XX: Locura en el mundo de los sueños

Las filas por las que avanzaban parecian sencillamente interminables. Quizá fuera por efecto de cómo se medían las distancias o el tiempo en ese lugar donde tales conceptos carecían de importancia, pero Maika sintió que avanzaban por horas, días, años y segundos a partes iguales. La certeza era, al igual que gran parte de lo que rodeaba al mundo subterráneo, una mera añoranza.
Finalmente sin embargo dieron con el final, o lo que parecia tal cosa, pues allí frente a ellos la fila se interrumpia abruptamente, como la caída de una cascada, y comenzaba un destello de colores azules muy vivos que se elevaban por todo lo alto ascendiendo con la consistencia del humo en medio de la ventolera.
Dos figuras destacaban entonces pues se hallaban de frente a la multitud, y además sus cuerpos no lucían como los de aquellos espíritus de los muertos, es decir etéreos y rodeados de un aura visible, sino más bien como el cuerpo de Maika o Mesh o los agentes. Se los veía esencialmente sólidos, con un brillo azul tenue que apenas recorria su figura. Una de las figuras, un hombre alto de cara alargada, con gafas y cabellos grises enmarañados, sostenía en sus manos una especie de abanico extraño.
Maika, quien se encontraba más cerca, pudo ver lo que sucedía a continuación.
Uno de los espíritus se acercaba flotando con esa inconsistencia propia de quien anda sobre el agua, y entonces casi sin intención el hombre de largos cabellos y gafas oscuras lo tocaba con aquel abanico en una suave caricia. El efecto resultante era sin embargo muy extraño pues el espíritu parecía en primer momento quedarse pegado al abanico para entonces, en segundos, desaparecer con el recorrido de la mano de aquel hombre alto.
Este se daba la vuelta, sacudía el abanico tras el como si quisiera limpiarle algo y volvía a repetir el proceso.
Mirando con más atención Maika cayó de pronto en la cuenta de que aquel objeto no era en verdad un abanico, básicamente porque tenía demasiados agujeros para ser uno y porque la forma en que parecia estar tejido le daba una apariencia muy características. En su mente aquellas palabras se habian confundido, pero ahora que lo veía con fijeza estaba mucho mas segura.
Se trataba de un atrapa sueños. Aquel anciano de las gafas sostenia un atrapasueños entre sus manos.
—Maika, retrocede —susurró alguien a su lado y la joven comprobó que Fox le hablaba a lo lejos. El resto del escuadrón se había apartado y se encontraban bien camuflados por los lentos espíritus en sus respectivos lugares, pero ella sin percatarse se había acercado bastante más de la cuenta.
En verdad el entrenamiento que la joven había recibido para misión de infiltración había sido muy poco, por no decir nulo, y no tenía mucha idea de qué hacer en casos así. Decidió retroceder un poco pero olvidó que no estaba en un plano físico y al intentar apartar a los fantasmas de la fila con sus manos se encontró que su cuerpo los atravesaba con facilidad, difuminando sus cuerpos transparentes y sus luces azules que rápidamente volvian a tomar la forma de antaño y continuaban avanzando por la fila como si nada.
El problema fue que aquel hombre, el del atrapa sueños, lo vio y una vez su mirada se posó en el pequeño destello de luz y sustancias espirituales el cuerpo físico de Maika todavía retrocediendo en busca de sus compañeros fue distinguible con facilidad.
—Atención Ras—murmuró a su compañero —parece que tenemos compañía.
—¿El escuadrón? Eso fue rápido. Pero aún no Doc. Necesito más tiempo. Y más almas —el hombre al que había llamado "Ras", y cuyo verdadero nombre era Alexis Rasputín, permaneció en cuclillas con sus manos metidas hasta los codos en una esfera azulada que parecia tener la consistencia del fuego y se agitaba como un globo tan lleno de agua que pronto explotaría.
