XVI: La canción que atrae a los muertos
El entrenamiento final al que se sometían los miembros del escuadrón Zorro consistia en un trabajo de equipo. Dos miembros, que conformaban un grupo (en este caso llamado Alfa-dos) partían solos desde el campamento y descendían varios niveles siguiendo un camino que no estaba allí sino en sus mentes.
Desde ese punto el entrenamiento final había comenzado pues si no eran capaces de llegar al sitio pautado, los dos al mismo tiempo, se perderían y para siempre estarían vagando en el infinito espacio de sueños e historias. Los dos miembros elegidos se conocían bien, y tenian que haber desarrollado algún lazo que les permitiera compartir sus más profundos pensamientos y sensaciones. Aquello era la clave.
El no-camino recorrido los llevaría eventualmente hasta un páramo apartado, en un nivel que se consideraba bastante alejado del campamento, y allí era donde debian detenerse para dar paso a la segunda parte de su entrenamiento.
A diferencia de lo que muchos podían pensar, los miedos que tenemos en vida seguían con nosotros en muerte, en cierta forma era de hecho la muerte el último tramo en que uno podía enfrentarlos o verse superado por ellos. Apenas llegados al mundo S, los espíritus de los muertos, veían como todo aquello que hubieran soñado alguna vez podia hacerse presente en ese plano. Sin embargo pronto descubrían que no solo los buenos sueños tomaban forma en construcciones increibles, sino también las más terribles y abominables pesadillas guardadas hasta entonces en lo más recóndito de la mente inconsciente.
Encontrarse con una falta de control tal ante lo propio era como balancearse entre la cordura y la locura perdiéndose poco a poco en un abismo multiforme e incomprensible.
Así, aquellos espíritus que no pudieran imponerse a sus pesadillas, a sus miedos, serian devorados por ellos y se convertirían en esos mismos miedos, condenados a vagar por aquellos terrenos ilimitados, sin consciencia y sin propósito más que ser una enseñanza muda para quienes los vieran.
"Vestigios" había sido uno de los nombres con que se los conociera y era quizá de los más acertados en tanto aludía a todo lo que antiguos hombres y mujeres habían dejado atrás y en como irónicamente lo que en vida había sido una pequeña parte de su persona (los miedos, las dudas, los temores) tras la muerte se convertía en lo único real.
El mundo Subterráneo no era ni el cielo ni el infierno, pero podía ser ambos dependiendo de la propia capacidad para enfrentar los terrores internos.
Llegados a ese punto, los dos jóvenes del equipo Alfa-Dos comenzarían a dejar paso a sus terrores. Era un ejercicio de autoconocimiento, una suerte de meditación ensayada y practicada en el campamento varías veces antes.
"Técnicas de introspección" era el nombre que recibía.
Primero los enunciarían en voz alta (los fallos, los arrepentimientos, esos momentos de indefensión, donde se vieron incapaces de actuar o fueron lastimados, no era muy difícil que tras recordar algo malo decena de otros recuerdos acudieran a la memoria), y se concentrarían y pensarían solo en eso.
Con la voz dando forma a lo que sus mentes libraban, la imaginación y su potencia creadora se combinaba con las propiedades ilógicas e irreales de un no-lugar como aquel y poco a poco sus propios miedos comenzarían a devorarlos.
Un motivo por el cual los Vestigios eran imposibles de combatir para humanos normales radicaba en que sus presencian encarnaban los miedos más primitivos de los seres vivos y por tanto tenerlos enfrente hacia imposible poder pensar con claridad, racionalmente, y hasta cosas tan básicas como apuntar y disparar podían volverse imposibles. Los expertos olvidaban como usar sus armas, e incluso que las tenian. Hasta el más disciplinado de los soldados era incapaz tan si quiera de moverse.
Los más valientes dejaban de lado sus ideas y se iban corriendo de la batalla en una huida desesperada sin mirar atrás.
Podía parecer fácil, pero quien diga que puede permanecer mucho tiempo en la misma habitacion acompañado de sus peores miedos, miente. Miente como un descarado.
Tras un tiempo de enunciar los miedos y temores, de pensarlo e imaginarlos con todas sus fuerzas, el proceso comenzaba.
Como tal era apenas notable. No dolía, pero asustaba. Asustaba mucho y en un mundo donde tus miedos cobraban formas terminabas por descubrir que había algo peor que el do,oro y era el miedo a que este nunca se detuviera.
Las piernas de los agentes de Alfa-Dos comenzaban a desaparecer y de repente también sus brazos se esfumaban. Sus estómagos, cinturas y pechos combados fluctuaban como el oleaje de las aguas y se deformaba. Sus mentes, que producían aquello y más, eran las últimas en desaparecer -entrando en una suerte de ensoñación extraña, un sueño dentro de otro sueño- en parte Vestigios, en parte humanos vivos, en parte espíritus...
Entonces comenzaba la verdadera pesadilla.
—¿No deberían haber regresado ya? —preguntó Maika al capitán Alí. Medir el tiempo en aquel lugar que carecía del mismo era difícil, pero a su reloj interno le parecia que habia pasado demasiado.
—Las pruebas pueden tardar o ser muy breves —respondió escuetamente el hombre mientras su cuerpo se tensaba como si estuviera respondiendo a los cuestionamientos de un superior.
—Todo depende de la persona. Lo mejor que podemos hacer es seguir esperando, nadie ha fallado hasta el momento —comentó Fox a su lado, sin dejar de mirar a lo lejos por el camino que habian seguido los miembros de Alfa-Dos.
