24. Bienvenido al espectáculo final.

Adele - Skyfall (2:02 - 2:54)

En este punto de mi vida, no sabría cómo exactamente definir o describir está sensación en mi pecho que se extiende por todo mi cuerpo; la sensación de pesadez, hundimiento y desesperanza. Qué me hace sentir como si me estuviera ahogando.

No es que sea ajena al sentimiento, por supuesto que no. Ya he estado familiarizada porque he pasado la mayor parte de mi vida al borde de la locura por los sentimientos asfixiantes de la insuficiencia y la traición.

Prácticamente desde que mi madre murió y me tocó vivir como una Black, donde fui juzgada, ridiculizada y abandonada a mi suerte.

Tal vez no abiertamente, pero sí a propósito.

Pero ahora estamos aquí y ya nada de eso importa.

—Minerva, ¿qué estamos haciendo en este lugar?

La traición es algo a lo que ya debería estar acostumbrada. ¿Verdad? Traicionada por mi familia, por mi difunto esposo, por todos en los que decido confiar. Sí, la traición es algo que conozco mejor que cualquier otra persona. Lo conozco mejor que cualquiera de los otros sentimientos que he experimentado. Lo conozco más que el amor o la felicidad.

Y, aun así, el dolor en mi corazón no deja de doler.

—Dado que estás tan interesado en saber todos los secretos de mi familia. Pensé que te gustaría estar aquí en los laboratorios Astra está noche.

—¿Por qué?

Me encojo de hombros.

—Ulises dará un anuncio importante a la familia.

Camino hasta la cornisa de la terraza de los laboratorios Astra y miro hacia la entrada del estacionamiento privado para miembros de la familia donde he visto sus autos entrar.

Seguro ya deben estar acomodándose en la sala de juntas principal esperando el anuncio de la abuela. Porque para ellos, fue la abuela quien los contacto, pero no, fui yo con la ayuda de los teléfonos que tomé del estudio de ella.

—¿Qué clase de anuncio?

—Se paciente, creo que puedes esperar un poco más. Después de todo, has estado fingiendo por meses que eras mi amigo, que te preocupabas por mí, así que estoy segura que esperar unos minutos mas no será un problema para ti.

Mi corazón se contrae de forma dolorosa, las lágrimas intentan escapar de mis ojos, pero no puedo llorar. Debo mantenerme fuerte. No puedo permitirme el lujo de derrumbarme en este momento.

No está noche. No en este momento.

—Minerva, por favor, déjame disculparme.

—¿Para qué? ¿Qué sentido tiene?

El aire de la noche es frío y me deleito con el viento rozando mi piel.

—Minerva, por favor. Escúchame.

—¿Qué te escuche? Lo estuve haciendo por meses y todo lo que escuché han sido mentiras de tu parte. Lo único que hiciste fui usarme para obtener información y usar mi "amistad" como un medio para lograr tu objetivo. ¡Eso fue lo que hiciste todo este tiempo! Eres igual al resto de mi familia, lleno de motivos ocultos. Qué sentido tiene escucharte.

Me repito que eso ya no importa, pero no es suficiente consuelo.

—A pesar de todo lo que había pasado, te dejé entrar a mi vida. En contra de mi buen juicio, ¿y sabes por qué lo hice? Eras tan amigable y bueno. Yo necesitaba eso en mi vida y tú... ¿sabes de que me di cuenta hace poco? Qué hiciste lo mismo que Joseph, viste mis carencias y las llenaste. Observaste que era lo que me faltaba y me lo diste y a cambio yo te conté todo de mí.

Pero jamás supe nada de él.

No sé porque estudió lo que estudió en la universidad, cuáles son sus aspiraciones en la vida, que sucesos lo han marcado. No sé nada de él porque Tobías Hyde no existe.

—Me esforcé en ser buena. Quería ser esa persona de la que tanto hablabas y creías que era. Intenté probarte mi valía una y otra vez...

—No tenías que hacerlo.

—Y, aun así, me mentiste todo el tiempo.

