Cap. 1: La terrible verdad...
La joven italiana siguió a Lisa Lisa hasta la salida del muelle, con paso titubeante. La castaña extendió su mano y, casi al instante, un taxi frenó delante de ambas.
-Sube- le indicó la mujer, abriendo la puerta trasera del coche para dejarle entrar.
(T/N) hizo lo que se le ordenaba, y tomó asiento dentro del auto. Lisa Lisa rodeó el vehículo y y se metió por la otra puerta. Luego le dió una dirección al taxista (el cual no podía dejar de mirar a sus dos atractivas pasajeras), y el viaje comenzó.
La italiana observó por la ventanilla la enorme ciudad que la rodeaba.
Nueva York difería notablemente de las clásicas ciudades italianas, siendo mucho más moderna y ruidosa.
El viaje transcurrió tranquilo. El chofer les preguntó si eran extranjeras, y Lisa Lisa respondió de mala gana que venían de Italia.
Después de eso, no se volvió a cruzar palabra.
No pasó mucho más hasta que llegaron al mismo centro de la ciudad. Fue entonces que el taxi se detuvo frente a un enorme edificio. Lisa Lisa pagó por los servicios y se bajó, seguida por (T/N). Lisa Lisa se encargó de llevar todas las maletas, a pesar de que la joven italiana trató de interferir para ayudarla.
-Bueno, estamos aquí. ¿Qué te ha parecido Nueva York hasta ahora? Es todo un basurero, ¿verdad?- dijo ella, mientras se metían al edificio.
-Bueno... no es comparable con Italia- le confesó la muchacha, con una leve sonrisa.
(T/N) estaba impresionada. A pesar de correr el año 1939, donde los adelantos tecnológicos aún eran escasos, ese edificio se veía bastante lujos y... ¿futurista? (T/N) no podía encontrar la palabra correcta para describir todo lo que le rodeaba. Hasta los ascensores tenían una tecnología impresionante allí.
-¿Su hijo es adinerado?- indagó (T/N), sumamente extañada.
-Podría decirse que sí... pero es TODO gracias a la fundación Speedwagon- respondió ella.
-¿Fundación?- la italiana tenía más dudas todavía.
-Sí, pero no necesitas preocuparte por eso. Vamos.
Ambas se metieron al ascensor y Lisa Lisa tocó el botón del piso doce, el último de todos.
La joven italiana se mareó otra vez gracias al viaje dentro de la cabina de metal, pero supo disimularlo perfectamente.
Finalmente llegaron al último piso. Lisa Lisa se acercó hasta una puerta y la golpeó repetidas veces. Nadie contestó, por lo que procedió a apuñalar el timbre con su dedo una y otra vez. Pero nada.
-Ese idiota... sabía que vendría y ni siquiera me esperó aquí- masculló ella -. Hazte para atrás, querida. Voy a abrir esta puerta.
(T/N) obedeció, retrocediendo un par de pasos. Lisa Lisa, sin ningún miramiento, levantó la pierna y asestó una certera patada a la cerradura. Milagrosamente su taco no se rompió, aunque el picaporte y la cerradura terminaron hechos pedazos.
Lisa Lisa se acomodó el vestido y la invitó pasar. La italiana dudó un momento... ¿En qué se había metido al seguir a esta mujer?
Al fin decidió entrar, seguida por Lisa Lisa. La castaña dejó las maletas a un lado de la puerta, y luego cerró como pudo.
(T/N) reprimió una exclamación de sorpresa ante el lujo de ese apartamento. Los muebles eran modernos, de un exquisito color amaderado. Y la vista que se divisaba desde allí arriba era lo más increíble que ella hubiera visto jamás.
-Bueno, seguramente el inepto de mi hijo se tomará su tiempo en volver... Mientras tanto, tú siéntete como en casa- soltó Lisa Lisa, caminando hacia lo que parecía ser la cocina.
(T/N) recorrió la estancia con la mirada. Técnicamente, ella provenía de una familia rica, por lo que el lujo no le era ajeno. Pero desde hace tiempo que no veía tanta opulencia. Para ser exactos: desde que su familia la había desheredado...
Como fuera, ahora no era momento para pensar en eso. Debía concentrarse en hallar a Caesar.
-Lisa Lisa... ¿sabes cómo buscar a alguien que se ha perdido?- indagó ella, tímidamente.
-¿Se te ha perdido alguien?- preguntó la otra, desde la cocina.
-Sí, mi prometido... se fue de Italia hace algunos meses, y no lo he vuelto a ver. Lo último que sé es que vendría a Nueva York.
