VIII

Narrador:

Harry permaneció sentado, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran Comedor lo miraban. Se sentía aturdido, atontado. Debía de estar soñando. O no había oído bien.

  Nadie aplaudía. Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levantaban para ver mejor a Harry, que seguía inmóvil, sentado en su sitio.

En la mesa de los profesores, la profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo. 

Harry se volvió hacia Ron y Hermione. Más allá de ellos, vio que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Gryffindor lo miraban con la boca abierta. 

—Yo no puse mi nombre —dijo Harry, totalmente confuso—. Ustedes lo saben.

Uno y otro le devolvieron la misma mirada de aturdimiento.  

—Yo te creo Harry, ve no estaras solos —Luna dijo con un tono alegre—. Issei estará contigo.

En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall

—¡Harry Potter! —llamó—. ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!

 —Vamos —le susurró Hermione, dándole a Harry un leve empujón. 

Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco. Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff. Le pareció un camino larguísimo. La mesa de los profesores no parecía hallarse más cerca aunque él caminara hacia ella, y notaba la mirada de cientos y cientos de ojos, como si cada uno de ellos fuera un reflector. El Zumbido se hacía cada vez más fuerte. Después de lo que le pareció una hora,se halló delante de Dumbledore y notó las miradas de todos los profesores. 

—Bueno... cruza la puerta, Harry —dijo Dumbledore, sin sonreír. 

Harry pasó por la mesa de profesores. Hagrid, sentado justo en un extremo, no le guiñó un ojo, ni levantó la mano, ni hizo ninguna de sus habituales señas de saludo. Parecía completamente aturdido y, al pasar Harry,lo miró como hacían todos los demás. Harry salió del Gran Comedor y se encontró en una sala más pequeña, decorada con retratos de brujos y brujas. Delante de él, en la chimenea, crepitaba un fuego acogedor. 

Cuando entró, las caras de los retratados se volvieron hacia él. Vio que una bruja con el rostro lleno de arrugas salía precipitadamente de los límites de su marco y se iba al cuadro vecino, que era el retrato de un mago con bigotes de foca. La bruja del rostro arrugado empezó a susurrarle algo al oído. 

Viktor Krum, Issei Hyodo y Fleur Delacour estaban junto a la chimenea. Con sus siluetas recortadas contra las llamas, tenían un aspecto curiosamente imponente. Krum, cabizbajo y siniestro, se apoyaba en la repisa de la chimenea, ligeramente separado de los otros dos. Issei, de pie frente a la chimenea con las manos en la espalda, imponiendo un aura muy potente. Fleur Delacour lo miro cuando entró y volvió a echarse para atrás su largo cabello plateado.

—¿Qué pasa? —preguntó, creyendo que había entrado para transmitirles algún mensaje—. ¿"quieguen" que volvamos al "comedog"?

—¿Harry, sucede algo? —Issei volteo, acercándose a su amigo.

Harry no sabía cómo explicar lo que acababa de suceder. Se quedó allí quieto, mirando a los tres campeones, sorprendido de lo altos que parecían.

—¿estas bien? —Issei de la nada recordó la plática que tuvo con Hermione—. Ay no.

Oyó detrás un ruido de pasos apresurados. Era Ludo, que entraba en lasala. Tomo del brazo a Harry y lo llevó hacia delante. 

—¡Extraordinario! —susurró, apretándole el brazo—. ¡Absolutamente Extraordinario! Caballeros... señorita —añadió, acercándose al fuego y dirigiéndose a los otros tres—. ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca,al cuarto campeón del Torneo de los tres magos? 

Viktor Krum, se enderezó. Su áspera cara se ensombreció al examinar a Harry. Issei solo puso una mano en su cadera y la otra en su cara, mirando hacia abajo y soltando un suspiro. Fleur Delacour, sin embargo, se sacudió el pelo y dijo con una sonrisa:

—¡Oh, un chiste muy divegtido, señog Bagman!

—¿Un chiste? —repitió Bagman, desconcertado—. ¡No, no, en absoluto! ¡El nombre de Harry Potter acaba de salir del cáliz de fuego!

Krum contrajo levemente sus espesas cejas negras. Issei solo se resigno y se paró a un lado del joven. Fleur frunció el entrecejo.

—Pego es evidente que ha habido un egog —le dijo a Bagman con desdén—. El no puede cometig. Es demasiado joven.

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bagman, frotándose la barbilla impecablemente afeitada y mirando sonriente a Harry—. Pero, como saben, la restricción de edad es una novedad este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry, y no tienes más remedio que concursar. Tendrás que hacerlo lo mejor que puedas...

