VI

Narrador:

No mucho después de que terminará la clase de Ojo loco, la mayoría de los alumnos estaban asombrados y otros tantos sin habla.

Neville Longbottom parecía estar en estado de Shock tenía la mirada perdida, sudaba y no escuchaba lo que decían sus amigos: Harry, Ron y Hermione. Pudo volver en si hasta que Moody llegó para ver como se encontraban sus alumnos después de su clase, preguntando a Harry y llevándose a Neville, para tomar una taza de té.

Harry y Ron comenzaron en el camino al gran comedor, comentando sobre que sería mejor iniciar con el trabajo de la profesora Trelawney ya que tomaría unas cuantas horas.

Hermione no participó en la conversación de Harry y Ron durante la cena, sino que comió a toda prisa para volver a la bicicleta o eso planeaba hasta que...

—Auch

Hermione había chocado con alguien, por las prisas de querer ir rápido a investigar, no vio a quien tenía de frente. Alzo la mirada y pudo observar que se trataba de Issei, venía solo en esta ocasión.

—Lo siento mucho Issei— Ella se sonrojo, no pudo evitarlo al ver el rostro de Issei—. No te vi, lo siento.

—Hermione-san, Hola— Issei sonrió, comenzando a seguir a Hermione—. No te preocupes, parece que estas apurada ¿algún problema?

—No en realidad, solo me dirigió a la biblioteca.

—Que curioso, yo también— Sonrió de nuevo—. Solo iba a decirle a Luna que después de la cena, debe hacer sus deberes.

Hermione Jean Granger se conocía perfectamente a si misma, para ella era extraño tener ese sentimiento de mariposas en el estomago al ver a Issei y más extraño era aun sentir celos cuando Issei mencionaba a Luna.

—¡Por la barba de MERLÍN! —Hermione pensó, mientras veía a Issei—. Hermione Jean Granger, acabas de conocer a Issei ¿¡como es posible que sientas celos!? ¿¡Celos!? Por que estaría celosa.

No tengo motivo del cual estarlo, es un buen amigo... Además de que nunca se fijaría en un ratón de biblioteca.

Fueron segundos después de su pequeño pensamiento, Issei regresó. Ella juntó con Issei, se pusieron en marcha a la biblioteca.

...

Harry junto con Ron llegaron a la torre de Gryffindor, ambos se sentaron en una mesa y comenzaron a charlar.

—¿No se meterán en un aprieto Moody y Dumbledore si el ministerio se entera de que hemos visto las maldiciones?— Preguntó, sacando sus pergaminos y plumas.

—Si, seguramente —Contestó Ron—. Pero Dumbledore siempre ha hecho las cosas a su manera ¿no?, y me parece que Moody se ha estado metiendo en problemas desde hace años. Primero ataca y luego pregunta... Fíjate en lo de los contenedores de basura.

—¿Iniciamos de una vez?— Harry propuso ya listo.

—Deberíamos— Respondió Ron refunfuñando.

Ron y Harry recordaron que necesitaban sus mapas y libros, así que fueron al dormitorio, y ahí encontraron a Neville. Parecía más tranquilo que al final de la clase de Moody, aunque todavía no estuviera del todo normal. Tenía los ojos rojos.

—¿Estás bien, Neville? —Harry preguntó.

—Sí, Sí —Respondió Neville—. Estoy bien, gracias. Estoy leyendo este libro que me ha dejado el profesor Moody...

Alzo el libro para que lo vieran. Se titulaba Las plantas acuáticas mágicas del Mediterráneo y sus propiedades.

—Parece que la profesora Sprout le ha dicho al profesor Moody que soy muy bueno en Herbología—Dijo Neville. Había un ligero tono de Orgullo en su voz que Harry no había percibido nunca—. Pensó que me gustaría este libro.

Después de una leve charla con su amigo Harry y Ron tomaron sus materiales y volvieron a la sala común, con energía iniciaron sus predicciones de la fecha a un mes. Después de varias horas el avance fue muy poco, por lo que ambos decidieron seguir un método alternativo a la adivinación... Inventarlo.

Llenado sus pergaminos con predicciones falsas durante un buen tiempo, Harry vio a los gemelos y sonrió para que pensaran que los espiaba, los vio partir a los dormitorios.

