24

Cuatro y media de la mañana.

Danielle no despega su vista del cuerpo de Haerin, quien sigue al ritmo de la música, moviendo sus caderas con mucha seguridad gracias al licor en su sistema. Unos chicos se le acercan por detrás, pero sus ojos gatunos se mantienen cerrados, y de vez en cuando los abre solo un poco para hacer contacto visual con la australiana.

Juguetea con su cabello largo y perfecto, viéndose dolorosamente sexy.

Danielle rechina los dientes, tomando un vaso cualquiera de por ahí y tragando su contenido.

Se da la vuelta, no sin antes hacer un último contacto visual con la coreana, y se adentra a la casa.

Kang decide seguirla porque ya es tiempo de su tercer desliz. No sentía vergüenza de admitirlo, pasó toda la noche imaginando el momento que tendría con Danielle a solas, porque en serio esperaba que pasara.

La buscó en la cocina, en el baño y en el comedor, e iba a bufar de frustración, mas cuando volteó para salir nuevamente al patio, la vio de espaldas subiendo las escaleras. Se preguntó qué tan imprudente sería meterse a lugares externos en una casa ajena, pues mágicamente la gente respetó una de las pocas reglas que exigió Hanni a los borrachos de esa fiesta, que era: no subir al segundo piso.

Da igual, tampoco es que sea una completa extraña, se dijo a sí misma, dirigiéndose a las escaleras.

Fue con cuidado, silenciosa, ya que tampoco sabía cómo iba a reaccionar la mayor. Escuchó una puerta al final del pasillo cerrarse y supo de inmediato dónde debía ir.

Con la manija en la mano, respiró hondo antes de abrirla, encontrándose con una Danielle hojeando unos cuadernos sobre su escritorio.

—¿Pero qué diablos crees que estás haciendo? —la extranjera le gruñó airada en cuanto la sintió entrar.

De nuevo, Haerin en lugares de su plácido hogar en donde no debería estar.

—Que linda pieza tienes, Marsh —la ignoró, observando los muebles blancos que rodeaban la cama de la chica. Parecía de revista, una revista minimalista que sin duda le encantaría a su madre.

—¡Fuera, Haerin!

Odiaba el hecho de que una hermosa mujer estuviera en su cuarto y se sintiera algo nerviosa.

Haerin negó lento, egocéntrica, elevando la cabeza. La miraba con burla, casi en menos, como si pudiera reconocer lo asustada que se sentía Danielle por estar a solas. Y la mayor lo supo, sabía que Haerin le estaba ganando en esa oportunidad y le enfermó, su orgullo hirvió y la rabia le inundó su sistema.

—¡Fuera te dije! —la empujó desde los hombros, no queriendo verse débil o perdedora.

—¡Ay, pero no seas tan bruta! —reclamó, frunciendo en ceño. Se quedó firme en su lugar, cerca suyo, rehusándose a salir de ahí. Quizás debía cambiar la táctica, quizás esta vez el odio de por medio no era la respuesta—. Mira, quiero ser honesta, y por eso mismo... ¿podríamos...? —no supo porqué, pero bajó la cabeza avergonzada. Danielle la observó confusa, esperando que siguiera—. ¿Podrías dejar de pelear por un segundo? —la imagen de un gatito de mejillas coloradas la golpeó con brusquedad, dejándola algo mareada—. Me odias, te odio, pero —volvió al contacto visual, el cual hizo a Danielle pasar saliva—, ¿podrías esta vez darme un beso?

En cierto modo Haerin tenía miedo de ser rechazada, de que Danielle la mirara con asco y la sacara a patadas de su habitación, pues sus encuentros siempre pasaban segundos luego de haberse tratado como la mierda y tal vez aquella estrategia más suave la dejaría en vergüenza.

Aunque cuando un brillo pasó fugazmente por las pupilas ajenas, supo que no tenía nada que temer.

Danielle movió sus manos de sus hombros hasta su cuello, acercándola para besarse una tercera vez. Cerró la puerta como pudo usando su pie y se juntó más con Haerin, quien suspiró sobre sus labios, recibiéndola con los ojos cerrados.

