KAPITEL 2: DAS GESICHT DER ZWIETRACHT
Colin en la foto(L)
COLIN
Después de estar durante cinco años sin poder tocar una sola vez la guitarra, pensé después de mucho reflexionar, que ya era hora de que comenzara de nuevo el hábito que me había apasionado toda la vida. Mi novia Sarah me había convencido de que ya era hora de que buscara un pequeño hueco en mi agenda para mis aficiones, ya que el estrés del trabajo podía conmigo. Lisa y yo éramos profesores; yo de informática y ella de historia. Aunque no nos parecíamos en nada, nos unía una amistad que se remontaba a la infancia y que, poco a poco, se había transformado en un amor que, a día de hoy, era muy fuerte.
Había terminado mi jornada de trabajo y ahora estaba en mi despacho recogiendo mis cosas para ir a comer. Un aviso de un mensaje sonó en mi teléfono:
"Hola amor, espero que hayas tenido una excelente mañana. Voy a comer con una amiga y volveré luego a casa. Si te vas a tu clase de guitarra antes de que yo llegue, ¡Buena suerte, guapo!"
El mensaje de Sarah me hizo sonreír con fuerza. Realmente la amaba con el corazón, por lo que pensé que era el momento indicado, aprovechando que había salido a comer con una amiga, en pasarme con una joyería para comprar un anillo de compromiso. Nos conocíamos de siempre y llevábamos más de cinco años de relación. Era el mejor momento del mundo; estábamos bien asentados y teníamos la edad idónea. El problema que teníamos era que ella no deseaba tener hijos, pero yo sí. Cada vez que abordábamos el tema, ella siempre salía con evasivas y yo siempre le decía lo mismo, que deseaba formar mi propia familia y dejar mi huella en el mundo. Ella como siempre, se encerraba en su mutismo varios días, pero yo la seguía queriendo. A pesar de aquel gran problema, deseaba casarme con ella y, quien sabía, quizás cambiaba de opinión con el tiempo.
Caminé dando un paseo hasta la joyería donde le compré la pulsera con nuestros nombres en nuestro primer aniversario. El dueño era amigo de mis padres por lo que siempre me hacía buen precio y me aconsejaba bastante bien. En cuanto al dinero, no tengo problema en gastar ya que provengo de una familia de músicos de éxito, de hecho, yo soy la excepción.
En cierta forma, he sido la oveja negra de la familia. Toda mi familia es conocida en el campo de la música, sobretodo, en la música jazz.
https://youtu.be/He7cegIjAjk
Mi madre era una cantante increíble y mi padre era su fiel pianista. En cuanto a mis tíos y tías paternos y maternos, formaron un grupo con mis padres de gran renombre con los que tocaban en conciertos de bares y salas e incluso en giras por todo el mundo. En cambio, yo tocaba la guitarra por puro gusto ya que mi timidez e inseguridad no me ayudaba a dar el primer paso.
Ese problema que arrastraba desde siempre hacía de mi relación con mi familia, un tema tirante que provocaba más de una discusión en cualquier reunión familiar. En cuanto a Sarah, no era la novia que querían para mí, así que no era el único tema espinoso para mi familia.
Sabía que, aun así, debía de decirles cuando me comprometiera con Sarah el tema de la boda. Quizás era la gota que colmaba el vaso y no me volvía a hablar, pero mi vida no podía girar en complacer a mi familia para siempre.
Pegado en el cristal del escaparate mi cabeza bullía con intensidad, sintiendo como mis manos comenzaban a sudar a causa de los nervios. Decidí que cuando saliera de mi clase, iba a invitar a cenar a Sarah y se lo pediría en nuestro restaurante favorito. Todo quería que fuera perfecto y maravilloso, justo como la dueña de mi corazón.
Después de elegir la mejor joya de la tienda, caminé hasta mi casa para tomar mi vieja guitarra e ir a mi primera clase de guitarra. Apenas me acordaba de colocar bien los dedos, pero si es cierto eso de que el talento se hereda, no tendría problemas en ponerme al día.
