C25: Secretos y promesas rotas.

¡Ese tenía que haber sido el momento más incómodo en la historia de los momentos incómodos!

La cabeza de la castaña no podía dejar de dar vueltas apenas entró en la pista de patinaje y su mirada se encontró con el rostro, el labio partido y el ojo morado de Axel Evenson. Erick tenía un buen gancho derecho, definitivamente. Lo miró un segundo y decidió alejarse tanto como le fuese posible de él. Los Wheels parecían no darse cuenta de la tensión que estaba creciendo en el ambiente, seguían parloteando sobre alguna nueva idea que tenían en mente o cualquier otra cosa de la que Danna no tenía ni idea porque estaba demasiado ocupada observando el suelo para no tener que ver el rostro mallugado del chico que realmente no les estaba prestando demasiada atención. Incluso aunque no debiese, se sentía un poco culpable

—¿Te parece bien, Danna?—cuestionó Evan cruzándose de brazos y mirándola con una ceja enarcada.

—Eh... ¿Qué?—murmuró avergonzada.

—Danna, ¿te pasa algo? Porque tengo la impresión de que podríamos proponer salir a patinar vestidos de teletubbies y a ti te parecería una idea fantástica—señaló Ady mirándola con fijeza y un deje de diversión.

—Eh, no. No me pasa nada, me duele la cabeza un poco solamente. Estoy bien—aseguró mirando a la chica. Luego pasó su mirada por cada uno de los rostros de sus compañeros cuidando no mirar demasiado a Axel.

Afortunadamente para Danna, Cindy decidió aparecer en ese momento. Y ese tenía que ser su día de suerte porque Cindy los hizo patinar individualmente, le proclamaría amor eterno por el resto de su vida, estaba decidido. Estuvieron rodando un rato por la pista hasta que el entrenamiento llegó a su fin, se reunieron alrededor de ella y la observaron fijamente.

—Competencia en una semana—Y esas cuatros palabras bastaron para que ocho personas la observaran con increíbles sonrisas instalas que los labios que la hicieron sonreír. —Y además de eso, tendremos el honor de hacer el número inicial de una competencia en la que ni siquiera vamos a participar....—agregó con orgullo.

—Espera un segundo, Cindy—la interrumpió Lucy— ¿Eso quiere decir que nosotros...?—Cindy asintió.

—¿Recuerdan el otro día cuándo los hice bailar sin patines y que ustedes no dejaron de protestar en todo el entrenamiento porque querían usarlos? Bueno, pues para esto era. —explicó sonriente.

—Oh por Dios, eso es increíble, Cindy—murmuró Melanie con una enorme sonrisa tirando de sus labios.

—¿Y cómo por qué nosotros seremos los encargados de abrir la competencia en donde ni siquiera vamos a presentarnos?—quiso saber Uri mirándola con detenimiento.

—Porque son los actuales campeones ¿les parece poco?—se rio la mujer.—Chicos, no le den muchas vueltas, las cosas son así y ya. Muchos patinadores quisieran tener la oportunidad de que otras pistas les reconozcan su trabajo y los tomen en cuenta para hacer un número inicial en una competencia importante, ustedes la tienen y parece que en lugar de alegrarles la idea les aterra—los acusó con los ojos entrecerrados.

—No es eso, Cindy. Lo que pasa es que para nosotros es más fácil bailar en patines que sin ellos—se quejó Evan.

—En fin, no piensen en eso y mejor piensen en todo lo que van a divertirse—finalizó—ahora vayan sacarse los patines...

—Hey Danna—la llamó Lucy antes de que pudiese echar a andar lejos de sus amigos.—Esta tarde en mi casa haremos una especie de tarde de chicas, Camila y tú deberían venir—Danna sonrió.

—Ah, le preguntaré a Camila y te confirmo más tarde ¿sí?—suspiró—Por cierto Lucy, felicidades por tu nueva relación con Joey, estoy muy segura que no vas a arrepentirte, es un chico sumamente dulce—Las mejillas de la pelinegra se sonrojaron de inmediato y Danna rio un poco.

—Gracias...—susurró—¿Cómo haces para lidiar con todo lo que eso conlleva?—murmuró mirándola fijamente. Danna también la miró un largo segundo y luego sonrió.

