Eyes
Ojos dorados, brillantes y majestuosos,
Ojos ámbar, cálidos y dramáticos.
Ojos azules, como el Atlántico,
Ojos grises, suaves y metálicos.
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—¿Qué haces? ¡Mamá!, no —la mayor hizo caso omiso a sus llamados y agarró su bolso de mano para dirigirse a la puerta principal de la casa, ante el acto Soobin sostuvo desesperado su antebrazo intentando detenerla, pero aquello logró que ella se enfureciera más.
—¡No me voy a quedar callada Soobin!, voy a poner una denuncia en la comisaría contra esos adolescentes malcriados.
—Fue mi culpa, tuve que haberme defendido o decirle a algún inspector.
—No es tu culpa cariño—aseguró la mayor ablandando su mirada —Ellos eran de grados mayores que tú, si te hubieses defendido quizás hubieran golpeado más tu rostro —añadió, acercándose hasta Soobin y acariciando su cara suavemente. Le entristecía en sobremanera ver su labio cortado y el hematoma verdoso en su pómulo, sin contar los demás rasguños y raspaduras a lo largo de su cuerpo —Imagínate no hubiera llegado a recogerte a tiempo.
—Pero lo hiciste —dijo Soobin sonriendo para tranquilizarla —Una denuncia no servirá de nada, sólo... cámbiame de instituto por favor. —pidió abrazándola, refugiándose como un niño pequeño.
—Soobin, me encantaría poder hacer eso pero estamos a mitad de semestre, dudo que me permitan matricularte en una escuela a estas alturas del año. ¿Que te parece si hablo con el director?, quizás eso arregle las cosas.
—No arreglará las cosas mamá, todos mis compañeros me odian, es como si estuviera maldito —susurro apartándose de ella, una lágrima se deslizo por su mejilla y fue limpiada rápidamente con el dorso de su mano.
—Tesoro —le llamó su madre otorgándole una mirada de compasión —Hablaremos de todo esto cuando tu papá llegue a casa, ¿Okey?. Me encargaré de convencerlo.
Soobin asintió con un movimiento de cabeza en respuesta, intentando parecer tranquilo, aunque en su interior rogaba tener suerte al menos una vez en su vida y ser retirado de aquel infierno que era la preparatoria.
Pero, ¿Cómo se llegó a esta situación?
No era de extrañar que en el establecimiento al cual iba fuera apodado por compañeros y alumnos de grados mayores como "fenómeno", "rarito", "defectuoso", "monstruo"...
Sin embargo, estos solo eran insultos los cuales nunca llegaron a golpes, por lo menos no antes de conocer a la dichosa Choi Yewon.
Yewon era como un ángel, y Soobin no pudo evitar enamorarse de ella cuando le hablo con amabilidad y halago sus ojos diciendo que eran los más bonitos que había visto en su vida. Desde ese momento empezaron a verse más frecuentemente, Soobin dejando su timidez y vergüenza de lado para poder conversar a gusto sobre cualquier tema con la chica un año mayor.
Lastima que todo lo que poseía ella de amabilidad y simpatía, su novio lo tenía de celoso; y este no dudo en ir a partirle la cara a Soobin por robarle la atención de su novia.
Ese había sido el momento exacto que había presenciado la madre de Soobin, cuando el novio de Yewon le golpeaba a la salida del instituto junto a dos amigos más a los cuales no les caía bien el de ojos bicolor. Una amenaza ni siquiera sirvió para detenerlos, pues estos cuando vieron a la mujer mayor le propinaron una última patada en el abdomen a Soobin para después salir corriendo a quien sabe dónde.
Así que, pueden imaginar el porqué Soobin no quería volver a pisar aquel lugar nunca más. Tan solo tiene 16 años, y no sabe cómo afrontar el miedo que siente por los demás y el autodesprecio hacia si mismo.
Toda su preocupación se transformó en alivio cuando llegada la noche su madre le dio aviso de que había logrado convencer a su padre.
—Tu papá va a pedir un traslado, él se va a quedar en casa durante este mes. Tú y yo viajaremos en la semana a Daegu.