Vuelvo a mirarlo, con mi barbilla temblando de forma ligera.

—Me mentiste con tanta facilidad, como si yo no fuera nada. Igual que lo hizo él.

Sí, me di cuenta que hizo varias cosas similares a Joseph. ¿Tengo acaso un radar para atraer a este tipo de personas a mi vida?

—Igual a mi familia. A ellos se reduce todo. ¿Sabes? Mi familia.

Ladeo la cabeza y suelto un pequeño suspiro antes de continuar.

—Por un largo tiempo me convencí que tal vez mi familia sentía envidia de mí, que querían hacer lo que yo estaba haciendo y dejar todo por seguir lo que realmente quieren. Oh, que equivocada estaba. Ellos no quieren ser como yo, soy yo la que siempre quiso ser como ellos.

Cierro los ojos, tratando de ordenar mis pensamientos en la avalancha de tantos sentimientos.

—¿Tú y yo? No lo podemos entender, pero mi familia, no hay nada que no harían por mantener la vida que tienen, aman esa vida son felices en ella y no porque no conozcan algo más, es porque, si tú hubieras estado ahí, serías como ellos. Querrías tener el poder que tienen, sentir que estás sobre todos y todo. Incluso ahora, ellos no están asustados porque saben que son intocables. El mundo arderá antes que ellos paguen el daño que han hecho.

Intento contener las lágrimas porque necesito decir esto y, sobre todo, necesito que él me escuche.

Suelto una risa amarga y lo miro un par de segundos por encima de mi hombro antes de regresar mi vista hacia la ciudad.

—Yo intentaba ser diferente, ser buena, la cuestión es que me costaba mucho. ¿Sabes por qué? No soy en sí, una buena persona, nunca lo fui. Siempre estuve llena de envidia hacia mis primos, rencor hacia mi padre y abuelos. Desde pequeña he cargado estos malos sentimientos que disfracé y oculté, pero siempre han estado ahí, por eso, ese niño jamás tuvo oportunidad de que yo lo ame. Nunca podría haberlo amado porque no es un Black y ante mis ojos y en mi corazón, jamás fue digno de recibir mi amor o protección porque no era mío.

Algunos recuerdos pasan por mi mente y no me detengo a analizar ninguno en particular. Hacerlo sería solo una pérdida de tiempo y el reloj casi llega a cero.

Tiempo es lo único que ya no tenemos.

Tic tac... Tic tac...

—Tal vez una buena persona lo hubiera podido amar. Yo no. Lo odio y desearía que el resto de su vida sufra por cada lágrima que yo derramé por su culpa. Pero tú dirás, no es culpa de él, es de su padre. ¿Crees que a mí me importa? ¡Ya no estoy tratando de ser una buena persona! Puedo decir de forma abierta que jamás amé a ese niño o podría haberlo amado. Y como muestra, lo dejé a cargo de alguien que es aún peor que yo.

—¿Dónde está, Theo?

—Camino hacia su infierno personal.

Hay un silencio en el aire a nuestro alrededor. Es espeso y denso, provocando que me cueste respirar.

Es un silencio lleno de expectativas y de decepciones.

—Cada miembro de mi familia ha pagado un precio por estar donde están y cada uno de ellos lo pagaría de nuevo, porque te repito, aman la vida que tienen. Probablemente tú piensas que no, que no podrían ser felices por todo lo que han pasado, ni siquiera les creerías si ellos te lo dijeran un millón de veces. Lo sé, porque me pasaba igual. Pero es porque tú y yo somos simples mortales, gusanos insignificantes.

Respiro hondo, abro los ojos y miro directamente a Tobías.

Me sorprendo al ver que se acercado un poco más a mí, pero aun así, mantiene la distancia. Él sabe, que, en este momento, no reaccionaria bien ante su cercanía.