—No pienses en ello, mejor disfrútalo. Joel es muy especial y jamás va a hacer nada para lastimarte—Lucy sonrió ampliamente.

—Supongo que tienes razón....—susurró.

—Nos vemos más tarde, Lucy—respondió la castaña antes de alejarse a los lockers.

Patinó lentamente hasta alcanzar el pequeño pasillo que daba a la entrada del lugar abarrotado de estantes metálicos pintados en diferentes colores. Se sentó en una banca para sacarse los patines y cuando levantó la mirada quiso huir de inmediato.

Axel Evenson la estaba observando fijamente, no como la última vez, parecía arrepentido.

—Lo siento, Danna—murmuró sin apartar sus ojos del cuerpo de la chica.

—¿Qué...?

—En serio, lamento haberte besado a la fuerza. Estuvo mal.—Danna suspiró y su cuerpo se relajó un poco. Volvió a llevar su mirada a los cintas medio desatadas de sus patines y siguió con su labor.—Al menos dime algo, por favor. Insúltame, lánzame los patines, lo que sea pero no te quedes callada—Ella lo miró de nueva cuenta y negó levemente.

—Erick tiene un buen gancho derecho, ahora entiendo porque se fracturó una mano—Axel sonrió forzadamente y luego negó.

—El labio fue Erick—murmuró—el ojo, Christopher....

—¿Qué? ¿Christopher?—exclamó con sorpresa.—No él...no...

—Zabdiel fue testigo, Danna; puedes preguntárselo—hizo una pausa—aunque no creo que te lo diga, ellos son amigos, y encima ahora me odian...

Danna negó un poco.—Lo lamento, Axel.—susurró avergonzada.

—No, tú no tienes que pedirme disculpas por nada. Soy yo quién debería estar de rodillas pidiéndote una enorme disculpa por la manera en la que me comporté.—explicó ofreciéndole una torcida sonrisa a modo de disculpa.

—Sólo...olvidémoslo ¿sí?

(...)

—¡Danna!—se quedó estática en su lugar apenas atravesó la puerta de su casa. Una figura masculina entró en su campo de visión y una enorme sonrisa automáticamente se instaló en sus labios.

—¡Manu! ¿Qué estás haciendo aquí?—cuestionó mirándolo con una ceja enarcada. Su tío la envolvió en un pequeño abrazo que ella correspondió totalmente feliz.

—Pensé que ya sabías que iba a venir a visitarlos—respondió sonriéndole ampliamente.

—Sí pero no sabía que tan pronto—rio—en fin, que bueno que estás aquí...

—¡Qué bueno que llegas, Dan!—apartó la mirada de su tío y observó la figura femenina que se acercaba a ellos con un bebé en brazos.

—¡Mariana!—exclamó entusiasta.

—Qué bueno que llegas, en serio. Christopher está sufriendo, Manuel no ha dejado de lanzarle amenazas—lo acusó achinando los ojos. Danna soltó una risita divertida.

—Me alegro tanto de que estén aquí, es increíble.—sonrió y caminó hasta Mariana—Y Leah...creo que estoy soñando—la pareja rio y la bebé se removió entre los brazos de su madre.

—No estás soñando, Dan. Tu tío favorito está en Miami—Danna rio y Manuel la observó detenidamente—y ahora que sí tienes patines en mano...puedes mostrarme lo buena que eres porque no es por ser chismoso ni nada, pero Renato siempre dice que eres excelente en el patín, incluso dijo que una pista estaba interesada en ti y...—Tan pronto como las palabras abandonaron sus labios, se arrepintió un momento después. Los ojos de Danna se posaron en él y se ceño de frunció de inmediato.

—¿Qué?

—¡Manuel!—chilló Mariana totalmente ofendida. Las mejillas del hombre adquirieron color y el corazón de Danna dejó de latir.

¿Cómo es que Renato sabía de aquello y a ella nadie le había dicho nada? ¿Cuándo rayos pensaban decírselo?

—Yo...pensé que lo sabías, Dan.—ella negó un poco.

—No importa—se obligó a decir, pero sí que importaba.—Yo, iré a dejar mis patines a mi habitación, ahora regreso—murmuró para luego echarse a caminar antes de que sus tíos tuviesen la oportunidad de decir cualquier otra cosa.

