C35: El juicio.

-¿Danna?-la adormilada voz de Christopher la hizo volver a la realidad. Apartó la mirada de la fotografía que tenía entre sus manos y observó a su somnoliento novio.-¿Se terminó la película?-preguntó frotándose los ojos.

Danna soltó una risita divertida y negó lentamente.-Casi se terminó el mundo y tú ni siquiera te diste cuenta-bromeó y Christopher le sonrió un poco.

-Que exagerada-replicó.

-Eh aprendido del mejor-se encogió de hombros de manera despreocupada. Christopher se levantó de la cama, caminó hasta ella y se arrodilló frente a la silla en la que estaba sentada para mirarla a los ojos. Danna lo contempló un segundo, negó de inmediato y tiró de su brazo para que se pusiera de pie.-No hagas eso, nadie en este mundo es digno de ti como para que te pongas de rodillas-protestó pero él no se movió ni un solo centímetro.

-¿Qué es lo que pasa, enana?-cuestionó y ella apartó la mirada. No quería echarse a llorar frente a él, era demasiado tonta como para poder soportar la idea de que al día siguiente tenía que declarar en contra de la persona que le había dado la vida -y la misma que había intentado quitársela, no en una, sino en dos ocasiones-. El valor que había sentido cuando se impuso ante Marcus Silvetti, estaba derrumbándose a pedazos dentro de ella. No podía echarse para atrás porque muy en el fondo de su corazón sabía que lo mejor era que ese hombre se quedara tras las rejas, ahí iba a estar mucho que mejor.

-Mañana es el juicio de Marcus-susurró simplemente y eso fue suficiente para que él entendiera. Se puso de pie y la abrazó cariñosamente. Frotó su espalda y Danna se estremeció en el acto.

-¿Sabes que vamos a estar contigo, verdad? Que no vamos a dejarte sola en esto-le murmuró en el oído.-Tienes que ser muy valiente, muñeca. Sé que va ser algo muy fuerte para ti, pero es lo mejor. Ambos lo sabemos-ella asintió lentamente y se separó de su novio para poder mirarlo a los ojos.

-¿Te das cuenta que su libertad está en mis manos?-farfulló en voz baja.

-Y tu vida estuvo en las suyas....dos veces-replicó el muchacho.-Escúchame enana, mañana cuando pases al estrado y tengas que contarle a todos los presentes que fue lo que en verdad pasó, no vas a estar sola. Nosotros vamos a estar sentados ahí, justo detrás de ti. Vamos a darte todo nuestro apoyo y todo nuestro amor, Renato, Mariana, Leah, Camila, los chicos y yo.-Danna le sonrió un poco y acarició su mejilla lentamente.

Frunció el entrecejo y luego con ambas manos tocó el rostro del muchacho.--¡Christopher! Estás hirviendo en fiebre-exclamó apartándose un poco.

-¿Qué?-negó-No.

-Sí-replicó Danna poniéndose de pie. Caminó hasta la mesa de noche, colocó la fotografía de ella con su madre y su hermano; y encendió la lámpara.-Ven aquí-indicó señalando la cama.

Christopher puso los ojos en blanco, pero no protestó más. Arrastrando los pies se acercó hasta su novia y se sentó a su lado mientras ella comenzaba a teclear algo en la pantalla de su teléfono sin mirarlo si quiera.

-¿Vas a llamar a un doctor?-preguntó con diversión, luego llevó su mirada hasta la hora en el despertador de Danna y suspiró-Son las dos y media de la mañana, Dan-agregó en voz baja, pero ella no le prestó atención.

-No voy a llamar a un doctor, estoy buscando en Yahoo! respuestas como es que puedo hacer para bajarle la fiebre a un chico de veintidós años sin matarlo en el intento-Christopher rio y luego el quitó el teléfono de las manos. La abrazó un momento y besó su coronilla.

-No seas exagerada, novia. No voy a morirme porque tengo algo de fiebre, debe ser porque estaba muy cubierto con el edredón, eso es todo-murmuró pero ella negó entre sus brazos.-Cuando Jonathan y yo eramos pequeños, mamá solía bajarnos la fiebre con compresas de agua fría. Supongo que con eso será suficiente-explicó encogiéndose de hombros.

-Entonces dejame ir a buscar algo para ponerlas ¿Sí?-él asintió y luego la dejó ir porque era consiente que no podía discutir con Danna, era demasiado terca cuando se le metía algo en la cabeza.

