Héroe

"Sólo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones del heroísmo."

Séneca.

"En muchos casos encontramos móviles nobles y heroicos para actos que hemos cometido sin saber o sin querer."

André Maurois.



—¡CHRISTOPHER!


El pánico se apoderó de él, nadando entre los escombros mirando a todos lados, buscando a su pequeño, temiendo lo peor.

—¡CHRIS! ¡CHRIS!

—¡BUCK!

Su cuerpo se puso en modo defensivo al acto, si tenía las piernas entumecidas, volvieron a la normalidad en ese instante, llenas de adrenalina suficiente como sus brazo para ir tras el cachorro abrazado a un poste.

—¡BUUUCK!

—¡Ya voy!

El agua aun empujaba con fuerza y que hubiera cosas pesada flotando no ayudaba. Abrirse paso le llevó a golpearse una que otra vez con algo, estirando su brazo hacia el niño, sin lograr sujetarlo, alejándose al contrario por la fuerza de la marea. Christopher lo vio, soltándose al querer alcanzarlo, siendo llevado más rápido en la corriente que se formó. No en su guardia. Digno de un nadador olímpico, llegó hasta él a tiempo antes de ahogarse, levantándolo y haciendo que lo abrazara por el cuello, sintiendo ese alivio momentáneo por haberlo encontrado.

—¡Buck! ¡Buuuck!

—Sshh, aquí estoy, Chris, no te sueltes de mí.

Flotaron por un rato más, sin encontrar nada de qué aferrarse o subirse para no seguir en la marea, los escombros podrían aplastarlos en cualquier momento. Los ojos de Buck encontraron un camión de bomberos, de la 136, sonriendo entre lágrimas al verlo, nadando hacia este para sujetarse, levantando al cachorro que subió al techo, a punto de hacer lo mismo cuando escuchó el grito de una mujer pidiendo ayuda. El deber llamó, girándose a Chris.

—No te muevas ¿okay? Iré a salvarla.

—¡Sí!

Se las arregló para tomar la manguera y usarla de soporte, encontrando a un hombre atorado en su auto mientras iba por la mujer a que rescató colgándose de la manguera una vez atada. Justo ahí más personas aparecieron arrastradas por la corriente, gritándoles que se sujetaran a la línea de la que colgaba, ayudando a cada uno a subir al camión. Christopher le abrazó en cuando llegó a él, de momento a salvo, pero sin medios o forma de poder moverse. ¿Hasta donde estaban? No pudo reconocer, olfateando en las personas junto a él mucho miedo y desesperación.

—Oigan —llamó su atención, ese modo protector Omega brotando con fuerza en sus feromonas— Quiero que se sienten y se mantengan calmados, vendrán por nosotros, en estos momentos ya deben estar formando un plan, no desesperen ¿de acuerdo? Vamos a estar bien en tanto estemos aquí.

Todos esos rostros pálidos y empapados asintieron, olfateando en él la calma que necesitaron para tomar asiento y esperar mientras los escombros pasaban alrededor. Iba a ser una larga espera, se lo figuró Evan calculando el tamaño del desastre, pero al menos no estaban solos y en ese camión estarían a salvo, era lo suficientemente pesado para no ser arrastrado y alto para no ahogarse. Sonrió al niño más relajado sin duda por su aroma Omega, Chris sonriéndole de vuelta, poniéndose a charlar como si no los hubiera revolcado una ola de tsunami.

—Eres bueno en eso —le comentó, limpiando de agua sus lentes.

—¿En qué?

—Salvando gente.

Buck bufó. —Es lo mejor que hago.

—Y eso es muy bueno.

Jugaron a las adivinanzas como a contar nubes, cantaron y las horas corrieron con el sol en lo alto, el agua tranquilizándose de momento, pero la corriente continuaba trayendo escombros.

—Oh, Dios...

Alguien apuntó a lo lejos, una montaña de cuerpos ahogados se acercó a ellos, pasaría de largo. Buck movió a Christopher para que les diera la espalda, jugando a nombrar cosas, notando que el agua se agitaba. Debía ser una nueva ola, supuso, aunque le extrañó la dirección. Los demás también lo notaron, de pronto sintiendo una sacudida porque el mar iba a retirarse, jalando todo consigo. El camión se desestabilizó, alguien cayó y el Omega rápidamente fue a ofrecerle su brazo para volver a subir, ordenando que todos se mantuvieran en el centro cuando el cachorro gritó al ser lanzado al agua por el golpe de escombros contra el vehículo.