—Intentaré ganar el mayor tiempo que pueda —dijo el anciano de las gafas, conocido normalmente como "El Doctor", pero entonces lo vió avanzar y supo que su promesa se quedaría en nada. De mente rápida como lo era comenzó a ensayar sin darse cuenta un argumento de porqué la misión que el profesor les había asignado había fallado.
Aquel que veía acercarse no era un miembro del escuadrón Zorro del que esperaban eventualmente alguna clase de resistencia. Aquel hombre todavía más alto que el propio doctor y sus buenos dos metros, que caminaba a paso firme hacia ellos con largas zancadas y vestía de negro, azul y rojo, agitando como serpientes sus largos cabellos oscuros, no era otro que el guardián de todo ese plano. El hombre escogido para su defensa.
Era Mesh, de HexHell, y por la forma en que se dirigía hacia ellos, estaba bastante enfadado.

La hora de jugar al escondite había terminado. La enfermera los delató sin quererlo y en cualquier caso ya Mesh había observado todo lo que necesitaba para saber que aquello era malo. Muy malo.
Los intrusos, quienes fueran, estaba atrayendo almas y espíritus de todo el mundo Subterráneo y se los estaban llevando. No era una carcel, como había dicho el Doc, hacia donde los llevaban. No eran aquellos dos una suerte de policías, sino de secuestradores.
Mesh no tardó en percatarse del objeto que estaban utilizando. "Sin duda están bien informados los malditos" pensó.
—Cuidado con ese atrapasueños. Puede no ser gran cosa fuera de aquí pero este mundo está literalmente construido en base a sueños. Si los toca con eso dense por muertos —advirtió a los miembros del escuadrón Zorro y a Maika mientras se acercaban. Estos ya lo habían visto y por tanto entendieron que el tiempo del escondite había terminado.
Era hora de jugar en serio.
—¿Qué haremos con estos espíritus? —preguntó Fox mientras avanzaba hasta colocarse a su lado.
—De momento nada. Parecen estar bajo alguna especie de transe. Lo importante no es esto, sino lo que ese está haciendo —Mesh lanzó una cabeceada rápida hasta el hombre que en cuchillas seguía con sus manos metidas en la esfera de color azul. —Eso es una brecha. Algo que no debería suceder. Espíritus, es decir, historias del pasado, presente y futuro están colisionando allí.
—¿Historias colisionando? —inquirió Gutiérrez quien se unía junto con Checo, Samuels y Maika.
—Sea lo que sea no suena bien —agregó el agente Checo.
—La historia requiere un orden. El orden es el estado básico en que todo coexiste en este mundo. El pasado es el pasado, el presente, el presente. Si esto se altera el resultado podría ser tan terrible que los espíritus de todo este lugar enloquecerían y los nuevos que lleguen se perderían en una vorágine sin igual.
Ellos están creando un espacio donde no hay orden, donde no hay historia. —sentenció Mesh quien ahora lograba identificar bien la amenaza y el porqué de su sensación fatalista.
—¿No hay historia? ¿Pero para qué? —preguntó la agente Simona Gutiérrez que estaba más cerca.
—Ellos dos... lucen como nosotros. ¿Son el enemigo del que la señorita Selenna me hablo? —esta vez era Maika quien preguntaba.
—Averigüémoslo —dijo Mesh por toda respuesta a las dos preguntas y se apartó el abrigo en un movimiento que envió una repentina ráfaga de viento a lo alrededores despejando el camino de los espíritus como un torbellino a la niebla.
—Bienvenidos invitados inesperados. Me temo que deben hacer fila para poder ver las maravillas de más allá del atrapasueños —dijo el Doctor a verlos llegar. Por dentro se aseguró de memorizar cada cosa que viera pues no todos los días se tenía la oportunidad de ver combatir al guardián en su propio plano. ¿Acaso habría allí valiosa información para los planes del profesor? Lo averiguaría.
—Escuadrón Zorro, posición doce uno —bramó por encima de su voz el capitán Alí y los miembros del escuadrón se abrieron entre el espacio despejado y a pesar de que cerraron sus ojos de inmediato todo tipo de armas de fuego aparecieron bien sujetas por sus manos.