Esperó pacientemente a que ella volviera y cuando lo hizo sosteniendo un bowl de cristal y un par de toallas blancas él quiso morirse de ternura. Danna caminó en dirección al baño para poder tomar un poco de agua fría. Luego metió la toalla dentro y volvió a la habitación donde Chris seguía sentado en el filo de la cama con la mirada puesta en la fotografía de la Danna de cuatro años con su madre y hermano.

-Te pareces mucho a tu madre-comentó ofreciéndole una pequeña sonrisa.-A excepción de los ojos....-Danna suspiró pesadamente.

-Herencia genética de mi padre-respondió simplemente.-Ahora por favor, acuestate y cierra los ojos.-indicó y él lo hizo.

Su cuerpo entero comenzó a temblar cuando el agua entro en contacto con su piel. Se estremeció de inmediato y Danna comenzó a debatirse mentalmente entre sí era una buena idea o no decirselo a Renato. Después de todo, unas compresas de agua fría iban a bajarle la fiebre, no a curarlo.

-Dan....-murmuró el muchacho.

-¿Tienes frío?-inquirió la muchacha en voz baja.

-Un poco, sí.-respondió simplemente.

-Creo que tenemos que decirselo a Renato, esto sólo va ayudarte un poco-explicó en el mismo momento en el que él entrelazó su mano con la de su novia.

-Sí me muero, al menos quiero hacerlo sosteniendo tu mano-anunció con voz amortiguada. Danna rio.

-Dios, pero que dramático. ¡No vas a morirte, novio! En primer lugar porque es fiebre, en segundo lugar porque no tienes mi permiso para dejarme; y en tercer lugar porque prometiste que ibas a quedarte conmigo por el resto de tu vida-protestó ella. Christopher sonrió debilmente y llevó la mano de la muchacha a sus labios.

-Te amo-respondió en un murmullo antes de sus ojos se cerraran de nueva cuenta. Danna sonrió y se inclinó sobre él para besar su mejilla.

-Y yo te amo más, mi amor...

(...)

A la mañana siguiente lo primero que vio cuando abrió los ojos fue la blanca y desnuda espalda de Christopher.

La noche anterior cuando el muchacho había comenzando a balbucear cosas inentendibles a Danna no le había quedado más remedio que ir hasta la habitación de su padre y explicarle que era lo que estaba pasando. Al principio, Renato se había mostrado reacio a aceptar que Danna compartiera la cama con Christopher, pero luego de un par de protestas por parte de la chica lo había hecho entrar en razón. Habían ido hasta el despacho y él llamó al médico de cabecera de la familia para que le diera instrucciones para controlar la temperatura corporal del muchacho  y luego ambos volvieron a la habitación de Danna.

No le hacía gracia que su hija durmiera con un semi desnudo Christopher, pero luego de hacerla jurar que se mantendría lo suficientemente alejada de él, aceptó. Después de todo, Christopher estaba dormido y era totalemente inofensivo.

Danna pasó lentamente su dedo indice entre los omoplatos del muchacho y rio en voz baja cuando se percató de la manera en la que la piel del ecuatoriano se erizaba bajo su toque. Christopher se giró en la cama aun con los ojos cerrados, le ofreció una diminuta sonrisa y abrazó a Chrisgato que permanecía entre los dos.

-No puedo creer que hayamos amanecido en la misma cama y yo haya estado dormido todo el tiempo-protestó ofendido-¡Que decepción!-Danna rio un poco.

-¿Te sientes mejor?-cuestionó la muchacha mirándole con media sonrisa. Él también le sonrió y asintió un poco.

-Yo siempre estuve bien-alardeó.

-Por supuesto-respondió ella en tono burlón-anoche después de que te quedaras dormido, comenzaste a balbucear un montón de cosas que no entendí-murmuró sentándose lentamente en la cama.

-¿En serio?-ella asintió-Vaya, espero no haber dicho nada vergonzoso-Danna rio.-Por cierto, yo recuerdo que ayer cuando me dormí tenía una playera puesta, y hoy que desperté, estoy medio desnudo-explicó mirándola pícaramente y las mejillas de la castaña se sonrojaron-¿Pretendías robarme mi inocencia? Que pervertida, te querías aprovechar de este pobre hombre que estaba moribundo....-Danna suspiró.