—Yo sabía lo que sucedía en esos laboratorios y jamás dije o hice nada porque al igual que los demás, amaba esa vida, quería seguir teniendo todas las comodidades que tenía y no dejé a mi familia por qué no quería ser como ellos, lo hice porque quería ser amada. Quería que me amén, que me vean y escuchen, y estúpidamente pensé que con Joseph tendría eso. Por eso me fui con él y ya podrás entender como estos malos sentimientos que he cargado por años se hicieron más fuertes cuando vi la realidad de cómo era él y tuve que vivir en ese infierno.

Archivos. Información. Confesiones.

Lo sabía, pero simplemente miraba hacia otro lado y seguía con mi vida, tal y como le conté a Joseph, no podía perder lo que tenía. No quería hacerlo y fingía que no pasaba nada.

—Y luego de varios años de vivir en ese infierno, todo se terminó entre Joseph y yo. Entonces te conocí. Bueno y amable. Te volviste, sin mucho esfuerzo, alguien importante para mí porque llenaste esos huecos que tenía en mi vida. Se sintió bien por primera vez tener a alguien que necesitara mi protección, alguien en quién pensé, podía confiar. Por supuesto, como cualquier cosa buena en mi vida, eso no duró. Cortesía de Morgana.

Aún puedo ver la sonrisa llena de suficiencia y burla en los labios de mi prima.

Aunque dudo que esa sonrisa dure mucho.

Al menos no con lo que tengo planeado.

—Fue un regalo de su parte, el exponer a la única persona que pensé que podía confiar por encima de cualquier otra. Ella tiene una habilidad con encontrar los puntos débiles de otros y usarlos a su favor. Sabía exactamente que decir para que él impacto de la revelación sea lo más doloroso posible. Y ahora aquí estamos.

Hago un gesto hacia él y luego me señalo a mí misma.

—Lamento mucho que lo hayas tenido que descubrir de esa manera.

Lo veo mirar el suelo, con la culpa brillando en sus ojos.

—Por supuesto que lo lamentas, ¿qué otra cosa podrías decir? Aunque eso no cambia la situación en la que estamos.

—Minerva, realmente lo siento mucho. Ojalá te hubiera dicho antes. Yo quería hacerlo. Quería que todo esto sea diferente.

Asiento de forma lenta con la cabeza.

—Sí, yo también quería, pero eso tampoco importa ahora.

Es lo poco que queda de mi orgullo a lo que me aferro con fuerza, a la ira y furia que siento hacia Tobías y mi familia, lo que me permite cuadrar los hombros, respirar profundamente y mirarlo a los ojos.

—Solo quiero saber una cosa —comienzo de forma lenta, sin querer andar con más rodeos y observo la forma en que Tobías se tensa—. Y quiero que seas honesto por una vez. Quiero que me mires a los ojos y seas honesto conmigo, creo que es lo mínimo que merezco. Solo una vez.

Porque tiempo es lo que ya no tenemos.

Sí Tobías se ofende por mi petición, solo lo dejo notar por unos segundos, incluso parece dudar como si quisiera pedirme que repita lo que he dicho.

—¿Algo de lo que me dijiste fue real?

Hay confusión en su mirada mientras busca mis ojos; la incertidumbre en su mirada se convierte en devastación.

—Sí, no mentí cuando te dije que me preocupo por ti, porque lo hago y mucho, y realmente quiero mantenerte a salvo.

Pero nunca he estado a salvo con él.

—Eso es todo lo que quería saber.

Doy un paso hacia atrás para poner aún más distancia entre los dos.

—Minerva, por favor.

Debería sentir algo al ver el dolor brillando en sus ojos. Algo similar a una sacudida de satisfacción o un matiz de justicia. Algo. En cambio, cuando veo su rostro caer, solo me siento vacía.

Esto se siente similar al tipo de victoria que obtienes haciendo trampa.

Una sensación de plenitud debería llenar mi cuerpo, pero no, solo hay un vacío que se extiende sin fin.

—Digamos que entiendo que nunca quisiste hacerme daño, pero, tampoco tenías que hacerte mi amigo. No de esa manera y lo sabes. ¿No te das cuenta que eso es lo que me duele? Todo hubiera estado bien, pero no, eso no era suficiente, tenías que acercarte a mí y usarme. Vigilar al Black más débil.

