V: Voces interiores
La escuela ya estaba rodeada para cuando el grupo de ExHell llegó. Si bien llamar <<grupo>> a ese Chevrolet Corsa negro de vidrios polarizados tal vez hubiera sonado algo exagerado.
Por lo general ocurría de la misma forma, el combate contra los seres de pesadilla requería de un extremado sigilo y de poco hubiera servido llegar con un convoy hasta el lugar. No era un tema de números, ni de cantidad o calidad de equipamientos o armamentos y todos los miembros de ExHell lo sabían bien.
Un asunto de eterna preocupación para aquel organismo secreto consistia en el hecho de que sólo podían actuar de forma reactiva, y no activa. Es decir, únicamente después de que los humanos hubieran interactuado con los monstruos que ellos se dedicaban a cazar y exterminar. Por descontado se asumía que estos encuentros solían acabar de la misma forma, con los hombres o mujeres despedazadas y los "Vestigios" (como eran llamados por la agencia) huyendo para, en un futuro, volver a atacar.
Selenna Pendragon esperaba que este caso no fuera uno de ellos y por eso había decidido ir personalmente a supervisar que todo saliera de la mejor manera. No podia permitirse sorpresa, ni de los enemigos, ni de Mesh.
Desde el asiento de copiloto del vehículo manejado por su chofer personal, preguntó:
—¿Es un Subterráneo?
Mesh se encontraba en el asiento trasero, junto a Maika quien había viajado sumida en total silencio a su lado. Ocasionalmente Selenna le había hablado para darle información e instrucciones que ahora intentaba almacenar en su mente.
La cantidad de cosas que le había explicado en los minutos que duró el viaje parecian pelearse entre si por ver cual de todas era más increíble y absurda.
Mesh alargó su brazo hasta la puerta y la abrió.
—No hay ninguna duda —y tras pronunciar esas palabras hizo el movimiento de salir del coche, pero se detuvo cuando pisó la calle iluminada por los focos policiales. Estos y una serie de vallas y cintas amarillas y negras ya estaban siendo colocadas en toda la zona. —Creo que podría ser la fuente —mencionó sin mirar a Selenna quien levantó rápidamente sus ojos color miel hasta el retrovisor y luego se giró para observar de frente a Mesh quien le sostuvo la mirada con el rostro inescrutable que siempre parecía tener. Por un segundo sus ojos pasaron del hombre hasta Maika y luego regresaron a su agente.
—Si ese es el caso la misión es de exterminio total. Erradicar —y de nuevo miró a Maika como una maestra que observa al alumno sabiendo que no es muy bueno en un tema. —No pueden cometerse errores —dijo y regresó a su lugar en el asiento dando la conversación por terminada.
En el rostro pálido de Mesh se formó esa sonrisa lobuna que dejaba expuestos sus finos pero muy blancos dientes y luego salió del coche con el abrigo largo de cuero negro revoloteando tras él, y el cuello, así como casi la mitad inferior de su rostro, cubiertos por una bufanda azul oscura que colgaba tirada sobre su espalda.
Por lo demás tenía las botas negras con que Maika lo había visto otras veces y también un par de pantalones vaqueros holgados y oscuros. De hecho su vestimenta parecia contradecir todo el secretismo de la operación pues era bastante llamativa en tanto que correspondía a la forma en la que se vestiría alguien que no supiera cómo combinar bien las prendas.
Maika salió junto con él sin saber muy bien todavía con qué tendría que enfrentarse mientras las palabras de aquella mujer repiqueteaban en su mente. <<Erradicar>> era todo lo contrario a lo que una enfermera debía hacer. Pero al pensar en eso no pudo evitar darse cuenta de que en cierta forma los médicos enfrentaban hasta desaparecer a las enfermedades y a los virus. Verlo desde ese lugar le hizo reflexionar en lo extraña que podía ser la vida.
Todo lo que creía conocer se había visto puesto en cuestión o incluso desaparecido, y sin embargo ahora mismo parecía estar dirigiéndose, por otros pasos, hacia el mismo camino del que estaba segura se había apartado o mejor dicho, la habían apartado.
Un cambio de apariencia brusco y total, podía convertirse en lo ya conocido si uno sabía cómo mirarlo.
—Alto. No se puede avanzar más —dijo un oficial vestido de impecable azul que por efecto de la noche lucía más oscuro de lo que debería. Tenía puesto el chaleco con la radio encendida a la altura del hombro y su mano derecha se posaba inmóvil, como expectante, sobre la pistolera de la cintura.