-¡Dios! No.-Christopher rio, luego se incorporó un poco y reposó su cabeza en las piernas de Danna. Ella lo observó fijamente antes de comenzar a pasar las yemas de sus dedos por el rostro de su novio. Delineó sus labios, el puente de su nariz, la curva de sus mejillas, sus cejas y le sonrió.

-Gracias por cuidarme, Dan-murmuró sonriéndole.

-¿Cómo sabes que lo hice? Estabas inconsciente-declaró sin dejar de toquetear los labios de Christopher.

-Porque tienes unas tremendas ojeras que se nota a leguas que te desvelaste-ella suspiró de nueva cuenta.-Pero te miras más hermosa que de costumbre, dios, que enamorado estoy-anunció en medio de un largo suspiro.-Te amo, muñeca.

-Y yo te amo a ti....

(...)

-¡Hola!-saludó Camila llegando hasta donde los chicos, Mariana, los hermanos Francis y Danna estaban reunidos a las afueras del juzgado.-Pensé que llegaba tarde-comentó mirándoles.

-Yo pensé que habías dicho que tu madre había organizado un día familiar-comentó Zabdiel tomando su mano antes de besarla brevemente.

-Bueno, literalmente deshice el repentino plan de mi madre-añadió encogiéndose de hombros-además, no podía dejar a Danna, no hoy-la mencionada la observó un segundo y luego le sonrió un poco.

Los nervios que sentía eran palpables, sentía una sensación de vértigo disparándose por todas y cada una de las células de su cuerpo y el hecho de que el juicio se hubiese atrasado unos minutos no la ayudaba en nada. Manuel la había preparado mentalmente para lo que iban a hacer allá adentro. Del otro lado de la puerta estaría frente a frente con Marcus, una vez más. Una vez más ella iba a mirarlo a los ojos. Su parte razonable le gritaba que todo aquello estaba bien, que nada podía salir mal. Pero la parte insensata y temerosa que poseía le ordenaba que saliera huyendo, que entrar ahí no era más que un suicidio. Soltó un gemido de sorpresa cuando la mano de Christopher se entrelazó en la con la suya, su novio le ofreció una sonrisa cálida que la hizo estremecerse y soltar un suspiro.

-Dan....-la llamó Manuel y su corazón comenzó a tratar de perforar su pecho.-...es hora de entrar, amor....-anunció su tío y ella negó de inmediato.

-No...

-Danna-sus ojos se posaron en los de su padre un breve momento-¿Recuerdas porque estamos aquí, cierto?-ella asintió de inmediato-entonces, ve. Vamos a estar contigo y Manuel no va a dejar que ese hombre trate si quiera de acercarse a ti ¿entiendes?-asintió de nueva cuenta.

-Volveremos a estar juntos en un rato, preciosa-anunció Christopher antes de besarla brevemente. Los chicos la abrazaron brevemente antes de que Manuel se la llevara dentro de la sala.

Veinte minutos después la sala estaba medio llena. Ella se encontraba sentada en una pequeña mesa de madera junto a Manuel quién estudiaba algunos documentos con sumo cuidado, de vez en cuando le hacía comentarios sobre banalidades para distraerla, pero ella seguía en estado de alerta. Cuando el juez, un hombre de mediana estatura, con el cabello gris, regordete y de aspecto temible entró en la sala, Danna sintió su propia respiración atascarse en su garganta. Su estómago se hizo un nudo y su cabeza dio vueltas mientras su cuerpo comenzaba a temblar ligeramente. Manuel la observó un segundo y posó su mano en el antebrazo de la chica encima de la mesa.

-Vamos a estar bien ¿de acuerdo?-preguntó y ella lo miró fijamente. ¿Cómo iba a estar bien? Quería protestar pero sabía que no era el momento. Se limitó a asentir tratando de sofocar las incontrolables ganas de huir que estaban atacándola de repente.

Y luego lo vio. Su corazón dejó de latir y su respiración se volvió superficial.

Él estaba caminando lentamente dentro de la sala flanqueado por un guardia de seguridad uniformado. Tenía el mismo aspecto desaliñado que la última vez. Sentía la necesidad se girar a ver a sus amigos detrás de ella, pero Manuel le había ordenado que no lo hiciera, así que como también le había ordenado que respirara correctamente, sino terminaría desmayándose.

Su cuerpo entero tembló cuando una mano se posó encima de su hombro. Soltó un suspiro de alivio cuando de reojo observó a Renato, él no le dijo nada porque Manuel también les había prohibido hablar con ella una vez que estuvieran dentro de la sala de juicios.