Detrás de ellos, la puerta volvió abrirse para dar paso a un grupo numeroso de gente: el profesor Dumbledore, seguido de cerca por el señor Crouch, el profesor Karkarov, Madame Maxime, la profesora Mcgonagall y el profesor Snape. Antes de que la profesora Mcgonagall cerrara la puerta, Harry oyó el rumor de los cientos de estudiantes que estaban del otro lado del muro.

—¡Madame Maxime! —dijo Fleur de inmediato, caminando con decisión hacia la directora de su academia—. ¡Dicen que este niño también va a competig!

En medio de su aturdimiento e incredulidad, Harry sintió una punzada deira: «¿Niño?» 

Harry, cálmate — Issei le susurro—. deja que las cosas fluyan.

Madame Maxime se había erguido completamente hasta alcanzar su considerable estatura. La parte superior de su cabeza rozó en la araña llena de velas, y el pecho gigantesco, cubierto de satén negro, parece inflarse.

—¿Que significa todo esto, Dumbledog? —preguntó imperiosamente.

—Es lo mismo que quisiera saber yo, Dumbledore —dijo el profesor Karkarov. Mostraba una tensa sonrisa, y sus azules ojos parecían pedazos de hielo—. ¿Dos campeones de Hogwarts? No recuerdo que nadie me explicara que el colegio anfitrión tuviera derecho a dos campeones. ¿O es que no he leído las normas?

Soltó una risa breve y desagradable.

—C'est impossible! —exclamó Madame Maxime, apoyando su enormemano llena de soberbias cuentas de ópalo sobre el hombro de Fleur—.«Hogwag» no puede «teneg» dos campeones. Es absolutamente injusto. 

—Creíamos que tu raya de edad rechazaría a los aspirantes más jóvenes,Dumbledore —añadió Karkarov, sin perder su sonrisa, aunque tenía los ojos más fríos que nunca—. De no ser así, habríamos traído una más amplia selección de candidatos de nuestros colegios. 

—No es culpa de nadie más que de Potter, Karkarov —intervino Snape con voz melosa. La malicia daba un brillo especial a sus negros ojos—. No hay que culpar a Dumbledore del empeño de Potter en quebrantar las normas. Desde Que llegó aquí no ha hecho otra cosa que traspasar límites... 

—Gracias, Severus —dijo con firmeza Dumbledore, y Snape se calló,aunque sus ojos siguieron lanzando destellos malévolos entre la cortina de grasiento pelo negro. 

El profesor Dumbledore miró a Harry, y éste le devolvió la mirada,intentando descifrar la expresión de los ojos tras las gafas de media luna. 

—Creo que eso fue pasarse de la raya —Issei dio un paso al frente—. Harry, no les hagas caso.

—En efecto mi estimado Joven Hyodo, pero si me permites — Dumbledore se acercó a Harry—. ¿Echaste tu nombre en el cáliz de fuego, Harry?

—No —Contestó Harry, muy consciente de que todos lo observaban con gran atención. Semioculto en la sombra, Snape profirió una suave exclamación de incredulidad.

—¿Le pediste a algún alumno mayor que echara tu nombre en el cáliz de fuego? —Insistió el director, sin hacer caso a Snape.

—No —Respondió Harry con seguridad.

—¡Ah, pog supuesto que está mintiendo! —gritó Madame Maxime.

Snape agitaba la cabeza de un lado a otro, con un rictus en sus labios.

—Yo le creo —Issei habló nuevamente—. No solo porque sea mi amigo, he estado junto a él la mayoría del tiempo, el no ha hecho nada para entrar al Torneo.

—Él no pudo cruzar la raya de la edad —Dijo severamente la profesora Mcgonagall—. Supongo que todos estamos de acuerdo en ese punto.

—Dumbledog pudo habeg cometido algún egog —Replicó Madame Maxime, encogiéndose de hombros.

—Por supuesto, eso es posible —admitió Dumbledore por cortesía.

—¡Sabes perfectamente que no has cometido error alguno, Dumbledore!—repuso airada la profesora McGonagall—. ¡Por Dios, qué absurdo! ¡Harry no pudo traspasar por sí mismo la raya! Y, puesto que el profesor Dumbledore Está seguro de que Harry no convenció a ningún alumno mayor para que lo hiciera por él, mi parecer es que eso debería bastarnos a los demás.

Y le dirigió al profesor Snape una mirada encolerizada.

—Señor Crouch... señor Bagman —dijo Karkarov, de nuevo con voz afectada—, ustedes son nuestros jueces imparciales. Supongo que estarán de acuerdo que esto es completamente irregular.

