder llamarla en caso de que la necesites.
—Ese estúpido encantamiento —Harry se quejó —.Pensé que podría librarme de él.
—Se que podrás lograrlo —Issei sonrió —. Anda vamos, guárdala debajo de esa capa que tienes.
Issei se acercó y les dio un abrazo, Hermione se sonrojo mientras que Harry le resultó incómodo. Deshizo el abrazo y puso manos sobre los hombros de Hermione, mirándola fijamente.
—Hermione, te encargo que Harry logre aprender ese encantamiento —Le pidió Issei a la chica.
Su corazón se acelero un poco al ver los ojos de Issei, se tomó unos cuantos segundos en responder pero al final aceptó.
—Déjamelo a mi —Hermione sonrió.
Issei la atrajo a otro abrazo y susurro las gracias por ese favor, separándose una vez más se acercó a la puerta y dijo:
—Nos vemos, cuídense mucho —
Harry se quedo admirando la espada, era liviana y se notaba que estaba muy afilada, sentía una extraña fuerza recorrer su mano cuando la empuñaba.
Ambos chicos salieron del cabeza de puerco, Harry parecía un poco más relajado. Se acordó de Sirius, y el tenso y apretado nudo que parecía tener el estómago se le aflojó un poco. Hablaría con él doce horas más tarde, porque aquélla era la noche en que habían acordado verse junto a la chimenea de la sala común. Eso suponiendo que todo fuera bien, a diferencia de lo que había ocurrido últimamente con todo lo demás.
—¡Mira, es Hagrid! —Dijo Hermione.
De entre la multitud se destacaba la parte de atrás de su enorme cabeza llena de greñas. Harry se preguntó a dónde iba, lo vieron entrar a las tres escobas y decidieron que era momento de otra ronda de Cervezas de mantequilla, Harry se puso su capa de invisibilidad de nuevo y entraron.
Observaron que Hagrid se hallaba inclinado, hablando con el profesor Moody. Hagrid tenía ante él su acostumbrado y enorme pichel, pero Moody bebía de la petaca. La señora Rosmerta, la guapa dueña de la taberna, no ponía muy buena cara ante aquello: miraba a Moody con recelo mientras recogía las copas de las mesas de alrededor. Probablemente le parecía un insulto a su hidromiel con especias, pero Harry conocía el motivo: Moody les había dicho a todos durante su última clase de Defensa Contra las Artes Oscuras que prefería prepararse siempre su propia comida y bebida, porque a los magos tenebrosos les resultaba muy fácil inventar una bebida en un momento de descuido.
Mientras Harry observaba, Hagrid y Moody se levantaron para irse. Harry le hizo un gesto con la mano a Hagrid, pero luego recordó que éste no podía verlo. Moody, sin embargo, se detuvo y miró con su ojo mágico hacia el rincón en que se encontraba el. Le dio a Hagrid una palmada en la región lumbar, le susurró algo y, a continuación, uno y otro se dirigieron a la mesa de Harry y Hermione.
—¿Va todo bien, Hermione? —le preguntó Hagrid en voz alta.
—Hola —respondió Hermione, sonriendo.
Moody se acercó a la mesa cojeando y se inclinó al llegar. Harry pensó que estaba leyendo el cuaderno de la P.E.D.D.O. hasta que le dijo:
—Bonita capa, Potter... ¿esa es una espada?
—Es una réplica... ¿Su ojo es capaz de... quiero decir, es usted capaz de...?
—Sí, mi ojo ve a través de las capas invisibles —contestó Moody en voz baja—. Es una cualidad que me ha sido muy útil en varias ocasiones, te lo aseguro.
Hagrid también le sonreía a Harry. Éste sabía que Hagrid no lo veía, pero era evidente que Moody le había explicado dónde estaba.
Hagrid se inclinó haciendo también como que leía el cuaderno de la P.E.D.D.O. y le dijo en un susurro tan bajo que sólo pudo oírlo Harry
—Harry, ven a verme a la cabaña esta noche. Ponte la capa. —Y luego, incorporándose, añadió en voz alta—: Me alegro de verte, Hermione. —Guiñó Un ojo, y se fue. Moody lo siguió.
—¿Para qué querrá que vaya a verlo está noche? —dijo Harry, muy sorprendido.
—¿Eso te ha dicho? —Se extraño Hermione—. Me pregunto qué se trae entre manos. No sé si deberías ir, Harry... —Miró a su alrededor nerviosa y luego dijo entre dientes—. Podrías llegar tarde a tu cita con Sirius.
Era verdad que ir a ver a Hagrid a medianoche supondría tener que apresurarse después para llegar a la una a la sala común de Gryffindor.Hermione le sugirió que le enviara a Hagrid un mensaje con Hedwig diciéndole que no podía acudir. Pero Harry pensó que sería mejor hacerle una visita rápida para ver qué quería. Tenía bastante curiosidad, porque Hagrid no le había pedido nunca que fuera a visitarlo tan tarde.
A las once y media de esa noche, Harry, que había hecho como que se iba temprano a la cama, volvió a ponerse la capa invisible y bajó la escalera hasta la sala común. Harry pasó a su lado de camino al retrato y esperó aproximadamente un minuto mirando el reloj. Luego Hermione le abrió el retrato de la Señora Gorda, tal como habían convenido. Él lo traspasó subrepticiamente y le susurró un «¡gracias!» antes de irse.
Los terrenos del colegio estaban envueltos en una oscuridad total. Harry bajó por la explanada hacia la luz que brillaba en la cabaña de Hagrid. También el interior del enorme carruaje de Beauxbatons se hallaba iluminado. Mientras llamaba a la puerta de la cabaña, Harry oyó hablar a Madame Maxime dentro de su carruaje.
—¿Eres tú, Harry? —susurró Hagrid, abriendo la puerta.
—Sí—respondió Harry, que entró en la cabaña y se destapó—. ¿Por qué me has hecho venir?