Maika se concentró. Intentó visualizar las voces, la fuerza que el infundian pero no pasó nada. Sintiéndose repentinamente nerviosa dijo algo que en otro contexto jamás creyó que pronunciaría con miedo.
—No escucho a las voces —dijo recordando en ese preciso instante que desde su llegada al mundo Subterráneo se había producido aquel fenómeno. Pero si no las escuchaba ¿como iba a pedirles prestadas sus fuerzas?
—Estamos en el plano de los sueños y las historias, aquí se pelea distinto. De todos modos tampoco necesitas las voces. —Fue la respuesta del guardián.
—¿Por qué? —inquirió Maika preguntándose qué haría ella, una enfermera común, sin las fuerzas extras que le otorgaba su lazo con ese lugar.
—Porque me tienen a mi —Mesh extendió entonces sus brazos. Tenía los ojos, el que había surgido de nuevo en su cuenca antes vacía y el otro, cerrados, pero los abrió como siguiendo un destello y como efecto un relámpago cayó desde alguna parte directo sobre aquel hombre en cuchillas. El trueno estalló al impactar y cuando la potente luz desapareció el hombre seguía en su lugar como si nada. Una antena brillante de acero había aparecido a su lado y se la veía un poco chamuscada.
—Un pararrayos —explicó el Doctor. —No eres el único con una mente soñadora. La creatividad es la base de la verdadera ciencia. La más maravillosa de todas las disciplinas. ¿Que sería de nosotros sin la capacidad de crear?
—Escuadrón Zorro, fuego —los miembros del escuadrón dispararon apenas escucharon la orden y una ráfaga de balas como mil agujas atronó el mundo S.
—Parece que llueve —rió el Doctor y las balas que convirtieron efectivamente en gotas de lluvia que incluso caían desde arriba a pesar de haber sido disparadas desde otra dirección. El hombre de cabello enmarañado se quitó las gafas oscuras dejando al descubierto unas ojeras considerables. Se llevó las manos a las mejillas y dijo con fingido miedo —Es una inundación —. Acto seguido Maika pudo sentir y ver como el agua subía de nivel llegando hasta sus rodillas y las de todo el escuadrón Zorro o el propio Mesh en segundos.
Si creia que lo habia visto todo, se quedaba muy corta. Aquello sí era una verdadera locura.
El agua subía ya hasta su cuello, estaba fría, pesada, y la sensación de claustrofobia que transmitia era muy real.
—¿Cuanto falta Ras? —quiso saber el Doctor. Toda la fuerza de su mente (y esto era decir mucha fuerza) estaba puesta en la batalla.
—Necesito un poco más —dijo Alexis Rasputín, agitando sus manos en aquel orbe azulado. Allí se condensaban miles de historias, pasados, presentes y futuros mezclados unos con otros formando un enchastre incomprensible digno del más descabellado infierno sin tiempo. Pronto aquella esfera sería tan inestable que desembocaría en una brecha. Algo así como si tomaras todos los explosivos de la tierra y los pusieras en el mismo lugar dándoles de patadas hasta que alguno hiciera "Boom".
Tenía que ser cuidadoso pero rápido.
—Piensa en dejarlo. Ya tenemos lo que vinimos a buscar. No se cuanto podre retenerlos.
Rasputín iba a responder cuando una voz estridente como de garras sobre un pizarrón le acortó el sonido en la propia garganta.
—¿Crees que puedes competir conmigo en el mundo que yo mismo protejo? —. Si allí hubiera habido un cielo, ninguno de los dos dudó que estaría temblando —.
Mesh estiró sus manos.
—¿Alguna vez has soñado que caminas sobre el hielo? —frente a los ojos de Maika se sucedian una tras otras las imagenes, en pleno deleite y juego confuso para sus sentidos. El agua que antes estaba ahogandola ahora se había solidificado hasta volverse hielo y ella tras un pestañeo en busca de aire caminaba sobre el mismo. Todo hasta donde llegaban a ver sus ojos era de puro hielo, en efecto.
