10


—Pues... Tu estado ha mejorado increíblemente.

Tras dos semanas se estar hospitalizado, Yosano miraba con sorpresa las radiografías que se habían hecho de Dazai.

—Las flores han ido disminuyendo considerablemente, asustada el hecho de que se estén yendo con tanta velocidad... Pero eso es bueno, pronto podrás ser dado de alta.

—¡Eso es excelente! Tener que estar aquí tanto tiempo es agobiante. —Se quejó en voz alta, consiguiendo un zape por parte de Chuuya que igual se encontraba allí.

—Es tu culpa que estés aquí, haber dejado que la enfermedad avanzara tanto es consecuencia de tu irresponsabilidad, ¡Casi mueres! —Gruñó con molestia, por culpa suya todos en el hospital habían estado muy tensos.

—Agh, no sabía que te preocupaste por mí también. —Se quejó, en un tono burlón, pero el otro sólo chasqueó la lengua.

—Ni en lo más mínimo, pero por tu culpa tenías a todos angustiados, el pobre de Atsushi apenas si dormía. —El albino sólo se encogió de hombros, no era necesario que Dazai supiera lo que pasó en los días que estuvo inconsciente.

—Ya, ya, tranquilo... —Akutagawa trató de tranquilizar a su novio, gritarle a Dazai cuando éste se estaba recuperando no era algo muy educado. Nakahara sólo bufó, cruzándose de brazos, consiguiendo una risa burlona por parte de Dazai.

—Bien, mejor dejemos descansar a Dazai y sigamos con nuestro trabajo. —Kunikida habló, sí, todos estaban dentro de la habitación pues querían ver que tanto había sido el avance de Dazai, además de que ahora se sentiría más relajados al trabajar.

Todos estuvieron de acuerdo y se retiraron, despidiéndose del castaño, todos a excepción de Atsushi, quien era el encargado de cuidar al castaño.

—Me alegro bastante de que estés mejor. —Habló con alegría Atsushi, después de esos días tan difíciles, finalmente Dazai parecía regresar a la normalidad. A sus palabras, Dazai sonrió ampliamente.

—Claro que lo haría cuando tengo a un excelente enfermero cuidando de mí. —Las mejillas de Atsushi se sonrosaron, sólo pudo balbucear, pues a pesar de que quisiera contradecir al castaño, este le terminaría diciendo un sinfín de razones vergonzosas por las cuales pensaba así. Dazai se enterneció por la actitud de Atsushi, sintiendo su pecho caliente. —¡Atsushi, Atsushi! —Le llamó con energía, haciendo que el albino le mirara con atención. —Bésame. —El albino se descompuso ante esa petición, tambaleando un poco, recuperando la compostura segundos después.

Respiró hondo, tratando de ocultar la temblorosa sonrisa que quería plantarse en su rostro, giró hacia Dazai que le miraba con aquella sonrisa, sacudiendo un poco su cuerpo ante la insistencia de su petición, provocando una sonrisa del menor.

—Está bien. —Aclaró su garganta y se encaminó hasta Dazai, ante esa confirmación, el corazón del Osamu se agitó ferozmente, irguiendo su espalda para estar en una mejor altura. Al tener al albino a su lado, alzó el rostro, dejando que éste simplemente se inclinara, uniendo sus labios en un beso que no duró más de cinco segundos, arrancándole un suspiro al mayor.

El menor se separó, llevándose consigo aquella calidez que tanto le gustaba, volteando hacia otro lado, aún le parecía vergonzoso todo aquello, pero toda la situación sólo la causaba felicidad a Dazai.

—¡Atsushi! —Le llamó una vez más, después de meditar unos segundos para dejar que la vergüenza lo atacase, giró y le miró. Dazai se quedó callado por unos segundos hasta que llevó sus manos a su regazo, palmeándolo. —Ven, siéntate aquí.

—¿¡Eh-eh!? —Atsushi pegó un pequeño salto por lo que dijo, siendo inevitable que todo su rostro se pintara de rojo, pero Dazai no cambió de parecer.

—Quiero que te sientas aquí, ¡Quiero abrazarte y tenerte cerca!

—Pe-pero...

—¿Por favooor? ¡Vamos! Será sólo un momento, ¿Si? —Atsushi tembló por la manera en como Dazai le había pedido esto último, agudizando más su voz y sacando esa parte infantil.

No podía decirle otra cosa que no quisiera escuchar Osamu.

Respiró hondo, no tenía de otra. Tragó pesado y, armándose de valor, se subió lo más rápido que pudo a la camilla, tomando asiento en las piernas de Dazai y llevando rápidamente sus brazos alrededor del cuello contrario, escondiéndose en su hombro, lo que provocó leves risas en Dazai, quien no dudó en abrazarlo.

Atsushi sentía como su corazón latía con fuerza, pero, según pasaba los segundos, aquella sensación cálida comenzaba a tranquilizarlo, junto con el aroma del mayor, calmando la vergüenza que lo invadía para disfrutar del momento.

—¿Era necesario esto? Pudiste haberte levantado... —Murmuró un poco tímido, no es que no le gustara hacerlo, pero si alguien entraba y los veía, podrían meterse en problemas.

—Lo sé, pero quería tenerte así, entre mis brazos y tenerte sólo para mí, ¿Te molesta? —Atsushi simplemente negó, quedándose sin palabras por lo que dijo, aplicando un poco más de fuerza en su agarre. Osamu acarició son su nariz los grisáceos cabellos del menor, besando el costado de su cabeza, pudo observar como las orejas de Nakajima estaban rojizas. —¿Sabes lo bien que te siente? Poder abrazarte sin que me cause dolor... Nunca creí que esto realmente podría suceder...

La mirada de Atsushi se suavizó tras esas palabras, sintiendo como una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro.

Luego de tanto dolor y sufrimiento que le causó él mismo, ahora no había mejor medicina que el albino, si bien Dazai tenía un tratamiento que seguir y medicamento que tomar, era Atsushi el motivo por el cual había mejorado tanto, porque al amarle y estar todos esos días a su lado, había sido suficiente para ir sanando.

