VIII: Tras una larga noche, amanecer
—Interesante... —Robespierre miraba a su alrededor sin dejar de sonreír como un desquiciado y moviendo las manos con repentinos espasmos. La cruz repiqueteaba con impactos bruscos contra el suelo. —Parece que no va a ser suficiente este equipo para exterminarte ahora, Mesh de HexHell.
Mesh seguía sonriendo, avanzó un paso hasta su enemigo. Detrás de Robespierre, Selenna levantó la pistola y apuntó haciendo un "click" que resonó entre los pasillos vacíos.
El aire pareció enfriarse hasta volverse pesado.
—Pronto habremos de vernos otra vez. Mientras tanto, good bye.
Robespierre levantó su cruz velozmente pero no la uso para atacar. El obsceno pedazo de hierro pareció estar de repente en llamas pues emitió un brillo luminoso terriblemente vívido como si un pequeño sol estuviera despuntando en medio de la habitación.
Mesh se llevó las manos a la cara y aunque apuntó no pudo disparar por miedo a darle a Selenna o Maika. Las dos muchachas se vieron cubiertas por aquella luz y tras un quejido de sorpresa se cubrieron el rostro. Maika se adelantó sin poder ver para colocarse instintivamente delante de Selenna.
El sonido de vidrios estallando fue lo siguiente que se escuchó y luego un pesado silencio.
—Sucio tramposo —Selenna se refregó los ojos sin dejar de pestañear mientras recuperaba la visión. Los contornos borrosos de su mundo poco a poco tomaban solidez. Observó a Maika, ahora delante de ella, que se recuperaba con el mismo esfuerzo y Mesh ya se encontraba parado al lado de la ventana rota en silencio. Por allí había saltado Robespierre pero al mirar hacia el amplio espacio iluminado en la noche no había ni rastros del hombre.
"Un verdadero experto en desapariciones" pensó.
Mesh sonrió. Acababa de conocer a alguien muy interesante.
++++++
Maika creyó que despertaría en la enfermería más sin embargo al llegar a HexHell se encontró con que sus heridas ya habían sanado del todo, hasta parecía un recuerdo lejano el hecho de haber sufrido semejante daño.
En efecto el cuerpo no le dolía, sin embargo eso no significaba que estuviera bien, después de todo lo que había vivido esa noche estaba de todo menos bien.
Regresaron acompañados por una pequeña flotilla de vehículos que repentinamente habian aparecido en la escuela, y ella viajó tan en silencio como el propio Mesh y Selenna, quienes iban en el mismo automóvil. Michael B Roughs era quien conducía y cada tanto lanzó algún comentario casual que fue brevemente respondido.
Al llegar, Selenna los envió a todos a descansar y pidió reunirse con Mesh en privado. Antes de que Maika se hubiera retirado la detuvo unos segundos y mirándola fijamente a los ojos le dijo una palabra. "Gracias". Aquello dejó sorprendida a la joven enfermera quien al momento de retirarse rumbo a su habitacion no podía evitar sentir un calor extraño en el pecho.
Y ahora, con las primeras luces del sol despuntando, se confirmó a sí misma que todas y cada una de esas cosas habian sucedido, no se trataba de un gran sueño.
Le sorprendió al despertar que las voces de la noche anterior parecieron amanecer junto con su consciencia, hablando de forma pausada y a un ritmo suave que no las volvia molestas sino más bien amables. Supuso que su control sobre las voces era mayor del que creía aunque también bastante inconsciente. Algo en su interior le dijo que de haber querido podia silenciarlas a todas de inmediato, pero no lo hizo.
<<Hola Maika...>> susurró la que parecía pertenecer a una niña y bastante tímida además.
Las otras voces secundaron con algunos saludos mientras otras siguieron enfrascadas en charlas que eran fáciles de ignorar pues ella no entendía lo que decían.
Se dijo que sería buena idea preguntar a Mesh sobre aquel fenómeno y luego se levantó.
Sobre una silla cercana, en el correr de la noche, alguien había dejado un uniforme de HexHell para ella.
Tenía un cierto parecido en el diseño con las prendas que había vestido durante su vida anterior, como enfermera. La diferencia era el color. Del blanco en diversos tonos del hospital, pasaba a un color crema casi piel, con ribetes más oscuros en los hombros y el cuello alto.