—Tengo algo que mostrarte —dijo Hagrid.
Parecía muy emocionado. Llevaba en el ojal una flor que parecía una alcachofa de las más grandes. Por lo visto, había abandonado el uso de aceite lubricante, pero era evidente que había intentado peinarse, porque en el pelo se veían varias púas del peine rotas.
—¿Qué vas a mostrarme? —dijo con recelo, preguntando si habían puesto huevos los escregutos o si Hagrid habría logrado comprarle a otro extraño en alguna taberna un nuevo perro gigante de tres cabezas.
—Cúbrete con la capa, ven conmigo y no hables —le indicó Hagrid—. No vamos a llevar a Fang, porque no le gustaría...
—Escucha, Hagrid, no puedo quedarme mucho... Tengo que estar en el castillo a la una.
Pero Hagrid no lo escuchaba. Abrió la puerta de la cabaña y se internó en la oscuridad a zancadas. Harry lo siguió aprisa y, para su sorpresa, advirtió que Hagrid lo llevaba hacia el carruaje de Beauxbatons.
—Hagrid, ¿qué... ?
Harry solo vio como Hagrid hizo una seña para que guardara silencio, se dirigieron al portentoso carruaje de Beauxbatons. Hagrid toco la puerta y esperaron a que atendieran. De ahí salió Madame Maxime, de manera rápida Hagrid le ofreció el brazo, y se fueron bordeando el potrero donde descansaban los gigantescos caballos alados de Madame Maxime. Harry, sin entender nada, corría para no quedarse atrás. ¿Quería Hagrid mostrarle a Madame Maxime? Podía verla cuando quisiera: Jamás pasaba inadvertida.
Para Harry, daba la impresión de que Madame Maxime mostraba tanta curiosidad como él.
—¿A dónde me llevas, Hagrid?
—Esto te gustará —aseguró Hagrid—. Merece la pena, confia en mi. Pero no le digas a nadie que te lo he mostrado, ¿eh? Se supone que no puedes verlo.
—Descuida —le dijo Madame Maxime, luciendo sus largas y negras pestañas al parpadear.
Continuaron caminando. Harry los seguía, cada vez más nervioso y mirando el reloj continuamente. Hagrid debía de tener en mente alguna de sus disparatadas ideas, que podía hacerlo llegar tarde a su cita. Si no llegaba pronto a donde fuera, daría media vuelta para volver al castillo y dejaría a Hagrid disfrutando con Madame Maxime su paseo a la luz de la luna.
Fue cuando avanzaron durante bastante tiempo, un gran recorrido que no se podía ver el castillo a lo lejos, Harry oyó algo. Delante había hombres que gritaban. Luego oyó un bramido ensordecedor...
Hagrid llevó a Madame Maxime junto a un grupo de árboles y se detuvo.Harry caminó aprisa a su lado. Durante una fracción de segundo pensó que lo que veía eran hogueras y a hombres que corrían entre ellas. Luego se quedó con la boca abierta.
¡Dragones!
Rugiendo y resoplando, cuatro dragones adultos enormes, de aspecto fiero, se alzaban sobre las patas posteriores dentro de un cercado de gruesas tablas de madera. A quince metros del suelo, las bocas llenas de colmillos lanzaban torrentes de fuego al negro cielo de la noche. Uno de ellos, de color azul plateado con cuernos largos y afilados, gruñía e intentaba morder a los magos que tenía a sus pies; otro verde se retorcía y daba patadas contra el suelo con toda su fuerza; uno rojo, con un extraño borde de pinchos dorados alrededor de la cara, lanzaba al aire nubes de fuego en forma de hongo; el cuarto, negro y gigantesco.
Al menos treinta magos, siete u ocho para cada dragón, tratan de controlarlos tirando de unas cadenas enganchadas a los fuertes collares de cuero que les rodeaban el cuello y las patas. Fascinado, Harry levantó la vista y vio los ojos del dragón negro, con pupilas verticales como las de los gatos, totalmente desorbitados; si se debía al miedo o a la ira, Harry lo ignoraba.
—¡No te acerques, Hagrid! —advirtió un mago desde la valla, tirando de la cadena—. ¡Pueden lanzar fuego a una distancia de seis metros, ya lo sabes! ¡a este colacuerno lo he visto echarlo doce!
—¿No es hermoso? —dijo Hagrid con voz embelesada.
Cuando Harry se acerco un poco más, Ascalon, la espada que le fue entregada por Issei comenzó a emanar un poco de luz. Harry pudo notar como los cuatro dragones comenzaron a actuar diferente una vez que se acercó lo suficiente.
El dragón de aspecto azulado con los cuernos largos se volvió más agresivo, lanzando llamas aún más calientes actuando de manera más salvaje. Los dragones restantes tuvieron diferentes reacciones: Uno comenzó actuar con cautela, como si percibiera un enemigo cerca de el, otro de ellos se actuaba nervioso y dejó de lanzar fuego, y el último de ellos simplemente parecía simplemente ansioso.
—¡Es peligroso! —gritó otro mago —. ¡Encantamientos aturdidores, cuando cuente tres!
Harry vio como todos los cuidadores sacaban la varita.
—¡Desmaius! —gritaron al mismo tiempo.
Los encantamientos aturdidores salieron disparados en la oscuridad como bengalas y se deshicieron en una lluvia de estrellas al chocar contra la escamosa piel de los dragones.
Los cuidadores de los dragones bajaron las varitas y se acercaron a las derribadas criaturas que estaban a su cargo, cada una de las cuales era del tamaño de un cerro. Se dieron prisa en tensar las cadenas y asegurarlas con estacas de hierro, que clavaron en la tierra utilizando las varitas.
Harry siguió a Hagrid y Madame Maxime. En aquel momento volvió el mago que le había aconsejado a Hagrid que no se acercara, y Harry descubrió quién era: Charlie Weasley.