Era algo que al menor le hacía feliz, pues lo último que quería era volver a ver mal a Dazai, ahora saber que por él era feliz, causaba que su pecho se estremeciera en una felicidad tan grande que le fue inevitable reír cariñosamente, endulzando los oídos de Dazai, quien apretó el agarre en la cintura contraria, apegando más el cuerpo contrario al suyo.

—Pero aquí te tengo, en mis brazos y sintiéndome feliz de vivir este momento, nunca me esperé que amar fuera... Tan lindo... —El corazón de Atsushi se volvió a alterar al escucharle, de algún modo siempre conseguía alterarlo.

Atsushi continuó sin decir algo, todos esos sentimientos estaban realizando una revolución en su interior y le costaba el poder hablar coherentemente. Se alejó un poco del mayor, mirándolo de enfrente, se miraron mutuamente, directo a los ojos. Alzó sus manos y las dejó sobre las mejillas de Dazai, quien recargó su rostro en las suaves manos del menor, provocando una sonrisa en este.

El menor se acercó nuevamente al contrario, uniendo una vez más sus labios en un beso, el cual no dudó en aceptar con gusto.

Dazai entreabrió sus ojos un poco para mirar al otro, admirando el leve rubor que tenía, se veía tan adorable, aquella vista solo le provocaba que el corazón brincara con alegría.

En medio del beso, las traviesas manos de Osamu aprovecharon el lugar en donde se encontraban, infiltrándose por debajo de la camisa azul del uniforme, tocando la suave piel del menor, acción que causó que un escalofrío recorriera por toda su piel, cortando con el beso.

—¡Da-Dazai! —Gimoteó con vergüenza Atsushi, alzando sus manos y colocándolas en la cara del mayor, tratando de alejarlo de él.

—¡Atsushi, tienes una espalda tan suave! Me gusta, me gusta. —Siguió tocando toda el área, dejando la piel de una temperatura más alta debido a la fricción de sus manos contra la piel, Nakajima simplemente pudo chillar.

Cuando Atsushi estuvo dispuesto a darle un zape a Dazai, este se detuvo, empujando su cuerpo hacia, hundiendo su rostro en el pecho del albino y cerró sus ojos.

—Aunque todo de ti me gusta... me gustas de pies a cabeza... —Los labios de Atsushi temblaron ligeramente ante sus palabras, se sentía una poco avergonzado, pero su corazón no dejaba de brincar con velocidad, sintiéndose aún más avergonzado de que, por la posición en donde estaba el mayor, pudiese escuchar a su ruidoso corazón.

Cosa que indudablemente Dazai notó.

Un sonido gentil, a pesar de latir desenfrenadamente, le hacía feliz que latiera con tanta energía, pero lo que más le alegraba era que iba al compás con el suyo, como si estuvieran danzando un vals juntos. Soltó una risa, ¿En qué momento de su vida se había vuelto de pensamientos excesivamente cursis y empalagosos? Sin duda alguna, Atsushi había llegado para desordenar todo en él por completo, pero no le molestaba, todo lo contrario, no podía creer que una persona tuviera tanto significado para él como para hacerle comportarse así.

Dazai se alejó un poco, lo suficiente para mirar el pecho del menor, no dudó en acercarse y besar la parte en donde se hallaba el corazón de Atsushi, consiguiendo que la respiración del menor se entrecortara.

—Te amo tanto... —Murmuró con un tono suave.

Los labios de Atsushi volvieron a temblar, sintiendo una picazón en los ojos, alzó sus brazos y abrazó la cabeza de Dazai, hundiendo su rostro contra el castaño cabello del otro.

Claro que quería llorar, pero está vez, no de tristeza, sino de un sentimiento que aún no sabía descubrir cuál era, pero que le hacía feliz. Una especie de combinación de varios, conmovido, enternecido, feliz, sumamente feliz, ¿Eso era amar y ser correspondido? Le gustaba, no, lo amaba.

La forma en como Dazai lo trataba era simplemente conmovedor, una forma en que nunca se esperó ser tratado. Es porque lo amaba, y eso le hacía feliz.

«Con qué esto es amar sin dolor ni sufrimiento, ¿Eh?» Atsushi sorbió la nariz, abrazando más fuerte al otro, recordó lo que una vez le dijo Dazai, sonriendo ampliamente por esas palabras.

Después de todo, lo había conseguido.

Los días transcurrieron con normalidad, el avance el Osamu era bueno, las flores iban desapareciendo con velocidad, su recuperación estaba siendo un éxito, que parecía que sería dado de alta antes de lo esperado.

Ese día por la tarde, Atsushi caminaba por los pasillos, sosteniendo una pequeña bandeja donde tenía tres manzanas rojas, creyó que sería un buen aperitivo para Dazai, se imaginaba que su estadía en el hospital podría ser aburrida.

Aunque, en medio de su camino, a poco de llegar a la habitación del castaño, se lo encontró en el pasillo, con aquel uniforme de paciente en un aguamarina pálido, frente a una maquina dispensadora de golosinas.

—¡Dazai! —Le llamó alto, a lo que el mencionado giró con normalidad a quien le llamaba. —¡¿Qué haces fuera de la habitación?! ¡Regresa, regresa! —Pidió con preocupación.

Dazai simplemente puchereó por lo que se le decía, moviéndose de un lago a otro con vagancia.

—¿Por qué? ¡Es terrible tener que estar allí las veinticuatro horas del día! No estoy invalido, puedo caminar perfectamente, ¿Por qué debo de estar todo el tiempo encerrado? —Atsushi estaba a nada de decir algo para hacerle regresar, pero no había nada que pudiera usar a su favor, pues lo que decía el mayor era verdad.

Quizá había sido un poco paranoico al momento de cuidar a Dazai, siento innecesariamente sobreprotector. No quería que nada malo le sucediera, por ello, a pesar de que se tenía permitido a ciertos pacientes de pasar tiempo en las salas recreativas o en los jardines del hospital, temía que Dazai sufriera nuevamente de un ataque de su enfermedad y estuviera lejos de la habitación.

Pero con la mejora que había estado teniendo, sus preocupaciones paranoicas simplemente le estaban afectando en aburrimiento a Osamu. Respiró hondo y soltó un suspiro.

