IX
Narrador:
Era un aula bastante pequeña. Habían retirado hacia el fondo la mayoría de los pupitres para dejar un amplio espacio en el medio, pero habían juntado tres de ellos delante de la pizarra, los habían cubierto con terciopelo. Detrás de los pupitres habían colocado cinco sillas, y Ludo Bagman se hallaba sentado en una de ellas hablando con una bruja a quien Harry no conocía, que llevaba una túnica fucsia.
Viktor Krum estaba de pie en un rincón, sin hablar con nadie. Fleur estaba observando por una ventana, parecía más contenta de lo que la habían visto Harry e Issei hasta el momento, y repetía su habitual gesto de sacudir la cabeza para que la luz emitiera reflejos a su largo pelo plateado. Un hombre barrigudo con una enorme cámara de fotos negras que echaba un poco de humo observaba a Fleur con el rabillo del ojo.
Bagman vio de pronto a Harry, se levantó rápidamente y avanzó como asaltos.
-¡Ah, aquí están! ¡Los dos campeones restantes! Entren, Harry e ... ¿cómo te llamas? olvidado, entra... No hay de qué preocuparse: no es más que la ceremonia de comprobación de la varita. Los demás miembros del tribunal llegarán enseguida...
-¿Comprobación de varitas? - repitieron Harry e Issei al mismo tiempo, uno más nervioso que el otro.
-Tenemos que comprobar que sus varitas se hallan en perfectas condiciones, que no dan ningún problema. Como saben, son las herramientas más importantes con que van a contar en las pruebas que tendrán por delante -Explicó Bagman-. El experto está arriba en estos momentos, con Dumbledore. Luego habrá una pequeña sesión fotográfica. Esta es Rita Skeeter -añadió, señalando con un gesto a la bruja de la túnica de color fucsia-. Va a escribir para El Profeta un pequeño artículo sobre el torneo.
-A lo mejor no tan pequeño, Ludo -apuntó Rita Skeeter mirando a Harry.
Tenía peinado el cabello en unos rizos muy elaborados y curiosamente rígidos que ofrecían un extraño contraste con un rostro de fuertes mandíbulas; llevaba unas gafas adornadas con piedras preciosas, y los gruesos dedos -que agarraban un bolso de piel de cocodrilo- terminaban en unas uñas de varios centímetros de longitud, pintadas de carmesí.
-Me pregunto si podría hablar un ratito con Harry antes de que empiece la ceremonia -le dijo a Bagman sin apartar los ojos de Harry-. El más joven de los campones, ya sabes... Por darle un poco de gracia a la cosa.
-¡Por supuesto! -aceptó Bagman-. Es decir, si Harry no tiene inconveniente...
Harry volteo a ver a Issei, el castaño asintió y se fue a sentar dejando solo al chico de ojos verdes.
-¡Ten cuidado con ella! - Gritó Issei
-Divino -exclamó Rita Skeeter.
Sin perder un instante, sus dedos como garras cogieron a Harry por el brazo con sorprendente fuerza, lo volvieron a sacar del aula y abrieron una puerta cercana.
-Es mejor no quedarse ahí con todo ese ruido -explicó-. Veamos... ¡Ah, sí, este sitio es bonito y acogedor!
Era el armario de la limpieza. Harry la miró.
-Entra, cielo, está muy bien. Divinamente -repitió Rita Skeeter Sentándose a duras penas en un cubo vuelto boca abajo. Empujó a Harry para que se sentara sobre una caja de cartón y cerró la puerta, con lo que quedaron a oscuras-. Veamos...
Abrió el bolso de piel de cocodrilo y sacó unas cuantas velas que encendió con un toque de la varita, y por arte de magia las dejó colgando en medio del aire para que iluminaran el armario.
-¿No te importa que use una vuelapluma, Harry? Me dejará más libre para hablar...
-¿una qué? -preguntó Harry.
