Avaricia

"Acostumbramos a cometer nuestras peores debilidades y flaquezas a causa de la gente que más despreciamos."

Charles Dickens.

"Algunos se equivocan por temor a equivocarse."

Gotthold Ephraim Lessing.

"El hombre se precipita en el error con más rapidez que los ríos corren hacia el mar."

Voltaire.



Evan se desató el nudo de su corbata, bajando aprisa los escalones del edificio del Departamento Central del Cuerpo de Bomberos de Los Ángeles, seguido de cerca de un apenado e inquieto capitán Nash, quien lo alcanzó de un codo, deteniéndolo para que se volviera a él.

—Buck...

—¡Tú eras lo que me impedía volver!

—Debes entender...

—¿Entender qué? ¿Qué no quieres a un Omega en tu precioso cuerpo de bomberos?

—Estás malinterpretando todo y lo sabes.

—¡No estoy malinterpretando nada! —bramó Buck, zafándose del agarre de Bobby, algunas personas los observaron curiosas— ¡Te confié lo de mis padres y lo usaste en mi contra!

—Buck, respira, eso no es...

—¡Yo no voy a sentarme detrás de un maldito escritorio solo para que tú te sientas bien contigo mismo! ¡Esto no se va a quedar así!

—¡Buck!

Se alejó de ahí, subiendo a su camioneta azotando la portezuela maldiciendo a medio mundo. Central no había querido reincorporarlo debido a su desintoxicación por los Supresores Concerta, siendo el capitán Nash quien les dijera de ello, alertándolos de lo que podría pasar con la evidencia de su examen donde presentó coágulos en la sangre y fue su arma final para que le ofrecieran solo un puesto administrativo de consolación. Oh, claro que no. Él era un bombero y lo sería, así tuviera que despellejar a medio mundo.

No quiso hablar con nadie una vez que estuvo en casa, pensando en lo que debía hacer. La ayuda se presentó con una llamada extraña, de un tal Chase Mackey del despacho Mackey, Gaskin & Whitmore encargados de casos como el suyo. Buck frunció su ceño al ver el mensaje, devolviendo una llamada empujado por el rencor nada pequeño que ahora sentía por las palabras del capitán Nash al comité que revisó su expediente.

—¿Señor Mackey?

¡Oh, señor Buckley! Me alegra tanto que llamara.

—Sí, especialmente porque no lo conozco.

Pero yo sí, me enteré de su caso y creo que puedo ayudarlo con ello. La discriminación hacia Omegas siempre favorece al demandante.

—¿Discriminación? —Evan parpadeó, mirando sus palomitas en el horno de microondas.

Por supuesto, ¿sabía que la marina admite Omegas para sus cuerpos de élite? ¿Por qué entonces la ciudad no quiere un solo Omega en un cuerpo de bomberos?

—Bueno...

Venga a verme, ¿puede mañana a las 4 de la tarde?

—Am, seguro.

Encantado de servirle, señor Buckley. Hasta entonces.

Se lo pensó mucho, una cosa era que no lo dejaran reincorporarse siendo un bombero certificado y que recién había ayudado a muchas personas en un tsunami, y otro que fuera a un pleito legal cuyas consecuencias no estaba muy seguro de tomar. No durmió toda la noche, apagando su celular que lo atosigó con docenas de notificaciones. ¿Qué podía hacer si el capitán al que amaba como a un padre lo había apuñalado por la espalda? La verdad es que solo había bastado que supiera que era un Omega para hacerle la vida difícil.


¿O no?


Apenas si desayunó, muy inquieto de las horas aproximándose a su cita con el abogado. ¿Era lo correcto? Solo quería volver, eso era todo. Buck dejó el desayuno para ir a la estación para hablar con Bobby, había sobre reaccionado y eso no estuvo bien. Afortunadamente no habían tenido un llamado, por lo que todos estaban ahí, sonriéndole al verlo aparecer. Un pinchazo en su estómago apareció cuando vio a Eddie a lo lejos, este hablando con alguien, demasiado distraído para notarlo, sonriendo y haciendo esos gestos cuando tenía confianza con otra persona. ¿Con quién hablaría? Desde aquella noche, habían estado solo enviándose mensajes y llamadas porque el Alfa estaba ocupado, sus mensajes atiborraban su celular.

—¿Buck? —Nash pareció aliviado de verlo.

