dos
La habitación de Damon era un refugio, un santuario al que Lolita acudía cuando el mundo exterior se volvía demasiado caótico. Las paredes, pintadas en tonos oscuros, combinaban perfectamente con la iluminación suave de las lámparas de mesa, creando una atmósfera cálida y acogedora. Los muebles antiguos, de líneas elegantes pero discretas, adornaban el espacio sin restar protagonismo al alma de la habitación: Damon.
Lolita solía sentarse junto a la ventana, observando el mundo pasar, pero, en el fondo, siempre sabía que ese era su lugar seguro. A veces, se quedaba mirando las luces de la ciudad mientras se acurrucaba junto a él, buscando un poco de paz en medio del caos. Después de todo lo que había vivido —las batallas, los secretos, las traiciones— la habitación de Damon representaba algo más que un simple lugar físico. Era su refugio, un sitio donde podía sentirse completa, donde podía olvidarse de la oscuridad que siempre rondaba cerca.
Damon nunca decía demasiado cuando ella se refugiaba en su pecho. Él sabía que las palabras muchas veces no eran necesarias. En el silencio, se entendían perfectamente. La calidez de su abrazo y el sonido relajante de su respiración se volvían el único consuelo que Lolita necesitaba. Aunque el amor de Damon siempre había sido algo complejo, algo lleno de capas oscuras, en esos momentos ella se sentía protegida, amada sin condiciones, sin el temor de las consecuencias.
El impacto de Katherine Pierce seguía siendo un tema sensible, un capítulo doloroso que aún dejaba cicatrices en las almas de todos los involucrados. Pero Damon había hecho promesas, promesas que, aunque difíciles de cumplir, siempre se mantenían. Lolita sabía que, al menos en su mundo, él la protegería, lo que le daba un poco de respiro en medio de las tensiones sobrenaturales que constantemente acechaban su vida.
Los últimos días, sin embargo, habían sido más tranquilos. Las amenazas externas no habían sido tan inmediatas, y la quietud de la habitación parecía absorber toda la ansiedad de Lolita. A pesar de los eventos que habían marcado su vida, era en esos momentos de descanso junto a Damon donde encontraba la fuerza para seguir adelante. Cada vez que cerraba los ojos, se sentía más conectada a él, a su amor y a su capacidad de mantenerla a salvo, al menos por ahora.
En cuanto a sus padres, a pesar de las tensiones que también habían surgido debido a los sucesos inexplicables que siempre rodeaban a Damon, sabían lo suficiente como para confiar en él. Habían visto la forma en que Damon había cambiado, la forma en que sus sentimientos por Lolita, aunque no siempre fáciles de entender, lo habían hecho más humano. Sabían que él era capaz de cuidar de ella, incluso cuando las sombras de su pasado intentaban arrastrarlos hacia la oscuridad.
Lolita, por su parte, no podía negar que estaba cambiando también. La relación con Damon, aunque intensa y llena de incertidumbres, le había dado una perspectiva diferente sobre lo que realmente importaba. No era solo el amor lo que los mantenía juntos; era la comprensión mutua, el respeto por las decisiones del otro, y esa confianza implícita que se había forjado a lo largo del tiempo.
En la quietud de esa habitación, Lolita cerró los ojos, sintiendo la suavidad de las sábanas de seda envolviéndola mientras el suave vaivén de la respiración de Damon la arrullaba. Por primera vez en días, podía respirar con facilidad, sin pensar demasiado en lo que había sucedido o en lo que podría pasar. Por ahora, solo existían ellos dos. Y en ese momento, el mundo exterior parecía un lugar lejano e irrelevante.
La quietud de la habitación se rompió con una ligera risa de Damon. Se estiró en la cama, ajustando una de las almohadas bajo su cabeza mientras miraba a Lolita, que aún estaba acurrucada en su pecho. Sus dedos jugaban distraídamente con un mechón de su cabello, desenredándolo con una suavidad casi deliberada.
"¿Sabes?", dijo Damon con un tono juguetón, mirando el rostro de Lolita, "tienes el mal hábito de robarme toda la atención. He estado intentando leer este libro por horas, pero lo único que quiero hacer es mirarte."