Hacia diez minutos que Fred y George habían dejado la sala común, cuando se abrió el hueco del retrato y Hermione entró a la sala común con un manojo de pergaminos en una mano y en la otra una caja cuyo contenido hacía ruido conforme ella andaba, una sonrisa en el rostro y mejillas con un gran tono rojo.

—¡Hola!—Saludó—,!acabo de terminar!

—¡Yo también!— contestó Ron con una sonrisa de triunfo, soltando la pluma.

Hermione de sentó, dejo en un asiento vacío las cosas que llevaba, y tomó las predicción de Ron.

—¿Hermione?— Preguntó Harry, viendo a su amiga—, ¿te encuentras bien?

—¿eh?— Dijo confundida por la pregunta de Harry—. Me siento perfecta ¿por que?

—Es solo que tienes las mejillas muy rojas— Señalo a la cara de su amiga.

—Eh...

Por un breve momento no dijo nada, ignoró a Harry por un momento y siguió leyendo los pergaminos de Ron.

No pasó mucho tiempo hasta que Hermione les contó sobre la plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros o por su acrónimo P. E. D. D. O. Pasaron varios minutos discutiendo sobre los derechos de los elfos, hasta nombró a Ron tesorero y Harry secretario.

La lechuza Blanca como la nieve de Harry; Hedwig, había regresado con una carta de Sirius, la cual leyó junto con sus compañeros inseparables.

Harry:

Salgo ahora mismo hacia el norte. Esta noticia de que tu cicatriz te ha dolido se suma a una serie de extraños rumores que me han llegado hasta aquí. Si vuelve a dolerte, ve directamente a Dumbledore. Me han dicho que ha sacado a Ojoloco de su retiro, lo que significa que al menos él está al tanto de los indicios, aunque sea el único.

Estaremos pronto en contacto. Un fuerte abrazo a Ron y Hermione. Abre los ojos, Harry.

Sirius

...

A la mañana siguiente, Harry despertó y lo primero que hizo fue responder la carta que sirius le escribió, escribiendo; Su dolor en la cicatriz era mera imaginación y que no se preocupara.

Indicó a Hedwig que lo buscará, la lechuza no hizo caso al principio pero Harry se las arreglo para enviarla con la carta, pidiendo que encontrara a Sirius antes que los dementores pudieran hacerlo. Una vez en el gran comedor, pudo observar como sus amigos estaban desayunando con Issei, quien de nueva cuenta trajo a Luna consigo.

Harry discutió un poco con Hermione, alegando que mintió a Sirius para evitar que volviera y no fuera atrapado por el ministerio o algo peor.

Issei escucho parte de sus conversación y planeaba hacer un comentario aunque se abstuvo de hacerlo, no eran tan cercanos como para entrometerse en sus problemas, aunque si solicitaban su ayuda no iba a negarla.

Luna por su lado, había hecho buenas migas con Harry y Ron, Hermione aun estaba algo reacia en aceptarla... Mas que nada por esos celos extraños que sentía.

Durante las dos semanas, Harry intentó no preocuparse por Sirius. La verdad era que cada mañana, cuando llegaban lechuzas, no podía dejar de mirar muy nervioso en busca de Hedwig, y por las noches, antes de ir a dormir, tampoco podía evitar representarse horribles visiones de Sirius acorralado por los dementores en alguna oscura calle de Londres.

Las clases fueron diferente a lo normal:

Moody utilizó la maldición imperius sobre los alumnos para que vieran los efectos de ella, varios alumnos hicieron lo que Ojoloco decía sin rechistar, salvo Harry.

Harry y Ron apenas contenían la risa en la clase de la profesora Trelawney, incluso fueron felicitados por la vidente y su valentía al aceptar su cruel destino... Aunque la alegría no duró mucho cuando la profesora pidió replicar para el mes siguiente.

Incluso el bonachón de Hagrid tenía toneladas de trabajo para sus alumnos, los escregutos de cola explosiva crecían a pasos agigantados y como parte de un proyecto, sugirió ir a la cabaña una tarde cada dos para observar a los monstruos explosivos.

—No lo haré —Se negó rotundamente Malfoy cuando Hagrid les propuso aquello con aires de papá Noel que sacaba un regalo de su gran bolsa—. Ya tengo bastante que con esos bichos durante la clase, gracias.

La expresión cambió de un segundo a otro, Hagrid parecía molesto.