Por lo demás se trataba de un uniforme en dos piezas, una camisa con botones y dos bolsillos amplios en el pecho, y una falda de cierre en el costado izquierdo. Como detalle tanto la camisa como la falda parecian tener un pequeño circulo dorado en el que dos "h" se cruzaban sobre sí mismas. Bajo la cama pudo ver unas botas altas, lustradas a la perfección y similares a las que usaba Mesh, pero con un diseño que se le antojó más femenino.
Al lado de ese calzado casi militar le sorprendió encontrar un pedazo de papel.
"Espero sea de su agrado, es la vestimenta oficial de la fuerza, no estuve seguro si las medidas eran las correctas por lo que puede comunicarse directamente conmigo ante cualquier problema en su uso :)
MB.R"
Maika supuso que aquellas eran las iniciales de Michael B. Roughs, el excéntrico mayordomo de la mansión.
<<¿Ya estas despierta?>> la voz de Mesh resonó en su cabeza acallando a todas las demás.
<<No sabía que pudieras hacer eso>> fue su pensamiento instintivo a modo de respuesta.
<<Hay muchas cosas que no sabes>> Maika no tuvo problemas en imaginarse a ese hombre riendo. Sus dientes de lobo, sus facciones afiladas. Incluso el gesto de su nariz levantándose un poco mientras sus pómulos parecían acrecentar su tamaño.
<<Veo que te has fijado mucho en mi>> dijo Mesh en su mente y Maika abrió los ojos de par en par. ¿Leía sus pensamientos?
<<Cuando hayas decidido dejar de fantasear te sugiero realizar un recorrido rápido. Necesitarás familiarizarte mejor con el lugar. Te estaré esperando en el parque B a las cinco para entrenar, hasta entonces haz lo que quieras>>
<<¿Cual es el parque B?>> pensó Maika intentando recordar sus anteriores recorridos por aquel enorme sitio.
<<A las cinco, no lo olvides>> sentenció Mesh como única respuesta. Maika supuso que tendría que acostumbrarse a esa manía de ignorarla que él tenía.
<<Y no te vayas muy lejos, yo siempre estoy vigilando>> agregó antes de lanzar una risotada que se fue apagando como si de una radio con cada vez menor volumen se tratara.
Maika suspiró.
Lo mejor era no hacerse más problemas. Por bastantes había pasado ya, lo que tuviera que saber lo averiguaría eventualmente. De momento era mejor no preocuparse demás.
Lanzando una rápida mirada al espejo se probó el uniforme en su cuerpo pequeño y juvenil. Lucía como una especie de azafata caderona y de piernas firmes.
A pesar de haber vuelto a la vida recientemente no se veía muy distinta a como era antes, salvo por el agujero en su pecho claro estaba. Prefirió no pensar en ello.
Se alisó el cabello castaño corto y fracasó en ensayar una sonrisa en su cara alargada.
Le sorprendió pensar en que era bonita, para alguien que había muerto hacía poco, estar pensando en algo como la belleza no le resultaba banal.
—Ciertas cosas nunca cambian —dijo en voz alta, sintiéndose por primera vez en su vida más segura de hablar que de pensar.
Finalmente miró al exterior por los amplios ventanales y salió de la habitación con rumbo desconocido, pero segura de que sus días y sus noches habían cambiado para siempre.
+++++++
—¿Todavía no hay una respuesta? —Selenna Pendragon sorbió el último trago de café y usando la taza vacía como cenicero apoyó la punta de su cigarro encendido tras darle una rápida calada.
—Roma permanece en silencio. Todo indica que fue una escaramuza... —Michael Roughs apartó con su mano el humo del cigarrillo que había ascendido hasta su cara desde donde Selenna se encontraba —repentina. Un mero infortunio. Claro que tratándose de los católicos nunca se sabe.
—Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra —dijo burlonamente Mesh. Estaba en un extremo de la habitación y contemplaba sentado en la ventana los aconteceres del nuevo día. Allí había estado desde la madrugada.
En ese preciso instante cuatro miembros de HexHell marchaban con bolsas de cemento y palas en dirección al extremo oeste de la mansión. Allí se encontraba el pequeño cementerio familiar.
