02. primer encuentro




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02. primer encuentro
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—Entonces, ¿no viste El Diablo se viste de Prada? —exclamó Prada, observando con atención cómo Bella organizaba su ropa en el armario—. No me lo creo, esa película es genial, tienes que verla obligatoriamente, hoy, no me importa que mañana sea lunes — habló rápidamente mientras se movía suavemente por el cuarto, encendiendo su portátil.

—No soy mucho de ver películas Prada— contestó en un susurro Bella, quien era demasiado introvertida para la pelirroja, pero eso no quitaba el hecho de que ambas se sentían bien en compañía una de la otra.

—Eres más de leer— comento observando los libros que tenía en la estantería—. A mí también me gusta leer, pero estas películas son geniales Bells, dale una oportunidad.

—Vale— contestó con una pequeña sonrisa—. Pero ayúdame primero a meter la ropa y luego lo vemos.

—Yo lo intento con una mano— respondió riendo, sentándose a su lado en el suelo.

—Lo olvidaba—contesto apenada—. ¿Prada?

—¿Sí, Bells?

—¿Qué apodo puedo utilizar para ti? Digo, tú me dices Bells y...

—Puedes decirme Ami— respondió rápidamente al notar lo nerviosa que se encontraba la chica—. Es de mi segundo nombre, Aminta, no es como que tienes algún apodo que suene bien con Prada— añadió con gracia, empezando a reír junto a Bella.

—Vale Ami.

Y así continuo la tarde de domingo, entre charlas y risas entre las dos adolescentes. Después de terminar con la ropa, ambas se pusieron en la cama para ver la película, siendo Perla a que se quedó dormida después de la mitad de la película, el sueño venciéndola. Por primera vez en mucho tiempo, Perla tuvo una noche de sueño sin pesadillas.

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La pelirroja se despertó antes que Bella, el despertador enseñaba la hora seis de la mañana. Las clases empezaban a las ocho y la chica Swan le aseguro anoche de que ella la llevaría. Por lo que se levantó, tomo una hoja del escritorio de la chica donde escribió que iría a su casa a prepararse y que se verían a las 7:30 para ir juntas.

Bajo las escaleras, encontrándose con Charlie ya despierto. Se despidió de él, deseándole un día tranquilo en el trabajo y se fue a su casa. Kaz se encontraba en la sala, con su taza habitual tomando un café.

—Buenos días, hermano mayor— saludo, quitándose sus zapatos en la entrada—. ¿Cómo durmió mi persona preferida?

—Ahora soy tu persona preferida, asta que tengas novio— bromeo levantándose del sofá, acercándose a la chica, dejo un beso en su mejilla—. Yo dormí bien— eso era mentira, estaba preocupado por su hermana. Aunque Charlie le avisara anoche que las chicas se quedaron dormidas, la preocupación nunca lo abandono—. ¿Tú?

—Sorprendentemente, muy bien, creo que estaba demasiado cansada— respondió con una sonrisa, sirviéndose un café en la cocina.

—Ve a cambiarte, florecita, no vaya a ser que llegues tarde— hablo Kaz, quitándole el tarro de azúcar al ver que la chica estaba por poner la quinta cucharada de este—. ¿Te llevo yo o vas con Isabella?

—Voy con Bella, hermanito, y te aviso yo si vuelvo con ella— contesto tomando un sorbo del café—. Voy a darme una ducha y a cambiarme.

—No corras por las escaleras— grito Kaz en respuesta, oyendo sus pasos rápidos por la casa.

—No corro, solo voy más rápido de lo habitual— grito de vuelta—. ¡Ay!

Por estar despistada no vio que la puerta de su cuarto estaba cerrada, golpeándose de esta.

—Estoy bien— grito, asegurando a su hermano que estaba bien, el cual solo rio por la torpeza que poseía su hermana en algunos momentos.

Se dio una ducha rápida, sin lavar su pelo, ya que este fue lavando el día anterior, salió con solo una toalla sobre ella. Se acercó a la ventana, abriéndola un poco para cambiar el aire cerrado que poseía la habitación.