Rita Skeeter sonrió más pronunciadamente, y Harry contó tres dientes de oro. Volvió a coger el bolso de piel de cocodrilo y sacó de él una pluma de color verde amarillento y un rollo de pergamino que extendió entre ellos, sobre una caja de Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower. Se metió en la boca el plumín de la pluma verde amarillenta, la chupó por un momento con aparente fruición y luego la puso sobre el pergamino, donde se quedó balanceándose sobre la punta, temblando ligeramente.
-Probando: mi nombre es Rita Skeeter, periodista de El Profeta.
La entrevista fue una experiencia extraña para Harry, no estaba para nada acostumbrado a ser el centro de atención y tener que contestar tantas preguntas, la pluma voladora escribía al mismo tiempo que Rita Skeeter preguntaba cosas acerca de su participación en el torneo. En un punto la cuarentona pregunto por las veces en las que Harry ha encarado la muerte, queriendo saber qué tipo de experiencia le brindaba sobre los demás, después comenzó a tornarse cada vez más inoportunas como; La muerte de sus padres y haciendo hincapié en un posible trauma existente, insistiendo en la parte donde se especula que el puso su nombre en el cáliz de fuego...
-Yo no me presenté -la cortó Harry, empezando a enfadarse.
-¿Recuerdas algo de tus padres?
-¿Cómo crees que se sentirían ellos si supieran que vas a competir en el Torneo de los tres magos? ¿Orgullosos?, ¿preocupados?, ¿enfadados?
Harry estaba ya realmente enojado. ¿Cómo demonios iba a saber lo que sentirían sus padres si estuvieran vivos? Podía notar la atenta mirada de Rita Skeeter. Frunciendo el entrecejo, evitó sus ojos y miró las palabras que acababa de escribir la pluma.
Las lágrimas empañan sus ojos, de un verde intenso, cuando nuestra conversación aborda el tema de sus padres, a los que él a duras penas puede recordar.
-¡Yo no tengo lágrimas en los ojos! -dijo casi gritando.
Antes de que Rita pudiera responder una palabra, la puerta del armario de la limpieza volvió abrirse. Harry miró hacia fuera, parpadeando ante la brillante luz. Albus Dumbledore estaba ante ellos, detrás de él se encontraba Issei, ambos observandolos, ahí, apretados en el armario.
-Harry, sal de ahi rapido- Issei le dijo al menor-. Te necesitamos.
-¡Dumbledore! -exclamó Rita Skeeter, aparentemente encantada.
Pero Harry se dio cuenta de que la pluma y el pergamino había desaparecido de repente de la caja de quitamanchas mágico, y los dedos como garras de Rita se apresuraban a cerrar el bolso de piel de cocodrilo.
-¿Cómo estás? -saludó ella, levantándose y teniéndole a Dumbledore una mano grande y varonil-. Supongo que verías mi articulo del verano sobre el Congreso de la Confederación Internacional de Magos, ¿no?
-Francamente repugnante -contestó Dumbledore, echando chispas por los ojos-. Disfrute en especial la descripción que hiciste de mí como un imbécil obsoleto.
Rita Skeeter no pareció avergonzarse lo más mínimo.
-Sólo me refería a que algunas de tus ideas son un poco anticuadas, Dumbledore, y que muchos magos de la calle...
-Me encantaria oir los razonamientos que justifican tus modales, Rita -la interrumpió Dumbledore, con una cortés inclinación y una sonrisa-, pero me temo que tendremos que dejarlo para más tarde. Está a punto de empezar la comprobación de varitas, y no puede tener lugar si uno de los campeones está escondido en un armario de la limpieza.
Muy contento de librarse de Rita Skeeter, Harry se apresuró a volver al aula junto con Issei. Los otros campeones ya estaban sentados en sillas cerca de la puerta, y él tomó asiento al mismo tiempo que Issei y observó la mesa cubierta de terciopelo, donde ya se encontraban reunidos cuatro de los cinco miembros del tribunal: el profesor Karkarov, Madame Maxime, el señor Crouch y Ludo Bagman. Rita Skeeter tomó asiento en un rincón. Harry vio que volvía a sacar el pergamino del bolso, lo extendía sobre la rodilla, chupaba la punta de la pluma a vuelapluma y la deposita sobre el pergamino.