—Hay algo en todo esto que no me gusta —dijo Mesh, apareciendo repentinamente tras ellos. —Capitan, ¿cual fue su apreciación del mundo Subterráneo en los días anteriores a nuestra llegada? —preguntó. El capitán Alí lo meditó un rato llevandose una mano a la barbilla y acariciando su labio inferior con el índice.
—Es un lugar... único. No soy bueno para decir... muchas cosas, pero si tuviera que escoger una palabra para definirlo diría que es la de bullicioso. En nuestro primer día vimos procesiones de espíritus a lo lejos y escuchamos todo tipo de sonidos, desde gritos hasta canciones y carcajadas. Algunos casi se vuelven locos.
—Y eso sin contar las ocasiones en que se nos acercaron aquellas cosas. Los Vestigios. Ninguno llegó a atacarnos pero fueron momento de mucha tensión —acotó Fox con el gesto serio metiéndose en la conversación.
—Sin embargo ahora, apenas y hay algún sonido o movimiento. Está todo muy tranquilo —sentenció Mesh, girandose para mirar hacia varias direcciones. —Los seres de este lugar no suelen ser muy sociables. Cada espíritu está inmerso en sus propios asuntos, e incluso aquellos que deciden habitar juntos suelen evitar a los demás. Pero esto ya es un extremo.
—¿Que sugieres jefe? —pregunto Maika sintiéndose a la vez extraña y preocupada. Si pensaba en eso, aunque no podía ponerle un nombre, también había cierta incomodidad en su pecho y le hubiera encantado saber cual era la causa.
—En principio, nada, no tenemos el tiempo para preocuparnos por posibles amenazas cuando ya tenemos una y muy real.
—Miren, allá vuelven —gritó una voz.
En efecto, a lo lejos podía verse como dos figuras avanzaban lentamente hacia el lugar. Sin embargo cuando miraron con atención, los miembros de escuadrón Zorro pudieron ver que en realidad se trataba sólo de una figura que avanzaba. La otra figura había sido una mera ilusión óptica.
—¿Dónde está el otro? —preguntó Maika en voz alta. Pero a su lado Fox ya corria en direccion a su compañero. Tras él fueron el capitán y Mesh. Ella se les sumó entonces al igual que otros miembros del escuadrón, y también Checo y Samuels que le dedicaron serias miradas como preguntándole <<¿Qué diablos?>>, rápidamente llegaron hasta donde se encontraba aquel muchacho.
El joven cayó de rodillas entonces.
—Se lo llevó —jadeó mientras su cuerpo azulado parecia brillar con menor intensidad, Maika se fijó en que sus piernas estaba ahí pero sus pies habian desaparecido. De repente regresaron, y frente a sus ojos volvieron a irse.
—¿Qué sucedió? ¿Quién se lo llevó? —Mesh se arrodilló para poder ver de frente al muchacho. Le puso una mano en la cabeza y los pies del joven regresaron a ser visibles. La luz azulada volvió a iluminar con intensidad.
—La música —dijo a medida que su voz recuperaba cariz y tono. —Una música, palabras en el aire, no se lo que decía pero era como si nos estuviera llamando. Estábamos entrenando y entonces apareció, era imposible ignorarla. Yo estaba a punto de dominar el miedo pero aquel sonido me quitó concentración y el miedo casi me superó. Logre apenas escapar.
—¿Y que paso con Seamus? —preguntó Alí. Seamus era su compañero, el que había partido con él pero no había regresado.
—Enfrentar a los miedos le había costado más. Cuando lo miré era una mancha negra borroneada a mi lado. Y entonces sencillamente comenzó a alejarse y se fue. Estoy seguro de que se fue siguiendo la música. De alguna forma estoy seguro de que venía por esa dirección.
—Música —murmuró Mesh mientras se incorporaba. Sus ojos de águila se posaron a lo lejos. En la blancura del mundo Subterráneo, como si pudiera distinguir algo que a los demás escapaba.
En ese preciso momento, en algún lugar que no podía precisarse con la mirada, comenzó un juego de luces que parecian elevarse y expandirse como manchas gigantes que lo cubrían todo de azul, amarillo, verde y rojo.
—Mira, son los fuegos artificiales de la otra noche —comentó Fox pero Maika no dijo nada. —Aunque no recordaba que estuvieran tan lejos —agregó. Maika asintió. Recordaba como las luces habian lucido mucho mas grandes la noche anterior, mientras que ahora eran apenas manchones pequeños a la distancia.
—Capitán, llevé a este hombre adentró. Prepare a su escuadrón y vengan conmigo de inmediato. Algo está sucediendo y vamos a investigar.
—No. Yo puedo... luchar —dijo el agente de Alfa-Dos, que ahora ostentaba solo a un miembro, y con esfuerzo se levantó del piso.
Mesh le lanzó una mirada rápida y asintió. En tanto estuviera seguro de sí mismo -su ego-, no habria problema en aquel mundo de sueños.
—Bien. Entonces todos aquí. Vamos a seguir esas luces. Si hay alguien que sabe lo que puede estar sucediendo es el Doc. —Mientras el capitán y Fox se alejaba en dirección al campamento, con el soldado a su lado, Maika, Mesh, Checo y Samuels permanecieron de pie observando el juego de luces que aún iluminaba en alguna parte.
—¿Crees que estemos bajo ataque? —inquirió Maika mordiéndose el labio inferior. ¿Es que acaso la violencia estaba presente hasta en ese mundo?
—Creo que mejor nos preparamos para lo peor —contestó Mesh y deseó cuanto antes estar de regreso al mundo humano. Aquella sensación de que algo -algo grande- estaba sucediendo y se le escapaba no le gustaba para nada.
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