Danielle decidió que todos aquellos pensamientos que la torturaban diciéndole que era terrible que estuviera interesada en Haerin los dejaría de lado, al menos por una noche. Quizás fue gracias al alcohol o tal vez porque Haerin se veía muy hermosa frente an ella como para evitarla. Y efectivamente, seguían ebrias, pero sería una vil mentira decir que cada palabra y acción que pasó entre ambas fue únicamente gracias al alcohol. No, eso no era así.

Haerin deseaba a Danielle, y Danielle... oh, Danielle estaba loca por Haerin.

—Espera —la australiana se separa de ella, habían terminado sentadas en la orilla de la cama—. Yo... Bueno, y-yo —maldice por el temblor en sus palabras y toma una respiración profunda—. Solo quería que supieras que si Kyuhyung estuvo acá fue simplemente porque tenía que aclararle las cosas —Kang guardó silencio—. No pasó nada... ya sabes, de eso, al igual que no pasó nada el día del debate... —la más baja parpadeó lento, un acto muy lindo para Marsh, quien admitía todo con los cachetes más colorados de lo usual por estar hablando del día de su primer beso—. Nos juntamos, sí, pero cuanto intentó besarme... no pude, lo rechacé y lo dejamos hasta ahí.

Silencio. Mucho para el gusto de Danielle. Sabía que decir todo eso la dejaba en una posición débil, pues admitía lo que ambas sabían, pero ninguna decía (que existía una real atracción de ella hacia Haerin y que no era un simple capricho).

—No es necesario que me des estas explicaciones, Danielle —dijo de repente y la nombrada sintió vergüenza.

Vergüenza por la respuesta de la chica, sintiendo arrepentimientos de haberle confesado aquello. Y el desánimo se notó de inmediato, Haerin supo que no fue la mejor elección de palabras, ella no quería que sonara así, por lo que rápidamente buscó sus manos, juntándolas en el regazo de la más alta.

—Pero gracias, aunque no era tu obligación realmente me alivió.

Sí, eso fue mejor, una respuesta más sincera que al igual que a Danielle, la dejaba totalmente en una débil posición.

Esta vez, serían débiles juntas. El día de mañana, nadie lo sabe.

Marsh sonrió, volviendo a su encuentro íntimo, ahora pareciendo más cariñoso. Como dos almas enamoradas perdiéndose en la piel de la otra.

Fue lindo mientras duró, porque en un desespero de, esta vez Haerin, se subió sobre el regazo de la mayor.

Por unos segundos la cabeza de Danielle quedó en blanco. Nunca antes había tenido a alguien de esa manera, siempre era ella la que se subía coquetamente sobre los chicos, esperando a que le sostuvieran la cintura o acariciaran sus piernas.

Mas aunque haya sigo algo nuevo, no significó que no le agradara, al contrario, sus manos picaron por bajar hacia el trasero de la menor.

Me he vuelto un chico pervertido, pensó antes de ignorar las advertencias que gritaba su mente y se dejó ser. Se dejó ser un chico pervertido como ella dijo y posó sus manos en las nalgas redondas de Haerin que estaban cubiertas por su vestido.

Y cuando se atrevió a apretujarle la piel con ambas manos y Haerin jadeó sobre su boca, moviendo sus caderas y frotándose contra ella, sus manos volvieron a picar por hacerlo de nuevo. Definitivamente escuchar gemidos femeninos era mucho más caliente que los extraños gruñidos de los hombres.

Sus besos se convirtieron lujuriosos, el deseo de estar lo más cerca posible parecía desesperarlas y sus respiraciones descontroladas las dejaban en evidencia.

—Quiero intentar algo —susurró Hae sobre su boca, sin alejarse demasiado. Danielle asintió, desorientada—. Abre los labios.