Lolita levantó la vista hacia él, sonriendo ligeramente con una expresión traviesa. "¿De verdad? Pensé que tú solo te ocupabas de cosas más... interesantes que mirar mi cara."
"Bueno, es que tu cara tiene un efecto peculiar en mí. Es como un hechizo," respondió Damon, acercándose un poco más, su voz suavizándose con un tono melódico y sugerente. "Dudo que el hechizo sea tan fuerte como los que lanzas cuando te ríes, pero definitivamente es una distracción fatal."
Lolita arqueó una ceja, fingiendo estar pensativa. "Hmmm, ¿me estás diciendo que soy más poderosa que un libro, Damon Salvatore? Qué descaro."
"Descaro, no. Solo un poco de admiración," dijo él, dándole un pequeño beso en la mejilla antes de alejarse un poco. "¿Y qué es lo que piensas hacer con todo ese poder, eh? ¿Dominarme por completo?"
Lolita se incorporó un poco, recargando su espalda contra el cabezal de la cama, pero sin dejar de mirarlo con una sonrisa que dejaba claro que estaba disfrutando del juego. "Lo pensaré. Aunque debo admitir que tus encantos no están tan mal. Quizás algún día te dé el honor de 'dominarte'."
Damon la miró de reojo, una sonrisa juguetona apareciendo en sus labios. "Lo dudo mucho. Ya me tienes completamente bajo control, y tú lo sabes." Se acercó lentamente, con la mirada fija en ella. "¿O acaso no me crees cuando te digo que no puedo dejar de mirarte?"
Lolita se encogió de hombros de manera deliberadamente indiferente, aunque sus ojos brillaban con una chispa traviesa. "Creo que hay algo más que me estás ocultando, Damon Salvatore. ¿No será que estás demasiado enamorado de mí? ¿Es eso lo que te tiene atrapado?"
Damon sonrió de nuevo, pero esta vez de una manera que denotaba algo más profundo, más serio, aunque se esforzaba por mantener la ligera broma. "¿Demasiado enamorado? Yo diría que el problema es que nunca me había sentido tan... vulnerable. Pero en lugar de preocuparme, lo encuentro... fascinante."
Lolita lo miró, su expresión suavizándose al escuchar esas palabras. No pudo evitar sonrojarse un poco, aunque intentó disimularlo al desviar la mirada hacia sus propias manos. "Bueno," dijo después de un momento, "sí es fascinante para ti, supongo que no está tan mal."
Damon, viendo el leve rubor en sus mejillas, se inclinó hacia ella, tomándola por la barbilla con suavidad para que lo mirara de nuevo. "¿Te he mencionado lo hermosa que eres cuando te sonrojas?" murmuró, con su voz volviéndose más suave, casi como un susurro. "A veces no sé qué es lo que más me atrapa de ti: tu fuerza, tu inteligencia, o la forma en que haces que todo en este lugar se sienta más... vivo."
Lolita se quedó en silencio por un instante, dejándose envolver por la calidez de sus palabras. "Eres un experto en hacerme sentir cosas, Damon," dijo, su voz un poco más suave que antes. "No sé si debo agradecerte o pedirte que no lo hagas más."
"¿No lo harías? ¿Quieres que sea menos encantador, menos... 'Damon'? Porque en ese caso, me temo que no hay solución." Se recostó de nuevo, dejando escapar un suspiro fingido de tristeza. "Tendré que seguir torturándote con mis encantos."
Lolita lo miró, casi exasperada, pero sin poder evitar sonreír. "¡Eres insufrible! Pero supongo que no puedo hacer nada si mi 'torturador' favorito es tan... irresistible."
Damon le guiñó un ojo. "¿Ves? ¡Ahí está! Yo siempre tengo la última palabra."
La atmósfera en la habitación estaba cargada de tensión. Lolita no pudo evitar acercarse más a Damon, dejándose llevar por la atracción que sentía por él, como si ya no pudiera resistir. Damon, por su parte, ya no podía esperar más. Sin mediar palabra, la atrajo hacia él, y sus labios se encontraron con urgencia.
Fue un beso ardiente, lleno de pasión contenida, un beso que parecía borrar todo lo demás, dejando solo el calor de sus cuerpos cerca. Las manos de Lolita se aferraron a su camiseta, y él la rodeó con los brazos, acercándola aún más. Nada importaba en ese momento, solo el deseo que se desbordaba entre ellos.