—¿Donde nos quedaremos?, ¿Nos llevaremos todas nuestras cosas? —preguntó Soobin preocupado, si bien su deseo era cambiarse no quería ser una carga para su padres.
—Tenemos todo arreglado, nos quedaremos por un tiempo con tu tía Yejin en Buk-gu, llevaremos las cosas básicas y compraremos otras allá. Cuando tu padre arregle todo en su empresa llevara las cosas restantes en un camión de mudanza.
—¿Que va a suceder con la casa? —cuestionó observando su alrededor, aquel lugar donde había vivido toda su infancia y se encontraban tanto malos como buenos recuerdos.
—No tienes que preocuparte por ello cariño, la vamos a poner en arriendo, podremos volver acá cuando lo deseemos. Además Daegu no queda tan lejos —aseguró la mayor con una sonrisa, acercándose hasta el para dejarle un beso en la frente con dulzura —desde ahora las cosas mejorarán.
—No voy a permitir que vayas de esa forma, arregla tu cabello —ordenó la mayor viéndolo con reproche —Si vas así claro que se burlarán Soobin.
—No se ve tan raro —contrapuso el contrario con un puchero en el rostro, se acercó hasta el espejo de la entrada de la casa y observó su reflejo en este; poniendo toda su atención en su flequillo liso cubriendo por completo su ojo derecho —Bueno, si se ve raro, pero es mejor que se burlen por el estilo de mi pelo que por el color de mis ojos.
—Pero si tus ojos son únicos. —dijo la mayor con obviedad intentando darle seguridad en ese aspecto.
—¡Ese es el problema! —alegó Soobin alzando la voz —para los demás lo único es extraño, me van a excluir de todo.
—No por eso... da igual —suspiro la mayor cortando sus palabras, sea lo que le dijera a Soobin este buscaría cómo renegarlo —Anda como se te de la gana, pero después no te andes quejando de que nadie te hablo por tu peinado emo —añadió al mismo tiempo que tomaba las llaves de su auto y le hacía señas para que saliera hacia el patio delantero.
—Prefiero ser considerado un emo a que me digan que mis ojos son así por una malformación —murmuro el menor colocando su mochila sobre sus hombros para luego seguir desde atrás a su madre —además no es como que necesite que alguien me hable.
—Antes de querer cambiar tu apariencia deberías cambiar tu negatividad, todo esto de la mudanza y nuestro nuevo hogar lo hemos hecho por ti, siquiera intenta ser positivo —pidió la mayor cuando ya estuvo arriba del auto con Soobin de copiloto, poniéndolo en marcha y dejando atrás aquella casa nueva en la cual habitaban hace unos días dentro del vecindario.
El traslado laboral del señor Choi no había sido tan complicado, la misma empresa tenía instalaciones en Daegu y en estas mismas habían muchas otras personas que también quería trasladarse a Ansan, fue más bien como un intercambio; uno bastante favorable ya que dentro de Buk-gu el personal era tan poco que para motivar a los empleados les eran entregadas casas amuebladas de las cuales podían hacer uso durante todo el tiempo que se mantuvieran trabajando en la ciudad.
Lo que si fue difícil había sido encontrar un colegio en el cual hubieran cupos vacantes para poder matricular a Soobin, puesto que el más cercano que estaba dispuesto a aceptarle a tales fechas del año se encontraba al otro extremo de la ciudad, cruzando por el centro.
Su primer día de clases había sido normal, una simple presentación seria y sin emoción bastó para que ninguno de sus compañeros quisiera acercársele a pesar de ser el chico nuevo; y aunque aquello le ponía un tanto triste, su personalidad introvertida no le permitía tener una relación amistosa con nadie.
A una semana de su llegada las cosas no habían cambiado mucho, lo único destacable era que ya conocía cada pasillo y salon de memoria, debido a su acto de vagar por ellos para no sentirse tan solo en los recesos u horas libre.
Como aquel día en especial en el cual tenía varias horas libres, debido a que dos de sus profesores tuvieron un accidente a último minuto y no había ningún otro disponible que pudiera realizar las clases en sus lugares.