—Somos de la organización —comentó sencillamente Mesh, deteniéndose frente al hombre. Se trataba de un hombre grande y sin embargo Mesh le sacaba casi una cabeza de diferencia en cuanto a la altura, pero apenas Maika lo escuchó hablar con aquel tono entre serio y juguetón, supo que la diferencia entre ambos era mucho más profunda.
Aquel hombre estaba acostumbrado a enfrentar criminales comunes, mientras que Mesh solía tener frente a él a verdaderos monstruos de pesadilla.
El policía comprobó lo que había dicho Mesh por su radio y aunque con reticencia en el rostro, se hizo a un lado y les sostuvo la cinta amarilla que estaba cuidando y con la que toda esa zona estaba acordonada.
En la cuadra que ocupaba la enorme escuela habían coches de policías con sus motores y luces encendidas. Los agentes ya se movían colocando el vallado y también la cinta amarilla, mientras que otros se encargaban de mantener a raya a lo curiosos y a los periodistas. Sobre la calle Miramar un coche de bomberos lucia estacionado con su motor apagado pero sus puertas abiertas, y un poco más lejos se escuchaba el sonido de una sirena al tiempo que luces refulgentes marcaban la señal de acercamiento de una ambulancia.
—No te quedes ahí parada —la voz de Mesh sacó a Maika de su ensimismamiento. Había estado mirando la ambulancia mientras sentía una extraña opresión en el estómago, como si desde lejos creyera ver venir a un viejo conocido con el cual guardaba mucha historia.
—¿Hay algún herido? —inquirió Maika al oficial de policía. Este la miró como extrañado, quizá preguntándose porque gente con tal autoridad no tenía información tan básica.
El policía lanzó un suspiro para ahuyentar un poco el frío de la noche.
—Solo había una persona en el lugar por lo que sabemos. Un guardia nocturno. Y su estado se desconoce.
—Ya está muerto —cortó Mesh dando un paso más y adentrándose en la escuela por el portón de entrada que empujó fácilmente.
Maika miró al policía y se sintió de alguna forma inexplicable muy lejos de él.
Sin decir nada se alejó caminando rápido tras aquel hombre que le había disparado, pero también salvado la vida... o algo así.
—¿Que vengo a hacer yo si hay un fallecido? ¿También lo salvaremos como a mi? —preguntó al llegar al lado de Mesh. Sus negros cabellos largos fueron agitados por una ráfaga repentina de viento cuando el portón tras de sí quedó cerrado. Él negó con la cabeza.
—Venimos a evitar que otras personas terminen de la misma manera.
—Está escuela... ¿es una especie de guarida entonces? Para esas cosas, esos monstruos como el de la mansión.
—La única guarida de esas pesadillas —dijo Mesh llevándose el índice a la sien —es esta.
Maika observó el enorme edificio frente a ellos.
Era una escuela ubicada en pleno centro de Eudaimonia. Tenía por lo menos tres pisos y decenas de ventanas cuyos vidrios danzaban entre las sombras del interior y las luces múltiples del afuera. Estaba caminando por el patio de entrada donde un par de hamacas solitarias eran movidas por el viento al suave compás de su chirrido.
Sin darse cuenta la joven pasó por encima de una rayuela que los niños habían dibujado con tiza de colores en el piso de amplias baldosas y se encontraba apenas borroneada a pesar de llevar ya varios días.
—Ver esa ambulancia antes me hizo pensar en muchas cosas. Realmente no puedo creer ni la mitad de lo que me ha pasado. Y sin embargo aquí estoy, a punto de entrar a una escuela por la noche donde pueden haber cosas capaces de cortarte en dos de un manotazo.
—Es difícil de aceptar —
—Sin dudas. ¿Como lo haces tú? Digo, te vi dispararle al de la mansión pero ¿qué haremos si aquí hay más de uno?
—No me refería a eso —Mesh se detuvo y se giró hacia Maika, alto como era. Ella miró sus ojos profundos en la noche y supo que aquel hombre había vivido incontables noches como aquella. —Ese ya no es tu mundo. Y eso es difícil, pero cuanto más rápido lo entiendas, más rápido verás que aquello que llaman mundo no es más que el pequeño pedazo de tierra y verdades soportables que se permiten a sí mismos.
Mesh se abrió el abrigo entonces y de uno de sus bolsillos internos extrajo una larga barra de caramelo a la que quitó la envoltura y luego se la metió en la boca masticando lentamente. Le ofreció otra a Maika quien la rechazó con un gesto rápido. No estaba segura si con ese cuerpo ni vivo ni muerto podría vomitar pero tampoco están dispuesta a ponerlo a prueba.
Habían llegado a la puerta de la escuela y con facilidad Mesh la abrió de par en par para dejar al descubierto su tenebroso interior, donde el silencio de todos los salones de clase juntos parecía reinar y paradójicamente se hizo sentir como una mano de garras afiladas que recorria por una piel erizada.