—Am, cap, solo quería... decir que lo siento, es que... no estuvo bien lo que te grité, fue grosero.

—Tranquilo, como te dije, yo entiendo. Lo que quiero es mantener a mi equipo vivo. Sé que eso del puesto administrativo no te va, pero si lo aceptas, mientras terminas el tratamiento, luego te reincorporarás sin problemas, pero sano y en perfecto estado.

Buck iba a replicar cuando vio la persona con que Eddie hablaba, no le había quitado los ojos de encima en toda la charla. Entiéndase celos. Cuando vio aparecer a una mujer con el uniforme de la estación la señaló con el ceño fruncido porque no la conoció. El capitán Nash miró por encima de su hombro, incómodo, quedándose sin palabras por unos segundos.

—¿Quién es ella?

—Ah, es Lena Bosko, su equipo fue terminó herido durante el tsunami, está aquí temporalmente.

—¿Temporalmente? —casi chilló porque la vio ir a su casillero y tomar de su estante el uniforme porque sonó la alarma de llamado.

—Buck, te lo prometo, nadie tomará tu lugar, ¿sí? Tenemos que irnos.

—¡Buck!

Eddie llegó, sonriendo de oreja a oreja, acariciando su espalda con un ligero apretón en su cintura, corriendo como los demás.

—¡Espera! —pidió, saltando en un pie al ponerse el uniforme. La tal Bosko riendo al ayudarlo, poniéndole las manos encima.


¿No lo iban a sustituir?


La rabia que se había impregnado de culpa se transformó al acto en rencor monstruoso igual que un incendio encontrando el oxígeno que necesitaba para expandirse y hacer estallar todo. Salió detrás del camión buscando su vehículo decidido a cobrárselas de una vez por todas, incapaz de controlarse, apenas si manteniéndose educado con las personas alrededor mientras manejaba de regreso a su departamento, tomando sus documentos para ir con el abogado, sin tener más dudas. Se sintió traicionado, su mente intoxicada de feromonas le hizo creer que tan solo se habían burlado de él, hasta Eddie con esa rubia ladrona.

—Buenas tardes, señor Buckley, me alegra que sí se presentara.

Chase Mackey resultó ser un Alfa, en realidad era normal, Buck se había topado acaso con otros dos Omegas en toda la ciudad, sí que eran pocos. Apretó esa mano que lo hizo zafarla un poco aprisa, sonriendo en disculpa al sentarse. El abogado le miró fijo unos segundos, guardándose una sonrisa al tomar papel y pluma.

—¿Revisamos su caso?

—Claro.

Le habló de lo sucedido con sus padres no sin sentir de nuevo cómo había sido usado, traicionado, luego de todo lo que pasó hasta el momento, incluyendo la presencia de Lena Bosko en su sustitución. Mackey anotó todo, de vez en cuando sonriendo apenas, mientras su mano se movía aprisa, tomando nota de las palabras de su cliente. Dejó la pluma fuente, cruzando sus manos sobre la carpeta de fina piel, inclinándose hacia él.

—Me parece que tenemos un caso ganador, señor Buckley.

—¿Sí?

—Por supuesto, demandaremos a la ciudad, al departamento y al capitán Nash.

—¿Qué?

—¿No es lo que quieres?

—Yo solo quiero volver a mi equipo y ser un bombero.

—Por supuesto —Buck no vio la chispa en los ojos del abogado, cuya voz cambió— Pero estarás mucho mejor una vez que trabajemos juntos, harás lo que yo te diga. No hablarás más con ninguno de ellos, cortarás comunicación y me dirás todo lo que haya que saber de la estación 118, incluyendo a su gente.

Buck había escuchado una voz Alfa en alguna que otra ocasión, nunca dirigido a su persona. Menos siendo Omega. Se cuadró en su silla, fue como si de pronto hubiera sujetado un cable eléctrico con las manos desnudas. Jadeó, su mente se quejó ante un dolor repentino, mirando los ojos rojizos del abogado y esa sonrisa depredadora. Quiso moverse, negar porque le parecieron palabras muy agresivas, pero las feromonas como el tono de voz lo mantuvieron congelado cuando Mackey se puso de pie, rodeando el escritorio y sentándose en la orilla de este frente a él, una de sus manos sujetando su mentón con fuerza.

Serás un buen Omega, y me contarás todo.

—Yo...

Omega.