—Harás lo que te diga —gruñó—, o seguiré el ejemplo del profesor Moody... Me han dicho que eres un hurón magnífico, Malfoy.

El trío dorado regresaba al castillo de muy buen humor, para ellos ver a Hagrid poner en su lugar a Draco era muy gratificante, tanto que la sonrisa en sus rostros duró todo el camino.

Cuando llegaron al vestíbulo, no pudieron pasar debido a la multitud de estudiantes que estaban agrupados al pie de la escalera de mármol, alrededor de un gran letrero. Ron, el más alto de las cabezas de la multitud, se puso de puntillas para echar un vistazo por encima de las cabezas de la multitud y leyó en voz alta:

Torneo de los tres magos

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases de interrumpirán media hora antes:

—¡Estupendo! —Dijo Harry alegre—. ¡La última clase del viernes es pociones! ¡A Snape no le dará tiempo de envenenar a todos!

Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

—¡Solo falta una semana! —dijo Emocionado un alumno de Hufflepuff—. Me preguntó si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decírselo.

—¿Cedric? —dijo Ron sin comprender, mientras Emie se iba a toda prisa.

—Diggory —explicó Harry—. Querrá participar en el torneo.

—¿Ese idiota, campeón de Hogwarts? —Gruñó Ron. Mientras se abrían camino hacia la gran multitud por entre la bulliciosa multitud.

—No es un idiota. Lo que pasa es que no te gusta porque venció al equipo de Gryffindor en el partido de Quidditch — Repuso Hermione—. He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es perfecto.

—Solo te gusta porque es guapo —respondió Ron cansado.

—Disculpa, a mí no me gustan las personas solo porque son guapas— Dijo Hermione indignada.

—claro, como tu digas — Ron murmuró.

Siguieron caminando hasta llegar al gran comedor, donde se encontraron a Issei caminado a un lado de Luna.

Luna señaló a los lugares donde estaban sentados sus amigos de Gryffindor y noto que estaba ahí Ginny Weasley, y jaló a Issei para que fueran a sentarse con ellos.

Luna tomó un asiento de Ginny mientras que Issei se sentó entre Ron y Hermione, cosa que la chica disfruto mucho.

—Hola Ginny — Luna saludó con una sonrisa—. Hola chicos, que tal.

—Que onda viejo, Luna— Ron saludó a los recién llegados.

—¿Que tal sus clases? —Issei parecía algo irritado—. Cierto ¿por qué hay una multitud en el vestíbulo?

—Es por un anuncio del Torneo de los tres magos— Respondió Hermione, estando más cerca de Issei—. ¿Planeas participar?

—No me llama la atención— dijo Issei con simpleza—. Aunque el premio sería algo tentador.

—viejo, yo te apoyaría —comentó Ron, viendo a Issei—. Además entras en la descripción de perfecto según Hermione; Eres listo, gran mago y según ella guapo.

—¿Enserio?— Issei volteó a ver a Hermione a su lado—, ¿A que se debe eso?

—Ella inició eso con Cedric Diggory —Ron explicó—, creo que le gusta solo porque es guapo.

—Asi que Diggory-San es perfecto— Issei miró hacia abajo—. Pensé que teníamos algo especial.

Para ésto Luna y Ginny se reían de su actuación de falso dolor, mientras que su risa aumentó al ver la expresión de Hermione. Harry y Ron estaban rojos por no poder respirar adecuadamente, sus risas le costaron 5 puntos a Gryffindor por perturbar la Paz.

—¡No es lo que quería decir!— sonrojada.

—No te preocupes Hermione, yo también pienso que Issei es perfecto — Luna comentó desde el otro lado de la mesa—. Es buen estudiante, hoy escuché que no cometió ningún accidente.

Durante un buen rato siguieron charlando hasta que Fred y George entraron y comenzaron a charlar acerca del torneo y como Mcgonagall los sermoneo severamente, y mencionado que Issei debería participar.

—No lo sé chicos —Issei estaba incómodo, no deseaba participar en el torneo—. Sería demasiado fácil y ya tengo gloria eterna.

Pero no en este mundo— Ddraig comentó desde dentro.

—Issei —Luna llamó a Issei, en su rostro había una expresión que no podía resistir—. Anda, participa en el torneo ¿si?

—Creo que lo pensaré...

Asi todos los demás rieron al ver como Luna logró hacer que Issei considerará participar en el torneo.

...