—¿Va todo bien, Hagrid? —preguntó, jadeando, acercándose para hablar con él—. Ahora no deberían darnos problemas, no se que pudo ponerlos así, les dimos una dosis adormecedora para traerlos, porque pensamos que seria preferible que despertaran en la oscuridad y tranquilidad de la noche, pero ya has visto que no les hizo mucha gracia, ninguna gracia...
—¿De qué razas son, Charlie? —cuestiono Hagrid mirando al dragón más cercano, con algo parecido a la reverencia.
—Éste es un colacuerno húngaro —explicó Charlie—. Por allí hay un galés verde común, que es el mas pequeño; un hocicorto sueco, que es el azul plateado, y un bola de fuego chino, el rojo.
Charlie miró a Madame Maxime, que se alejaba siguiendo el borde de la empalizada para ir a observar los dragones dormidos.
—No sabía que la ibas a traer, Hagrid —dijo Charlie, ceñudo—. Se supone que los campeones no deben saber nada de lo que les va a tocar, y ahora ella se lo dirá a su alumna, ¿no?
—Sólo pensé que le gustaría verlos —Hagrid se encogió de hombros, sin dejar de mirar con dulzura a los dragones.
—¡Vaya cita romántica, Hagrid! — dijo Charlie con sarcasmo.
Comenzaron a tener una plática sobre la cantidad de dragones, especularon un poco de lo que tendrían que hacer con las pruebas, eran cuatro dragones hembra en periodo de incubación, en un momento llevaron los huevos de cada una de ellas. Los ojos de Hagrid brillaron al verlos pero fue regañado al instante.
—¿Qué tal está Harry? —preguntó Charlie.
—Lo han molestado algo con el asunto del torneo, pero el chico Issei parece que le tomó cariño y lo defiende siempre— respondió Hagrid, sin apartar la mirada de los huevos de los dragones.
—Eso me alegra, mamá me encargó saludarlos a los todos creo que le tomó un poco de cariño a Issei —ambos hombres rieron un poco—. Espero que los dos esten bien después de enfrentarse con éstos...
«No me he atrevido a decirle a mi madre lo que les esperaba en la primera prueba, porque ya le ha dado un ataque de nervios en él... — Charlie imitó la voz casi histérica de su madre.
«¡Cómo lo dejan participar en el Torneo, con lo pequeño que es! ¡Creí que iba a haber un poco de seguridad, creí que iban a poner una edad mínima!» También se enfureció al ver que no mencionan a Issei, «¡Donde está, porque no lo mencionan ni un poco!» Se puso a llorar a lágrima viva con el artículo de El Profeta. «¡Todavía llora cuando piensa en sus padres! ¡Nunca me lo hubiera imaginado! ¡Pobrecillo!»
Harry ya tenía suficiente. Confiando en que Hagrid no lo echaría de menos, distraído como estaba con la compañía de cuatro dragones y de Madame Maxime, se volvió en silencio y emprendió el camino de vuelta al castillo.
...
Cuando Harry llegó al castillo, tuvo su plática con Sirius, gracias a esa conversación Harry se enteró que Karkarov fue un mortifago, comenzaron a dar versiones de lo que pudo pasar y si era por la presencia de Karkarov porque lo que Dumbledore quería un auror como Ojo loco. Harry cambió un poco de tema diciendo que ahora tenía un nuevo amigo, un chico que encontraron en la parcela de los Weasley y ahora estudiaba en Hogwarts en la casa de Ravenclaw.
La conversacion siguio un poco mas hasta que Harry pudo mencionarle a los dragones, antes de que Sirius pudiera darle una alternativa a la que Issei le dio, Ron bajó por las escaleras haciendo que Sirius tuviera que irse. Ambos chicos discutieron un poco, en un momento de ira Harry le lanzó un botón de "Potter apesta" a la frente de Ron, así de enojado Harry se levantó y se fue acostar.
Cuando se levantó el domingo por la mañana, Harry puso tan poca atención al vestirse que tardó un rato en darse cuenta de que estaba intentando meter un pie en el som brero en vez de hacerlo en el calcetín. Cuando por fin se hubo puesto todas las prendas en las partes correctas del cuerpo, salió aprisa para buscar a Hermione, y la encontró a la mesa de Gryffindor del Gran Comedor,desayunando con Ginny. Demasiado intranquilo para comer, Harry aguardó a que Hermione se tomara la última cucharada de gachas de avena y se la llevó fuera para dar otro paseo con ella. En los terrenos del colegio, mientras bordeaban el lago, Harry le contó todo lo de los dragones y lo que le había dicho Sirius.
Aunque muy asustada por las advertencias de Sirius sobre Karkarov,Hermione pensó que el problema más acuciante eran los dragones.
Pasaron unas cuantas horas en la biblioteca revisando una gran cantidad de libros y diferentes hechizos de los cuales ninguno servía. Harry no podía pensar muy bien, estaba estresado por el poco tiempo que les quedaba para poder encontrar algo útil y que en verdad le sirviera y no revelar que Issei le dio una espada para la prueba.
El castaño pasó un poco por la biblioteca ese dia tambien, saludo a los dos chicos y rápidamente se fue con Cedric Diggory, quien le pidió ayuda con un proyecto de pociones. Al poco tiempo Viktor Krum hizo acto de presencia en el lugar.
El chico les dirigió una mirada descortés, para después sentarse en un rincón de algo alejado, con un montón de libros.
—¡Oh, no!, aquí vuelve. ¿Por qué no puede leer en su barquito? —dijo Hermione irritadas—. Vamos, Harry, volvamos a la sala común... El club de fans llegará dentro de un momento y no pararán de cotorrear...
Y, efectivamente, en el momento en que salían de la biblioteca, entraba de puntillas un ruidoso grupo de chicas, una de ellas con una bufanda de Bulgaria Atada a la cintura.