Cerró sus ojos por unos instantes, mareado, confundido, sintiendo que el aire le faltó, asintiendo apenas vencido por el dominio Alfa que se impuso en su mente. La mano que sujetó su mentón acarició su mejilla, soltándolo para volver a su sitio.

—Hagamos esa demanda.

Buck llegó a casa sufriendo de un terrible dolor de cabeza, arrastrando los pies y tumbándose en el sofá al no conseguir subir las escaleras a su cama. Se hizo ovillo, temblando por una ligera fiebre, lágrimas asomaron por sus pestañas apretadas. Dolía, si acaso pensaba en contrariar, si uno solo de sus pensamientos osaba a contrariar lo dicho por el abogado, una agonía aparecía, castigando sus músculos, su respiración... todo. Quedó casi inconsciente, durmiendo hasta tarde, más sereno y con el impulso de hacer todo para complacer a Mackey.

Tuvo otras dos reuniones donde esa voz Alfa lo consolaba como castigaba, preparando los documentos y finalmente teniendo la demanda en sus manos. El abogado ordenó que la llevara ante el capitán Nash en persona, así lo hizo, de noche jadeando un poco.

—¿Buck? ¿Estás bien?

—Tengo algo para ti, quería ser yo quien lo entregara.

Athena se ofendió al acto cuando Bobby abrió el sobre, encontrando la demanda, pero luego frunció su ceño al olfatearlo. Evan se despidió, dando media vuelta para regresar a casa, de nuevo exhausto, como si hubiera corrido un maratón. Quedó rendido hasta el otro día, que se reunió con su abogado para organizar la reunión de arbitraje que tendrían primero con el Departamento, un conciliador escucharía ambas partes, valoraría si era viable un juicio o podría haber un arreglo, Mackey confiaba en que cederían.

Buen Omega —sonrió, victorioso.

Un lunes por la mañana se reunieron en las oficinas centrales, ahí mismo donde lo rechazaran. Ahora con el conciliador y del otro lado el capitán Nash con un abogado del Departamento, llamando a cada uno de los miembros del equipo para ser interrogado por Mackey de forma despiadada, usando información personal, experiencias privadas para atacarlos con Buck solo inclinando su cabeza como el buen Omega que era con un nudo en la garganta porque esas miradas rencorosas durante los interrogatorios no auguraron nada bueno, contrario a la sonrisa del abogado.


Que le cerraran las puertas del ascensor apenas verlo en el pasillo se lo confirmó.


Si algo le dolió fue la expresión traicionada de Eddie, que ya no le sonriera y sentir ese desprecio en su aroma trajo una amarga sensación que no se quitó en los siguientes días, prefiriendo quedarse encerrado en su departamento por la vergüenza que experimentó. ¿Qué había hecho? No estuvo tan de acuerdo, de hecho, algo en él le susurró que no estaba nada bien su actuar con su familia de bomberos. Cuando Mackey lo llamó, fue de inmediato con el corazón en vilo, llegando a su oficina por la tarde, no había mucha gente y encontró vacío el despacho, salvo el abogado quien le sonrió, terminando una llamada.

—Te tengo buenas noticias —le sonrió, escribiendo algo en una tarjeta— La ciudad tiene una oferta, ganamos.

—¿Ah?

Tomó la tarjeta, leyendo una estúpida cantidad en millones de dólares mientras Mackey explicaba que el Departamento no deseaba escándalos, así que esa era la compensación por los daños a su persona.

—Pero...

—Ganamos, te lo dije.

—Pero yo quería volver —murmuró, frunciendo su ceño.

—Buck, sabes que eso nunca sucederá.

—No, tú prometiste...

—Yo no prometí nada —el abogado se quedó serio, mirándolo fijamente— Y con ese dinero ya no necesitas trabajar más, podrás ser un Omega con una vida envidiable.

—¡Yo no quiero dinero! —reclamó, agitándose— ¡Quiero volver con mi equipo, ellos son mi Manada...!

Ellos no son nada.

La punzada en su cabeza regresó con fuerza, alejándose del escritorio, soltando la tarjeta y mirando al abogado con recelo. Mackey negó, rodando sus ojos al quitarse el saco, aflojando su corbata, desabrochando su cinturón que botó a un lado. Eso no le gustó para nada, olfateando de nuevo esas feromonas buscando aplastar toda su voluntad, pero con algo más esta vez. Los ojos rojizos del Alfa aparecieron como su dominio asfixiándolo al acorralarlo contra una esquina.