—Está bien, pero... ¿Puedo estar contigo? —Pidió con timidez, sabía perfectamente que Dazai estaba teniendo resultados excelentes, que más pronto que tarde, él estaría totalmente recuperado, pero hasta que eso no sucediera, continuaría preocupándole.

Su petición simplemente provocó una gran sonrisa en el rostro del castaño, alzó su mano y la llevó a la cabeza del menor, acariciando amorosamente su cabello, Atsushi simplemente pudo sonreír con nerviosismo, amaba cuando hacía eso.

—Por supuesto que sí, qué estés conmigo es lo que más deseo. —Las mejillas contrarias se calentaron ante ese comentario, sintiéndose feliz por saberlo, pues temía ser una especie de molestia al querer estar cada segundo con el mayor.

Sin más qué decir, ambos se dirigieron al jardín trasero del hospital, era el más grande donde incluso había mesas circulares para tomar asiento y pasar el rato, allí fue donde los dos se sentaron.

Las conversaciones fluyeron sin problema alguno, Atsushi le contaba sobre cosas que había estado haciendo en el hospital mientras pelaba la manzana para cortarla en pequeños pedazos. Dazai sólo se dedicaba a escuchar, sosteniendo su mentón con su mano que se hallaba recargada contra la mesa, poniendo atención total en lo que decía.

Le gustaba escuchar su voz, hablara sobre lo que fuera, le parecía interesante, admiraba cada expresión que hacía el albino, como a veces se desviaba del tema y terminaba contando algo totalmente distinto e incluso aquellos pocos momentos donde sus palabras se entorpecían unas con las otras, balbuceando.

Rio en su interior, realmente aquel chico le traía estúpidamente enamorado.

—La próxima semana ya serás dado de alta, eso es grandioso, ¿No? —Habló con alegría, se sentía muy feliz de que pronto las cosas volverían a su normalidad.

—Lo es, aunque lo malo será la rehabilitación, no quiero dejarte solo en el hospital. —Volvió a hacer berrinche, consiguiendo que Atsushi riera leve por eso. Para calmarlo, tomó un trozo de manzana y la dirigió a la boca del mayor, quién no dudó en separar sus labios para aceptar el bocadillo.

—Pero será sólo unos pocos días, después, volverás a trabajar normalmente en el hospital.

—Qué digas que regrese al trabajo tampoco me anima mucho. —El menor rio con más ganas por lo que dijo, provocando una sensación burbujeante en el pecho de Dazai. —Aunque, Atsushi dijo que viviríamos juntos~.

Ante su último comentario, Nakajima enrojeció, hundiéndose en su lugar un poco abochornado por lo dicho, simplemente asintió con vergüenza. Dazai sonrió amablemente, para volver a acariciar la cabeza de éste.

—Tranquilo, no quiero ser muy apresurado, puedo esperar todo lo que sea necesario. —Atsushi agradeció en voz baja, causando ternura a Dazai, siempre le parecería adorablemente como Atsushi se avergonzaba con ciertos temas.

No se dijo nada más, simplemente les acompañaba el sonido ambiental, del aire moviendo las hojas y algún pájaro que andaba por los árboles. Dazai no le quitaba la mirada de encima, llevó su mano al mechón largo de cabello que tenía Atsushi, jugueteando con él, pues lo enredaba con su dedo, quitándolo finalmente de su vista, pasándolo por detrás de la oreja contraria.

Atsushi giró para mirarle, encontrándose con aquella mirada cálida que le provocaba un revoltijo en su interior.

—¿En qué piensas? —Preguntó curioso.

—En ti. —Atsushi se ruborizó. —Pienso... En la primera vez que te conocí. ¿Sabías qué, la vez que viniste al hospital por un accidente, quién cerró la herida en tu vientre fui yo? —El menor separó sus labios sorprendido ante aquel dato, eso había sido hace años, ¿Desde entonces le conoció?

Con su pulgar acarició la mejilla del menor, sonriendo por el tono rojizo de aquella parte.

—Debo decir que... Desde esa ocasión me gustaste. Un chico realmente lindo, era una verdadera lástima que fuese sólo un paciente que estaría unos días y nunca lo volvería a ver, eso pensé después de que fuiste dado de alta, a pesar de haber sido un encuentro sin importancia, siempre que veía el atardecer... Me recordaba de ese peculiar paciente de ojos realmente hermosos...

Tuvo repentinamente la necesidad de contarle todo a Atsushi, todo lo que pensó de él, la primera vez que le contó sobre su amor había sido en un escenario un poco complicado, había muchos motivos por el cual no podía darse el lujo de detallar todo, pero ahora, que no había limite alguno, quería expresar todo lo que sentía por Atsushi.

Éste simplemente escuchó atentamente, tratando de calmar a su inquieto corazón que había empezado a palpitar como loco.

—¿Quién iba a pensar que dos años después, nuestros caminos se volverían a unir? —La pequeña sonrisa que se hallaba en su rostro se amplió un poco más, pues Atsushi había subido su mano a su rostro, encontrándose con la suya, donde los dedos de ambos se rozaron en la necesidad de unirse. —El amor... Es algo que siempre me disgustó. Es algo que tú ya sabías, pero siempre lo vi como un cuento de hadas, verme en una relación... Era un compromiso al cual no estaba dispuesto a afrontar, porque sentía que era algo que no podía hacer, por muchas razones, entre ellas mi oficio, el amor sólo sería una distracción para mí, pero... A pesar de todos mis ideales, llegaste tú y, sin hacer nada, me enamoré de ti.

Atsushi apretó los labios, sintiendo un nudo en la garganta, por una parte se sentía feliz de conocer toda la historia, pero por otra, la pequeña culpa que sentía le comenzaba a picar, pues fue esa la razón de todo el sufrimiento que había pasado Dazai.

—Nunca había conocido una persona tan... Maravillosa. Si te enumerara todas las razones por la cuál me enamoré de ti, nunca terminaría. Sabía que eras diferente a todos los gustos que había tenido, por más que tratara de sacarte de mi mente, no podía, no importaba con quien salía, quien fuera la aventura que tenía, en todas y cada una de ellas, deseé que esa persona fueras tú. Podría decir que... Llevo tres años amándote, aunque me tardé un poco en aceptarlo porque me negaba el haberme enamorado de una persona que nunca podría ser alcanzar.