—Muy bien. Hora de la cacería —dijo Mesh entre risas y se adentró en el lugar, seguido de cerca por Maika y el rugido cada vez más apagado de una sirena.
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—¿Vamos a recorrer todo esto nosotros solos? —Maika observó los múltiples pasillos que se extendían frente a ella. Cada tanto una puerta de algun salon o habitacion particular aparecia frente a sus ojos. Repletas de hojas con dibujos en ellas y alguna que otra fotocopia, dos carteleras se elevaban recostadas contra una pared.
Mesh la observó extrañado.
—Esta noche puede terminar bastante mal para ti si no comienzas a concentrarte —dijo con un tono de voz en el que no podia leerse preocupación alguna sino más bien el tedio de quien esperaba algo que no llegaba a suceder todavía.
—Desde que llegamos que hablas con claves o enigmas. Es un poco molesto ¿sabes? —Maika le sostuvo la mirada al decir esas palabras. Todavía no estaba segura de cómo tratar a aquel hombre tan extraño para ella, la había visto de formas en que nadie jamás lo había hecho, pero al mismo tiempo parecia lejano y pensando en lo que sabía de él, se dijo que en efecto lo era.
—¿Qué recuerdas sobre lo que Selenna mencionó en el coche? —preguntó cambiando de tema. Los dos estaban caminando por la vasta entrada del edificio mientras hablaban y Maika intentó encender un interruptor de luz cercano. Al accionarlo nada sucedió.
—Dijo que habian detectado... actividad del mundo Subterraneo. Que la policía ya estaba en el lugar. Y otras cosas que no pude entender. Aunque lo escuchaba, es como si hablara sobre asuntos demasiado irreales para creerlos.
—Haz el esfuerzo. Conozco a Selenna desde que era una niña y te aseguro que jamás dice una palabra de más.
Aquella afirmación hizo que Maika mirase con atención a Mesh. ¿Conocia a aquella mujer mayor desde niña? Pero si Mesh parecia por lo menos diez años más joven.
—Los... los Subterráneos, creo que así fue como los llamó. Parecen ser los monstruos que ustedes se dedican a cazar, y la misma aparición que me encontré en aquella mansión de la que me rescataste... disparándome en el pecho —lanzó una rápida mirada a Mesh que por lo demás seguía caminando sin prestarle atención aunque escuchando en silencio —Selenna mencionó que había uno en esta escuela y que nuestra misión sería enfrentarlo. Estos seres, los Subterráneos, dijo que estaban formados por las pesadillas de los hombres. Que ningun policia o ejercito del mundo podia pelear contra algo así. Y cuando bajamos del coche tu dijiste que aquí podia estar la fuente, sea lo que sea que eso signifique.
—Al final si tenias la memoria básica e indispensable para un ser humano —lanzó Mesh y se detuvo. Habian llegado al fondo de un pasillo que se dividía en dos. A la izquierda una escalera con barandas metálicas a los lados subía hacia el segundo piso, mientras que a la derecha otra bajaba a lo que parecia ser un subsuelo donde Maika supuso que se encontrarian los baños o tal vez los salones de arte y dibujo. "O quizá algo más, algo grande y malo" susurró esa voz molesta de su cabeza que no podia acallar.
—Si. Está aquí. Estoy seguro. Lo que viste en la mansión era solo una materialización. Los llamamos Vestigios. Eso también lo mencionó Selenna. Para ponerlo en términos simples, un Vestigio es como los malos recuerdos que quedan tras la pesadilla. Son la pesadilla —Mesh habló haciendo un acento en esas palabras —Pero al mismo tiempo no.
—Siguen sin ser la fuente —interpretó Maika, quien al apagar la parte más fría y racional de su mente, creía poder entender un poco mejor lo que intentaban decirle. En cualquier caso no iba a dejar que Mesh siguiera burlándose de ella.
Mesh sonrió de una forma en que no lo hacía muy a menudo. No era una sonrisa cálida, pero lucía muy espontánea y en vez de mostrar sus dientes lobunos los ocultaba tras los finos labios levantados en "u".
—El vestigio que atacó la mansión surgió de esa fuente. Seguramente otros lo hicieron. Una vez destruida, ya no tendremos que temer futuros ataques. ¿Entiendes ahora cuál es tu objetivo y el mío esta noche, Enfermera? —Mesh apuntó con el dedo hacia las oscuras escaleras frente a ellos.
Maika comprendió aquel gesto sin necesidad de palabras que lo explicaran.
—Venimos a... matar —dijo finalmente, con una extraña mezcla entre dificultad y un realismo que parecía aún así muy lejano a ella. "No estoy lista" fue lo primero que pensó.