-Permítanme presentarles al señor Ollivander -dijo Dumbledore, ocupando su sitio en la mesa del tribunal y dirigiéndose a los campeones-. Se encargará de comprobar sus varitas para asegurarse de que se hallan en buenas condiciones antes del torneo.
Harry miró donde señalaba Dumbledore, se llevó una sorpresa al ver al anciano mago de grandes ojos claros que aguardaba en silencio al lado de la ventana. Ya conocía al señor Ollivander. Se trataba de un fabricante de varitas mágicas al que hacía más de tres años, en el callejón Diagon, le había comprado la varita que aún poseía.
Issei por otro lado no sabía qué esperar de esta comprobación de varitas, no necesitaba usarla para poder utilizar magia, solo la utilizaba para los ejercicios en los salones de clases. Miro un poco al director Dumbledore, el director también lo vio a él y de sus ojos pudo ver como emitían un brillo azul.
-Mademoiselle Delacour, ¿le importaría a usted venir en primer lugar? -dijo el señor Ollivander, avanzando hacia el espacio vacío que había en medio del aula.
Fleur Delacour fue a su encuentro y le entregó su varita.
-Sí -murmuró-, veinticinco centímetros... rígida... palisandro y contiene... ¡Dios mío!
-Un pelo de la cabeza de una veela-dijo Fleur-, una de mis abuelas.
-De forma que Fleur tenía algo de veela-pensó Harry-debo contarle a Ron... cierto.
-De forma que no soy el único que es una criatura mágica -pensó issei.
-No eres una criatura, eres un dios, eres el emperador de los dragones -Ddraig dijo con orgullo.
Issei se rió un poco, cosa que hizo molestar a Fleur para que le enviara una mirada algo enfadada.
-Sí -confirmó el señor Ollivander-, sí. Nunca he usado pelo de veela. Me parece que da como resultado unas varitas muy temperamentales. Pero a cada uno la suya, y si ésta bien a usted...
Pasó los dedos por la varita, según parecía en busca de golpes o arañazos. Luego murmuró:
-¡Orchideous! -Y de la punta de la varita brotó un ramo de flores-. Bien, muy bien, está en perfectas condiciones de uso-declaró, recogiendo las flores y ofreciendolas a Fleur junto con la varita-. Señor Hyodo, ahora usted.
Fleur regreso a su asiento, mirando un poco menos molesta a Issei.
-¡Ah!, veamos que tenemos aquí -dijo el señor Ollivander con algo de entusiasmo, cuando Issei le pasó la suya-. Esto es muy interesante, me impresiona mucho la verdad... Madera de Saúco treinta y ocho centímetros, su núcleo es algo que no puedo entender y es bastante rígida, lo más rígida que he visto nunca. Está en excelentes condiciones y aunque es muy vieja... No tiene mucho uso, ¿puede decirme algo acerca de esta varita?
-Es un recuerdo de mi abuelo, mis padres me heredaron esa varita cuando cumpli la edad necesaria, no quiero estropearla así que practico mucho con magia sin varita-Issei dijo sin dudar, Ddraig le dijo que intentara decir eso-. No se mucho acerca de ella, solo que soy su segundo dueño ya que no podían usarla.
Issei alzó un dedo y se el salio una pequeña llama de fuego
-Ya veo, es muy interesante siendo sincero me gustaría estudiarla más, pero me temo que no es el día -respondió el señor Ollivander-. Parece que será difícil usarla, pero no tendré mucho problema.
Harry vio su propia varita. Estaba llena de marcas de dedos. Con la tela de la túnica intentó frotarla un poco, con disimulo, pero de la punta saltaron unas chispas doradas. Fleur le dirigió una mirada de desdén, y desistió.
Dumbledore observó muy atento al señor Ollivander, él hizo salir una serie de anillos de humo plateado, se declaró satisfecho y continuó.
-Señor Krum, si tiene usted la bondad.
Viktor Krum se levantó y avanzó hasta el señor Ollivander Desgarbadamente, con la cabeza gacha y un andar torpe. Sacó la varita y se quedó allí con el entrecejo fruncido y las manos en los bolsillos de la túnica.