El cartel del vestíbulo causó un gran revuelo entre los habitantes del castillo. Durante la semana siguiente, y fuera donde fuera Harry, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los tres magos. Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a poner de campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en que se diferenciaban los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Harry noto, además, que Issei era fastidiado por Luna para que intentará ser seleccionado para ser campeón de Hogwarts... Hasta que lo logró.

—Por favor, por favor, por favor — Decía luna, montada en la espalda de Issei—. Anda por favor.

—Luna, no quiero participar— Issei apretaba sus puños.

—Anda por favor— Luna suplicó.

—No, es mi última palabra jovencita— Issei estaba firmé.

—Si no participas, les contaré a todos nuestro secreto— Luna sonrió.

—¡ahhh! ¡Bien, participaré!

—¡Si! — se abrazó más a Issei—. Te quiero Issei.

Para mala suerte de Ron, Hermione vio esa cercanía de Luna con Issei y por un ataque ligero de celos, Hermione golpeó a Ron.

Cuando bajaron a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrieron que durante la noche habían engalanado el Gran comedor. Harry, Ron y Hermione vieron a Fred y George en la mesa de Gryffindor. Una vez más, y contra lo que había sido su costumbre, estaban apartados y conversaban en voz baja. Ron fue hacia ellos, seguido de los demás.

—Es un dolor en el trasero de verdad —Le decía George a Fred con tristeza—. Pero si no nos habla personalmente, tendremos que enviarle una carta. O metérsela en la mano. No nos puede evitar eternamente.

—¿quien los evita? —Quiso saber Ron, sentándose a su lado.

—Me gustaría que fueras tú— contestó Fred, molesto por su interrupción.

—¿que te parece un dolor en el trasero?— Preguntó Ron a George.

—Tener de hermano a un imbécil entrometido como tú —Respondió George.

—¿Ya se les ocurrió una forma para participar en el torneo? —Cuestionó Harry—. ¿Han pensado alguna otra cosa para entrar?

—Le pregunté a Mcgonagall cómo escogían a los campeones, pero no me lo dijo—repuso George con amargura—. Me sermoneo peor que la vez anterior y volví con la transformación del mapache.

—Me gustaría saber cuales serán las pruebas —comentó Ron pensativo—. Porque yo creo que nosotros podríamos hacerlo, Harry. Hemos hecho antes cosas muy peligrosas.

—No delante de un tribunal —Replicó Fred—. Mcgonagall dice que puntuáran según cómo lleven a cabo las pruebas.

—¿Quienes son los jueces?—Preguntó Harry.

—Bueno, los directores de los colegios participantes deben formar parte del tribunal—Declaró Hermione, y todos volvieron hacia ella, bastante sorprendidos—, porque los tres resultaron heridos durante el torneo de mil setecientos noventa y dos, cuando se soltó un basilisco que tenían que atrapar los campeones.

Ella advirtió cómo la miraban y, con su acostumbrado aire de impaciencia cuando veía que nadie había leído los libros que ella conocía, explicó:

—Ésta todo en Historia de Hogwarts. Aunque, desde luego, ese libro no es muy de fiar. Un título más adecuado sería Historia censurada de Hogwarts o bien Historia tendenciosa y selectiva de Hogwarts, que pasa por alto los aspectos menos favorecedores del colegio.

—¿De qué hablas? —Preguntó Ron, aunque Harry creyó saber a qué se refería.

—¡De los elfos domésticos!

Hermione inició una discusión con Ron, Harry movió su cabeza con desaprobación y se dedico a desayunar. Su carencia de entusiasmo y la de Ron no había frenado lo más mínimo la determinación de Hermione de luchar a favor de los elfos domésticos. Era cierto que tanto uno como otro habían puesto dos Sickles que daban derecho a una insignia de la P. E. D. D. O., pero lo habían hecho tan solo para no molestarla.

La discusión siguió hasta que Issei entró con Luna al gran comedor, Harry les hizo una señal de que no vinieran y apuntó a Hermione y Ron, ellos asintieron y fueron a sentarse a la mesa de Ravenclaw. George y Fred explicaron que los elfos domésticos de las cocinas pensaban que tenían el mejor empleo del mundo, y la discusión siguió minutos más.

Harry alzó la vista y vio a Hedwig, que volaba hacia él. Hermione se callo de repente. Ella y Ron miraron nerviosos a Hedwig, que revoloteo hacia el hombro de Harry, plegó las alas y levantó la pata con cansancio.