Mesh lanzó una risotada estridente, de esas que lo hacían parece un hombre demasiado excéntrico como para salir con él a recorrer una ciudad.
—Let's go —dijo y se lanzó hacia la escalera que descendía. Su saco y la bufanda se agitaron tras él con el rápido movimiento y en segundos Maika quedó sola, completamente sola, en medio de la oscuridad.
Miró la escalera de amplios escalones de piedra que subía. Se acercó a ella y sujetó la baranda. Estaba fría pero se calentó al tacto. "¿Fría?" Pensó, "¿o es mi mente la que esperaba eso?"
Su cuerpo no era el mismo de antes y lo sabía. No solo se sentía más fuerte, más vital, que nunca, sino que también podía sentir las cosas a su alrededor de una forma como nunca antes lo había hecho. Y la realidad interna era algo casi indescriptible. Intentaba no prestarle atención pero voces en su cabeza resonaban con palabras que ella no conocía y para las cuales no tenía significado. Había comenzado al llegar a esa escuela y desde que se habian adentrado en ella el fenómeno parecia aumentar de forma constante. No estaba pensando, era más bien como si escuchara una canción en otro idioma, con el detalle de que el único sonido ahora provenía del apagado movimiento en el exterior.
Recordó la monstruosidad de la mansión. ¿También ella sería algo así?
Pero al pensar en eso también se dijo que su oportunidad estaba allí.
La oportunidad de evitar que otras personas fueran lastimadas. La chance de adentrarse de forma total en ese nuevo mundo que había descubierto una noche que resultó ser la última noche
Apretó el puño derecho y se aferró aún más a la escalera.
Mirando hacia la oscuridad delante de ella, subió peldaño a peldaño, sintiendo que el eco de las voces aumentaba.
La noche se ofrecía para que los demonios salieran a danzar, y las luces del día estaban muy lejos como para preocuparse por el amanecer, y a veces, sintió la joven, una debe internarse en las más oscuras sombras para encontrar algo de luz.
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Maika comprobó que la escalera llevaba hasta un largo pasillo en el piso superior, adornado con tubos de luces apagadas y unas cuantas puertas que seguramente serían de los distintos salones. Criada y educada al menos hasta la secundaria en los mejores y más elitistas centro de toda Eudamonia, aquella escuela que a otros podía parecer enorme a ella solo le resultó humilde y extrañamente confortable.
Al ver el suelo más adelante de inmediato se borró de su mente aquella idea.
Una mancha roja, como una patinada feroz, se encontraba desparramada sobre los azulejos amarillentos a unos metros de donde ella estaba. Por efecto de la luces del exterior podía verla brillando con un tono negruzco sobrecogedor pero aún así sabía lo que era. En su formación como enfermera había sacado decenas de agujas con ese mismo líquido, y aún así jamás la había visto en tal cantidad.
Sangre. Regada por gotas que parecian derramarse por las paredes blancas y el techo. Prendas de ropa destrozadas y manchadas del mismo líquido empapada y pegoteada al suelo. Maika retrocedió ante aquella visión no porque le diera asco, que no lo hacía, sino porque de repente volvió a recordar al terrible ser de la mansión. De repente pensó <<¿cómo se supone que voy a hacerle frente a estas cosas?>> Recordó que Mesh llevaba un arma la primera vez que lo vio, y también sus entrenamientos en ExHell habían incluido el uso de armas de fuego, pero aún así nadie le había dado una jamás y se sintió totalmente vulnerable frente a la amenaza que podía estar acechándola desde cualquier esquina.
Se giró porque un sonido repentino había captado su atención. El oscuro pasillo pareció vacío.
Otro giro, y el sonido que esta vez fue mucho más contundente venía de uno de los salones a unas dos puertas de distancia. Parecía un banco siendo arrastrado. Maika pensó en retroceder y buscar a Mesh.
<<¿Que? ¿Necesitas al tipo que ni se sabe tu nombre? No lo creo nena>>
Dijo una voz repentina en su cabeza. Varias voces más, como un coro aprobatorio, dijeron <<Sí>> demostrando su aceptación de aquel argumento.
<<Yo... yo creo... quiero decir... vos podes Maika>> dijo una voz que sonó infantil y fue inmediatamente silenciada por otra, mucho más firme y varonil.
<<Escúchame soldado, los que retroceden a tiempo tal vez ganen una batalla, pero quienes se quedan a pelear hasta el final son quienes ganarán la eterna gloria. Si el mal está delante, adelante marcharemos>> rugió aquel hombre en su cabeza.
<<Basta>> gritó Maika superada por el repentino coro de voces y palabras.
