KAPITEL 32:VERTRETUNGEN

Maratón día 3 (2/2)

Nuestra querida Hanna en la foto(L)

HANNA

Cuando Alexa nos pidió salir del cuarto de hospital, estuve a punto de decirle que quería hablar con ella. Quizás fui demasiado dura con ella acusándola de algo así cuando la conocía bien y sabía que su lealtad era legendaria. No sabía las razones de cómo llegó aquella foto en el móvil de Adam pero algo me decía que él tenía mucho que responder en ese tema.

Pero estando en ese pasillo con el amigo de Colin y con él, me sentía relamente incómoda. Cuando miraba a aquel hombre, mi corazón se derretía como si fuera helado en sus labios.

Odiaba sentirme así porque aquel tipo no era alguien bueno con el que mantener una relación estable porque,a la primera de cambio, se estaría acostando con cualquier guarra en los baños de una discoteca.

Adam era como una pintura en un museo: se mira pero no se toca. Era triste pero era la gran realidad que debía aceptar si deseaba seguir adelante.

Adam me miró justo cuando yo lo hacía, asi que auntomáticammente aparté la vista y me volteé hacia la puerta que daba a la habitación de Alexa.

Unos pasos tras de mí me hicieron darme cuenta que había alguien a mi lado y yo bien sabía quien era. Su olor era algo que había memorizado demasiado bien...

-Hanna, me gustaría hablar contigo de una cosa.

-No tenemos nada de lo que hablar, así que vete de mi lado-Le dije sin levantar la voz pero con gran agresividad.

El amigo de Colin, que estaba mirando el móvil en ese momento, levantó la vista y me vió bastante agitada con Adam a mi lado. Vi como me miraba extrañado pero le sonreí para indicarle que todo estaba bien. Él me correspondió y siguió tecleando cosas en el teléfono visiblemente atareado.

La mano de Adam se posó en mi hombro y tuve que reprimir un enorme gemido por su contacto. Sabía que parecía una fan histérica pero era lo que había y, de momento, no podía cambiarlo.

-Hanna...por favor.

La voz suplicante de Adam me hacía dar ganas de bailar en pelotas en medio de la calle si él me lo pedía. Debía de irme antes de que mis nervios despuntaran más, por lo que la charla con Alexa debía de esperar un poco.

Me aferré con fuerza al asa de mi bolso y comencé a caminar hasta la salida. Fui tan rápida que Adam no pudo alcanzarme, girando por la parte trasera del hospital para ir directamente al aparcamiento del sótano. Mientras que caminaba, comencé a rebuscar las llaves en mi bolso y di con el enorme llavero de muñeca pin up que me regaló Alexa.

Lo apreté con fuerza intentando no deprimirme más, al menos ella había salido de la zona de peligro e iba a ponerse bien.

Cuando me senté en el asiento,arranqué con rapidez y me puse en marcha. Necesitaba música que me reventase los oídos para dejar de pensar.

https://youtu.be/_8uITYbGjBk

-¡Necesito un puto trago, joder!-Grité mientras le daba un golpe al volante con furia.

Ese golpe debería de haberselo dado a Adam; desde luego se lo merecía mucho más.

Comencé a gritar el estribillo de la canción como si los pulmones se quisieran salir de mi pecho para comenzar a caminar. La angustia que llevaba dentro debía sacarla de alguna forma, por lo que fui al supermercado a por una buena compra estimulante.

Tomé la cesta y comencé a repasar lo que iba a comprar.

-¡Alcohol del fuerte, patatas fritas, pizza congelada de bacon y tarrina de helado!

Iba a arder en el infierno de las gordas, pero que le den por culo a todo.

Con una sonrisa pagué mi extraña compra que todos miraban perplejos y me largué a casa para disfrutar de una noche de berridos en compañía de esa sensual botella.

-¡Tú si que me entiendes, preciosa!-Le grité a aquella botella de color chocolate que sobresalía de mi bolsa de la compra.

Desde luego había perdido el juicio.

Al ver la casa tan cerca suspiré aliviada y casi comienzo a llorar de la alegría. Tomé mis bolsas y, literalmente, subí las escaleras corriendo como si mi casa estuviera ardiendo. Nada en el mundo me importaba más que quedarme en ropa interior, poner música alta y bailar con mi botella de licor de chocolate mientras comía piza con la otra mano libre.

En cuanto puse un pie en el hall de casa, cerré con llave y me quité la ropa hasta quedar en ropa interior. Con el mando a distancia encendí el reproductor de música sonando una de mis canciones preferidas:

https://youtu.be/TdlWWH-MCM4

-¡Joder así sí que se cura una puta depresión!

Coloqué sobre la mesa toda mi compra, encendiendo el horno y metiendo el helado en el congelador. Hoy el plan era ver cine de terror comiendo patatas, helado y una buena pizza con alto contenido en colesterol. Y de segundo postre iba a ventilarme unos flanes que guardaba aún en la nevera con un buen chorro de nata.

¿Quien qería un pene cuando tenía comida?

¿A quien pretendía engañar?Yo quería un pene y en concreto el de un hombre en concreto, pero no era momento de pensar en ello.

Todas las mujeres que quieren un hombre de la calle
Pero no saben hacia donde quieren dirigirse
Simplemente siguen viniendo
Y me ofreces tu mano
Porque yo soy el que te va a poner a arder

Voy a tenerte abajo –
Abajo, abajo, abajo
Así que no te hagas el tonto
Voy a apretarlo, apretarlo,
A apretar el gatillo

Dispara a emocionar, juega a matar
Demasiadas mujeres con demasiadas pastillas, sí
Dispara a emocionar, juega a matar
Tengo mi arma en ristre, voy a disparar a voluntad

Los golpes en la pared me indicaban que los vecinos no estaban muy contentos por mis canturreos, pero esta noche estaba bien audaz porque me habían tocado básicamente demasiado, la entrada de mi ser, así que golpeé la pared en protesta y grité bien alto:

- ¡Estoy dentro del horario permitido, capullo!¡Vete y fóllate a tu mujer para disimular el ruido!

Comencé a reírme mientras le daba tragos a la botella y bailaba como un pato mareado. Aquello sentaba bien y era realmente terapéutico tener esos momentos de soledad con una misma liberándote de aquello que te oprime el pecho. El aroma al bacon de la pizza me hizo retorcer el estómago del hambre; estaba impaciente por ver como acababa mi noche de solterona.

-Quizás deba de adoptar un gato-Dije en voz alta.

Bien sabía que por la mañana más que persona iba a ser una ameba, pero esta noche lo valía. No iba a llorar más porque se acabaron las mierdas de Adam, a partir de mañana iba a llevar mi vida por un camino diferente al que hasta ahora había hecho y el primer paso era conocer más a Robert. Ese tío merecía la pena y, por esa razón, merecía mi mayor esfuerzo.

-Hora de gritar de miedo-Dije mientras buscaba una película que me hiciera pasar auténtico terror, aunque en la vida real había cosas más aterradoras...

Con la pizza hecha y un ánimo renovado me di ánimos porque bien sabía que el cambio en mí ya había empezado.

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