04


Eran las siete de la mañana y no paraba de toser. Dejando que las pequeñas flores rosadas inundaran su cama, tenía una mano en su pecho, apretando la tela de su pijama, pues un inmenso dolor nacía de ese lugar.

Estuvo así unos minutos más, hasta que ningún pétalo salió, su garganta punzaba de ardor, sus pulmones dolían al igual que su pecho y estómago. Se dejó caer a un lado de la cama, tomando una almohada y tapando su rostro, esa noche no había conseguido dormir muy bien, había tantos pensamientos que no le permitieron dormir, cuando había conseguido conciliar el sueño, había sido despertado de esa manera.

Quitó la almohada de su cara y se sentó sobre el colchón, debía de alistarse para ir al trabajo, aunque ánimos no tenía para levantarse, quería seguir durmiendo, pero faltar al trabajo era algo que no le gustaba hacer. Alzó su mano y la dirigió nuevamente a su pecho, el dolor no disminuía, era algo que le molestaba un poco.

A eso, recordó lo sucedido el día anterior, haciéndole temblar los labios.

Era cierto que no tomó en cuenta muchas cosas al aceptar, pero la desesperación con la que Dazai le había pedido aquello era algo que no podía negarse.

Tragó pesado, sintiendo un poco calientes sus mejillas ante la vergüenza, ¿Él enamorándose de Osamu Dazai? No es que le pareciera alguien desagradable, mentiría si dijera que el mayor no le parecía atractivo, era algo que todos en el hospital tenían bien en claro, pero... era un poco complicado.

Apreciaba mucho a Dazai, desde el primer día que llegó al hospital él lo había tratado muy bien, sabía que podía contar con él para lo que fuera, se preocupaba por él y había tenido todo su apoyo cuando se enteró de su amor no correspondido. Pero lo conocía, el tema del amor y Dazai no combinaban, más de una vez lo escuchó decir del mismo Dazai.

Estaba sumamente confundido, ¿Por qué de repente el mayor optaría por esa idea? Entendía que fuera una alternativa más para hacerle sanar, pero eso significaría que Dazai perdería algo. Conocía los gustos del castaño, las personas con las que en su momento salió eran mujeres hermosas, de cuerpos perfectos y voces melódicas, pocas veces lo vio relacionarse con hombres, pero éstos también solían ser atractivos, no creía que él entrara en el catálogo de gustos del mayor, perdería la oportunidad de poder conocer a alguien mucho mejor por culpa suya.

Soltó un gran suspiro, en verdad no entendía que planeaba conseguir con eso, quizá y sólo quizá había sido una reacción involuntaria de éste. Por lo que dijo no quería realizar la cirugía, tampoco quería que él optara por ello, quizá fue una manera desesperada para distraerle y siguiera alejándolo de esa alternativa, aquello lo veía más lógico. Porque conocía muy bien a Dazai y sabía que él nunca cedería ante el amor.

Aun así, hubo una parte sobre lo que dijo que le gustó; amar sin sufrir ni sentir dolor. Sonrió levemente, le encantaría que así fuese, pues desde joven siempre creyó que el amor era de las mejores cosas que podían sucederle a alguien, ahora, ese sentimiento lo estaba destruyendo.

No sabía que tan fiable era lo que proponía Dazai, no dudaba que podría cambiar sus sentimientos. Amar a alguien tan admirable como Osamu, eso no sonaba nada mal, pero sabía que Dazai no conseguiría enamorarse de él, porque simplemente era Dazai, y Dazai detestaba el amor.

Sacudió su cabeza, pensar tanto sólo le hacía sentirse mareado, por ello se levantó de la cama y se dirigió a su armario, quedarse a pensar en ello sólo haría que llegase tarde. Decidió darle una solución rápida y obvia a sus dudas: Dazai sólo había hablado por desesperación y realmente no planeaba enamorarse.

Así comenzó a vestirse, para comer un poco e irse al trabajo.