—¡CHRISTOPHER!

No dudó en lanzarse al agua, los demás gritándoles.

—¡Quédense ahí, no se suelten! —fue lo último que les ordenó antes de nadar hacia el niño que era jalado aprisa lejos de él— ¡Chris! ¡Voy por ti!

Sus fuerzas tuvieron una nueva dosis de adrenalina, no podía perder al hijo de su mejor amigo, no podía hacerle eso a Eddie. Con el corazón en vilo al perderlo de vista, se sumergió para nadar más aprisa, agradeciendo las nuevas clases de natación. Pronto vio esa camiseta de franjas, pataleando. Peleó con los escombros para llegar hasta donde el chiquillo, alzándolo de nuevo. Justo ahí unas cuerdas se enredaron en su pie izquierdo, llevándolos a ambos con el mar de vuelta a la playa con una velocidad impresionante.

—¡Buck! —lloró el cachorro.

—¡No! ¡Estaremos bien! ¡No me sueltes, Chris, no me sueltes por nada!

Forcejó para zafarse, usando los restos de una lancha como protección cuando chocaron con más cosas, luego un tronco le ayudó a que el niño estuviera fuera del agua mientras él intentaba liberarse, paseándose por las calles muy vacías para encontrar ayuda. Se aproximaron a la playa, si quedaban atorados en algún lado podrían salir de ahí, cuando la marea terminara de bajar. Apretando los dientes, Buck dio una última patada sintiendo el calambre al hacerlo, por fin quitándose las cuerdas y nadando con todas las fuerzas nacidas de su necesidad de proteger a Christopher, encontrando una palmera a la que se aferró con las manos cortándose por lo filoso de la corteza arañada.

—¡Buck! —hipeó el cachorro al olfatear su sangre— ¡Te heriste!

—No importa, cariño, eso no importa nada, quiero que te sujetes con mucha fuerza ¿de acuerdo? El agua va a golpearnos.

—¿Estarás bien?

—¿No dijiste que los Omegas éramos los mejores o entendí mal?

La broma tranquilizó al niño, asintiendo y buscando de dónde sujetarse con Evan cubriéndolo con su cuerpo, la ola dio el último tirón, por nada ahogándolos al llegarles el agua al cuello.

—¡Tengo miedo, Buck!

—¡No te sueltes, estás haciéndolo genial! —este se hundió para cargarlo y sacarlo un poco más— ¡Eres muy valiente y así quiero que sigas!

—¡Te está pegando mucho!

—Eso no importa, bebé —le sonrió con toda la calma que pudo reunir, esperando que llegar a olfatearlo para que dejara el pánico— Soy un adulto y me toca recibir los golpes ¿sabes?

—¡No quiero que te pase algo! —sollozó Christopher.

—Voy a estar bien, tú estarás bien y un día vamos a reírnos de esto.

—Okaaay.

—Eso es, Chris, eso es.

Resistió otros tres embates más antes de que el agua realmente comenzara a bajar. Desafortunadamente, la palmera ya no resistió, rompiéndose y arrastrándolos con ella. Christopher gritó asustado, meciéndolo para calmarlo. Buck abrazó al cachorro con un brazo y otro al tronco, usando sus pies de freno al sentir la arena debajo, podían hacerlo, la corriente no tenía ya la misma fuerza. Un truco que funcionó, aunque se golpeó su rodilla derecha, nada grave, comparado a ver cómo eran liberados de la marea, quedando tumbados en la playa entre un montón de escombros, tosiendo agua y una tarde comenzando a aparecer.

—¡Chris! ¿Estás bien?

—¡Sí! —gimoteó este— ¿Tú estás bien?

—Seguro. Vamos a hacer esto, descansaremos un poco y luego volveremos a la ciudad ¿qué dices?

—Está bien.

