Karate y Ajedrez

Gritos, peleas, personas golpeándose se escuchaban detrás de la pared que separaba el salón de clases. Cualquiera pensaría que están gritando como locos.

— ¡Listo señorita!

Mientras revisaba mi papel donde me inscribía a mi nuevo club, los alumnos de karate entrenaban en el salón.

— Gracias Kyojuro, ahora no solo serás mi tutor de asesorías, también me darás clases, ¿No?

—Exacto, el profe, mi otro compañero y yo solemos dar entrenamiento, de 2:00 a 3:30, el tiempo justo para que puedas llevar tus asesorías. Yo solo doy Martes y Jueves.

— Ya veo, es el destino encontrarnos mucho.

El club de karate tenía horarios flexibles, eran 3 días a la semana, Lunes, Martes y Jueves. Muy rara vez daban Viernes.

— Ponte tu ropa para entrenar, luego de eso te veo en el salón, no olvides amarrar tu pelo. — Con un tono juguetón, Kyojuro sacudió mis cabellos.

Tomé la dona de mi muñeca para amarrarlo, el uniforme era bastante cómodo, pese a todo tenía un poco de miedo ya que no tenía buena condición física.

Por lo menos probé la semana pasada, ¡me fue bastante bien!

También había un chico de mi mismo grado y se llamaba Genya Shinazugawa. Tanto él y yo éramos novatos, por lo que algunos ejercicios lo hacíamos juntos, yo no sabía que Sanemi era su hermano.

Aún recuerdo lo que me dijo hace unos días atrás:

—Mi hermano y yo no solemos hablar mucho, menos en la escuela. No es muy cariñoso pero siempre me espera a que salga de entrenar para ir juntos a casa.

El chico pelinegro era algo agresivo y bastante alto, pero aunque la hostilidad parecía de familia, él era más calmado que su hermano.

Es una lástima que durante el entrenamiento no pudiéramos platicar mucho.

Oh, y a veces Kyojuro nos ayudaba a componer las posturas cuando las hacíamos mal. Él era cinta negra y por supuesto que nos regañaba cuando nos distraíamos.

—______, tu torso está demasiado atrás, intenta acomodar tus piernas de esta forma. — Él siempre pedía permiso para tocarte, con su mano empujó con suavidad mi abdomen.

Y a final del día terminabas muy agotado, este deporte era mucha disciplina que poco a poco debía agarrar.

—Muy bien señorita ______, hasta ahora vas progresando en estas 2 semanas que llevas.

—Rengoku-san, me duele hasta el alma. — Me tiré a las colchonetas para tomar un respiro. Sudaba como puerco. — Auch.

—Tengo algunas vendas o una pomada en mi casillero por si quieres usarlas. Veo que tu mano anda un poco lastimada.

Durante un entrenamiento, mi mano se dobló al esquivar un golpe, fue un mal movimiento que hice, error de novato.

—Acompañame, te las daré por si te sirven.

Kyojuro y yo fuimos al piso de arriba donde estaban los salones de tercero, pasando por ahí también estaba el consejo estudiantil.

Por mi mente cruzó que tal vez Tomioka estaba en el salón y mi corazón latió de emoción al querer ir a verlo.

El salón del consejo estudiantil siempre tenía cortinas oscuras, era la única oficina o salón donde no podías ver nada adentro.

Pero al caminar por el pasillo, noté que las cortinas estaban abiertas.

—¡Tomioka-san! — Miré de reojo si estaba en el salón.

¡Sí estaba! Solo que de espaldas.

Y... no estaba solo.

—Oh, parece que Tomioka anda jugando Ajedrez con Shinobu. — Kyojuro posó a lado mío mientras me extendía las vendas.

Shinobu y Tomioka estaban concentrados jugando ajedrez. Cuando uno de ellos perdía, Shinobu sonreía y ambos platicaban sobre el juego.

Parecía que se habían vuelto más cercanos. Shinobu no dejaba de reír, ¿Qué tanto le daba risa?

—Admiro mucho a la gente que le gusta jugar ajedrez, yo no sé hacerlo. — Kyojuro hizo que dejara mi trance, luego miró mi mano y él extendió las suyas. — A mí me gusta más hacer deportes e incluso hacía gimnasio.