Cuando había llegado se colocó el uniforme y comenzó a caminar por los pasillos, soltando un gran bostezo por lo poco que había descansado, tambaleándose un poco. Debía de recoger unos archivos antes de empezar a atender a los pacientes.

—¡Atsushiiiii~! —Aquel llamado lo despabiló de cualquier sueño, pues había sido tan energético y agudo que fue inevitable para el albino saltar del susto.

Antes de poder darse la vuelta para ver a quien le llamaba, unos brazos pasaron por su cuello, abrazándole. Rápidamente sintió una calidez en su espalda.

Dazai en cuanto vio a Nakajima corrió hacia él y lo atrapó en sus brazos, dejando que su barbilla descansara sobre la cabeza del menor.

Atsushi parpadeó un par de veces sin poder creer lo que estaba pasando, ¿acaso era un sueño?

Se encogió en sus hombros un poco incómodo por lo que estaba sucediendo.

—Ho-hola, Dazai... —Habló con timidez, esperando que el mayor le soltara.

Estaba un poco impresionado, pues Osamu nunca le había dado una muestra de afecto de ese tipo, de hecho, era la primera vez que veía al castaño comportarse así con alguien.

—¡Hola mi pequeño Atsushi! —Nakajima titubeó.

—E-estás un poco extraño hoy... —Atsushi tomó el brazo del castaño y lo fue alejando de él.

Dando un paso hacia al frente para tomar distancia del castaño, girándose para mirarle, haciendo que la sorpresa incrementara más. Una suave sonrisa formaba los labios del mayor, mirándole con cariño, ¿En verdad era el mismo Dazai que conocía?

Pero la sonrisa del mayor desapareció tan pronto vio el rostro cansado del albino, ignorando las palabras que había dicho, le miró con más cuidado y luego alzó sus manos, tomando con delicadeza el rostro del albino.

—¿Estás bien? Te ves más pálido de lo normal, ¿descansaste lo suficiente? —Atsushi tembló ligeramente ante esas preguntas dichas con un toque de preocupación, alzó nuevamente sus manos y tomó las muñecas de Dazai, con la intención de alejarlo nuevamente, pero algo lo detuvo; la calidez que desprendían sus manos era... reconfortante.

Entrecerró los ojos, nunca había sentido un tacto tan cálido, no se esperaba que alguien como Dazai pudiese hacer sentir algo así con sus manos, eran suaves y cómodas, después de todo, esas mismas manos había salvado a muchas vidas, quizá por ello habían adquirido un tacto tan amigable.

—Un poco... Casi no pude dormir y me siento algo cansado. —Respondió un poco más calmado, la sensación que le otorgaba Dazai le hacía sentir extrañamente relajado.

—Ya veo, ¿Has estado tomando el medicamento? Si te sentías agotado debiste quedarte a descansar en casa. —El pulgar derecho del mayor acarició la mejilla de Atsushi, erizando toda su piel.

—S-si lo he estado haciendo y uhm... No lo creí necesario... —Ahora sí quería alejarse, las acciones de Dazai comenzaban a ponerle nervioso, pero Osamu no tenía intenciones de soltarle. Aunque una de sus manos se alejó para poder tomar aquel mechón más largo de cabello que cubría parte del rostro de Atsushi, pasándolo por detrás de la oreja de este, sonriendo al ver completamente su rostro.

Dazai estaba sumamente feliz, pues por fin podía ver así de cerca los ojos del menor, sin duda alguna, eran más hermosos de cerca, todo su rostro a esa cercanía era aún más maravilloso, le gustaba poder tocar sus mejillas, eran tan suaves, le fascinaba poder estar así con Atsushi.

—¿Qué se traen ustedes dos? —Ambos giraron hacia aquella voz, mirando como Chuuya y Akutagawa se acercaban, cada uno con un vaso desechable con café, extrañados por ver tan juntos al otro par. —¿Por qué tan melosos? —Una de las cejas de Nakahara se curveó en confusión.

Atsushi sintió sus mejillas ruborizarse, bajó la mirada apenado por lo que estaba sucediendo, mientras que Dazai simplemente sonrió con cierta malicia.