Era la respuesta de Sirius, quien había vuelto al país, pidiendo a Harry que le informará de todo lo que ocurriera en Hogwarts y cuidara de si mismo.

Ese día había en el ambiente una impaciencia agradable. Nadie estuvo atento a las clases, porque estaban mucho más interesados en la llegada aquella noche de la gente de Beauxbatons y Durmstrang. Hasta la clase de pociones fue más llevadera de lo usual, porque duró media hora menos. Cuando antes de lo acostumbrado, sonó la campana, Harry, Ron y Hermione salieron a toda prisa hacia la torre de Gryffindor, dejaron sus mochilas ahí junto con sus libros tal como les habían indicado, se pusieron las capas y volvieron al vestíbulo.

Los jefes de casa colocaban a sus alumnos en filas, salvo por Issei quien se reunió junto a luna con sus amigos de Gryffindor.

—Weasley, ponte bien ese sombrero— Le Ordenó la profesora Mcgonagall a Ron—. Hyodo y Lovegood, ustedes no son de mi casa. Patil, quítate esa cosa ridícula del cabello.

Parvati frunció el entrecejo y se quitó una enorme mariposa de adorno del extremo de la trenza.

—Lo siento Mcgonagall-Sensei, Flitwick-Sensei nos dio permiso de estar aquí— Respondió Issei, mientras Luna entregaba una nota con la firma del profesor pequeño.

—Bien... ¡Sigan por aquí, por favor! —dijo la profesora Mcgonagall—. Los de primero por delante, sin empujar.

Issei sonrió al ver que Hermione le veía desde la fila de los de cuarto año, dedicándole una sonrisa y un saludo de mano, se acercó con ella. Luna por su lado fue con Ginny, pues antes de interrumpir las clases, tenían una buena conversación sobre cosas lindas y los chicos que les gustan.

Era noche fría y clara. Oscurecía, y una luna pálida brillaba ya sobre el bosque prohibido. Harry, de pie entre Ron y Hermione (quien estaba muy cerca de Issei) vio a Dennis Creevey temblando de la emoción entre otros alumnos de primer año.

—Son casi las seis — anunció Ron, viendo el reloj y mirando el camino que iba al enrejado de la entrada—. ¿Como piensan que llegarán? ¿En el tren?

—No lo creo —contestó Hermione.

—¿Entonces cómo? ¿En escoba? —Dijo Harry, levantó la vista al cielo estrellado.

—No creo tampoco... No desde tan lejos.

—Yo creo que harán una aparición o tal vez en una nave espacial como en Star wars— Dijo Issei, igual viendo el cielo azul.

—¿que tal un traslador?— Sugirió Ron.

—Nadie puede aparecerse dentro de los terrenos de Hogwarts. ¿Cuántas veces tengo que decirles?— Dio una mirada dura a Issei y Ron—, además son magos, no conocen las naves espaciales... O Star Wars.

Ron preguntó qué era Star Wars, por lo que Hermione e Issei con pocas adiciones de Harry, explicaron al pelirrojo lo que era Star Wars.

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores, Dumbledore grito.

—¡Ajá! ¡si no me equivoco, se acercan los representantes de Beaxbatons!

—¿por dónde? —Preguntaron muchos con mucha impaciencia, mirando en diferentes direcciones.

—¡Ya los veo, por ahí!— Grito Issei, señalando en dirección al bosque.

Podían ver una cosa larga, mucho más larga que cien escobas, se acercaban al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

Los alumnos de primero estaban emocionados y algunos aterrados pensando que era un dragon, hasta que Dennis Creeve describió que era una casa voladora.

Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.

Una vez aterrizó, Harry vio que llevaba un escudo: Dos varitas mágicas doradas cruzadas, con tres estrellas que surgían de cada una. Un sujeto en un uniforme azul pálido salto del carruaje, abriendo la puerta de la cual bajo una enorme mujer un poco más grande que Hagrid.

Dumbledore comenzó a aplaudir. Los estudiantes, imitando a su director, aplaudieron también, muchos de ellos de puntillas para ver mejor a la mujer.

Sonriendo de manera graciosa, ella avanzó hacia  Dumbledore y extendió una mano reluciente. Aunque dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.

—Mi querida Madame Maxime—Dijo—, bienvenida a Hogwarts.