—Pero el hielo es frágil —murmuró Mesh sonriente aunque la voz atronadora lo potenció a la millonésima.
—Mierd... —el doctor no llegó a insultar pues el hielo a sus pies se reescrebrajo y el cayó a las profundidades oscuras y frías.
—Y en las oscuras aguas cosas terribles pueden acecharnos. Lo has soñado ¿verdad? Aquello que te acecha en la oscuridad. Se que lo has sentido en algún momento. No lo has visto, si lo vieras te volverías loco, pero sabes que está allí, observando —mientras Mesh hablaba el aire se enfrió y el doctor que no podía ya dejar de escuchar su voz aún cubierto de oscuridad sintió como esas tinieblas se plegaban y poco a poco lo devoraban cubriendo todo su cuerpo, su espíritu, su existencia.
Dos ojos rojos brillaban en la oscuridad pero mil mentes gritaban en furia maníaca.
El doctor gritó también.
Cayó de rodillas vomitando.
—Un... sueño —dijo con esfuerzo aferrándose a la cordura, lo que, dadas las circunstancias, era todo un logro.
—Si y no. Lo suficiente para destruirte la mente. Sino fuera por eso que tienes ahí —Mesh se refería al atrapasueños que en el último momento había usado aquel hombre para atrapar la pesadilla en que lo habian encerrado.
—No importa cuanto me cueste ganaré el tiempo que sea necesario —afirmó. Por dentro aquel hombre viejo no podía negar la emoción que lo embargaba. Aquello era un verdadero juego de sobrevivencia y él lo estaba perdiendo. Eso por algún motivo se sentía... "delicioso", pensó.
—Admiro tu compromiso, pero piénsalo así, al menos tu espíritu no va a dirigirse a este mundo porque ya está aquí.  —Mesh apretó su puño y ante los ojos del Doctor la realidad misma había vuelto a cambiar. Irrealidad, esa sería una mejor palabra.
Tanto él como Rasputín se encontraban ahora sobre la palma de un Mesh enorme, más grande que... que cualquier cosa. El gigante alzó su otro brazo y lo hizo descender sobre los intrusos como el relámpago del día del juicio.
—Necesito un poco más, un poco más —decía Rasputín intentando dar con el quiebre, con el punto donde pudiera romper la historia.
—Tenemos que irnos ya o no nos iremos nunca —rugió el Doctor incapaz de soportar mucho más de aquello. Ya no era solo su mente, su propio espíritu, la esencia de su existencia, se veía sacudida por las fuerzas a las que aquel monstruo accedía con tanta facilidad. No durarían mucho más.
Antes de ser golpeados agitó otra vez el atrapa sueños y el efecto fue similar. Se sintió como abrir los ojos tras una pesadilla. Estaba parado frente al escuadrón Zorro, Mesh y otras personas que no reconoció.
El esfuerzo sin embargo era demasiado.
—Si vuelve a hacer algo así estamos muertos —concluyó sonriendo.
—Ya casi, ya casi —decía el viejo mago Alexis Rasputín.
Mesh ya harto del jodido atrapa sueños estiró ambas manos y una energía azulada comenzó a destellar en sus palmas. Parecian pequeñas bolitas de luz que se unian las unas a las otras creando unas más grandes. Aquello recordó a Maika los efectos que producían los Terminators al aparecer. Ella amaba esas películas por algún motivo que nunca entendió del todo. Sobretodo las dos primeras.
—Alexis... hay que irnos. Dejalo —pidió el Doctor. Estaba viendo en aquella energía literalmente su muerte.
—Ya casi Doc, ya casi —
—Ras... —
—Adiós —Mesh lanzó aquella esfera de poder de sus manos que sorprendentemente surcó el cielo de puro blanco y se perdió a lo lejos sin impactar en sus enemigos.
—Parece que fallaste guardian —gritó el mago Rasputín al sentir que lo había conseguido.
—¿Quien dijo que les apuntaba a ustedes? —Mesh rió.