El silencio reinó en la habitación tan pronto como el mallete del juez de estampó contra la base de madera. El hombre de cabeza grisácea se aclaró la garganta y soltó un suspiro de cansancio como sí odiara estar ahí. Tal vez lo hacía, y Danna lo comprendía porque a ella le pasaba exactamente lo mismo.

-Esta es la primera y última audiencia para determinar el estado de libertad del ciudadano Marcus Silvetti Prada, acusado por intento de homicidio en contra de la señorita Danna Allye...Silvetti-Francis.-Danna cerró los ojos tratando de ahuyentar el intenso hormigueo que sentía en todo el cuerpo.-Primero quiero escuchar a la parte que impone la querella.-Manuel se puso de pie, le ofreció una sonrisa genuina a la chica y caminó lentamente hasta posarse frente a Danna que permanecía sentada en la silla de madera.

-Buenas tardes, su señoría-saludó el abogado-Como usted mismo lo ha mencionado antes, estamos aquí porque mi clienta presenta una demanda en contra del...del señor Silvetti. La razón, intento de homicidio.-anunció con voz firme.-Anteriormente se ha levantado una demanda en su contra, y ha sido procesado de manera positiva, razón por la cual estamos aquí.

-Entiendo-dijo simplemente el hombre. Y Danna rezó con todas sus fuerzas para que nadie se atreviera a llamarla a declarar.

-Objeto, su señoría-exclamó el hombre envuelto en un traje diplomático que permanecía en silencio sentado junto a Marcus.-Antes de que el mundo entero comience a juzgar a mi cliente, creo que todos deberíamos saber las verdaderas razones por las cuales el reaccionó de esa manera. Después de todo, siempre dicen que toda acción tiene una reacción, tercera ley de Newton...

Christopher luchó consigo mismo para mantenerse en silencio. ¿Cómo era posible que ese ser despreciable que se hacía llamar abogado estuviese si quiera insinuando que Danna lo había provocado? Eso no tenía sentido. Quiso levantarse de su asiento e ir hasta él y golpearlo hasta que su estúpido rostro quedara irreconocible.

-Dudo mucho que mi cliente haya planeado que el señor Silvetti, su propio padre, la intentara matar, no una sino dos veces-los presentes no pertenecientes a la familia contuvieron el aliento.

-Solicito la presencia de la señorita Danna Allye Silvetti a declarar-Danna lo miró horrorizada. Luego llevó su mirada hasta Manuel, quién la miraba expectante.

Se levantó lentamente y desfiló hasta un estrado donde un guardia de seguridad estaba esperándola. La hizo pasar a un medio cubículo y le ofreció una sonrisa genuina mientras ella luchaba con la ansiedad que sentía.

-La estamos esperando señorita Silvetti-declaró el juez. Danna lo miró un breve segundo con el ceño fruncido. Quería pedirle que no la llamara "señorita Silvetti", quería decirle que su apellido era Francis, pero no podía hacerlo. Eso iba a ser una falta de respeto y Manuel también se lo había prohibido.

Respiró profundamente y jugueteó con sus manos un par de segundos.-Cuando tenía cinco años...Marcus Silvetti, intentó matarme...-comenzó en voz baja sin mirar a nadie en particular.

-¿Cómo fue?-escuchó la voz de Manuel.

-Empleó un trozo de cristal de una botella de licor. Fue...lo enterró en mi estómago-añadió y fue consiente de varios gemidos por parte de las mujeres que se encontraban sentadas en uno de los laterales de la sala.

Los chicos la observaron desde la distancia con muecas de horror en el rostro.-Objeto su señoría, mi cliente estaba ebrio. Una persona cuando esta ebria suele llevar a cabo acciones imprudentes-siseó el hombre cruzándose de brazos.

-Una persona ebria sí, pero atentar contra la vida de tu propio hijo no es una acción imprudente, es una acción premeditada, y totalmente ruin-contradijo Manuel de inmediato.-Esa es una acción que solamente una persona demente haría.-añadió bajo la atenta mirada del hombre.

-Silencio, ambas partes. Continué señorita Silvetti-agregó en dirección a Danna.

-Luego de que mi padre intentara asesinarme, estuve algún tiempo en el hospital y finalmente fui llevada a una casa hogar, ahí fue donde crecí hasta que Renato Francis me adoptó-susurró.

-¿Tienes usted señorita Silvetti alguna prueba contundente de lo que está diciendo?-señaló el abogado de Marcus.