—Eso no es así. Jamás te he visto como débil. Yo realmente quería ser tu amigo —exclama Tobías, dando un paso hacia adelante

—Pero nunca lo fuimos.

La ira burbujea en la superficie, desgastando los bordes de mi voz.

Me burlo de la situación.

Me he vuelto exactamente igual a mi familia, a los cuales intentaba con todas mis fuerzas no parecerme en absoluto. Aunque, ahora que lo pienso, mirando toda mi vida, una parte de mí siempre ha sido como ellos.

—No somos amigos. ¿Verdad, agente?

Lo miro fijamente, esperando que pueda ver la furia y tristeza que siento.

—Sigo siento tu Tobías.

Quiero reírme de aquello, pero todo lo que siento es un dolor punzante en mi pecho.

—¿Mío? Bien dime, ¿qué parte de ti fue mía? ¡Nunca me contaste nada de ti! Nada. No sé sobre tu infancia o adolescencia, no se sobre tus padres o...

Estoy entrando en una especie de catarsis y el fuego de mi ira empieza a disiparse y enfriarse hasta convertirse en una especie de calma que es aún más aterradora que la ira de hace unos segundos.

—No te conozco. No tengo ni puta idea de quién eres —el estruendo del inminente colapso está creciendo. Hay una especie de sirena sonando en alguna parte mientras el hormigón empieza a caer a nuestro alrededor porque los débiles e inexistentes cimientos de esta "relación" se están cayendo, sin posibilidad alguna de reparación—. Y, sinceramente, ahora sé que tampoco quiero conocerte.

Nunca he creído en un dios, a lo largo de mi vida la creencia en un ser superior nunca cambio, pero siempre pensé, no muchas veces, solo unas pocas, que, de existir un dios y un infierno, yo estaría destinada a él.

—Minerva, aún podemos...

Niego con la cabeza.

—No, no podemos. Ya no hay tiempo.

La campana suena, avisando que mi familia está reunida esperando el anuncio de la abuela.

Esperándome.

—Por supuesto que podemos. Déjame ayudarte.

Saco el control del bolsillo de mi abrigo y lo examino. Tratando de asimilar la magnitud de poder que hay en este pequeño aparato.

—Te acercaste a mí y me viste solo como otro Black más.

Tal vez lo soy: indigna de confianza, de amor, de tener una familia.

Siento que no soy nada.

—Pero no quería ser como ellos, yo solo quería una casa con un columpio de madera y ni siquiera con todo el dinero que tenía, pude tener algo tan simple. Pero eso ya lo sabes porque te lo conté, me abrí a ti y mira como eso resultó.

Miro hacia Tobías y luego, después de un par de segundos siento como mi vista se desenfocada.

—Ni siquiera sé tu nombre. Jamás sabré quien realmente eres y, en realidad, lo prefiero así.

—Minverva, lo siento.

Levanto el control y sonrío mientras aplasto el botón.

—Yo también.

Primero escucho una explosión y luego otra, y en solo unos pocos segundos siento el frío concreto de la terraza golpeando mi cabeza y la parte derecha de mi cuerpo; y lo sé, soy consciente que este es el final.

Lo que me resulta más doloroso de todo esto, es que no hay nadie que vaya a lamentar mi muerte, nadie que vaya a llorar por la pérdida de Minerva Black.

Y antes de que mis ojos se cierren lo veo... Ahí frente a mí está lo que pudo ser.

—Yo también lo siento —grazno.

Hay otra explicación y fuego.

Todo arde y se siente tan lejano.

El dolor ya es solo un recuerdo.

Ya nada duele. Ya nada importa.

Espero que alguien encuentre la carta que dejé en mi ático, espero que alguien entienda que solo quería que todo se detenga.

Solo quería que deje de doler.

Y, con ese pensamiento, le doy la bienvenida a la oscuridad, dejando atrás este mundo y llevándome conmigo a todos los Black y a un agente cuyo nombre jamás supe.

FIN.

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