Soobin había aprovechado esos momentos para pasearse por las salas de arte, mirando de reojo por las puertas abiertas como muchos alumnos se encontraban pintando diferentes cosas dependiendo del salón en el cual estuvieran, algunos realizaban esculturas, otros paisajes con acuarelas y unos pocos pintaban frutas con óleos sobre telas.
De pronto un murmullo suave se hizo presente y pudo escuchar a lo lejos como una armoniosa voz entonaba parte de aquella canción que amaba con todo su ser, "I wanna go back to the sweet beginnings" se repetía, y él no dudo en dirigirse al lugar de donde provenía la pista de Bebe Rexha siendo tocada.
Después de caminar aproximadamente dos minutos, en el cual subió escaleras y se cruzó por salones vacíos, pudo encontrar el lugar y a la persona que disfrutaba de tan buena música.
Las puertas de aquella sala estaban abiertas y se podía apreciar adentro a un único chico; este tenía su cabello amarrado en una coleta y su cuerpo desparramado en una silla, su mirada perdida en el algún punto del techo además de un pincel en su mano derecha que yacía hacia abajo, frente a él se encontraba un atril con un lienzo en blanco y al costado de este una mesita llena de tubos de pintura junto a una paleta para mezclarlos, un poco más lejano a todo ello estaba el dichoso parlante conectado.
La música paro, y antes de poder marcharse el chico se percató de su presencia y enderezó su postura para luego mirarle con ilusión, en un movimiento rápido se levantó de su asiento y se acercó hasta él sosteniéndolo de los hombros, ejerciendo presión para que no se soltara.
—Por favor ayúdame —pidió hablando con rapidez y efusividad.
—Ni siquiera se quien eres —susurro Soobin con un hilo de voz en respuesta, retrocedido involuntariamente por el pavor que sentía.
—Lo siento, lo siento —se disculpó el contrario soltándole para luego inclinarse frente a él —Mi nombre es Choi Beomgyu y enserio necesito tu ayuda.
—Yo... de seguro ya tengo que volver a clases —aclaro Soobin acomodando parte de su flequillo hacia adelante, como un gesto nervioso que había adoptando las últimas semanas al acostumbrarse a el.
—Si estás aquí es porque de seguro no tienes clases —mencionó Beomgyu destapando su mentira —Tengo que hacer un retrato como proyecto de mi clase de artes, pero el amigo que tenía que venir tuvo un compromiso de último minuto. —explicó la situación con un gesto triste —Solo necesito que poses para mi durante un rato, te lo ruego... ¿cuál es tu nombre?
—Soobin.
—Te lo ruego Soobin.
—Está bien —cedió este suspirando, era increíble el cómo su mala suerte lo llevaba a aquellas situaciones tan incomodas —¿En donde me siento?
—En el banco que está perpendicular al lienzo —apuntó Beomgyu dando saltitos de alegría, con alguien posando para el podría terminar rápidamente su pintura y presentarla a su maestra.
Solo debía demostrar que tenía la habilidad para quedar entre los mejores cuadros, y de esta manera presentarse en la galería de arte que expondrían en unos meses más.
Mientras Soobin se acomodaba aprovecho para sacar con agilidad de su estuche el lápiz café que siempre utilizaba para hacer los bosquejos o trazos principales de sus cuadros, con suma concentración cerró uno de sus ojos y posicionó el lápiz de forma vertical frente al único abierto, analizando de esta manera las facciones y simetría del rostro de Soobin mucho más profundamente.
—¿Podrías dejar tu frente más al descubierto? —preguntó llevando una de sus manos a su barbilla, al mismo tiempo que le miraba de forma inquisitiva.
—¿A qu-que te refieres? —respondió Soobin trabándose, de cierta manera el comportamiento tan despreocupado de Beomgyu hacía que se sintiera intimidado.