-Mmm -dijo el señor Ollivander-, ésta es una manufactura Gregorovitch, si no me equivoco. Un excelente fabricante, aunque su estilo no acaba de ser lo que yo... Sin embargo...
Levantó la varita para examinar minuciosamente, sin parar de darle vueltas ante los ojos.
-Sí... ¿Madera de carpe y fibra sensible de dragón? -le preguntó a Krum, que asintió con la cabeza-. Bastante más gruesa de lo usual... bastante rígida... veintiséis centímetros... ¡Avis!
La varita de carpe produjo un estallido semejante a un disparo, y un montón de pajarillos salieron pitando de la punta y se fueron por la ventana abierta hacia la pálida luz del sol.
-Bien -dijo el viejo mago, devolviéndole la varita a Krum-. Ahora queda... el señor Potter.
Harry se levantó y fue hasta el señor Ollivander cruzándose con Krum. Le entregó su varita.
-¡Aaaah, sí! -exclamó el señor Ollivander con ojos brillantes de entusiasmo-. Sí, sí, sí. La recuerdo perfectamente.
Harry también se acordaba. Lo recordaba como si hubiera sido el día anterior.
Cuatro veranos antes, el día en que cumplía once años, había entrado con Hagrid en la tienda del señor Ollivander para comprar una varita mágica. El Señor Ollivander le había tomado medidas y luego le fue entregando una serie de varitas para que las probara. Harry cogió y probó casi todas las varitas de la tienda, o al menos eso le pareció, hasta encontrar una que le iba bien, aquélla,que estaba hecha de acebo, medía veintiocho centímetros y contenía una única pluma de la cola de un fénix. El señor Ollivander se había quedado muy sorprendido de que a Harry le fuera tan bien aquella varita. «Curioso -había dicho-... muy curioso.» Y sólo cuando al fin Harry le preguntó qué era lo curioso, le había explicado que la pluma de fénix de aquella varita provenía del mismo pájaro que la del interior de la varita de lord Voldemort.
Harry no se lo había dicho a nadie. Le tenía mucho cariño a su varita, y no había nada que pudiera hacer para evitar aquel parentesco con la de Voldemort, de la misma manera que no podía evitar el suyo con tía Petunia. Pero esperaba que el señor Ollivander no les revelara a los presentes nada de aquello. Le daba la impresión de que, si lo hacía, la pluma a vuelapluma de Rita Skeeter explotaría de la emoción.
El anciano mago se pasó mucho más rato examinando la varita de Harry que la de ningún otro. Pero al final hizo manar de ella un chorro de vino y se la devolvió a Harry, declarando que estaba en perfectas condiciones.
-Gracias a todos -dijo Dumbledore, levantándose-. Ya pueden regresar a clase. O tal vez sería más práctico ir directamente ir a cenar, porque falta poco para que terminen...
Harry se levantó para irse, con la sensación de que al final no todo había ido mal aquel día, pero el hombre de la cámara de fotos negra se levantó de un salto y se aclaró la garganta.
-¡Las fotos, Dumbledore, las fotos! -gritó Bagman-. Todos los campeones y los miembros del tribunal. ¿Qué te parece, Rita?
-Eh... si, ésas primero -dijo Rita Skeeter, poniendo los ojos de nuevo en Harry-. Y luego tal vez podríamos sacar individuales.
Las fotografías llevaron bastante tiempo. Dondequiera se colocara, Madame Maxime le quitaba la luz a todo el mundo, y el fotógrafo no podía retroceder lo suficiente para que ella cupiera. Por último se tuvo que sentar mientras los demás se quedaban de pie a su alrededor. Karkarov se empeñaba en enroscar la perilla con el dedo para que quedara más curvada. Krum, a quien Harry suponía acostumbrado a aquel tipo de cosas, se escondió al fondo para quedar medio oculto. El fotógrafo parecía querer que Fleur se pusiera delante, pero Rita Skeeter se acercó y tiró de Harry para destacar. Luego Insistió en que se tomaran fotos individuales de los campeones, tras lo cual por fin pudieron irse.