Los ojos de Atsushi le miraba con sorpresa, eso era bastante tiempo. A pesar de que, se sentía bastante halagado de que el mayor lo amara de tanto tiempo, se sentía mal de no haberse dado cuenta de ello, en especial, de girar hacia éste e interesarse por él, estaba tan cegado por su amor hacia Akutagawa, que nunca notó a aquella persona que le amaba con tanta pureza.

Sus dedos que se mantenían en pequeños roces, finalmente su unieron, entrelazando sus dedos para juntas sus manos.

—Qué un médico especialista en Hanahaki contrajera la enfermedad es un poco contradictorio, ¿No lo crees? Pero, supongo que fue cosa del amor, no soy experto en el tema, pero día tras día, te amaba más y más, sabía que estaba mal cuando no tenía oportunidad contigo. Si te soy sincero... Más de una vez la idea de optar por la cirugía cruzó mi mente, porque como cualquiera, el sufrimiento era insoportable, ¿Lo que siempre me hizo descartarla? Fuiste tú mismo.

El menor le miraba extrañado por lo último que dijo, consiguiendo únicamente una sonrisa por parte del castaño.

—No quería renunciar a mis sentimientos por ti, cada vez que te veía, pensaba que ser operado, nunca volvería a apreciar tu belleza o la alegría que sentía cuando sonreías, no quería eso, por primera vez en mi vida... Tenía un motivo por el cual sentirme vivo, que era verte bien y feliz, aún si eso me hacía daño, quería estar a tu lado de la forma que fuera. ¿Por qué debía renunciar a algo que me hacía sentir feliz y vivo? No quería eso, por ello afronté las consecuencias, sabía cuál sería mi final y estaba dispuesto a ello, una muerte dolorosa e inevitable, estaba bien, porque al menos mis últimos instantes de vida, la habría pasado con la persona que amaba, aun sí no fuera del modo que me gustara, pero ese día... Sabía que llegaría, que era mi momento de muerte, irónicamente me aferré tanto a la vida por ti, porque no quería morir, quería estar contigo y verte feliz, más porque... Ese sueño que tuve un sinfín de veces, se había cumplido, a pesar de que siempre creí que esto nunca sucedería... Ahora puedo amarte sin dolor ni restricción alguna.

Dazai acercó la mano de Atsushi que sostenía, llevándola a su boca en donde besó con cuidado el dorso de esta, provocando un estremecimiento cálido en el pecho del menor, quien sorbió la nariz ante sus palabras. Se sentía un poco triste por recordar todo lo sucedido, pero más que eso, se sentía feliz, conmovido por como Dazai expresaba su amor, que incluso amó los dolorosos momentos por el simple hecho que lo amaba.

Atsushi alzó su mano libre y frotó sus ojos, el repentino ardor en sus ojos le comenzaba a molestar, no quería llorar esta vez. Se acercó un poco más, hasta quedar a su lado y reposar su cabeza sobre el hombro de Dazai, quien aprovechó para dejar la suya sobre la de él.

—Aquellos problemas que creí que me traería el amor... Fueron una errónea deducción mía, a pesar de que aún temo no ser bueno para las relaciones... Quiero dar lo mejor de mí, quiero hacerte feliz.

—Ya me haces feliz... —Dazai soltó una suave risa, girando un poco para besar la cabeza del menor, el cual sólo se acurrucó más.

—Quiero que sea más, mucho más. Sobre problemas de mi trabajo... En los últimos meses, me he esforzado más para ser bueno en esto por ti, porque admiras mi trabajo y no quiero decepcionarte, ¿Podría decir que eres mi motivación? Sí, sí lo eres. —El mayor realizó mimos con su nariz sobre la cabeza de Nakajima. —Puedo estar seguro de que, haberme enamorado de ti fue lo mejor que me ha sucedido, gracias por entrar a mi vida.

Atsushi se separó de Dazai, alejando su mano para abrazarlo por el cuello, atrayéndolo hacia él para abrazarlo con fuerza. Osamu no se quejó, permitió que le abrazara, correspondiendo al abrazo y acomodándose entre los brazos del menor, sintiéndose a gusto en el lugar en donde se encontraba.

—Eres bastante cursi...

—Tú me hiciste así.

—Lo sé. Pero me gusta... Así te amo. —El corazón de Dazai palpitó con fuerza, quería girar de la emoción y besar todo el rostro de Atsushi. El albino era tímido con respecto al tema, decir ese par de palabras era un poco complicado para él, no es porque no lo sintiera, sino porque se avergonzaba de decirlas, pero según se acostumbrara a ello, era más fluido al decirlo, eso le hacía muy feliz al castaño.

—¡Hmmm! ¡Dilo otra vez! —Pidió con voz infantil, aferrándose más al cuerpo del menor. Éste sólo sintió su rostro enrojecer más.

—Te amo, Dazai. —Su respiración se entrecortó, se esperaba una repetición en un tono bajo y tartamudo, pero muy diferente a eso, fueron palabras dichas con firmeza, con dulzura y sobretodo, con seguridad, ahora el avergonzado era Osamu.

—Yo igual te amo, Atsushi... Mi Atsushi. —Habló con un tono suave, soltando al menor y apartándose un poco de él, para quedar cara a cara.

No dudó en llevar sus manos al rostro de Atsushi y acercándolo a él para besar sus labios, un beso corto que se repitió muchas veces, creando aquel chasquido que siempre que sonaba, avergonzaba al menor. Hasta dar el último beso, uno más largos y con mayor presión, separándose después.

Dazai juntó su frente con la de Atsushi y se miraron por unos segundos, riendo sin motivo alguno, simplemente de la más pura felicidad que sentían.

De la felicidad de amar y ser amados.

Ese día, los pasillos del hospital estaban en silencio, el día anterior Osamu finalmente había sido dado de alta, por lo que la jornada de Atsushi era un poco aburrida sin la presencia de Dazai. Recordaba con gracia el como fue difícil hacer que el castaño dejara el hospital, tuvo que intervenir Kunikida para hacer entrar en razón a Dazai.