-Bueno, no te preocupes por eso. Seguro vas a encontrarlo, no veo por qué alguien querría huir de una signorina tan encantadora como tú...
(T/N) se acomodó el cabello de manera nerviosa. No estaba tan segura de eso. ¿Y si Caesar se había ido con otra? ¿Qué haría ella entonces? Después de todo, se había gastado lo último de dinero que le quedaba en el pasaje de barco...
-Bueno, podemos preocuparnos por eso luego de comer algo... ¿Gustas de un café?- interrumpió la castaña.
La italiana respondió que sí. Tenía el estómago vacío, quizás por eso también se estuviera sintiendo algo mareada.
-Bien, toma asiento. Llevaré todo a la mesa- informó la castaña.
(T/N) hizo caso, y tomó asiento en la mesa. No pasó mucho hasta que Lisa Lisa regresó cargando con una bandeja repleta de tentempiés. La italiana se preguntó en qué momento la mujer había preparado todo eso, ya que apenas habían pasado un par de minutos desde que había ido a la cocina...
La mujer tomó asiento y comenzó a comer junto a la chica. La italiana no hablaba mucho, pero escuchó todo lo que Lisa Lisa tenía para decir. Mayormente, la castaña habló pestes de su hijo... pero en realidad parecía quererlo. En el fondo, pero sin dudas le tenía afecto.
Time skip.
Estuvieron charlando amenamente por un rato, hasta que repentinamente oyeron que el ascensor llegaba, a lo que le siguieron unos pasos que se detuvieron frente a la puerta.
-¡Oh no!- soltó una voz masculina -. ¿¡Por qué diablos está rota la puerta!?
(T/N) se irguió en su asiento, alerta. Lisa Lisa rodó los ojos y se cruzó de brazos, sin levantarse de su asiento.
Un sujeto abrió de un portazo, y echó un vistazo al apartamento. Se trataba de un joven pelicastaño, de peinado un tanto descuidado, y unos bonitos ojos verdes. Estaba masticando algo, posiblemente goma de mascar. (T/N) se sorprendió debido al atractivo de ese chico, aunque se apresuró a sacudir esos pensamientos de su cabeza. Después de todo, había venido desde Italia para encontrar a su prometido.
-¿¡Mujer, qué le has hecho a mí puerta!?- chilló el hombre, acercándose a Lisa Lisa y pasando completamente de (T/N).
-Podrías saludar primero, ¿verdad? Estás haciendo el ridículo frente a tu invitada- resopló Lisa Lisa.
-¿¡Invitada!? ¡Yo no tengo ninguna...!- antes de terminar la frase, el muchacho se detuvo y reparó en la presencia de (T/N).
El chico guardó silencio, mientras contemplaba a la joven. Lisa Lisa le dió un indiscreto codazo.
-No te quedes ahí parado como un alcornoque... ¡Salúdala, idiota!- le dijo.
Él reaccionó al instante. Luego, se acercó a (T/N) y le extendió su mano. Pudiste notar que él llevaba ambas manos cubiertas por guantes.
-Soy Joseph Joestar. No sé quién eres, pero es un placer que una belleza como tú visite mi casa- soltó, en un tono picarón e indecente.
La italiana dudó un momento, pero finalmente estrechó la mano de Joseph y se presentó.
-Mi nombre es (T/N) (T/A). Encantada de conocerte, Joseph...
Él le sonrió ladinamente, a lo que ella desvió la mirada.
-Te dije que la saludaras, no que la acosaras. Ya, suéltala- ordenó Lisa Lisa, notando la incomodidad de la joven.
-Claro, claro- rió él, soltando finalmente a la muchacha -. Lisa Lisa, ¿ella es la versión 2.0 de Suzie Q.? Porque no veo a mi chica por ningún lado...- agregó.
-Ella va a casarse la semana próxima, Joseph. ¿No te lo había dicho?- soltó su madre, llevándose a la boca una de las tostadas que había preparado.
La expresión de Joseph cambió completamente.
-¿¡Cómo que va a casarse!? ¿¡Cuándo, cómo, por qué!?- indagó, exaltado.
-Vamos, pensé que ya te lo había dicho... Suzie Q. va a casarse aquí en Nueva York con un niño rico. Su padre concretó el matrimonio. Podría decirse que es una alianza arreglada.
Joseph tomó asiento y dejó caer su cabeza sobre la mesa, con un sonoro estruendo.
-¡Suziiiiiiiiieeeeee! ¡Noooooo!- chilló.