Serás millonario, Buck, y serás mío.

Quiso negar pero la agonía apareció, reprimiéndolo. Gimió, encogiéndose un poco, temblando cuando fue girado de golpe, su nariz se golpeó con la pared. No. NO. Pensó en Eddie, su aroma, el calor de su cuerpo. Era a él a quien quería tocándolo, no esas manos que intentaron bajar sus pantalones. Aquel extraño no era SU Alfa. Evan gruñó, empujándose lejos de la pared. Se sintió como si peleara a ciegas, todo se hizo borroso al lanzar sus puñetazos y patadas, se golpeó con algo en la cabeza, su espalda se raspó y sintió mordidas que solo lo terminaron de enfurecer. Escapó de ahí con las rompas descompuestas, manchas de sangre y corriendo despavorido con el rostro pálido.

Fue a su departamento, su lugar seguro, metiéndose bajo las cobijas, temblando sin control y respirando agitado. Un ataque de pánico. Lloró, llamando a Eddie, tan solo escuchando un silencio horrible que gritó traidor, traicionaste a tu Manada, traicionaste a tu Alfa que aumentó sus lágrimas. Cuando despertó, era otro día y el cuerpo le ardía, arrastrándose al baño para asearse, sin prestar mucha atención a su aspecto ni a la ropa que lanzó en un cesto, sentándose en la bañera, abrazando sus piernas y escondiendo su cabeza entre el hueco de sus brazos con el agua cayendo sobre su espalda, combinándose con nuevas lágrimas.


Debía pedir perdón.

Eso.

Buscarlos, a su familia.


Se vistió, mangas largas y pantalones gruesos, tenía demasiado frío. Tomó las llaves, dirigiéndose primero a las oficinas centrales para informar que retiraba todos los cargos, no quería ni el dinero ni tampoco problemas. Lo aceptaron observándolo muy extrañados, una secretaria le preguntó si se encontraba bien, respondió que sí, ofreciendo una sonrisa culpable al salir de ahí, directo a la estación 118 donde no encontró a su equipo, el capitán Nash los había llevado de compras a un supermercado o eso dijo un intendente. Tuvo una idea del lugar, también estuvo ahí tiempo atrás.

Con la culpa carcomiéndolo cual hiena hambrienta, entró al local, escondido primero entre los estantes, pensando con quien hablar primero. ¿El capitán Nash o Eddie? Sus ojos dieron con Henrietta, acompañada de Chimmey. Fue a ella, esta deteniéndose sorprendida.

—¿Buck?

—Am, hola —la postura defensiva habló mucho por ellos— Yo... yo solo quería venir a decirles que he retirado todos los cargos, y que lo siento mucho.

—¿Qué sucedió? —Han preguntó, solo que no entendió su gesto al señalar su aspecto.

—Eso estuvo mal, ¿de acuerdo? Fue una mala decisión.

—¿Mala? —Eddie apareció con los demás, rodeándolo. El aroma agresivo lo hizo retroceder, comenzando a respirar agitado— ¿Expusiste a todo el jodido equipo por qué?

—Hey, Eddie —Bobby frunció su ceño.

—¡Solo quería volver! —jadeó Evan, mirando a todos— ¡Solo quería volver de acuerdo! Y-Yo... estaba muy enojado ¿o-okay? Sentía que todos me habían dado la espalda.

—¿Así que tú hiciste lo mismo?

—¡No! —lágrimas de rabia asomaron a sus ojos— ¡Que no maldita sea!

—Buck, tranquilo —pidió Henrietta.

—¡ESTOY CANSADO! —estalló sin motivo alguno, golpeando un estante que cayó, los demás fueron más agresivos en su aroma y eso no ayudó a su pánico— ¡MIS PADRES ME MINTIERON, SOLO QUERÍAN UN REPUESTO PARA SU HIJO ALFA Y LES FALLÉ! ¡SIEMPRE LES HE FALLADO A TODOS! ¡Y SER BOMBERO ERA LO ÚNICO DE LO QUE PODÍA SENTIRME ORGULLOSO EN MI VIDA! ¡YO NO PEDÍ NACER OMEGA NI TAMPOCO QUE ME DIERAN ESOS JODIDOS SUPRESORES CON MENTIRAS QUE AFECTARON MI SALUD! ¡YO NO LO SABÍA! ¡YO NO SABÍA QUE ESTABAN USÁNDOME! —tembló, jalando aire ya sin control de sus feromonas que asustaron a los demás— ¡YO SOLO QUERÍA PASAR UN DÍA LINDO CON CHRISTOPHER, NO TRAUMARLO CON UN TSUNAMI!

