KAPITEL 47: EIN PRODUKTIVER CLUSTER
ALEXA
Tras el mensaje de Hanna, tomé un taxi para presentarme cuanto antes en casa de Doris. Necesitaba una noche de chicas desde hacía mucho tiempo y más en estos momentos en los que Colin parecía querer ir más en serio conmigo.
Yo tenía mis reservas y, desde que él me soltó que me veía como una novia, no le permití acercarse de nuevo físicamente. Quería poner distancia hasta sentirme bien conmigo misma o averiguar qué diantres me ocurría para que me impidiera tener una relación de verdad.
Hanna me recomendó que fuera a su misma terapeuta para recibir ayuda profesional y comencé a planteármelo porque sentía que estaba estancada entre lo que quería en lo más profundo de mis entrañas y lo que la cabeza me decía.
Así que decidí que acompañaría a Hanna en la próxima sesión para probar que tal me iba a mí. Con una vana esperanza para cambiar mi suerte y mi forma oscura de ver las cosas, me encontraba de un humor excelente y eso asustó a Colin cuando iba a marcharme de casa. Él parecía realmente callado desde que me soltó aquella bomba y yo me limité a encerrarme en el cuarto el resto del día. Pero cuando salí de él, Colin comenzó a preguntarme acerca de lo sucedido y yo simplemente le dije que no podía corresponderle. Desde ese día, había intentado una y mil veces darme alguna muestra de cariño, pero yo huía de sus brazos y sus labios.
Estaba hecha un lío; ni siquiera sabía lo que sentía por él. Los sentimientos para mí era un terreno desconocido porque nunca me había involucrado emocionalmente con nadie. Pero con Colin sentía que podía ser diferente y por esa razón quería espacio hasta sentirme mejor y más segura del paso que iba a dar con él.
Sin darme cuenta, mi frente dio de bruces contra la puerta de la casa de Doris. Froté mi nariz dolorida resoplando sintiéndome como una gran idiota.
Desde luego, Colin era el tema que llenaba cada hueco de mi cabeza.
Toqué la puerta y puse la mayor de mis sonrisas sintiéndome feliz de ver a mis dos únicas y mejores amigas.
- ¿Cómo están mis pequeñas? ¿Me echabais de menos? -Dije abriendo los brazos para recibirlas con cariño. Ambas correspondieron a mi abrazo con una gran sorpresa en sus miradas y las entendía bien.
-Veo que hay alguien que ha bebido algo antes de venir-Dijo Doris con su habitual ironía que tan divertida me parecía.
-No tranquila, esperé a que tu fueras la anfitriona para que me sirvieras algo bueno.
Las tres comenzamos a reír mientras íbamos al salón para hablar más cómodamente pero el rostro de Adam hizo que la risa se cortara de golpe y mi ira creciese como si fuera la marea.
- ¡¿QUÉ MIERDA SE SUPONE QUE ES ESTO?!¡¿ESTO ES UNA PUTA ENCERRONA O QUÉ?!
Doris y Hanna intentaron calmarme, pero no podía mirando a ese asqueroso traidor delante de mí. Aquel que consideré como mi amigo durante tanto tiempo me hizo demasiado daño como para perdonarlo. Aunque su mirada mostraba un profundo arrepentimiento, no me apetecía nada escucharlo.
-Alexa, dame esta tarde para hablar y convencerte de lo mucho que lo siento. Si luego no quieres verme nunca más lo entenderé y no te molestaré más, pero, al menos, dame esta oportunidad.
Me giré en dirección a la puerta para marcharme dejándole con la palabra en la boca a ese imbécil, pero miré a Hanna y algo dentro de mí me hizo frenar. En ese momento, recordé todas las charlas y mensajes de ella diciéndome lo bien que llevaba lo de Adam y que estaba cada vez mejor con Robert. Ella había un esfuerzo titánico para superarlo así que al menos quería darle la oportunidad de que Adam se expresaste, pero no por él sino por ella. Sabía bien que ella sufría de vernos así, por ese motivo me quité la chaqueta y me senté para escuchar lo que ese gilipollas tenía que decirme.
Cuando vio que estaba dispuesta a escuchar, él resopló y comenzó a hablar:
-Alexa, sé bien que no puedo hacer nada para volver al pasado y enmendar lo que he hecho; créeme que si pudiera no lo hubiera hecho. Me hubiera gustado hacer las cosas de otra forma y ser más maduro a la hora de demostrarte que te veía más que una amiga en vez de hacer lo que hice. Nunca me había sentido atraído por una mujer para algo más que juegos de cama, por esa razón estaba realmente cagado cuando veía lo importante que te habías vuelto para mí. Pero he tomado una decisión para demostrarte que realmente me arrepiento de lo que he hecho. He decidido dejar el trabajo en la academia para que tú vuelvas porque, por mi culpa, renunciaste al trabajo. Sé bien lo que te gusta y lo que disfrutas enseñando a los demás tus conocimientos sobre aquello que amas, por esa razón renuncio al trabajo. Como te dije antes, si no deseas verme lo comprenderé y no te molestaré nunca más pero, si hay algo que pueda hacer para demostrarte que realmente me importas y que lo siento, por favor dímelo y lo haré.
Me quedé en silencio sopesando las palabras que parecían tan sinceras de los labios de Adam. Nunca había visto a ese idiota hablar de esa forma, ¿Y si todo lo que había pasado lo había hecho madurar?
Yo bien sabía lo que era cometer errores y vivir con las consecuencias cada día y no podía considerarme una persona ejemplar. Al menos, él se había tragado su orgullo habitual y había demostrado que estaba dispuesto a dejar el trabajo de su vida por mí. Y sí, yo creo que nunca olvidaría lo que me hizo, pero al menos merecía perdonarlo.
Pero no iba a ser tan fácil; iba a hacerle pasar putas para que él y yo fuéramos de nuevo amigos. Estaría a prueba, por supuesto, y a la mínima que viera que las cosas fueran a seguir como antes, no volvería a llamarlo ni así mi vida dependiera de ello.
Levantando la vista hacia las chicas, miré de nuevo a Adam que parecía esperar mi sentencia. Con mi sonrisa carnívora, le dije con un tono severo:
-Vas a tener que sudar sangre para que volvamos a ser los amigos que éramos antes. A la mínima que vea que haces algo imperdonable como lo que me hiciste, vete despidiendo de mí y de tu puta cara, ¿Entendido?
Él asintió mostrando su sonrisa tan blanca como las nubes en un día despejado. Las chicas estaban muy felices y celebraban a gritos nuestra reconciliación.
El sonido de un tapón me hizo girar y vi como una radiante Hanna sostenía una botella de champán entre sus manos.
Era momento para refrescar la garganta y suavizar un poco el ambiente.
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