—Afortunadamente las bajas fueron mínimas. Por desgracia no fueron cero —Michael Roughs agachó la cabeza. Recogió la taza de café vacía y puso el cenicero en su lugar. Así como una taza nueva de café humeante a su lado.
Tampoco había dormido desde ayer pero su rostro de por sí arrugado no lucía muy diferente. Las ojeras quizá, que le daban un toque más sombrio.
—Es curioso. Pasamos toda nuestra vida defendiendo la historia humana y muchos de nosotros no tenemos una historia fuera de esas paredes. Sin familia, sin lazos en el mundo.
Al menos puedo asegurarme de que Joseph tendrá un funeral con los honores que corresponde —Selenna murmuró aquellas palabras. De las tres personas en la habitación era quien más afectada se veía por la noche sin sueño. —O lo que quedó de Joseph...
—Así será —confirmó Michael ocupando una silla frente a ella.
—Estos católicos bastardos. ¿Un mero infortunio? Si claro. Si creen que les tenemos miedo es porque no recuerdan cómo les fue la última vez que nos enfrentamos —escupió observando los papeles sobre su escritorio.
—Continuaremos investigando. Al menos creo que puede descartarse que nuestro enemigo más inmediato hubiera surgido de Roma.
—No podemos estar seguros de nada, no con estos tipos. No bajen la guardia en ningún momento. Lo que le hicieron a Joseph no quedará impune. Quizá el mundo nunca lo sepa pero su vida fue para que todos puedan vivir en paz —Selenna dejó el cigarro en la taza de café servido y sacó otro. Michael Roughs se apresuró a encenderlo levantándose de su silla.
—Es difícil ser cruel para mantener a salvo a las personas, pero a veces es la única opción posible —dijo aquel anciano como un abuelo que aconseja a su nieta.
Las reflexiones de Selenna sobre las dificultades de su tarea como líder habían sido una constante siempre, pero salían a la luz con más fuerzas cada vez que se perdía la vida de un agente. Por motivos de organización allí solo trabajaban 98 personas, sin contar a la propia Selinna y a Mesh. Ella los conocía a todos, sabía él nombre y los rostros de cada uno.
Su tarea consistia en conocerlos para saber precisamente de que eran capaces y evitar que terminaran muriendo inútilmente.
—La crueldad solo es pasajera. Una emoción instintiva que muere rápido como todo instinto. La culpa, por otro lado, ¡eso es una emoción humana! —Mesh se apartó de la ventana por primera vez. —Oh que culpables somos, oh que católicos somos nosotros los enemigos de la religión. Nosotros los asesinos.
—¿No debo sentir culpa por la muerte de un buen hombre bajo mis órdenes? ¿Un hombre que murió protegiendo mi vida? —los ojos color miel de Selenna brillaron.
—Ve más allá. No es propio de un líder regodearse en la miseria de sus errores. Fuimos atacados, ¿sentiremos culpa de nosotros mismos como ovejas esperando al lobo? La historia humana se puede dividir entre tres clases de personas. Las que culpan de sus errores a los demás, las que se culpan a sí mismas, y las que no culpan a nadie. Tu sabes a qué grupo perteneces —Mesh extendió sus manos y el abrigo rojinegro se sacudió.
A la par de sus brazos extendía una sonrisa ancha, de depredador.
—No lo dices por lo qué pasó ayer ¿verdad? —preguntó Selenna a lo que Mesh asintió.
—Otra pequeña escaramuza en una historia plagada de ellas. No, no. Ayer da igual. Nuestra tarea es velar por todos los ayeres para poder ver los mañanas. —El muchacho se paró frente a Selenna mirándola a los ojos sin pestañear —Hay que actuar ahora, o será muy tarde.
Ella asintió sabiendo a qué se refería.
—Quizá puede matar dos pájaros de un tiro —dijo Michael B. Roughs con un tono pícaro, extendiendo las manos sobre la mesa de caoba repleta de papeles, algunas cenizas y gotas secas de café. —Roma no puede desoír una llamada directa del concilio.
Selenna miró alternativamente a los dos hombres que eran sus más confiables soldados, y sus más leales servidores. Aquellos que eran capaces de levantar su espíritu con las palabras justas, tal y como ahora lo estaban haciendo.
Sonrió con sinceridad dejando el cigarro apagado en la mesa.