A pesar de que el mayor no se encontraba presente en el hospital, no significaba que éste le dejase tranquilo en su trabajo. En la mañana recibió mensajes de texto por parte de Dazai, preguntando si había llegado bien y cómo estaba, haciéndole sentir un calor acogedor en el pecho.

Además de que, constantemente Dazai invadía sus pensamientos.

Atsushi se encontraba sentado en uno de los sofás del vestidor, por el momento no tenía algo pendiente qué hacer, aunque en una hora y media debía de atender a un paciente, por ahora, simplemente se encontraba allí, pensando en lo solo que se sentía el hospital sin Dazai.

Se sentía un poco mal al querer que regresara ya al trabajo, cuando aún se encontraban recuperándose. A eso, recordó que la enfermedad finalmente había dejado el cuerpo de Osamu, le fue inevitable sonreír con amplitud, al final, el plan de Dazai había funcionado, tuvieron dificultades, pero ahora todo estaba bien.

Le fue imposible retener una risita de felicidad. Claro que se sentía feliz, por distintos motivos, pero uno en especial, era que, luego de tres años de sufrimiento, Dazai podría vivir sin dolor.

Fue sacado de sus pensamientos al escuchar una melodía, provocándole que saltara del susto que le sacó. Sabía perfectamente qué era, pues se trataba de su teléfono celular que estaba recibiendo una llamada.

Algo tambaleante, caminó siguiendo la melodía para hallar el objeto, encontrándolo en uno de los bolsillos de su suéter. Tomó el aparato y vio en la pantalla que, quién se trataba, era nada más ni nada menos que Dazai, haciéndole sonreír, no dudó en aceptar la llamada.

¡Atsushiiii! ¡Hola!

El menor soltó una pequeña risita al escuchar la energética voz de Dazai al otro lado de la llamada. Una vez más calmado, saludó al mayor.

¿Todo bien en el trabajo?

—Sí, todo ha estado bien. Aunque se siente un poco solo sin que estés aquí. —Atsushi se recargó en uno de los casilleros, llevando su mano libre mientras rascaba su mejilla.

Pudo escuchar como Dazai chillaba, haciéndole querer reír nuevamente.

¡Ugh! No me gusta la idea de regresar al trabajo, pero estoy dispuesto a hacerlo sólo por ti. —Puchereó.

El corazón de Atsushi se aceleró por tales palabras, agradecía que Osamu se encontraba lejos de allí, pues no estaría para aprovecharse de su vergüenza.

—Son sólo unos días, tú dedícate a descansar. —Lo alentó, con un tono suave que provocó que el pecho de Dazai se sintiera tibio, soltando un suspiro. Dazai no protestó al respecto, no quería hacer preocupar al albino.

Cambiando de tema... ¿Falta mucho para que termine tu jornada? —Atsushi parpadeó confundido por sus palabras, miró el reloj de pared que se encontraba en aquella sala, ya era un poco tarde, los trabajos en el hospital eran pocos, así que era probable que saldría temprano.

—No creo, quizá en una hora esté terminando. —Respondió, esperando una explicación a la pregunta de Dazai, la cual obtuvo después.

Bien, pasaré por ti en una hora.

Nakajima se sorprendió por lo que dijo, siendo inevitable que su rostro se pintara en un color carmesí, moviendo un poco nervioso su mano.

—¿Eh? ¡No es necesario! Debes de quedarte a descansar, no es necesario que lo hagas... —Habló con timidez, no quería que Osamu se tomara aquella molestia, además de que se encontraba en rehabilitación. Dazai simplemente rio con suavidad.

Pero estoy bien, he estado descansando todo el día, me siento excelente. Además, quiero prepararte una cena. ¿Puedo pasar a recogerte?

Los labios se Atsushi temblaron por lo que dijo, alterando más a su corazón. El menor gimoteó con vergüenza, en verdad no quería molestar al mayor, pero... ¿Cómo pensaba negarse cuando actuaba de esa manera? Era imposible.

—Uhm... Está bien. —Dazai sonrió ampliamente, hasta su lugar podía sentir la vergüenza de Atsushi.

De acuerdo, nos vemos en una hora frente a la entrada principal.

—Nos vemos.

Dazai no continuaría interrumpiendo más al albino, a pesar de que le gustaría hablar durante horas con éste, sabía que hacerlo le traería problemas y no quería eso, lo que le ayudó a dejarle fue la idea de que le vería pronto.

Una vez finalizada la llamada, Atsushi llevó sus manos a sus mejillas y las palmeó, tratando de calmar a su inquieto corazón, aún estaba en hora laboral y debía comportarse, de lo contrario, Yosano no sería piadosa al momento de reprocharle.

Cuando se sintió un poco mejor, decidió salir de aquella sala, comenzando a caminar por los pasillos del hospital, encontrándose en su camino a Akiko, poniéndose un poco tenso al recordar su pensamiento.

—Oh, Atsushi. ¿Tienes tiempo? —El menor asintió. —Perfecto, ¿Puedes ir a atender a una mujer al consultorio? Parece que viene por el medicamento de su receta.

El albino no se negó e inmediatamente se dirigió a atender a aquella persona, cambiando de camino para dirigirse a su destino.

A los pocos minutos llegó al lugar, abrió la puerta y entró, saludando cordialmente a la mujer, aunque se sorprendió al ver de quien se trataba.

—¡Oh, joven! Nos volvemos a ver. —Atsushi sonrió, se trataba de la anciana que hace unos meses cuidó, entendía porque había regresado, pues cada cierto mes debía de recoger su medicina, no esperaba volver a verla.

—Hola. ¿Cómo ha ido su tratamiento? —Preguntó con amabilidad, sonriendo un poco más suave mientras acercaba su mano a la mayor, pidiendo la receta para hacerle entrega del medicamento, aunque antes debería de inspeccionar que la medicina estuviera haciendo afecto.

—Bien, he seguido cada indicación.

—Muy bien, me alegra saberlo. —La mayor le miró por unos segundos, sonriendo a los pocos segundos.

—Has cambiado mucho, ¿No? —Atsushi la miró con extrañeza. —La última vez que te vi, eras un jovencillo de mirada apagada y actitud triste, pero ahora, te veo feliz. —El albino se ruborizó ante sus palabras. —Te has enamorado, ¿No es verdad?