Harry apenas durmió esa noche. Cuando despertó la mañana del lunes,pensó seriamente, por vez primera, en escapar de Hogwarts. Pero en el Gran Comedor, a la hora del desayuno, miró a su alrededor y pensó en lo que dejaría si se fuera del castillo, y se dio cuenta de que no podía hacerlo. Era el único sitio en que había sido feliz... Bueno, seguramente también había sido feliz con sus padres, pero de eso no se acordaba.
En cierto modo, fue un alivio comprender que prefería quedarse y enfrentarse al dragón a volver a Privet Drive con Dudley. Lo hizo sentirse más tranquilo. Terminó con dificultad el tocino y, al levantarse de la mesa con Hermione, vio a Issei dejando la mesa de Hufflepuff.
—Nos vemos en el invernadero, Hermione —le dijo Harry, tomando una decisión al ver a Issei dejar el Gran comedor—. Be hacia allí, ya te alcanzaré.
—Llegarás tarde, Harry. Está a punto de sonar la campana.
—Te alcanzaré, ¿vale?
Harry se dio prisa y llegó a la escalera de mármol, Issei ya se encontraba al final de ella, charlando un poco con Cedric que al parecer compartían su primera clase.
—¡Issei! —Harry llamó al castaño
—Ah Harry —Issei sonrió cuando volteo a verlo—. ¿como te encuentras?
—Hola Harry —Cedric saludo a Harry.
—Issei, necesito decirte algo en privado —dijo mientras jadeaba un poco.
—Bien, ¿puedes adelantarte Cedric? dile a Mcgonagall que olvide unas cosas.
—Le dire, no te preocupes — Cedric choco los puños con Issei y se despidió de Harry.
—¿Que es tan urgente, alguien los esta molestando? —Issei pregunto serio.
—Issei —le dijo Harry sin rodeos—, la primera prueba, son...
Issei solo le tapó la boca a Harry usando sus manos, para que no dijera nada.
—No necesito que me ayudes Harry, aprecio que quieras decirme lo que sucede —Issei le quitó las manos—, pero no te preocupes, puedes estar tranquilo.
—¿Estás seguro? —Harry preguntó, observando a Issei—. Seras el unico que no lo sepa, Fleur y Krum ya deben saberlo.
—Al cien por ciento —Issei solo sonrió—. Deja ir todas tus preocupaciones que te aseguro que ambos estaremos bien, ve a tus clases...
«Y recuerda Harry, no dejes que nada te moleste.
Harry se dio la vuelta y comenzó a caminar, Harry no pudo verlo más. Poco tiempo después, el profesor Moody le ordenó a Harry ir a su despacho. Ahí Ojoloco le enseñó varios de sus artilugios para detectar mentiras y demas cosas, tambien le ayudo a pensar una forma de vencer al dragón, intentando no mencionar el objeto peligroso que Issei le entregó no hace muchos días atrás, Moody solo le dio unos consejos generales como aprovechar su punto fuerte.
Lo que mejor se le daba era volar. Tenía que esquivar al dragón por el aire. Para eso necesitaba su Saeta de Fuego. Y para hacerse con su Saeta de Fuego necesitaba...
—Hermione —susurró Harry diez minutos más tarde, al llegar al Invernadero 3 y después de presentarle apresuradas excusas a la profesora Sprout—, me tienes que ayudar.
—¿Y qué he estado haciendo, Harry? —le contestó también en un susurro,mirando con preocupación por encima del arbusto nervioso que estaba podando.
Hermione, tengo que aprender a hacer bien el encantamiento convocador antes de mañana por la tarde.
Practicaron. En vez de ir a comer, buscaron un aula libre en la que Harry puso todo su empeño en atraer objetos. Seguía costando trabajo: a mitad del recorrido, los libros y las plumas perdían fuerza y terminaban cayendo al suelo como piedras.
—Concéntrate, Harry, concéntrate...
—¿Y qué crees que estoy haciendo? —contestó él de malas pulgas—.Pero, por alguna razón, se me aparece de repente en la cabeza un dragón
Le pareció que Ron había estado a punto de reírse. Por primera vez en varios días miró a Harry a los ojos, pero éste se sentía demasiado dolido con él para que le importara. Se pasó el resto de la clase intentando atraer con la varita pequeños objetos por debajo de la mesa. Logró que una mosca se le posara en la mano, pero no estuvo seguro de que se debiera al encantamiento convocador. A lo mejor era simplemente que la mosca estaba tonta.
Fueron muchas horas de práctica, se obligó a bajar a cenar después de la clase de adivinación y, poniéndose la capa invisible para que no los vieran los profesores, volvió con Hermione al aula vacía. Pasaron pocas horas hasta que dejaron ese salon y volvieron a la sala común de Gryffindor. Ahí estuvieron hasta pasada la una en punto de la madrugada, Harry por fin había logrado hacer correctamente el encantamiento convocador.
...
En el gran comedor, Issei se encontraba sentado solo en la mesa de Ravenclaw. Desde aquel día en Hogsmeade Luna estaba evitando verlo, cada que el la encontraba ella se daba la vuelta y corría del lugar con gran prisa, era extraño para el castaño que sucediera eso, pero sabía la razón de porque pasaba.
—Es obvio que le gustas, pedazo de idiota —le dijo Ddraig a Issei en la mente—. Debes tener en cuenta que debes ser el primer chico que la ayudó y no la trato como una loca, ella misma te lo dijo.
—Ya lo se Ddraig, tengo eso muy en cuenta —contesto Issei a dragon—. Me tomo un poco de sorpresa.
—¿Que es lo que harás? —preguntaba —. Recuerda que también está esa chica lista.
—Se perfectamente que hacer Ddraig.
El profesor Flitwick lo llamó a su despacho, Issei se levanto y acompañó a su jefe de casa.