—Oh bueno, creo que es el comportamiento normal de una pareja. —La sonrisa burlona que tenía el de cabello naranja desapareció y los dos menores se quedaron boquiabiertos. —¡Ah, cierto! Olvidé decirles, ¡Atsushi y yo estamos saliendo! —Habló animadamente mientras tomaba la mano del menor, éste tardó unos segundos en reaccionar. Pero su reacción no había sido más que una de pena, alzando su otra mano y cubriendo su rostro avergonzado.

Tras dicha confesión y ver que Atsushi no negó nada, Akutagawa dejó caer el café que sostenía por la impresión y Chuuya se tambaleó un poco. Los dos no podían creer en las palabras del castaño, pero tampoco había motivos para que mintiera, menos cuando estaba allí el menor para desmentir cualquier cosa, cosa que no hizo.

—¿¡Qué tú qué!? —Al finalmente reaccionar, Chuuya le encargó su café a Ryunosuke, para acercarse a Dazai, tomándolo de su bata y estampándolo contra la pared, consiguiendo un quejido de éste. —¿¡Acaso le lavaste el cerebro para que aceptara!? Tú... ¿Qué estás planeando? —Interrogó con cierta molestia Nakahara.

Dazai no se esperaba menos de éste, de los tres, quien más le conocía era Chuuya, finalmente eran compañeros de casi toda la vida. Se conocían desde su adolescencia y el más bajo conocía cada uno de los retorcidos deseos del castaño, cual fuera su intención, dudaba que fuera una buena. Independientemente del tema de que Atsushi era el mejor amigo de su novio, él igual tenía cierto aprecio por el menor, no permitiría que Dazai utilizara a Atsushi en uno más de sus juegos.

Por otro lado, Atsushi estaba un poco asustado por como había cambiado la situación, no entendía porque Chuuya había atacado de esa manera al mayor. Sintió un poco de pena por Dazai, no le gustaba que fuese tratado de esa manera, era como si fuera una especie de monstruo, lo cual le parecía algo muy injusto, no se merecía ese trato, no después de lo mucho que le había estado ayudando.

Así que, un poco tímido se acercó a donde ellos estaban, jalando de la bata de Chuuya, llamándole su atención.

—¿Podrías soltarlo, por favor? Él... Él no ha hecho nada malo... —Pidió en voz baja, haciendo que éste soltara un bufido.

Obedeciendo a la petición que le había hecho, dejó en paz al castaño quien, una vez libre, sacó su lengua molesto hacia Chuuya, el cual respondió alzando el dedo medio.

—Entonces... ¿Es verdad que son pareja? —Preguntó Akutagawa, haciendo que Atsushi tragase saliva, de pronto la acción de respirar se volvió pesada, sintiendo como el dolor en el pecho de la mañana volvía, le miró, sintiendo un nudo al verle directo a los ojos.

Atsushi quería negarlo, aunque era verdad, le era difícil aceptar algo como eso cuando a quien amaba era a aquel chico que estaba frente a él, sintiendo como el dolor incrementaba. Sin embargo, sabía que hacerlo sólo le terminaría afectando a él, debía aceptar que Akutagawa amaba a alguien más, que no podía aferrarse a él, dejarlo ser feliz con su persona especial. Recordó una vez más las palabras de Osamu el día anterior.

Giró ahora hacia el castaño, quien sólo le miraba un poco serio, recordó esa misma mirada llena de angustia que le suplicaba una oportunidad para enamorarle, respiró hondo y soltó el aire en un suspiro, finalmente asintiendo.

—Sí... E-estamos saliendo... —La confirmación de Atsushi sólo hizo que la sorpresa de ambos incrementara. Pero esas palabras hicieron increíblemente feliz a Dazai, sintiendo hormiguear sus mejillas, pues sus labios se querían curvear en una gran sonrisa.