Sin entenderlo del todo, hizo caso. Haerin regresó al encuentro carnal, y cuando Danielle menos lo esperó, metió su lengua logrando rozarla con la suya propia. Sus lenguas se encontraron, tan húmedas como cada pensamiento que pasó por Marsh en aquel momento. Si bien se habían besado antes con lengua, este fue diferente, más personal, intenso, satisfactorio. Ambas batallaban por enterrarse en la boca de la otra y ninguna estaba dispuesta a dejarse dominar, no al menos hasta que Danielle hizo trampa, levantando el vestido negro de Haerin hasta llegar a su trasero descubierto. Apretó, ahora con más fuerza y por supuesto con un contacto directo que obligó a la más baja a abrir los belfos, gimiendo. Marsh no perdió la oportunidad, ganando aquella lucha silenciosa.

—Tus nalgas son muy suaves.

—¡Danielle! —se volvió un tomate, escéptica a sus palabras.

Ella rió, transformando sus ojos en dos hermosas líneas curvas, presumiendo lo lindas de sus pestañas. Haerin tuvo que controlarse para no llenarle de besos el rostro entero.

Aunque de imprevisto se oyó la manija de la puerta ser manipulada y rápidamente Danielle la empujó, logrando que el trasero de Haerin se golpeara con el duro piso.

—¡Danielle! —Xiaoting, una amiga suya apareció delante de sus ojos, analizando la situación. Algo pasó por la cabeza de la china al ver a Haerin en le suelo con una mueca y la extranjera actuando nerviosa, pero decidió ignorarlo porque no tenía tiempo para eso—. ¡Me venía a despedir! Oh, y unos idiotas andaban asaltando tus muebles y los pillé intentando robar esto —dejó sobre el escritorio una costosa botella de licor de su padre—, no te preocupes que amenacé a todos para que no volvieran a intentarlo —sonrió, otra vez en la puerta—. Bueno, ¡adiós! —se despidió, echándole un último vistazo a la de ojos gatunos y saliendo de ahí.

—¿Era necesario empujarme así, Marsh? —soltó, sobándose el trasero—. Pensé que habías dicho que te gustaban mis nalgas —dijo con una sonrisa.

—¡Cállate! —le lanzó un peluche.

Sí, lo había dicho y lo decía en serio, pero no era para que Haerin se lo repitiera una vez se acabó su momento íntimo entre ellas. Le avergonzaba.

Ahora había un silencio incómodo. Parecían estar más sobrias y Haerin dudó si se volverían a besar esa noche.

—Vamos a tomar.

—¿Qué?

—Vamos a tomar, aprovechemos lo que trajo Xiaoting y bebamos —explicó Danielle, yendo por la botella.

—Mmh.

Haerin no estaba convencida del todo, pero ambas sabían que la única forma para que Dani dejara la cobardía y la negación sería estando un poco más tomada, por lo que terminó asintiendo.

Se bebieron tragos en seco, jugaron un par de juegos de fiesta, y por supuesto, terminaron besándose nuevamente.

Aunque tal vez se excedieron con el alcohol esa madrugada. Tal vez, desde que fue Xiaoting a despedirse ninguna recordaría lo que pasó luego. ¡Solo tal vez!

***

El matrimonio Marsh llegó al rededor de las dos de la tarde.

La casa estaba impecable, más reluciente de lo que estaba antes de ellos irse.

¿Cómo?

Hanni. La desgraciada que arruinó la casa de su mejor amiga invitando a un montón de extraños no era ninguna tonta. Había contactado a los empleados de limpieza y unos cuantos guardias que trabajaban para su familia (también era rica, qué esperaban), ofreciéndoles una buena cantidad de dinero si iban a la casa de Danielle y echaban a los borrachos y limpiaban hasta dejar el lugar como nuevo. Los llamó a las ocho y pico de la mañana, por lo que antes de las doce ya estaba todo listo.

Porque Hanni podía ser una hija de puta, pero también era responsable y no le causaría problemas a su amiga, quien sabía que debía estar durmiendo profundamente o siendo torturada con una resaca de mierda que no la dejaría moverse.

—Cariño, iré a ver a Dani.

La mujer subió al segundo piso, llegando hasta la habitación de su hija.