De repente un bestial rugido arrasó con todo. Si la voz de Mesh había hecho temblar el mundo, aquel rugido lo puso de cabeza. Todos y cada uno de los presentes, a excepción de Mesh, olvidaron por un segundo todo y desviaron la vista en dirección al sonido.
El Doctor se sintió complacido. Estaba viendo mucho más de lo que esperaba. No fue capaz de percatarse si quiera del momento en que se meo encima.
Alexis Rasputín sintió acercarse aquello que más temía. La muerte.
Checo, Samuels y Gutiérrez sin darse cuenta o saber como unieron sus manos y de repente los tres se las estaban sujetando.
Maika temblaba. Todo temblaba.
Era un dragón y se dirigía hacia allí a toda velocidad.
—Atrapa eso, sí puedes —gritó Mesh.
El Doctor no pidió permiso, sujetó a Rasputín y lo arrastró por un espacio en el mismo aire que de repente había aparecido.
—Pagaras por esto Mesh de HexHell —rugió Alexis Rasputín al ver inconclusa su misión  y entonces apretando los puños los chocó con fuerza contra la esfera azul en la que había estado trabajando provocando que esta refulgiera y estallara.
Lo que Maika experimentó entonces fue indescriptible. Fue como dormir sin sueños, sabiendo que se está dormida. La nada de la muerte es lo que más se le asemeja.
—Debemos salir de aquí ahora. ¡Corran! —rugió Mesh mientras observaba como Rasputín y el Doctor desaparecian en su propio portal. —Sujetenme todos. Agarrense entre ustedes —la onda expansiva seguía devorandolo todo. Ni siquiera aquel dragón que chocó contra ella y parecía intentar contenerla podia aguantar mucho tiempo.
Como un viento huracanado la onda expansiva lo arrasaba todo a su paso.
Y era rápida.
Muy rápida.
Los agentes del escuadrón Zorro no dudaron y sujetando sus manos con las de sus compañeros formaron un cordón humano con presteza.
Maika era la que más lejos se encontraba junto con los tres agentes, Checo, Samuels, Gutiérrez y Fox.
Corrieron a toda velocidad hacia el miembro del escuadrón Zorro más cercano, hacia esos brazos estirados como si se estuvieran ahogando y aquellas manos fueran la salvación. Fox llegó el primero, sujetando el brazo de un compañero y estirando en su lugar el suyo para sujetar a Samuels. Este agarró bien fuerte a Gutiérrez y solo faltaban Maika quien venía tirando de Checo intentando sobreponerse a esa fuerza succionadora que parecía tirar de ella hacia atrás. Pero era tan fuerte.
—¡Gutierrez ¡Giro! —gritó Samuels y Gutiérrez entendiendo lo que pretendía se soltó y tomó ambas manos de su compañero. Ambos giraron entonces como atraídos por esa fuerza de succión y pasaron a toda velocidad al lado de Maika y Checo logrando aferrarse en el último minuto a los hombros de este.
—Con fuerza —rugieron los cuatro intentando avanzar, mentalizando cada uno de esos sueños donde lograban moverse a pesar de las dificultades, donde lograban caminar aunque fuera un paso.
El brazo de Fox estaba allí.
Maika estiró el suyo.
Las puntas de sus dedos se encontraron.
Entonces el dragón perdió la batalla y la esfera se extendió.
Mesh, sujetando la mano del capitán Alí, se fue del mundo Subterráneo en el preciso instante en que Samuels era tironeado con demasiada fuerza por la ya incontrolable onda expansiva y el resultado era que también Gutiérrez, sujeta a él, volaba frente a sus ojos y se perdía en medio del remolino azulado.
Checo lo vio e intentó ir hacia ellos pero era tarde.
Su grito desesperado resonaba todavía en los oídos de Maika cuando abrió los ojos de par en par descubriendo que ya no se encontraban en el caótico mundo subterráneo sino en la mansión de HexHell.
El peligro había desaparecido, pero Gutiérrez y Samuels también.

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