—Ya sabes, desliza un poco tu cabello hacia el costado —detalló, pero antes de que Soobin pudiera responder o pensar siquiera, Beomgyu se aproximó y mostró entre sus dedos un par de horquillas —Estas servirán para que se mantenga a un lado, déjame ponerlas por ti.
Con lentitud llevo su mano a la cabellera contraria y tomó el largo flequillo para dejar al descubierto parte de su frente y ojo, más su acción no se logró concretar debido al manotazo de Soobin. Ante el movimiento repentino el banquillo en el cual se encontraba se desestabilizó, provocando que este cayera junto con su cuerpo, y Beomgyu sobre él.
—¡Lo siento! —gritó Beomgyu arrepentido, llevó sus brazos a los costados del cuerpo contrario y se levantó medianamente para dejar de poner todo su peso sobre Soobin, además de poder ver de esta manera si tenía alguna herida superficial —¿Te duele algo?
—Me duele todo el cuerpo —admitió Soobin acariciando la parte trasera de su cabeza que había recibido parte del impacto contra el suelo —¿Que te sucede? —preguntó al ver que el contrario le observaba embelesado y no hablaba.
—Tu ojo.
Soobin comprendió de inmediato y llevó su mano a este para cubrirlo, podía jurar que terminaría llorando más tarde al recordar tan patética situación.
—¿Son de mentira? —cuestionó Beomgyu levantándose por completo de encima suyo para después ponerse de pie y tenderle la mano al mayor.
—Claro que no —exclamó Soobin con una mezcla de enojo y vergüenza, aceptando la ayuda contraria para poder estar de pie nuevamente —Los tengo así desde que nací.
—Wow, son...
—¿Horribles? —interrumpió Soobin completando la oración con duda.
—Fascinantes iba a decir —aclaró Beomgyu soltando una leve risa —Uno tiene un color tan intenso como el sol ocultándose en el atardecer, el otro es azul y profundo como el mar.
—No son la gran cosa —murmuro Soobin cohibido.
—Claro que lo son —contrapuso el de pelo largo, rehaciendo su coleta deshecha por la caída —Por favor vuelve a sentarte y déjame ponerte estos pasadores en el cabello.
—Mejor no, creo que otra persona puede serte más útil que yo.
—No no no —repitió Beomgyu negando con la cabeza mientras le miraba como un cachorro abandonado —Te necesito a ti, estoy seguro de que mi pintura será magnífica si logro captar en ella la belleza de tus ojos —comentó intentando convencerlo.
—Pero... esta bien —termino aceptando Soobin, y se acercó con pasos dudosos al banco en el cual estaba sentado anteriormente —¿Cuanto te vas a demorar en completar el retrato? —preguntó alzando su rostro para que Beomgyu pudiera arreglar su flequillo y hacerlo a una lado con aquellos objetos pequeños con forma de pinzas.
—Solo puedo avanzar en la clases de arte, y estas son una vez a la semana; Lo más probable es que en tres semanas o un mes esté terminado por completo.
—¿Y me vas a sacar una fotografía o algo así para poder continuarlo? —volvió a preguntar, como si aquello se tratara de un gran misterio.
—Claro que no, hay detalles que pasan desapercibidos en las fotos, y yo quiero pintarte lo más exacto posible —explico tomando el lápiz que había utilizado cuando recién había ingresado el pelinegro, con este mismo empezó a trazar líneas para dar forma a un rostro —Tendrás que venir hasta acá cada vez que me toque avanzar con mi trabajo —añadió con una sonrisa —serás mi musa, mi centro de inspiración.
Después de aquel encuentro se habían vuelto muy apegados, pues además de verse cada semana en el dichoso salón en el cual Beomgyu pintaba habían descubierto que eran del mismo grado, solo que de cursos paralelos.
Desde que Beomgyu se había enterado de que Soobin solía pasar todo el día solo, se comprometió a estar junto a él en todo momento.
Cabe recalcar que este tenía una obsesión con sus ojos que no se obligaba a ocultar, lo arrastraba cada receso a la biblioteca o al patio trasero del lugar, para pintar y hacerle sesiones fotográficas a su rostro, y si bien Soobin agradecía todo lo que este hacía por él, esto le ponía bastante nervioso.