Lolita sintió el calor de las manos de Damon traspasar su ropa, aumentando su deseo y intensificando aún más el beso entre ambos; mientras ella se sentaba en el regazo de Damon, él introdujo su lengua en la boca de ella, no sin antes pasarla por el labio inferior, humedeciendolo para después chuparlo y finalmente introducir su lengua mientras Lolita se acariciaba el cabello de su nuca.
Las manos expertas de Damon viajaron desde la cintura de la chica hasta el interior de su polera rosa que solía usar para dormir para no arruinar todas las camisas y poleras de Damon; él comenzó acariciando la piel de su estómago con sus pulgares mientras sus labios se movieron al cuello de Lolita, extasiandose del sabor de su piel. Damon solía pensar que jamás tendría suficiente de ella.
Pero justo cuando sus manos estaban por alcanzar los pechos de ella, el sonido de un ding de un mensaje interrumpió la magia. Damon hizo una mueca y se apartó lentamente, mirando hacia el teléfono de Lolita con una expresión de frustración.
"¿En serio?" murmuró Damon, con la voz cargada de decepción, pero sin poder evitar una sonrisa divertida al ver la expresión de Lolita.
Lolita suspiró, sintiendo cómo la realidad se desmoronaba un poco, y miró la pantalla de su teléfono. Era una llamada de Caroline.
"¡¿Otra vez?!", se quejó entre risas, aunque en sus ojos se veía la frustración. "Déjame adivinar: compras."
Damon la miró con un brillo en los ojos, ya resignado, mientras ella contestaba.
"Hola, Caro..." dijo Lolita, mirando a Damon con una sonrisa nerviosa.
Caroline, desde el otro lado, no tardó en responder con su energía característica. "¡Lo! ¡Por favor, dime que no estás en medio de... bueno, ya sabes! ¡Porque las rebajas de la tienda de Viktor son una locura! ¡Necesito que vengas AHORA!"
Lolita cerró los ojos, exhalando un largo suspiro, mientras Damon se recostaba en la cama, mirando el techo con una sonrisa torcida.
"Lo siento, Caroline, pero estoy... ocupada," dijo, lanzando una mirada a Damon.
"¡Lo sabía! ¡Te lo dije! ¡Estás con él! ¡Ay, no puedo creerlo!" Caroline exclamó con risas al otro lado de la línea. "¡No me hagas esperar mucho, ¿ok?!"
Lolita dejó escapar una risa nerviosa y, al mismo tiempo, una pequeña mueca de resignación. "Sí, sí. Voy en un rato. Pero ahora, déjame respirar..."
Antes de que pudiera decir más, Caroline colgó abruptamente.
Lolita dejó el teléfono en la mesa de noche, volviendo a mirar a Damon, que la observaba con una mezcla de diversión y ligera frustración.
"¿Tienes alguna idea de cómo me hace sentir?", dijo Damon con una sonrisa ladeada, acercándose nuevamente, su tono de voz suave pero cargado de deseo.
Lolita, mirando la puerta, suspiró con un gesto cómico. "Lo siento... prometo que cuando regrese, todo será solo para ti."
Damon arqueó una ceja, sin poder evitar reírse. "Espero que me dejes hacer algo con esa promesa, entonces."
Lolita sonrió y se levantó de la cama. "Lo haré, te lo aseguro."
Lolita había decidido que, aunque Caroline fuera la causa de la interrupción, no podía evitar dejarse llevar por un poco de la diversión que la salida de compras traía consigo. Sin embargo, antes de salir, necesitaba algo de ayuda... y, por supuesto, Damon era el primero en quien pensó.
Había pasado unos minutos frente al espejo, probándose un par de vestidos y decidiendo cuál sería el mejor para la ocasión. "No sé, Damon, ¿qué opinas? ¿Este o el otro?" preguntó mientras giraba frente al espejo, buscando la mirada de él en su reflejo.
Damon, sentado en la cama, observaba el proceso con una mezcla de diversión y una pizca de impaciencia. Se recostó hacia atrás, mirando cómo se cambiaba, disfrutando de cada movimiento de Lolita, aunque su mirada indicaba que, en el fondo, quería estar mucho más cerca de ella de lo que permitía la distancia.