—Buck, respira —Henrietta miró a Nash, angustiada.

—¡No fue tu culpa pero sí lo fue destruir a los demás! —Eddie gruñó, sus ojos se tornaron rojizos.

—¡TÚ NO ME HABLES, MALDITO INFIEL! ¡REVOLCÁNDOTE CON BOSKO!

¡Evan Buckley! ¡El único lastimando a las personas eres tú!

Más de uno respingó a la voz Alfa de Eddie. Los ojos de Buck se abrieron de par en par, tornándose en un color lila, la respuesta a aquel llamado. Una mala respuesta porque liberó feromonas que hizo a todos sin excepción alejarse de inmediato como su estuvieran olfateando un gas venenoso. Era un Omega alterado, en el más alto pico de su dominio a la defensiva. La espalda de este golpeó con otro estante, tirando cajas. Se estremeció, jadeando pesado al huir de todos ellos, sintiendo claramente su rechazo, o lo que su mente demasiado alterada le hizo creer. Con una media vuelta tirando más cosas, buscó la puerta para desaparecer.

El efecto no se hizo esperar, afuera con aire libre sus feromonas que exigieron defensa la gente en el estacionamiento reaccionaron. Un par de ellos comenzaron a pelear desde sus autos, chocando entre sí, otros golpeándose al no saber a quien atacar. El capitán Nash y Henrietta quisieron alcanzar a Buck, encontrando obstáculos lanzando puñetazos, viéndolo desaparecer en su camioneta. Bobby estaba por pedir ayuda cuando su celular sonó, leyendo que era Athena quien llamaba.

—¿Athena?

¡¿Buck está contigo?! Debes mantenerlo a tu lado.

—... él acaba de marcharse. ¿Qué sucede?

Bobby, Chase Mackey fue internado en un hospital por heridas causadas por un altercado, encontraron rastros de sangre de un Omega. El idiota intentó abusar de Buck al olfatear que estaba cerca su Celo. Un Omega así de alterado puede sufrir un accidente, ¡debemos encontrarlo!

—Oh, no...

Todo se movió alrededor de Buck, manejando a alta velocidad, escuchando muy lejano el timbre de su celular que sonó insistente mientras tomaba la vía rápida, pasando varios autos. Un tráiler con una publicidad que tenía el rostro de un cachorro lo hizo frenar de golpe al casi estamparse con él. Christopher. Rompió a llorar entre jadeos profundos, erráticos. Sus manos temblaban, dejando un rastro de sudor en el volante. Cláxones lo pusieron más nervioso, desconociendo donde estaba, orillándose a toda prisa para bajar y vomitar en la franja de césped que dividía las autopistas, cayendo de rodillas con lágrimas abundantes, tibias por la fiebre alterando más sus feromonas. Algunos autos dieron un volantazo, aquellos cuyas ventanas estaban abiertas y percibieron su aroma, causando un caos vial.


Todo era su culpa.

No sabía hacer otra cosa que causar problemas.


Evan se dejó caer de costado, abrazándose al encogerse sobre sí mismo, sintiendo su cuerpo muy frío pero su frente hirviendo. Una patrulla se detuvo a su lado, le pareció reconocer el aroma, temblando otro poco al creer que iban a lastimarlo. Dos manos gentiles sostuvieron su rostro, escuchando la voz de Athena llamarlo.

—¡Buck! Buck, quiero que te quedes conmigo ¿de acuerdo? Vas a estar bien, cariño, ya pasó.

—... l-lo s-siento... n-no sirvo... s-solo quería... todo lo arruiné...

—Evan, respira, ya viene la ayuda. No has hecho nada malo, tesoro, nada —la voz de Athena flaqueó cuando levantó su camisa, revelando unos moretones y mordidas— Sshh, ya pasó, estás a salvo, estás a salvo.

En definitiva iban a darle un premio especial en el hospital por tantas asistencias continuas. Buck se encontró de nuevo en una camilla con un dolor de cuerpo como si hubiera sufrido una neumonía. Maddie estaba a su lado, los ojos hinchados de llanto, abrazándolo en cuanto despertó, besando sus cabellos y su sien.

