Capítulo 22: Los sueños si se hacen realidad.
//Canción recomendada//
EDITADO
Estás en tu cama en la noche,
y piensas sobre tu vida.
¿Quisieras ser diferente?
Tratas de dejar ir la verdad,
las batallas de tu juventud.
Porqué esto es solo un juego,
esto es una hermosa mentira...
Canción en multimendia (A beautiful Lie - 30 seconds to mars)
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La cara de Lu aparece, parpadeante, durante esos cortos minutos de sueño, que tuve antes de que mi madre entrara por la puerta de mi habitación, en el hospital. Apenas supo que había recuperado la conciencia se lanzó sobre mi adolorido cuerpo y me abrazó.
—¡Tomás! —solloza, sobre mi delgada mano y puedo las lágrimas calientes mojándola. —¡Estaba tan preocupada! No sé hasta cuando pueda soportar tantas desgracias... —masculla, arrugando su cara con fuerza. —No sé cómo decirte todo lo que ha pasado... estos días mientras estabas en el hospital...
Llora con fuerza, y no entiendo a lo que se refiere con eso. Arrugo mis cejas y ella levanta su mirada, enrojecida por días y noches de llanto, para conectarla con la mía que no luce mucho mejor.
—Tu... —susurra y no es capaz de terminar—, ha habido un incendio en casa, cerca del despacho de tu padre y él... —su voz se hace un hilo y las lágrimas vuelven a salir de sus hermosos ojos azules, que me recuerdan tanto a Emma.
Él ha muerto. ¡Ha muerto!
Mi corazón acelera su marcha fuertemente y siento una mezcla de felicidad y culpa; pero no de tristeza ni dolor. Mis ojos se cristalizan, pero en ellos no se forma ni una lágrima. El maldito ha muerto, como tanto lo había deseado, y seguro ahora debe de estar pudriéndose en el infierno, como debe ser. Intento no poner una cara muy obvia y permanezco en silencio, agarrando la mano de mi sollozante madre, en muestra de mi apoyo, fingido e hipócrita; pero aún siento que no me ha dicho todo.
—Hijo... Yo sé que salías con ella y por eso no me es fácil decirte esto... —siento como mis ojos se abren con cada palabra que pronuncia. —Andrea... Ella... —balbucea, pasándose los dedos entre su pelo—, ha muerto también...
Lucho con todas mis fuerzas para no gritar. Odiaba a mi padre, pero a ella... A pesar de que fuera una zorra y de haberse acostado con mi ex mejor amigo, no le deseaba tal cosa... Una pequeña lágrima se escapa y la limpio con mi dedo. Mi mamá me abraza con fuerza y junta nuestras mejillas.
—Lo siento, mi amor—susurra cariñosamente.
«Todo tiene su precio, Tomás» Susurra en mi cabeza la, tan conocida, voz de Lu, con su tono tan suave, o tal vez sea mi imaginación.
Cubro con mi rostro con mis manos, lleno de culpa. Si ha muerto tan horriblemente como ha sucedido en mi cabeza, será algo que me atormentará para siempre.
—Lo siento... —murmuro, en medio de un ligero llanto, que no puedo evitar—. Lo siento... Lo siento, lo siento, lo siento.
No logro contener las lágrimas por más tiempo. Simplemente no puedo y empiezo a llorar en silencio. La felicidad que siento por la muerte de mi desgraciado padre es opacada por la culpa por la muerte de Andrea.
—Mamá... Mamá...—balbuceo y ella se separa de mí para mirarme. —Lo siento mucho... —seco con mi bata de hospital, las lágrimas que no paran de salir de mis doloridos ojos. —Lo que he hecho no... —mis hipidos aumentan comprendiendo a lo que se ha referido Lu cuando me dijo que ya había pagado el precio.
Su risa me escoce en los lóbulos de mis orejas, de manera insoportable. Eran ellos... Las marcas, todos. Yo, Andrea, el niño pequeño. Mi madre me mira con marcada preocupación.
—Quiero irme de acá, mamá... Quiero... irme —susurro, sacándome el millar de cosas que traigo encima y me siento.
Mis pies son recibidos por el blanco y gélido piso de baldosa. Ella, con prisa, da la vuelta a la camilla y se pone frente a mí, tomándome las manos con cariño. Levanto mi vista y su dedo me aparta el abundante cabello azabache que cae en larguísimos mechones por mi rostro. Ladea una sonrisa y sus ojos se achican, reflejando un amor infinito en ellos, que brillan por la capa húmeda de lágrimas que los cubre. Pasa su dedo por debajo de mis ojos, en donde tengo negras ojeras, luego por mi boca agrietada.
—Te extrañé mucho, Tomás —susurra y el calor se apodera de mi cuerpo. El corazón me cruje bajo la piel, musculo y hueso que lo protegen del exterior. Cruje porque sé que estoy perdido y condenado, para siempre. —Nunca más te dejaré solo, mi amor. —Concluye, estrechándome entre sus brazos.
***
Hola, quiero preguntarles: ¿Hasta ahora, qué piensan de la historia? Cualquier opinión, estaría feliz de leerla♥
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