Harry e Issei bajaron a cenar. Vieron que Hermione y Luna no se encontraban en el gran comedor, e imaginaron donde podrían estar.
-Ven Harry, vamos a cenar antes de que se termine todo esto -Issei le hizo una señal con el dedo pulgar, señalando la mesa de Gryffindor.
-Issei, ¿puedo preguntar algo? -Harry hablo, dejando un poco un vaso con leche.
-Claro, ¿que deseas saber? -Issei estaba dispuesto a contestar.
-¿Tu varita no es la que te dio el profesor Dumbledore? -preguntó Harry, viendo a Issei esperando su respuesta.
-Si, pero casi no la utilizo-respondió como si fuera lo más simple del mundo-. me siento más cómodo con la magia sin varita.
-¿No es muy difícil hacerla? Podrías tener dificultades si no la utilizas, incluso Dumbledore no la utiliza del todo.
-No te preocupes por eso, estaré bien.
-Una pregunta más...
-hazla.
-¿Como haces para manejar esto?
Issei se detuvo un poco, procesando la pregunta del chico de ojos verdes. Entendía muy poco porque la pregunta de Harry, pero no podía responder que ya estaba acostumbrado a una desmesurada atención.
Sobrellevar la emoción y euforia de el Torneo era más sencillo que tener que lidiar con el programa, las entrevistas, los bailes y demás cosas en el mundo demoniaco.
-Solo imagino que no están ahí, a veces también solo los escucho sin prestar atención-respondió el castaño viendo a Harry-. Creeme que te entiendo, solo es cuestión de tiempo que te acostumbres.
Harry no preguntó nada más y continuaron cenando. volvió a la torre de Gryffindor pensando en todos los deberes extra que tendría que hacer sobre los encantamientos convocadores. Arriba, en el dormitorio, se encontró con Ron.
-Has recibido una lechuza -le informó éste con brusquedad, señalando almohada de Harry. La lechuza del colegio lo aguardaba allí.
-Ah, bien -dijo Harry.
-Y tenemos que cumplir el castigo mañana por la noche, en la mazmorra de Snape -añadió Ron.
Entonces salió del dormitorio sin mirar a Harry. Por un momento, Harry Pensó en seguirlo, sin saber muy bien si quería hablar con él o pegarle, porque tanto una cosa como otra le resultaban tentadoras. Pero la carta de Sirius era más urgente, así que fue hacia la lechuza, le quitó la carta de la pata y la desenrollo.
...
La perspectiva de hablar cara a cara con Sirius fue una de las cosas que ayudó a Harry a pasar las siguientes dos semanas.
Se le había pasado ya un poco el horror de verse a sí mismo como un campeón del colegio, y su lugar empezaba a ocuparlo el miedo a las pruebas a las que tendría que enfrentarse. La primera de ellas estaba cada vez más cerca. Se imaginaba estar frente a un monstruo horrible que le cerraba el paso, Nunca había tenido tantos nervios, sobrepasaba con mucho lo que hubiera podido sentir antes de un partido de Quidditch, incluido el último, jugado contra Slytherin, en el que se habían disputado la Copa de quidditch.
En realidad no creía que Sirius lograra hacerlo sentirse mejor en lo que se refería a ejecutar ante cientos de personas un ejercicio desconocido de magia muy difícil y peligrosa, pero la mera visión de un rostro amigo lo ayudará. Harry le mando la respuesta diciéndole que se encontraría al lado de la chimenea de la sala común a la hora propuesta, y que Hermione y él pasaban mucho tiempo discutiendo planes para obligar a los posibles rezagados a salir de allí la noche en cuestión, de la misma manera Harry le comento que tenían un nuevo amigo que lo ayudaba siempre que lo veía.
Mientras tanto, la vida en el castillo se había hecho aún menos llevadera para Harry, porque Rita Skeeter había publicado su artículo sobre el Torneo de los tres magos, que resultó ser no tanto un reportaje sobre el Torneo como una biografía de Harry bastante alterada. La mayor parte de la primera página la ocupaba una fotografía de Harry, y el artículo, que continuaba en las páginas segunda, sexta y séptima, no trataba más que de Harry. Los nombres mal escritos de los campeones de Durmstrang y Beauxbatons no aparecían hasta la última línea del artículo, y a Issei no se lo mencionaba en ningún lugar.