Necesitó un respiró, casi quedándose dormido al tenderse en la arena, Chris lo usó de almohada para tomar una siesta, contagiándolo de su sueño. Evan despertó porque escuchó algo, como ramas quebrándose o metal cediendo ante un peso. Ya era más tarde. El pequeño bostezó, despertando con cansancio, los labios resecos, necesitaba agua con urgencia. Al levantarse para ver alrededor y planear una gran caminada de vuelta, encontró el origen de lo que había oído. Era un enorme perro, con el hocico lleno de espuma y babeando, que estaba olfateándolos de lejos, acercándose con cautela, los ojos del animal posándose en la presa más fácil: un niño.

—Chris, quédate quieto, ¿sí? No te muevas.

—Hay un perro...

—Sshh, yo me encargo.

—Tiene rabia.

Era casi seguro que una rata salida de las alcantarillas lo hubiera mordido, tenía sentido, como el que ahora intentara atacar a cuanto ser vivo se le presentara. Buck buscó algo con qué golpearlo, silbando para llamar la atención del perro, irguiéndose y tratando de usar sus feromonas para hacerlo retroceder. Solo hizo que bajara las orejas por unos segundos, mostrando los colmillos manchados de sangre. Él caminó igual con cautela, interponiéndose entre el animal y Christopher, quitándolo de su campo visual. Fue como en las películas del Viejo Oeste, dos enemigos mirándose mutuamente sin moverse, esperando que el otro lo hiciera para atacar.

La iniciativa fue del perro rabioso, saltando y esquivando al Omega, sus ojos puestos en su niño quien gritó al no poder correr. Buck dio un batazo, rompiendo el débil tubo que fue su arma, apenas si logrando que bajara la velocidad. ¡Protege! ¡Salva! Se lanzó sobre el can, los dos rodando cerca del chiquillo, este gritando al verlos estamparse contra otros escombros. Los brazo de Buck no soltaron el cuello del animal, estrujándolo sin titubear. No iba a permitir que lastimara a su cachorro, no a su cachorro. Rugió sin darse cuenta, un ligero tono lila apareciendo en sus ojos al tiempo que rompía los huesos de la columna canina, terminando así con la pelea.

—¡BUCK!

Jadeó, soltando al perro cuyo cuerpo resbaló a un charco con la lengua de fuera, ya sin respirar. No tenía mordidas ni rasguños, al menos no de él. Evan se levantó luego de un rato, casi a rastras, yendo por el pequeño, limpiando sus lágrimas antes de levantarlo y llevárselo sin mirar atrás.

—Ya pasó, Chris.

No tomaron una ruta inmediata, la prioridad del Omega fue encontrar algo de agua que su cachorro pudiera beber, con eso lo mantendría estable y consciente. Fue hasta que dieron con una tienda cuya máquina expendedora aun servía que logró tener un par de botellas en buen estado, una para cada uno, sentándose sobre autos volcados para beber. Ya no hubo más perros, pero sí la noche persiguiendo al atardecer. Debían darse prisa o no verían el camino. Cargando de nuevo al niño, comenzaron su larga jornada a pie hasta donde encontraran ayuda, que supuso sería en tierra seca, y si sus cálculos eran los correctos, le llevaría un par de kilómetros encontrar una zona.

—Buck.

—Dime, Chris.

—Hay algo ahí.

Su instinto lo hizo apretar más a Chris contra su cuerpo, preparado para correr o atacar, notando que era un grupo de personas, quienes al verlos fueron a ellos. Estaban desorientados, llevando rato caminando y no hablaban inglés. No importó, el olfato de Buck detectó que el hombre tenía una hemorragia interna que necesitaba atención urgente, la mujer estaba deshidrata, los muchachos que los acompañaban mostraban cortes en la cabeza y piernas. Haciendo señas, les dio a entender el camino a seguir, abriéndose paso entre escombros, fue lo más rápido o rodear les llevaría un tiempo que ya no podían concederse.

Al menos agradeció no andar solo, y tener manos que limpiaron el camino. Luces a lo lejos fueron el faro a seguir, Doblando por una esquina, subiendo y bajando autos, arrastrándose a veces por debajo de camiones o restos de puentes, evadiendo cables sueltos como aromas que pudieran ser de gases inflamables. La mujer trató de tomar a Chris, negándose de inmediato con una sonrisa. No podía cederlo a nadie más. Continuaron avanzando con la noche ya cayendo, el cansancio en todos pasando factura, arrastrando los pies, Buck percibiendo el aroma de sangre en él, pero sin sentir dolor porque su instinto estaba en su máximo pico, bloqueando esa percepción en pos de ser capaz de proteger tan preciada carga.

