9- Chico del número 5
En mi mente todavía resonaba la frase "Barrio Holmes asignado como uno de los barrios más inseguros de la ciudad".
Había llegado a casa hace una hora aún con la reprimenda no de mis padres sino de mi mejor amiga por ir a ese sitio tan peligroso. Se de primera mano que debía ir pero una promesa es una promesa.
Me vestí con unos pantalones y una sudadera ya que solo eran unas fiesta de barrio y no una pasarela de moda. Agarre de mi hucha cinco dólares para devolver a Mamá Bea ya que sin eso no podría haber vuelto ni de coña a la casa de mi mejor amiga.
Baje las escaleras justo cuando mi madre servía la cena.-¿A donde crees que te vas?.- alzó una ceja.
Creo que haber estado ya dos dias en la casa de Tabi rozaba ya lo máximo de vida social que podía tener.
-¿Piensas salir?.- asentí lentamente.-A dónde si es domingo.- vi como dejaba un vaso con agua en la mesa.
-Hummm.- apreté las mangas de mi sudadera.- Olvidé que tenía que terminar un trabajo con Peiton.
Rece para mis adentros que creyeran mi excusa barata, ya que ellos ya conocía a Peiton por los trabajos de varias materias que teníamos que hacer juntas.
Mi madre miró al techo de la casa.- ¿Qué hice para tener una hija tan olvidadiza?.- señaló la puerta de casa.-Sal antes de que te eche a patadas.- abrí los ojos de par en par y salí como alma lleva el diablo.
Hice mi baile de la victoria y con las indicaciones de la vez anterior en una hora estuve en el Barrio Holmes. Eran pasada las ocho de la tarde y lo que en la noticias pintaban como un sitio lúgubre se veía más vivo que nunca.
Todo estaba decorado con luces de colores y los niños correteaban con guirnaldas en las manos. Personas mayores bailaban al compás de un gran altavoz otros simplemente animaban a los demás y por último algunos comían de las bandejas que salían de algunas casas.
Nunca había visto una fiesta de barrio ya que la mía era muy conservadora por lo mismo no conocía a casi ningún vecino. Pase entre la multitud que me veía extrañados seguramente por que no parecía del lugar, casi todos eran morenos con pelo negro y aquí parecía la chica más blanca que Yoongi y el pelo de color rosa.
Como pude me escondí. Ahora la pregunta era, ¿como iba a encontrar a Mamá Bea?.
Alguien me agarró de la muñeca. Asustada la aparté, aunque el ambiente fuera amigable no dejaba de ser un barrio mal visto.
Pude ver de nuevo al moreno de ojos verdes con el tatuaje del número cinco en su cuello.
-Vaya, pensaba que no ibas a venir.- hice una mueca.- Ven Mama Bea te está esperando.
Le seguí hasta una de las casas del barrio, esta era mucho más vieja que las demás, las paredes que se suponían eran de un blanco brillante ahora eran de un gris opaco.
-Lo siento que no sea una mansión.- abrí los ojos de par en par. Creo que mi manera de mirar la casa le hizo equivocar de idea y pensó que estaba juzgando mal su casa.- Esta ahí.- señaló la entrada de la casa donde se encontraba la señora sentada en una mecedora.
Ahora que me fijaba más atentamente tenía una parecido a la abuela de la película de Coco.
Al verme sonrió intentó levantarse pero el chico del tatuaje se lo impidió.
-Mama Bea el médico le dijo que solo una hora de caminar, no más.- pude ver como de verdad se preocupaba por ella.
-Déjame Kevin.- Esta le atacó con su bastón.
No pude contener mi risa por lo que "Kevin" me miró con cara de "si sigues te matare".
Me acerqué a Mamá Bea ya que no quería que hiciera muchos esfuerzos.
-Al final si has venido niñita.- sonreí por su apodo y saqué de mi sudadera el dinero.-¿Qué haces?.- rechazó el dinero.- No me debes nada con tenerte aquí me sirve.
-Por favor acepte
-Ya te ha dicho que no.- interrumpió Kevin y agarró mis cinco dólares.- aunque gracias, a mi me servirán.- Mama Bea lo reprochó con la mira y este me los devolvió.- Mira, ya se los devolvía no me des, ¡ay!.- de nuevo recibió otro golpe.
-¡Maleducado!
-Por cierto .- vi a Kevin.- Te conocemos de hace unas horas y todavía los dos no sabemos como te llamas.- se tocó adolorido la pierna donde le habían dado.
-Me llamó Harmony
-¡Precioso nombre mi niña!.- sonrojada le di las gracias.- ¿Podrías ayudarme a dar algunos aperitivos a las personas del barrio?.- asentí y agarre una de las bandejas que se encontraban en su jardín.
Después de unos minutos de pasar la bandeja por todo el barrio aún me sentía mal por las miradas de algunos, no sabía lo que pasaba.
Vi a los lejos como un Kevin sonriente entregaba aperitivos a los niños.- Kevin.- este al verme cambio su sonrisa por una cara de asco.
-¿Qué?.- un niño se acercó a mí para coger un aperitivo.
-Jo, no hay sin jamón.- hizo un puchero mirándome.
-No deberías ser así comete uno de jamón anda.- se lo acerqué a la cara y Kevin lo tiró al suelo.-¿Qué haces?.- Lo fulmine con la cara.
-Patricio es alérgico al jamón.- sonrió al niño.- Toma te reserve uno sin jamón para ti.- este se fue contento comiéndose su sándwich.- La que no debería de así eres tú pelirrosa.
-¿Cómo?.- me analizo de arriba a abajo.
-Vienes vestida con ropa pija a un sitio que apenas algunas familias llegan a fin de mes.- ahora entendía porque todos me veían extraños.- y ahora haciendo sentir a un niño mal, eres un caso perdido.
-Perdón señor perfecto.- estaba a la defensiva tanto que le tire el sándwich de jamón a la cara.
-¡Mi ropa!.- rode los ojos
-¿Ahora quien es el pijo?.- en un milisegundo sentí como un sándwich de queso volaba a mi pelo.
Solté un gritó que escuchó todo el mundo y en ese preciso momento Mamá Bea gritó.- ¡Niños, pelea de comida ya!.
Oh no... que había hecho
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