Tenía bastantes sensaciones encontradas, Beomgyu era su primer amigo después de tanto tiempo, por lo menos uno que no le insultaba ni menospreciaba; al contrario, le animaba siempre que estaba decaído y buscaba distraerlo llevándolo a conocer los lugares más atractivos y divertidos de la ciudad.
También podía reconocer el talento que tenía este, a Beomgyu le había sido otorgado un don innato para el arte, y no dudaba en mostrarle todas sus nuevas creaciones.
Después de meses en los que habían convivido, invito a Soobin a la galería de arte en la cual serían expuestos muchos de sus nuevos proyectos realizados.
Ni siquiera la mamá de este se pudo librarse de las largas charlas y emoción del mayor por salir a un evento tan importante con Beomgyu ese fin de semana.
—¿Te cortaste el pelo? —cuestionó Beomgyu cuando se encontraron frente al museo donde se expondría la galería.
—Solo las puntas —Soobin respondió sonrojado al saber que el contrario lo había notado rápidamente —Estaba demasiado largo y me molestaba —explicó mientras hacía un poco de lado su cabello.
—Te queda bien —halagó Beomgyu —tú traje igual, te ves hermoso —añadió mientras observaba el conjunto puesto; los pantalones de tela holgados color negro que hacían contraste con su camisa de satin blanca, los suspensores puestos le daban un toque más inocente y su abrigo de vestir largo color crema concluía de forma perfecta su outfit.
—¿No crees que vinimos muy formales? —preguntó el mayor temeroso, alternando su mirada entre el traje negro de Beomgyu y la ropa casual que llevaban todas las personas que entraban al sitio.
—Estamos bien —le restó importancia Beomgyu moviendo su mano despreocupadamente —Ayer vinieron a evaluar las obras algunos periodistas junto a los organizadores del evento y me llamaron de una revista porque querían agregar mis pintura y biografía a un artículo especial sobre talentos jóvenes —contó emocionado, pasando sus manos por su blazer para alisarlo, y también para quitar el sudor debido a los nervios —Me pidieron que viniera vestido formalmente junto a mi acompañante, así que estás más que perfecto.
—¿Tus padres no van a venir? —preguntó un tanto afligido, lo último que quería era caerle mal a los progenitores del pelinegro por haber sido escogido como acompañante en vez de ellos.
—Oh, no te preocupes por eso, a ellos no les importa tanto esto —comentó Beomgyu con un gesto decepcionado —Pero con que tú estés me basta —aseguró sonriendo, para después extenderle la mano invitándole adentro del lugar.
—Esto es tan vergonzoso —se quejó Soobin sin aceptar su mano, pero en lugar de eso enrollo su brazo al de Beomgyu y se apegó a su cuerpo, comenzando a avanzar por los pasillos del museo.
Caminaron por más de quince minutos en los cuales se entretuvieron mirando esculturas y cuadros abstractos de otros artistas, antes de llegar al salón en donde estaban las pinturas de Beomgyu, este detuvo su paso junto a Soobin.
—Cierra los ojos.
—Ah? —Soobin le miró confundido.
—En la siguiente sala están expuestos mis trabajos y quiero ver tu reacción, cierra tus ojitos y ábrelos cuando yo diga. —pidió colocando el mismo una de sus manos sobre sus párpados y deslizándola hacia abajo.
—Está bien —accedió Soobin tranquilo —aunque no es tan necesario, de seguro son impresionantes.
—Bueno, quiero ver cuán impresionantes te parecen —mencionó Beomgyu mientras lo guiaba —A la cuenta de tres abrirás tus ojos, ¿okey?.
—I got it —aseguró el mayor haciendo un círculo juntado su dedo índice y pulgar de la mano derecha .
—Uno —dijo Beomgyu mientras movía sus brazos de atrás hacia adelante en un intento para calmarse —dos —salió como un suspiro, como si estuviera obligándose a retener el aire —tres.