Bagman se pasó un pañuelo por la cara, redonda e infantil, y miró al señor Crouch, que estaba fuera del círculo iluminado por el fuego de la chimenea y tenía medio rostro oculto en la sombra. Su aspecto era vagamente misterioso, y la semioscuridad lo hacía parecer mucho más viejo, dándole apariencia casi de calavera. Pero, al hablar, su voz fue tan cortante como siempre:

—Hay que seguir las reglas, y las reglas establecen claramente que aquellas personas cuyos nombres salgan del cáliz de fuego estarán obligadas a competir en el Torneo.

 —Bien, Barty conoce el reglamento de cabo a rabo —dijo Bagman,sonriendo y volviéndose hacia Karkarov y Madame Maxime, como si el asunto estuviera cerrado.

—Insisto en que se vuelva a proponer a consideración el nombre del resto de mis alumnos —dijo Karkarov. La sonrisa y el tono afectado habían desaparecido. De hecho, la expresión de su rostro no era nada agradable—.Vuelve a sacar el cáliz de fuego, y continuaremos añadiendo nombres hasta que cada colegio cuente con dos campeones. No pido más que lo justo,Dumbledore.

—Pero, Karkarov, no es así como funciona el cáliz de fuego —objetó Bagman—. El cáliz acaba de apagarse y no volverá a arder hasta el comienzo del próximo Torneo.

—¡En el que, desde luego, Durmstrang no participará! —estalló Karkarov—. ¡Después de todos nuestros encuentros, negociaciones y compromisos, no esperaba que ocurriera algo de esta naturaleza! ¡Estoy tentado de irme ahora mismo!

 —Ésa es una falsa amenaza, Karkarov —gruñó una voz, junto a lapuerta—. Ahora no puedes retirar a tu campeón. Está obligado a competir.Como dijo Dumbledore, ha firmado un contrato mágico vinculante. Te conviene, ¿eh?

Los jueces comenzaron a discutir sobre la posibilidad de tener un campeón más, Issei solo vio a Harry que ahora estaba un poco nervioso y lo apartó de aquel grupo de personas.

 —No dejes que esto te afecte, yo te creo  —Issei sonrió un poco, palmeando la espalda de Harry —, y recuerda que aun tienes a los demás apoyandote.

—Muchas gracias —Harry respondió como si fuera un susurro—. al parecer eres el único que cree que no lo hice.

—No hay de qué, pero no lo creo —ese comentario hizo helar a Harry—. Estoy cien porciento  seguro que tu no lo hiciste.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? Has pasado todo tu tiempo con Luna y Hermione— Harry preguntó.

—Se que nunca lo harías, Hermione me contó algo sobre sus aventuras —Issei le guiño el ojo—. posiblemente solo deseas un año escolar tranquilo, así que no te preocupes Harry. Te prometo que te protegeré, no solo en este torneo, cuando más lo necesites ahí estaré.

La sonrisa en el rostro de Issei hizo sonrojar a Harry, dentro de sí mismo sintió algo que no sentía desde que se enteró que tenía familia que se preocupaba por él. Si pudiera tener un hermano mayor, desearía que fuera como Issei, un sentimiento de seguridad comenzó a surgir al estar cerca de él.

—Anda ven, parece que ya se están calmando —Issei comentó.

Harry solo asintió dos veces, colocándose a un lado de Issei nuevamente, pero ahora con más seguridad.

—No sabemos cómo se ha originado esta situación —continuó Dumbledore dirigiéndose a todos los reunidos en la sala—. Pero me parece que no nos queda más remedio que aceptar las cosas tal como están. Tanto Issei como Harry han sido seleccionados para competir en el Torneo. Y esoes lo que tendrán que hacer.

—Ah, «pego, Dumbledog»...

—Mi querida Madame Maxime, si se le ha ocurrido a usted una alternativa,estaré encantado de escucharla.

Dumbledore aguardó, pero Madame Maxime no dijo nada; se limitó a mirarlo duramente. Y no era la única: Snape parecía furioso, Karkarov estaba vido. Bagman, en cambio, parecía bastante entusiasmado

—Bueno, ¿nos ponemos a ello, entonces? —dijo frotándose las manos y sonriendo a todo el mundo—. Tenemos que darles las instrucciones a nuestros campeones, ¿no? Barty, ¿quieres hacer el honor?

El señor Crouch pareció salir de un profundo ensueño.

 —Sí —respondió—, las instrucciones. Sí... la primera prueba...

 Fue hacia la zona iluminada por el fuego. De cerca, a Harry le pareció que se encontraba enfermo. Se lo veía ojeroso, y la piel, arrugada y reseca,mostraba un aspecto que no era el que tenía durante los Mundiales de quidditch.