—¿Qué está pasando? —preguntó al salón solitario.
<<Joven Maika>> esta vez la voz parecía ser la de un anciano. Por algún motivo el coro de otras voces disminuyó su intensidad. <<¿No lo sabes todavía? Somos todos aquellos que alguna vez estuvieron en el mismo mundo que tu, y ahora, están en otro. Algunos nos llaman fantasmas, pero nosotros preferimos llamarnos los que avanzamos. Cuando mueres es aquí donde vienes, el lugar donde se guardan las historias de todos y cada uno de los seres vivientes. Tu fuiste parte de este mundo hace poco, y ahora estás unida a él. Por eso nos escuchas. Y por eso te decimos que no temas, si tienes problemas te prestaremos nuestra fuerza. Pero para eso debes confiar primero en la tuya>>.
La voz se mantuvo en silencio y Maika se incorporó, mirando hacia delante con decisión. Podía huir o podía avanzar. ¿Pero si recordara ese momento en un futuro, qué camino le hubiera gustado tomar?
Sin más miramientos y acompañada por el coro de voces alentadoras, comenzó a caminar con dirección al salón desde el que provenían aquellos sonidos, dispuesta a enfrentar de una vez por todas sus miedos.
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Mientras tanto Mesh volvió a enfundar sus pistolas y se agachó en el piso. Tocó con toda la palma los azulejos como si allí hubiera algo más que la mugre del suelo. Y es que para sus sentidos lo había, apenas un residuo pero hace no mucho un vestigio campaba a sus anchas en ese salón. Y no solo uno, estaba seguro pues así lo sentía, que al menos cuatro o cinco habían recorrido esos pasillos y sin embargo ahora no quedaban más que borrosos rastros de su energía vital que ya desaparecían. Los cuerpos se habían desintegrado hasta dejar de existir.
—Extraño —dijo incorporándose. El abrigo largo de cuero rojo que llevaba se agitó con su movimiento.
<<Para que el cuerpo de un Vestigio desaparezca sin rastro es porque debe ser asesinado el huésped físico al que se adhiere>> dijo una de sus voces, un hombre que en vida no había hecho otra cosa más que investigar al mundo Subterráneo y quien pedía ser llamado Harold, el profesor. <<La pregunta es quien, aparte de nosotros, pudo haber hecho eso>>
Mesh ignoró aquella voz y lanzó una risotada al techo bajo del salón.
—Parece que la noche puede ser más divertida de lo que pensaba —dijo y recorrió el camino que lo llevaba de regreso a la puerta.
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La puerta se abrió mientras Maika caminaba en su dirección. No lo esperaba y la sorpresa causó en ella el mismo efecto que la repentina presencia del depredador en un animal pequeño.
A partir de entonces todo sucedió muy rápido.
Del interior del oscuro salón asomó una enorme cabeza deformada a la que siguió un cuerpo que parecia extraído de la mente de mil perturbados, con unas piernas muy largas y delgadas en la pantorrilla pero gruesas en los muslos, parecia tener los brazos pegados al cuerpo.
Los colores danzaban sobre la superficie del mismo, mezclandose en marrones, negros y grises con los que Maika jamás hubiera soñado. Pedazos de ropa hecha jirones le caían a su alrededor. Salió del salón emitiendo unos sonidos ahogados, como el grito de una persona con su garganta dañada, y agachándose para pasar bajo el umbral de la puerta.
Una ves que estuvo parado en el pasillo giró lentamente su enorme cabeza en dirección a Maika que lo observaba inmóvil a casi un metro de distancia. Las orejas de lo que alguna vez había sido un rostro humano caían como deformes pedazos de carne a los lados de su cráneo y llegaban hasta los codos. Su nariz eran dos oscuros agujeros y toda la piel estaba cubierta de erosiones negruzcas como si hubiera sufrido quemaduras una al lado de la otra.
Si los ojos eran la puerta del alma, aquella cosa no la tenía.
Como un lobo hambriento olisqueó el aire en dirección a la enfermera.
Una gran mandíbula repleta de enormes dientes cuadrados se abrió con un gesto de sonrisa desencajada.
El Vestigio estiró su largo brazo derecho separándolo con un sonido asqueroso del cuerpo al que antes había parecido unido totalmente. La mano era unas tres veces más grande que la de un hombre y cada uno de los dedos terminaban en unas largas y negruzcas garras. Lo peor de todo era el número. No tenia cinco dedos en esa mano, sino que tenia por lo menos doce y parecian surgirle más mientras la sostenia en el aire.
Con todos ellos señaló a la joven que había divisado como una presa.
