CAPÍTULO ESPECIAL ANIVERSARIO
Capítulo especial por el primer año en wattpad (con un día de retraso).Espero que os guste^^
Hacía no demasiado tiempo que mi hermano y yo nos mudamos juntos escapando de la tiranía de mis padres. Él aún estudiaba en la universidad, pero hacía trabajos relacionados con la pintura bajo encargos de particulares.
Alex pudo encontrar trabajo como camarero no muy lejos del departamento donde vivíamos, pero lo peor de todo era que estaba sola la mayor parte del tiempo. Y hoy era un día que me dolía más que el resto; era 24 de diciembre y seguía esperándolo.
Apenas nos alcanzaba el dinero para permitirnos una cena un poco más elaborada que de costumbre además de que tuvimos que renunciar a la calefacción para poder tener luz durante la noche y las horas tempranas del día.
Él siempre hacía su mejor esfuerzo para ambos y yo correspondía con gratitud esforzándome en la escuela de música. Mi beca era más que generosa y cada vez que podía intentaba colaborar en casa a pesar de las negativas de Alex.
Este año podía haberme permitido un regalo aceptable lejos de las tarjetas que le hacía a mano. Ni talento no era el arte; mi querido hermano había heredado todo el talento para ello.
Yo era más de la rama de la música, pero aun así me esforzaba por él. Mis tarjetas no es que fueran demasiado hermosas pero mi hermano las guardaba todas en una caja; eso lo supe cuándo por accidente una caja me cayó encima desde lo más alto de su armario.
Era tarde y ya debería de haber vuelto, pero al ser nochebuena entendía que el tráfico no era muy fluido. Me sentía preocupada como con una sensación extraña en el pecho acompañada de una profunda pena que no sabía bien de dónde venía.
Decidí ir a su cuarto y ponerme a ojear las fotos de cuando éramos niños, cuando los problemas parecían no existir. Cuando solamente nos limitábamos a ser felices y jugar sin pensar en lo que íbamos a ser de mayores.
Perdimos la inocencia demasiado pronto por culpa de los prejuicios bajo los que nos criamos, tuvimos que pensar demasiado pronto en lo que seríamos de mayores. No disfrutamos de nuestras alas, nos las cortaron demasiado pronto. Pero aun así mi hermano tuvo el coraje de tomarme de la mano para que huyéramos hacia un mejor futuro donde podíamos ser nosotros mismos.
Muchos de aquellos bellos recuerdos estaban salpicados de un triste rastro, las peleas aun resonaban en mis sienes y la huida que ambos hicimos fue realmente horrible. Tuvimos que escaparnos como dos presos bajo el manto de la noche. Durante casi un año estuve ahorrando en una hucha que escondía bajo a cama para contribuir al alquiler de nuestra nueva casa. Lo que no sabía era que ese dinero era solamente para mí, para lo que necesitara para entrar a la nueva escuela que me habían aceptado. La noticia me la dijo Alex cuando íbamos montados en aquel autobús rumbo a nuestro nuevo hogar.
La noticia fue de tal impacto que pasados unos días aun no podía creerlo, pero esa fue la realidad; mi profesora de música del instituto colaboraba con aquella escuela y le había fascinado. Sentía como mi sueño estaba a un paso más cerca, haciéndome sonreír ante lo que dirían mis padres si se enterasen de que su hija iba a estudiar una carrera cuyo futuro era incierto. Las cosas eran difíciles para nosotros porque aun éramos muy jóvenes, pero era cierto que nos hizo valorar el cariño que nos profesábamos. Mis padres intentaron contactarnos, pero no les cogíamos el teléfono, aunque, en alguna ocasión, mi hermano sí que lo hacía.
Al principio también me llamaban a mí, pero desde que se enteraron de donde estaba estudiando y el qué, pusieron el grito en el cielo tachándome de indigna y drogadicta.
Miré el reloj y eran casi las diez, todavía no sabía nada de Alex por lo que decidí llamarle, pero no me contestó. Quizás acababa de salir de la cafetería ya que por la noche era cuando se quedaban a limpiar después de todo el día. Volví a la cocina donde nos esperaban las mismas bandejas congeladas de precocinados de siempre. El frigorífico estaba casi vacío a excepción de una manzana, una botella de agua y un poco de arroz que sobró de ayer.