—Aquí estoy, Buck.

—¿Hermana?

—Ya, todo pasó ¿de acuerdo? No hay amenaza.

—¿Cuánto tiempo...?

—Tuviste un Celo, pero... no estabas en las mejores condiciones, te ocasionó un desequilibrio total, por eso te pusiste así. Pero ya pasó —repitió ella, sonriéndole, cepillando sus cabellos con cariño— Los médicos dicen que eres realmente muy fuerte.

—Me duele todo.

—Lo sé, hermanito, mejorará.

—Fui un idiota, Maddie —murmuró con tristeza— Lo he perdido todo.

—No, eso no es verdad.

—¿Hermana?

—¿Sí?

Buck miró sus brazos descubiertos por la bata, había marcas de manos en ellos, los dobló muy avergonzado, tragando saliva.

—El abogado... Chase Mackey, él... quiso... él quiso... intentó violarme.

—Y pagará por ello, Evan, no tengas miedo.

—Creo que lo golpeé.

—No tanto como yo hubiera querido —bromeó su hermana, picando su nariz y apretando luego sus manos— Lo hiciste en defensa propia. Ese idiota creyó que podría usarte para tener tu dinero.

—No tengo dinero alguno. No tengo nada.

Maddie no comentó sobre lo último, besando su frente. —Aquí estoy, hermanito, no me iré a ningún lado.

Lloró con ella, durmiendo luego al estar tan exhausto, sin ganas de nada. No quiso ni preguntar por qué nadie más fue a visitarlo, temiendo lo peor. Volvieron a casa una vez que lo dieron de alta, al fin teniendo en manos los Supresores que serían los definitivos y muy acordes a él, con algunas indicaciones porque ese primer Celo había tenido las peores condiciones que un Omega podría enfrentar y debían mantenerlo en observación. Otra vez. No habló nada en el camino de vuelta, sujetándose del brazo de Maddie al caminar, con ropa gruesa pese a que no era invierno, todavía no lograba controlar su temperatura.

—Te he comprado algo de comida, aprobada por el médico.

—Gracias.

—Jugo, ya sabes, nada de alcohol de momento.

—Sí.

Su hermana se quedó quieta, luego acercándosele, acariciando su espalda.

—No hay nada de qué avergonzarse ni temer.

—Lo sé.

—¿Quieres que veamos una película?

—Está bien.

Buck no tenía los mejores ánimos, ni los tendría. Esta vez no quiso salir de la cama, recordando una y otra vez lo sucedido. A veces despertaba gritando, cuando su mente volvía a esa tarde con el abogado o la pelea en el supermercado. Otras porque se veía rodeado de agua, perdiendo a Christopher que se hundía entre sus gritos de desesperación. También se vio frente a Eddie en la estación, este lanzándole su uniforme hecho trizas, diciéndole que jamás se enamoraría de un Omega tan perdedor, queriendo reclamar pero encontrándose envuelto en los brazos de Maddie, meciéndolo.

—Sshh, solo es un mal sueño, nada más.

Una mañana, otra mano diferente lo despertó, abriendo sus ojos para encontrar el rostro angustiado de la Señora Buckley, su madre.

—Evan...

—¿Qué carajos haces aquí? —siseó, escondiéndose bajo las cobijas, dándole la espalda.

—Hijo —su padre también estaba ahí como su hermana que lo descubrió lo suficiente para verlo.

—Evan, hay que resolver esto.

—No hay nada qué resolver —quiso esconderse de nuevo, pero Maddie lo impidió.

—Hey, soy tu hermana mayor ¿recuerdas? Estoy de tu lado —ella tomó su mano— Pero dales una oportunidad.

Se lo pensó por largo tiempo, aquello no era buena idea ni de lejos, luego suspiró, girándose apenas para ver a sus padres.

—De acuerdo, ¿por qué? ¿Por qué me hicieron esto? ¿Por qué me ocultaron lo de Daniel?

Su madre se sentó en la cama, tocando su hombro con esa mirada que solamente las madres pueden tener para sus cachorros.

—Los doctores dijeron que quizás un hermano salvaría la vida de Daniel, pero eso lo dijeron después de que me enteré de que estaba embarazada Y no guardé muchas esperanzas, ninguno de nosotros fue compatible, las probabilidades de que tú lo fueras estaban en los suelos.

