Capítulo 11: El Dios de la guerra.
Issei estaba pensativo, viendo a través de la ventana de un automóvil, su destino, el panteón griego, se había quedado el acuerdo de que viajaría a Grecia para recibir el entrenamiento adecuado, además de que su armadura aún no se manifiesta a voluntad, si no que está escogía el momento de salir, no era una bestia para ser domada, pero Issei debía mostrar que no solo por el hecho de ser un Dios dragón debía ser digno, tenía que demostrar su valía, después de recibir el pergamino de amenaza por parte de Abel, hijo de Rizevim, este comenzó el preparativo para el viaje, pues ya no era necesario ir a una escuela, ahora se podía enfocar en mejorar el mismo.
-Asi que usted, ya sabe, ¿Es el nuevo caballero de Pegaso?
-Es correcto, por así decirlo, fui el elegido.
-Dicen en el santuario que usted no es un humano como tal.
-En cierto momento de mi vida lo fui, pero ahora soy un dragón en su totalidad, tengo cuerpo y sangre del dios dragón de los sueños y poder de la diosa dragón del infinito, soy como su hijo prácticamente.
-Puede que su cuerpo sea así, pero para una armadura el alma es lo que cuenta joven.
-¿Cómo dice?
-Como lo escucho, el claro ejemplo es el Dios de la guerra, un hombre que obtuvo el perdón de los dioses y fue bendecido con el puesto, es sanguinario y no muestra piedad, pero su alma es otra cosa, en cuerpo y mente solo está la guerra y la destrucción, pero en su alma solo hay un hombre bondadoso que busca proteger a los suyos, por eso es un dios.
Issei se sorprendió por aquellas palabras, para ser un Dios no solo se necesita el poder y las condiciones para serlo, se ocupa tener el carácter y poseer el alma divina, o más bien, tener algo por lo cual se debe ser considerado divino.
-¿Cómo sabe usted eso?, Señor...
-Tokumaru Tatsumi, es mi deber llevarlo con Athena, ¿Sabe usted porque la armadura de Pegaso es tan especial?
-Pues la verdad desconozco, Zeus ha sido quien me la dio, pero jamás me dijo que fuera tan importante, pero lo supongo un poco por como actuó la diosa Artemisa cuando supo que yo la tenía.
-A lo largo de la historia ha habido caballeros que le han dado el estatus de legendaria a esa armadura, usted es el primero que la porta pero en un estado divino, ha recibido la sangre de un Dios y ha renacido por eso, realmente esa armadura es la más poderosa de todas, dependiendo del mismo portador.
-¿A qué se debe eso?
-Esa armadura está destinada para hacerle daño a Hades, el Dios del inframundo, fuera de todos los dioses, Hades y el Dios de la guerra son los únicos que aún buscan hacer caos en el mundo y no es porque lo busquen o quieran realmente, se trata de su propia naturaleza.
-¿Es el destino acaso?
-Es un concepto ideal, pero no se debe tomar a la ligera joven Hyoudo, aún es joven, tiene muchos siglos por delante, es un Dios en cuerpo y palabra pero aún le falta demostrar que clase de Dios será, en toda la existencia solo ha existido uno que solo ha llevado el estatus al punto de que nadie menciona su nombre, solo le decían Dios.
-¿Cuál es ese Dios?
-Elohim, el Dios bíblico.
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Ya dejando el camino, llegaron a unas montañas, aquellas que los antiguos griegos consideraban era la entrada al Olimpo, o el Olimpo en si, tanto Issei como Tatsumi volaban en un carruaje jalado por pegasos, algo que era irónico para los pensamientos de Issei, siendo que el ahora portaba la armadura de esas mismas criaturas.
-¿Acaso siente una conexión señor Hyoudo?
-No lo se, es irónico para mi, desde que me dieron está armadura siento que ha cambiado mucho algo dentro de mi.
-Quizás solo algo despertó
Issei se sorprendió por el comentario, miro nuevamente a los pegasos y lo entendió, pudiera ser que el destino sea mucho más grande de lo que imaginaba, una cuestión increíble, acontecimientos que saltaban toda lógica.
-¿Cuánto tiempo falta Tatsumi?
-Muy poco joven Hyoudo, me alegra mucho que haya decidido venir, estará bajo el mando y protección de un gran Dios, aquel que logro redimir sus pecados.