Tres horas después en el gran comedor, Harry se sentía extrañamente distante de todos cuantos lo rodeaban, ya le desearon suerte o le dijeran entre dientes al pasar a su lado: «Tendremos listo el paquete de pañuelos de papel, Potter.» Se encontraba en tal estado de nerviosismo que le daba miedo perder la cabeza cuando lo pusieran frente al dragón y liarse a echar maldiciones a diestro y siniestro.
El tiempo pasaba de forma más rara que nunca, como a saltos, de manera que estaba sentado en su primera clase, Historia de la Magia, y al momento siguiente iba a comer... y de inmediato la profesora McGonagall entró en el Gran Comedor y fue a toda prisa hacia él. Muchos los observaban.
—Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio... Tienes Que prepararte para la primera prueba.
—¡Bien! —dijo Harry, poniéndose en pie. El tenedor hizo mucho ruido al caer al plato
—Buena suerte, Harry —le susurró Hermione—. ¡Todo irá bien!
—Sí —contestó, con una voz que no parecía la suya.
Salió del Gran Comedor con la profesora McGonagall. Tampoco ella parecía la misma; de hecho, estaba casi tan nerviosa como Hermione. Al bajarla escalinata de piedra y salir a la fría tarde de noviembre, le puso una mano en el hombro.
—No te dejes dominar por el pánico —le aconsejó—, conserva la cabeza serena. Habrá magos preparados para intervenir si la situación se desbordara...Lo principal es que lo hagas lo mejor que puedas, y no quedarás mal ante la gente. ¿Te encuentras bien?
—Sí —se oyó decir Harry—. Sí, me encuentro bien.
Ella lo conducía bordeando el bosque hacia donde estaban los dragones;pero, al acercarse al grupo de árboles detrás del cual habría debido ser claramente visible el cercado, Harry vio que habían levantado una tienda que lo ocultaba a la vista.
—Tienes que entrar con los demás campeones —le dijo la profesora McGonagall con voz temblorosa— y esperar tu turno, Potter. El señor Bagman Está dentro. Él te explicará lo que tienes que hacer... Buena suerte.
—Gracias —dijo Harry con voz distante y apagada:
Ella lo dejó a la puerta de la tienda, y Harry entró.
Fleur Delacour estaba sentada en un rincón, sobre un pequeño taburete de madera. No parecía ni remotamente tan segura como de costumbre; por el contrario, se la veía pálida y sudorosa. El aspecto de Viktor Krum era aún más hosco de lo habitual, y Harry supuso que aquélla era la forma en que manifestaba su nerviosismo. Issei se encontraba recostado, como si nada en el mundo pudiera afectar en estos momentos. Cuando Harry Entró, Issei se levantó y le dirigió una sonrisa a la que correspondió.
—¡Harry! ¡Bien! —dijo Bagman muy contento, mirándolo—. ¡Ven, ven,ponte cómodo!
De pie en medio de los pálidos campeones, Bagman se parecía un poco esas figuras infladas de los dibujos animados. Se había vuelto a poner su antigua túnica de las Avispas de Wimbourne.
—Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente! —declaró Bagman con alegría—. Cuando hayan llegado los espectadores, ofreceré esta bolsa a cada uno de ustedes para que saquen la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentarnos. —Les enseñó una bolsa roja de seda—. Hay diferentes... variedades, ya lo verán. Y tengo que deciros algo más... Ah, sí... ¡su objetivo es coger el huevo de oro!
Harry miró a Issei, esperando ver en su rostro algo de miedo...
Tenían la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Harry. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente...
Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Harry se sintió separado de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente. Y, a continuación Bagman abrió la bolsa roja de seda
—Las damas primero —dijo ofreciendo la bolsa a Fleur Delacour.
Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un galés verde. Alrededor del cuello tenía el número «dos». Harry estuvo seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no se había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba.
Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el bola de fuego chino.Alrededor del cuello tenía el número «uno». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo.
Issei metió la mano en la bolsa y sacó el colacuerno húngaro con el número «cuatro» atado al cuello. Sabiendo que lo que le quedaba, Harry metió la mano en la bolsa de seda y extrajo el hocicorto sueco de color azul plateado con el número «tres». Cuando Harry lo miró, la miniatura solo desplegó sus alas.
—¡Bueno, ahí lo tenéis! —dijo Bagman—. Habéis sacado cada uno el dragón con el que les tocará enfrentar, y el número es el del orden en que saldrán, ¿comprenden? Yo tendré que dejaros dentro de un momento, porque soy el comentador. Krum, eres el primero. Tendrás que salir al mercado cuando oigas un silbato, ¿de acuerdo? Bien. Harry.. ¿podría hablar un momento contigo, ahí fuera?
—Eh... sí —respondió Harry sin comprender. Se levantó y salió con Bagman de la tienda, que lo llevó aparte, entre los árboles, y luego se volvió hacia él con expresión paternal.
Charlaron un poco, después regresaron a la tienda y vieron algo raro.
La miniatura del dragón que poseía Issei se encontraba en su cabeza, Issei estaba jugando con el con mucha alegría, mordiendo su oreja izquierda, el castaño alzó la mano.
—¿Sí, señor Hyodo? — preguntaba el señor Bagman.
—¿¡Me lo puedo quedar!? —pregunto Issei con emoción.
—Eh... Sí, no veo porque no —respondió un poco indiferente—. ¡Santo Dios, tengo que darme prisa!
Sentarse allí a escuchar era peor de lo que Harry hubiera podido imaginar. La multitud gritaba, ahogaba gemidos como si fueran uno solo, cuando Krum hacía lo que fuera para burlar al Bola de fuego chino. Krum seguía mirando al suelo. Fleur ahora había tomado el lugar de Krum, caminando de un lado a otro de la tienda. Y los comentarios de Bagman lo empeoraba todo mucho... En la mente de Harry se formaban horribles imágenes al oír.