Las manos de Kyojuro tenían leves cayos que demostraban cuánto ejercicio hacía.

—Tal vez a algunas personas les atrae más la inteligencia que el físico. — Musité.

Aunque me sentí mal por pensar eso de Tomioka. Él no era interesado en nada de eso.

Nunca lo he visto enamorado de una chica en todo este tiempo que comencé a conocerlo, hasta llegué a pensé que era gay.

—No te preocupes mi querida ______, no quiero que se te quemen las neuronas. — Como ya era costumbre, él sacudió mi cabello y yo hice un chillido. — Vayamos a curar tu mano, ven conmigo.

Caminé junto a Kyojuro a una banca cercana y me comenzó a vendar mi mano.

—Eres bastante bueno.

—Lesionarte por el deporte es muy normal, solo debes tener cuidado.

Con un par de vueltas, mi mano fue vendada y él me devolvió la sonrisa.

—¿Tú crees que es mejor ser bueno en deportes o ser inteligente? — Mi pregunta era algo subjetiva, pero me gustaba saber la opinión de él.

—Creo que ambas cosas son buenas.

—Lo dices porque eres inteligente, guapo y atlético, cualquiera diría eso. —Bufé algo molesta y a la vez divertida.

—No sabía que me considerabas atractivo, me halagas.

Un leve sonrojo apareció en las mejillas de Kyojuro, luego él soltó mi mano cuando se percató de la situación.

—N-no tengo amigos feos, bueno, Sanemi es rarito, no feo. — Sabito es lindo, Tomioka también...

Uy no, si no luego pensarán que soy ojo alegre.

—Creo que entiendo tu punto, no te preocupes. — Kyojuro parecía contenerse la risa. — Y dime tú, ¿Qué prefieres, inteligencia o físico?

—Prefiero...

A Tomioka, obvio, él era listo, ¿Pero también tenía buen físico? Llevaba natación, ¿No?

—Más bien, ¿Qué es lo que más te llama la atención en una persona? — Cuando él volvió a reformular la pregunta, sentí que la conversación iba para otro rumbo.

—Que sepan la de resolver. — Guiñé el ojo, sacándole una sonrisa a Rengoku. — ¡Ah! Y que no sean fan del Temach.

—Tienes un buen punto. — Él no dudaba en darme la razón. — ¿Algo más que te gusta?

—Si hablamos de forma seria, me gusta la gente alta, inteligente y de buen corazón. — No había mucho que pensar, si me ponía a describir a Tomioka o a mi tipo no acabaría hoy.

—Ya veo... — Kyojuro se quedó pensativo, luego dió un aplauso y sonrió. — Creo que ya es hora que me vaya. Senjuro ya debió llegar a casa.

—¿Y a ti qué te llama la atención de una persona? — Me levanté de mi lugar para también irme.

—Bueno, tal vez... — Él me observó un momento, un escalofrío recorrió mi cuerpo. — Solo me importa que esa persona sea divertida, auténtica y tenga linda sonrisa. Una persona que siempre me haga sentirme acompañado.

Rengoku recogió el resto de sus cosas, incluida su mochila que la había dejado en su casillero.

—Tengo que irme señorita _____, cuídate.

Él bajó primero, yo por mi parte seguí merodeando la escuela o mirando por los salones.

Cuando me asomé de nuevo al salón del consejo estudiantil, no había nadie.

—Ya debieron irse...

Iba a retroceder pero no pude. Unas manos me abrazaron por la espalda.

—Aquí estabas pequeña.

Cómo un leve susurro, la voz de Giyuu estaba detrás mío. Su voz era suave y ronca, como si le estuviera hablando a una niña.

Mi oreja se puso tan roja apenas sentí su calor corporal.

—Parece costumbre que siempre apareces detrás mío.

Debía controlarme, debía aparentar que tenerlo cerca no me emocionaba. Mi corazón latía con fuerza, hasta sentía leves pulsaciones en el estómago.

Él me sujetó y me acercó más a su pecho ya que su mano estaba rodeando mis hombros.

—¿Tienes prisa? Yo aún tengo que terminar mis tareas, ¿Por qué no me acompañas?

Tomioka y yo, ¿Solos? Acepto.

Luego de eso, entramos al salón del consejo estudiantil.

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