El artículo había aparecido diez días antes, y, cada vez que se acordaba de él, Harry todavía sentía ardores de estómago provocados por la vergüenza.El artículo de Rita Skeeter lo retrataba diciendo un montón de cosas que él no recordaba haber dicho nunca, y menos aún en aquel cuarto de la limpieza.
Pero Rita Skeeter no se había conformado con transformar sus «eh...» enfrases prolijas y empalagosas. También había entrevistado a otra gente sobre él. Desde que había aparecido el artículo, Harry tuvo que soportar que la gente, especial los de Slytherin, le citaran frases al cruzarse con él en los pasillos.
Harry se encontraba sentado en el gran comedor acompañado de Hermione, Luna e Issei.Ron se encontraba cerca, pero no lo suficiente como para estar junto con los demás. Estaba terminando la hora de comida , cuando Draco se levantó de su asiento y con una voz llena de malicia dijo.
-¿Quieres un pañuelo, Potter por si te entran ganas de llorar en clase de transformaciones?
-¿Desde cuándo has sido tú uno de los mejores estudiantes del colegio, Potter? ¿O se refieren a un colegio fundado por ti y Longbottom?
-¡Eh, Potter!
-¿No los ayudas? -preguntaba Luna, viendo a Issei.
-No creo que pase a mayores.
Más que harto, Harry se puso de pie y comenzó a gritar antes de comenzar a avanzar sacando su varita.
Hermione se levantó para hacer desistir a Harry, una pelea en el gran comedor significaba un boleto gratis para un castigo con el profesor Snape, quien estaría muy feliz de hacerlo sufrir.
-¡Harry! -le advirtió Hermione.
-¡Mira nada mas, la sangre sucia quiere defender a su amigo! -dijo Malfoy viendo a Hermione-. Le haria un favor a esta escuela si tambien te doy tu merecido.
-¡Pues intentalo!
Crabbe y Goyle se levantaron también con sus varitas apuntando a Hermione.
-Vamos, Potter - Draco lo desafío con tranquilidad, también sacando su varita-. Ahora no tienes a Moody para que te proteja. A ver si tienes lo que hay que tener.
Para este tiempo Issei ya se había levantado de la mesa y fue tras sus amigos, algo tarde pues Harry y Draco habían lanzado sus maleficios.
-¡Furnunculus! -gritó Harry.
-¡Densaugeo! -gritó Malfoy.
De las varitas salieron unos chorros de luz, que chocaron en el aire y rebotaron en ángulo. El conjuro de Harry le dio a al techo del gran comedor, y el de Malfoy a cayo en una chica de Hufflepuff.
Crabbe y Goyle también lanzaron sus maleficios un poco después de Harry y Draco, y desincronizados apuntando a Hermione quien no tuvo tiempo de sacar su varita.
-¡Locomotor Wibbly!- fue el maleficio de Crabbe que dio en Hermione.
Hermione fue golpeada, la fuerza la hizo caer al suelo y rodar varias veces. Estaba sosteniendo su pierna derecha, con lágrimas en los ojos.
-¡Somnum aeterna!
Sorpresivamente Goyle conocía una maldición muy peligrosa, que estaba a punto de golpear a Hermione de no ser por la intervención de Issei.
-¡Protego Maxima! -Grito Issei utilizando la varita antigua.
El encantamiento de escudo salió rápidamente en forma de una chorro de luz azul, envolviendo a Hermione rápidamente antes de que el segundo hechizo.
-¿¡acaso están locos!? -Preguntaba Issei molesto.
Los profesores no esperaron mucho, ya estaba reprendiendo a Harry y Draco. Snape alegaba una expulsión para Harry mientras que protegía a los chicos de su casa, Dumbledore le dio un pequeño sermón a Harry y lo envió a su oficina así como le envio una pequeña mirada a Issei, para que viera por Hermione.