<<Ahí viene>> escuchó Maika en su cabeza y repentinamente la imagen de aquella criatura desapareció para luego reaparecer casi frente a sus ojos con el sonido de un chasquido y acompañada de ese grito sordo y ahogado que antes había escuchado.
No hubo pensamiento de miedo, ni destello de huida.
Los brazos de Maika se movieron en cruz frente a su cara justo antes de que un manotazo la golpeara directamente allí, enviándola por el aire unos metros hacia atrás.
La joven sintió cuando despegó del suelo y la ropa se le pegó al cuerpo y a la piel erizada, pero también cuando aterrizó pues lo hizo con ambas piernas y mantuvo el equilibrio aún mientras se deslizaba por el piso sin llegar a caer en ningún momento.
Lo que acababa de suceder a sus ojos era sencillamente imposible. Estaba segura de que aquel golpe tendría que haberla partido en dos y sin embargo...
<<Bien hecho nena>> dijo la voz cantante.
<<Así se hace>> coreó una voz nueva, juvenil, desde alguna parte.
<<Te dijimos que te ayudaríamos querida niña. Y lo haremos. Entendemos la importancia de la misión que ustedes llevan a cabo. Quizás allí seas una sola, pero aquí somos muchos, y todos te brindaremos nuestra fuerza. El poder de los recuerdos.>>
<<Si el interior es firme, el exterior resiste>> rugió la voz del que parecía soldado.
Maika sonrió, sintiéndose mejor que nunca. Una fuerza desconocida inundó su cuerpo, su mente y su espíritu. La camisa azul que llevaba y sus pantalones deportivos se sintieron de repente pequeños. Su cabello pareció estar electrificado y en sus ojos brilló la furia de mil hombres y mujeres que de repente parecían alentarla desde algún lugar al tiempo que le daban fuerzas.
Moviendo su pie un poco a la izquierda se puso en pose cuando el enemigo volvió a abalanzarse sobre ella.
Estaba vez sin embargo estaba lista.
Dio un paso corto hacia adelante, algo que la criatura no esperaba, y le enterró un puñetazo directo en su cabeza. Su cuerpo se movía solo, como repentinamente automatizado.
Una parte de Maika pensó que se habría lastimado cuando el puño se le humedeció y manchó de una sustancia negruzca pero enseguida pudo ver como la sangre no provenía de sus nudillos sino de la cabeza de aquella criatura que salía despedida de su cuerpo.
La sangre manaba del cuello recientemente decapitado y el cuerpo del Vestigio cayó de inmediato al piso, de rodillas, para luego acabar tumbado boca abajo (Maika pensó que era paradójico, pues ya no tenía boca, ni cabeza), inmóvil.
<<La primera sangre>> cantaron las voces con algarabía e intensidad.
La joven sintió repentinamente un peso muy grande sobre su espalda y también la irrefrenable necesidad de seguir golpeando cosas. El torrente de voces que por momentos había parecido incontrolable ahora era directamente un maremoto irrefrenable que daba consejos, indicaciones y órdenes. Todos y todas querian participar de la lucha.
De alguna forma parecia como si con sus acciones hubiera precipitado a que más de aquellas voces, de esos fantasmas como se habian denominado, aparecieran buscando enfrentar a los Vestigios. Maika sintió el número de voces aumentar más allá de lo humanamente soportable. Sentía la fuerza recorrerla, la energía, el poder.
Por suerte para ella otras figuras salían del mismo salón emitiendo gruñidos y gritos inhumanos que sonaban tan bestiales como el de una jauría de perros infernales.
El primero que vio asomarse era gordo. Tanto que si tenía una cabeza está permanecía hundida en su cuello y tapada por la papada.
Maika, sintiendo el llamado del conflicto, se lanzó contra él y le detuvo en seco de una patada directo al estómago que era como pliegues de piel sobre piel. La pierna se le hundió hasta la rodilla y cuando creyó que se la tragaría entera la criatura retrocedió chillando mientras se sujetaba el estómago con unas grandes manazas de tres dedos gruesos cual palos de madera.
Maika no le dejó espacio. Era como si frente a sus ojos cada movimiento de aquella cosa estuviera escrito. No solo sabía todo lo que haría, lo esperaba, y con un ansía cada vez más creciente, lo deseaba, para así poder dar el golpe en el sitio preciso y sentir sobre su cuerpo caliente la sangre negruzca derramarse.
Una patada ascendente fue suficiente para que el pie se le enterrara en la papada a la criatura y con facilidad se levantara junto con la cabeza del monstruo hasta arrancársela.
Está fue a parar al techo del edificio manchando con aquel líquido oscuro toda la pared y el aire frente a Maika. De repente pareció que alguien hubiera puesto una fuente frente a Maika y abriera el agua a toda potencia, aunque no era de un claro transparente lo que surgió de aquella herida, sino de un oscurecido escarlata.
