|PRÓLOGO|

No existe nada más bello que el primer amor.

Lo crees así?

Porque nuestra protagonista, lo consideraba realmente importante, hasta que sucedió "aquello".

Muchos dicen que aquel sentimiento llamado amor, te puede llevar a cometer las peores locuras.

Y podría ser que sí, pero el verdadero  problema es si lo podrás soportar o no, más si ello te está llevando a tu destrucción.

La muchacha amaba más que a su propia vida, al muchacho de las mejillas abultadas.

Ese que le mentía.

Ese que la traicionaba en frente de sus narices.

Ese que entre cuatro paredes, gritaba hasta quedar sin voz, que la amaba.

Ese, que más de una vez irónicamente, le salvó la vida.

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Él hizo una promesa, cuando sólo tenía doce años, y la vio por primera vez inconsciente en una camilla de hospital.

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Y si regresamos el tiempo a lo que alguna vez fue?

— Tú y yo por siempre— Se pasó la manga de su abrigo en su rostro, limpiándose los últimos residuos del paquete de galletas de chocolates que había terminado de comer antes de entrar.

— ¡Joven, usted no debería estar aquí!— La enfermera entro de manera sorpresiva a la habitación, observando detenidamente al pelinegro con una mezcla de molestia y asombro.

Aun no era capaz de comprender como aquel niño, había podido traspasar la seguridad del hospital.

—Solo será unos momentos, por favor, no me obligue a salir—La joven enfermera, arreglo un poco las sabanas de la chica que estaba sobre la camilla, sin saber si ayudar al muchacho sin dientes delanteros o no.

—Usted puede quedarse—Levantó uno de sus dedos.—Pero con la condición de que me avise si despierta la paciente, apretando este botoncito que esta aquí, y si en caso de que aquello suceda no la altere, entendió joven?

— Sí , noona— La muchacha se fue de la habitación no sin antes darle una mirada de reojo al chiquillo. Sólo esperaba que su buena acción, no la terminara perjudicando con el doctor Oh.

Jimin, se acercó torpemente donde se hallaba su bonita, pero eso nunca se lo diría, él se lo guardaría como un secretito.

Además, el muchacho no deseaba tener piojos como los tenía Geon Woong, por besar a esa niña que se ha pegado a su bonita, últimamente como un imán.

— Onigiri, tu sabes muy bien que yo te quiero mucho, y aunque a veces me enoje contigo porque quieras pintarme el rostro como esa fea muñeca que te regalo mi mamá. Pero jamás podría desear que te murieras de verdad— Se sentó en la pequeña silla junto la cama y entrelazo sus dedos con los de ella.

Su dongsaeng se veía preciosa por donde la mirasen, sin embargo había algo que no le agradaba, por eso mantenía sus labios apretados, y era todo debido a esa enorme cantidad de cables que salían de sus, delgados brazos?

Jimin sabía que había algo extraño en su pequeña, pero aún no lo comprendía. Su mamá le había dicho que Jennie estaba enferma, pero no le dijo exactamente qué era lo que tenía.

—Sé muy bien que el día de ayer dije "ojalá te mueras", pero no fue de verdad, solo lo dije porque me moleste por la forma en que jugabas con Hoseok. Tú sabes que ese niño jamás me ha agradado, y justo ahora quiere acercarse a ti. Creo que le gustas. Pero yo no dejaré que tengas algo con él porque tú eres solo mía, y para que veas que es verdad yo aquí mismo te lo jurare de por vida— Se levantó de la silla y con la mano en el corazón dijo aquellas palabras, que nunca espero que fueran las causantes de sus problemas futuros. — Yo Park Jimin, te prometo, que seré la persona quien te cuidara por todo la vida.

Pero a veces el destino no desea que se cumplan las promesas.

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