Capítulo 18: Una serie de eventos desafortunados.
//Está es otra canción muy hermosa que recomiendo que escuchen, mientras leen el capitulo.//
EDITADO
Aclaraste tu mente,
justo antes de que el sonido pudiera salir suavemente de tus labios.
Dejaste atrás,
una opción que algunas vez tu pensaste que no podrías resistir.
Das lo que tienes,
cuando decides que quieres seguir quemándote como el fuego.
¡Te estás quemando!
A veces dicen que esto debe sentirse como fuego,
hasta que te quema y tú no puedes...
No, no puedes seguir siendo el mismo.
Siendo el mismo...
No, no puedo cambiar.
(Canción en multimedia) Fire- Sleeping with sirens.
***
Un mes atrás...
Camino por los pasillos del instituto. Hace ocho meses que sucedió el asesinato de Emma. No le llamo suicidio, porque mi padre la arrastró hasta ese acto tan horrible con otro acto aún más horrible. Estoy seguro que Emma se llevó a la tumba muchas otras cosas espantosas, que jamás quiso decirme. El dolor aún permanece intacto en mi pecho. Todos parecen haberlo superado bastante bien, pero yo no he podido dormir ni comer desde entonces. Estoy roto para siempre después de que Emma me dejara solo en este mundo tan siniestro, sin ella. Mi vida se volvió un caos y del "yo" pasado no queda absolutamente nada, parezco un muerto caminante, con mi tez gris y la piel casi pegada a mis huesos.
—Miren... Pobrecillo —susurran, mientras avanzo, lentamente por el pasillo del instituto
Me llevo las manos a las orejas, porque ya no quiero escucharlos más. Los escucho todo el tiempo, sé que susurran acerca de mí y la tragedia de la familia Hill.
He rechazado cualquier tipo de ayuda, y en cambio me he refugiado en cosas peores, buscando la autodestrucción: heroína, licor, marihuana, cocaína. Me encuentro en un pozo infinito del que no quiero y no puedo salir. Aun así tengo miedo de ir más allá. No está bien, no lo está y lo sé. Todos me lo dicen, pero por eso mismo lo hago: quiero morir tan pronto como sea posible, pero aun así no soy capaz de hacer lo que mi hermana hizo. ¿Cuánto dolor debió tener dentro de ella para terminar haciendo tal cosa?
Es la pregunta que me hago siempre en las noches cuando no concilio el sueño, y simplemente el dolor y la rabia estallan dentro de mí, sin yo poder hacer nada. Y aunque las clases pasan y hago mi mejor esfuerzo por mantener mis calificaciones, me es imposible concentrarme y todo mundo lo sabe pero nadie me ayuda, solo me observan, como si con su sola lastima fueran a hacer que me sintiera mejor. Mi madre no está mejor, ni siquiera pudo ir al funeral de su hija, de Emma porque simplemente no podía controlarse. Estaba histérica y completamente rota.
Siempre ha sido una mujer tan depresiva y de tan poco carácter, que a veces me daba pesar ver como mi padre la gritaba y maltrataba psicológicamente. En el funeral de Emma no derramé una sola lagrima, simplemente me quedé parado, con mis cejas fruncidas y las manos unidas delante de mi cuerpo. Rígido en mí sitio, sin mover ni un musculo. Algo murió en mí ese día y no deseo nada más que drenar mi oscuridad sobre todo lo que me rodea. Quiero venganza, que la sangre corra por todas partes, descuartizar a todo el que se me acerque, pulverizar todo a mi alrededor.
Mientras estoy en el coche no digo nada y me pierdo mirando por la ventana. Marta Hill permanece callada, observando como su hijo se desmorona en frente de ella, sin hacer nada, porque ella está igual o más rota que él. Con mi padre no hablo, solo peleamos y a veces —cuando nos cruzamos—, nos alteramos tanto que mi madre tiene que llamar a la policía para que nos separen o seguro acabaríamos matándonos a golpes.
Cuando llegamos a la gran mansión donde vivimos, mi madre sirve en silencio el almuerzo y se sienta conmigo a comer. Una compañía silenciosa es el mejor regalo que me puede hacer en momentos como estos. La oigo sollozar y tratar de disimularlo llevándose grandes cantidades de arroz a la boca, mientras yo juego con mi comida. Me rasco con mis dedos el hueso sobresaliente de mi clavícula y resoplo.
—Estoy cansado—musito levantándome de la silla y, dejando a mi mamá sola, subo las escaleras hasta mi cuarto.
Tan apático con todo.
Nada parece tener sentido.
Me pongo mis audífonos y acallo el zumbido de mis oídos, un síntoma que he padecido últimamente a causa de la intoxicación a la cual he sometido mi cuerpo estos últimos meses. Me tiro en mi cama, deseando con toda mi alma alguna forma de sentirme mejor, sintiendo como podría venderle mi alma al mismísimo Lucifer con tal de saciar mi deseo de venganza.
Me sumo en un estado nebuloso y la oscuridad se apiada de mí, dándole un poco de reposo a mí demacrado cuerpo.
***
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