—Ya veo... —Akutagawa llevó su mano a la nuca, sobándola. No sabía bien qué decir, no se esperaba que algo como eso llegase a suceder, pero si era algo que su amigo había decidido no protestaría al respecto, todo lo contrario, esperaba que se sintiera tan feliz como él se sentía cuando estaba con Nakahara. —Me alegro mucho por ustedes dos. —Fue lo único que se le ocurrió decir, mirando un poco serio al castaño, conocía igual la reputación de éste, si Atsushi había aceptado establecer una relación con Dazai, no diría nada, pero eso no significaba que no le estaría vigilando.

—Bien, supongo que no se puede hacer nada al respecto. Tú. —Chuuya señaló a Dazai. —Más te vale que esto no sea sólo un juego tuyo. —Amenazó.

Dazai no dijo nada, pues no necesitaba de amenazas para asegurar el bienestar de Atsushi pues eso ya lo tenía bien decidido.

Sin nada más que decir, los otros dos se marcharon dejando a Atsushi y Dazai solos en un silencio algo incómodo para ambos.

—Disculpa si te incomodé frente a ellos, pensaba que era lo mejor... —Se disculpó Dazai, si bien se había dejado llevar al decirles.

De cualquier forma lo iba a hacer, pues para poder avanzar Akutagawa debía de saberlo, en especial que el mismo Atsushi se lo hubiese confirmado, tal y como había sucedido.

—No te preocupes, creo que fue lo mejor... —Rascó su mejilla, no negaría que si se sintió incómodo, pero sabía la razón del porqué Dazai lo había hecho. —Hmmm... Creo que deberíamos de regresar al trabajo.

—Tienes razón. Entonces te dejaré que sigas con lo tuyo, recuerda seguir tomando las pastillas... Me imagino que luego de esto no te sientes muy bien. —Atsushi sólo asintió, pues efectivamente había acertado en su comentario. —Tomar el medicamento hará que el dolor disminuya, recuerda que si necesitas algo más, aquí estoy para ti.

El cuerpo de Nakajima se tensó un poco con esas palabras y con la siguiente acción que Dazai realizó, su mano yacía sobre su cabeza, acariciando gentilmente aquella parte, curiosamente, aquella acción había aliviado un poco del dolor en su pecho.

—Nos vemos después. —Se despidió, el menor igual lo hizo, con las mismas palabras, pero en un tono bajo, sintiendo como poco a poco esa calidez en su cabeza desaparecía.

Osamu caminó al sentido contrario de donde estaba Atsushi, alejándose de éste hasta haber cambiado de pasillo, en donde Atsushi ya no le miraba. Una vez solo, sus piernas temblaron y chocó contra la pared, alzó de manera temblorosa su mano a su cuello, el ardor de garganta era mucho peor a alguno que hubiese sentido anteriormente, sentía como si una de las flores se hubiese quedado atascada allí, presionando sus afilados pétalos contra su piel, la presión en su pecho le estaba enloqueciendo, era como si una piedra gigante le estuviera aplastando aquella parte.

Le sorprendía como el dolor se había multiplicado rápidamente de un día para el otro, quizá fue el abrazo que le dio, la cercanía que tuvieron, el hecho de que tomó su mano y la afirmación de ser pareja. Cualquiera o todas juntas le estaban torturando.

Quizá debía de seguir su propio consejo, tomar las pastillas hará que al menos soporte más ese dolor.



Los siguientes días continuaron de una manera similar, con Dazai siendo extrañamente empalagoso, Atsushi se preguntaba si Dazai se encontraría exagerando su comportamiento, aunque en realidad la respuesta era bastante obvia, seguro que se estaba esforzando mucho en ser así.

A veces le resultaba incómodo, aunque no era de sorprenderse, no llevaban ni una semana desde que acordaron enamorarse entre sí, aún costaba asimilar la idea de que realmente Osamu estaba dispuesto a hacerlo, continuaba aferrándose a la idea de que sólo había sido un impulso por parte del castaño.