Nakajima había comenzado a balbucear, ¿tan evidente era aquello? Comenzaba a sentirse avergonzado por la simple posibilidad. Ante su comportamiento, la adulta soltó una leve risa, apenando más al contrario.

—Se te nota claramente que lo estás. —La vergüenza sólo estaba incrementando, quería alzar sus manos y cubrir su rostro, pero eso no sería muy profesional de su parte. —Es bueno que seas feliz, en especial por amar a alguien. —Esas palabras hicieron que Atsushi abriera un poco más sus ojos.

Su corazón no había dejado de palpitar tan ferozmente, era verdad que muchas veces su latido se había visto alterado, por felicidad, por la presión, por la adrenalina o por incluso la tristeza y dolor que fue lo que más le marcó, pero nunca se había tomado el tiempo de pensar tanto en la nueva sensación por la cual, ahora su corazón latía con tanta locura.

Amor.

A pesar de que no era su primer enamoramiento, era la primera vez que le hacía sentir una peculiar felicidad. Su amor hacia Akutagawa lo atesoraría como su primer amor, le tenía cariño porque fue la primera vez que soñó tan directamente con el tema, pero no porque su primer amor no hubiese funcionado, no significaba que se quedaría estancado, de hecho, le alegraba que no hubiese funcionado, porque gracias a ello, podía sentirse de esa manera tan dicha en la actualidad.

Un sentimiento que no tenía palabras para describirlo, había tantos sinónimos y tantas palabras hermosas para describir, pero ni una sola ni todas juntas podían darle un significado a su sentir. Un sentimiento tan cálido y gentil que envolvía con dulzura a su corazón, que ocasionaba cosquilleos en sus mejillas y mariposas en su estómago, desordenaba totalmente a todo su sistema, pero sólo llenarle de alegría.

No se sentía mal ante su fracasado primer amor, aquel que todo el mundo catalogaba como el mejor de todos y el más importante, todas esas palabras eran una verdadera mentira, porque no siempre era así. A veces, el más especial podía llegar después, como le sucedió a él, porque sabía que Dazai era distinto, su amor por él era diferente al que sintió con Akutagawa, mucho más puro y genuino, porque a diferencia de Akutagawa, que simplemente se enamoró sin que éste hiciera algo, Dazai se esforzó por ganarse su amor, demostrándole de mil formas que él... Era lo que Atsushi necesitaba.

Y eso era lo que le llenaba de tanta felicidad.

Tras atender a la mujer y darle las gracias por las palabras y felicitaciones, continuó con su trabajo, dando por finalizada su jornada una hora y un par de minutos después.

Una vez que estuvo libre de trabajo alguno, regresó a los vestidores para alistar sus cosas, recordando que Dazai pasaría por él, sintiendo sus mejillas calentarse, no es como si hubiese sido la primera vez que el mayor hacia eso, pero por alguna razón, ahora se sentía nervioso.

Cuando finalizó, miró la hora en su celular, si bien no se había demorado mucho, los minutos que llevaba tarde le estaban carcomiendo. A paso rápido se dirigió a la entrada en donde habían acordado verse, llegando al exterior en pocos minutos.

Tan pronto estuvo afuera, comenzó a buscar al mayor, cosa que no le demoró en absoluto. Osamu se encontraba de pie frente a su auto, mirando su celular, se sentía feliz de verlo, pero también temía que hubiese esperado mucho, a pesar de que quiso ser lo más puntual posible, Yosano le retenía siempre que podía.

Sacudió su cabeza y comenzó a caminar al frente, donde el auto de Dazai estaba estacionado. Al escuchar los pasos, el castaño alzó la mirada, sonriendo ampliamente al ver al contrario, donde no dudó en guardar el aparato para extender sus brazos a los costados, provocando que las piernas del menor temblaran.

Con su corazón saltando como el de un niño pequeño, aceleró un poco el paso para llegar pronto a donde Dazai estaba, realizando lo que con aquella acción pedía: abrazarlo. Envolvió el torso de Osamu con sus brazos, hundiendo su rostro contra la clavícula, cerrando sus ojos mientras respiraba hondamente el aroma del mayor, a pesar de que sólo había sido un día el cual no se vieron, le había extrañado. Dazai igual abrazó a Atsushi, apegándolo más a su cuerpo mientras besaba la cabeza de este, susurrándole un saludo con voz melosa.

Ese sentimiento acogía a su corazón, haciéndole ruborizar levemente, realmente le gustaba como se sentía, le fascinaba ser abrazado por Dazai. El más alto se separó, costándole un poco de trabajo ya que Atsushi no le soltaba, pero accedió a separarse segundos después. Las tibias manos de Dazai fueron al rostro del menor, sosteniéndolo con cuidado mientras miraba con cariño los ojos contrarios, siéndole inevitable sonreír por como había reaccionado Nakajima; cerrando sus ojos a la vez que restregaba su cara contra sus manos, recordándole a un gatito.

—¿Estuviste esperando mucho? —Preguntó con voz suave Atsushi, consiguiendo rápidamente una negación por Dazai.

—Fueron sólo unos minutos, pero no importa. Te extrañé. —Acarició con sus manos las mejillas de Atsushi. Lo atrajo hacia él para besar sus labios, sintiendo como los contrarios temblaban, lo que provocó que soltara una pequeña risa.

Sus palabras junto con aquella calidez que fue depositada sobre sus labios estaban alterando severamente a su corazón, pero le gustaba, la manera en que los labios contrarios presionaban los suyos era una sensación que le gustaba.

—Yo igual te extrañé... —Confesó con timidez una vez se separaron del beso, consiguiendo un gimoteo de Dazai quien volvió a abrazarle con fuerza. Sin duda alguna, Atsushi era lo más tierno que existía en el mundo.

—Tan lindo como siempre. —Atsushi se encogió en su lugar ante el halago, aún no se acostumbraba a ellos. Dazai se separó de Atsushi, tomando su mano para guiarlo a la puerta del acompañante, abriendo dicha puerta. —Bueno, es momento de irnos, podrás contarme como te fue en el trabajo durante el camino.