La sorpresa al ver dos chicas en la cama, abrazadas en una forma extraña fue obvia en su reacción. No era Hanni, no era alguna otra muchacha que ella haya visto alguna vez. Pero tampoco le importó mucho, pensando que quizás su bebé ya encontró a su personita especial. Kyuhyung jamás le había gustado para su pequeña.

Sonrió, recordando su adolescencia cuando se veía a escondidas con una compañera de clases, besuqueándose en los baños del colegio y tomándose de las manos solo cuando nadie las veía. Ella no tenía problema con que a su hija le gustara una mujer porque también amó a alguien de su mismo sexo en su juventud y creía que era una bonita e inocente experiencia, más en aquella edad.

No lo pudo evitar. Les tomó una fotografía y salió de allí para mostrársela a su esposo.

Veinte minutos después tocaron la puerta de Danielle repetidas veces. Ambas se removieron en el colchón, confusas y con dolor de cabeza.

Una voz las llevó a la realidad.

—Buenos días, señorita. Su madre me ha pedido que les traiga el desayuno-almuerzo —dejó una amplia bandeja sobre el escritorio.

Las dos menores se sentaron de golpe en la cama, aturdidas. Se miraron horrorizadas, ignorando la tercera presencia que ya había abandonado el lugar.

ESTOY EN LA CAMA DE DANIELLE.

HAERIN ESTÁ EN MI CAMA.

Pensando lo mismo, diciendo nada.

Danielle se golpeó la frente.

—Yo... umm... Debo irme, mi madre me matará —agarró su teléfono del piso, saliendo de la cama. Danielle asintió con los ojos cerrados, muy avergonzada para mirarla—. ¡¿Pero qué?!

Aunque ese grito la obligó a abrirlos.

—¿Qué... qué pasa?

—Mmh... —murmuró incómoda—, ¿no lo notas? Jesús...

—No, no entiendo, joder, ¡¿qué pasó?! —soltó, exaltada. Haerin apuntó su ropa, esa ropa que tenía puesta que no era suya. No era su vestido negro con el que llegó anoche. Traía puesta una polera grande con un logo de alguna banda en el centro. Al menos tenía sus bragas, confirmó, levantando un poco la prenda más grande—. Oh....

—¿Nosotras...?

—¡No! ¡Es decir...! Joder, Haerin, no tengo ni la menor idea —masajeó sus sienes—. Recuerdo haber jugado verdad o reto y l-luego, bueno... dijiste que estabas muy aburrida y nosotras comenzamos a... ¡A eso, lo entiendes! ¡Pero solo a eso, nada más! ¡Yo no te quité nada, lo juro! O eso es lo que recuerdo...

—Comenzamos a besarnos, Marsh. Puedes decirlo, no es ilegal —rodó los ojos.

—Sí, sí, como digas —imitó la acción—. Pero no, yo al menos no recuerdo haberlo hecho.

—Sí, yo tampoco...

—Tal vez solo estabas incómoda con tu vestido y te presté ropa.

Haerin lo pensó y llegó a una conclusión: había una sola forma de comprobarlo.

—Muévete —empujó a Danielle de la cama y revisó las sábanas. Nada. Limpio.

—Oye, ¿qué crees que haces? —se molestó.

—Revisando que no hayamos tenido sexo.

—¡Haerin! —se tapó el rostro con vergüenza por escuchar esa palabra tan directa.

—Bueno, creo que no. Tus sábanas están limpias.

—¿Y qué tiene que ver eso? —arqueó una ceja.

—¿Qué acaso jamás has tenido relaciones? Si lo hubiésemos hecho tu cama estaría manchada con fluidos... Eso si fueras capaz de hacerme tener un orgasmo —se burló.

—¡Oye! ¡Por supuesto que podría!

Oh, que agradable era ver a Danielle no negando su atracción hacia las mujeres, pensó Haerin.

—Marsh, tocar a un hombre es muy distinto que tocar a una mujer —hizo un gesto de negación.

—¡De todas formas podría-!

—¿Cariño? ¿Estás despierta?

¡Joder, ella conocía muy bien esa voz!

—¡Mierda! ¡Ponte pantalones, Haerin! —gritó en susurro, el corazón golpeando su pecho.