—Resiste, Chris.

—Okay.

—Eres un niño muy valiente ¿lo sabías?

—Porque estás conmigo.

Evan ya veía doble, sus fuerzas estaban alcanzando su límite, liderando al grupo hacia una curva de autopista que subió a tierra seca, escuchando el inconfundible sonido de sirenas de ambulancia, gritos de paramédicos y montones de aromas estresados, aterrados, adoloridos. Miró por encima de su hombro al grupo que asintió casi al mismo tiempo, todos dando sus últimas energías para llegar. Ver las luces y la gente moviéndose fue un gran alivio. Buck sintió lágrimas en los ojos, sus pies ya se arrastraban al punto de no separarlos del suelo cuando las luces del refugio por fin los iluminaron, algunos bomberos los notaron, gritando por ayuda.

—¡TENEMOS OTRO GRUPO! ¡ATENCIÓN! ¡CAMILLAS, RÁPIDO!

—¿Ves? Te lo dije —murmuró su cachorro con cansancio.

—¿Qué cosa, bebé?

Un dedo picó su mejilla, Chris sonriéndole feliz. —Esto es lo que hace un Omega, salvar vidas.

La señora algo le dijo, gracias al parecer que respondió con un asentimiento de cabeza. El zumbido en sus oídos comenzó, los brazos ya temblándole igual que sus piernas. Buck olvidó todo eso por unos instantes cuando un rostro conocido se abrió paso, blanco como las luces que los iluminaban.

—¡¿BUCK?!

—¡Papá! —lloró Christopher al olfatearlo a lo lejos.

—¡Christopher!

—¡Una camilla, rápido!

El Omega tembló, negando mientras muchas manos le quitaban al cachorro quien se resistió a separarse de él en su instinto Alfa de querer verlo a salvo. No le prestó mucha atención porque sus ojos fueron a los del padre del niño, llorando entre espasmos ante el agotamiento.

—L-Lo siento, l-lo siento... Eddie... —alguien lo sujetó por su cintura cuando sus piernas se vencieron.

—¡Buck!

—¡Yo no tengo nada! —se quejó a lo lejos Christopher— ¡Es Buck! ¡Él me salvó! ¡Él me salvó de todo!

—¡Camilla!

Todo se movió como si fuera una alfombra debajo de sus pies que alguien jalaba de repente. Cayó en algo suave y limpio con aroma a hospital. Un Alfa estaba furioso y él tembló, creyendo que sería atacado o castigado por haber puesto en peligro un niño.

—¡Díaz, cálmate! —tronó la voz del capitán Nash.

—¡Abran paso!

—¡Buuuuck! —lloró su cachorro.

No sabría del mundo y sus pesares hasta un día después, abriendo los ojos a una linda mañana rodeado de calma en una habitación de hospital que desconoció. Una enfermera lo vigilaba, sonriéndole y atendiéndolo. Estaba bien, solo había gastado todas sus energías en mantener cálido e hidratado a un cachorro, podría salir en uno o dos días más. Agradeció la información como el poder sentarse contra varias almohadas, la enfermera se retiró un momento, hablando a alguien en el pasillo. Eddie y un repuesto Christopher entraron, el pequeño lanzándosele a los brazos ayudado por su sonriente padre.

—¡Buck! ¡Has despertado!

—Aquí estoy, Chris.

Besó esa cabeza, alegre de verlo sin un rasguño y sentir un abrazo apretado. Evan miró angustiado a su padre, este negando, sentándose en la orilla de la camilla, mientras Chris se acomodaba en su costado.

—Ni te atrevas.

—Fue mi culpa, no debí llevarlo.

—Buck.

—¿Sí?

Eddie puso una mano en su hombro. —Fue un accidente natural, no podías saberlo.

—Pero...

—Y él apenas si tuvo unos rasguños y moretones. Me contó de lo que pasaron, eres su héroe favorito ahora.