El castaño no espero a nada y se giró sobre sí mismo, se acercó a donde Hermione estaba sin poder moverse.
—Hermione — Issei se agacho a la altura que se encontraba la chica—, ¿puedes moverte?
—No...
Podía notar el dolor en la voz de Hermione, de pronto Issei recordo que habia leido un poco, por causa de Luna, uno de los libros sobre Hechizos médicos.
—Bien, se que hacer —Issei apuntó su varita a la pierna de Hermione—. Brackium Emendo.
El hechizo parecía tener un gran efecto en el área afectada, Hermione podía sentir como su pierna rota se sentía mejor pero aun dolía como el infierno.
—Aun me duele, no creo poder ponerme de pie —dijo Hermione, haciendo un pobre intento de levantarse.
—Déjame ayudarte, voy a llevarte a la enfermería.
Issei colocó uno de sus brazos por la cintura de Hermione y después por las piernas de la chica, haciendo que se sonrojara por el tacto del chico. Ahora Issei cargaba a Hermione como si una princesa se tratara, pero antes de ir a la enfermería, Issei vio con enojo a los chicos de Slytherin.
Los usuales ojos color avellana de Issei cambiaron a verde, una pequeña luz se podía notar en ellos. Crabbe y Goyle estaban asustados, como si pudieran ver una enorme figura detrás de Issei.
—Cuidense...
Hermione no podía sentir mucho, el dolor invadía todo su cuerpo, con cuidado logró pasar sus brazos por el cuello de Issei para sostenerse de él.
...
Issei paso el camino a la enfermería en silencio. Hermione podía ver su rostro directamente, sus ojos eran verdes y mostraban un sentimiento difícil de explicar.
El castaño no menciono ninguna palabra en todo el trayecto, solo miradas constantes a Hermione, ignorando las miradas de los alumnos que los veían extraños. No tardaron mucho en llegar al primer piso para después dirigirse a la torre en la que se encontraba el ala médica.
—¿Issei? —Hermione llamó la atención del castaño
—¿Sí? —respondió Issei.
—¿ya casi llegamos? —preguntaba la chica aun en brazos.
—Solo espera un poco más, no tardamos mucho —respondió en un tono cálido.
—Muchas gracias —Hermione se sonrojo —.Fuiste muy caballeroso al protegerme.
—No me agradezcas por nada, no logre evitar que te diera el primer maleficio.
—Pero aun así me protegiste del segundo —Hermione dijo con seriedad—. Fuiste mi héroe, y por eso te agradezco.
—Bien tu ganas —sonrió.
Hermione tambien sonrio al ver la pequeña sonrisa en el rostro de Issei. Tan pronto alcanzaron las puertas del Ala médica, Issei se las arregló tocar repetidas veces hasta que salió la matrona, Madam Poppy Pomfrey.
—Madame Pomfrey, soy Hyodo Issei —Issei se presentó—. Por favor revise a Hermione, fue atacada con una maldición que al parecer le hizo daño en la pierna.
—Muchas gracias muchacho —La Bruja médica se hizo a un lado—. ¿Espera una invitación? Entre y deje a su compañera en una cama libre.
Issei entro rápido e hizo caso de la instrucción de Madam Pomfrey, de manera cuidadosa recostó a Hermione en una de las camas sin ocupar. Hermione se resintió por el dolor que sentía en la pierna, y lágrimas traicioneras bajaron por sus mejillas.
Issei se percató de esto y sacó un pañuelo de su bolsillo, limpiando de manera delicada aquellas pequeñas lágrimas.
—Muy bien señor Hyodo, necesito que se aparte para poder iniciar el diagnóstico—Ordenó la experimentada matrona.
—Entiendo... ¿puedo esperar fuera? —Preguntó con un poco de preocupación.
—Solo no haga ruido.
—Gracias de nuevo Issei —Hermione sonrió.
Madame Pomfrey inicio con el protocolo a seguir para diagnosticar lo que impactó a Hermione, fue muy minuciosa pues tardo poco mas de media hora en poder entregarle una poción para que le calmara el dolor y reparar el daño causado. Issei asomo un poco la cabeza por la cortinilla del área donde se encontraba la chica.