—Daniel fue el más emocionado por tu nacimiento —intervino su padre, de pie junto a su cama— Todo el tiempo estaba diciendo que sería un buen hermano para ti. Cuando naciste, él te cargó primero. Desde ese entonces tu vínculo con él fue muy fuerte, si llorabas, él podía calmarte, incluso mejor que con tu madre. Luego hicieron los análisis y resultaste un 85% compatible con Daniel para el trasplante, pero...

—¿Pero era Omega? —susurró Buck, apretando la mano de Maddie.

—Los médicos temían que no resistieras, de haber sido de otra casta quizás... eso no importa porque cuando Daniel se enteró, se negó rotundamente. Con lágrimas nos pidió no hacerlo, "yo nunca lastimaría a Evan, no quiero algo así a costa de su dolor". No pudimos convencerlo, pensamos en intentarlo más adelante cuando crecieras... pero ya no hubo esa oportunidad.

La Señora Buckley suspiró, limpiándose una lágrima al verle. —El cáncer avanzó muy agresivo, aunque se hiciera una intervención ya no se salvaría. ¿Sabes cuáles fueron sus últimas palabras? "Cuiden de Evan por mí".

—Y luego tú enfermaste —continuó su padre— El pediatra afirmó que era por el vínculo roto con tu hermano, tu sistema inmune falló, podíamos perderte. Fue cuando nos recomendaron esos Supresores. Aquel médico tampoco estaba informado, Evan, creímos en él porque nos aseguró que el Supresor bloquearía ese vínculo, ayudándote a recuperarte.

—Bien... —suspiró él, apretando aquella mano— Entonces ¿por eso me duele tanto el saber de mi hermano?

—Así es, ustedes tuvieron un vínculo de hermanos muy fuerte, más que con Maddie o con nosotros, tú instinto pedía buscarlo e ir con él.

Buck se quedó quieto, luego apretando sus labios, mirando a Maddie y luego a sus padres.

—¿Por qué no cambiaron de Supresores?

Hubo un largo silencio, muy revelador, que lo hizo ponerse de pie, soltando la mano de su hermana y arrojando las sábanas de una patada, girándose a sus padres.

—Querían que enfermera ¿no? Eso deseaban.

—Evan...

—¡¿Por qué?! ¡¿Porque Daniel me quiso más que ustedes?!

—¡Tú no sabes lo que es perder un hijo! —gruñó su padre.

—Evan... —Maddie lo alcanzó, zafándose de su agarre.

—¡Era un gran niño! ¡Nunca lo entenderías! —reclamó su madre entre lágrimas que solo lo enfurecieron.

El Omega jadeó, todavía demasiado sensible a todo, frunciendo su ceño y sus puños apretándose hasta tronar los nudillos. Sus ojos se tornaron lilas, no por completo, pero lo suficiente para que sus feromonas cambiaran su aroma, ahuyentando lo que le hacía daño.

—¡YO SOY EL QUE SUFRIÓ! ¡YO FUI QUIEN CASI MUERE POR SUS ESTUPIDECES! ¡NO LOS QUIERO VER MÁS! ¡LARGO! ¡LARGO!

Maddie no pudo calmarlo hasta que sus padres ya no estuvieron más en su departamento y el rastro de sus aromas desapareció, jadeando cual animal herido con la cabeza en el regazo de su hermana, ella acariciando sus cabellos hasta percibirlo de vuelta en sus cabales, lo que tomó un largo tiempo, acabando muy cansado después de ese ligero momento de explosión.

—¿Volverás a la estación? —quiso saber su hermana, buscando distraerlo.

—Es posible —mintió— Si aún me aceptan.

—Claro que sí —apoyó Maddie, pellizcando su mejilla.

Apretó una sonrisa, tumbado en su regazo. No estuvo muy seguro de que eso fuera a pasar, aun quitando la parte del abogado como de sus locuras causadas por hormonas no controlados de un idiota aprendiendo a ser Omega, faltaba el hecho de que sí había lastimado a su equipo, su Manada. Si no deseaban verlo ni siquiera iba a repelar.

Lo más que le angustió fue pensar en Eddie, se había comportado como un verdadero idiota con él, olvidando a su cachorro, lo sucedido entre ellos. Era probable que por malas decisiones ya no tendría en su vida un gran Alfa con un hermoso niño. Buck respiró hondo, invitando a probar la fruta con algo doliéndole muy profundo en su ser.

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