Tras cerrar el estuche, tomar un juego de guitarras y el cable del amplificador, me puse de camino al estudio. Iba con los nervios a flor de piel y la voz de mis padres en mi cabeza como cada vez que intentaba tocar algo de música. La presión de pertenecer a una familia de renombre musical es que los fallos propios se amplificaban exponencialmente. Te consideraban "el hijo de" y nunca por tu nombre; solo contaba tu apellido. el tener a una familia conocida te dificultaba labrarte tu propia fama, pero esta vez, no iba a rendirme.
Tras llegar a la puerta del estudio, me retiré la capucha de mi sudadera y respiré hondo antes de entrar. En la recepción, un chico joven estaba con su móvil entre las manos con aire desocupado. Al verme, lanzó el móvil a una esquina de su mesa y se recompuso.
- ¡Buenas tardes!¿Que desea?
-Vengo a dar mi primera clase de guitarra; es mi primer día.
-Ah entonces usted tiene que ser Colin Spencer si no me equivoco. Te toca con nuestra profe Alexa. Muy buena suerte-Me dijo con una media sonrisa.
¿Me deseaba suerte? ¿Por qué razón?
Tras ver mi cara extrañada, el chico se explicó mejor:
-La señorita Alexa es un músico retirado y es muy exigente en sus clases. La perfección es siempre la meta para ella y no hay excusas para fallar.
"Eso era perfecto para mis nervios y para recordar lo poco que valía"
Pero aquella mujer no iba a robarme mi sueño, por lo que puse mi mejor sonrisa y le contesté a aquel chico:
-Eso quiero, lograr la perfección.
-Entonces, bienvenido a nuestro barco; acompáñame amigo.
Y entonces le seguí hasta una sala con la puerta entreabierta. Una melena azul turquesa se ondeaba al son de la guitarra, mostrando con su atuendo un cuerpo lleno de tatuajes. Era realmente preciosa, el tipo de chica que pegaba para mí. Era todo lo contrario a Sarah, que siempre vestía de marca y que odiaba los tatuajes. A pesar de ello, siempre que he podido me he hecho alguno, aunque ello me costara estar varios días peleado con ella.
Un leve carraspeo hizo que aquella mujer levantara la vista hacia nosotros, mostrando sus ojos gélidos que me miraban como si fuera el próximo insecto que moriría bajo sus botas de tachuelas. El chico sonrió aún más mostrando lo acostumbrado que estaba a las maneras de aquella tirana y dijo en voz alta:
-Señorita Alexa, su alumno Colin ya ha venido.
-Ya lo veo, pasa y siéntate-Me dijo con un tono tan helado que hizo que un escalofrío levantara mi piel.
El chico se fue cerrando la puerta tras de sí y me senté frente a ella con la guitarra a mi espalda. Aquella mujer era impasible como si en vez de una mujer humana fuera un robot dispuesto a cualquier cosa por la perfección musical. Estaba seguro que a mis padres les encantaría conocerla.
-Ahora coje tu guitarra y enséñame que sabes hacer. Tengo que evaluar hasta donde te acuerdas.
Con los dedos temblorosos comencé a abrir el estuche, escuchando el resoplido de mi profesora. No deseaba que mis nervios fueran evidentes, pero admitía que aquella mujer imponía. Tras coger la guitarra entre mis manos me dijo:
-No sé si deseas tocar por gusto o porque tienes intención de ello, pero si lo que pretendes es la segunda opción he de decirte que debes de trabajar tu seguridad. No muestres jamás tus cartas,Colin. Aunque estés cagado en los pantalones, demuestra que no temes a nada ni nadie. He de informarte que no soy amable, ni buena ni aduladora. Voy a joderte la puta vida, pero, a cambio, serás un músico tan genial que levantarás la envidia de cualquiera. Estás a tiempo de largarte y tranquilo que, si lo haces, no te cobraré la clase. Te lo digo porque odio perder el tiempo y que alguien ocupe la plaza de otro que si está dispuesto a darlo todo por triunfar.
Tras escuchar aquel discurso sentí como las puertas del infierno se abrieron ante mí, pero lejos de llevarme por un mal camino, veía la posibilidad que tras esas llamas se encontrara el sueño que tanto deseaba alcanzar.
-No voy a irme Alexa, jódeme la vida todo lo que quieras si con eso me convierto en el mejor músico que pueda ser.
Ella mostró sus afilados colmillos en una sonrisa un tanto fría y se mostró conforme con mi respuesta. Y así empezó la odisea.
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