- ¿Qué demonios estaba haciendo Alex?¡Se supone que hace más de media hora que debería de estar aquí! -Grité frustrada mientras que me movía en círculos.
Tras unos minutos incansables, mi teléfono sonó con un número desconocido; quizás era mi hermano que me llamaba desde una cabina, siempre lo hacía cuando se quedaba sin batería. Pero la voz no era de él sino de alguien a quien no conocía.
-Buenas noches disculpe que la moleste, ¿Familiar de Alex Assel?
-Soy su hermana, ¿Quién es? -Pregunté impaciente. Aquella llamada me hacía revolver el estómago y no entendía las razones, era una llamada demasiado formal y mi hermano aún no había vuelto a casa.
-Siento decirle esto, pero su hermano acaba de fallecer de camino al hospital. Mientras trabajaba ha sufrido una arritmia y no hemos podido salvarlo.
La voz de aquel hombre comenzó a difuminarse como si mis oídos se negaran a escuchar nada más. Mi mundo y mi vida se habían parado de repente; me había rendido.
No me acordaba lo que cené aquella noche o lo que hice, si dormí o simplemente me quedé en el mismo lugar con el teléfono en mis manos. Las cosas estaban demasiado confusas incluso dos semanas después de su marcha. Desde entonces, no abandoné su cama y dormía con una de sus camisetas puestas. Siempre leía una de las tarjetas que siempre le hacía para navidades o cumpleaños, aquellos garabatos mal hechos ahora tomaban un nuevo significado. Era mi paño de lágrimas en los tortuosos días donde me levantaba como un autómata sin controlar apenas nada de lo que me rodeaba.
La música me aliviaba por momentos, pero ese alivio duraba poco para mi desgracia, pero tuve que levantarme de entre mis escombros para continuar; él no hubiera querido verme rendida en el suelo lamentándome de mi suerte. Fue cuando luché con más fuerza que nunca, con más valentía y con un deseo aún más fuerte que el anterior. La música se convirtió en mi medicina contra la locura, pero dentro de ella hallaba una magia extraña que me transportaba a un mundo ruinoso y caótico pero que ordenaba mis ideas.
Lenta pero inexorablemente fui puliendo a la Alexa que tocaba rock para aquellos jóvenes incomprendidos, para aquellas almas atormentadas que querían volar. Recuperé las alas que me arrebataron mis padres y sentí que por fin había crecido lo suficiente.
Ellos se negaron a ir al funeral de Alex, ni siquiera me llamaron por teléfono para saber cómo me encontraba o si necesitaba ayuda económica, pero de eso se había encargado mi adorado hermano. Unos días después del funeral, un abogado tocó mi puerta con un maletín y una noticia que darme. Mi hermano se había hecho un seguro de vida poco antes de si quiera marcharnos de casa por lo que pudiera pasarme. En el seguro él me dejaba una suma de 7000 euros que él pudo ahorrar desde entonces. Pero esa no era la única cosa que él me dejó.
Un buen día, un día como otro cualquiera, un paquete apareció en la puerta de casa. El cartero me dijo que estaba a nombre de un tal Alex Assel que lo había dejado en a caja fuerte del banco con el mensaje de entregárselo a su única hermana un mes tras su muerte.
Cuando se marchó, tomé aquel pesado paquete y lo puse sobre la mesa de la cocina. Cuando lo abrí, una magnifica guitarra eléctrica violeta se alzaba sobre mí y una púa con el nombre de Alex. Antes de si quiera posar mis dedos, una nota llamó mi atención:
A mi querida hermana, a la bestia que se esconde tras la guitarra al grito de una guerrera. A la artista que llevas dentro que llora más que ríe y que porta secretos inconfesables que yo sé con solo mirarla. A mi otra mitad, una mitad que no le di a nadie porque no había mujer que la mereciese. A ti que ahora eres grande y que lo serás mucho más. Con esto te doy otra razón de que vales y de que debes de caminar hacia delante. Con esto te doy la primera pluma de tus alas incompletas. A ti mi querida hermana, que siempre fuiste la que menos miedo tuvo a volar. Nunca me olvides porque para mí eso ya es imposible.
Te quiere,Alex.
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