-Vamos, ya supérala. Debiste haberle pedido matrimonio cuando tuviste la oporunidad- lo regañó Lisa Lisa.
-Entonces, ¿ella es el premio consuelo o qué?- indagó groseramente el castaño, señalando a (T/N) con el dedo.
-No te comportes como un imbécil. Ella no es el premio consuelo de nadie, simplemente la traje porque no tenía dónde ir- comenzó a explicar la mujer -. Vino en el mismo barco que yo, y no se veía nada bien cuando bajó de él. Dice que está buscando a su prometido aquí en la ciudad.
-¿Su prometido?- preguntó Joseph, con tono decepcionado.
-Sí. Su prometido- corroboró Lisa Lisa.
-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
-Debes ayudarla, es lo que un caballero Joestar haría.
Joseph hizo un infantil puchero y resopló sonoramente.
-Bueno, ¿y qué demonios sucedió con ese supuesto prometido tuyo?- indagó Joseph, ahora dirigiéndose a (T/N).
La chica, un tanto intimidada ante la extraña actitud del castaño, pensó antes de hablar.
-Mi prometido es italiano, al igual que yo. Hace algunos meses me informó que debía irse a Nueva York, por no me dijo mucho más que eso- comenzó la joven, evitando cruzar miradas con Joseph -. Decidí venir a buscarlo, ya que no volví a recibir noticias suyas.
-Okay, como sea. ¿Cómo se llama este sujeto?- Joseph parecía desinteresado ante el tema, pero igual continuaba haciendo preguntas.
-Él se llama Caesar Anthonio Zeppeli- respondió (T/N), secamente.
Joseph contuvo el aliento, a la vez que se ponía de pie frente a la mesa. Lisa Lisa abrió enormemente los ojos, mientras que con una mano se tapaba la boca. La joven italiana levantó una ceja, extrañada ante la reacción de los otros dos.
Ella pudo ver la incrédula mirada de Joseph, junto con los ojos cristalizados de Lisa Lisa.
-Pero él... él nunca mencionó que estuviera comprometido- musitó la castaña.
-No, esto no puede ser... ¿Cómo... cómo se veía él?- indagó Joseph, con la voz algo temblorosa.
-Caesar es rubio, tiene unos bonitos ojos verdes, y le gusta mucho usar un lazo en la cabeza... ¿Por qué?
Lisa Lisa acabó cubriendo todo su rostro con ambas manos, mientras que Joseph desviaba la mirada y apretaba los puños contra la mesa.
-Caesar... Caesar está muerto- musitó el castaño, con voz quebrada.
(T/N) sintió que las piernas se le aflojaban. ¿Qué clase de broma enfermiza era esta? La chica se puso de pie con lentitud, sin creer en lo que acababa de oír.
-Eh, no creo que eso sea posible. Quiero decir, tal vez ni siquiera estemos hablando del mismo Caesar...- comenzó a decir ella.
Joseph sacó una billetera del bolsillo trasero de su pantalón. Dentro de ella, extrajo una pequeña foto, la cual le mostró a (T/N). La imagen mostraba a un joven rubio con todas las características que ella acababa de describir. ¿Por qué demonios él tenía una foto de su prometido?
-S... sí... ese es mi Caesar... ¿P... por qué tienes su foto?
-Lo siento... (T/N), él realmente está muerto... Te mintió cuando dijo que vendría a Nueva York. En realidad viajó a Suiza conmigo y con Lisa Lisa... y allí murió- le contó Joseph.
La joven italiana rió sin gracia. Su cabeza comenzaba a sentirse pesada, mientras que su estómago se revolvía más y más. Los ojos le dolían, y las sienes le apretaban. Todo a su alrededor comenzó a ponerse negro, hasta que sintió un fuerte golpe.
-¡Se ha desmayado!- fue lo único que escuchó antes de perder la conciencia del todo.
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Holaaaa! Aquí el reporte de la escritora (?
Espero que hayan disfrutado el capítulo. Como sabrán (o tal vez no lo sepan), estoy con muchos proyectos aquí en Wattpad (sin contar con los borradores de historias...), por lo tanto me está tomado bastante tiempo y trabajo actualizar cada cosa.
En fin, dicho eso, espero que no me maten si me tardo mucho en actualizar algunas cosas. Trato de traer contenido nuevo todos los días, pero no siempre puedo hacerlo...
No me estoy quejando ni nada de eso, ya que me encanta escribir y nunca me canso de los fics de JoJo, es sólo que tengo que tomarme un tiempo para escribir cada cap nuevo de cada una de las historias...
Como sea, basta de cháchara. Nos leemos en el próximo fic!
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