—La primera prueba está pensada para medir vuestro coraje —les explica a Harry, Issei, Fleur y Krum—, así que no les vamos a decir en qué consiste.El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante...

»La primera prueba se llevará a cabo el veinticuatro de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal.

»A los campeones no les está permitido solicitar ni aceptar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo. Harán frente al primero de los retos armados sólo con su varita. Cuando la primera prueba haya dado fin, recibirán información sobre lasegunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.

Todos se retiraron, unos más molestos que otros.

Harry miró a Issei, que asintió con la cabeza, y salieron juntos. 

El Gran Comedor se hallaba desierto. Las velas, casi consumidas ya,conferían a las dentadas sonrisas de las calabazas un aspecto misterioso y titilante.

—No te preocupes — Issei comentó con una sutil sonrisa —. Te acompañare a tu sala común.

El viaje a la sala común de Gryffindor continuo en un silencio cómodo, Issei no decía una sola palabra, parecía estar inmerso en su propio mundo. Harry hizo un poco de memoria, hace tan solo unos pocos meses que conocían a Issei y horas atrás les reveló parte de su pasado.

Sabía que por lo general debería estar alerta, pero, con Issei era diferente y aunque no podía entenderlo, sabía que ahora podía confiar con todo su ser en el castaño. Harry continuó reflexionando hasta que llegaron al retrato de la dama gorda.

—Nos vemos, duerme bien y no dejes que nadie te moleste. Los veré en el desayuno.

—Hasta mañana.

Issei comenzó a caminar en dirección hacia su sala común.

...

El jaleo que estalló ante Harry al abrirse el retrato casi lo hace retroceder.Al segundo siguiente se vio arrastrado dentro de la sala común por doce pares de manos y rodeado por todos los integrantes de la casa de Gryffindor, que gritaban, aplaudían y silbaban.

—¡Tendrías que habernos dicho que ibas a participar! —gritó Fred. Parecía En parte enfadado y en parte impresionado.

 —¿Cómo te las arreglaste para que no te saliera barba? ¡Increíble! —gritó George.

—No lo hice —respondió Harry—. No sé cómo...

Pero Angelina se abalanzaba en aquel momento hacia él.

—¡Ah, ya que no soy yo, me alegro de que por lo menos sea alguien de Gryffindor...!

—Tenemos algo de comida, Harry. Ven a tomar algo... 

—No tengo hambre. Ya comí bastante en el banquete.

Pero nadie quería escuchar que no tenía hambre, nadie quería escuchar que él no había puesto su nombre en el cáliz de fuego, nadie en absoluto se daba cuenta de que no estaba de humor para celebraciones... Lee Jordan Había sacado de algún lado un estandarte de Gryffindor y se empeñó en ponérselo a Harry a modo de capa. Harry no pudo zafarse. Cada vez que intentaba escabullirse por la escalera hacia los dormitorios, sus compañeros cerraban filas obligándolo a tomar otra cerveza de mantequilla y llenándole las manos de patatas fritas y cacahuates. Todos querían averiguar cómo lo había hecho, cómo había burlado la raya de edad de Dumbledore y logrado meter el nombre en el cáliz de fuego. 

—No lo hice —repetía una y otra vez—. No sé cómo ha ocurrido.

 Pero, para el caso que le hacían, lo mismo le hubiera dado no abrir la boca.

—¡Estoy cansado! —gritó al fin, después de casi media hora—. No,George, en serio... Me voy a la cama. 

Lo que quería por encima de todo era encontrar a Ron y Hermione para comentar las cosas con algo de sensatez, pero ninguno de ellos parecía hallarse en la sala común. Insistiendo en que necesitaba dormir, y casi pasando por encima de los pequeños hermanos Creevey, que intentaron detenerlo al pie de la escalera, Harry consiguió desprenderse de todo el mundo y subir al dormitorio tan rápido como pudo.

 Para su alivio, vio a Ron tendido en su cama, completamente vestido; no había nadie más en el dormitorio. Miró a Harry cuando éste cerró la puerta tras él. 

—¿Dónde has estado? —le preguntó Harry. 

—Ah, hola —contestó Ron. 

Le sonreía, pero era una sonrisa muy rara, muy tensa. De pronto Harry se dio cuenta de que todavía llevaba el estandarte de Gryffindor que le había puesto Lee Jordan. Se apresuró a quitárselo, pero lo tenía muy bien atado. Ron Permaneció quieto en la cama, observando los forcejeos de Harry para aflojar los nudos

—Bueno —dijo, cuando por fin Harry se desprendió el estandarte y lo tiró a un rincón—, enhorabuena.