—Tienen razón. Es momento de moverse. Llamaremos a todos los líderes, debemos informarles el estado actual de las cosas. Ya no podemos seguir ocultandolo por mucho más tiempo de todos modos. Después de casi cuarenta años HexHell tomará otra vez la voz en el concilio del Apocalipsis.
++++
La tarde caía lentamente y Maika Gestrud estaba culminando un dia de recorridas por el enorme edificio de HexHell. Todavía le faltaba mucho para familiarizarse obviamente pero al menos ahora conocia un poco mejor las habitaciones y lugares en los que podían desembocar algunos pasillos. Sabía que cerca de su cuarto se encontraba un baño muy lujoso, así como un comedor, una sala con mesas y computadoras, así como una enorme biblioteca justo en el lado opuesto.
Era consciente de que moverse con libertad por allí sería algo que le tomaría su tiempo.
HexHell era en muchas formas un lugar mágico, una combinación extraña entre el misticismo de antiguas épocas y la magia moderna de las nuevas tecnologías. Uno podia encontrarse pantallas, camaras, computadoras y todo tipo de aparatos modernos en sus diversas habitaciones y al mismo tiempo verse envuelto por cuadros de épocas pasadas, paredes, pisos y hasta techos altos que denotaban un estilo arquitectónico de muchos años atrás.
Se imaginó que vista desde afuera la mansión era el tipo de edificio que hace pensar en los innecesarios lujos que se daban las personas adineradas y llevaban a uno a preguntarse el porqué de mantener las apariencias con enormes casas mucho más grandes que las de sus vecinos.
Maika sabía mucho de eso. Gran parte de su vida había consistido en liberarse del estigma que ella veía en sí misma por haber sido criada en un contexto de opulencia total, que contradecia de maneras hasta groseras las grandes desigualdades en las que se veían inmersos la mayoría de los habitantes de la ciudad.
Se percató de que al pensar en eso estaba mirando fijamente el monitor de una computadora. Allí estaba la marca "GTR", por Gestrud, el apellido de su padre. Aquella empresa dedicada a las tecnologías y todo tipo de negocios que significaran acceder a un gran dinero rápidamente.
¿Se habrian enterado siquiera de su muerte? ¿Sospecharian algo de lo que le había sucedido a su hija? Se dijo que no, y ella sabía bien que sus padres jamás habian tenido problema en olvidar las cosas malas que sucedian a sus alrededores. Sobretodo cuando eran ellos mismos quienes las provocaban...
Desvió la mirada y continuó su recorrida.
Ciertos pasillos estrechos en extremo, con escaleras que bajan o subian repentinamente hasta ciertas paredes que se levantaban como cubriendo huecos en los muros le daba a entender que en otras épocas allí habian existido habitaciones secretas o lugares similares, lo cual le daba esa apariencia de sitio emblemático y peligroso, cual castillo del pasado, repleto de historias.
Maika no había podido evitarse seducida por la belleza de un lugar encontrado justo al final del pasillo que la llevaba hasta su cuarto.
Se trataba de una especie de mirador o altillo, no quedaba muy claro si en otra epoca habia sido una habitacion específica y con el tiempo reformada o si sencillamente había sido construida con ese propósito. Como fuera, a ella la cautivó de inmediato. Abriendo la puerta se accedía al lugar sin techo y de muros bajos que daba al observador una privilegiada mirada de todo el amplio espacio de terrenos casi vacíos a su alrededor. El poco llamativo portón de entrada a la mansión de HexHell, seguido a pocos metros por la ruta que cortaba transversalmente ahora poco transitada, y a lo lejos, la perfecta pintura de un atardecer que pintaba de anaranjado un cielo por lo demás ya ennegrecido.
HexHell se encontraba enclaustrada en una zona de bosques cercanos por lo que un verde frondoso adornaba los espacios de campo verde y de apariencia virgen.
Más lejos aún, por lo menos a varios kilómetros, estaba lo que atrapó su mirada desde el primer momento.
Los contornos luminiscentes que permitían distinguir sobre la línea del sol que descendía el constante tintinear de las luces brillantes de la ciudad. Era un paisaje de geometrías extrañas que parecia ascender desde el horizonte formando aquellas siluetas entremezcladas con destellos que una podía seguir con la mirada hasta verla acrecentarse justo por la mirad, donde parecia formarse una verdadera gran cúpula de juegos de luces y sombras y formas conocidas. Finalmente el tamaño y los destellos ibana disminuyendo a medida que aquella línea se extendía hasta las afueras de la ciudad.