—Debe dejarla descansar, las pociones harán efecto en pocos minutos.
—Entiendo, no la molestare mucho.
Madame Pomfrey salió e Issei entro.
Hermione ahora estaba más relajada, sus muecas por el dolor disminuyeron en gran medida.
—¿cómo te sientes? —pregunto el castaño.
—Mejor que antes, aunque creo que nunca me acostumbrare al sabor de las pociones —respondió con un poco de diversión.
—Me alegro por eso — Issei sonrió un poco al escucharla—. Sabes, me preocupe mucho al verte herida, en serio lamento no actuar rápido.
—Creo que te mencione que de igual manera fuiste de mucha ayuda, no exagero al decir que eres mi héroe —al terminar de decirlo, Hermione volteo al lado contrario.
—Eres muy amable —Issei se sonrojo un poco.
—¿puedo preguntar algo?— Hermione tenía un poco de curiosidad en su tono.
—Adelante, dispara.
—¿porque tus ojos cambiaron de color? —preguntaba la chica—. Eran color avellana, pero de la nada cambiaron a un verde muy hermoso pero... intenso.
—¿Mis ojos cambiaron? —Issei se sorprendió.
—Si —Hermione asintió
—Ya veo —Issei se puso la barbilla—. Bien, te lo voy a contar.
—Soy toda oídos —el cansancio de podía escuchar en su voz.
—Eso...
—¿si?
—Eso sucede cuando lastiman a una persona a la que aprecio mucho, personas que son importantes para mi.
—¿soy importante para ti? —preguntó incrédula.
—Si... fuiste mi primer amigo y gracias a ti me logro acostumbrar a esta nueva vida— Issei sonrió mientras observaba a Hermione—. Eres muy lista, agradable y linda. Haz sido muy buena conmigo desde que estoy aquí, y de no ser por ti nunca hubiera entrado a esta escuela y conocer a tantas personas agradables.
Hermione sintió que sus mejillas se ponían cálidas, el sonrojo en su rostro era más que evidente.
—¿te sientes bien? —pregunto Issei algo preocupado.
—Si, me encuentro bien... Solo un poco somnolienta, deben ser por las pociones.
—Duerme un poco, si lo deseas me puedo ir.
Issei estaba levantándose para salir.
—No... espera ¿puedes quedarte?—Hermione tomó una de las manos de Issei para detenerlo.
Sintiendo la calidez que emitía la mano de Issei, se aferró un poco más al agarre. Issei acepto y tomo de nuevo su asiento aun lado de la cama de Hermione.
Ambos jóvenes continuaron charlando unos minutos más, esta vez relatando historias de cuando eran pequeños, hablando sobre sus padres y lo que les gusta hacer. Charlaron tanto que en un punto solo responden preguntas sobre ellos.
Hermione disfruto demasiado el acercamiento que tuvo con Issei, ahora veía que era un chico lindo que se preocupaba por sus amigos y familia, aunque sentía que escondía algo.
—¿Sabes una cosa, Hermione?
—¿de que se trata?
—Cualquier chico sería muy afortunado en salir contigo— Issei vio hacia el suelo.
—¿lo crees enserio? —preguntaba de nuevo—. Los demás solo creen que soy un ratón de biblioteca.
—Tal vez los demás no pueden verte como yo lo veo —Issei sonrió.
—¿enserio? ¿que puedes ver?
—Puedo ver a una chica de corazon valiente, inteligente y no menos importante muy linda— Issei observó el suelo.
—uaaaah—bostezo un poco —. Y tu eres muy guapo.
Hermione comenzó a cerrar los ojos debido al efecto de las pociones que comenzaba a manifestarse en su cuerpo, Issei la ayudo a recostarse y la arropo lo mejor que pudo. Hermione sostuvo un poco la mano de Issei antes de caer totalmente dormida, Issei se dispuso a salir pero escucho un pequeño murmuro.
—piensa... que... soy linda.
Issei sonrió al verla dormir y salió del ala médica, con rumbo hacia el dormitorio de Ravenclaw.
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