—¿Qué quieres decir con eso de «enhorabuena»? —preguntó Harry,mirando a Ron. Decididamente había algo raro en la manera en que sonreía su amigo. Era más bien una mueca.

—Bueno... eres el único que logró cruzar la raya de edad —repuso Ron—.Ni siquiera lo lograron Fred y George. ¿Qué usaste, la capa invisible? 

—La capa invisible no me hubiera permitido cruzar la línea —respondió Harry. 

—Ah, bien. Pensé que, si había sido con la capa, podrías habérmelo dicho... porque podría habernos tapado a los dos, ¿no? Pero encontraste otra manera, ¿verdad?

 —Escucha —dijo Harry—. Yo no eché mi nombre en el cáliz de fuego. Ha Tenido que hacerlo alguien, no sé quién. 

Ron alzó las cejas. 

—¿Y por qué se supone que lo ha hecho? 

—No lo sé —dijo Harry. Le pareció que sonaría demasiado melodramático contestar «para verme muerto». 

Ron levantó las cejas tanto que casi quedan ocultas bajo el flequillo. 

—Vale, bien. A mí puedes decirme la verdad —repuso—. Si no quieres que lo sepa nadie más, estupendo, pero no entiendo por qué te molestas en mentirme a mí. No te vas a ver envuelto en ningún lío por decirme la verdad.Esa amiga de la Señora Gorda, esa tal Violeta, nos ha contado a todos que Dumbledore te ha permitido entrar. Un premio de mil galeones, ¿eh? Y te vas a librar de los exámenes finales...

—¡No eché mi nombre en el cáliz! —exclamó Harry, comenzando a enfadarse.

—Vale, tío —contestó Ron, empleando un tono escéptico—. Pero esta mañana dijiste que lo habrías hecho denoche, para que nadie te viera... No soy tan tonto, ¿sabes? 

—Pues nadie lo diría. 

—¿Sí? —Del rostro de Ron se borró todo asomo de sonrisa, ya fuera forzada o de otro tipo—. Supongo que querrás acostarte ya, Harry. Mañana Tendrás que levantarte temprano para alguna sesión de fotos o algo así. 

Tiró de las colgaduras del dosel de su cama para cerrarlas, dejando a Harry allí, de pie junto a la puerta, mirando las cortinas de terciopelo rojo que en aquel momento ocultaban a una de las pocas personas de las que nunca habría pensado que no le creería.

...

Al despertar el domingo por la mañana, a Harry le costó un rato recordar porqué se sentía tan mal. Luego, el recuerdo de la noche anterior estuvo dándole vueltas en la cabeza. Se incorporó en la cama y descorrió las cortinas del dosel para intentar hablar con Ron y explicarle las cosas, pero la cama de su amigo se hallaba vacía. Evidentemente, había bajado a desayunar.

 Harry se vistió y bajó por la escalera de caracol a la sala común. En cuanto apareció, los que ya habían vuelto del desayuno prorrumpieron en aplausos. La Perspectiva de bajar al Gran Comedor, donde estaría el resto de los alumnos de Gryffindor, que lo trataron como a una especie de héroe, no lo seducía en absoluto. La alternativa, sin embargo, era quedarse allí y ser acorralado por los hermanos Creevey, que en aquel momento le insistían por señas en que se acercara. Caminó resueltamente hacia el retrato, lo abrió, traspasó el hueco y se encontró de cara con Hermione.

—Hola —saludó ella, que llevaba una pila de tostadas envueltas en una servilleta—. Te he traído esto... ¿quieres dar un paseo?

—Buena idea —le contestó Harry, agradecido.

Bajaron la escalera, cruzaron el vestíbulo sin desviar la mirada hacia el gran comedor y pronto recorrían a zancadas la explanada en dirección al lago, donde estaba anclado el barco de Durmstrang, que se reflejaba en la superficie como una mancha oscura. Era una mañana fresca y no dejaron de moverse, masticando las tostadas, mientras Harry le contaba a Hermione qué era exactamente lo que había ocurrido después de abandonar la mesa de Gryffindor. Para su alivio, Hermione aceptó su versión sin un asomo de duda.

—Bueno, estaba segura de que tú no te habías propuesto —declaró cuando él terminó de relatar lo sucedido en la sala—. ¡Si hubieras visto la cara que pusiste cuando Dumbledore leyó tu nombre! Creo Issei hizo bien al apartarte de la discusión.

 —¿Has visto a Ron? — Harry preguntó.

Hermione dudó

—Eh... sí... está desayunando —respondió.

—¿Sigue pensando que yo eché mi nombre en el cáliz?

 —Bueno, no... no creo... no en realidad —contestó Hermione con vergüenza.

—¿Qué quiere decir «no en realidad»? 