El primer vestido que Lolita había probado era de un azul oscuro, ajustado y elegante, que dejaba al descubierto sus hombros, pero de una forma sutil. El segundo, mucho más ligero y fresco, tenía un diseño más casual, de un color verde pastel que resaltaba su piel, pero quizás no era tan impactante como el anterior.
"¿Sabes? Me encanta cómo te ves en el azul," dijo Damon, sonriendo con una expresión de aprobación mientras se sentaba un poco más derecho, claramente disfrutando de la vista. "Pero... el verde tiene algo, ¿no? Tiene un aire más... ¿divertido?"
Lolita se miró una vez más en el espejo, analizando las palabras de Damon. "Hmm, ¿divertido?" repitió, volviendo a mirarlo. "¿Qué quieres decir con eso? ¿Que soy divertida o que el vestido es como... algo casual?"
Damon se levantó y dio unos pasos hacia ella, un brillo travieso en sus ojos. "Ambos," dijo, con una sonrisa ladeada. "Aunque, si me preguntas a mí, me quedo con el azul. Ese sí que me deja sin palabras." Se acercó un poco más y, sin pensarlo demasiado, la rodeó con los brazos por la cintura, mirando su reflejo junto al de ella. "Aunque lo que realmente me importa es cómo te veo a ti, no lo que llevas puesto. Pero ese vestido azul... definitivamente me gusta."
Lolita no pudo evitar sonrojarse levemente ante sus palabras, aunque su sonrisa mostró que estaba disfrutando de la atención. "Te has vuelto muy romántico, ¿eh?" dijo, mirando su propio reflejo con algo de complicidad antes de darle un pequeño empujón juguetón. "Creo que me quedaré con este, por tu culpa."
Damon levantó las manos en señal de rendición, su sonrisa creció. "Yo solo dije lo que pensaba. Tú eres la que tiene que decidir, no yo."
Lolita asintió, finalmente eligiendo el vestido azul y dándose una última mirada en el espejo. "Listo, el azul entonces," murmuró más para sí misma que para él, sintiéndose un poco más segura con la decisión.
Damon la observó mientras ella se alistaba para irse. "Te vas a ver increíble, como siempre," dijo, con una sonrisa genuina que no dejaba lugar a dudas.
Lolita lo miró de reojo y le sonrió, a pesar de que sabía que todo esto era solo un pequeño paréntesis antes de que Caoline apareciera. "Gracias, Damon."
Él rió entre dientes, su tono de voz más suave. "No olvides lo que me prometiste. Sé que lo estás guardando para mí."
Lolita levantó la ceja mientras cogía su bolso. "No sé de qué hablas. ¡Ahora me voy, Caroline no me va a esperar mucho más!"
Damon la observó mientras se dirigía a la puerta. "Ve, pero que sea rápido, ¿eh? No me gusta que me dejen esperando."
Ella se giró hacia él antes de salir, con una sonrisa traviesa. "No te preocupes. Volveré tan rápido que ni siquiera vas a tener tiempo de echar de menos mi compañía." Y, con una última mirada llena de complicidad, salió de la habitación.
***
Lolita había decidido que, aunque Caroline fuera la causa de la interrupción, no podía evitar dejarse llevar por un poco de la diversión que la salida de compras traía consigo. Sin embargo, antes de salir, necesitaba algo de ayuda... y, por supuesto, Damon era el primero en quien pensó.
Había pasado unos minutos frente al espejo, probándose un par de vestidos y decidiendo cuál sería el mejor para la ocasión. "No sé, Damon, ¿qué opinas? ¿Este o el otro?" preguntó mientras giraba frente al espejo, buscando la mirada de él en su reflejo.
Damon, sentado en la cama, observaba el proceso con una mezcla de diversión y una pizca de impaciencia. Se recostó hacia atrás, mirando cómo se cambiaba, disfrutando de cada movimiento de Lolita, aunque su mirada indicaba que, en el fondo, quería estar mucho más cerca de ella de lo que permitía la distancia.
