C1: Como la primera vez.

—¡Vamos, Melanie! ¡Despierta! No te quedes atrás y sígueme—ordenó Axel a gritos. Danna se sentó junto a Joel en las gradas de Super Wheels, apoyó su cabeza en el hombro del chico y sonrió. ¡Los había extrañado horrores!

—¡Danna!—la llamó Ady apenas notó su presencia y se echó a andar acercándose a ella. La castaña apartó su cabeza del brazo del muchacho y en menos de lo que pensaba, todos sus compañeros de equipo ya estaban frente a ellos detrás de la valla de seguridad.

—¡Luces mucho mejor ahora!—comentó la rubia con una bonita sonrisa.

—Según me contaron la última vez que me vieron, estaba medio muerta saliendo en brazos de un chico—bromeó y Uri rio.

—¡Nos diste un susto de muerte, Danna!—le espetó Evan.

—No fue para tanto—masculló la castaña cruzándose de brazos.

—¿Ya vas a volver a la pista? ¡Tienes casi tres semanas de inactividad!—se quejó Juls—Entendemos que después de lo que pasó no tengas ánimos para patinar pero esos patines no se van a amoldar solos—Danna rio.

—Por cierto, ¿Quién es él?—cuestionó el otro mellizo estudiando a Joel con la mirada. Danna sonrió y sus mejillas se sonrojaron de inmediato.

—¡Soy una grosera!—murmuró para sí misma—Lo lamento, Joey. Chicos, él es Joel Pimentel, uno de mis mejores amigos.—hizo una pausa y miró al chico sonrojarse—Y Joel, ellos son Evan, Uri, Juls, a Axel ya lo conoces, ella es Melanie, Ady y esta de aquí, es Lucy—las mejillas de la muchacha se sonrojaron y Joel le sonrió.—Creo que ya los habías visto en la competencia—el mexicano asintió.

—Es un gusto—respondió Evan.

—¡El gusto es mío!—contradijo el mexicano—Eh, lo que hacen es...realmente alucinante—agregó ofreciéndoles una pequeña sonrisa que los Wheels le correspondieron de inmediato.

—Gracias. Ahora, volviendo a las preguntas, ¿Cuándo demonios piensas volver?—cuestionó Evan cruzándose de brazos.

—No lo sé—murmuró—justamente ahora mi padre está hablando con Cindy, es un poco paranoico y...bueno, es una suerte que no tenga un par de guardaespaldas detrás mío.—los muchachos rieron, pero Danna y Joel en el fondo sabían que aquello era cierto.

—Entonces... ¿solamente estás de visita?—preguntó Lucy tratando de mantener la mirada en Danna no en su amigo.

—Si—respondió la chica con media sonrisa.—Pero espero estar de vuelta muy pronto. Por cierto, Cindy me hizo llegar mi medalla chicos, todavía no puedo creer que ganáramos—Axel rio.

—¿Y qué querías, Dan? ¡Sí somos los mejores!—Danna negó con su cabeza con total diversión.

—Dan, Joel—ambos chicos se giraron de inmediato para encontrarse con Renato junto a la entrenadora de los Wheels acercándose a ellos—tenemos que irnos...—anunció ofreciéndoles una pequeña sonrisa a los muchachos.

—¡Esperamos en serio que vuelvas pronto, Danna!—comentó Melanie sonriéndole apenas la chica se giró para mirarla.

—Yo también lo espero....

(...)

Danna Francis avanzó lentamente por el pasillo que conducía al jardín trasero de la casa, le apetecía y sus pulmones pedían a gritos tomar un poco de aire natural y que mejor que el aire fresco del atardecer, soltó un pequeño suspiro sin detenerse y justo cuándo llegaba a la puerta de cristal corrediza su corazón se aceleró y automáticamente detuvo su andar.

Los acordes de la guitarra perforaron sus oídos y sintió su cuerpo relajarse antes las primeras notas de la canción que alguien estaba tocando en el salón de televisión, tenía que ser alguno de los chicos, no tenía dudas.

Se pegó a la pared y agradeció de inmediato que la puerta estuviese abierta, se asomó lentamente y su pulso se disparó cuándo contempló de espaldas a Christopher.

El ecuatoriano se encontraba sentado en uno de los extraños sillones rojos, con la guitarra en el regazo y la vista clavada en las cuerdas; comenzó a acariciarlas con las yemas de sus dedos y sonrió. Tocar la guitarra siempre lo relajaba y lo único que necesitaba en ese momento, era precisamente eso.