—¡Ay, Harry!, ¿es que no te das cuenta? —dijo Hermione—. ¡Está celoso! 

—¿Celoso? —repitió Harry sin dar crédito a sus oídos—. ¿Celoso de qué? ¿Es que le gustaría hacer el ridículo delante de todo el colegio?

Comenzaron a discutir un poco, pero sin llegar a gritarse o molestarse uno con el otro. Ambos tenían un punto, pero, Harry pensaba que él no debía decirle nada a Ron.

—En fin, no llegaremos a ningún lado si seguimos así —Hermione se había cansado—. He estado pensando, Harry. Sabes qué es lo que tenemos que hacer ¿no? Hay hacerlo en cuanto volvamos al castillo.

—Sí, claro, darle a Ron una buena patada en el...

—Escribir a Sirius. Tienes que contarle lo que ha pasado. Te pidió que lo mantuvieras informado de todo lo que ocurría en Hogwarts. Da la impresión de que esperaba que sucediera algo así. Llevo conmigo una pluma y un pedazo de pergamino...

Olvídalo —contestó Harry, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie los oía. Pero los terrenos del castillo parecían desiertos—. Le bastó saber que me dolía la cicatriz, para regresar al país. Si le cuento que alguien me ha hecho entrar en el Torneo de los tres magos se presentará en el castillo.

—Él querría que tú se lo dijeras —dijo Hermione con severidad—. Se Enterara de todas formas.

—¿Cómo?

 —Harry, esto no va a quedar en secreto. El Torneo es famoso, y tú también lo eres. Me sorprendería mucho que El Profeta no dijera nada de que has sido elegido campeón... Se te menciona en la mitad de los libros sobre Quien-tú-sabes. Y Sirius preferiría que se lo contaras tú. 

—Vale, vale, ya le escribo —aceptó Harry, tirando al lago el último pedazo de tostada. 

Lo vieron flotar un momento, antes de que saliera del agua un largo tentáculo, lo cogiera y se lo llevara a la profundidad del lago. Entonces Volvieron al castillo.

...

Issei pasaba tiempo con Luna en el gran comedor, ambos estaban desayunando; Issei estaba leyendo el diario El Profeta, mientras bebía un poco de chocolate caliente. Luna por su lado estaba leyendo una copia de El Quisquilloso, mientras desayunaba un poco de avena.

—¿Qué piensas hacer con el dinero del premio, Issei?

—¿Que te hace estar tan segura de que voy a ganar? —Issei cuestiono con un poco de duda.

—Nada en especial, salvo que... Tienes un dragón en tu brazo jejeje

—No menciones eso en voz alta, Luna —Issei utilizó un dedo para darle un leve golpe a Luna en la frente.

—¡Oye eso duele! — Se quejo con una pequeña lágrima saliendo de sus ojos.

—¡No divulgues mis secretos en la mesa!

Ambos se vieron el uno al otro por unos instantes, para luego comenzar a reír. Los alumnos les veían un poco raro, pero no dijeron nada. Issei alzó la mirada al ver que Ron estaba desayunando con Seamus y Dean, cosa que le pareció un poco extraña ya que siempre desayunaba con Harry y Hermione.

—Es un poco extraño, ¿no lo crees Luna? — Pregunto Issei.

—¿Que es extraño?

—Que Ron no se encuentre con Harry y Hermione, y que Harry aun no haya bajado.

—Tal vez hayan discutido, pasame el pudin.

—Claro... ¿Crees que discutieron?

—Todo el mundo lo hace, no veo porque ellos no.

—Debería ir a verlo.

—Yo creo que no, será mejor que Harry te cuente todo lo que pasó antes.

—Cierto, cuando los vea les preguntare.

Ambos siguieron desayunando, charlando de cosas sin importancia. Pasando diez minutos más, Issei ahora tenía puestos los carismáticos lentes de Luna, que le permiten encontrar mensajes ocultos en el Quisquilloso.

—aun no me has dicho que harás con el dinero del premio.

Un grupo de alumnos de Beauxbatons había entrado al gran comedor, uno de ellos por casualidad escuchó la conversación de Issei con Luna, un poco indignado por los comentarios de Luna, se acerco y pregunto.

—¿Porque crees que el sera el ganador del Torneo de los Tres magos? —Preguntaba un chico rubio a Luna.

—Eh... ¿Issei? —Luna le pidió ayuda.

—¿Algún problema? —Issei intervino.

—Claro que hay un problema, ella está diciendo que saldrás ganador y no puede saberlo si no han iniciado las pruebas.

—Ella no está insinuando que vaya a ganar el torneo, es un malentendido.