Giro hacia el armario, buscando algo que ponerse, cuando empezó a sentir que alguien la estaba mirando. Dirigió su mirada a la ventana, pero no había nada extraño. Con un suspiro pesado camino hacia su mesita de noche, sacando sus medicamentos, el cual tomo sin agua, ya acostumbrada a beber estos.

Miró hacia el bosque, sintiendo una inquietud que luego se convirtió en calma. Ignorando esto, caminó de vuelta al armario y eligió un jersey verde oscuro y una falda blanca. Ante el clima, no pasó por alto tomar unas medias negras semitransparentes y un abrigo color crema hasta las rodillas.

Se miró al espejo una vez estuvo vestida, dándole el visto bueno paso a peinarse, dejando su cabello suelto, el cual le llegaba asta la mitad de la espalda. Se pintó los labios con un rosa suave y se puso un poco de sombra del mismo color con brillos en los párpados, además de rímel.

Ya convencida de que haría una buena impresión, agarro su mochila ya hecha desde hace días, para bajar a la cocina, donde Kaz paso su café a su termo blanco con flores de diferentes colores. Al lado de dicho termo se encontraba un sandwich de jamón y queso.

—¿Tienes dinero para comprarte el almuerzo?— pregunto, ordenando sus papeles para ir a trabajar.

—Sí, y tengo en la mochila extra por si lo pierdo— contexto con una sonrisa, empezando a comer.

El sonido de la bocina del coche anuncio la llegada de Bella, Perla se despidió de su hermano con un beso en la mejilla y camino a la entrada para calzarse con sus botines con tacón.

—Holaa Bells— saludó con emoción la pelirroja, sacando una sonrisa a la nombrada—. ¿Lista?

—Hola Ami, para nada lista, ¿tú?

—¿Para ser la nueva en un pueblo minúsculo?— pregunto con ironía—. Estoy deseando romper cuellos, seremos las más lindas BellaBella.

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Bella estacionó el coche en el primer lugar libre que vio, apagó el motor y dejó escapar un suspiro pesado. Perla tomó su mano y le dio un apretón, queriendo compartir su confianza con la chica.

—Vamos, Bells —susurró la pelirroja.

Ambas se dirigieron juntas hacia la entrada. Perla caminaba con la cabeza en alto, dejando que resonaran sus tacones contra el cemento, disfrutando de la atención. Mientras tanto, su nueva amiga no sabía dónde meterse.

—Bonito coche —exclamó un chico con sarcasmo, molestando a la menor.

—Seguro que es más bonito que tú —respondió ella, generando algunos "uhh" de los adolescentes cercanos—. No les hagas caso, Bella, vamos, tenemos que conseguir nuestros horarios.

Antes de dar tres pasos, un chico con el pelo negro se plantó frente a ellas, con una sonrisa amable en los labios.

—Vosotras debéis ser Isabella Swan y Prada Frost, las chicas nuevas —comentó—. Yo soy Eric, los ojos y oídos de este instituto. Si necesitáis ayuda, un compañero de mesa, un hombro en el que llorar...

—Lo tendremos en cuenta, Eric, muy amable de tu parte —respondió Prada al notar la incomodidad de Bella.

—Yo soy más del tipo que sufre en silencio —añadió Bella después de un momento.

—Eso sería un título genial para el artículo que estoy escribiendo. Formo parte del periódico del instituto y vuestra llegada es primicia —explicó con una sonrisa, entusiasmado por continuar la conversación.

—No, por favor, no —suplicó Bella.

—Tranquila, no habrá ningún artículo —aseguró Eric, sonriendo amablemente.

—Yo no tendría problema con el artículo —dijo Prada—. Aunque me gustaría más formar parte del periódico, estuve en mi otro instituto y se me daba bien.

—¡Genial! De eso podríamos hablar en el artículo —se emocionó Eric.

Prada siguió hablando sobre el artículo con Eric, asegurando a Bella que no había problema si esta se adelantaba. Tras despedirse de Eric, continuó su camino hacia la secretaría.

—Hola, buenos días —saludó con una sonrisa amable, alegrando el día de la señora—. Soy Prada Frost, una de las chicas nuevas.