La tercera criatura que había aparecido vio esto. El reguero de sangre, la pierna de Maika aún en el aire. Y vio además con sus ojos enormes, desproporcionados, como ella estaba sonriendo. Maika sonreía, como el devorador dándose un festín. Como el guerrero disfrutando de la masacre.
Aquellos monstruos con la forma de una mezcla entre las peores pesadillas de la humanidad, eran incapaces de sentir miedo, porque su único propósito era infundirlo y acrecentarlo. Aún así, la criatura retrocedió un poco antes de lanzarse a la carrera contra aquella repentina amenaza que había aparecido.
El Vestigio corrió con unas piernas de apariencia quebradiza que de hecho se partieron como palitos y rápidamente fueron reemplazadas por otras que surgian de su cintura ahuecada. Gruesos y largos pelos negros le cubrían todo el cuerpo aterrador.
Maika lo observó y lanzó un grito furioso que resonó con eco, como si varias voces hubiera gritado al mismo tiempo.
La joven se apresuró y sujeto por la cabeza con forma de calabaza a la criatura, estampándola contra la pared cercana.
Antes de que su enemigo se pudiera recuperar volvió a estamparla.
Otra vez.
Y otra vez.
La pared comenzó a resquebrajarse y romperse y con cada nuevo golpe más y más le destrozaba el cráneo a ese enemigo que tenía enfrente, hasta que dejó de moverse.
<<Suficiente>> la voz sonaba lejana.
<<Chica, ya es suficiente>>
Maika pareció caer al suelo después de haber estado flotando en el aire. De inmediato se percató que estaba en el pasillo de antes pero observó que en su mano sostenía una masa carnosa y destrozada de lo que parecía ser una cabeza bestial. Aplastada como una pasa de uva, aquella cabeza estaba apenas unida a un cuello y un cuerpo enorme e inerte de la criatura conocida como Vestigio.
Maika recordó entonces todo lo sucedido.
<<Es difícil las primeras veces. Pero tranquila. Ya terminó>> la voz tranquilizadora del anciano transmitía paz, las otras voces fueron disminuyendo su parloteo, pero una parte de Maika todavía le pedía seguir aplastando aquella cabeza contra la pared. Le pedía sangre. Le pedía guerra. Era el coro de las voces que aún no se habian silenciado del todo en presencia del anciano.
<<¿Qué pasó?>> preguntó a las voces, soltando la destrozada cabeza de su enemigo que cayó en un charco de su propia sangre y retrocediendo para tomar un poco de aire.
<<Ya se te explicará más adelante. No es algo que corresponda a nosotros, podemos prestarte nuestra fuerza pero nuestra sabiduría... ya corre por cuenta tuya. Digamos que acabas de comprobar que nunca puedes solo tomar una parte. Ahora obtuviste nuestra fuerza, pero también los deseos de pelear y matar. Las primeras veces es difícil controlar eso.
Imagina que una persona a veces tiene dificultad para controlar sólo sus propios deseos violentos>>. La voz del anciano pareció reír distendidamente.
<<Pero lo hiciste muy bien>> dijo la voz del soldado, <<tienes una conexión muy fuerte con este plano. Muchos se reunieron a ayudar y eso se sintió muy real>>
<<Apenas puedo escucharlos>> Maika comenzaba a sentirse de repente agotada y la gran fuerza que había experimentado antes la abandonaba.
<<Debemos regresar. Será solo por un rato. Intentaremos volver para ayudarte si lo necesitas. Pronto...>> pero la voz se cortó repentinamente y por mucho que Maika intentó hablarles nadie le respondió.
Miró a su alrededor, los cuerpos de los Vestigios que había derrotado se desintegraban allí donde estaban hasta desaparecer como agua en el desierto. Parecían evaporarse como por arte de magia. Sus pieles perdian color y se volvian pálidas. Se agrietaban y deshacian como papel mojado, pelos, garras y largas lenguas también. Incluso hasta las gotas de sangre parecian humear y terminaban por desaparecer de la vista.
Maika supuse que era el efecto de no pertenecer a ese mundo pero se dijo que una teoría era tan buena como cualquier otra cuando no se tenía casi nada de información.
Por instinto se giró entonces hacia la puerta entreabierta del salón por el que esos monstruos habían salido.
La fuente, recordó. Allí debe de estar.
Decidida y sabiendo que podía hacerlo, se encaminó hasta ese lugar.
Rápidamente llegó al umbral de la puerta y estaba preparada para dar un salto y atacar a lo que tuviera enfrente. Sin embargo no hubo necesidad de eso.