El primer vestido que Lolita había probado era de un azul oscuro, ajustado y elegante, que dejaba al descubierto sus hombros, pero de una forma sutil. El segundo, mucho más ligero y fresco, tenía un diseño más casual, de un color verde pastel que resaltaba su piel, pero quizás no era tan impactante como el anterior.
"¿Sabes? Me encanta cómo te ves en el azul," dijo Damon, sonriendo con una expresión de aprobación mientras se sentaba un poco más derecho, claramente disfrutando de la vista. "Pero... el verde tiene algo, ¿no? Tiene un aire más... ¿divertido?"
Lolita se miró una vez más en el espejo, analizando las palabras de Damon. "Hmm, ¿divertido?" repitió, volviendo a mirarlo. "¿Qué quieres decir con eso? ¿Que soy divertida o que el vestido es como... algo casual?"
Damon se levantó y dio unos pasos hacia ella, un brillo travieso en sus ojos. "Ambos," dijo, con una sonrisa ladeada. "Aunque, si me preguntas a mí, me quedo con el azul. Ese sí que me deja sin palabras." Se acercó un poco más y, sin pensarlo demasiado, la rodeó con los brazos por la cintura, mirando su reflejo junto al de ella. "Aunque lo que realmente me importa es cómo te veo a ti, no lo que llevas puesto. Pero ese vestido azul... definitivamente me gusta."
Lolita no pudo evitar sonrojarse levemente ante sus palabras, aunque su sonrisa mostró que estaba disfrutando de la atención. "Te has vuelto muy romántico, ¿eh?" dijo, mirando su propio reflejo con algo de complicidad antes de darle un pequeño empujón juguetón. "Creo que me quedaré con este, por tu culpa."
Damon levantó las manos en señal de rendición, su sonrisa creció. "Yo solo dije lo que pensaba. Tú eres la que tiene que decidir, no yo."
Lolita asintió, finalmente eligiendo el vestido azul y dándose una última mirada en el espejo. "Listo, el azul entonces," murmuró más para sí misma que para él, sintiéndose un poco más segura con la decisión.
Damon la observó mientras ella se alistaba para irse. "Te vas a ver increíble, como siempre," dijo, con una sonrisa genuina que no dejaba lugar a dudas.
Lolita lo miró de reojo y le sonrió, a pesar de que sabía que todo esto era solo un pequeño paréntesis antes de que Caroline apareciera. "Gracias, Damon. Y, por si no lo sabías, todavía me debes un 'no' por toda esa interrupción."
Él rió entre dientes, su tono de voz más suave. "No olvides lo que me prometiste. Sé que lo estás guardando para mí."
Lolita levantó la ceja mientras cogía su bolso. "No sé de qué hablas. ¡Ahora me voy, que Caroline no me va a esperar mucho más!"
Damon la observó mientras se dirigía a la puerta. "Ve, pero que sea rápido, ¿eh? No me gusta que me dejen esperando."
Ella se giró hacia él antes de salir, con una sonrisa traviesa. "No te preocupes. Volveré tan rápido que ni siquiera vas a tener tiempo de echar de menos mi compañía." Y, con una última mirada llena de complicidad, salió de la habitación.
***
Lolita llegó a la boutique con Caroline en plena acción, y la energía de su amiga no había cambiado ni un poco. Caroline estaba corriendo entre las estanterías como si el tiempo fuera su enemigo, mostrando a Lolita un vestido tras otro con entusiasmo desbordante.
"¡Mira esto! ¡Es perfecto para ti!" dijo Caroline, sosteniendo un vestido plateado de lentejuelas que brillaba bajo la luz de la tienda. "¡Te lo vas a poner y todos los ojos van a estar en ti! ¡Lo sé!"
Lolita rió entre dientes, tomándoselo con calma. "Caro, ¿tú siempre compras así de... intensa?"
"¡Siempre!" respondió Caroline sin perder el ritmo, lanzando otro vestido sobre el brazo de Lolita. "¡Nunca dejes de ser tú! Además, con ese vestido azul que llevas puesto, podrías dominar el mundo entero."
Lolita se echó a reír mientras se dirigía al probador. "No sé, Caroline. El mundo parece un poco pesado para dominarlo ahora."