Así que de nuevo ellos tenían secretos para Danna. Cerró la puerta con fuerza y se sentó en el filo de la cama sin dar crédito a la nueva información. ¿Pero qué era lo que su padre pensaba? No era una nena de cinco años para que le ocultaran todo, primero Christopher con su promesa rota. Casi le había suplicado que dejara el tema de Axel y el beso forzado por la paz, y él muy a su pesar lo había prometido. Y ahora se enteraba que había decidido pintarle el rostro de púrpura a Axel a base de golpes. ¡Era un salvaje! Y ahora Renato. No le sorprendía el hecho de que supiera eso porque después de todo, él estaba saliendo con Cindy por lo cual no era raro que obtuviese ese tipo de información pero de eso a que él no le dijera nada, era algo totalmente diferente.

Y no le agradaba para nada.

Y. Oh. Joder. ¿Cómo es que una pista se había interesado en ella? ¿En ella que era una principiante? Soltó un largo suspiro y se llevó las manos al rostro en un intento desesperado por ahuyentar las locas ideas que estaba teniendo. Se sentía como si de repente tuviese una mini Danna ángel y una mini Danna demonio aconsejándola, volviéndola loca. Quería llorar de la emoción por saber que alguien estaba reconociendo su esfuerza ofreciéndole una oportunidad pero por otro lado quería encontrar a Renato y refunfuñar contra su persona hasta que su cerebro se vaciara de información. Quería ir y besar a Christopher por defenderla de Axel y por otro lado quería estrellar su cabeza contra una pared por mentirle.

Un par de suaves golpes en la puerta la hicieron salir del trance, murmuró un pase y un segundo después Erick, Richard y Joel –con Leah en brazos- quedaron a su vista.

—Leah estaba muy ansiosa por ver a su prima—susurró Joel acercándose a ella lentamente para que pudiera ver a la bebé que lo observaba con sus pequeños ojitos.

—¡Dile a Dan quién es tu prima favorita, Leah!—exclamó Erick acercándose a ellas.

—¿Qué es lo que te pasa?—preguntó Richard mirándola cruzado de brazos.

—Voy a hacerles una pregunta y sólo quiero que me digan sí o no. Nada más.—sentenció mirándolos a los tres.

—Dan...

—¿Ustedes sabían que Christopher se había agarrado a golpes con Axel, verdad?—interrogó mirándolos.

—Dan, nosotros...

—¿Sí o no?—los presionó con algo de molestia filtrándose en su voz.

—Si—murmuraron los tres a coro.

La puerta volvió a abrirse y un ecuatoriano de ojos castaños y linda sonrisa quedó a su vista. La sonrisa que portaba Christopher se esfumó de golpe al ver el rostro contrariado de la chica y las muecas de sus amigos. Los observó unos breves segundos y luego suspiró pesadamente.

—¿Por qué tienen esas caras?—cuestionó comenzando a avanzar en dirección a Danna.

—Creo que nosotros nos vamos, Leah está empezando a sentirse inquieta—inquirió Richard mirando a la niña que permanecía totalmente quieta jugueteando con el ancla que Joel llevaba al cuello y balbuceando sin parar.

—Yo no la veo inquieta—espetó Erick mirándola también.—¡Ay!—se quejó un segundo después cuando el codo de Richard se encajó en sus costillas—Sí, tienes razón, está muy inquieta, vámonos de una vez—murmuró desesperadamente apenas comprendió el mensaje.

Christopher los miró fijamente sin comprender que era lo que se traían esos tres, los siguió con la mirada hasta que salieron de la habitación y luego observó a su novia con una sonrisa que ella no respondió. Entonces comprendió de golpe que algo andaba mal.

—¿Dan?

—¿Cuándo pensabas decirme que decidiste romper la promesa que me hiciste e ir a golpear a Axel? ¡Te dije que no quería que lo hicieras, Christopher! Con el puñetazo que Erick le había dado ya era suficiente—exclamó con voz neutral.

—Así que te lo dijo...—ella lo retó con la mirada y negó un poco.

—Hoy lo vi en la pista—susurró simplemente.