—¡Muy osado! —gritaba Bagman, y Harry oyó al bola de fuego chino proferir un bramido espantoso, mientras la multitud contenía la respiración,como si fueran uno solo—. ¡La verdad es que está mostrando valor y, sí señores, acaba de coger el huevo!
Y luego, tras unos quince minutos, Harry oyó un bramido ensordecedor que sólo podía significar una cosa: que Krum había conseguido burlar al dragón y coger el huevo de oro.
—¡Uno que ya está, y quedan tres! —gritó Bagman cuando volvió a sonar el silbato—. ¡Señorita Delacour, si tiene usted la bondad!
Fleur temblaba de arriba abajo. Cuando salió de la tienda con la cabeza erguida y agarrando la varita con firmeza, Harry sintió por ella una especie de afecto que no había sentido antes. Se quedaron solos él y Krum, en lados opuestos de la tienda, evitando mirarse
Se repitió el mismo proceso.
Ah, no estoy muy seguro de que eso fuera una buena idea! —oyeron gritar a Bagman, siempre con entusiasmo—. ¡Ah... casi! Cuidado ahora... ¡Dios Mío, creí que lo iba coger!
Diez minutos después Harry oyó que la multitud volvía a aplaudir con fuerza. También Fleur debía de haberlo logrado. Se hizo una pausa mientras se mostraban las puntuaciones de Fleur. Hubo más aplausos y luego, por tercera vez, sonó el silbato.
—¡Y lo esperamos señor Potter! —anunció Bagman.
Harry no quería salir, pero Issei le miro y dio una mirada seria.
Lo vio todo ante sus ojos como si se tratara de un sueño de colores muy vivos. Desde las gradas que por arte de magia habían puesto después del sábado lo miraban cientos y cientos de rostros. Y allí, al otro lado del cercado,estaba el hocicorto agachado sobre la nidada, con las alas medio desplegadas y mirándolo con sus malévolos ojos amarillos, como un lagarto monstruoso cubierto de escamas azul plateado, sacudiendo la cola. La multitud gritaba muchísimo, pero Harry no sabía ni le preocupaba si eran gritos de apoyo o no. Era el momento de hacer lo que tenía que hacer: concentrarse, entera y absolutamente, en lo que constituía su única posibilidad.
Levantó la varita.
—¡Accio Saeta de Fuego! —gritó.
Aguardó, confiando y rogando con todo su ser. Si no funcionaba, si la escoba no acudía... Le parecía verlo todo a través de una extraña barrera transparente y reluciente, como una calima que hacía que el cercado y los cientos de rostros que había a su alrededor flotan de forma extraña...
Y entonces la oyó atravesando el aire tras él. Se volvió y vio la Saeta de Fuego volar hacia allí por el borde del bosque, descender hasta el cercado y detenerse en el aire, a su lado, esperando que la montara. La multitud alborotada aún más... Bagman gritaba algo... pero los oídos de Harry ya no funcionaban bien, porque oír no era importante...
Pasó una pierna por encima del palo de la escoba y dio una patada en el suelo para elevarse.
Al elevarse y sentir el azote del aire en la cara, al convertirse los rostros delos espectadores en puntas de alfiler de color carne y al encogerse el hocicorto hasta adquirir el tamaño de un perro, comprendió que allá abajo no había dejado únicamente la tierra, sino también el miedo: por fin estaba en su elemento.
Una vez más, alzo la varita y conjuro de nuevo.
—¡Accio Ascalon! —gritó.
No pasó mucho hasta que la espada estaba en sus manos, confiaba en poder hacer esto su juego, rápidamente coloco la espada en su espalda. Miro la nidada, y vio el huevo de oro brillando en medio de los demás huevos de color cemento, bien protegidos entre las patas delanteras del dragón.
«Bien —se dijo Harry a sí mismo—, tácticas de distracción. Adelante.»
Descendió en picado. El hocicorto lo siguió con la cabeza. Sabía lo que el dragón iba a hacer, y justo a tiempo frenó su descenso y se elevó en el aire.Llegó un chorro de fuego justo al lugar en que se habría encontrado si no hubiera dado un viraje en el último instante... pero a Harry no le preocupó: era lo mismo que esquivar una bludger.
—¡Cielo santo, vaya manera de volar! —vociferó Bagman, entre los gritos de la multitud—. ¿Ha visto eso, señor Krum?
Harry se elevó en círculos. El hocicorto seguía siempre su recorrido,girando la cabeza sobre su largo cuello. Si continuaba así, se mareaba, pero era mejor no abusar o volvería a echar fuego.
Harry se lanzó hacia abajo justo cuando el dragón abría la boca, pero esta vez tuvo menos suerte. El Dragón le acertó un golpe con su cola, tirándolo de la escoba.
Ahora Harry se encontraba en problemas, su escoba estaba intacta, pero no podía alcanzarla. Sin más que hacer, rapidamente se quito la espada de la espalda y la empuño en dirección al dragón haciendo irradiar un resplandor del filo de la hoja haciendo que el dragón solo se quedara parado.
El dragón no parecía dispuesto a moverse del sitio: tenía demasiado afán por proteger los huevos, su cuerpo temblaba. Aunque retorcía la cabeza y plegaba y desplegaba las alas sin apartar de Harry sus terribles ojos amarillos, era evidente que temía apartarse demasiado de sus crías. Así pues, tenía que persuadirlo de que lo hiciera, o de lo contrario nunca podría apoderarse del huevo de oro. El truco estaba en hacerlo con cuidado, poco a poco.
Harry se acercaba y el dragón retrocedió involuntariamente, tal como si tuviera algo aún más peligroso que su propia raza frente a él. Potter se dio cuenta de lo que hacía la espada, así que recordando su pelea con el basilisco en la cámara de los secretos, la elevo hasta la altura de sus hombros y tomó una posición como si se tratara de una película de caballeros de la edad media.
