KAPITEL 44: EIN WEITERER SCHRITT
Hanna en la foto(L)
HANNA
La semana transcurrió sin ningún tipo de contratiempo disfrutando de Robert cada día. Hoy era sábado por lo que iríamos de cena para poder pasar más tiempo juntos aprovechando que no trabajábamos. Según Robert, él era monitor de natación y enseñaba a nadar a los niños. Ese rasgo me enterneció el alma demostrándome que los niños le gustaban tanto como a mí lo que me dio esperanzas de futuro.
Ambos charlábamos con cada vez menos vergüenza y actuando cada vez más como una pareja real. El tema de Adam parecía que comenzaba a cicatrizar y ya cuando pensaba en él había pasado de llorar desconsoladamente a querer ahogarlo con mis propias manos. pero mi terapeuta decía claramente que el día que pensara en el con más neutralidad sería el día en el que estuviera curada y él no sería tan importante para mi corazón.
Robert era un buen antídoto para sentirme mejor y ya era hora de comenzar a intimar un poco. Quería besarlo, pero iba a esperar a cuando llegáramos a casa y le dijera que ya me había decidido a dar el siguiente paso.
La cena estuvo deliciosa pero lo mejor era su compañía. Era gracioso, paciente y guapo; era tan perfecto que no me creía que estuviera conmigo. Le importaba tres bledos que hubiera quien hubiese en la sala; él se deshacía en halagos a cada instante que sus ojos se posaban en mí.
Él me acompañó a casa como siempre, pero, cuando se giró para marcharse, le tomé de la mano para que se detuviera. Él me miró con asombro y le dije con timidez:
-Bueno, si quieres tomar algo antes de irte...
Parecía que cientos de luces iluminaban su cara en ese momento. Se le notaba tremendamente ilusionado y era algo que demostraba que esperaba desde hacía tiempo. Él me abrazó con ternura y me tomó de la mano para entrar juntos a casa así que no pude evitar pensar en lo bonito que sería venir juntos cada día a nuestra propia casa.
Cuando entramos, me sentía como una adolescente que está haciendo una travesura a espaldas de sus padres por tener a su novio en casa cuando ellos no están. Aunque era una adulta, era tímida en las relaciones a pesar delo que mi aspecto pudiera decir de mí. Robert lo sabía y no me juzgaba en lo absoluto.
- ¿Qué te gustaría tomar?
-Pues me gustaría un vaso de cerveza acompañado de tus hermosos labios que tanto me gustan-Me dijo sin apartar la vista de mi escote.
Yo comencé a reírme sintiéndome realmente halagada. A pesar de ver el deseo centellear en su mirada, Robert no me puso un dedo encima durante todo este tiempo.
Cuando puse la cerveza sobre la mesa, me incliné hacia él y lo besé tímidamente. Antes de retirar mis labios, Robert me sujetó de la cabeza para profundizar el beso y, de un tirón, quedé encima de él. Sentí como su cuerpo se tensaba contra el mío y sus brazos me rodearon la cintura con fuerza evitando que me escapara. Pero no deseaba hacerlo porque aquello era el paraíso.
Las manos de Robert masajeaban mi espalda y mis hombros con pasión mientras que sus labios luchaban contra los míos intentando que me derritiera contra él. Pero no hacía falta tocarme para ello porque su simple presencia era suficiente para enloquecerme
¿Quién era Adam, un fantasma, un idiota que quise alguna vez?, eso era lo que mi cabeza pensaba mientras que mi cuerpo se sentía flotar de felicidad.
Deseaba que se quedase conmigo, no solo hoy sino cada día. Lo necesitaba en mi vida porque, desde que está en ella yo era infinitamente más feliz.
Cuando terminamos el beso, mi boca inquieta soltó tremenda bomba y temí que Robert saliera corriendo por la puerta:
- ¿Quieres vivir conmigo?
La cara de sorpresa de él no tenía precio, ¿Qué cojones había dicho? ¿De verdad era posible que le pidiera tal cosa?
Pero Robert pasó de la sorpresa a una gran sonrisa que, en cierta forma, me relajó. Me tomó de la barbilla y me dijo amorosamente:
-Esperaba que ya me lo pidieras: estaba loco por vivir contigo.
La alegría salió en forma de grito mientras abrazaba a mi novio. Sí, era cierto, ya no estaba soltera y había aceptado mi nueva vida sin Adam.
Robert me dijo que traería todas sus cosas a la mañana siguiente pero que esta noche no la pasaría sin mí. Me dejó claro que no haríamos nada de lo que yo no estaba segura, pero me sentía preparada.
Cuando estábamos recogiendo los platos de la cena, lo miré mientras estaba fregando los platos y me pareció que era el momento. Lo abracé por detrás colocando mi cabeza sobre su hombro. La respiración de Robert comenzó a agitarse y yo sonreí al ver el efecto que causaba en un hombre como él.
-Veo que mi novia está cariñosa esta noche...
Que me llamara novia me hacía tan feliz que no encontraba las palabras indicadas para explicar cómo me sentía por lo que usé los hechos.
Mis manos se deslizaron dentro de su camiseta sintiendo la dureza de sus abdominales bajo mis dedos. Su enorme pecho se inflaba y sus jadeos llegaban hasta mis oídos deleitándome con el ardor que sentía en mi cuerpo. Sus susurros humedecían mi interior de forma salvaje y mi piel parecía quemarme.
-Hanna...-Susurró mientras se apoyaba sobre el fregadero. Mis manos traviesas recorrían su torso con tranquilidad mientras que él intentaba controlarse para permitirme tocarlo. Pero la mano de Robert tomó una de las mías introduciéndola dentro de su pantalón.
-Te necesito preciosa...si sigues así...no voy a poder contenerme más...
La decisión ya estaba tomada y no tenía miedo así que le di una respuesta clara:
-No te he pedido que lo hicieras.
Y la noche empezó a arder.
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