Juntos

"No hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás."

Leon Tolstoi.

"Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace."

Jean Paul Sartre.

"El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes."

Denis Diderot.



—¡Tiempo fuera!

Buck se retiró la mascarilla, jadeando pesadamente y girando su rostro hacia el inspector, con algo de nervios al verlo escribir sobre su tabla.

—Como siempre, imponiendo récords, Buckley.

—Lo tomaré como un halago.

—Felicidades, pasaste la prueba.

Henrietta fue la primera en gritar de alegría, corriendo a abrazarlo al ponerse de pie, respirando aliviado. Su nuevo examen había sido libre de obstáculos de medicamentos, malos Supresores o problemas con la vida. Eddie entrecerró sus ojos porque su amiga le ganó la primicia de felicitarlo, contentándose con ser el segundo en hacerlo, por ello tomándose su tiempo en apretarlo contra él, Evan riendo nervioso.

—Aquí no.

El capitán Nash también lo felicitó como el resto del equipo, regresando a la estación para celebrar con sus amigos y familiares. Maddie le regaló una corona de flores, no supo bien por qué. Christopher una banda que decía El mejor bombero Omega del mundo pintada con sus manos, arrodillándose para recibirla con honor, dando un beso al feliz cachorro. Era como en esa ocasión cuando se desmayó en casa de los Grant-Nash, solo que ahora fue en la estación porque así lo pidió, no fuese que repitiera la vergüenza, ensuciando el bello jardín de Athena.

—¿Cómo se siente volver? —le preguntó ella.

—Es como respirar aire luego de nadar largo tiempo bajo el agua.

—Respira, Buck.

—Gracias, Athena.

Al final, se había decidido por un puesto administrativo, sí, de inspector de calidad mientras terminaba su tratamiento, preparándose con toda la calma del mundo para su reincorporación al cuerpo de bomberos que aplazó por algo de vergüenza al recordar sus metida de pata. Fue Bobby quien anduvo detrás de él convenciéndolo de al fin tomar el examen, prometiendo que la Central ya no tenía rencores en su contra. Buck se decidió y tomó la prueba, sintiéndose bastante bien consigo mismo al haberlo logrado sin temer represalias de su cuerpo. Todo estaba funcionando perfectamente, de cinco estrellas si le preguntaban.

Con Eddie tomando terapia para ayudarse con ese trauma violento, su relación también fue paso a paso, unas citas por aquí, paseos con Christopher por allá, teniendo momentos de pena porque el cachorrito a todo mundo le presumía que iban a casarse y darle un hermanito. Fue luego de una salida al cine cuando el propio Evan tomó la mano de su Alfa para invitarlo a su departamento, esa mirada que decía que estaba listo para ir un poco más allá, recuperar el terreno perdido desde aquella loca noche. Eddie accedió más que encantado, si bien no hicieron mucho más que manosearse a gusto, durmiendo juntos, pero así, solo durmiendo.

Su Omega interior necesitaba reconocer la paz y seguridad que el otro le proporcionaba, esos pequeños actos como el compartir una cama sin hacer nada más lo consiguieron. Otros fueron el apoyarse mutuamente durante los llamados, una sincronización que a veces dejaba a Henrietta pasmada, ella afirmó que tenían poderes sobrenaturales porque Eddie parecía saber qué iba a decir Buck y este parecía saber qué necesitaba Eddie. Su vínculo fue reforzándose con el paso del tiempo, las experiencias compartidas. Lo que también tuvo su impacto en sus momentos cuando su naturaleza se desequilibraba y tomaba el control de su mente, la voz de Eddie lo llamaba de vuelta a la razón con gentileza y paciencia, sin reclamos al volver en sí.

Más tarde Chimmey le contaría que Eddie había aprendido a hacer eso donde estaba tomando terapia porque quiso cuidarlo, que no temiera de esas voces y al contrario, ya no fuera presa de ellas. Si bien en el hospital volvieron a decirles que su vínculo tan fuerte ya haría imposible que sucedieran cosas como con el abogado. De todas formas, fue agradable también ese cambio porque le hizo amar todavía más a ese sexy bombero que tenía por pareja. Cuando su Alfa al fin dejó eso de las peleas y superó las muertes en su vida, es que celebraron en grande.

—Quiero hacerlo —declaró seguro a Eddie, este escupió su cerveza.

—¿Qué?

—Eso, quiero hacerlo.

—¿Estás completamente seguro?

—Sí, lo estoy.

—De acuerdo.