Ahora con una nueva confianza y una estrategia de vivir o morir, se abalanzó corriendo en dirección de el dragon. Ascalon le parecía tan ligera al momento de llegar frente al dragón dio un corte al aire haciendo que la bestia se elevará en los aires haciendo que dejara su nido. Harry aprovechó para utilizar su varita y cuidadosamente levito los huevos del dragón en busca del huevo de oro, hasta que lo encontró y lo cogió.
La multitud enloqueció con la actuación de Harry, bitores sonaban alrededor de él, no podía creer que la espada le facilitara tanto el trabajo de conseguir el huevo.
—¡Miren eso! —gritó Bagman—. ¡Mírenlo! ¡Nuestro paladín más joven ha sido el más rápido en coger el huevo hasta ahora! ¡Bueno, esto aumenta las posibilidades de nuestro amigo Potter!
Harry vio a los cuidadores de los dragones apresurarse para reducir el hocicorto; y a la profesora McGonagall, el profesor Moody y Hagrid, que iba a toda prisa a su encuentro desde la puerta del cercado, haciéndole señas para que se acercara.
—¡Antes de que acabe la emoción! —gritó Bagman—. ¡recibamos con un caluroso aplauso al campeón Hyodo¡
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Issei salió de la tienda totalmente preparado para lo que se venía, al salir lo primero que vio fue al dragón que le tocaba enfrentar, era un poco más grande que los demás, con su cola llena de cuernos dio un golpe al suelo haciendo que se agrietará haciendo surcos de un metro. El castaño sacó su varita y se deshizo de sus túnicas, dejando el conjunto que usaba debajo de ella.
Desnudo desde la cintura para arriba, mostrando a los participantes una gran cantidad de cicatrices. Con varita en mano, apunto al cuerpo de dragón, lanzando un encantamiento con ella.
—¡Toma esto! —Issei grito.
El colacuerno húngaro se abalanzó en contra de Issei, de la pinta de la varita salió una luz azul que hizo retroceder al dragón al instante, lo suficiente para que le diera tiempo de hacer otro encantamiento. De la punta de la varita, un lazo de fuego apareció e Issei comenzó a utilizarlo para mantener lejos al colacuerno alejado mientras se acercaba al nido donde se encontraba el huevo de oro.
Con lo que no contó Issei, es que el al momento de darle un golpe al dragón cerca del cuello, causó que se rompiera el collar que lo sujetaba a las cadenas que impedían su escape. Elevándose en el aire, el colacuerno lanzó de su hocico una gran llamarada de en dirección a Issei.
—¡Protego Diabolica! —fue el encantamiento que utilizo Issei.
Dando una vuelta sobre su mismo eje, el castaño conjuro un muro de llamas azules a su alrededor haciendo que las llamas rojas de el colacuerno chocaran y se desvanecieron al contacto, Issei también se las arregló para no incendiar todo el lugar y evitar reducirlo a cenizas.
—¡Pero qué magia es esta, nunca había sido testigo de algo igual!—dijo Bagman con emoción—. ¡Ha sido una excelente forma de protegerse del fuego del dragón!
El profesor Dumbledore había sido testigo de un encantamiento que no veía desde hace demasiados años, le trajo amargos recuerdos pero admitió que el joven Hyodo era un gran mago al manejar la situación.
El colacuerno ahora enfadado descendió y utilizando su cola intentó darle un gran golpe a Issei, el castaño de manera veloz esquivó el golpe sin necesidad de utilizar magia. Issei guardo la varita, los espectadores estaban al pie de la butaca cuando vieron que el dragón estaba por lanzar mas fuego.
Los gritos de emoción no se hicieron esperar al momento de que observaron que Issei respondió de la misma manera, lanzando fuego por la boca. Un fuego que nadie había visto, fuego escarlata, tan poderoso que abrumó el propio fuego del colacuerno. El dragón sintió la peligrosidad de esa llamarada y se alejó, sus instintos lo hicieron ir directamente por lo que parecía una presa fácil.
Issei vio venir al colacuerno de manera rápida, así que olvidándose que tenía una varita en la mano alzo su mano izquierda de la cual salio un circulo extraño para la audiencia y para los propios jueces.
—¡Desmaius! —grito con fuerza el castaño.
El rayo blanco que salió de aquel círculo mágico impacto en la cara de el dragón haciendo que se desmayara en pleno vuelo. Issei para evitar ser aplastado, utilizó de manera estúpida sus alas de dragón para salir volando del lugar de impacto, asegurándose de que el cuerpo del colacuerno no cayera en el lugar de su nido. Era el momento de tomar el huevo de oro, Issei hizo un descenso rápido y voló directamente donde estaban los huevos del dragon.
—¡Señoras y señores, frente a nosotros tenemos frente a nosotros al campeón que mejor tiempo hizo en recuperar el huevo del nido del dragón! —dijo Bagman con mucha emoción—. ¡El señor Hyodo nos regaló una excelente y muy emocionante actuación, eso sin mencionar la gala de hechizos y encantamientos que utilizo!
Issei salió con una sonrisa de satisfacción en su rostro y entró a una tienda que ponía enfermería.
Harry salió del corriendo, jadeando y vio a la entrada de la segunda tienda a la señora Pomfrey, que parecía preocupada.
—¡Dragones! —exclamó en tono de indignación, tirando de Harry hacia dentro.
La tienda estaba dividida en cubículos. A través de la tela, Harry distinguió la sombra de Issei, que no estaba herido, solo tenia algunos rasguños.
—Ahora quédate sentado y quieto durante un minuto. ¡Sentado! Luego Podrás ir a ver tu puntuación. —Salió aprisa del cubículo, y la oyó entrar en el contiguo y preguntar—: ¿Qué pudo causarle tantas heridas a un muchacho tan joven? Esas heridas son viejas, no puedo hacer que las cicatrices se quiten.