Buck miró al cachorro a gusto sobre él, acariciando su espalda y cabellos con un nudo en la garganta.

—Lo siento, de todas maneras.

—No hay nada qué perdonar —la mano de Eddie tomó su mentón, inclinándose sobre su rostro— Quiero que me mires cuando te digo que no estoy enojado ni decepcionado de ti. Fuiste muy valiente, Buck-ero.

—Solo quería... verlo a salvo.

—Y lo lograste, salvando a otras personas de paso. Varios de ellos han preguntado por ti, el Omega que no tuvo miedo al peligro.

—Oh...

—Sabiendo lo que sé hoy, si me dieran a escoger entre el marine más experimentado y tú para estar una vez más en esa feria... te elegiría a ti sin dudarlo.

—Hey, no ofendas a los marines —bromeó aunque tenía lágrimas en los ojos.

—Te debo la vida de mi hijo, Evan Buckley.

—Basta o lloraré.

Christopher rió sobre su pecho. —Está bien, es bueno.

Maddie lo encontraría ahí en la camilla todavía hablando con Eddie quien pareció no tener ganas de dejarlo solo. Como tampoco Christopher, pero Carla se lo llevó, dejando a los adultos solos.

—Todo esto ha sido una locura —comentó su hermana, cepillando sus cabellos— Cuando me dijeron que estabas entre los heridos vine de inmediato cometiendo muchas infracciones en el camino.

—Creo que eso de violar la ley es solo para mí.

—También puedo hacerlo ¿sabes?

Ella miró a Eddie, notando que no había soltado una mano de su hermano, pero volviendo su atención a este al acomodarlo para dormir. Cayó redondito, agotado y alegre al mismo tiempo debido al aroma Alfa que lo arrulló. Todo está bien, ahora yo te protegeré. Sonriendo apenas, se dejó llevar, durmiendo tranquilo, vigilado por aquellos dos. Buck saldría del hospital hasta tres días después un tanto porque no había suficientes médicos para atender y debió esperar casi mediodía a que alguien se acordara de darlo de alta, acompañado de Maddie, con Eddie esperándolos afuera en una camioneta

—No te esfuerces mucho.

—Solo voy a bajar escalones.

—Déjame hacer mi trabajo de hermana mayor.

—Oh, bien.

Fueron a su departamento, mientras Maddie preparaba algo qué cenar, Eddie le ayudó a estar cómodo en su sofá, quedándose cerca sobre un banquito, mirándolo fijamente. Buck pudo jurar que lucía como un Alfa que está evaluando el estado de su pareja para hacer pagar a los responsables, lo cual era una tontería porque Eddie no haría eso, tenía un cariño por la madre de Christopher, no se fijaría en nadie, mucho menos en un Omega varón.

—¿Te sientes bien?

—Sí, es... vaya aventura.

—Para contarla en las parrilladas.

Rieron, Evan se relamió los labios. —No tenías por qué traerme.

—¿Luego de que salvaste a mi hijo? ¿En serio? No hablemos de que eres alguien importante para mí. Mucho, diría.

—¿De verdad seguiré cuidando de él?

—¿Bromeas? Ya no querrá estar con nadie más que contigo. Eres su héroe, ya te mira de esa manera.

—Tienes un niño increíble.

—Oh, yo lo sé. Pero también tengo algo más.

—¿Qué es?

—¡La cena está lista! —canturreó Maddie.

Inesperadamente, Eddie acarició una mejilla del Omega con su pulgar antes de levantarse para ayudar a servir ya que cenarían en la sala, acompañando a un desconcertado Buck por aquel gesto que dejó un calorcillo en su rostro y otro entre sus piernas. Fueron días de pereza, un par de ellos porque Maddie no le dejó hacer prácticamente nada, queriendo verlo en su condición previa, consintiéndolo de paso, algo que dejó una sonrisa de larga duración en su rostro.

Siguió cuidando de Christopher, porque su padre jamás desconfiaría de él, el cachorro estando cada vez más acostumbrado a él, al punto de que un día lo llamó Mamá Buck. Eso golpeó algo en su Omega interior que no supo cómo tomarlo, besando esos cabellos de aroma a chicle y diversión.

—Buenas noches —saludó a Eddie al ir a recogerlo bastante tarde— ¿Mucho trabajo?