"Solo el mundo de las compras," dijo Caroline, sonriendo ampliamente mientras se acomodaba una chaqueta de cuero sobre los hombros. "Vamos, tienes que estar lista para esta noche. Te aseguro que Damon no podrá apartar los ojos de ti."
Lolita sonrió para sí misma al escuchar su nombre, recordando los últimos momentos con Damon. Pero, por el momento, decidió centrarse en la compañía de su amiga. "Te prometo que esta noche es para ti, Caro. Aunque... estoy segura de que a Damon no le molestará la espera."
Y mientras Caroline continuaba buscando ropa para ambas, Lolita no pudo evitar sonreír al pensar en la prometida "venganza" que tendría más tarde con Damon. Pero eso, por ahora, quedaba para después.
"Sabes, no puedo creer todo lo que hemos pasado en tan poco tiempo, "dijo su amiga con melancolía a la par que dejaba de mirar unos collares para ver a su amiga. "A veces todavía me cuesta creer que ya no soy humana... o al menos no del todo. Me alegra saber que a pesar de todo seguimos siendo amigas..."
Lo, la miró con una pequeña sonrisa a la par que posaba una mano en el hombro de su amiga. Ella sabía a qué se refería con eso. Bonnie.
"Bonnie..." comenzó Lolita, en un tono suave, casi susurrante. "Sabes que ella lo está intentando. Está enojada, confundida, asustada... y aún hay tantas cosas que no entiende. Yo también tenía miedo de todo esto al principio."
Caroline asintió lentamente, sus ojos mirando hacia el horizonte, como si buscara una respuesta en la nada. Sabía que Lolita tenía razón, pero el miedo seguía ahí, como una sombra constante. No era solo la diferencia entre humanos y lo que ahora eran. Era todo lo que habían perdido. La sensación de irremediable transformación, de quedar atrapadas entre dos mundos, sin poder pertenecer completamente a ninguno de ellos.
"No sé si Bonnie lo entiende, Lo. A veces siento que todo lo que hacemos es destruir lo que éramos. Y el ver cómo ella se aleja, como si este cambio fuera algo monstruoso..." Caroline no pudo evitar que su voz temblara. Había algo en ella que sentía que aún no lograba encajar. "Es difícil mirar a mis amigos, saber que ya no puedo ser la misma Caroline para ellos."
"Pero no tienes que ser la misma," respondió Lolita, apretando un poco el hombro de su amiga. "Eres una nueva versión de ti misma. Y aunque Bonnie no lo vea ahora, lo hará. Tal vez no hoy ni mañana, pero ella lo hará."
Caroline levantó la vista y miró a Lolita, sus ojos buscando consuelo. "¿Y tú? ¿Lo haces?"
Lolita sonrió con un aire melancólico, pero sus ojos brillaban con una luz segura. "Sí. Porque aunque ya no seas completamente humana, sigo siendo tú, Caroline. Solo que ahora tenemos el poder de cambiar las reglas del juego. Y eso... eso es algo increíble."
Ambas se quedaron en silencio por un momento, con las miradas perdidas en el bullicio de la tienda, rodeadas de objetos que ya no significaban lo mismo. La vida había cambiado, pero de alguna forma, su amistad seguía siendo un ancla en medio de todo.
Más tarde ese día, con el sol poniéndose tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados. Lo envió un mensaje a sus padres para decirles que todo estaba bien y que al día siguiente volvería a casa, poniendo fin a sus vacaciones temporales en la casa de los Salvatore.
"Todo bien. No se preocupen. Volveré mañana. Los quiero."
Guardó el teléfono y se sentó en la acera. El cielo se comenzaba a oscurecer, teniéndose de tonos violetas y anaranjados, mientras las luces de la calle se encendían una a una. El aire fresco de la tarde se sentía agradable, pero había algo en el ambiente que inquietaba a Lolita. Era una sensación extraña, como si algo o alguien estuviera observándola en la penumbra. Ella se acomodó en la acera, y se abrazó un poco a sí misma, tratando de tranquilizarse.
Había pasado un día largo y lleno de pensamientos confusos, pero eso no era lo que la molestaba. No solo era el hecho de que su vida se había transformado de maneras que ni siquiera podía comprender del todo; había algo más en el aire, algo que la hacía sentir vulnerable. Las sombras al final de la calle parecían moverse con una extraña liviandad, y el viento, aunque suave, traía consigo un murmullo sutil que la ponía alerta.