—Sí, sí, la señorita Swan ya ha pasado a recoger su horario y número de casillero —contestó la señora, buscando los papeles necesarios—. Toma, tu horario, un mapa para que te familiarices con el instituto y tu número de casillero. Además de este papel que deben firmar todos los profesores y que deberás devolverme al final del día.

—Muchas gracias, que tengas un lindo día —se despidió Prada, recibiendo una despedida igual.

Caminaba buscando su casillero, faltaba muy poco para que sonara la campana de comienzo de clases. Dejó escapar un suspiro, algo molesta, y miró el mapa una vez más, sin percatarse de la presencia de otra persona enfrente de ella.

Perla no esperaba chocar nuevamente contra algo, y los papeles que llevaba en las manos cayeron al suelo por el golpe.

—Mierda, debería aprender a mirar por donde voy —susurró, pero fue escuchada por la persona con la que chocó.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación, llamando la atención de Perla, quien se enderezó rápidamente al escuchar la voz del chico.

Lo primero que vio fueron sus inusuales ojos dorados, que le quitaron el aliento, luego se fijó en lo pálida que era su piel y en lo bien que le quedaba el pelo rubio estilizado de esa forma.

—Y-yo, sí, estoy bien —tartamudeó, cerrando los ojos con fuerza para recuperarse y no seguir avergonzándose delante del chico guapo—. No es la primera ni será la última vez que me golpeo con algo.

—¿Eres nueva? —preguntó él con curiosidad—. ¿Necesitas ayuda?

—¿Se nota mucho? —Perla tenía que mirar muy arriba para verlo, ya que su pequeña estatura le llegaba al pecho—. Estoy buscando mi casillero, es el 777 —continuó hablando, ignorando el calor que sentía en sus mejillas, tratando de sostener la mirada del chico pero sintiéndose cohibida bajo esos ojos dorados que parecían mirarla con admiración.

—Soy Jasper, y tu casillero está cerca del mío, vamos —dijo comenzando a caminar, sin apartar la mirada de ella, esperando que lo siguiera.

—Perla, un placer conocerte, Jasper —respondió con una sonrisa, agradecida por la amabilidad del chico—. Por casualidad, ¿sabrás dónde está el salón de historia?

—Casualmente, puedo ser tu guía, ya que esa es mi primera clase.

—Por casualidad, ¿sabes en qué curso estoy o simplemente te interesaste por mí, chico de ojos bonitos? —preguntó de manera graciosa.

Probablemente, si Jasper fuera humano y no un vampiro, sus mejillas se habrían sonrojado al igual que el cabello de Perla. El vampiro solo sonrió inocentemente encogiéndose de hombros.

—Depende de quién pregunte, linda —susurró deteniéndose frente a un casillero—. Si es una chica guapa con el pelo como el fuego, debería admitir que sí me interesé, pero si lo pregunta cualquier otra persona, de todos modos lo admitiría.

Sus mejillas se encendieron aún más, si eso era posible, mientras ella bajaba la mirada a sus pies, tratando de ocultar la forma en que su cuerpo reaccionaba a las palabras del rubio.

—Este es tu casillero, Perla —dijo en voz normal, con una sonrisa permanente en su rostro—. Y mi ofrecimiento de acompañarte al salón sigue en pie.

—Sí, gracias, Jasper —rápidamente acomodó las cosas innecesarias de su bolso en el estrecho espacio del casillero, pegando una foto con su hermano en la puerta—. Estoy lista, caballero.

—Después de usted, señorita —respondió él, haciendo un gesto con la mano para que la chica comenzara a caminar, dejando oír su acento.

—Tu acento —exclamó emocionada—. Permíteme adivinar —dio un pequeño salto, manteniendo un equilibrio envidiable, mientras con el dedo tapaba su nariz en señal de pensamiento—. Texas.

—Sí, adivinaste, Perla —el sonido de su nombre en los labios de él aceleró el corazón de la chica, que no sabía si era por el acento marcado en su nombre o por la forma en que sus labios se movían para pronunciarlo.

Jasper solo amplió su sonrisa al escuchar el corazón de la chica, muy feliz de haber encontrado a su alma gemela.

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1894 palabras
la relacion de kaz y perla me encanta

btw, si pudiera definir
la relacion de jasper y perla
con una cancion seria
perfect harmony de
julie and the phantoms

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