—¡¿Y de adónde esperas que saque uno?! —dijo en el mismo tono, igual de asustada.

—¡Métete a la cama, métete a la cama!

Ella hizo caso, ocultándose dentro de las sábanas.

—¡Ya va mamá! —agarró la taza con café que dejó la señora para parecer más casual—. ¡Hola, ¿qué tal estuvo su viaje?! —preguntó intentando ocultar su nerviosismo.

—Bien, cariño, estuvo bien —le lanzó una mirada a Haerin, que sonrió en algo más parecido a una mueca.

—¡Oh, ella es Haerin! Una amiga de la escuela que decidí invitar anoche —apretó los labios.

Ni siquiera pensó que, si Hanni no llamaba a sus empleados (cosa que tampoco sabía), su excusa se iría por el desagüe.

—Oh, cariño, no le mientas a tu madre —le apretó las mejillas con amor—. Las vi durmiendo muy pegaditas antes. No sé porqué no me contaste que tenías novia —le sonrió a ambas muchachas.

—¡¿Qué?! —Danielle casi se muere allí mismo, y Haerin, bueno, ella ya había muerto sinceramente—. ¡No, mamá, Dios mío, no! Ella es solo una amiga, en serio. Es solo que anoche me aburría y Hanni estaba ocupada y... Bueno, eso.

La mujer carcajeó.

—No te creo nada, pequeña, pero está bien, me haré la tonta por ahora —su vista fue a la de ojos gatunos, quien no había dicho nada por la vergüenza—. Hola, soy la madre de Danielle, Jieun, un gusto conocerte, "amiga de Danielle" —hizo comillas con los dedos y Dani decidió que ese día iba a suicidarse. Sí, eso haría.

—Hola... —jugó con las sábanas—. Soy Haerin, y en serio no somos novias. Yo... yo estoy saliendo con un chico.

—Oh —soltó Jieun.

—¿Qué? —habló su hija, con total disgusto y se arrepintió de inmediato—. Es decir, sí, Haerin está de novia con Jangwoo, ¿lo recuerdas? Mi compañero, ese rarito que olía mal y era bien feito —le sacó la lengua en un gesto de burla a Haerin sin que su madre la viera y la menor apretó las sábanas bajo sus dedos.

—Ahhhh, ya sé —asintió la señora Marsh, sabiendo de quién hablaba Danielle—. Pero, cariño, no hables así del novio de tu amiga —la regañó, aunque en el fondo sabía que la descripción fue muy exacta—. Bueno, una lástima, se veían muy lindas como novias, me hubiese encantado tenerte de nuera, Haerin, eres muy bonita —sonrió algo apenada.

—Dios, mamá... —negó con la cabeza, dejando el café de lado y empujándola fuera de la habitación.

—Ey, ¿por qué me echas? Está bien, ugh. ¡Adiós, Haerin, espero verte más seguido por aquí! —gritó cuando su hija la dirigió lo más lejos del pasillo.

Dani cerró la puerta tras su espalda y se apoyó en esta.

—¿Jangwoo? ¿En serio, Marsh?

La otra rió.

—¿Qué tiene? Harían bonita pareja —Haerin le lanzó una almohada con fuerza—. ¡Auch!

—Quizás tengas razón, debería buscarme un novio porque tú eres una idiota.

Lo dijo sin pensar, sin acordarse que esos comentarios probablemente perturbarían la
mente tan cerrada de Danielle que seguía insistiendo con que era heterosexual. Aunque para su sorpresa, Danielle también respondió sin pensar, ambas cabecitas muy metidas en ellas como para analizar los prejuicios y rechazos de Danielle.

—¡Un novio mis cojones! —le devolvió la almohada, logrando dar con su rostro.

Haerin abrió la boca, molesta. Tomó un libro (esta vez no de fotografía) que reposaba en el velador de la mayor, con toda intención de lanzárselo. Al parecer sería una tradición entre ellas tirarse objetos.

—¡Olvídalo que dejaré que pase otra vez!