De repente, una sensación aún más intensa la recorrió, como si alguien estuviera allí, en la oscuridad, observándola. Se giró instintivamente, buscando con la mirada la fuente de esa presencia, pero no había nada. Las casas a su alrededor permanecían tranquilas, la calle vacía y desierta.
Aun así, el sentimiento persistía. Era como si una mirada invisible la estuviera fijando, sin que ella pudiera identificar de dónde provenía. Lo primero que pensó fue que era solo su mente jugando trucos, pero la incomodidad seguía aumentando, envolviéndola como una niebla pesada. Tal vez sólo es el lugar... se dijo, tratando de racionalizarlo.
Suspiró y miró nuevamente hacia el final de la calle. Podía ver las luces del coche de Damon acercándose a lo lejos. Aunque su presencia era siempre reconfortante, en ese momento se sintió más alerta de lo habitual. ¿Sería su mente, o algo más había cambiado? ¿Era simplemente el cansancio acumulado, o la sensación de ser observada era real?
Finalmente, el coche de Damon se detuvo frente a ella. A través del cristal, pudo ver su rostro impasible, sus ojos oscuros, que la miraban por un instante antes de abrir la puerta del vehículo.
Lolita se acercó lentamente, dándole un vistazo final a la calle detrás de ella, pero no vio nada extraño. Aún así, algo seguía rondando en su interior, algo que no podía identificar completamente. Era una sensación familiar, como si estuviera siendo seguida o acechada, y por un momento, se preguntó si algo o alguien realmente la observaba desde las sombras.
"¿Todo bien?", preguntó Damon al notar que se detuvo antes de entrar al coche, su voz grave y sin esa chispa de diversión que a veces le acompañaba. Él se había percatado de su mirada desconcertada, de la manera en que había mirado hacia atrás.
Lolita asintió, forzando una sonrisa. "Sí, solo... una sensación extraña. No sé, me siento como si estuviera siendo observada."
Damon la observó por un momento, como si estuviera considerando sus palabras, pero no hizo un comentario inmediato. En su lugar, simplemente le hizo un gesto para que subiera al coche. "Las calles solitarias tienen ese efecto, Lo. Es fácil imaginar cosas en la oscuridad."
Lolita dudó por un segundo antes de entrar al coche, aún sintiendo el peso de esa presencia invisible en la calle, pero no quería mostrarlo. No quería que Damon pensara que estaba perdiendo el control de sí misma por algo tan intangible. Se acomodó en el asiento, con las manos sobre sus rodillas, intentando relajarse.
Damon arrancó el motor y comenzó a conducir, pero Lolita no podía quitarse la sensación de que algo la seguía, de que alguien o algo estaba en las sombras, observando cada uno de sus movimientos. A lo lejos, las luces de la ciudad brillaban como una promesa de seguridad, pero la inquietud que sentía no se disipaba.
"¿Segura que todo está bien?" preguntó Damon, esta vez con un tono más suave, como si intuyera que había algo más que no le estaba diciendo. "No tienes que hacerte la valiente si algo te molesta."
Lolita lo miró de reojo, notando la preocupación en su rostro. "Lo estoy. Sólo... es una sensación rara. Tal vez el cansancio. Gracias por preguntar."
Damon la miró por un momento, pero no insistió. Aceleró un poco, como si las palabras de Lo fueran suficientes para tranquilizarlo. "Está bien. Si necesitas hablar de algo, sabes que siempre estoy aquí."
Lolita asintió, agradecida por la oferta, pero en el fondo sabía que las palabras de consuelo no cambiaban la sensación que persistía en su pecho. Algo en la oscuridad, algo que no podía ver, pero que sentía con una claridad desgarrante, estaba acechando.
Con cada kilómetro que recorrían, la sensación de ser observada se desvanecía lentamente, pero nunca desaparecía por completo. Mientras el coche avanzaba, Lolita se recostó en el asiento, mirando la ciudad que se deslizaba a su alrededor, y se preguntó si alguna vez podría deshacerse de la incómoda sensación de ser observada, si alguna vez podría sentirse completamente segura de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top