—Está bien. —Aceptó sin protesta, subiéndose al auto mientras Dazai lo rodeaba para subirse de igual manera, yéndose de allí en poco tiempo.

Tal y como se había dicho, Atsushi le relató sobre lo que sucedió en el hospital, donde Dazai escuchaba con atención, disfrutando de poder estar juntos. A veces buscaba mimar al menor, cuando había semáforo rojo, aprovechaba para besar el dorso de la mano contraria o acariciar la cabeza contraria, sintiéndose extraordinariamente bien cuando hacia aquellas acciones.

En aproximadamente una hora, habían llegado a la casa de Dazai.

Durante todo el trayecto para subir al piso del mayor, ambos estuvieron tomados de las manos, para los dos la sensación que creaban sus manos juntas era simplemente mágica, la diferencia de tamaños hacia que encajaran a la perfección cuando sus dedos se entrelazaban.

Tuvieron que soltarse al llegar al departamento, Dazai abrió la puerta y dejó pasar a Atsushi, cerrando una vez había entrado él mismo.

—Ven, serviré los platos, me imagino que has de tener hambre. —Dazai abrazó por detrás a Atsushi, mientras con su mano derecha palmeaba el estómago del menor, eso había puesto nervioso a Atsushi.

No le molestó más y se separó, no sin antes besar sonoramente la cabeza de Atsushi. Se encaminó hasta la cocina, donde los platillos ya estaban listos, sólo era cosa de preparan la mesa. Detrás de él venía Atsushi, olfateando el aroma que había en el ambiente, era uno apetitoso, signo de que lo que había preparado Dazai era algo delicioso.

—Alto ahí. —Atsushi frenó de golpe antes de poder entrar al comedor, mirando extrañado a Dazai. —Gírate. Quiero que veas hasta que haya ordenado todo, es sorpresa. —El menor parpadeó un par de veces por sus palabras. Arqueó una de sus cejas, sumamente confundido por la petición que se le hizo, no protestó y obedeció, girándose tal y como lo había pedido Dazai, consiguiendo que sonriera. —Sin hacer trampa, eh~

—De acuerdo...

No entendía porque la razón de girarse, Dazai había mencionado una sorpresa, ¿Qué tipo de sorpresa sería? Se balanceó sobre sus pies, ballando contra la tentadora idea de voltear y mirar lo que hacía Osamu, escuchaba los pasos del mayor yendo de un lado a otro, colocando objetos sobre la mesa, todo ello aumentaba la curiosidad de Atsushi.

Hasta que finalmente, luego de unos minutos, obtuvo la autorización para voltear, cosa que no dudó en hacer, sorprendiéndose por lo que vio: Sobre la mesa, diversos platos de diferentes tamaños se hallaban, cada una con un platillo distinto, pudo notar que había un tazón de Chazuke, provocando que salivara. La manera en que cada plato estaba ordenado hacía ver como si de una escena de película se tratara, acompañada por la decoración, pues había un pequeño florero, unas velas, dando como finalizado las dos copas de licor. Todo era tan... romántico, que comenzaba a avergonzarse.

—¿A qué se debe todo esto? —Preguntó con curiosidad.

Una cena no necesariamente debía de ser tan extravagante, de hecho, no se esperaba que fuera así, simplemente se esperó un platillo común, como eran todas sus cenas. Dazai sonrió ampliamente y extendió su brazo para poder tomar nuevamente la mano de Atsushi, guiándolo a la mesa.

—Es por ti. Es mi manera de agradecerte por todo lo que has hecho por mí, desde cuidarme mientras estaba en el hospital, hasta el haber entrado a mi vida. —Atsushi le miró con sorpresa, sintiendo sus piernas temblar por lo que dijo, acompañado de ese calor en el pecho tan intenso que provocaba una picazón en sus ojos. —Procuré preparar comidas que te gustan mucho, incluso me arriesgué a intentar postres, espero que te gusten.

—Ah, ah... Gracias por todo, aunque no tenías que hacer tanto... —Se disculpó apenado, apreciaba mucho lo que hizo Dazai, pero temía que fuera una carga para éste. Osamu rio con suavidad, provocando que las mejillas de Atsushi se ruborizaran.

—Tranquilo, quería hacerlo. No te preocupes por esto, sólo disfruta, es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte. También puedes tomarlo como una celebración de todo estará bien y volverá a la normalidad, aunque ahora conmigo amándote sin dolor. —Expresó con felicidad.

Atsushi sonrió ampliamente, todo estaría bien de ahora en adelante y eso le hacía feliz, Dazai ya no sufriría más, tampoco él, ambos se amarían mutuamente, como una pareja.

Ante su último pensamiento, recordó algo, cosa que hizo que abriera más sus ojos. Giró hacia Dazai, soltando el agarre que tenía tomar él la mano del castaño con las dos suyas, sintiendo temblar sus manos mientras el rojo de su rostro se intensificaba, provocando que el mayor se extrañara.

—Dazai... ¡Sé mi novio! —Pidió con voz tartamuda, provocando que Dazai le mirara sorprendido. Hubo un silencio tras sus palabras, pues el mayor continuaba sin reaccionar. Atsushi suspiró hondamente. —La relación que establecimos fue con el hecho de sanarme, bueno... sanarnos... Pero realmente sólo había sido un proyecto, como tú dijiste... Po-por eso... Me gustaría que tuviéramos una relación formal... Como realmente debía de ser...

Explicó el porque de su petición. Probablemente para Dazai ya consideraba que eran pareja, pues fingieron serlo durante varios meses, pero realmente ambos sabían que esa relación no era verdadera, por ello, Atsushi quería formalizarla, establecer de manera genuina una relación amorosa entre los dos.

Tras entender a lo que Atsushi se refería, Dazai titubeó, sin duda alguna, Nakajima le enamoraba más y más, había elegido a la persona perfecta a la cual amar. No podía borrar la amplia sonrisa que tenía, manifiesto de su felicidad.

—¡Ah! Esto es realmente injusto, Atsushi. —El menor le miró pasmado. —¿No te bastaba con haber sido el primero en dar el paso para besarnos? Y ahora, ah... Realmente quería ser yo quien lo pidiera, pero nuevamente, me has ganado y de una manera realmente tierna.