—Dumbledog—Repuso Madame Maxime, con una voz profunda—, espego que esté bien.

—En excelente forma, gracias —respondió Dumbledore.

—Mis alumnos —Dijo Madame Máxime, señalando tras ella con un gesto lánguido.

Harry, que no había dejado de ver a Madame Maxime, notó que unos doce alumnos, chicos y chicas, todos parecían hallarse cerca de los veinte años, habían salido del carruaje y se encontraban detrás de ella. Estaban temblado, lo que no era extraño debido a que las túnicas que llevaban parecían de seda fina, y ninguno de ellos tenía capa.

Ambos directores charlaron un poco, acerca de algo sobre ser el primero en arribar.

Los alumnos estaban emocionados, viendo los corceles de la escuela Beauxbatons.

—¿Qué tamaño calculan que tendrán los caballos de Durmstrang? —Preguntó Seamus Finnigan, inclinándose para dirigirse a Harry y Ron, entre Lavender y Parvati.

—Si son más grandes que éstos, ni siquiera Hagrid podría manejarlos—Contestó Harry—. Y eso sí no lo han atacado los escregutos. Me pregunto que habrá ocurrido.

—A lo mejor se han escapado— dijo Ron esperanzado.

—¡Ah, no digan eso!—repuso Hermione, con un escalofrío—. Me imagino a todos esos sueltos por ahí...

—Yo no creo que sea tan malo, son fáciles de manejar— Comentó Issei cómo si nada—. Aunque son muy feos.

Para entonces ya temblaban de frío esperando la llegada de los representantes de Durmstrang. La mayoría miraban al cielo esperando ver algo. Durante minutos, el silencio sólo fue roto por los bufídos y el piafar de los enormes caballos de Madame Máxime. Pero entonces...

—¿No oyen algo? —Preguntó Ron repentinamente.

—Si, no se como describirlo...

Issei y Harry prestaron atención. Un ruido misterioso, fuerte y extraño llegaba a ellos desde las tinieblas. Era un rumor amortiguado y un sonido de succión, como si una inmensa aspiradora pasara por el lecho del río...

—¡El lago!— Grito Lee Jordan, amigo de Fred y George—. ¡Miren el lago!

Desde su posición en lo alto de la ladera, desde la que se observan los terrenos del colegio, tenían una buena perspectiva de la lisa superficie negra del agua. Y aquellos momentos está superficie no era lisa en absoluto. Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas, y luego se formaron unas olas que iban a morir en las embarradas orillas. Por último surgió en medio del lago un remolino, como si al fondo le hubieran quitado un tapón gigante...

Del centro del remolino comenzó a salir muy despacio lo que parecía un asta negra, y luego Harry, Issei y Hermione vieron asombrados....

—¡Es un mástil! —Exclamó.

Lenta, majestuosamente, el barco fue surgiendo del agua, brillando a la luz de la luna. Producía una extraña impresión de cadáver, como si fuera un barco hundido y resucitado, y las pálidas luces relucían en las portillas daban la impresión de ojos fantasmales. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad, balanceándose en las aguas turbulentas, y comenzó a surcar el lago hacia tierra.

—Eso es impresionante — Dijo Issei viendo al navío—. Quiero uno de esos.

Ya tienes uno, idiota—Ddraig le recordó a Issei.

—Yo igual viejo—Repuso Ron, con un tono soñador—. Sería genial tener uno igual, el expreso es bueno pero no es tan genial.

Se oyeron la caída de un ancla arrojada al bajío y el sordo ruido de una tabla tenida hasta la orilla.

A la luz de las compuertas del barco, vieron las siluetas de la gente desembarcar. Todos ellos, según parecía, tenían un físico similar a dos estudiantes de Slytherin.

El director de Durmstrang, según se escucho decir a Dumbledore, era Igor Karkarov. Todos los alumnos aplaudieron la llegada y se emocionaron mucho más al ver a la super estrella del Quidditch, Viktor Krum.

Ron se emocionó demasiado al momento de que lo vio, saltando un poco de alegría.

—¡Harry, Issei...! ¡Es Krum!

Issei solo sonrió un poco confundido mientras que Harry solo reía en voz baja por la actuación de Ron. Hermione rodó los ojos y se aventuró a darle un abrazo a Issei, para combatir un poco el frío de la noche.

...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top