2 | ¿Podremos superarlo algún día?
╔═════❀・°・❀═════╗
—Mhm... Esto... ¿Su? —Sentí como unos dedos retiraban con suavidad mechones de mi cabello—. Ya terminó el recorrido...
La dulce voz de Kentin me sacó de mi burbuja y abrí los ojos. Estos chocaron contra los suyos, aquellos color esmeralda que tanto me gustaban. Nos quedamos así unos segundos particularmente largos, solo mirándonos. Observando cada uno de los gestos que hacíamos.
Noté que sus mejillas comenzaban a obtener un color rosado pálido. Y seguro que las mías también. El aire se tornó pesado, y respirar, una dificultad.
—Pero bueno... —rió divertido—, ¿tanto te gusta lo que ves?
Mis mejillas ardieron con más intensidad al notar que habíamos pasado ya largos segundos en la misma posición.
Este chico...
—¡C-cállate y bajemos!
Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa arrogante. En momentos así, sentía que el Ken que había conocido había desaparecido para siempre. Pero luego hacía como si nada, venía y me trataba dulcemente... ¡Agh! Habían veces que no lograba comprenderlo. Podía portarse tierno y amable durante un momento, y de repente transformarse en una persona completamente diferente, arrogante y borde.
Se sentía como si avanzáramos un paso, para luego retroceder otros dos. Pero me negaba a aceptar que la persona que conocía y adoraba desde hace tanto se había ido. Estaba ahí dentro.
De la nada, su voz interrumpió mis pensamientos.
—Después de todo no gritaste tanto como creí que ibas a hacerlo. Digamos que estuviste, um... dentro de lo "normal", supongo.
—¿"Normal"? —me detuve en seco, un poco dolida—. Para compararme de esa manera tendrías que haber salido con otras chicas antes.
Y aunque quise que sonara como una broma, el tono de mi voz dejaba entrever lo mucho que me molestaba.
—¿Eh? —Su semblante se transformó de divertido a confundido, para luego regresar a la primer faceta—. ¿Y quién dice que no lo he hecho?
—Oh, entonces es cierto —contesté tan borde como él lo era a veces conmigo.
—No, en realidad no lo es. Pero si lo fuese... ¿tendrías algún problema? —curioseó acercándose a mí con una sonrisa burlona.
—¡No, claro que no...! ¿Por qué iba a tenerlo? —respondí de manera demasiado brusca. Al notar lo cerca que estábamos el uno del otro, nos alejamos con nerviosismo. Acto ridículo si teníamos en cuenta que minutos atrás nos estábamos abrazando.
Las horas restantes continuamos disfrutando de atracción en atracción. Cada tanto parábamos para ir al baño, o para buscar a los gemelos perdidos. Sin embargo, no había rastro de ellos. Fue entonces cuando llegó a mi mente una idea que tendría que haber llegado mucho tiempo atrás.
—No contestan mis mensajes...
—Esos dos... —bufó Kentin, fastidiado. Pero al instante borró la mala cara y me sonrió para tranquilizarme, acción que provocó que una pequeña sensación de calidez recorriera mi cuerpo—. ¿Por qué no intentas llamarlos, entonces?
—Oh, sí, es que ya lo he intentado —Tuve que esforzarme para no titubear—, pero ni siquiera me da con el contestador.
—Déjame intentarlo.
Y antes de que pudiera ser capaz de procesar sus palabras, mi celular ya se encontraba siendo inspeccionado entre la comodidad de sus largos dedos. Arrugué un poco el entrecejo por su atrevimiento, pero no pude negar que verlo tomarse tanta confianza conmigo me hizo sentir... feliz, de alguna extraña manera. Cómo si volviésemos a ser ese par de viejos amigos que se conocían desde la primaria. Y me gustó.
—Eh, Su, este no es el número de Alexy... —señaló, pero yo tardé unos segundos en desviar mi mirada y mente de sus manos—. Bueno, ya no. Lo ha cambiado esta semana, ¿no te acuerdas?
Ambos dejamos salir un largo suspiro.
—Si tan solo Alexy no hubiese tenido la genial idea de quedarse con mi celular...
『• •☂• •』
La tarde se asomaba en los colores cálidos del cielo cuando nos encontrábamos en uno de los puntos más lejanos de la entrada.
—¡Mira ese juego de allí! No podemos irnos del parque sin haber subido a él. ¡Vamos! —Tomé con firmeza el brazo de Kentin y prácticamente lo arrastré hasta la rueda de la fortuna.
