La señorita O'Leary aparece en una bomba de humo.
20/08/2016
1:12 pm
El campamento volvió a funcionar en la tarde. Algunos continuaban durmiendo pero otros se limitaban a arreglar un par de cosas sin mucho ánimo.
Dioniso, para variar, seguía sin aparecer y no daba señales de hacerlo pronto. Quirón con suerte había descansado unas horas. Después del mensaje de Iris no pudo quedarse tranquilo de ninguna manera.
Los semidioses que estaban más heridos se recuperaron bastante bien bajo los cuidados de los hijos de Apolo, no en su totalidad, pero al menos habían despertado, las lesiones comenzaban a cicatrizar y no existía ningún riesgo de una infección mortal.
Kayla arrastró a Will con ella cuando lo vio tambalearse en una pared mientras su rostro se cubría en una tonalidad enfermiza.
–Deberías descansar. De hecho vas a hacerlo, hermanito –lo sentó en una camilla con cuidado, estiró el brazo tanteando la mesita a un lado, partió un trozo de ambrosía y se lo puso en los labios a Will quien ya resignado se lo llevó a la boca sin rechistar. Sintió algo de alivio que le hizo suspirar.
–Estoy bien, en serio. Ya curé la herida y no es nada –intentó tranquilizarla, algo que no funcionó. Kayla levantó una ceja y se encogió de hombros.
–Entonces no tendrás problema en dejar que la vea –le sacó el zapato a Will y levantó el pantalón hasta la rodilla, observando los vendajes que ya estaban cubiertos de sangre. Lo miró frunciendo el ceño–. ¿Seguro que lo hiciste y no sólo llegaste a poner las gasas? Quiero decir... en todo el alborto tal vez para ahorrar tiempo... y luego olvidaste quitarlos...
Will se incorporó ligeramente para ver su pantorrilla, parpadeó como si quisiera enfocar la vista.
–Hablo en serio, lo hice. No me pondría un vendaje sin antes desinfectar y... –Kayla fue por unas tijeras. Se sentó en un banco al lado de la camilla.
–Pues no parece. No debería sangrar tanto –a pesar de no querer, Will asintió. Ella tenía un punto. La chica cortó con cuidado los vendajes por los lados para sacarlo más rápido y sin que doliera, aunque Will apretó el colchón con sus puños de igual forma. Kayla abrió la boca para decir algo pero se quedó así, o quizás sólo estaba sorprendida–. Will... esto no se ve bien. ¿Sabes qué te hirió? –se volvió a levantar para ir por algunas cosas a la estantería.
–No, supe que lo tenía cuando me pegué con la mesa de ping pong. Tal vez no me hubiera dado cuenta hasta que doliera en verdad... como ahora –se removió haciendo una mueca de dolor. Se inclinó para ver la laceración y quizás se quedó igual que su hermana–. Ah... sí, creo que se ve mal...
–¿Sólo mal? Will, hay una infección –lo miró a los ojos y se mordió el interior de la mejilla. Empapó una gasa con agua oxigenada–. Esto te puede doler bastante... –Will respiró hondo y le indicó que lo hiciera de una vez.
***
Clovis caminaba de un lado a otro en su cabaña. Por una de las muy pocas veces estaba despierto y también algo inquieto. A veces eso de tener sueños y ver cosas no era lo mejor.
–Decirlo... o no decirlo... –se quedó quieto e hizo una señal de obviedad a nadie en realidad–. ¿Decir qué? Sería más sencillo si hubiera visto bien... –se muerde las uñas y bosteza sin poder evitarlo.
Una sombra en la pared casi tomando forma humana provocó que se sobresaltara y que corriera por un arma a la mesa de noche, aunque antes de eso una mano lo tomó por la muñeca sin mucha fuerza e hizo que lo mirara.
–Soy yo, cálmate –Nico lo soltó y comienzó a caminar por la cabaña, como si con eso lograra quedarse despierto. Le funcionó un poco a pesar de sentir los ojos pesados–. Tú has tenido sueños, ¿o me equivoco?
Clovis lo miró con seriedad pero con normalidad al mismo tiempo.
–Siempre tengo sueños –Nico rodó los ojos y alzó una ceja. El hijo de Hipnos levantó las manos en forma de paz–. ¿Qué tipo de sueños?