El albino se encontraba caminando perezosamente hacia su destino, debía entregarle el diagnóstico a uno de los médicos sobre un paciente que cuidaba, para que éste los analizara y pudiese darles resultados a los familiares del paciente, pero el simple hecho de caminar le causaba gran pereza. Esos días habían estado cargados de trabajo no sólo para los médicos, los enfermeros igual se mantenían apurados, si bien era un ambiente al cual se había acostumbrado luego de años de laborar, en sus condiciones actuales pesaba un poco más.

Soltó un bostezo y continuó, con suerte ese día podría irse temprano a descansar, solo esperaba que la carga de trabajo no incrementara repentinamente.

—Oh vamos, hace mucho que no pasamos tiempo juntos~ —Aquella voz le impidió girar de pasillo, quedándose detrás de la pared. Conocía esa voz, era una de las jefas de enfermería, aunque no era precisamente por eso que la conocía.

Ladeó un poco su cabeza para observar lo que sucedía, afirmando lo que llegó a pensar cuando la escuchó. Ella se encontraba sonriendo de manera sugerente hacia Dazai, quien sólo mantenía un semblante serio.

Podría decirse que era la persona favorita del castaño, con quien más había tenido aventuras y con quien acudía cuando quería algo de ese estilo. Entendía la razón, ella era demasiado atractiva, a veces hacía lucir el uniforme de enfermera como si de una película para adultos se tratase, siempre para seducir a los médicos, como Dazai.

Atsushi se sintió un poco incómodo en haber coincidido justo con ese momento, siempre los amoríos del mayor le resultaban incómodos por el hecho en como solía comportarse, tragó pesado, ¿Ahora él era uno de ellos? No, era absurdo tratarlo así cuando no tenía nada que le gustase a Dazai para ser considerado como tal, además de que su caso era diferente, podría decirse que era un caso médico.

Se giró hacia el sentido contrario, debería de cambiar de camino para evitar ese pasillo, realmente no quería ver el desenlace de esa conversación. Y a nada de irse, una respuesta le hizo detenerse.

—Te he dicho que no. Lamento que te hayas hecho una idea sobre que había algo especial entre nosotros, pero ahora no quiero saber nada de ti. —Respondió con irritación, la voz grave debido a la seriedad y fastidio que le hacía sentir aquella señorita, quien se le insinuaba de tal manera.

Por otro lado, Atsushi estaba impresionado por lo que dijo, jamás había visto que se le negara a ella, se preguntaba si sería el estrés del trabajo acumulado lo que le había hecho tener mal humor para negarse.

—Qué aguafiestas. Nunca habías rechazado alguna de mis ofertas. —Se notaba la molestia en la voz de la enfermera, pero era más la molestia que sentía Dazai por haber sido interrumpido por ella.

—¿Por qué debería de aceptar cuando tengo pareja? Y si acaso no lo sabías, pues ¡Sorpresa! Así que te agradecería que dejaras de buscarme, hacerlo sería un insulto para mí y para Atsushi.

Tanto la mujer como Nakajima quedaron sorprendidos por sus palabras, aunque quizá un poco más el albino. Si ya le era extraño que la rechazara, decir que tenía pareja y en especial decir que era él, lo era mucho más.

—¿Atsushi? ¿Aquel enfermero mediocre? Vaya, no esperaba que cayeras tan bajo. —Dazai había detenido su andar, si antes estaba molesto, ahora estaba furioso, tanto que incluso un tic apareció en su párpado izquierdo.

Giró hacia la mujer, dedicándole una mirada de completa seriedad y oscuridad, cosa que la había hecho temblar. Permitiría de todo, menos, que dijera algo malo sobre el albino.

—Hace poco escuché de otras enfermeras cosas muy terribles de ti, cosas que por educación no diré, qué triste que las personas hablen mal de ti a tus espaldas, ¿Sabes lo qué es peor? ¡Es que tienen toda la razón! —La otra tragó pesado ante el comportamiento del castaño, ni ella ni Atsushi habían visto jamás esa parte de él. —Escúchame con atención, para que tu cerebro diminuto pueda entender. Me importa un guisante que seas una de las enfermeras veteranas de este hospital, vuelve a decir algo de Atsushi y no sólo le informaré al director Fukuzawa sobre lo que haces con otros médicos en este mismo hospital. —La sonrisa macabra que en algún momento se formó en el rostro del castaño, desapareció, alzó su mano y la estampó con fuerza en la pared, quedando un lado de la cabeza de ella. —Me aseguraré de hacer miserable cada segundo de tu vida, no sólo ensuciaré tu imagen, me encargaré de hacerla pedazos y que cualquiera que te vea, sepa el tipo de persona que eres, una zorra. —Dejó salir con frialdad las palabras, importándole poco si los ojos de la mujer se habían cubierto de una capa cristalina.