Dentro de la cápsula habían asientos enfrentados el uno al otro. Pero cuando nos dispusimos a subir, la rueda hizo un movimiento brusco y terminé por golpearme el brazo izquierdo con una de las paredes metálicas. Kentin, alarmado, se sentó a mi lado sin dejar de preguntarme si me encontraba bien; pero no muy convencido, comenzó a sobar la parte del golpe. No nos decíamos nada, con nuestras miradas era suficiente.
Una vez en la cima de la atracción, olvidé el golpe y no me resistí. Eché un vistazo por la ventana con todo el entusiasmo del mundo.
—¡Woah! ¡Se ve todo el parque desde aquí! —Me detuve un momento—. ¿Y si...? —Giré mi cuerpo en dirección al castaño y este me miró con curiosidad—. Ven Kentin, ¡ayúdame a buscar a ese par de bobos!
Intenté llamar su atención haciendo un gesto con las manos pero, como estúpida que soy, lo hice con el brazo lastimado y terminé soltando un jadeo. Kentin suspiró.
—¿Sabes que en este preciso momento te ves como una niña, cierto?
Lo miré de reojo y sentí mis mejillas arder. Tenía razón, era una tonta, ¿pero es que no se daba cuenta de que solo quería pasar un poco de tiempo con él?
—Solo hazlo —murmuré.
Acercó su rostro al mío como si fuese en cámara lenta. Por un segundo creí que...
Pero se limitó a mirar conmigo a través de la diminuta ventana. Poco después, quedamos en medio de un gran silencio; se sentía el nerviosismo en el aire. Noté que poco a poco su rostro comenzaba a tomar color, se removía incómodo en su asiento o movía sus manos inquietamente, entrelazándolas y volviéndolas a separar. Actitudes que realizaba cuando estaba ansioso por algo.
En ese momento, me di cuenta de lo mucho que lo conocía.
Bueno, aún seguía siendo un amigo de la infancia, ¿no?
—Ken, ¿sucede algo? —Posó sus ojos en mí. Sus mejillas estaban teñidas de color carmesí.
—S-Sucrette... Y-yo...
En ese momento, miles de ocurrencias cruzaron por mi mente. Debía ser algo realmente serio para dejarme llamarlo "Ken", él detestaba ese apodo. ¿Y si quería decirme que no me tome la salida tan en serio? ¿Qué no me haga ilusiones con él? ¿Qué no quería arruinar nuestra larga amistad?
El simple pensamiento de aquellas palabras hizo que sintiera un pinchazo en el corazón.
—¡Oh! Ya estamos bajando y todavía no localizamos a los chicos... —balbuceé, tratando de cambiar el tema de conversación. No quería llegar a esa situación. Haría todo lo posible por evitarlo.
—¿Mhm? A-ah, claro... —Todavía podía sentir su mirada posada en mí. Al parecer estaba decidido a hablarme—. Sucrette... Tú me...
El sonido que hizo la puerta al abrirse sobresaltó a Kentin, quien fue bajando el tono de su voz con lentitud hasta finalmente parar de hablar. Un sonriente rostro se asomó por el arco de la ventanilla.
—¡Chicos! Bajen con cuidado, no queremos ningún herido hoy, ¿eh? —interrumpió el encargado del juego con su voz cargada de energía. Suspiré, había sido salvada por ese chico. Ken pareció notarlo, pero no mostró ninguna expresión en lo absoluto.
—Gracias... —susurré a mi superhéroe al dar el primer paso fuera de la cápsula, para luego dedicarle una de mis mejores sonrisas. Él me miró confuso, pero terminó por devolverme el gesto. Parecía ser una persona agradable.
Dispuesta a continuar el camino junto a mi mejor amigo, di media vuelta y me topé con un Kentin de brazos cruzados, una línea recta en lugar de labios y el ceño fruncido.
—¿Qué le has dicho? —Su voz sonaba severa y yo comenzaba a preocuparme por esas actitudes repentinas que tenía.
—¿E-eh? Nada importante... —¿Por qué de repente se preocupa por lo que sea que haga?—. Um, sigamos, ¿sí? Antes me dijiste que querías ir a...
—Le diste tu número, ¿verdad?
La pregunta y el tono con el que la había formulado me habían dejado los pelos de punta. ¿Por qué creía eso? Estaba claro que no, yo nunca sería capaz de.... Menos estando con él a mi lado.
—Me lo imaginé —respondió, comenzando alejarse de mí a pasos agigantados. La situación me había impactado de tal manera que no había sido capaz de formular una respuesta coherente.
—¡E-espera, Kentin!
• —❁— •
Al parecer estamos destinados a llegar siempre al mismo punto.
Para luego volver a comenzar.
Una...
Y otra...
Y otra vez.
Hey, Kentin, ¿podremos superarlo algún día?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top