Soobin abrió sus ojos para contemplar todo, quedando anonadado al instante; su mirada viajó desde la pared llena de pinturas hacia el rostro de Beomgyu, el suyo propio demostrando sorpresa e incredulidad.
No eran una, sino más de diez pinturas iguales, pero al mismo tiempo diferentes, todas con distintas técnicas, mostrando una misma cosa en común; aquellos orbes brillantes, resplandecientes, en su máxima expresión.
—¿No es precioso? —preguntó Beomgyu con la mirada inmersa en cada una de sus obras. —Dicen que los ojos son el espejo del alma.
Las lágrimas acumuladas empezaron a deslizarse por las mejillas de Soobin sin previo aviso, y ante esto Beomgyu no hizo más que mirarle con cariño y pasar las yemas de sus dedos por el rostro contrario para secarlas el mismo.
—Tu alma debe ser la más espléndida de todas, tan acendrada e inmarcesible. —aseguró mientras limpiaba su cara.
—¿Choi Beomgyu?
Ante el llamado tanto Soobin como Beomgyu giraron sus cuerpos, un chico vestido pulcramente con su cabello rojo hacia atrás debido al gel les miraba con duda.
—Yo soy Choi Beomgyu —aclaró el menor dando un paso hacia adelante y haciendo una reverencia en forma de saludo —¿Me necesitas para algo?
—¡Si!, que bueno que eres tú, te llevo buscando hace bastante rato —se quejó el chico llevando una mano a su corbata para desajustarla levemente —Soy Choi Yeonjun, fotógrafo de la revista M.O.A. Me encargaron fotografiarte junto con tus cuadros, imagino que te contactaron y hablaron sobre ello antes. —menciono mostrando la cámara entre sus manos.
—Si me informaron —afirmó Beomgyu con una sonrisa cerrada —¿Podemos salir juntos? —cuestionó apuntándose a sí mismo y a Soobin, quien aún seguía un tanto conmocionado y con la cara húmeda.
—Oh, claro que si, no creo que les importe que salgas junto a tu novio.
Soobin abrió su boca asustado, buscando las palabras correctas para replicar aquello y explicar que solo eran amigos, sin embargo, Beomgyu rodeo con uno de sus brazos sus hombros demostrando tranquilidad mientras se adelantaba respondiendo un —Perfecto.
—Está bien, júntense un poco más y sonrían —pidió Yeonjun haciendo gestos para que le imitaran.
Soobin sonrío de forma tensa y Beomgyu al percatarse de ello se acercó a su rostro dejado un beso en su mejilla, el momento preciso en el cual resplandeció el flash y se escuchó el famoso "click".
—Son tan tiernos —admitió Yeonjun viendo en su cámara la fotografía recién tomada —Es como ver al pintor y su creación personificada, esto le encantará a la editorial —aseguró observando su trabajo —Gracias por todo, me tengo que retirar ahora.
Apenas el fotógrafo se fue Soobin llevo sus manos hacia su cara y la cubrió mientras lloriqueaba por lo bajo.
—¿Porque hiciste eso? —alegó avergonzado.
—No te pongas tímido —respondió el menor riendo e intentado apartar las manos de su rostro para entrelazarlas junto a las suyas —Él notó que tú eres a quien represento en todas mis obras de arte. Podemos tener una cita después de esto para celebrar juntos —propuso batiendo sus pestañas para persuadirlo.
—Está es una pésima forma de decir que te gusto —se quejó Soobin en un susurro con un mohín en los labios.
—Creo que ya he manifestado de muchas maneras cuanto me gustas.
Fin
¿Ustedes que opinan de la heterocromía?
Creo que es una cualidad muy hermosa, aunque he oído de muchas personas que han sufrido bullying por ello, y también que tienen algunos problemas de vista.
Perdónenme por mi horrible forma de narrar y redactar las cosas que escribo :(, espero poder ir mejorando a medida qué pasa el tiempo.
Cualquier falta de ortografía o incoherencia que pueda existir las corregiré en breve.
Me ha gustado mucho escribir este OS, así que espero que a ustedes les guste leerlo ♡
Se despide, Gginhy.
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