Sin algo más que decir, se alejó de ella y continuó su camino. En cuanto Atsushi se dio cuenta de esto avanzó rápido para que el mayor no lo viese al momento de girar y cambiar de pasillo, no quería que supiera que había estado allí presente escuchando todo.

La sorpresa le inundaba, toda aquella escena le había dejado sin palabras, no porque hubiese tratado terriblemente a con quien casi siempre salía, sino el hecho de que le hubiese molestado tanto que dijeran algo sobre él, también que permaneciera tan firme a la idea de que eran pareja, como decirle a la persona con la que más coqueteaba que se alejara de él.

Eso quería decir... ¿Qué iba en serio?

No notó en que las palabras de Osamu hubiese rastro de arrepentimiento o que lo estuviera diciendo de manera forzada, eran palabras dichas con seguridad y por la voluntad del castaño.

Las mejillas de Atsushi estaban pintadas de un tenue rosado, su corazón no dejaba de palpitar, no negaría que ver al mayor tan dedicado en su acuerdo le conmovía un poco. Sacudió la cabeza, pensar en ello solo le distraería de su trabajo, no era momento para hacerlo, por ello, decidió dejar el tema y dirigirse a la oficina de Kunikida, quien era el médico a quien debía entregare el diagnóstico.

A los pocos minutos, luego de rodear los pasillos para dirigirse por otro camino había llegado. Le hizo entrega de los papeles, quien lo recibió y comenzó a revisar.

—Está bien, gracias por traerlos, más tarde te haré entrega de los resultados. —Al terminar de ver cada uno de los papeles, giró hacia el albino, quien tenía la mirada un poco ida, haciéndole arquear una de sus cejas. —¿Te ocurre algo, Atsushi? —Este se sobresaltó al escuchar su nombre, a lo que negó rápidamente.

—No, no, está todo bien. Estaré esperando por los resultados. —Habló apresuradamente, dando un paso hacia atrás, dispuesto a irse, pero una duda surcó su mente, deteniéndose. —Uhm... Kunikida... ¿Puedo hacerte una pregunta? —Doppo sólo respondió con un sonido, en indicación de que continuara. —¿Alguna vez has visto a Dazai enamorado? —Kunikida y Dazai eran buenos amigos, claramente el rubio tenía más años de conocerlo, quería saber eso.

La pregunta tomó por sorpresa al más alto, haciéndole encogerse de hombros, ¿Cómo debería de responder cuando era aquel chico del cual su amigo estaba enamorado? Aclaró la garganta y alzó su mano, acomodando los lentes que se habían movido de su lugar.

—Hmm... No en realidad, él sólo ha tenido encuentros casuales, nada que realmente lo mantenga con alguien. Aunque eso sí, de ser así, tendría que ser alguien muy importante para él... —Esto último lo dijo en un tono diferente, tratando de insinuar al albino que era él quien se trataba, haciendo que éste sólo se quedara pensando.

Kunikida suspiró, dejando los documentos sobre el escritorio para comenzar a caminar en dirección del albino, tomándolo de los hombros y encaminándolo a la salida. No quería hablar más del tema, no sabía que tanto Dazai le habría dicho a éste, decir que Osamu ya estaba enamorado de él podría arruinar los posibles planes que tuviese el castaño, así que, antes de que fuera interrogado más y las respuestas se le escaparan, era mejor cortar ahí el tema.

—Aunque puede ser que la respuesta a tu pregunta, la obtengas pronto.