Claro que Dazai tenía presente ese tema, ahora con su amor correspondido, no dudaría en solidificar la relación que establecieron, ahora más que nunca quería hacerlo, la primera relación formal que tendría, pondría todo de su parte para cuidarla y ser lo mejor para Atsushi.

Subió sus manos al rostro de Atsushi, alzándolo un poco para lo mirara. Apreció cada una de sus facciones, sus ojos brillosos, resaltando el color que los pintaba, su pequeña nariz la cual estaba rojiza por el rubor al igual que sus mejillas, los mechones de cabello que reposaban sobre su rostro, finalizando con aquel par de labios rosados, cada detalle le fascinaba, tantas veces anheló tenerlo así de cerca y ahora, podría verlo tantas veces quisiera, pues lo tenía con él, para él.

Sonrió una vez más y no dudó en acortar la distancia para besar nuevamente aquellos labios, siendo diferente a otras ocasiones. Un beso lento, moviendo sutilmente sus labios para acomodarlos, dejó que el sentimiento lo consumiera, acariciando su rostro con amor. Se separaron tras unos segundos, pero simplemente para tomar aire y volver a besarse, intensificando un poco más el beso. Dazai llevó sus brazos a la cintura de Atsushi, apegándolo más contra su cuerpo mientras que el albino colocaba sus manos sobre los hombros de Osamu.

Tras un corto tiempo de estar así, Atsushi bajó la mirada y se escondió en el hombro de Dazai, mientras que este relamía sus labios, tratando de averiguar el sabor de los labios de Atsushi, haciéndole suspirar.

—Creo que con esto es evidente mi respuesta, ¿No lo crees? —El menor simplemente asintió, pues un beso dado con tanto amor, quedaba bastante obvio. —No lo dudaría ni un instante, por supuesto que quiero hacerlo, seré el mejor novio de todos, te lo aseguro, bueno, el mejor después de ti. —Acarició la cabeza de Atsushi, pasando sus dedos entre los grisáceos cabellos.

—Lo serás, estoy seguro de eso. —Los labios de Dazai temblaron de felicidad, en verdad que Atsushi lo mataría de ternura.

Dazai se separó de Atsushi, consiguiendo que este alzara la mirada, quedando fascinado por la sonrisa que tenía el castaño, era muy hermosa, le encantaba, más porque fuera para él y provocada por él.

—Entonces... Mi amado novio, vayamos a cenar, démosle fin a todo el dolor que pasamos para darle una bienvenida a lo que construiremos juntos, aún nos esperan muchas cosas juntos, así que... ¿Estás dispuesto a estar conmigo a partir de ahora? —Atsushi tembló por sus palabras, quería reír de felicidad, de la felicidad más pura que había experimentado, no dudó en asentir, mirándole con amor, consiguiendo un suspiro más por parte de Dazai.

—Por supuesto que sí, prometimos estar juntos y eso es lo que más deseo. —Habló con calidez, sintiéndose emocionado por su nueva relación.

—Yo igual deseo eso, siempre lo he deseado y finalmente será cumplido mi deseo, qué alegría. —Comenzaba a pensar que todo lo que sentía era imposible definirlo como felicidad, pero era un sentimiento tan grande, que la palabra le quedaba corta. —Antes de iniciar nuestra cena, quiero decir algo más. —Atsushi prestó atención, esperando a que continuara hablando, Osamu se quedó callado por unos segundos para crear suspenso, sonriendo por la cara que tenía el menor. —Te amo Atsushi. —Y este se ruborizó. —Te amo, te amo, te amo, te amo con todo mi corazón, te amo tanto.

—Da-Dazai...

—Te amo, te amo con toda mi alma, te amo muchísimo. —Le repitió una y otra vez, consiguiendo que Atsushi se avergonzara terriblemente, no podía con ello. Dazai rio por lo sucedido, le gustaba molestarle de esa manera. Respiró hondo y llamó a Atsushi, para hacer que le mirara. —Te amo. —Volvió a decir, esta vez de una manera más suave y gentil, derramando el amor que sentía por Atsushi, alterando más a su corazón.

—Yo igual te amo y soy muy feliz de amarte... —Respondió con timidez, en verdad adoraba que Atsushi lo dijera.

Nunca espero que este momento llegaría, siempre lo vio como un sueño tan inalcanzable, pero ahí estaban, diciendo cuánto se amaban mutuamente. Una vez que la enfermedad dejó su cuerpo, amar sin restricción alguna a Atsushi le hacía sentir increíblemente bien, no había dolor, no había sufrimiento, sólo una felicidad y dicha de amar a aquel joven.

Realmente no estaba arrepentido de lo que sucedió y cómo sucedió, no cambiaría absolutamente nada, claro que valió la pena cada dolor que experimentó, si al final tendría esa vista de Atsushi siendo feliz por él, porque lo amaban, porque se amaban.

Nunca esperó que el amor le haría tan feliz, pero no era sólo el sentimiento, sino la persona; Atsushi le hacía increíblemente feliz, se enamoraría de él una y otra vez sin pensarlo, porque él era su razón de seguir adelante y ahora, tenía un motivo por el cual vivir: su Atsushi.

Después de tantos meses de dolor y sufrimiento por los, las flores que los atormentaron habían desaparecido, finalmente sanaron y podrían amarse.

Tal y como lo había dicho Dazai, se amarían sin dolor, ni sufrimiento, porque no había ya nada que impidiera amarse, ya tendrían tiempo para recompensar el dolor que pasaron con momentos felices, con los dos juntos.

Por fin me digné a publicar el último capítulo ¡aaaaaah! siento mucho haberme retrasado, pero como ya sabrán algunos, esta historia fue publicada en un grupo Dazatsu, entonces como ahí ya estaba finalizada, me olvidé por completo de terminarla acá y siempre que recordaba publicarla acá, me surgía cualquier inconveniente para que no lo hiciera y terminaba olvidándolo de nuevo XD 

¡Pero ya esta! Espero que les haya gustado y disfrutado de la historia, muchas gracias a aquellas personas que lo leyeron en el grupo y quienes fueron a buscar el último capítulo ahí, ¡en verdad gracias por su apoyo y cariño! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top