Relajarse.

—Si...sí te vas a ir, no me dejes nada. Llévate tus risas, tus caricias y tu voz. Si no vas a volver, llévate tu mirada...la que me recuerda que me amaste un día... cuántas cosas no te dije...cuántas te oculté...y te irás, te iras. Dejando aquí en tu lugar, un gran vacío. Y te irás, te irás como un cometa que se va, sin un destino...Buscando en el espacio lo que no encontró...en mis brazos...

Danna se apoyó en el umbral de la puerta sintiendo como su corazón se apretaba dentro de su pecho en respuesta a la melodiosa voz de Christopher. La canción era totalmente preciosa y la manera en la que él la estaba cantando era...totalmente única.

Se cruzó de brazos sin apartar la mirada del muchacho que inconsciente de su espectadora, seguía con su labor.

Devuélveme mi luz, y arráncame tus palabras, tus promesas, tus mañanas que no existirán...mis lágrimas que hoy, descansan sobre mi almohada, te las cambio por la herida de tu ausencia...cuántas cosas no te dije, cuántas te oculté... y te irás, te irás. Dejando aquí en tu lugar, un gran vacío. Y te irás, te irás como un cometa que se va, sin un destino...Buscando en el espacio lo que no encontró...en mis brazos...

¿Qué era lo que pasaba con ella? ¿Por qué sentía esas incontrolables ganas de llorar? Parpadeó varias veces sintiéndose totalmente rara, una extraña sensación se instaló en su cuerpo y sintió sus piernas comenzar a temblar.

Sabía que tenía que marcharse en ese mismo momento porque era una intrusa que estaba interrumpiendo la intimidad de Christopher. Era un momento a solas suyo y ella no tenía por qué estar ahí, pero parecía realmente como sí sus piernas se hubiesen fundido y no pudiera moverse, sus ojos tampoco podían apartarse de la figura del muchacho que continuaba tocando la guitarra sin saber que ella estaba justo detrás de él.

Y entonces su maldito teléfono comenzó a sonar. Christopher se giró de inmediato y Danna se sonrojó notablemente. Le ofreció una tímida sonrisa a modo de disculpa y fue entonces cuándo pudo apreciar los ojos cristalizados del muchacho.

Sintiéndose la peor persona sobre el planeta tierra sacó el teléfono del bolsillo de sus jeans y se juró a sí misma golpear a Erick por haberle enviado un mensaje de texto que ignoró para volver a ver al chico frente a ella.

—Lo siento. Yo...eh...estaba caminando para ir al jardín y bueno...escuché que alguien tocaba la guitarra...y...—Christopher parpadeó un par de veces como sí no pudiese entenderla y eso solamente provocó que Danna se volviera a sonrojar.

—No te preocupes...no pasa nada—suspiró—No es la primera vez que me escuchas cantar o tocar la guitarra—murmuró en respuesta.

Cometa es una canción sumamente hermosa—respondió ella y un dio paso al frente. Christopher dejó la guitarra de lado y le ofreció una pequeña sonrisa.

Se mordió la lengua para no decirle que esa canción estaba cantándola para ella. Se sentía de la misma manera en la que se había sentido la primera vez, se sentía vulnerable y verla a ella pasando tiempo con sus amigos y sonriendo con ellos no lo ayudaba en nada.

No sentía celos de ellos, porque todo el mundo sabía que ella estaba tan enamorada de él, como él de ella. La única que parecía no saberlo –o no querer aceptarlo- era la misma Danna.

—Es una canción realmente hermosa—respondió y luego volvió su vista al suelo. Escuchó los pasos de la chica acercándose y apenas la vio frente a él levantó la mirada.

—Creo que nunca te lo había dicho, Christopher. Pero tienes una voz realmente bonita.—lo halagó y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas.

Él le sonrió y se puso de pie para después dejarse caer a lado de la muchacha adoptando la misma posición que ella. Le ofreció una pequeña sonrisa que hizo que el corazón de la chica temblara y apartó su mirada castaña de los ojos de su compañero.

Sí Danna Francis seguía mirándolo, estaba completamente segura que terminaría desmayándose. La mirada de Christopher le seguía encantando como la primera vez, era ese tipo de sonrisa que podría hacer derretir medio Alaska. Ese tipo de sonrisa que te hacía sentir segura, el tipo de sonrisa que podría conquistar al mundo, que podía conquistarla a ella.