Issei no hizo caso de las instrucciones de Madame Pomfrey. Se puso de pie para asomarse a la puerta, pero antes de que llegara a ella entraron dos personas a toda prisa: Hermione e, inmediatamente detrás de ella, Harry y Ron.
—¡Issei, has estado genial! —le dijo Hermione con voz chillona. Tenía Marcas de uñas en la cara, donde se había apretado del miedo—. ¡Alucinante!¡De verdad!
Issei miró a Ron y Harry, ambos parecían reconciliados, eso verlos hizo sonreír a Issei.
—Harry lo hizo mejor que yo, estoy seguro de eso —dijo el castaño con una sonrisa—. Esa manera de volar fue estupenda, pero me aterre al ver que te tumbo de la escoba.
—Eso no fue nada, no hubiera podido ganar sin tu ayuda —Harry dijo con una sonrisa—. Ten, guardarla antes de que alguien quiera la confiscar.
Harry le quitó Ascalon a Ron que estaba jugando con ella, cuando Issei la tomo en manos la espada emitió un brillo y desapareció.
—¡Issei! —Hermione grito de la nada asustando a todos—. ¿Como hiciste eso? Me refiero a tus alas, es la segunda vez que las utilizas y esta vez la profesora Mcgonagall dijo es que es imposible hacer eso... ¡además como es que tienes tantas cicatrices en el cuerpo, hay que tratarlas!
—No significan nada y no tienes de qué preocuparte, Hermione—Issei atrajo a la chica a un abrazo.
Harry y Ron comenzaron a burlarse de ella por el sonrojo evidente que tenía en el rostro. Una vez que retiraron el cuerpo del colacuerno, Issei junto con los demás se acercaron al cercado. Harry fue capaz de ver dónde estaban sentados los jueces: justo al otro extremo, en elevados asientos forrados de color oro.
—Cada uno da una puntuación sobre diez—explicó Ron.
Entornando los ojos, Harry vio a Madame Máxime, la primera del tribunal,levantar la varita, de la que salió lo que parecía una larga cinta de plata que se retorcía formando un nueve.
—¡No está mal! —dijo Ron mientras la multitud aplaudía—. Supongo que no le gusto que te quitaras las túnicas...
A continuación le tocó al señor Crouch, que proyectó en el aire un diez.
—¡Qué bien! —gritaron Ron y Harry, dándole a Issei un golpecito en la espalda.
Luego le tocaba a Dumbledore. También él proyectó un diez, y la multitud vitoreó más fuerte que antes.
Ludo Bagman: un diez.
—¡Lo hiciste fenomenal! —Hermione le dio un beso en la mejilla sin que el castaño lo esperara.
Y entonces Karkarov levantó la varita. Se detuvo un momento, y luego proyectó en el aire otro número: un cuatro.
—¿Qué? —chilló Ron furioso—. ¿Un cuatro? ¡Cerdo partidista y piojoso, aKrum le diste un diez!
Issei no le importó, estaba contento de ver que Harry y Ron habían hecho las paces. Sonrió un poco al verlos y después vio a Hermione.
—Muchas gracias por apoyarme —Issei dijo en voz baja.
—No tienes porque agradecer, después de todo es lógico que apoye a la persona que me gusta.
No paso mucho hasta que vieron que el hermano mayor de Ron, Charlie los encontró y felicito a ambos chicos.
—¡Estáis empatados en el primer puesto, Harry! ¡Issei y tú! —le dijo Charlie Weasley, precipitándose a su encuentro cuando volvían para el colegio—. Me voy corriendo. Tengo que llegar para enviarle una lechuza a mamá; le prometí que le contaría lo que había sucedido. ¡Pero es que ha sido increíble! Ah, sí... me ordenaron que te dijera que tienen que esperar unos minutos. Bagman os quiere decir algo en la tienda de los campeones.
Ron y Hermione dijeron que los esperaría, de forma que Harry volvió a entrar en la tienda, que esta vez le pareció completamente distinta: acogedora y agradable. Recordó cómo se había sentido esquivando al hocicorto y lo comparó a la larga espera antes de salir... No había comparación posible: la espera había sido infinitamente peor.
Fleur y Krum entraron juntos.
—¡Muy bien todos! —dijo Ludo Bagman, entrando en la tienda con su andar saltarín y tan encantado como si él mismo hubiera burlado a un dragón—. Ahora, sólo unas palabras. Tienen un buen período de descanso antes de la segunda prueba, que tendrá lugar a las nueve y media de la mañana del veinticuatro de febrero. ¡Pero mientras tanto les vamos a dar algo en qué pensar! Si pueden fijarse en los huevos que están sujetando, verán que se pueden abrir... ¿ven las bisagras? tienen que resolver el enigma que contiene el huevo porque les indicará en qué consiste la segunda prueba, y de esa forma podrán prepararse para ella. ¿Está claro?, ¿seguro? ¡Bien, entonces pueden irse!
Harry salió de la tienda, se juntó con Ron y se encaminaron al castillo por el borde del bosque, hablando sin parar. Harry quería que le contara con más detalle qué era lo que habían hecho los otros campeones. Hermione por otro lado caminaba junto a Issei, ambos en un silencio confortable, tenían una paz enorme sobre ellos, iban detrás de Harry y Ron.
Hermione se acerco un poco más a Issei y lo tomó de la mano.
—¿Por qué no puedes decirme como puedes hacer eso?— Pregunto Hermione.
—Si lo hago nunca me creerías— respondió Issei.
—Puedes intentarlo, confia en mi — la chica sonaba esperanzada.
—... —Issei no respondió al instante—. De acuerdo, pero no esperes que sea pronto, tengo que preparar unas cosas antes.
—Deacuerdo —Hermione sonrio.
Así los cuatro amigos regresaron al castillo después de que dos de ellos enfrentará a un dragón, una tarea sencilla para Issei.
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