—El tsunami dejó muchas secuelas.

—Me imagino.

—¿Durmió apenas?

—Tiene como una hora, ya no despertará.

—Gracias.

—De nada.

—¿Comiste más rebanadas de pizza como te sugerí?

—No estoy así de flaco.

Buck abrió sus ojos cuando las manos de Eddie tomaron su cintura, esos gruesos dedos prensando su cuerpo, mesurando.

—Has perdido peso, campeón.

—...

—Me encargaré de eso.

—¿Ah? Creo que es algo de lo que yo debo encargarme, gracias.

—¿Sí?

¿Cuándo Eddie se acercó tanto?

—... yo... lo creo así, es decir... es mi cuerpo.

—Uno que me interesa.

De pronto sintió como si hubiera estado viendo una película a la que le recortaron la mitad principal y no supiera qué rayos estaba pasando entre los protagonistas. Todo lo que supo es que su cuerpo se relajó con esas manos en su cintura, feromonas envolviéndolo como un capullo protector. Buck respiró profundo, queriendo alejarse o hacer algo, congelándose porque al moverse, notó que algo húmedo resbalaba apenas de su trasero. Iba a pedir una disculpa cuando los labios de Eddie alcanzaron los suyos, jadeando sin querer, permitiendo que la lengua del otro husmeara en su boca con toda libertad.

Primero no reaccionó, sus brazos se mantuvieron colgados a sus costados, pero luego subieron por los brazos que le pegaron a otro cuerpo muy caliente o quizás fue el suyo. Antes de que Buck siquiera parpadeara, estaba tumbado boca arriba con Eddie encima suyo, los dos besándose desesperados. Una mano del Alfa se coló por debajo de la camiseta del Omega, escuchando un gemido ahogado al dar con uno de sus pezones que endureció al tacto. Otra mano de Eddie separó sus rodillas, cayendo entre sus piernas con un roce que hizo jadear a ambos, mirándose fijamente, olfateando el deseo mutuo. El sonido del televisor llegó lejano, como el aroma de un café recién hecho, ellos dos enredándose para explorar sus cuerpos.

—Escu... ah, Eddie... —Evan sintió que el rostro le ardió cuando las caderas de aquel empujaron contra las suyas.

Todo lo que hizo o mejor dicho, que su cuerpo desobediente hizo, fue enredar las piernas alrededor de los jeans del Alfa, continuando con ese movimiento, ayudando al ver una mano queriendo sacar de su escondite su miembro semi erecto, gimiendo ronco al juntarlo con otro mucho más endurecido, cubriéndose la boca para no despertar al cachorro. La boca de Eddie volvió a atacar, no teniendo misericordia con sus labios ni con aquel roce que lo humedeció más, empujando sus caderas al no saber muy bien qué deseaba, arañando de pronto el sofá cuando un orgasmo súbito golpeó sin aviso, corriéndose en la mano que lo masturbaba.

—Am... yo... ¡Eddie!

La cara le ardió en serio al verlo separarse para lamer su vientre de los restos de semen, sonriendo perverso al tirar de sus pants y levantar sus caderas. Buck estaba por patearlo al entender, reaccionando demasiado tarde cuando Eddie pegó su rostro a su trasero con toda la vergüenza que eso le hizo sentir, rápidamente transformada en un placer que por nada lo hizo terminar de nuevo sin tocarse, sus piernas encogiéndose sobre los hombros ajenos. Se mordió los labios para no gritar por la lengua que le exploró de una forma que nadie había hecho, su espalda hizo un lindo arco contra el asiento del sofá con Evan tapándose la boca aprisa antes de soltar la maldición que brotó de sus labios por lo exquisito de la sensación, arañando el cuero cabelludo del hambriento Alfa probándole.

Por cada lametón se estremeció, algunas lágrimas aparecieron, negando un poco, eso no debía ser tan agradable para su Alfa... ¿Su Alfa? Buck abrió su boca cual pescado quedándose sin aire, sus piernas apretaron la cabeza de Eddie, aquella lengua rozó algo que lo hizo ver puntitos blancos, apenas si salvando su dignidad al gemir contra uno de los cojines, apretando los párpados con sudor corriendo por su cuello, inflamando una glándula en su cuello que liberó el aroma de un Omega alborotado gracias a las atenciones muy íntimas de cierto idiota.