Los ojos del menor se abrieron ante esas palabras, iba a decir algo al respecto, pero la puerta había sido cerrada frente de él. Realizando un mohín por esa acción.

Comenzó a caminar en dirección a donde estaba al paciente que debía cuidar, pensando en lo que dijo Kunikida, muy seguramente él igual sabía que Dazai y él estaban en una relación, estaba asegurando que Dazai podría enamorarse de él, eso, junto con lo que había sucedido anteriormente con la enfermera, hacía que la idea de Dazai enamorado ya no sonara tan descabellada.

—¡Oh, Atsushi! —Salió de sus pensamientos al escuchar su nombre, girando hacia Osamu quien había sido que le habló, teniendo una leve sonrisa en su rostro. —Te estuve buscando, pero finalmente te encuentro. —Caminó hasta quedar a unos pasos del albino, el cual alzó la cabeza para poder mirarle al rostro.

—¿Necesitas algo? —Preguntó Atsushi, si le estuvo buscando, era porque necesitaba algo de él, cosa que fue negada por el mayor, haciéndole ladear la cabeza.

—No exactamente, sólo quería darte esto. —El mayor alzó sus manos y le hizo entrega de una bolsita de papel en color café, haciéndole parpadear confundido. —Hemos tenido días con mucho trabajo, me imaginaba que te sería algo pesado, por eso he comprado un sándwich para ti y puedas tener algo en el estómago hasta que tu jornada termine. Quizá no sea lo más balanceado, pero temía que estuvieses descuidando tus hábitos alimenticios por lo pálido que te has visto últimamente. —Una mano de Dazai subió hasta el rostro del menor, acariciando cuidadosamente una de sus mejillas, consiguiendo que éste apretase sus labios. —Esto puede hacerte sentir un poco mejor. ¡Ah! También te traje una barra de chocolate, un poco de azúcar incrementará tus energías. —Le hizo entrega de ambas cosas, a lo que Atsushi aceptó de manera temblorosa, no se esperaba algo como eso.

—Ah... Gracias, aunque no tenías que hacerlo... —Las mejillas de Nakajima se ruborizaron, bajando la mirada para evitar a la de Dazai. Éste sólo sonrió, llevando la mano que tenía en la mejilla contraria hasta su cabeza, dejándola allí.

—Claro que sí, me preocupa el hecho de que no estés comiendo correctamente. Quiero verte bien, así que no me importa hacerlo, cuando tenga más tiempo quiero invitarte a comer. Pero por ahora, espero que esté bien esto. —Su pecho se sentía cálido, sus labios temblaron ligeramente, no sabía qué decir, sólo atinó a asentir, recibiendo una suave sacudida en su cabeza. —Bien, deberías comerlo cuanto antes, yo debo de regresar a mi trabajo, pude escaparme para darte esto, si no regreso Yosano va matarme.

—Está bien... Gracias por esto. —Agradeció tímidamente el menor, a lo que Osamu sólo respondió con una suave risa, dejando que sus dedos acariciaran la cabecita del otro.

—No tienes porqué agradecer, nos vemos. —Se despidió, alejando su mano del menor y despidiéndose con la mano en un movimiento de lado a lado, girándose así para regresar a su trabajo.

Atsushi le vio alejarse, bajó la mirada y observó la bolsa, de pronto sintió gruñir su estómago, realmente tenía hambre y no lo había notado.

Alzó la mano que no sostenía los objetos y la llevó hasta su cabeza. Últimamente Dazai gustaba mucho de tocarle en aquel lugar, siempre dejaba una calidez sobre su cabeza la cual duraba unos segundos allí.

Le costaba creer que fuera el mismo Dazai que afrontó a la enfermera, la forma molesta y seria con la que había hablado no se comparaba a la manera tan cálida con la que le había tratado, no se imaginaba que éste pudiese ser tan atento. Dudaba que éste sólo estuviera fingiendo, pues sus actos eran muy honestos, igual que sus palabras.

De algún modo... comenzaba a gustarle el nuevo comportamiento del mayor. 

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