—¿Y también te dijo porque?—Danna lo miró con una ceja enarcada—Escucha, yo no quería Danna, no iba a hacer nada porque te había hecho una promesa pero él vino a provocarme, fue él quién comenzó a burlarse de mi diciendo que besabas muy bien y que lo preferías a él—ella rio sin ganas.

—¿Y tú le creíste?—le espetó ofendida.

—No. Porque yo confío en ti ciegamente y lo sabes.—negó—pero no pude evitar que el coraje y la frustración me dominaran y sí, le di un puñetazo y no te voy a negar que se sintió condenadamente bien pero fue porque él me provocó, Zabdiel está de testigo.—Danna suspiró y volvió a llevarse las manos al rostro en un intento por no echarse a llorar porque en realidad no sabía que era lo que le pesaba más, la promesa rota de su novio o el secreto que su padre le estaba ocultando.—Dan... ¿me crees, cierto?—murmuró Christopher poniéndose de rodillas frente a ella.

—Sí...

Él la contempló detenidamente y luego la obligó a míralo a los ojos.—¿Pasa algo más, cierto? No puedes mentirme, te conozco como la palma de mi mano—Ella negó de inmediato.—Dan...

—No sé que es lo que me pasa, Christopher. Debería estar feliz porque Manu, Mariana y Leah están aquí, porque aunque salvaje, tengo un novio que me protege y porque...porque todo parece marchar bien, pero no puedo...siento la necesidad de llorar y no sé por qué.—le explicó a toda prisa.—siento que estoy volviéndome loca y las palabras de Marcus no salen de mi maldita cabeza...están ahí, torturándome lentamente...

—Mi amor...

—Quiero que la Tierra se abra en este momento, me trague y no me devuelva jamás.—agregó con las primeras lágrimas brotando de sus ojos.

—Que nos trague a los dos entonces porque no voy a permitir que me separe de ti—murmuró antes de abrazarla con fuerza.—Creo que la visita que le hiciste a Marcus te dejo sensible, eso es todo. No es como para que quieras que el orbe de la superficie terrestre te trague, estás vulnerable y eso es todo...

—Lo odio...lo odio con todas mis fuerzas—lloriqueó.

—Hey Danna, no digas eso. Entiendo que lo que él te hizo es como para aborrecerlo por el resto de tu vida pero tú eres Danna, eres la persona más increíble sobre la Tierra y tienes el corazón tan enorme y tan lleno de amor que no te queda espacio para el odio.—explicó el muchacho apartándose y mirándola a los ojos fijamente—Y yo te amo por eso, te amo porque a pesar de todas las cosas malas que te han pasado te has mantenido fiel a tu esencia. Eres fiel a ti misma y eso es algo digno de admirarse...—los empañados ojos de la castaña lo observaron detenidamente.

—Yo...no...yo...

—No tienes que hacerte la fuerte todo el tiempo, eres un humano y sentir dolor y ganas de llorar es lo que te hace sentir más viva y más humana que nunca.—suspiró—además no estás sola, tienes a tus amigos que son como tus hermanos, a Camila que prácticamente es tu hermana...tienes a Renato, me tienes a mi...

—¿Por qué eres tan cursi y siempre sabes que decir para hacerme sentir bien?—él rio antes de acercarse a sus labios y poder besarla fugazmente.

—Porque me la paso todo el tiempo en internet buscando frases motivadoras para novias chillonas—Danna le ofreció un golpe en el hombro y él soltó una carcajada.

—¡Idiota!—masculló limpiándose las lágrimas de las mejillas.

—¡Pero me amas! Y sí, soy un ególatra y también sé que vas a amarme por el resto de tu vida porque eso es lo que mejor hacemos tú y yo, amarnos—alardeó sonriéndole tiernamente.

Danna volvió a besarlo con ternura y él sonrió brevemente.—Gracias por elegirme, Christopher....—murmuró apoyando su frente en la de él.

—No. Gracias a ti por existir, muñeca...

_ _ _ _

¿Están todas bien luego de tanta miel derramada? ¿O tengo que llamar al 911? AJAJAJA, que lo disfruten chicas. Un besoooo.

#977 en Fanfic el día de hoy. ¡GRACIAS Y ABRAZOS INFINITOS!

Amor y paz, G. xx

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