Eddie reservó un penthouse junto a la playa, con una cena romántica incluida que hizo reír al Omega porque le pareció muy cursi aunque lindo, el detalle de tomarse el tiempo de tantos detalles solo lo emocionó más, para cuando terminaron la cena él ya quería saltarle encima a Eddie, y este andaba en las mismas. Apenas si cerraron las puertas, sus ropas salieron volando camino a la enorme cama llena de pétalos de rosas que trajo nuevas risas, pero una satisfacción que se notó a leguas en su cuerpo, invitando con un dedo a su Alfa a que ocupara el mejor sitio entre sus piernas.

Buck había tomado unas cuantas referencias visuales para no verse tan inocente, no que lo fuera a aceptar en voz alta frente a Eddie, escuchando también los consejos de Maddie quien como buena hermana mayor quiso ayudarlo con algo de información extra. Pero no hubo necesidad de verse en aprietos, su Alfa fue muy paciente al recorrer su cuerpo, prepararlo con calma hasta que el propio Evan estaba por maldecir a sus ancestros por no darse prisa, llamándolo con esa voz Omega que trajo los ojos rojos en uno y los lilas en otro.

—Sabes cómo volverme loco —jadeó Eddie, acomodándose.

—Es mi especialidad.

Dolió al principio, los nervios como territorio inexplorado hasta entonces le dejaron una fugaz incomodidad que luego cambió a un placer todavía mejor a lo que la lengua de Eddie hiciera tiempo atrás. Su Omega interior aulló en júbilo, relajándose para que entrara todo, ambos besándose para darse un espacio a recuperarse y adaptarse. A Buck le pareció tan curioso que algo así de íntimo y muy carnal lo hiciera sentir por fin en un hogar, que había encontrado eso que no supo estaba buscando. Enredó sus piernas alrededor de las caderas de su Alfa, asintiendo para decirle que podían moverse, jadeando al sentir su interior expandirse, contraerse con cada embestida.

—Eddie... Alfa...

Ninguno de los dos era tan paciente, así que pronto el vaivén se hizo más apurado, Eddie lo sorprendió al sentarlo de golpe en su regazo, casi gritando porque el cambio en el ángulo de sus penetraciones dio de lleno con su próstata, retornando al firmamento de estrellitas blancas del cual bajó unos segundos para volver a subir, arañando la espalda de su Alfa entre gemidos cada vez más sonoros entre los gruñidos del otro.

Sus caderas parecieron tomar consciencia propia, bailando sobre aquel regazo, apretando el miembro en su interior, haciendo que sus feromonas se combinaran con las de Eddie en un incendio que llevó a ambos al orgasmo, siendo primero Buck quien tocara el paraíso entre espasmos, bien sujeto por su Alfa cuando terminó entre sus cuerpos, exprimiendo la erección con sus paredes internas al notar que había un Nudo queriendo entrar. Tuvo un ligerísimo pinchazo de miedo, la reacción normal porque eso era una suerte de Marca, solo que muy privada. De nuevo las estrellas danzaron en sus ojos, teniendo una enorme felicidad al sentir en su vientre la semilla que prometió cachorros, un día lejano, o quizás corto.


Pero lo habría.


Nunca imaginó que algo que al leer -y ver en ciertos sitios- fuese tan delicioso, ronroneando sin darse cuenta de que lo hacía, ojos cerrados, sujetándose de los hombros sudados de Eddie, quien sonrió divertido al escucharlo, sin mencionarlo para no echar a perder el momento, concentrándose mejor en dejar la huella de sus colmillos en uno de sus pezones endurecidos. Lamiendo rastros de sudor hasta que al fin el Nudo desapareció, ambos tumbándose sobre la cama con una sonrisa compartida, hechos un desastre, agotados de momento.

—Wow.

—¿Eso es todo lo que dirás de mi habilidad?

—Oh, no me digas que fingirás ofensa.

—No —rió Eddie, besando la punta de su nariz, siempre acariciando su cadera— ¿Te lastimé?

—Te escuchas como si yo fuera... no, para nada. Lo disfruté.

—Sí, fuiste muy vocal.

—Ja.

—No sé, pero quiero quejarme con la madre naturaleza.

—¿Eh? ¿Y eso por qué?

—Criaron un Omega demasiado testarudo y caprichoso.

—Testarudo lo acepto, ¿caprichoso?

—¿Qué es esto?

Su Alfa llevó su mano a su entrepierna, metiendo un par de dedos que lo hicieron respingar.