—¿Malentendido? No lo creo, ustedes hicieron trampa en la selección... Aunque no me sorprenderia que hicieran trampa después de eso.

—Nadie ha hecho ninguna trampa, por favor detén esto.

Issei se puso de pie, era ligeramente más alto y con mejor físico que el alumno de Beauxbatons. Todos en la mesa de Ravenclaw vieron eso y llamaron al profesor Flitwick. Issei se le acercó con calma, quedando frente a frente.

—Escucha, no quiero problemas así que por favor no sigas.

—No habría problema alguno si no fueran unos...

Antes de poder seguir hablando, el pequeño profesor con barba blanca había llegado al lugar. Rápidamente intervino y separó a los dos jóvenes y castigo a Issei el resto del dia por un malentendido.

—Te veo en la sala común Issei —Luna se le acercó y le dio un beso en la mejilla.

A lo lejos, los alumnos de Slytherin comenzaron a gritar.

—¡Le das un mal nombre la perversión!

Issei viendo que hoy no seria su dia, solo suspiro para que el castigo del profesor no fuera tan severo. Al menos deseaba que no lo enviara con el profesor Snape, no era que le cayera mal... Solo no le agradaba la forma en la que enseñaba.

...

Al mismo tiempo pero en lugares diferentes, Harry e Issei tenían esperanzas de que todo mejorará, al dia siguiente ambos comprobaron que nada cambió. Una vez reanudadas las clases, Harry no pudo seguir evitando al resto de la escuela, exactamente igual que sus compañeros de Gryffindor, pensaba que era Harry el que se había presentado al Torneo. Pero a diferencia de sus compañeros de Gryffindor, no parecían favorablemente impresionados.

Los alumnos de Ravenclaw, que generalmente no eran hostiles contra Gryffindor, se mostraban antipáticos con ellos. Basto una clase de encantamientos para que esto se quedará grabado. No había duda de que los de Ravenclaw apoyaban a los suyos, no pensaban que Harry les quería robar la gloria a su campeón, pues ellos sabían que eran amigos, pero eso no evitaba que saliera el lado que mostraban en cada partido de Quidditch apoyando al equipo de su casa. 

Para Issei las cosas no iban de color de rosas, todos los compañeros de su casa pensaron ahora que era un busca pleito por lo ocurrido el día anterior con el alumno de Beauxbatons, todo por un mal entendido. Pero no terminaba ahí, el rumor corrió rápido y se mal formo en el transcurso, haciendo ver a Issei como un presumido. Cosa que hizo el desayuno de ese día con una pequeña tensión.

Luna estaba un poco apenada con Issei, ella sabía que no debió decir aquello en voz alta, pero estaba emocionada por ver pronto a su amigo en accion, por lo que todo el desayuno actuó de forma arrepentida mientras, cosa que Issei le hizo saber que anda era culpa de ella.

Para Harry los siguientes días fueron de los peores que pudo pasar en Hogwarts. Lo más parecido que había experimentado habían sido aquellos meses, cuando estaba en segundo, en que gran parte del colegio sospechaba que era él el que atacaba a sus compañeros, pero en aquella ocasión Ron había estado de su parte. Mentiría si dijera que no le dolía un poco que Ron se comportara de esa manera. Le parecía que podría haber soportado la actitud del resto del colegio si hubiera vuelto a contar con la amistad de Ron, pero no iba a intentar convencerlo de que se volvieran a hablar si él no quería hacerlo.

Las cosas mejoraron para Issei, el alumno con el que había tenido aquella pequeña discusión salió para aclarar todo lo sucedido, quedando en claro que todo era un mal entendido. La escuela comenzó a apoyarlo, incluso el que era el favorito para que fuera el campeon del colegio, Cedric Diggory. El Hufflepuff capitán del equipo de Quidditch rápidamente, iba en el mismo año que Issei así que se veían regularmente, pero comenzaron a convivir un poco más, a Issei le recordaba un poco a Kiba pero la diferencia entre ellos radica en que Cedric tenía novia, fuera de eso era una especie de príncipe.

...

La clase doble de Pociones constituía siempre una mala experiencia, pero aquellos días era una verdadera tortura. Estar encerrado en una mazmorra durante hora y media con Snape y los de Slytherin, dispuestos a mortificar a Harry todo lo posible por haberse atrevido a ser campeón del colegio, era una de las cosas más desagradables que Harry pudiera imaginar. Así había sido el viernes anterior, en el que Hermione, sentada a su lado, se pasó la clase repitiendo en voz baja: «No les hagas caso, no les hagas caso»; y no tenía motivos para pensar que la lección de aquella tarde fuera a ser más llevadera. 

Cuando, después de comer, él y Hermione se toparon con Issei quien salió cargando su mochila y la de Luna.