Marsh se adelantó, corriendo hasta su cama y lanzándose sobre la otra para sacudirle los brazos para que el libro cayera de sus manos, y una vez logrado su cometido, llevó las extremidades de Haerin tras su propio cuello y juntó sus labios.

Haerin dejó de luchar y la recibió gustosa, pegando sus cuerpos como tanto les gustaba estar. Corrió las sábanas, dejando que Danielle se metiera dentro de la cama junto a ella y así perderse en su mundo de besos perfectos.

El beso se prolongó hasta que la llamada de la señora Kang, que estaba muy furiosa por cierto, las obligó a separarse.

Esa tarde Haerin volvió a su casa con una sonrisa que iluminaría hasta el fondo del mar, una tan sincera que ni su madre fue capaz de borrar aún cuando la castigó por no aparecer ni contestar las más de cuarenta llamadas que le dejó.

Y Danielle, Danielle decidió que lo que pasaba con Haerin lo ocultaría en lo más profundo de su alma, bajo llave, muchas llaves. Se haría la tonta y haría como si jamás ocurrió, y solo lo sacaría a flote cuando estuvieran a solas. Nada de sobre pensar. Nada de torturarse.

Porque sí, Danielle sabe que sigue aterrada, aún le dan ganas de llorar cuando se plantea lo que pasa con ella y la otra chica, aún el rechazo a sí misma le provocaba un dolor terrible.

Porque la homofobia interna podía ser mucho más cruel y cruda que un chico estúpido y sin cerebro gritándole los insultos más horribles a una pareja homosexual en la calle.

***

Mamá
¿Ya se fue Haerin?

Yo salí de compras con tu padre.


Sí, mamá, hace unas horas.

Mamá
¿Seguras que no son novias?

Porque mira...

Su madre le había enviado una foto.

Una foto de ella con la linda gatita acurrucada contra su pecho. Además de eso, si uno se fijaba en los detalles, se podía ver perfectamente una mano de Haerin entrelazada a la suya formando un puño que sobresalía un poquito de las sábanas.

Jo... der.

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IMPORTANTE: me leen toda la wea de testamento y me contestan todos o no les subo cap hasta diciembre de 2024 🫦 (broma) (no es broma) (no se arriesguen a saber si es broma o no y contesten mejor 🔥🔥).

ok, no les actualicé casi en una semana, PERO les escribí un capítulo de más de 3000 palabras con mucho momento daerin. 🧘‍♀️

y hablando de eso, yo sé que en los aus es algo aburrido y pajero que hayan tantas partes escritas, pero igual, como les dije al inicio, este fic no es tanto de humor y sí más de drama, por lo que la escritura se vuelve necesaria. aunque igual yo intento que lo que escribo sea medio emocionante para que no se aburran, de verdad lo intento (tipo, casi siempre lo que escribo son momentos de tensión entre dani y hae, y así).

y esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿les da lo mismo que hayan "tantas" (tampoco son taaaaaantas) partes escritas en esta historia o mejor le bajo un poco y subo más tweets?

no tengan miedo en ser sinceros, en serio no me enojaría ni nada. de hecho, si no son sinceros, ESO me pondría 😡😡😡 porque yo solo quiero entregarles lo más satisfactorio a mis lectores, aunque en el fondo no me salga ni una mierda, jxlwldk.

ahora, no se les ocurra contestarme algo como "no me molesta leer tanto, pero igual no estaría mal si le bajas un poquito, no sé, como tú quieras la verdad, me da igual" (KALDOWSJ, sinceramente eso sería algo que contestaría yo para no ser tan directa, ¡¡¡ustedes no sean como yo!!!),
porque no me sirve, eso no es una respuesta clara y me dejaría inconclusa 😞😞 comenten directo: "no, no me molesta", "no me molesta, de hecho me gusta", o por el contrario "sí, sí me molesta", "me aburre leer tanto", etc.

bueno, ese es todo mi testamento. recuerden mi amenaza bbs 🥺❤️ nññlxlwlxl chau, las quiero niñas de 13 años que leen mis weas.

Danielle laughing at a certain Jangwoo...

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