–De Percy.
Clovis se removió y soltó un suspiro. Al parecer tendría que decir... lo poco que logró ver y de alguna forma entender.
–Tengo la sensación de que está pasando algo más... algo que ni siquiera él sabe, ¿entiendes? –Nico dio una vuelta en su propio eje, impaciente–. Pero bien, quizás te interese saber esto.
***
2:55 pm
Se deslizó bajo una madera y las hizo caer tras él. Le daría algo de tiempo. Mientras tanto buscó en su bolsillo un dracma, rezándole con algo de pesar a todos los dioses que al menos tuviera uno.
Una flecha le rozó hombro y se quejó en voz baja. Se metió en uno de los pasillos y guardó silencio conteniendo la respiración hasta que los pasos siguieron de largo. Se acercó a una ventana y sacó de su otro bolsillo un pedazo de vidrio que agarró unas horas atrás al tratar de romper una puerta de cristal, lo cual por cierto fue un desastre. Intentó hacer un reflejo mientras que de la cantimplora que cargaba con él sacaba agua para formar un arcoiris.
–Quirón en el campamento mestizo –murmuró rápidamente y en voz baja. El mensaje se revolvió hasta dar con el centauro quien estaba de espaldas en el campo de tiro al arco dando un par de indicaciones–. ¡Quirón!
Todos los chicos que se encontraban ahí bajaron los arcos y miraron al rededor, confundidos, al menos hasta que notaron la imagen. Ahogaron exclamaciones mientras señalaban el mensaje. El centauro volteó de inmediato y hubiera sonreído si la escena no le hubiese sacado una mueca de preocupación.
–¡Tienen que prepararse! –siguió Percy sin dejarle hablar. Tuvo que levantar la voz para hacerse oír sobre el ahora estridente sonido de metal que indicaba que debía apurarse–. ¡Habrá un ataque al campamento!
Los semidioses presentes fruncieron el ceño y se miraron con inquietud y confusión. Aunque unos otros al escuchar esas palabras hicieron la finta de salir corriendo por armas, mas Quirón les hizo una seña con la mano para que esperaran. Movió su cola con inquietud.
–Percy –el centauro habló con tranquilidad–, ayer ya hubo un ataque, nadie se salió herido a... –el mensaje tembló y el hijo de Poseidón movió sus manos de un lado a otro.
–¡Lo sé! lo sé, pero habrá otro y tal vez peor. Apresúrense y... –dudó en seguir al momento en que unos golpes en la pared lo obligaron a levantar la voz y le alertaron que se fuera–, ¡no dejen que toquen a...! –por la distorsión de la imagen no se logró ver por completo lo sucedido, pero vieron suficiente para entender que la ventana a un lado de Percy simplemente explotó. Quizás debido a una súper esfera que impactó en la pared justo antes de que se cortara la conexión.
–Bien, campistas, nos prepararemos y estaremos listos por cualquier cosa. Vayan y expandan la noticia, mas no causen pánico –Quirón trotó hacia el pino de Thalia al mismo tiempo que los demás corrían en dirección sus cabañas. Apoyó una mano en el trocó, simplemente observando. Peleo a un lado también se encontaraba alerta y casi dispuesto a salir volando al más mínimo movimiento sospechoso.
***
5:00 pm
Annabeth se acercó a Quirón con decisión. Sin decir nada sólo se posicionó a su lado. El centauro se había mantenido en el mismo lugar por todo ese tiempo. Observando y también alejando por mera precaución a algunos mestizos de los bordes.
–Me contarás lo que sucede, ¿no? –la chica lo miró y se acomodó la pechera. Envainó su daga.
–Niña, no lo sé. Son solamente... suposiciones. Estamos haciendo una guardia por las palabras de Percy. Parecía muy convencido. Tal vez sepa algo que nosotros no, o tal vez hubo una confusión–Quirón suspiró.
Annabeth frunció el ceño y tomó una respiración. No ganaba nada discutiendo algo en lo que no obtendría algo útil de lo que quería y decidió comenzar a hablar de otros temas. Todos relacionados con la situación, claro, pero que de alguna manera logró relajarlos a ambos. Al menos hasta que Frank se acercó demasiado a la barrera del campamento y salió disparado hacia atrás. Como si una descarga eléctrica le hubiera llegado justo directo al pecho. Varios metros lejos se quedó inmóvil boca abajo, llamando la atención de todos y podiéndolos en alerta.
