KAPITEL 26: ICH WERDE DICH BESTRAFEN

ALEXA

Me desperté con un terrible dolor de cabeza y una sensación de pesadez extrema en la parte de mi estómago. Mi garganta estaba tan seca que parecía que habían pasado días sin beber una gota de agua. Al fijar mi vista al techo me di cuenta que no estaba donde esta mañana e notando como el olor a antiséptico me abofeteó hasta hacer darme varias vueltas a la cabeza.

Miré a mis pies y vi el logo bordado del hospital en las sábanas, ¿Qué había pasado para que estuviera aquí?

Un leve ruido me hizo girarme en dirección a la puerta y entonces un doctor de mediana edad vino con una carpeta de color amarillo fijándose detenidamente en la pantalla donde se indicaban las constantes vitales y los cientos de cables que colgaban de mis brazos.

-¿Cómo se encuentra señorita Assel?

-De puta pena-Le dije con un rictus desagradable porque me fastidiaba enormemente estar apostada en una cama de hospital como si fuera una moribunda.

El doctor me dedicó una leve sonrisa y comenzó a charlar conmigo en su dialecto extraño típico de médico:

-Verá señorita Assel al no tener familia aquí hemos tenido que hacer unas averiguaciones acerca de amistades cercanas para realizar una trasfusión. Aunque está estable necesitamos realizarle una trasfusión cuanto antes para que recobre las fuerzas. Así que hemos contactado con sus amistades cercanas y estamos esperando a que accedan a realizar un estudio de compatibilidad de sangre con usted.

-¡¿Me está diciendo que ha llamado a gente sin mi permiso?!

-El hospital tiene derecho si la paciente está en extremo peligro y he de decirle señorita Assel que por poco no lo cuenta. La dejo descansar.

Tras marcharse, comencé a gruñir con fuerza, ¿Qué se creía ese gilipollas?¡No quería que nadie se enterase que estaba aquí y menos después de lo de Hanna!

Me incorporé en la cama sintiendo un gran dolor en mi costado. Imágenes borrosas comenzaron a aparecer en mi memoria y entonces recordé a esa mujer que me clavó ese cuchillo por sorpresa mientras forcejeábamos. El tema de discursión era Colin y decía que ella era su novia y que no tenía derecho de vivir en su casa. Era extraño porque Colin no me mencionó a ninguna novia, lo que supuse que estaba soltero, por lo que lo que ella considera Colin precisamente no lo ve así.

Lo que creía es que era la típica ex despechada que pierde la cabeza e intenta arrastrarse todo lo que su dignidad le permite para recuperar a "su hombre", pero era evidente que Colin prefería que yo viviera en su casa y no ella.

Cuando me dijo que era su novia no me lo creí en absoluto porque era la típica niña de papá que no se conforma con menos que lo mejor. Estaba claro que Colin y ella estaban destinados al fracaso porque era como el agua y el aceite así que esa relación no valían nada excepto para echar cuatro polvos, aunque viendo lo visto, no valía la pena ni para eso.

Colin merecía alguien que lo complementara, que le diera tranquilidad pero también acción a su vida. Necesitaba un equilibrio entre lo salvaje y la paz interior de ser libre con la persona que quieres. Si esa tía era cierto que era su novia, libre precisamente no se debió sentir.

Me puse de pie con bastante dificultad porque tenía la necesidad de salir de esa habitación. Estaba tan angustiada de estar allí que si no asomaba la nariz al pasillo iba a darme un ataque de histeria. Cuando comencé a caminar a paso de tortuga con los cables colgando de mi brazo, la puerta se abrió de nuevo y Colin me miró con gran sorpresa.

El corrió hasta mí y me cogió de la cintura, echándome una reprimenda como si fuera mi maldito padre:

-Alexa,¿Qué demonios haces?¡No puedes moverte libremente sin ayuda, estás débil!

-No soy inválida así que aparta-Le dije gruñéndole para que se alejara pero en vez de eso me sujetó más fuerte y me besó la mejilla. Lo miré alucinada y él comenzó a reírse mientras que me ayudaba a caminar al exterior de la habitación.

-Vete a la mierda,Colin.

Él comenzó a reír hasta casi llorar de la risa. Yo lo miraba como si un tornillo se hubiera salido de su sesera y entonces me dijo al oído:

-Echaba de menos tu carácter, gatita...

-Colin...como vuelvas a decirme eso...voy a partirte las...

Entonces Colin aplastó sus labios contra los míos. Al tambalearse mis piernas, me llevó lentamente hasta la puerta de la habitación y me puso contra ella, colocando el cerrojo para que nadie entrase. Sus manos apretaban fuertemente mis caderas mientras que su lengua entró a mi boca sin permiso y sin temor a que le dejara sin ella. Iba a pagarme el hacer eso sin mi permiso; iba a llevarse unas cuantas heridas de guerra.

Le mordí la lengua y él en respuesta enroscó mis piernas alrededor de su cintura. Me pegó más fuertemente contra su cuerpo cálido y duro como el hormigón mientras que me susurraba al oído:

-Voy a decirte lo que me dé la gana, gatita...

-No sabes lo que estás haciendo Colin; soy peligrosa y muerdo.

Él apretó mis glúteos con fuerza mientras que lamí mi cuello sin darme tregua a hablar. Yo intentaba no gemir para no inflar su estúpido ego pero me era imposible porque hacia muchísimo tiempo que un tío no me tocaba un pelo y menos de esa forma tan bestial.

-Yo también muerdo, gatita. Y no sabes lo que voy a hacerte cuando te recuperes y volvamos a casa; ahí no te escaparás.

Colin me despegó de la pared con mis caderas aun alrededor de las mías y me tumbó en la cama de nuevo. Se puso encima de mí mirándome con sus ojos brillantes de deseo dándome un beso que hizo temblar los barrotes de la cama.

-Y ahora gatita vas a quedarte aquí hasta que el médico vuelva. Yo iré a recibir las visitas que preguntan por ti así que pórtate bien o tendré que castigarte de nuevo.

Tras guiñarme el ojo, Colin se marchó dejándome con el humo saliéndome de las orejas y de demás sitios. Estaba tan incandescente que parecía derretirme por momentos pero no iba a darle el gusto a ese idiota de que pensara que puede ejercer poder sobre mí.

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