Danna intercambió una mirada con Manuel, el hombre asintió y Danna palideció en un segundo.-Sí.

-Solicito permiso que para que mi cliente muestre la prueba que la parte que apela solicita-habló Manuel.

-Permiso concedido-declaró el hombre y Danna lo hizo. Se puso de pie y lentamente alzo un poco la blusa para dejar al descubierto la cicatriz que llevaba en el vientre. Marcus jadeó, sabía que eso era todo lo que necesitaba para pasar el resto de su vida detrás de las rejas de prisión. Solamente un milagro podría hacerlo salvarse de pagar por ello. Las mujeres volvieron a jadear al unísono y el corazón de Christopher se rompió de inmediato. Todavía no podía creer que aquella chica valiente que estaba mostrándole al mundo la cosa que más ala avergonzaba fuera su enana.

-Eso puede ser....-Manuel suspiró.

-Atrevase a decir que es una prueba falsa y yo le prometo que yo mismo, levantaré una demanda en su contra por calumnia delante de una autoridad-sentenció con molestia.-Esa prueba no es falsa, Danna ha tenido que vivir con ella desde que tiene cinco años ¿Le parece eso un falseo de pruebas?-escupió con sorna. El juez volvió a golpear el mallete contra la base de roble y suspiró.

-Orden. Señorita Silvetti, puede continuar por favor.-anunció el hombre.

-Hace unas semanas intentó matarme de nueva cuenta-soltó simplemente, como sí estuviese contando lo que había desayunado esa mañana.-intentó estrangularme-agregó en voz baja.

-Objeto su señoría, ¿Qué prueba tiene de eso, señorita Silvetti?-Danna negó un poco. Ese hombre y su penetrante mirada la ponían nerviosa.

-Reporte clínico-anunció Manuel sosteniendo en su mano lo que parecía ser un reporte de hospital.-Aquí está la fecha de ingreso y las razones por las cuales mi cliente estuvo en un hospital. No me dejará mentir, desde ese día Marcus Silvetti Prada ha estado detenido siendo acusado por intento de homicidio-el abogado soltó un jadeo. Marcus bajó la mirada y Danna tembló.

-Objeción, señor-exclamó el hombre-Puede que esa prueba sea oficial, pero todos los aquí presentes sabemos que con una buena cantidad de dinero las cosas se consiguen más fácilmente-Manuel lo miró indignado.

-Ahora además, me está acusando de ser un corrupto y no tener ética profesional-chilló ofendido.-Objeto de nuevo-murmuró entre dientes-Las pruebas que aquí se han presentado no han sido falsas. Sí el señor aquí presente alguna vez lo ha hecho, no puede decir lo mismo de mí-añadió.

-Orden, señores-señaló el hombre-De ustedes no quiero escuchar una sola cosa más. Llamo a la parte acusada a exponer sus razones por las cuales cometió acciones imprudentes, tal como lo ha denominado su propio abogado.-Manuel caminó de inmediato hasta Danna, la tomó de la mano y luego la condujo de nueva cuenta hasta le mesa que ellos ocupaban.

-Lo hice-declaró simplemente apenas se sentó en el lugar en  el que Danna había estado antes-Yo lo hice, intenté matarla-Renato lo observó con los ojos desorbitados mientras el rostro del abogado de Marcus adquiría color.

¡El hombre ni siquiera estaba defendiéndose!

-¿Tiene algo más que decir, señor Silvetti?-cuestionó el juez con voz monótona.

-No.

El ruido del mallete golpeándose contra la madera volvió a escucharse en la sala y todo el mundo quedó en silencio al instante.

-En vista de la afirmación del señor Marcus Silvetti Prada, y por el poder que me confiere la ley lo declaro culpable con una condena a notificar en una próxima sesión individual privada y desde este momento queda cerrado el caso Silvetti-Francis....

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Holaaaa.

En este momento quiero darle las gracias a mi profesora de leyes porque por fin pude aplicar en la vida todo lo que me enseñó. Profesora Estrada, sí está leyendo esto, millones de gracias. JAJAJAJAJAA okaynooo.

Dinámica de hoy;

Si pudiesen elegir entre RICHARD, ERICK Y JOEL...¿A quién besan? ¿Con quién se casan? ¿A quién ignoran?

¡Díganme que las leo!

¡Les envío un beso muuuuuuuuuuuuuuuuy grande! ¡Mucho amoooooooooooors!

G. xx

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