-¿Que Dios es ese?
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-Asi que tú eres el enviado de Zeus.
Un hombre grande y con un cuerpo muy marcado estaba frente a Issei, este miraba con asombro todo lo que era el gigantesco sujeto, barbón y con algunos tatuajes raros, además de que tenía algo que lo hacía bastante peculiar a los ojos de Issei, estaba calvo.
-Asi es, soy Hyoudo Issei, actual Sekiryuutei, portador de la armadura de bronce Pegaso, y un placer conocerlo.
-No hables mucho, me llamo Kratos, soy en Dios de la Guerra, y desde hoy seré tu maestro, aprenderás conmigo el arte de pelea que glorifica a un espartano, serás digno del poder que te dieron, espero no mueras en el intento.
Ambos sonrieron con gran placer, sin ni siquiera interactuar mucho ya sabían que serían grandes oponentes, además de todo, ambos eran Dioses, solo que uno tenía más siglos de experiencia y el otro combates de proporciones bíblicas, cada uno tenía sus virtudes y defectos, pero sobre todo, cada uno tenía un gran poder.
-Te parece si comenzamos en este momento, tengo muchas ganas de ver el poder de aquel que sobrevivió a la bestia del apocalipsis.
-Palabras muy grandes para el Fantasma de Esparta, aquel que casi destruye el Olimpo por una venganza.
-Asi que sabes eso.
-No se mucho en realidad, pero me defiendo en algunas cosas.
Ambos se lanzaron al ataque, muchos golpes se alcanzaban a escuchar, Issei a pesar de su gran experiencia contra la bestia del apocalipsis poco podia hacer en contra del Dios Griego, el cual con su expresión seria solo se limitaba a golpear sin detenerse al castaño.
-Muy lento
Un gran golpe de Kratos mando volar a Issei contra unas montañas, las cuales solo recibieron el impacto de lleno y además causo una gran destrucción de terreno.
-Mi señor Kratos, no será que esté muerto, ¿No exagero un poco?
-Claro que no Tatsumi, el se enfrentó a la peor bestia que puede existir, esto no es nada para él, es fuerte, pero le falta experiencia y poder.
Ambos miraron un destello azul levantarse y miraron atentos, una gran energía se había incrementado, así que sin perder el tiempo, Kratos tomo posición defensiva y espero el golpe de su adversario.
[¡Cometa de Pegaso!]
Issei apareció con un aura celeste rodeando su cuerpo, increíblemente hizo retroceder al Dios de la Guerra que hizo una mueca molesta, pero lejos de sorprenderse o hacer algún gesto mas, empezó a elevar su propia aura el cual era carmesí.
-Te demostraré la gran pared que no podrás pasar a menos que des tu mayor esfuerzo
Un grito ensordecedor, uno que era de guerrero, le hizo tener a Issei un gran escalofrío, pero no tenía miedo, era emoción, una que solo tenía alguien que amaba las peleas, Issei había obtenido ese gusto, el placer por pelear y demostrar que era el más fuerte.
-Deja de hablar y ven a atacarme.
Nuevamente ambos chocaron puños, golpe tras golpe el sonido hacia que todos mirarán el hogar del Dios espartano, aún si no iban en serio, estaban demostrando su conocimiento en pelea, y aún a pesar de sus grandes esfuerzos Issei no lograba conectar ni siquiera tres golpes seguidos, más aun el Dios de la Guerra le hacía combos impresionantes que muy a duras penas podía bloquear, trataba y trataba pero no lo lograba.
-Maldicion, ¿Porque no puedo?
-Simple, eres un Dios incompleto, tienes un gran poder, pero no tienes mucha experiencia, si bien enfrentaste a la peor bestia que existe lo hiciste con poder, no con estrategia o alguna táctica, solo a golpe limpio y es lo que te voy a enseñar.
Issei miro impresionado ese análisis, lo increíblemente acertado que era, si bien pudo hacerle frente a la misma bestia que causaría la destrucción del mundo, era verdad, solo lo hizo con ataques y esquivando a la bestia, todo hasta que de la nada un choque de poder los hizo morir y renacer al mismo tiempo, era verdad, aún le faltaba mucha experiencia.
-De acuerdo, estoy listo para tu entrenamiento, ¡Hagámoslo!
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