Dentro del salón parecía haber estallado una tormenta. Los bancos estaban dados vuelta o empotrados unos con otros. La pizarra colgaba a medio caer de la pared y las luces del techo estaban destruidas. Pedazos de vidrio y manchas coloridas regaban el suelo.
Maika se acercó, recostada contra una pared había una enorme mancha oscura y algo amarronada. Lucía como una estrella marina, o la versión corrupta de una. Era tan grande como un colchón de dos plazas y le sorprendió comprobar con horror que dos piernas humanas abiertas de par en par surgían de ella. Las puntas de esa estrella bizarra estaban pegadas al suelo y al techo como cadenas que la sujetaban y una gran boca horizontal repleta de dientes se encontraba abierta de forma que las piernas estaban como surgiendo de su interior, a modo de una lengua doble o algo mucho más bizarro, pensó la joven al acercarse más. Entre medio de esas dos piernas abiertas, en el interior de la terrible estrella, Maika pudo ver una especie de capullo transparente dentro del que brillaba una imagen humanoide. Sin duda alguna aquello parecia la versión enfermiza de un nacimiento. El surgir de las pesadillas. Supuso que así era como aquellos vestigios "nacían" lo cual indicaba que sin dudas esa cosa empotrada contra la pared era la buscada fuente.
—Ya está muerta —dijo una voz y Maika se sobresaltó al tiempo que giraba su rostro hacia la izquierda para encontrarse cara a cara con quien había hablado
Un hombre menudo, vestido con un largo abrigo verde oscuro estaba de cuclillas sobre el marco de la ventana abierta. Tenía unos lentes cuadrados y el cabello castaño corto y revuelto. Sus orejas y la forma en la que sonreían hizo que Maika pensara por un momento en un duende, o un de esos gnomos de jardín que algunas ancianas solían tener.
Su mirada era de una extraña amabilidad, pero a Maika le recorrió un rápido escalofríos en cuanto sus ojos se encontraron con los suyos.
—Chica enfermera —Mesh apareció detrás de Maika y ella se giró en su dirección nuevamente sobresaltada.
—¿Que? —dijo por reflejo.
—¿Fuiste tu quien se encargó aquí? Porque pasó algo raro en el piso de abajo. Es como si ya alguien más hubiera estado allí eliminando a estas cosas.
—Si, recién acabo de ver —Maika se giró para señalar la ventana vacía pues no había nadie encaramado en ella. —Un... —continuó pero se detuvo.
—¿Un? —preguntó Mesh haciendo que la joven le dedicara una mirada perpleja y confusa.
—Juro que había alguien aquí, Justo en esa ven...—Maika vio el rostro de Mesh pasar de la impasividad que lo caracterizada a una sorpresa repentina. De reojo pudo que la misma figura que antes había estado en la ventana ahora de alguna forma se encontraba detrás de ella y entonces dejó de mirar porque un tremendo dolor, le sacudió todo su cuerpo. Aquel hombre menudo con cara de duende le había dado un golpe con una especie de cruz gigante a modo de bate. El brazo derecho y la pierna derecha de Maika se contorsionaron y su cuerpo salió despedido desde donde se encontraba como una bala de cañón disparada con demasiada pólvora.
Chocó contra Mesh que aún estaba en el umbral de la puerta sorprendido y lo envió a volar también él unos cuantos metros. Maika inmóvil fue a caer casi a sus pies. El cuerpo roto allí donde tuviera un hueso, y su mente cubierta de tinieblas, perdió la consciencia antes siquiera de tocar el suelo.
Lo último que creyó escuchar eran las voces que otra vez le daban la bienvenida.
—Parece que no éramos los únicos en está fiesta —comentó Mesh, incorporándose y caminando en dirección al extraño. Se desprendió de Maika dejándola en el piso como un títere al que cortan las cuerdas al tiempo que le dedicaba un mirada rápida.
Estaba hecha pedazos, pero viviría, probablemente.
En cualquier caso lo importante ahora era el enemigo que tenía delante.
—No quería tener que presentarme primero a uno y después al otro —dijo con una voz que sonaba muy extraña para su apariencia tan menuda. Era una voz fuerte, segura, la voz de un hombre que le habla a otros que no están allí pero que de estarlo lo mirarian con respeto y temor reverencial.
En sus manos enguantadas sostenía una enorme cruz de hierro que se colocó con facilidad sobre los hombros mientras caminaba hacia Mesh.
Este a su vez también avanzó con el sonido de sus botas repiqueteando por el silencioso pasillo.
En medio del lugar los dos quedaron frente a frente.
—Hello freak, es hora de morir —dijo el desconocido mirándolo a los ojos y sonriendo como un sabueso que ha acorralado a la presa que quería.
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