Capítulo 7 🌈 Cambios
Un automóvil se había detenido afuera de la casa de los Ants justo cuando llegaba casi la hora de que el sol se ocultara. El mayor de los hermanos miró a su madre para después caminar hacia la puerta y mirar a Splendid ayudando a su hermana para que bajara del vehículo en el que venían.
—¿Dónde mierda estabas? —preguntó Anthony haciendo que ambos chicos lo miraran sorprendidos—. ¿Y qué haces con ese marica?
—Oye, yo solo la traje porque... —Splendid fue interrumpido—.
—¿A quién le dices marica, Anthony? —cuestionó la más baja demasiado molesta—. Eres igual que casi toda la escuela, son patéticos —tomó la mano del peli azul—. La palabra marica es una ofensa y la peor forma de llamarlo, solo es un chico homosexual que incluso es más masculino que tú, además de ser valiente y el mejor ejemplo que deberíamos tomar como persona.
—Pero... —el mayor de los Ants fue interrumpido por su hermana—.
—Pero nada, Anthony, ¿en serio vamos a ignorar que Splendid es el chico más popular por su personalidad? Quizás no quiera andar con una chica, pero eso no le quita lo atractivo, amable y responsable —apretó un poco la mano del mencionado—. ¿O acaso me vas a decir que un "marica", como le llamas, te pateó el trasero en una pelea?
Hubo un silencio después de las palabras de Ana, su hermano mayor no sabía que decir puesto que ella tenía toda la razón. No quería admitir algo tan humillante para él, así que trató de darle sentido a las palabras de la chica.
El hecho de que Splendid fuera homosexual solamente cambiaban sus gustos, no su personalidad que ya todos conocían.
—Gracias por traer a mi hermana, mi madre estaba preocupada —comentó Anthony mientras miraba el suelo—. Lamento tu relevo en el equipo.
—El que pierde más es el entrenador, prácticamente yo hacía su trabajo —comentó Splendid—. Oye, Anthony, sé que quieres ser el mejor ejemplo en tu familia.
—Cállate.
—La mejor forma de hacerlo, es acercándote un poco más a conversar con tus hermanos —el contrario lo miró—. Deja de molestar a media escuela, si tienen problemas con los estudios podría ser su tutor o conseguirles uno.
—Ya no tienes ese poder, Splendid.
—Tengo al consejero Lumpy, quien es el encargado de decidir acerca de las tutorías, no necesitan robar ni amenazar a nadie.
—Lo consideraré —suspiró—. ¿Tú necesitas ayuda con ese chico? —se refería a Splendont—.
—De momento quiero saber si le pagó al entrenador, después veré exactamente para qué me quitó mi puesto.
—Necesito tu permiso para interrogar al equipo de quemados.
—Claro, puedes hacerlo, pero Cuddles y Toothy no, ellos trataron de detener a Splendont —el peli azul miró a ambos hermanos—. Debo irme, cualquier cosa ya deben saber cómo encontrarme.
—De acuerdo.
—Gracias, Splendid —Ana sonrió—.
—No fue nada —el más alto le devolvió la sonrisa—.
[...]
Los pasillos vacíos de aquella gran mansión permanecían limpios y vacíos, el lugar era tan grande que cualquiera podría perderse. La oficina del dueño estaba siendo utilizada por este, hacía un par de llamadas sobre negocios pero cierto pelirrojo lo había interrumpido al abrir la puerta.
—Padre... —se quedó en silencio al ver que su padre le hizo una seña para que se callara—.
Estuvo allí, de pie, sin decir o hacer nada, debía obligatoriamente esperar a que aquel hombre terminara sus múltiples llamadas ya que no le gustaban las interrupciones. Después de casi diez minutos, lo miró.
—¿Qué necesitas, Splendont? —el mayor miró al mencionado—. ¿Dinero, otro auto, teléfono celular?
—Soy el nuevo capitán del equipo de quemados —comentó el chico intentando impresionarlo—.
—¿Quemados? —rió—. ¿No había otro deporte? Aunque es cierto que no tengo un trofeo de quemados, espero consigas uno.
—Si, de hecho estamos a nada de un torneo, te traeré ese trofeo.
—Más te vale, Splendont, sería una decepción que no tengas un trofeo jamás.
El chico salió de la oficina y caminó hacia su habitación. Era inexplicable la falta de afecto, se había vuelto un engreído y codicioso porque carecía de amor, llenaban su tristeza con dinero sin saber que eso no era lo que realmente debían hacer.
Las metas del chico habían sido puestas por su padre, él no tenía ninguna meta o sueño propio; ni siquiera pensaba en ello.
Se acostó en su cama, se arropó con la cobija y miró hacia la nada mientras sus pensamientos poco a poco lo invadían. La mirada de Splendid fue lo primero que invadió su mente, ver como el chico había perdido lo que más quería, de alguna forma sentía remordimiento por aquella horrible acción que hizo.
Le había arruinado la vida a alguien, Splendid le había dado una cálida bienvenida e incluso lo había agregado al periódico escolar; eso era lo que seguía.
Se giró hacia el otro lado de su cama cuando supo que ya era suficiente pensar en la reacción de Splendid, pero su cabeza lo tenía por completo.
La forma en que lo había acorralado también se había mantenido en sus pensamientos, el como sonreía, como entrenaba, como daba lo mejor de él para apoyar a alguien, incluso recordaba la forma en la que había golpeado a ese chico.
Con su mano apretó con fuerza la cobija cuando por su mente miró a Splendid hablando con esas chicas del parque y del instituto, eso le podía hacer dudar de que realmente el chico era homosexual; hasta comenzaba a dudar sobre si aquella conversación era real.
—Mierda... —maldijo por lo bajo cuando sintió un ligero dolor entre sus pantalones—. No... ese idiota no, lo odio, lo odio.
Aún así, aunque quisiera negarlo ya era demasiado tarde, el chico ya había invadido sus pensamientos por completo, él sabía que todo se trataba de obtener la vida del otro pero hubo el pequeño detalle de que su víctima lo acosaba en su mente.
Splendont no era homosexual y eso lo estaba molestando demasiado, por eso negaba que el chico comenzaba a gustarle. Aunque ya no pudo seguir negándolo cuando tocó aquella zona en donde había sentido dolor y pasó un rato sin dejar de pensar en el peli azul mientras susurraba su nombre.
Definitivamente le gustaba Splendid.
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