Y de nuevo, en tan solo unos segundos la colina mestiza se convirtió en un desastre. Con monstruos de todo tipo golpeando la barrera, algunos otros entrando al campamento de una manera que aún no lograban descifrar, atacando sin piedad cualquier cosa frente a ellos.
–¡Clarisse, al frente! –alcanzó a decir Annabeth sobre el ruido. Le señaló la cabaña uno donde un grupo considerable de empusas se encargaba de destruir las paredes y arrinconar un par de semidioses jóvenes.
Jason se detuvo a un lado de Frank quien aún estaba en el suelo sin dar señales de despertar. Acomodó el brazo del hijo de Marte sobre sus hombros mientras lo incorporaba. Hazel se encontraba frente a ellos alejando cualquier monstruo que se acercara más de dos metros, así dándole tiempo a Jason de salir volando con Frank hacia la casa grande que era hasta el momento la que más se defendía.
–¿¡De dónde están saliendo tantos?! –Travis convirtió en polvo a otro monstruo antes de huir de otro muchísimo más grande que le arrebató la espada y le rasguñó la mejilla.
–¿¡Cómo mierda entran?! ¡Pregúntense eso! –Clarisse revisó el vellocino, el pino, todo. Pero nada estaba fuera de sus estándares de normalidad–. ¡Busquen por donde están entrando!
Antes de que siquiera alguien moviera un cabello se escuchó un rugido particularmente fuerte. Bastante. El piso tembló ligeramente y los monstruos se detuvieron unos segundos y casi soltaron una risotada de lo idiotas que esos semidioses se veían. Confundidos y nerviosos.
Por arriba de unos árboles aún fuera del campamento se asomó algo parecido a una cola, una tan fuerte que incluso arrancó uno de los árboles, dejando ver un león gigante. La mayoría dio un paso hacia atrás mientras que soltaba una exclamación
–El león de Nemea –Annabeth lo recorrió con la mirada antes de todos volvieran a atacar. El animal se paseó por fuera con lentitud.
–Eh, Annabeth, dime que sabes cómo matar a un león de Nemea que nos mira como si no hubiera comido en años...
La hija de Atenea levantó una ceja en dirección a Piper.
–No ha comido en décadas debo suponer.
–Ah, mejor aún.
–Percy lo enfrentó una vez pero... –pateó a un cíclope antes de hacerle un corte en la espalda–, yo estaba... mmh... en otra parte. Y básicamente no tenemos nada de lo que usó aquella vez... –Piper la miró como si esperara que dijera algo más, luego suspiró y rodó entre las piernas del mismo cíclope que antes–. Si es que no entra... no veo por qué desgastarnos en él. Concéntrate en eso –Annabeth le señaló otro grupo de diversas criaturas viniendo hacia ellas.
El león volvió a rugir con más vehemencia que antes y de imprevisto tacleó la barrera que retumbó e incluso pareció parpadear en un leve brillo.
–¡Debes estar bromeando, pedazo de porquería súper renovada!
Chris Rodríguez casi al otro lado del campamento la logró escuchar y se restregó el rostro.
–¡Clarisse, no lo provoques! ¡Harás que nos mate con más ganas! –la hija de Ares gritó de pura frustración y embistió de nuevo a un grupo de perros del infierno.
–La barrera no se puede romper, ¿o sí? –murmuró Leo haciendo una barrera de fuego para cubrir a Hazel mientras ella atacaba por detrás.
–Eso dicen. Pero a este paso... –a la quinta vez que el monstruo tacleaba la frontera la barrera mágica en verdad parecía un cristal y todos se prepararon para lo que parecía el último empujón que le daría, mas justo antes de que la golpeara algo parecido a una mancha negra y peluda lo tacleó gruñendo y rasguñando.
Nico y Annabeth sonrieron de lado al verla. En el fondo guardaban alguna esperanza de que Percy Jackson se hallara sobre el lomo de la señorita O'Leary.
Entre todo el alboroto, nadie se percató de los mestizos quienes defendían la Athena Partenos habían sido o derrotados o simplemente desarmados por un par de chicos con capucha, que sonrieron y se escabulleron por la colina.
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