Aquella era Eudamonia, capital del país libre del mismo nombre.
Allí Maika recibió bocanadas de aire frío que por algún motivo parecia embrabecerse en ese lugar. Se encontraba a la altura de un tercer piso, quizá más, por lo que no era de extrañar.
—Un hermoso paisaje sin duda alguna —murmuró una voz a sus espaldas. Maika se giró para encontrarse con el sonriente Michael B. Roughs. —Imagino que ha de tener muchos recuerdos entre sus calles —le comentó caminando hasta ponerse a su lado. El viento le agitaba el cabello lacio y negro que le llegaría hasta los hombros si no lo hubiera llevado recogido en una cola de caballo. Con una simple mirada una podía ver que era viejo, pero curiosamente parecia irradiar energía con cada paso.
—Recuerdos de lo que parece una vida cada vez más lejana —dijo Maika quien sentía cierta confianza con aquel hombre, al que no podía evitar ver como una especie de abuelo amable.
—Yo nací en las afueras de una ciudad muy parecida a esa. Bueno, todas las ciudades tienen sus parecidos.
—Imagino que no habrá sido muy fácil —lanzó Maika a lo que Michael la miró un tanto sorprendido.
—¿Que le hizo pensar eso señorita? —preguntó.
—Las orillas de las ciudades suelen ser los garitos de miseria. Así es en Eudamonia al menos —contestó mirando el lejano solar de los edificios que imaginaba. —Todas las ciudades tienen sus parecidos, como dijo —.
—Y eso es verdad tanto para Eudamonia como para Inglaterra. Claro que allí las cosas eran distintas. ¿Duras? Tal vez. Pero es algo que recuerdo con buenos ojos. ¿Sabe por qué? —Michael la miró fijamente sin perder la sonrisa y Maika negó con la cabeza.
—Cada momento de miseria, cada necesidad insatisfecha, me preparó y me convirtió en quien soy hoy. No habria llegado hasta aquí de no ser por eso —dijo y por un momento los dos se quedaron mirando a la lejana ciudad mientras el negro del cielo devoraba los últimos trazos del atardecer y daba paso a la noche.
—Antes... —comenzó Maika —cuando vivía en la ciudad. Por muchos años. Pero sobretodo en los últimos tiempos, sentí que estaba buscando algo. Que quería... no lo se. Algo. Y me daba miedo nunca encontrarlo. Todavía lo siento. —En otro lugar, con otra persona, Maika jamas se habria abierto de aquella manera, pero tras todo lo sucedido, le pareció más liberador de lo que esperaba.
—Creo que conozco un poco de lo que habla. Si le sirve de algo, yo estuve buscando por mucho tiempo también. No puedo decir que lo haya encontrado todavía, pero al menos ahora puedo subir hasta aquí cada que lo necesito, mirar hasta la ciudad, y estar seguro de que no quiero volver allí. Puedo respirar en HexHell y sentir algo que pocas veces sentí en mi vida.
Paz —.
Maika y Michael Roughs permanecieron nuevamente en silencio. Ella recordaba los eventos pasados. El miedo, la duda, la angustia de haberse enfrentado de cerca a la muerte. Joseph, quien había perdido su vida intentando defender a Selenna en la última misión.
El peligro real al que de repente se había visto enfrentada.
El viento soplaba y ella no sintió frío. Por el contrario, era un extraño confort lo que experimentaba.
Hasta entonces su vida había consistido en alejarse de su pasado, rechazar a sus padres y a la fortuna manchada de sangre que habian conseguido. Intentar de alguna forma enmendar los errores que habian cometido. Pero, ¿No estuvo huyendo de sí misma en todo ese tiempo? ¿No sentía con cada nuevo despertar en medio de un nuevo día que su vida valía un poco más que eso?
Ahora, por primera vez en mucho tiempo, escuchó una voz que le dijo que sí, que quizá el lugar adecuado había sido encontrado. Intentó determinar a quién pertenecia esa voz y entonces sonrió, al descubrir que era la suya propia.
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