—Hola chicos ¿como estan? —Preguntaba Luna, sonriente.

—Hola Luna, Hola Issei — Harry saludo amable.

—¿Como estan Issei, Luna? —preguntaba Hermione.

—Bien, algo atareados —Issei respondió—. Ayudó a Luna con sus tareas.

—Es un buen maestro, mis notas aumentaron un poco después de su ayuda —Luna se abrazó a Issei—. Solo que es algo perezoso.

—¡Oye! — Issei le devolvió el abrazo, para después darle un golpe con el dedo en la frente.

—Por lo menos hace sus tareas, no tienes que estar sobre de él para que haga sus trabajos —Hermione miró a Harry, quien solo se limito a mirar a otro lado.

—¡Cierto! —A Issei se le iluminó el rostro—, acabo de recordar, nos buscaran a los campeones, aun no se para qué y no quiero indagar, pero yo iré por ti solo tienes que hacerlo saber al profesor Snape.

—Bien, gracias Issei.

—Hermione, te encargo que se lo recuerdes por favor —Issei junto sus manos como si fuera una plegaria—, y recuerda Harry, si te molestan debes decirmelo.

—Dejamelo a mi —Hermione sonrió.

Issei junto con Luna se despidieron y se fueron por otra dirección.

Harry y Hermione apenas llegaron segundos antes de que el profesor Snape abriera las puertas de las mazmorras. Por lo que sin contratiempos, ambos entraron y se sentaron en sus lugares y comenzaron a tomar la clase, con mucho pesar para Harry la clase avanzaba lento.

—¡Antídotos! —dijo Snape, mirándolos a todos con sus fríos ojos negros de brillo desagradable—. Ahora deben preparar sus          recetas. Quiero que lo elabore con mucho cuidado, y luego elegiremos a alguien en quien probarlas...

Los ojos de Snape se posaron en Harry, y éste comprendió lo que se avecinaba: Snape iba a envenenarlo. Harry se imaginó cogiendo el caldero,corriendo hasta el frente de la clase y colocándolo encima del grasiento pelo deSnape. 

—(Por favor Issei, llega ya) —Pensaba con mucha fuerza.

Parecía que los dioses favorecen a Harry en este momento, pues llamaron a la puerta de la mazmorra, y Harry sintió alivio.

Era Issei Hyodo. El castaño entró en el aula, sonrió a Harry y fue  al mesa de Snape.

—¿Sí? — Preguntó éste estrictamente.

—Disculpe la interrupción señor, pero necesito llevarme a Harry conmigo.

Snape apuntó su gran nariz hacia Issei y clavó los ojos en él. Issei sin embargo siguió sonriendo.

 —A Potter le queda otra hora de Pociones —Contestó con frialdad—. Subirá cuando la clase haya acabado.

—Lo siento profesor, pero el señor Bagman requiere que los campeones estemos juntos, aunque no tengo idea de que se debe.

Harry hubiera dado cualquier cosa por que Issei no hubiera recordad que era un campeón en el torneo. Se arriesgó a echar una ojeada a Ron, pero éste no quitaba la vista del techo.

—Muy bien, muy bien —replicó Snape con brusquedad— Potter, deje aqui sus cosas. Quiero que vuelva luego para probar el antídoto.

—Me temo que eso no podrá ser posible profesor...

—¿Por qué? —Preguntó irritado.

—Debemos llevar nuestras pertenencias, como ya pudo notarlo —Issei mostró su mochila.

Snape se ruborizo por el enojo que sentía al escuchar el tono en el que hablaba, sin embargo solo dejo salir su ira con sus palabras.

—¡Muy bien! —Snape dijo con enojo—. ¡Potter, tome su mochila y salga de mi vista!

Harry se echó la bolsa al hombro, se levantó y se dirigió a la puerta. Al Pasar por entre los pupitres de los de Slytherin, vio la inscripción «POTTER APESTA» brillando por todos lados.

—Escuche que te han molestado por tu participación en el torneo, no dejes que te afecte —Issei le palmeo el hombro.

—No puedo lograrlo, esto es demasiado —Harry respondió—. Es mucha presión y no han empezado las pruebas.

—Y cuando lo hagan, creeme que te ayudare en todo lo posible solo no dejes que te consuma —El castaño se puso serio—. Apoyate en tus amigos, se que Ron puede estar celoso pero no dudo que se preocupe por ti.

—¿Hermione te contó algo?

—Muy poco, pero mi punto es que no debes de cargar con todo tu solo.

Los chicos siguieron caminando, hasta que llegaron a donde los habían citado, Harry llamó a la puerta y ambos entraron.

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