—¡Eddie! —gimió, sintiéndose húmedo, más que antes.

—¿Lo ves?

—Pues te encargas porque no me quedaré así solo porque quieres... ¡aahh!

El capitán Nash les daría una reprimenda cuando los encontrara una tarde bien entretenidos y unidos en el techo de uno de los camiones. No pudieron evitarlo, momento libre que tuvieron, momento que usaron para conocerse así. Hablando del futuro mientras el Nudo desaparecía o en tanto recuperaban el aliento. Las cosas irían con calma, pero Buck estuvo muy seguro de que por fin no se desviarían a otros senderos como solía pasarle con algo que le encantaba. Ya no pasaría más eso, ni tampoco más decepciones o errores de percepción. Todo era tan claro como el agua de un río, o como dijera el pequeño Christopher, su cachorrito lindo, tan claro como una burbuja de jabón.

Por eso Eddie no quiso marcarlo, hasta que realmente sintiera que era correcto o lo quería, igual que hablar de algo escabroso llamado matrimonio. Le gustaba la idea, pero le dio la razón a su Alfa de aprender primero a ser Omega antes de ir por otras cosas. Todo a su tiempo, siempre estarían juntos, caminando lado a lado esa senda. Ya no tuvo dudas sobre su futuro, estaba donde debía estar, y era como debía ser. Su cachorro había dicho bien, era un zapato que al fin le calzaba. Buck se hizo la promesa de un día recompensarlo con algo que deseaba, un hermano menor a quien guiar para que su naturaleza Alfa pudiera hallar más fuerza y compartiera ese corazón gigante que no le cabía en el pecho.



—911, ¿cuál es su emergencia?

—¡Auxilio! El soporte de un puente nos cayó encima y estamos hundidos en una alcantarilla.

Buck silbó al ver el boquete mientras los demás ideaban la manera de quitar los escombros del puente que sumergió autos a una alcantarilla conectada al río. No tenían mucho tiempo antes de que la marea hiciera subir el nivel del agua, pero el grupo de personas atrapadas estaban alteradas, temerosas al no ver la luz del sol y sí sentir como sus cuerpos iban cubriéndose de agua sucia. Evan miró a Eddie, quien asintió con esa sonrisa de confianza, listo para meterse debajo, arrastrándose entre escombros, cayendo junto al grupo cuyos aromas gritaron terror. Sonrió, ya sabiendo qué hacer, dejando que su aroma los envolviera.

—¡Escuchen! —calma, todo va a estar bien— ¡Saldremos de aquí, no desesperen, pero necesito que se muevan hacia mí! ¡No teman, yo les prometo que serán rescatados! ¡Ya viene la ayuda!

Los sollozos y quejidos pararon, todos relajándose y moviéndose lento para ir a donde él. Una chica incluso lo abrazó, atraída por su aroma, escondiendo su rostro en su uniforme. Buck sonrió, acariciando su cabeza, mirando al resto iluminados por la luz de su casco.

—¡Lo lograremos! Ahora, ¿quién está herido?

El alivio en todos brotó cuando la pesada placa que amenazaba con aplastarlos fue levantada apenas para darles una vía de escape. Uno a uno, fueron saliendo, Evan al final, con la chica no queriendo separarse de él.

—Me recuerdas a mi hermanito, era un Omega.

—Seguro que está orgulloso de ti, no tuviste miedo.

—No —sonrió ella con todo y cara magullada— Porque estabas tú.

—Anda, deben revisarte.

Le sonrió, dejándola para tomar un poco de agua, respirando el aire de Los Ángeles, rodando sus ojos al ver los celos en cierto Alfa porque apareció abrazado a una chica. Fue hacia Eddie, ladeando su rostro con párpados caídos.

—¿En serio, Alfa?

—¿Qué?

—Incorregible.

—Así somos los Alfas.

—Para desgracia del mundo.

—Hey, que no decías eso anoche.

—Tú...

—Hey, Buck —el capitán Nash lo llamó— Ven, hay una familia que quiere agradecerte.

—La fama llama.

—Y te encanta atender el llamado —bromeó Eddie, dándole una nalgada.

Solo le sacó la lengua, buscando cepillar sus cabellos y no tener basura encima de modo que pudiera estar presentable, sonriendo de oreja a oreja. Recibiría una vez más una buena dosis de abrazos sinceros, palabras de aliento y ese brillo en los ojos de las personas al conocerlo, dejándole una sensación maravillosa en su corazón.


Era genial ser un bombero, pero más ser un bombero Omega.


F I N

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