—Muchas gracias—respondió—Eh, Dan...

Ella volvió a mirarlo y se arrepintió en el segundo en el que sintió aquella corriente eléctrica recorrer toda su médula espinal. Notó sus mejillas calentarse y el corazón comenzó a golpetear violentamente dentro de su caja torácica.

—¿Si?

—Uhm, he estado pensando... ¿te gustaría ir al cine conmigo?—preguntó finalmente y ella sonrió ampliamente.

—Nunca he ido al cine—se rio—O por lo menos que yo lo recuerde—se encogió de hombros.—Pero si, obvio.

Christopher sonrió y por pura inercia llevó su mano derecha a la mejilla de Danna. Ella lo miró fijamente y pudo ver los ojos del muchacho brillar con tanta intensidad que por un momento pensó que estaban reflejándose un millón de estrellas en ellos.

Una auténtica sonrisa se formó en los labios del ecuatoriano, una de esas que Danna no había visto muy a menudo en las últimas casi cuatro semanas. Sus piernas volvieron a convertirse en gelatina y agradeció mentalmente estar sentada.

Luego fue testigo de cómo Christopher Vélez comenzó a acercarse a ella lentamente, como sí estuvieran en una especie de película y fuera un efecto de cámara lenta. Danna parpadeó varias veces tratando de despertar del lindo sueño que estaba teniendo, pero para su sorpresa no podía. ¡Porque no era un sueño! Se encontró de frente con la realidad y su corazón explotó de emoción –literalmente- dentro de su pecho cuándo comprendió que en verdad él iba a besarla.

¿Cuánto había deseado aquel momento? Tenía que admitir que en los últimos días no hacía más que desearlo, deseaba volver a sentir el delicado y suave roce de sus labios pero era demasiado tonta y tímida como para decírselo directamente. Además, ¿no era ella quién quería ir despacio? ¿Comenzar desde cero?

¡Vaya estupidez que se le había ocurrido!

Apenas sintió el cálido aliento de Christopher chocar en sus mejillas su cuerpo comenzó a temblar y él lo notó de inmediato. Sonrió internamente por saber que era él quién provocaba aquello en esa chica, en su chica. Porque pudiese ser que estuvieran separados, pero Danna era suya. Se pertenecían el uno al otro y eso nada ni nadie iba a cambiarlo jamás.

¡Moría por besarla!

¿Se te olvida que vamos a empezar desde cero, Christopher? Tan pronto como el recuerdo llegó a su mente cambió de parecer.

Danna cerró sus ojos disfrutando de la cercanía del muchacho y justo cuándo estaba por besarla su corazón se partió en dos. Los labios de Christopher se posaron en su frente y su mano se alejó de su mejilla.

Ella abrió los ojos de inmediato y le ofreció una sonrisa forzada que él correspondió de inmediato.—Le preguntaré a Renato sobre el cine.—anunció en voz baja y luego se puso de pie.

La chica asintió todavía completamente aturdida por lo que acababa de pasar. ¡Demasiado bueno para ser verdad! Pensó amargamente mientras lo observaba salir de la habitación dando grandes zancadas.

—¡Que tonta eres, Danna!—se regañó a sí misma totalmente frustrada—¡Por supuesto! Pídele un tiempo y luego espera a que te bese...¡tonta!

Apoyado en la pared Christopher sonrió. ¡No cabía duda de que ella deseaba ese beso tanto como él! Una nueva idea se formó en su cabeza y se marchó de inmediato cuándo escuchó los pasos de Danna acercándose mientras seguía refunfuñando contra sí misma.

Sí Danna Francis pensaba que iba a librarse de él tan fácilmente, estaba muy equivocada. Ella iba a volver con él y sí para eso tenía que mover cielo, mar y tierra, pues entonces eso era lo que haría.

Pero de que Danna volvía a enamorarse él. ¡Volvía a enamorarse de él!

_ _ _ _

¡Y AQUÍ TIENEN EL PRIMER CAPITULO, CHICAS!

Espero que les guste mucho, mucho, mucho. Y una súper disculpa por no haber actualizado antes, pero la computadora de mi hermano dejó de funcionar de repente y bueno, tenía demasiada tarea y yo solamente medio capítulo, así que...bueno, creo que se dan una idea.

En fin, muchos besos para ustedes y todas las buenas vibras.

All the love, G. xx.

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