—E-Eddie... espera, espera... algo... esperaaaahhhh...

Tuvo otro orgasmo, muy diferente al primero, su cuerpo pareció caer de repente en una gigantesca freidora, perdiéndose en un éxtasis largo o así le pareció. Cayó agotado, su pecho subiendo y bajando errático con las manos a sus costados, temblorosas, la vista perdida que apenas distinguió en esa neblina sobre sus ojos la figura de Eddie irguiéndose sobre él, soltando sus piernas. Sus feromonas pesaban, o así lo sintió, asfixiándolo y no. Tuvo que parpadear para enfocar la vista y notar que aquel se masturbaba, tomando el blanco líquido entre un par de dedos que deslizó en su agujero hinchado y muy húmedo con el aroma de caramelo soltándose libre. Buck llevó una mano a un brazo que le sujetó por las caderas, juntando sus cejas al sentir esos dedos moverse, dentro afuera muy lento, volviendo a tocar esa zona especial.

—Ed...

—Un día —ronroneó la voz ronca de Eddie, su lengua lamiendo su cuello, sobre su glándula— Un día serás mío. Y tendrás mi Marca.

El par de dedos empujó en su interior, todo se vio blanco, arqueándose en un grito que fue sofocado por unos labios con su propio sabor. No le chocó, estaba demasiado perdido para ello, cerrando sus ojos de golpe, un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas, sus piernas temblando y encogiéndose más por ese movimiento que simuló embestidas, primero rápidas y luego veloces, hasta que no pudo más, eyaculando una tercera vez para su locura, quedando cual gelatina al sol bajo el cuerpo del Alfa, buscando aire para sus pulmones.

—¿Te gustó?

—¿Ah? —Evan jaló aire, limpiándose algo de baba que había escurrido de sus labios— ¿Gustarme?

—Sí.

—Yo... creo que sí —parpadeó un poco, algo confundido— Pero, tú... Eddie, yo no soy... es que...

—¿Volvemos al juego del impostor? Dime, ¿te gusto, Buck?

Asintió, tragando saliva y mirando el desastre que eran en sus vientres y entrepiernas.

—¿Yo...? Creo que no es una pregunta atinada.

—Me alegra te des cuenta —sonrió Eddie, besando su frente— Traeré algo para limpiarnos.

Buck miró el techo, un brazo sobre su frente que sintió caliente todavía, sin querer moverse porque se sintió demasiado pegajoso.

—Pero soy un Omega, y un hombre.

—Capitán Obvio.

—Jamás te vi con...

—Tienes ideas un poco extrañas sobre ti mismo, Buck, pero lo resolveremos con el tiempo.

Las piernas le temblaban cuando se puso de pie para no dejar ni una huella de lo que habían hecho, un cosquilleo en su vientre le hizo llevar una mano ahí como en su cuello. Había leído de eso, los Alfas solían imprimir sus aromas de esa forma, alejando a potenciales pretendientes de su futura pareja.

—¿Por qué no ahora? —quiso saber, hacerse el inocente o inexperto tampoco le iba.

—No ahí —negó Eddie, arqueando una ceja— Si voy a tomarte, será con propiedad.

—¿Pétalos de rosas y champaña fría?

—Si quieres.

Evan sonrió, tosiendo un poco, sentándose en el banquillo de la cocina, alzando sus manos.

—Eso fue... muy bueno, yo no sabía que podía sentirme así.

—Lo repetiremos si gustas, otro día, claro. Debo irme —Eddie ladeó el rostro— A menos que pienses lo contrario.

—No, escucha, sí necesito espacio, no es que haya algo malo, es...

—Sshh, yo entiendo, Buck, en serio.

—Pero siempre podemos besarnos.

Meses de tensiónresueltas en un manoseo. Cuando se quedó solo mirando al acusador sofá, Buck sellevó una mano a los labios, sonriendo bobo. No estaba tan mal ser Omega, esosorgasmos fueron de campeonato, y tener aún el aroma en su cuerpo lo hizo mejor.Ahora solo debía recuperar su lugar entre los bomberos y estaría alcanzando elparaíso.

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